Filosofía en español 
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Galina Nikolaieva

En torno al carácter específico de la literatura

La escritora soviética Galina Nikolaieva, autora de la novela La Siega, ha publicado en la revista de Moscú Cuestiones de Filosofía (nº 6, 1953) un artículo titulado: «En torno al carácter específico de la literatura». Insertamos a continuación algunos párrafos de este importante ensayo, traducidos del texto francés publicado en la revista La Nouvelle Critique.

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Al iniciar su artículo, G. Nikolaieva recuerda la definición generalmente admitida del carácter específico del arte y de la literatura: «Un pensamiento en imágenes». Señala a continuación que «el intento de oponer la imagen al concepto como dos categorías antagónicas del pensamiento es propio de la estética idealista»…

«Es particularmente importante para nosotros recordar que el pensamiento lógico y el pensamiento en imágenes son variedades del proceso único de reflejo de la realidad y que las leyes de ese proceso se aplican a ambas formas del pensamiento, si bien actúan en cada una de ellas de un modo original… Los clásicos del marxismo han dicho del conocimiento que es el deseo de transformar el mundo. Han afirmado que con ayuda del conocimiento, la «cosa en sí» se transforma en «la cosa para nosotros». Esto puede aplicarse enteramente al arte. Poner en claro las leyes objetivas del desarrollo de la sociedad por medio de la creación de tipos que encarnan los fenómenos esenciales de la vida, formar las almas humanas y contribuir de esta manera a la transformación de la sociedad: tal es arte auténtico.

Lenin apreciaba mucho la novela de Gorki La Madre porque ayudó a muchos obreros llegados de un modo espontáneo a la revolución, a adquirir conciencia de sus intereses de clase. Decía de esta novela: «Este es un libro necesario: muchos obreros participaban en el movimiento revolucionario sin ser conscientes, espontáneamente, y ahora van a leer La Madre con gran provecho.

De este manera, la obra de arte ayudó a formar la conciencia de clase del proletariado y, en resumidas cuentas, ha contribuido a transformarlo de «clase en sí» en «clase para sí», es decir que ha cumplido a su manera la función del conocimiento.

El lazo indisoluble entre lo general y lo concreto en el proceso del conocimiento indicado por Lenin, es obligatorio igualmente para el pensamiento en imágenes. Lo abstracto es el arma del conocimiento de lo concreto, enseña Lenin, y en consecuencia, el verdadero artista no se limita a generalizar con ayuda de la experiencia lo que es más esencial y característico en un fenómeno, sino que concreta también esa generalización. En el arfe, la generalización y la puesta en relieve de lo típico están ligadas indisolublemente a la encarnación de éste en lo concreto. «Todo personaje es un tipo pero también al mismo tiempo una personalidad completamente definida, «este», escribía Engels.

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Los escritores soviéticos aprenden. estudiando a los clásicos, a conocer a fondo la vida y a saber crear imágenes típicas, verídicas y brillantes. Pero, al mismo tiempo que asimilan las gloriosas tradiciones de los clásicos y que estudian sus capacidades profesionales, tienen sobre ellos una ventaja inmensa: están en posesión de la concepción del mundo más avanzada de nuestro siglo: el marxismo-leninismo. Esta concepción del mundo permite a los escritores soviéticos - a condición, claro está, de que tengan talento y de que estudien la vida a fondo –penetrar en la esencia de los fenómenos esenciales de la vida, ver con claridad los caminos y las perspectivas de la victoria del régimen comunista en nuestro país.

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Es interesante ver cómo la literatura soviética pone en claro la naturaleza de otra fuerza social: los campesinos. Me parece que algunos rasgos de esta fuerza social son puestos de releve vigorosamente en el personaje de Grigori Melejov. No se puede comprender a este personaje ni comprender la fuerza de «El Don apacible» de Cholojov si no se tiene un concepto justo de lo típico en el arte… Grigori Melelov es el representante de los viejos cosacos de antes de la colectivización. Lo típico en este personaje reside en el hecho de que se muestra en él de la manera más completa, más clara y más convincente el dualismo de los campesinos, del cual ha hablado Lenin en repetidas ocasiones. El dualismo del personaje de la novela de Cholojov se manifiesta en todo: en su carácter, en sus aspiraciones políticas, en el aspecto profundamente contradictorio de todo su destino. Estar lleno de conflictos internos es complicado, contradictorio, como es complicada y contradictoria la fuerza social que M. Cholojov ha representado en este personaje… La atención constante del Partido por la cuestión campesina muestra la complejidad de esa «fuerza social», de esa «naturaleza campesina» que ha entrado hoy en la vía de la edificación del comunismo.

