Filosofía en español 
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[ Carlos Hernández Zancajo ]

La camisa del Sr. Sender
El cretinismo teórico del anarcosindicalismo

Después de fracasadas cuantas teorías raquíticas se han lanzado contra la dirección táctica del Socialismo dentro de la Unión General de Trabajadores, se ha logrado un punto de convergencia para recoger en su seno a los teóricos sin partido y a los «escalatorres» de la política. Este punto lo forman en su cruce las fuerzas sindicalistas de la Confederación y los radicales reaccionarios, desplazados por el choque de la fuerza revolucionaria. Y así, mientras nuestro Partido va haciendo más difícil la incorporación a sus filas de los audaces profesionales de la plataforma, los núcleos de oposición se nutren constantemente, enfocando sus ataques a la Unión General de Trabajadores y al Partido Socialista, por ver en ellos al enemigo encarnizado, inasequible a sus experimentos de largo alcance.

El Sr. Sender, tipo moderno de señorito radical y literario, cuyas elucubraciones teóricas han estado sometidas durante algún tiempo a la cuerda floja de los acontecimientos, se ha decidido, por fin, por la política anarco-sindicalista, aceptando íntegramente el paralelismo de la F. A. I. dentro de la Confederación.

No está mal del todo el Sr. Sender al enfocar las relaciones del señor Maciá con la C. N. T., ni las discrepancias entre ésta y dos faístas, porque, rechazando las supuestas concomitancias entre la Ezquerra y los anarcosindicalistas, las da como supuestas a continuación, ya que «en Cataluña Maciá y los diputados de la izquierda se han acomodado, en lo que su educación burguesa les permite, a la realidad social de la C. N. T.». Esta contradicción es un defecto teórico del novel sindicalista, que ignora, por supuesto, los últimos ataques de los sindicalistas contra Solidaridad Obrera, por sus relaciones con Maciá, a raíz de escritas las peregrinas observaciones del Sr. Sender.

No acaba, sin embargo, el Sr. Sender de llegar, analíticamente, a desentrañarnos las relaciones entre la F. A. I. y la C. N. T. Ignoramos si es por su desconocimiento o por estimarlo excesivamente superficial. Pero nos inclinamos a lo primero, porque en su afán de teorizante, el Sr. Sender quiere enseñar a los lectores de El Sol que el anagrama de la F. A. I. corresponde a la Federación Anarquista Ibérica, y no Internacional, aun cuando lo sea.

El novel teórico de la acción confusa, al aludir a las discrepancias entre los anarquistas y los sindicalistas, elude el punto más substancioso de la crisis fatal de la C. N. T. Porque siendo los faístas la medula cerebral de la Confederación, cuyas funciones consisten en dirigir la actuación sindical bajo las principios del anarquismo, establecido el divorcio entre la masa y sus dirigentes, no queda más remedio que señalar, como signo inequívoco, dos primeros síntomas del desmoronamiento orgánico de la Confederación, a pesar de «estar bien arraigada en la médula española».

La obsesión del Sr. Sender es la obsesión del perfecto sindicalista: la hegemonía, cada vez más acentuada, de la Unión General de Trabajadores. De aquí las constantes contradicciones del articulista al exponer sus tesis en El Sol.

La incógnita queda siempre mantenida ante las soluciones del anarquismo. Las refutaciones de Marx sobre la filosofía burguesa del anarquismo, y posteriormente las de Pletkhanov, han sido ejecutadas en la práctica con mayor rigurosidad por el propio Lenin durante el período del comunismo de guerra. Nosotros aplicamos, esquemáticamente, en nuestras organizaciones políticas y sindicales el resultado práctico de nuestras doctrinas. Mientras el Socialismo, propugnando un sistema científico de colectivismo, interpreta en su organización un régimen de mayorías, el anarquismo, consecuente con su «histórico histerismo», es completamente incapaz de ajustar a su régimen interno el comunismo libertario, su principio y fin ideológico.

Es verdad que estas dudas nuestras quedarán sin aclarar, del mismo modo que están sin probar aún los cuantiosos efectivos de la Confederación, que mentalmente se forjan Pestaña, Sender y consortes. La Unión General ha contado siempre con valores efectivos, con resoluciones concretas, expresión de sus Congresos. Lo que no ha realizado jamás la Unión ha sido la política aparentemente radical de la Confederación, para caer después a los pies de las Empresas o de los políticos burgueses. Por eso nuestras organizaciones tienen ministros. Porque el Socialismo forja sus hombres con sus propios elementos. Lo contrario de la Confederación al pactar con los ministros de la monarquía o con los presuntos ministros de la Generalitat. De aquí que los partidos socialistas gobiernen en los diferentes países del mundo y coincidan los «cracs financieros, las crisis bancarias, la bancarrota actual de Alemania, la próxima de Italia, de América del Sur, del temor precavido inglés contra Oriente, de China, de Rusia, de Portugal y de España», con el arrollador avance del Socialismo y la desaparición irremisible del anarquismo; porque los Sindicatos que aguardan no son los Sindicatos anarquistas, sino los Sindicatos de sentimiento socialista con un principio revolucionario, con un método exacto de la lucha de clases, con una revolución científica, donde los acontecimientos socialistas van invadiendo la sociedad burguesa en descomposición para ser transformada a la mayor brevedad. Y esta transformación planetaria que alcanza a ver el Sr. Sender es la misma transformación que todo el mundo está apreciando: antes de que el Sr. Sender nos lo dijera desde El Sol. Indudablemente, el exceso de reflexión le ha impedido distinguir el color de la camisa. Y si no el color, por lo menos la etiqueta. La camisa que el Sr. Sender no acaba de distinguir es de un color puramente socialista. La camisa anarquista quedó tan maltrecha después de exponerla a la crítica científica de los hombres de la primera Internacional, que hoy no existen más que unos restos en la dialéctica confusa del Sr. Sender y compañía. Y esto no es nada, señores. Es que la Confederación no puede absorber a la Unión. Es que el proletariado español está, políticamente, cambiando de camisa.

Carlos Hernández

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→ Ramón J. Sender, La F. A. I., Maciá, la revolución y la C. N. T., El Sol, 5 agosto