Filosofía en español 
Filosofía en español


Juan José Morato

El Socialismo en España

Un error

Si no con frecuencia, algunas veces suele confundirse el Socialismo con el movimiento obrero de resistencia, que tan ostensiblemente se manifiesta en huelgas, y conviene en este estudio distinguir uno de otro, aunque realmente en el movimiento obrero sean los socialistas quienes más laboran y en sus manos esté la dirección de gran parte de él.

El Socialismo es esencialmente una fuerza política; pero fuerza política de clase, emplea su actividad e influjo en organizar a los trabajadores integralmente, esto es, como partido, como fuerza de resistencia al capital, y, en la medida posible, como consumidores (cooperación) y como hombres de crecientes necesidades intelectuales y morales (grupos de instrucción y de arte, protesta organizada contra las corridas de toros, en España; ligas contra el alcoholismo, en Bélgica, Francia, etcétera, y liga contra el cuchillo, en Italia).

En cambio, el movimiento de resistencia no es una fuerza política. En él caben y están hombres de todas las ideas, sin más vínculo que la lucha contra el capital para la consecución de mejoras en el trabajo. Hay ciertamente organismos de este linaje adheridos al partido obrero; pero los más de ellos no aceptan su programa íntegro, y sí sólo la parte de él transitoria, de la que luego hablaremos.

De bastantes de estas organizaciones no puede decirse en rigor que no sean políticas, pero sólo lo son en cuanto organizaciones. Sus individuos están en libertad absoluta de practicar o no sus derechos en pro o en contra de los mismos socialistas.

Los organismos que citamos demuestran en reuniones públicas, manifestaciones y por escrito su protesta contra atropellos gubernativos, sus deseos de reformas sociales, &c., pero siempre como colectividad.

No deben, pues, confundirse las dos fuerzas, aunque en realidad en los organismos de resistencia sea donde más adeptos [643] conquiste el Socialismo, y los hombres del partido obrero tengan en ellos grande influjo.

Programa del Partido Obrero

Se sabe que la aspiración suprema del Socialismo es resolver el problema social transformando la propiedad privada de los medios de producción en propiedad social, organizando a la Sociedad en federación económica y entregando en usufructo a las colectividades obreras los instrumentos del trabajo.

Para los socialistas, las causas de toda dependencia, de toda desigualdad, de todo antagonismo, «de la miseria social y aun del envilecimiento intelectual estriban en la apropiación por unos cuantos de los grandes medios de producción y de cambio (capital), apropiación que, sobre injusta, estiman lesiva para los intereses de los más, ya que pone la vida de muchos al arbitrio de unos cuantos.

Esta apropiación individual está hoy garantizada por el Poder político, organizado en beneficio de la clase capitalista y en daño de la clase trabajadora; por esto los socialistas consideran al Poder como instrumento para realizar la transformación de la propiedad, que convertirá a las dos clases sociales hoy en lucha (proletarios y burgueses) «en una sola de trabajadores dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes».

No cree el partido socialista obrero español que llegará a la posesión del Poder político para realizar sus ideales sino mediante un largo proceso de educación, de elevación del nivel físico, moral e intelectual de la clase obrera, y también mediante ciertas condiciones económicas de concentración de los medios de producción. Es decir, que no será posible poner mano en el Poder político sino cuando la clase obrera sea la clase más fuerte y más inteligente, y cuando el medio económico, por la evolución capitalista, sea adecuado a la nueva forma de la sociedad.

De ahí que el Partido Obrero subordine toda su acción a la elevación del mentado nivel de la clase obrera y a la posible aceleración de la natural evolución económica.

Y, aparte organizar a los trabajadores para la resistencia, que es también un medio eficacísimo de concentrar el capital, tiene el Partido Obrero un extenso programa «transitorio» de reformas políticas que comprende los derechos todos para uno y otro sexo, «la abolición de la Deuda pública, la supresión de los ejércitos permanentes y el armamento general del pueblo, la supresión del presupuesto del clero y la confiscación de sus bienes y la injusticia gratuita», y otro programa [644] de reformas de carácter económico, más extenso aún, que abarca la legislación del trabajo, «la enseñanza integral, laica y gratuita en todos sus grados, la reforma de las leyes de inquilinato y de cuantas lesionen los intereses de los trabajadores, la reversión al Estado de las minas, arsenales, ferrocarriles, &c., y su explotación por las Sociedades obreras, así como la de todos los talleres del Estado, la abolición de todo impuesto directo, y el impuesto progresivo sobre rentas y beneficios mayores de 3.000 pesetas».

