Filosofía en español 
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Ricardo Vázquez-Prada

Adiós, Región

Esto es lo último que o quisiera escribir. Mejor dicho: Lo que nunca hubiera querido escribir: Adiós Región. Porque Región es algo más que parte de mi vida; es mi vida entera en una profesión que abracé con ilusión y entusiasmo en el año 1932. Comencé el periodismo en Región y en Región me mantengo hasta este final al que nos ha llevado el abandono de quienes más obligados estaban a sostener aquello que salió a la luz del día con el lema, principio fundamental, de la defensa de los intereses de Asturias que nos obligaba a querer aún más a España. Región ha nacido de pie, ha vivido de pie y muere también de pie, con el orgullo de haber mantenido la línea de conducta que se trazó en su primer día de contacto con el público asturiano. Región ha superado el principio filosófico El hombre y su circunstancia, porque Región ha sido siempre Región, por encima de toda circunstancia. Quizá por eso ha recibido los más duros ataques del poder constituido, ya fuera en la República, en tiempos del «triunfalismo» arrogante, o ahora en una democracia que va a contemplar como –un mal añadido al mal general– desaparecen sesenta puestos de trabajo de unas personas que han sido ejemplo de laboriosidad y de sacrificio. Unas personas que han trabajado con la mayor disciplina, a pesar de que a fin de mes vieran cerradas las taquillas del cobro por el trabajo realizado. Porque Región se ha sostenido por la entrega total de los trabajadores que no repararon en sacrificio para mantener la vida de algo que consideraban suyo. Bien merecía este comportamiento la ayuda de quienes pueden y que, si son largos en hacer de mecenas para actos de relumbrón y vanidad personal, niegan un duro a la buena causa, como en este caso es el problema de Región.

Nunca Región se ha agarrado al carro del vencedor. Durante la República ha sido objeto de los más despiadados ataques: agresiones, intentos de quema, asaltos. Todo lo resistió Región porque al frente había un hombre en toda la extensión de la palabra. Era ese hombre don Bernardo Aza que, en una ocasión, se mantuvo firme a la puerta de Región ante el ataque despiadado de aquellos que no entendían de libertad, de democracia, ni tampoco lo que, en verdad, era la República. Aquel ejemplo de hombre singular, que dio su vida en la Checa por salvar la de un compañero, se mantuvo siempre en cuantos recogimos su hermosa herencia. No fue menos dura la batalla contra los «triunfalistas». Nos quitaban el papel, nos abrasaban con la censura y nos denunciaban ante el ministro, aconsejando nuestro cierre, algo que se hubiera logrado de no haber intervenido aquel gran periodista Ismael Herraiz. Duras batallas, multas, castigos, todo lo que estaba en sus manos. Contra todo Región fue durante mucho tiempo el segundo periódico en tirada en Asturias.

Ni quiero culpar de la situación actual a cuantos llevaron el peso de la administración del periódico. Las medidas buenos o equivocadas se tomaron siempre con el mejor deseo de prosperidad. Si no se acertó no ha sido por falta de buena voluntad. Lo que sí quiero destacar es que a unos trabajadores ejemplares no se les puede dejar en completo desamparo, como ha ocurrido en los últimos años, después del llamado «Cambio». El personal de Región jamás fue informado de los movimientos de la empresa ni de dónde venía o dejaba de venir un dinero que se anunciaba y que no era lo suficiente para poner el periódico a tono con los tiempos. Y así corrió que, de la noche a la mañana, Región se encuentra sin Consejo de Administración y sin empresa. Había sí, un «fantasma», que mantuvo sus poderes hasta última hora; pero sin que acudiera a cubrir las obligaciones que esa empresa tenía con sus trabajadores. Engaño tras engaño, se llegó a esta insostenible situación límite. No quiero afirmar lo que ignoro; pero casi podía decirse que Región sería capaz de sostenerse por sí mismo si el dinero recaudado en los últimos meses no hubiera sido distraído para obligaciones anteriores, con grave prejuicio para la clase trabajadora. Si esto fuera cierto, el asunto sería de juzgado, porque resultaría canallesco jugar con el pan de los trabajadores y someterlos a un engaño para que siguieran luchando por Región hasta cubrir una deuda que había sido contraída, en todo caso, por mala administración de los «fantasmas» que si no dieron la cara, al menos estuvieron listos para poner la mano.

Región nació de pie, vivió de pie y muere de pie. Yo estoy seguro que Región continuaría si don Bernardo Aza estuviera presente. A nosotros, hoy, nos queda el orgullo de que hemos seguido la línea trazada por aquella persona que demostró ser todo un hombre en cualquier circunstancia.