Revista Contemporánea
Madrid, 15 de agosto de 1900
año XXVI, número 593
tomo CXIX, cuaderno III, páginas 308-316

José España Lledó

La enseñanza oficial de la Filosofía en España

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I

Cábeme el honor, y lo reivindico con orgullo, de haber sido uno de los iniciadores de la restauración del tomismo en nuestras escuelas.

Cuando en ellas dominaba la filosofía krausista y sus sectarios eran dueños de la enseñanza; cuando nadie conocía en la Península al P. Zeferino González y de Orti y Lara no se hacía caso, acometí, a la edad de diez y nueve años, la empresa de restaurar la doctrina de Santo Tomás en la cátedra donde se sentó Suárez. A Dios gracias, lo he conseguido.

La franqueza con que en toda ocasión y lugar he sustentado mis doctrinas, me ha valido muchos sinsabores y lamentables retrasos en mi carrera.

No es hora de referir añejas historias, y precisa levantar el corazón y dejar pasar ciertas cosas. Quien mira detrás de sí, conviértese en estatua de sal, como la mujer de Loth. Lo pasado, pasado.

Hoy, si digo que soy tomista, cuando ya tal confesión no es peligrosa, y gracias al cardenal González y a Orti y Lara el sistema domina en nuestros centros de enseñanza, no es por vano alarde: es porque quiero proclamar muy alto que todo lo debo a tan insignes maestros.

No busquen, pues, los lectores de mis obras filosóficas y de este folleto novedades e invenciones, siempre peligrosas y en Filosofía imposibles y absurdas; yo sólo pretendo vulgarizar una doctrina que considero como la mejor y más perfecta de cuantas se disputan el dominio de la ciencia.

Algunos tacharán mis libros de Filosofía de breves y desabridos compendios. Lo sé, y lo deploro; pero no tengo la [309] culpa más que en parte, y al llegar a este punto me detengo, pues para justificarme necesito hacer las oportunas consideraciones sobre la enseñanza de la Filosofía en España desde 1857 hasta la fecha.

II

Como mi objeto no es el de escribir un trabajo erudito, habrán de perdonar los que esto lean que mis investigaciones históricas comiencen el 9 de Septiembre de 1857.

En esta fecha se publicó la Ley de Instrucción pública. No voy a juzgarla: el criterio doctrinario en que se inspiró su autor, el célebre Moyano, no es el mío, y creo que muchos de los males que nos aquejan, salvando, como lo salvo, la rectitud de intenciones del insigne hombre de Estado, se deben al falso concepto de la enseñanza en que inspiró su reforma legislativa; pero estas afirmaciones no es hora de discutirlas.

Con deliberado propósito no entro en los principios que informan la Ley de 1857, limitándome a hacer algunas indicaciones sobre la manera como en la referida Ley se organizó la enseñanza de la Filosofía en nuestra patria.

Por su artículo 15 se mandó estudiar en los Institutos de segunda enseñanza del Reino Religión y Moral cristiana y Elementos de Psicología y Lógica, mientras que por el artículo 33 se disponía que en las Universidades se cursase Filosofía, lección diaria, é Historia de la Filosofía, lección alterna.

El Plan de Moyano fue muy en breve substituido por otro peor. En 30 de Agosto de 1858 se ordenó que en los Institutos se enseñase Psicología, Lógica y Etica, dejando para mejor ocasión la Moral cristiana, y en 11 de Septiembre del mismo año, y reformando el artículo 33 de la Ley de Instrucción pública, se estableció en las Universidades la enseñanza de la Filosofía en esta forma: Metafísica, lección diaria; Historia de la Filosofía y Estética, lecciones alternas.

El año 1861 se le cambió en parte el nombre en los establecimientos de segunda enseñanza a la llamada asignatura de Psicología, Lógica y Etica, sustituyendo esta última denominación con la de Filosofía moral, y así marcharon las cosas [310] hasta que en 1866 dio, en 9 de Octubre, Orovio a luz su plan de estudios. Por el artículo 12 del mismo se organizó la enseñanza de la Filosofía en los Institutos de este modo:

Psicología (lección alterna)
Lógica (ídem)
Etica y fundamentos de Religión (ídem)

Poco tardó en llevar el Ministro, secundado por Catalina, sus iniciativas a la enseñanza universitaria, y en 17 de Julio de 1867 dispuso que los estudios de Filosofía se verificaran en esta forma:

Período de Bachillerato
Estudios superiores de Psicología y Lógica (diaria)
Período de la Licenciatura
Estudios superiores de Metafísica y Etica (diaria)
Estudios del Doctorado
Estética (alterna)
Historia de la Filosofía (ídem)

Así las cosas, al grito de «España con honra» cayó el trono de Dª Isabel II y estalló la Revolución de Septiembre. El nuevo Gobierno proclamó la más absoluta libertad de la cátedra y de la enseñanza, y organizó la de la Filosofía en los Institutos, en 25 de Octubre de 1868. Por el artículo primero del decreto que en aquella fecha se dictó, se dijo que los alumnos que aspirasen al Bachillerato con latín estudiarían Psicología, Lógica y Filosofía moral, y los que deseasen obtener tan honroso título, prescindiendo de la lengua de Cicerón, cursarían:

Antropología (alterna)
Lógica (ídem)
Biología y Etica (ídem)

En la referida fecha, los vencedores de Alcolea, legislando para las Universidades, acordaron que se enseñase en ellas:

Metafísica (diaria)
Estética (alterna)
Historia de la Filosofía (ídem)

Como se ve, la reforma fue poco trascendental y todo se redujo a restablecer el Decreto de Corvera, volviendo a la legislación de 1858. [311]

Más serio fue el Plan de Pérez Costales, su fecha 3 de Julio de 1873, que organizó los estudios de Filosofía de la siguiente manera:

Artículo 1º Antropología o ciencia del hombre, considerado en su espíritu, en su cuerpo y en relación entre ambos (diaria).
 
Lógica, comprendiendo las teorías generales y elementos de Doctrina de la ciencia y de Enciclopedia de las principales ciencias particulares (alterna).
 
Biología y Etica, entendiéndose la primera como ciencia de la vida en general y sus leyes, y especialmente de la vida humana (diaria).
 
Cosmología y Teodicea, o ciencia del mundo y ciencia de Dios, comprendiendo asimismo los principios universales de la Religión (diaria).

El orden con que debían estudiarse, según el artículo 3º, era:

Tercer grupo
Antropología
Lógica
Biología y Etica
Cosmología y Teodicea

Dio al traste por sus muchos pecados la República, y quedó sin ejecutar la reforma de Pérez Costales, que dejó en suspenso no sé qué Ministro de su misma comunión política, que le sucedió en la poltrona, o él mismo. No lo recuerdo, y no vale la pena el averiguarlo.

Nada digno de mencionarse podemos referir de los primeros Gobiernos de la Restauración en orden a esta enseñanza, hasta que en 13 de Agosto de 1880 D. Fermín Lasala dividió la Metafísica en dos cursos de lección alterna, y declaró obligatorio su estudio para los alumnos que aspirasen a cursar el Doctorado de Derecho.

En 29 de Abril de 1881, el Sr. Albareda decretó que sin el carácter de obligatoria se enseñase en la Universidad Central la Filosofía de la Historia, nombrándose catedrático a un jubilado, que la desempeñase sin otra recompensa que la mejora de sus derechos pasivos.

Gamazo, en 2 de Septiembre de 1883, estableció en el [312] llamado año preparatorio de Derecho la asignatura de Ampliación de la Psicología y Nociones de Ontología y Cosmología (lección diaria); pero esto duró poco, pues D. Alejandro Pidal, en 14 de Agosto de 1884, determinó que los alumnos de Derecho estudiasen Metafísica.

Revocado el citado Decreto de D. Germán Gamazo, censurable por el falso concepto de la ciencia filosófica en que se inspiró, y digno de aplauso por haber suprimido en la Facultad de Derecho los funestos exámenes de prueba de curso, rechazados hoy por la ciencia pedagógica, fincó el pleito en esta deplorable situación, durmiendo nuestros ministros de Fomento, que agotaron sus alientos en cosas de menor cuantía y en facilitar el ingreso al profesorado por todo linaje de puertas falsas y aun postigos de mala ralea, el sueño de los justos.

Así las cosas, se inició por D. Alejandro Groizard el 15 de Septiembre de 1894 un período de verdaderas reformas en la segunda enseñanza.

Su plan, considerado en conjunto, merece mi aprobación, aunque lamento que se dejara llevar del enciclopedismo.