Como el Partido Obrero, si considera que la conquista del Poder político íntegro es obra larga, no estima imposible «la penetración» en ese Poder, y menos imposible aún su predominio en los Municipios, tiene también un programa municipal por el que se crean gran número de instituciones beneficiosas para los obreros; se suprimen ciertos impuestos; se hace gratuita la asistencia médica y farmacéutica; se alimenta y viste a los niños asistentes a las Escuelas; se adoptan medidas de higiene respecto de alimentos y habitaciones y de higiene y de seguridad en las obras, talleres y fábricas; se suprimen las subvenciones de carácter religioso, y se da, por la fundación de Bolsas del Trabajo, domicilio a las Sociedades obreras.

En suma: con el programa mínimo –que así se llama el de reformas inmediatas– y con el municipal, se tiende a los fines que quedan indicados: aumento en el bienestar y la cultura del obrero, educación política, concentración de los medios de producción y de cambio, reversión al Estado de los medios muy concentrados y municipalización de servicios (alumbrado, fuerza motriz, agua, calefacción, tranvías, &c.).

Táctica

Toda la táctica y el método del Partido Obrero se basan en algo que para los socialistas es hecho comprobado: la lucha de clases. En el actual régimen social la clase obrera tiene intereses opuestos a la clase capitalista, y, por consecuencia, todos los partidos políticos «burgueses», por radical que sea su matiz, son enemigos de la clase obrera.

Este antagonismo de intereses, que se manifiesta principalmente en las huelgas, quieren los socialistas que se perciba del mismo modo en el terreno político, y así como organizan a los obreros en Secciones de resistencia contra la clase toda patronal, los organizan también en partido político de clase contra todas las representaciones de los distintos intereses de la burguesía.

De este criterio nace la intransigencia, el espíritu de agresión del Partido Obrero hacia todos los demás partidos, si bien [645] la intransigencia no llega a tales términos que impida al Socialismo, en casos extremos, coligarse con otros, electoralmente o en el terreno de la fuerza, para la defensa de los derechos, ambiente necesario para la obra de educación cívica y de propaganda de ideas.

Se ha dicho con frecuencia que el Socialismo era enemigo de la política: error. El Partido Obrero es político, si bien su política es de clase. Interviene en elecciones, aun persuadido de que no obtendrá victorias materiales, y no cree imposible el logro total de sus aspiraciones simplemente con el ejercicio de todos los derechos, y más señaladamente con el derecho electoral.

No espera tampoco nada de nadie: lamenta que la corrupción de las costumbres políticas y la apatía del país hagan más difícil su labor, pero está persuadido de que su esfuerzo tenaz logrará respeto para los derechos, creara costumbres políticas y se impondrá a sus adversarios. Su fracaso –llamémosle así– en pasadas elecciones, lejos de hacerle poner esperanzas en una milagrosa sinceridad electoral de los Gobiernos, más lejos aún de haberle llevado al escepticismo, le ha enseñado, por las ventajas conseguidas, que con tenacidad e inteligencia creará una enorme fuerza política.

La táctica del Partido Obrero puede concretarse en estas palabras: educar a la clase obrera dándola confianza en sí misma; despertar en ella el espíritu de clase.

Se ha hablado mucho del espíritu moderado, gubernamental de los socialistas, y se ha deducido de ahí que no son revolucionarios y que repudian el empleo de la fuerza: otro error. No prejuzgan los socialistas; no quieren hoy hablar de lo que harán mañana para lograr sus anhelos. Por ahora les conviene vivir dentro de la legalidad, evitar a la clase obrera inútil derroche de actividades, y por ello emplean en sus discursos y en sus escritos tonos templados no reñidos con el radicalismo de su fondo, y hacen continuas llamadas a la prudencia como correctivo y reacción contra la fraseología seudorrevolucionaria de los partidos radicales.