Estos fenómenos muy importantes de la realidad, que han estado y siguen estando en el centro de la atención del Partido y cuya base científica ha sido analizada por Lenin y Stalin en sus geniales trabajos teóricos, son reflejados con claridad y fuerza por Cholojov en los personajes de su novela. Con la potencia extraordinaria de su talento artístico, el escritor ha mostrado en Melejov todo lo complejo, todo el aspecto contradictorio del carácter campesino, aspecto que ha aparecido con particular agudeza en el período histórico en el que los campesinos han decidido sobre su destino, han decidido con quién querían vivir. En esta representación auténtica de lo típico reside igualmente el secreto de la vida del personaje.

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El contenido en el arte es siempre la realidad objetiva que constituye igualmente el contenido de la ciencia, pero el arte, a diferencia de la ciencia, concentra lo principal de su atención en la lucha por lo bello.

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La obra más bella y más perfecta de la naturaleza es el hombre y es lógico que el principal objeto del arte sea precisamente el hombre, no tomado como un individuo biológico (la fisiología, la anatomía, &c. se ocupan de ello) sino como un ser social en toda su riqueza y en todo el conjunto de sus actos, de sus sentimientos y de sus pensamientos. Esto resalta con toda evidencia cuando estudiamos el carácter específico de la literatura. La literatura tiene la particularidad de ser inseparable de la lengua. La lengua es «la realidad del pensamiento» (Marx); todo lo que es accesible al pensamiento es accesible a la lengua y es por lo que podemos, con su ayuda, hacer perceptible toda la riqueza del espíritu humano en su movimiento y en su desarrollo. Por esta causa precisamente Stalin ha llamado a los escritores «los ingenieros de las almas humanas».

Es importante recordar que la literatura tiene como objeto el hombre social tomado en su conjunto, diferenciándose así de la moral, de la ética, de la psicología, de las ciencias sociales, de la fisiología, que consideran al hombre únicamente en uno de sus aspectos.

Si la literatura no es capaz de representar al hombre social en sus diversas facetas y empieza a no reflejar de él más que un solo aspecto, privándose de la riqueza de las relaciones mutuas y de las acciones mutuas de unos aspectos con los otros, se aparta de sus leyes específicas y pierde su influencia. Esto es comprensible pues el hombre social, que es el objeto del arte, es la unidad de diversas propiedades –biológicas, psicológicas y sociales– que no pueden separarse unas de otras sin destruir el concepto mismo de «hombre social».

Marx indica que «la naturaleza humana no es algo abstracto, propio de un individuo aislado. En su realidad es el conjunto de las relaciones sociales». Para nosotros, escritores soviéticos, que pintamos hombres de la sociedad socialista, es particularmente importante no olvidar que este «conjunto de relaciones sociales» se da en el hombre social a través de la diversidad de sus actos, de sus sentimientos y de sus pensamientos. Es importante recordar esto pues describimos a los hombres que viven en la época de «la liberación de los sentimientos» que Marx predecía hace cien años.

La cuestión de los sentimientos humanos en general y de los sentimientos del hombre soviético en particular, ha desaparecido del campo visual de muchos de nuestros teóricos y me parece necesario llamar la atención sobre esta cuestión.

C. Marx ha analizado detalladamente el proceso del nacimiento y del desarrollo de los sentimientos del hombre social. Indicaba que toda la riqueza de los sentimientos y de los pensamientos del hombre se despliega gracias a la existencia social del hombre. En el transcurso de la transformación de la naturaleza, el hombre se transforma también a sí mismo.

Engels ha escrito que gracias al trabajo social, el cerebro humano, el pensamiento humano y las emociones humanas han alcanzado un grado de perfección en el cual el hombre puede no limitarse a trabajar, sino crear y gozar de su actividad creadora, crear los cuadros de Rafael y la música de Paganini.

