Mercurio Peruano
Revista mensual de ciencias sociales y letras

 
Lima, abril de 1920 · número 22
año III, vol. IV, páginas 311-312

[Raúl Porras Barrenechea]

Notas varias

El Congreso Nacional de Estudiantes del Cuzco

Cumpliendo los acuerdos del Congreso Internacional de Estudiante, realizado en Lima, el año mil novecientos doce, se ha reunido en el mes de marzo último, en el Cuzco, el Primer Congreso Nacional Estudiantil.

Su efectividad se ha debido al entusiasmo infatigable del actual Presidente de la Federación de los Estudiantes Víctor Raúl Haya de la Torre y a su realización han contribuido los más prestigiosos elementos de las Universidades de la República.

El éxito alcanzado en este primer certamen estudiantil ha sido muy apreciable. Se han definido para la juventud orientaciones y tendencias y se ha laborado con entusiasmo, con fe e inteligencia en pro de la Universidad y de la cultura del país.

Los temas propuestos a las deliberaciones de la asamblea juvenil, auguraban este éxito merecido, contemplaban ellos los más decisivos problemas de la vida estudiantil como la reforma de su asociación representativa, los problemas relativos a la salud moral y física de la colectividad universitaria, la organización de las huelgas y la opinión estudiantil frente al inconcluso movimiento de reforma universitaria que la nueva ley de instrucción debe sancionar. A la discusión de estos temas se aportaron soluciones alta y serenamente inspiradas en la realidad universitaria. La nueva organización estudiantil destierra de los claustros añejos y díscolos métodos de elecciones, tiende a hacer real la solidaridad, robusteciendo las asociaciones que sirven de base primaria y fundamental a la organización federativa, asegurando por este medio la solidaridad general.

Establece también la nueva reforma, procedimientos de igualdad para todos los centros federados, destruyendo calculadas preeminencias, y consagrando al mismo tiempo la autonomía completa de esos centros. Destruye, por último, las disposiciones reglamentarias al amparo de las que crecieron castas y camarillas de profesionales representativos; concediendo a todo estudiante el derecho de iniciativa, el de ser designado a la Federación sin ser delegado ante ningún centro federado y el de poder ser elegido el Presidente del comité federal de entre la masa estudiantil. En orden a la vida cívica, moral y física del estudiante, el congreso ha solicitado la abolición de la excepción del servicio militar obligatorio, odiosa e injusta, organizado la propaganda higiénica y deportiva y afirmado la vieja aspiración juvenil de construir la casa de Estudiantes.

Aparte de los temas netamente universitarios, el programa de esta reunión estudiantil consideró otros que contemplaban problemas nacionales tales como los de la raza, la cultura, sobre los que la juventud tenía el ineludible deber de pronunciarse. Se consideraron por ello, el [312] problema de la educación indígena, cuya resolución es base de nuestra prosperidad e imperiosa exigencia de la tierra y del pasado; el alcoholismo, asoladora epidemia, moral de la raza; la educación obrera; el problema del regionalismo y el de la originalidad de nuestra cultura. Las direcciones adoptadas en la resolución de tales problemas estuvieron inspiradas en un nacionalismo intenso y eficiente. La institución federal desarrollará insistentemente su acción para combatir los vicios y defectos de la raza, para hacer del regionalismo uno de los factores de la unidad nacional, para extender sus conocimientos al pueblo por la universidad popular y para promover la originalidad cultural.

Aparte de los temas, la inquietud juvenil bosquejó anhelos y tentativas audaces para un resurgir cercano. Predominó en la asamblea estudiantil, a más de la sana y entusiasta corriente nacionalista, una tendencia liberal, valiente y sincera. Contra los absurdos nacionales en religión y en política, la juventud ha vuelto a decir su convicción despojada de todo alarde pedantesco, de que el país renuncie al mantenimiento de una casta inútil, la eclesiástica, de que se dicte una ley sobre el divorcio, inaplazable necesidad civil, y de que el Estado ejerza el control de la enseñanza superior para prevenirnos contra los peligros de una enseñanza dogmática.

Hechas estas declaraciones, sugeridas por la enseñanza de maestros a quienes la apatía nacional desoyó, la juventud formuló también su admiración y su respeto hacia esos maestros que le dieron la enseñanza de una doctrina o la virtud de un ejemplo. El congreso se puso de pie, en honor de Palma, el patriarca sonriente de nuestras letras, y de Prada el magnífico profesor de energía, y rindió homenaje a Villareal, a Deustua, a Capelo, Polar y Lorena. A Chocano y a García Calderón, los grandes ausentes de la patria, ha pedido la juventud que vuelvan a ella para la celebración del centenario. Ya García Calderón, el maestro idealista y tolerante, ha enviado su respuesta afirmativa, y aquí le tendremos por obra de la juventud, el día de la fiesta epónima.

Tal es en rápida síntesis, la labor del congreso que apenas me ha sido dado juzgar en esta nota informativa.

R. P. B.

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