En realidad, el sentido gubernamental de que se les acusa no es otra cosa que profundo sentido político, y el tiempo se encargará de demostrar la exactitud de esta afirmación nuestra.

Intervienen, pues, los socialistas en la marcha de la política en bien de la clase obrera, y aun puede decirse que estos últimos años partido alguno ha desplegado la actividad y la organización política que ellos, dentro, claro está, de sus modestos medios.

Organización

Es la del Partido Obrero esencialmente democrática. [646] En él no hay jefes ni directores, y todos sus individuos gozan de idénticos derechos, han de cumplir los mismos deberes y pueden por igual influir en la marcha del Partido.

Los socialistas de cada localidad están organizados en Agrupación o Sociedad, y todas ellas, unidas en una especie de Federación, constituyen el Partido.

Un Comité Nacional elegido por los afiliados de la localidad donde ha de residir y su presidente por el Congreso del Partido, es el nexo que une a las distintas organizaciones y el encargado de velar por el cumplimiento de los acuerdos de los Congresos, el programa y la táctica. Tiene este Comité limitadas atribuciones directivas, y en casos extremos somete los asuntos imprevistos a la resolución de las organizaciones. Otro de sus cometidos es publicar El Socialista, órgano central del Partido.

Para el sostenimiento de las respectivas organizaciones, para los gastos de la propaganda, elecciones, &c., cada afiliado abona una cuota a su organización, y cada una de éstas contribuye, según una escala gradual de cuotas anuales en proporción al número de sus miembros, al sostenimiento del Comité Nacional.

Los afiliados tienen el deber de proveerse anualmente de una tarjeta-título para acreditar su personalidad allí donde vayan, pues se entiende que el afiliado lo está al Partido todo, no a tal o cual organización.

Las Agrupaciones son autónomas en las respectivas localidades, sin otras trabas que el respeto a la organización general y el cumplimiento estricto del programa y acuerdos del Partido, y al frente de ellas hay un Comité elegido por los afiliados. En caso de elecciones, las organizaciones designan el candidato que han de votar y que ha de estar afiliado.

Cada tres años las organizaciones se reúnen en Congreso, llevando a él cuantas reformas se estimen oportunas. Los Congresos son los únicos soberanos, y en ellos se juzga la conducta del Comité Nacional y la de los socialistas que desempeñen cargos electivos. Todos los asuntos que han de tratarse en los Congresos son estudiados y discutidos previamente en cada organización y recae sobre ellos acuerdo, acuerdo que es el mandato del delegado o delegados.

Tomados los acuerdos en el Congreso, votando cada delegación por el número de individuos que representa, aun vuelven a someterse al referéndum de las organizaciones, y no entran en vigor hasta que éstas los han sancionado.

El Partido Obrero admite en sus organizaciones a todas las personas, previa una declaración escrita de conformidad con su programa y acuerdos, exigiendo a todos moralidad en la conducta. [647] No excluye a nadie, y en él tienen entrada los obreros intelectuales y hasta los patronos y capitalistas que practiquen con sus obreros y dependientes una conducta concorde con sus ideas.

La disciplina es estricta: quien falta al programa, no cumple los acuerdos, comete acciones deshonrosas, atenta contra la solidaridad obrera, es excluido del Partido.

Por el Comité Nacional y por la Delegación a la Oficina Socialista Internacional residente en Bruselas y fundada en el reciente Congreso internacional de París, el Partido Obrero español está en relaciones con los partidos socialistas de los demás países.

Recientemente se han constituido dos Federaciones socialistas provinciales: una en Asturias y otra en Vizcaya, sin que su existencia merme la autonomía de las Agrupaciones federadas ni suponga espíritu regional de ningún género, incompatible con el carácter internacional de las ideas socialistas.

En la organización son también admitidas las Sociedades de oficio que muestran su conformidad con la totalidad de las ideas.

Progresos

Constituyóse clandestinamente en Madrid el Partido Obrero en Mayo de 1878, y clandestino permaneció hasta 1882, en que variaron las circunstancias políticas.