Dividió los estudios del Bachillerato en dos períodos, denominados estudios generales y estudios preparatorios. En los estudios generales conservó la funesta asignatura de Psicología, Lógica y Etica; en los estudios preparatorios estableció las siguientes asignaturas: Estética, Antropología General y Psicología, Sistemas Filosóficos.

Breve fue la vida de este Plan de estudios: D. Alberto Bosch, sin parar mientes en los grandes méritos de la obra de Groizard, dio con ella al traste sin hacer otra cosas de provecho que establecer la Universidad católica del Sacro Monte, mistificando la libertad de enseñanza y adulterando la oficial, camino odioso y de privilegio por el cual no se puede seguir, porque a nada bueno conduce y que pueda ser útil al catolicismo y la ciencia.

Gamazo, en 13 de Septiembre de 1898, dictó su Plan de enseñanza, que significa un retroceso en la obra del Sr. Groizard, teniendo la desventura de coincidir en los errores, atenuar los aciertos y de abandonar el principio de supresión de examen. [313]

Siguiendo la doctrina establecida, redujo la enseñanza de la Filosofía en los Institutos a la consabida Psicología, Lógica y Etica.

En 30 del mismo mes y año reorganizó los estudios de la Facultad de Filosofía y Letras, de los que nadie se había acordado desde la reforma nonnata de Pérez Costales.

Los de Filosofía estableciólos de esta manera: Estudios superiores de Psicología, Principios de Lógica y Metodología, Filosofía moral, Estética, Metafísica.

Recientemente el Sr. Marqués de Pidal dictó en 26 de Mayo de 1899 un Real decreto que nadie se ha tomado el trabajo de examinar a fondo y que ha sido criticado con los consabidos apóstrofes de ser obra de un neo y de un obscurantista.

Diga la crítica apasionada lo que quiera, yo no le he de hacer coro, pues aunque no es mi intento defender su trabajo, en él me agradan la tendencia de huir de la enciclopedia, que asesina moralmente a los que en España y fuera de España estudian en los Institutos y Liceos.

La enseñanza de la Filosofía la organizó del siguiente modo: Primer curso, Lógica y Nociones de Psicología, Segundo curso, Elementos de Metafísica y de Etica. Derecho natural.

III

De la historia que acabo de referir se desprende el pertinaz empeño de los Gobiernos que nos han regido y rigen de no enseñar más que ciertas partes de la Filosofía. En los Institutos o en establecimientos de segunda enseñanza, la Psicología, Lógica y Etica; en las Universidades, la Estética y la Historia de la Filosofía, y por modo vergonzante, y sin el carácter de obligatoria, la Filosofía de la Historia.

Como se ve, los fraguadores de los planes de estudios están dejados de la mano de Dios.

La Filosofía, como dice Prisco, es la ciencia de las últimas razones de las cosas; y añade el ilustre discípulo de Sanseverino: [314] «Pero las últimas razones son de dos especies, a saber: unas circunscritas en intensidad y en extensión, es decir, limitadas a un cierto orden de cosas y pertenecientes a principios especiales de una materia especial; otras, no limitadas ni en intensidad ni en extensión y que abrazan, por lo mismo, las razones últimas de todo cuanto puede saber el hombre; en otros términos: objeto propio de la Filosofía no son las razones últimas relativas, sino las absolutamente últimas. Pero si después de consideradas en sí mismas y desde un aspecto absoluto estas razones últimas, se las mira en su aplicación a un orden cualquiera especial de cosas, como, por ejemplo, al derecho, a la historia, a las artes, con el fin de resolverlas, si es posible, en sus ultimas razones, entonces no tendremos la Filosofía propiamente dicha, sino la Filosofía propia de aquella especial materia, cuyas razones relativas están conexas a las razones últimas.»

Supongamos por un momento que esta definición de la Filosofía no fuera exacta y que se prefiriese decir, con Cicerón y San Clemente de Alejandría, que esta ciencia era «Rerum divinarum et humanarum, causarumque quibus hae res continentur scientia»; pues ni este concepto, más extenso que el de Prisco, ni el de Descartes y Reid, que reducen la Filosofía a la Psicología, ni el de Kant, que la llama ciencia de las leyes, según las cuales se desenvuelve el conocimiento, ni el de Fichte, para quien es la ciencia del yo puro en cuanto se pone y afirma por medio de la tesis, de la antítesis y de la síntesis, es decir, en cuanto se conoce y se pone a sí mismo como yo, como no yo y como identidad del yo y del no yo, ni el de Hegel, que la reduce a una especie de Psicología dialéctica, ni el de Cousin, que entiende que es la evolución de los elementos contenidos en la espontaneidad de las facultades del yo, por medio de la reflexión libre e independiente de toda autoridad, ni el de Herbart, que juzga ser la elaboración de los conceptos, autoriza que el Estado, constituyéndose en juez de doctrinas, circunscriba el campo de la ciencia ni lo amplíe con arreglo a las creencias de sus ministros.