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Analizando las causas de «la degeneración de los sentimientos» en la sociedad capitalista, C. Marx dice que depende en resumidas cuentas de la propiedad privada de los medios de producción. Marx señala que el hombre que trabaja por obligación «para un patrono», «enajena» de esta manera lo que es más humano, su trabajo, pierde lo que en él hay de más preciado, la creación libre, y no se siente libre más que en el momento de realizar las funciones animales (comer, beber, &c.); de este modo «el animal se hace humano y el humano se hace animal…»{1} Esta enajenación de lo que es humano en el hombre es una de las leyes más crueles de la sociedad capitalista.

C. Marx ha demostrado que «la producción capitalista es hostil a ciertas ramas de la producción espiritual como el arte y la poesía»{2}.

El arte burgués reaccionario actual es una luminosa prueba de esta tesis. Habiéndose fijado como objetivo el rebajar los sentimientos humanos al nivel de los de los animales, y transformar al hombre en un ser parecido al ganado y en carne de cañón, ha perdido desde hace mucho tiempo el derecho a llevar el nombre de arte.

Con la desaparición de la propiedad privada de los medios de producción comienza un desarrollo sin precedente de los sentimientos humanos, un florecer de «lo humano en el hombre». La prehistoria de la humanidad se termina y la historia comienza: «La naturaleza humana es conferida al hombre y para el hombre»{3}.

La desaparición de la propiedad privada, afirmaban Marx y Engels, representa la liberación completa de los sentimientos y de las propiedades del hombre, y es precisamente una liberación porque estos sentimientos se han hecho humanos, tanto en el sentido subjetivo como en el objetivo.

Estas geniales tesis de los fundadores del comunismo científico demuestran que precisamente para nosotros, artistas y escritores soviéticos, es tan indispensable saber ver y reflejar toda la riqueza y toda la diversidad de los sentimientos humanos como saber generalizar y penetrar en la esencia de los fenómenos.

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Cuando V. Ajaev escribió la novela «Lejos de Moscú», para él la construcción del oleoducto no era más que el material sobre cuya base se ponía de relieve una gran abundancia de sentimientos creadores, verdaderamente humanos. No es el oleoducto en sí el que está en el centro de la preocupación del autor, sino la lucha y el ardor creador de los hombres. El jefe de construcción, Batmanov, la técnica Tania, Vasslifchenko, el soldador Umara Mahomet, el intendente Liabermann, son presentados en un mismo proceso creador único, pero ¡cómo se individualiza este proceso, cuán diferente es en cada uno de los protagonistas, con qué diversidad de acciones, de sentimientos, de pasiones se presenta la creación! Es ahí donde reside el éxito y la vida de la novela.

Pero a menudo los escritores soviéticos toman otro camino: no escriben sobre el hombre, sino sobre un material, industrial o agrícola, y presentan a los hombres solamente en la medida en que estos adornan este material. Este «retroceso» atenta al mismo corazón del arte, a lo que es específico en él, conduce a apartarse de sus leyes fundamentales, a debilitar la influencia artística ejercida por las obras literarias.

Precisamente de este modo ha actuado el inteligente escritor Zakrutin al atentar un día contra lo específico del arte. En su novela «La stanitsa flotante» ha concentrado toda su atención en el problema del pescado: ha estudiado, en todos sus menores detalles y mostrado, de una manera interesante y atractiva las costumbres de los peces; en lo que se refiere a los caracteres de los hombres, no los ha tratado, más que en la medida que le servían para «adornar» el problema del pescado. El arte se ha vengado de este abandono de sus principios: los peces de la novela han ocultado a los hombres y la novela se ha situado muy por debajo de las posibilidades del autor. Este mismo error lo han cometido Kotienko, Lvova y otros muchos escritores y es esta la razón por la que obras elogiadas por la prensa, obras en las que, a primera vista, «todo está bien» han sido olvidadas rápidamente tanto por los lectores como por la prensa.