Con graves dificultades tropezó para la propaganda, siendo la mayor la falta de recursos pecuniarios.

A comienzos de 1886 serían unas seis las organizaciones socialistas, y en este año se realizó la primera excursión de propaganda.

Ha tenido que luchar el Partido Obrero con la hostilidad de los partidos extremos, contra el escepticismo y la perversa educación política de la masa y también contra el odio y prepotencia de los anarquistas, en cuyas manos quedó todo el armazón y relaciones de la Internacional cuando esta Sociedad desapareció.

Todos estos obstáculos han sido vencidos. Los partidos han reconocido, explícita o implícitamente, la beligerancia del Socialista, la indiferencia se trocó en simpatía y se va cambiando en adhesión; los anarquistas han jugado hace poco su última carta, y cada día ven más mermada su enorme influencia de antaño.

Vivían hasta 1888 las organizaciones sin otro vínculo que la comunidad de ideas, y en ese año se las dio la unidad que les faltaba en un Congreso celebrado en Barcelona. [648]

Desde entonces se han celebrado Congresos en Bilbao (1890), Valencia (1892), Madrid (1894) y Madrid (1899). El año venidero se celebrará otro Congreso en Asturias.

De la labor de los Congresos diremos que ellos se han revisado el programa, se ha perfeccionado la organización y la táctica, se han adoptado cuantas resoluciones pudiesen acrecentar la acción, influencia y propaganda del Socialismo.

De los progresos del partido da idea el número de representaciones en los distintos Congresos:

Congreso de Barcelona, 16 agrupaciones.
ídem de Bilbao, 23.
ídem de Valencia, 37.
ídem de Madrid (1894), 45.
ídem de Madrid (1899), 68.

Del desarrollo en fuerzas numéricas del Partido obrero da también alguna idea el resultado de las distintas elecciones legislativas verificadas con sufragio universal, advirtiendo que, por razones fáciles de adivinar, estos resultados son un dato relativo:

En 1891, 5.000 votos.
En 1893, 7.000.
En 1896, 14.000.
En 1899, 23.000.

Ahora, si se tiene presente la movilidad de población en los centros mineros y que el Partido Obrero tiene su mayor fuerza en la juventud carente aún de derecho electoral, se comprenderá mejor la importancia de los progresos.

Si en elecciones legislativas no ha logrado aún el partido socialista un triunfo material, o si le logró le hicieron irrisorio las demasías gubernativas, en elecciones municipales ha conseguido sacar victoriosos algunos candidatos, a pesar de no ser elegibles todos los electores.

Actualmente, el Socialismo tiene representación en los Municipios de Bilbao (cuatro concejales), Balmaseda, Abanto, Burgos, Córdoba y Manresa.

El Socialismo español ha tenido representación propia y directa en cuantos Congresos internacionales se han celebrado desde 1889 acá. En París (1899), Bruselas y Zurich tuvo un delegado; en Londres y París (1900), tres.

Los datos que anteceden indican el movimiento material del Socialismo; su verdadero desarrollo se debe apreciar más en la influencia de las ideas socialistas sobre la masa obrera y en la simpatía con que mira este movimiento gran parte de la opinión inteligente. [649]

Fuerzas actuales del Partido

Cuenta hoy el partido con unos 75 núcleos debidamente organizados y con muchos más, que si están en relaciones con él y le auxilian, por los obstáculos que suscita el caciquismo y por las persecuciones patronales, se ven imposibilitados de funcionar.

El partido tiene fuerzas organizadas en Álava, Alicante, Almería, Baleares, Barcelona, Burgos, Cádiz, Castellón, Córdoba, Coruña, Guipúzcoa, Jaén, Logroño, Madrid, Málaga, Orense, Oviedo, Pontevedra, Palencia, Salamanca, Santander, Sevilla, Toledo, Valencia, Valladolid, Vizcaya y Zaragoza.

Núcleos no organizados los tiene en Albacete, Badajoz, Cáceres, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Lugo, Murcia, Navarra, Segovia, Tarragona, Teruel y Zamora.