En materias científicas, la neutralidad del Estado se impone. Escribir en los planes de estudios que en los Institutos sólo se [315] enseñe Psicología, Lógica y Etica ó Filosofía moral, equivale sencillamente a entronizar el Psicologismo, limitando, para decirlo en una palabra, el campo de la Filosofía a la ciencia del alma humana.

Tan cierto es lo que acabo de decir, que todos o la mayor parte de nuestros filósofos españoles, sin que se puedan exceptuar otros que Balmes, el cardenal González y Mendive, han reducido la Filosofía a la Psicología, como se observa en muchos de los manuales y elementos de aquella ciencia publicados en nuestra patria desde el año de 1857 hasta la fecha. Gutiérrez, en su Curso completo de Filosofía, dice que esta ciencia investiga y explica los fenómenos sensibles, intelectuales y morales del hombre. Como se ve, se ha desterrado de la enseñanza de los Institutos del Reino la Ontología, la Cosmología y la Teodicea, dejando el conocimiento de tan esenciales partes de la Filosofía para mejor ocasión.

Y no se me diga que yo a mi vez pretendo entronizar un sistema en la enseñanza; todo lo contrario: a lo que aspiro, y no me cansaré de repetirlo, es a que sea ésta campo abierto donde se luche con armas iguales.

Hace muchos años que, consciente e inconscientemente, el Estado es cartesiano en los Institutos del Reino, y no debe ser nada. Los límites de la acción oficial docente son muy reducidos; procurar que el profesor, a título de la libertad de la ciencia, no se ría de la constitución del país y no convierta su cátedra en club donde constantemente se predique contra las instituciones que nos rigen; pero de esto a imponer el cartesianismo u otro sistema, hay mucha distancia.

Y que el cartesianismo se está imponiendo, nadie que tenga sentido común podrá negarlo.

¿Qué dijo Descartes que era la Filosofía? «El conocimiento o análisis del sujeto pensante, o sea del espíritu humano, deducido de principios evidentes.»

¿Qué quiere el Estado que se enseñe en los Institutos? La ciencia del espíritu humano, y nada más: luego el cartesianismo, si no substancialmente, se nos impone al menos como concepto y como método, y esto es un gran error.

Yo profeso las doctrinas aristotélico-cristianas, voy a [316] explicar a un Instituto, creo que la Filosofía es la ciencia de las últimas razones de las cosas, que sus caracteres son la unidad y la totalidad, y, sin embargo, no puedo exponer la ciencia como la concibo, y he de limitarme al estudio de la Psicología, Lógica y Etica.

Si el plan de estudio no definiera sistemáticamente constituyéndose en juez de doctrina, y llamara a estos estudios sencillamente Filosofía, el cartesiano explicaría la ciencia del espíritu humano, y yo la ciencia de las últimas razones de las cosas, y los padres de familia elegirían con perfecta conciencia el maestro de sus hijos.

Y no se me diga que la Psicología, Lógica y Etica la explicaré con arreglo a los principios de Santo Tomás. Claro está; pero se me priva de emplear el método aristotélico-cristiano, se me obliga contra mi conciencia científica a romper la unidad de la ciencia y su totalidad orgánica, a suministrar de ella un conocimiento incompleto, disgregando las partes que la componen y sirviéndolas, como he dicho en otra ocasión, despedazadas y sanguinolentas a consideración de la juventud, y hasta me expongo que haya un director como el que actualmente desempeña en Burgos tan delicado cargo, que me forme expediente por no acomodarme a los prejuicios administrativos.

Esto ha sucedido, y el Gobierno ha absuelto al profesor de Filosofía Sr. Sáenz de Urturi, pero ha parecido la suspensión de empleo y sueldo: ¡qué cosas!

José España Lledó
Catedrático excedente de Metafísica
en la Universidad de Granada

(Concluirá)

 


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