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Hay que renunciar a la idea errónea de que los soviéticos no manifiestan su riqueza de sentimientos y de pasiones más que en la vida social y no en la vida que llamamos privada. Es una lástima, por ejemplo, que V. Ajaev, que ha mostrado con tanto brillo y exactitud en su novela «Lejos de Moscú» la riqueza y diversidad de los sentimientos creadores, represente la familia, el amor, los celos, &c. de una manera tan pobre y desprovista de arte, hasta el punto de que las páginas que tratan de estos aspectos de la vida de los protagonistas «quedan fuera» de la novela y parecen escritos por otra mano, torpe y débil.

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¿Cómo obra ese contenido específico del arte sobre la forma del pensamiento? ¿Qué constituye lo específico de la forma de pensamiento que asimila y refleja el contenido indicado? Sabemos que el proceso del pensamiento se desarrolla en la forma de representaciones concretas; de abstracciones, de conceptos, de entendimiento de las leyes de la realidad, &c. ¿En dónde residen pues, la diferencia cualitativa y las particularidades específicas del conocimiento de la realidad en el proceso del pensamiento en imágenes, con relación al pensamiento lógico?

Estos procesos se desarrollan de forma diferente desde el comienzo. En el pensamiento lógico, el hombre va de lo concreto a lo abstracto separando todos los rasgos primordiales de los secundarios y limpiando lo esencial de todos los detalles para que la esencia de los fenómenos aparezca en su aspecto más claro.

El proceso del pensamiento en imágenes se diferencia cualitativamente del proceso lógico en que en el primero la generalización y el conocimiento de la esencia de los fenómenos están ligados estrecha e indisolublemente, desde el principio, con la selección de los rasgos y detalles sensibles y concretos con la mayor plenitud y con el mayor efecto emocional.

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Al generalizar, el artista concentra en cierta medida en la obra de arte los rasgos de lo concreto que en el transcurso del estudio de la realidad, le han revelado de la manera más convincente, más clara y más emocional, la naturaleza profunda de los fenómenos generalizados. La aptitud para operar tal selección y tal concentración permite el escritor crear una Imagen típica que convence al lector precisamente porque ella refleja lo que es más esencial y característico en todo lo que el artista ha visto y estudiado, a veces durante años. Por ello la hipérbole, la agudización de la imagen al calor emocional son inseparables de la expresión de lo típico en el arte.

La fuerza del arte y su influencia sobre las amplias masas dependen de la profundidad con la cual pone de relieve la esencia de los fenómenos y de la intensidad de su acción emotiva. De esta manera, hemos llegado a la conclusión de que el pensamiento lógico y el pensamiento en imágenes tienen cada uno su carácter específico. En el pensamiento lógico, la abstracción se efectúa limpiando la esencia de las cosas de todo lo que no es esencial, incluidos todos los elementos concretos y sensibles que obran emocionalmente.

En el pensamiento en imágenes, se manifiesta claramente la tendencia inversa: la generalización artística supone no sólo conservar, sino también seleccionar y concentrar todos los elementos sensibles y emocionales de lo concreto en los cuales aparece con mayor claridad la esencia general de un fenómeno real dado.

Cuando el camarada Jorge Malenkov ha hablado, en su informe en el XIX Congreso del Partido, de la necesidad de tener más agudeza y de exagerar conscientemente en el arte, ha mostrado con ello lo específico en el pensamiento en imágenes, su facultad de concentrar en una imagen artística generalizadora los elementos de lo concreto que dejan una impresión.

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Me parece que un escritor de talento es el que, gracias a una particular claridad de percepción, está dotado en el más alto grado de la capacidad de retener en su memoria los elementos de lo concreto, de hacer una selección entre ellos, de «concentrarlos» de manera original en una generalización, o sea el que es capaz de describir lo típico. Por ello; los escritores de talento hacen obras que responden completamente a las leyes específicas de la literatura, obras que describen lo típico y que emocionan, que dan libre curso al pensamiento y al sentimiento.

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{1} Marx, Engels y el arte, edición rusa, Moscú 1937, pág. 55.

{2} Las teorías de la plus-valía, edición rusa, 1936, tomo 1, pág. 239.

{3} Marx, Engels y el arte, edición rusa, Moscú 1937, pág. 131.