Entre las agrupaciones hay algunas formadas por obreros del campo y otras por mineros; pero las más radican en poblaciones industriales.

La fuerza de las agrupaciones depende del grado de prosperidad industrial del país; así Asturias cuenta con 13 agrupaciones y unos 6.000 afiliados; Vizcaya con nueve, y en poblaciones nada industriales –de producción medioeval pudiéramos decir– las organizaciones tienen escasa fuerza.

Otro dato para apreciar el desarrollo del Socialismo en España es la importancia de su Prensa. Actualmente cuenta con los siguientes periódicos semanales, decenales y quincenales:

El Socialista, órgano central, aparece en Madrid; La Lucha de Clases, en Bilbao; La Voz del Pueblo, en Santander; Solidaridad, en Vigo; La Aurora Social, en Oviedo; El Porvenir Social, en Zaragoza; El Bien del Obrero, en Ferrol; El Obrero Balear, en Palma, y ¡Adelante!, en Eibar.

En Madrid aparece quincenalmente una revista de carácter científico, titulada La Nueva Era.

Los elementos que forman el partido socialista son obreros llamados manuales en su casi totalidad, si bien hemos de citar entre los elementos intelectuales dos personalidades de relevante mérito: el doctor Jaime Vera y José Verdes Montenegro, catedrático en el Instituto de Alicante.

Por lo demás, en el partido hay médicos, abogados, estudiantes, empleados, farmacéuticos, maestros de escuela, patronos y bastantes mujeres.

Actividad del Partido

Si importante es la actividad política del partido, grande su [650] intervención en la organización y luchas de los obreros, no lo es menos su actividad intelectual, al punto de que organización alguna política de España haya publicado tantos libros y folletos ni haya consumido cantidad parecida de trabajos escritos.

Pasan de 50 los libros y folletos publicados, de algunos de los cuales se han hecho hasta tres ediciones, y no es aventurado calcular en 45.000 el número de ejemplares expendidos.

Lógico el partido con su labor educadora, ha publicado ediciones económicas de las leyes del trabajo, del sufragio municipal y de reuniones y de asociación.

Además, elementos del partido publican una biblioteca de libros de cultura general y literatura escogida, biblioteca que tiene halagüeña colocación, casi exclusivamente entre los elementos del Socialismo.

La actividad del partido, como decimos, es considerable, y en la memoria de todos están sus campañas por la reposición de unos concejales en Bilbao, para poner término a las guerras coloniales mediante el servicio obligatorio, y no pasan meses sin que algún propagandista recorra las provincias celebrando reuniones.

De la intervención en luchas económicas y políticas contra el capital, diremos que en suscripciones abiertas por El Socialista y por otros periódicos, muy bien se habrán recogido sobre 35.000 pesetas céntimo a céntimo, para auxilio de huelguistas de España y de fuera de ella.

Influencia del Socialismo

No se limita la labor educadora del Partido obrero a las manifestaciones de la actividad política. Esta labor la lleva a las luchas puramente económicas, consagrando sus esfuerzos a crear organismos de resistencia y a influir en su marcha, evitándoles tropiezos, estando siempre a su defensa, y en muchos casos, evitando huelgas perniciosas.

Hoy el organismo obrero más poderoso y consistente, el mejor constituido, la Unión general de trabajadores, confederación de 72 Sociedades de oficio, está dirigido por socialistas.

El influjo se deja sentir también en la conducta mesurada del proletariado en general, que ya no sigue a quien halaga sus pasiones, y que de algún tiempo a esta parte, aleccionado por las predicaciones socialistas, se va transformando y poniéndose en camino de ser una fuerza tal que acaso varíe las condiciones de la política española.

Hasta ahora, el influjo del Socialismo fue meramente educador, [651] y si algo pudo pesar en ciertas reformas últimamente otorgadas, fue de un modo reflejo; no tardará la influencia en ser directa y en pesar, para bien de los obreros, en la marcha de los negocios públicos.

El Socialismo tiene para ello dos cualidades que dan indefectiblemente la victoria: fe y voluntad.

Juan José Morato
Secretario del Comité Nacional del Partido Socialista Obrero Español.