Filosofía en español 
Filosofía en español


A modo de programa

Por Asturias y para Asturias

Antaño era cosa fácil lanzar a la circulación un diario nuevo. Bastaba con que se lo propusiesen un caballero particular, un núcleo de amigos o una determinada agrupación política. ¿Dinero? Con algunos centenares de pesetas había de sobra para darse el gusto de fundar un periódico en pocas horas. ¿Material? Se salía del paso acudiendo a la imprenta más próxima, por insignificante que fuese. La historia del periodismo español en la segunda mitad del siglo XIX es muy pintoresca. Nacían los periódicos con la misma facilidad con que nacen los hongos en las tierra húmedas.

En nuestros días ha conocido la Prensa (o, hablando claramente, la industria periodística) una transformación extraordinaria, así en lo material como en lo espiritual. El magnífico desarrollo de las Artes Gráficas va desterrando de la Prensa los procedimientos arcaicos, e impone, cada vez que aparece un gran diario a la moderna, la inversión de fuertes sumas, para no correr el peligro del ridículo.

Al compás de esas innovaciones materiales se han operado otras que la voluntad del público se encargó de imponer. El periódico personal ha pasado a la historia. Vuelve todo el mundo la espalda a la hoja impresa que se circunscribe a defender cotidianamente los intereses políticos o particulares de un señor. Los periódicos de partido cayeron en una postración tremenda desde el punto y hora en que las grandes agrupaciones se desmembraron. Vida propia, en ocasiones próspera, sólo alcanza hoy en España el periódico de empresa, bien montado, independiente, aunque con algún matiz ideológico, ya que de otra manera constituiría un cuerpo sin alma.

La propia realidad determinó las normas que habían de regir la fundación y la naturaleza de este periódico que hoy nace. En organizarnos hemos invertido mucho tiempo y mucho dinero. Fue nuestro propósito, desde primera hora, rodearnos de los mejores medios materiales y de un personal competentísimo para la fundación de un diario que no desdiga de los que a mayor altura pusieron el nivel de la Prensa española. Lo que fue propósito es ya una realidad. Nuestra gran rotativa, una de las mejores de España; nuestras linotipias, de modelo reciente; nuestra estereotipia, llena de perfecciones; nuestro taller de fotograbado, regido por un experto profesional, constituyen la demostración.

¿De dónde procede el capital que ha servido para acometer esta empresa? He aquí un punto del que nos importa hablar claramente. ¿Lo ha facilitado algún señor ansioso de brillar o de tener un arma defensiva para sus combinaciones personales? ¿Procede de una agrupación política interesada en hacer su juego? ¿Acaso de una empresa industrial deseosa de un fuerte instrumento para extender su acción? Muy lejos de eso. El capital que ha permitido a la Editorial Gráfica Asturiana (S. A.), constituirse y actuar, débese a la contribución voluntaria de centenares de asturianos, residentes los unos aquí, residentes los otros a muchos kilómetros del solar nativo, que quieren –y así lo han consignado en los Estatutos Sociales– que este periódico sólo tenga por dueño y señor uno que no lleva precisamente nombre de persona: ASTURIAS. Acogidos a esta bandera, la de los intereses generales de la región, ¿qué pueden importarnos los intereses personales ni los de las diversas agrupaciones políticas? Hagamos nuestra, ya que viene como anillo al dedo en este punto, la frase reciente de Rudyard Kipling, el poeta inglés de fama universal: “Los políticos pasan; los pueblos quedan”. Pero decir que la política no ha de ser en modo alguno nuestra preocupación primordial, no quiere decir que nos desentendamos de ella completamente. Aquel que se desentendiese en absoluto de la política general de su país merecería que le adjudicaran el título de ciudadano del planeta Marte. Sobre que muchas veces la política general habrá de rozarse con los intereses de Asturias. Y, en todo caso, el hecho mismo de que nos situemos al margen de la política garantizará la independencia de nuestras apreciaciones.

Asturias es algo más que una expresión geográfica. Desparramados por el mundo andan millares de asturianos que luchan por la conquista de un sólido porvenir y consiguientemente laboran por Asturias, a la que recuerdan siempre, en ocasiones de modo práctico, y a la que muchos vuelven en definitiva, para contribuir más de cerca a su engrandecimiento. Los intereses colectivos de los asturianos de allende el mar han de ser nuestro punto de mira, tanto como los intereses colectivos de los que permanecieron en la región.

Regionalismo sano será el nuestro. Laborar por Asturias es laborar por España. El amor regional no ha de poner sordina a nuestro españolismo. Nació España en Covadonga, de esa Cueva mil veces bendita, inagotable manantial de fe y consolador ejemplo de las más altas abnegaciones. No abundan las madres desnaturalizadas. Asturias nunca lo fue ni lo será. Es más frecuente el caso de los hijos desagradecidos. Si alguna vez España lo fue con Asturias, ésta, como buena madre, supo disimular, sin sentir en su amor enfriamiento.

Será REGIÓN un diario independiente; pero como no quiere aparecer, según lo dicho antes, como un cuerpo sin alma, hace profesión de un matiz ideológico, consistente en ser a toda hora un periódico de orden, ya que sin orden no es concebible la existencia colectiva, y asistimos a un momento histórico que reclama diques para los torrentes de locura que han invadido el campo social.

Pondremos empeño en que la verdad, la sinceridad, la justicia y el desapasionamiento sean constantemente los inspiradores de nuestros juicios. Procuraremos hacer un periódico ameno siempre, y en todo lo que podamos instructivo y educativo, pues profesamos el criterio de que sería harto menguada la misión de la Prensa si se consagrase de manera exclusiva a la frivolidad y a servir los instintos noveleros de la masa. Mucha información de todo el mundo, y particularmente de Asturias y de los asturianos que no se encuentran aquí; pero también algo que nutra las inteligencias y satisfaga el deseo de saber.

Esos lemas colocados a la cabeza del periódico recordarán diariamente a todo el mundo –a nosotros no habrá que recordárnoslo, porque lo llevaremos toda nuestra vida impresos en la memoria, en el entendimiento y en la voluntad– qué somos y qué nos proponemos.

Y ahora a emprender la marcha, fijos los ojos en nuestra bandera: “Por Asturias y para Asturias.”

Lector: que Dios te guarde y que tú no nos abandones, siquiera por la bondad de nuestra intención.




Region

El patriarca de las letras asturianas, D. Armando Palacio Valdés, novelista de fama universal, que ha permanecido en Asturias una temporada antes de salir para su residencia veraniega de Cap Breton.

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Un consejo diario

Bebe sidra para aplacar la sed, no para sentir más sed.