XIX Congreso Mundial de Pax Romana España 1946

 
El Escorial
Día 3 de julio de 1946 a las cuatro de la tarde

Discusión del tema cuarto

Bajo la presidencia del Rvdmo. y Excmo. Sr. Obispo auxiliar de Valencia y del Presidente internacional, Sr. Ruiz-Giménez, se abre la sesión a las cuatro de la tarde.

Se pone a discusión el tema IV y por la Comisión se da lectura al preámbulo de las conclusiones, que dice así:

«Mientras el Estado pagano se caracteriza por constituirse en fin absoluto del hombre, el Estado cristiano reconoce su dependencia absoluta de Dios, porque en la Comunidad toda autoridad viene de Él, y le ha sido dada al hombre para realizar su fin temporal, que es el bien común y la gloria de Dios. La Universidad, en abstracto, es una función espiritual necesaria a la Comunidad absoluta, puesto que realiza el desarrollo de la cultura espiritual.

Es la corporación de maestros y discípulos unidos para conservar, transmitir y acrecentar dicha cultura.

La Universidad, pues, como función normal del Estado, participa del poder y es parte de la vida política.

En consecuencia., corresponde a los universitarios una formación adecuada en los principios que gobiernan la política y una preparación correspondiente a su actuación futura.»

El Sr. Ruiz-Giménez manifiesta que esto que acaba de leerse es la declaración de principios sobre esta ponencia.

Un señor delegado expone su criterio de que en el preámbulo de la ponencia hay que acentuar un poco más la finalidad del Estado.

El Sr. Ruiz-Giménez cree acertada la observación del señor delegado y, desde luego, se recogerá. Al mismo tiempo –añade– una nueva consideración. Se habla en la segunda parte de esta conclusión de la Universidad «como función normal del Estado» y propone sustituir esto por «función normal de la colectividad» y suprimir la palabra Estado, porque si no todas las Universidades serían estatales y se iría de ese modo en contra de todo lo que aquí se ha dicho.

Y así se acuerda.

Aprobada la declaración de principios, se da lectura a la primera conclusión, que dice así:

«PAX ROMANA proclama que viviendo los universitarios dentro de la comunidad [114] política, deben servirla como universitarios y como ciudadanos con un criterio inspirado en una buena formación política adecuada a su sexo, edad y profesión.»

El Sr. Ruiz-Giménez propone que se añada junto a la palabra «formación» la palabra «cristiana», porque tiene mucha importancia que esté bien clara la formación política que PAX ROMANA preconiza.

Así se acuerda.

El Presidente de la Comisión dice que ésta ha entendido que la única sana formación política es la cristiana, y si no se ha puesto así en la conclusión ha sido debido a que pareció que podía ser una redundancia poner «política cristiana». No obstante, si se quiere agregar la palabra «cristiana», por parte de la Comisión, no hay ningún inconveniente.

El Sr. Quiroga, delegado de Méjico, considera es conveniente agregar la palabra «cristiana» porque no sólo los miembros de PAX ROMANA van a leer estas conclusiones, y alguien se podría creer que se trata de apoderarse del mundo en la forma en que otros lo han hecho, y así, poniendo la palabra «cristiana» sabrán que si, efectivamente, se quiere hacer es en la forma cristiana.

Queda aprobada la conclusión con la adición propuesta por el Sr. Ruiz-Giménez.

Segunda conclusión: «Para ello, los universitarios católicos deben adquirir un conocimiento verdadero, lo más amplio posible, de la realidad que les rodea.»

El Presidente de la Comisión dice que en el sentido social de esta conclusión al decir realidad social se incluye también la realidad política, en cuanto no sea el mero ejercicio de la autoridad, y no se le da el sentido restringido de la ponencia anterior de lo económico-social.

Queda aprobada.

Tercera conclusión: «Asimismo deben adquirir un conocimiento de los principios políticos de Derecho natural, de la revelación divina y de las enseñanzas pontificias sobre esta materia.»

No hay ninguna objeción y queda aprobada.

Cuarta conclusión: «Los universitarios católicos deben considerar como alta vocación de servicio a su Patria y a la vida cristiana, la de prepararse para el ejercicio de la autoridad política. Para ello, quien se sienta llamado a esta misión deberá:

1º Integrar su formación humana, y por ende política, forjando su carácter mediante el ejercicio de las virtudes de especial trascendencia en lo político, que sobreentiende el hombre político superelevado y fortalecido por una excelente vida sobrenatural.

2º Teniendo que completar y perfeccionar los conocimientos anteriores con profundidad y extensión, lo realizarán:

a) Mediante el ejercicio de la realidad social.
b) Mediante el ejercicio de la realidad humana.
c) Mediante el ejercicio de la realidad cultural.
d) Mediante el ejercicio de la realidad geográfica.
e) Mediante el ejercicio de la realidad económica.
f) Mediante el ejercicio de la virtud, de la prudencia política y de la dirección de los grupos políticos de la Sociedad.»

Queda aprobada.

Quinta conclusión: «La formación política que antes se propugna debe tenderse a que se dé por la Universidad, organismo normal para la función cultural en la Sociedad, y de no ser esto posible o conveniente, por instituciones apropiadas al margen de la Universidad.»

Un señor delegado propone que se añada: «... por instituciones apropiadas al margen de la Universidad y basadas en los principios cristianos.»

Es recogida la observación y la conclusión queda aprobada.

Sexta conclusión: «La formación política más especial para los universitarios futuros políticos debe igualmente darla la Universidad, creando las instituciones o cátedras para la realización de estas funciones, de acuerdo con los principios que quedan expuestos.»

Queda aprobada.

Séptima conclusión: «Considerando la posición de los Estados modernos, la organización de la Universidad y la función social que les incumbe a los universitarios católicos a través de la labor intelectual se tenderá:

a) A restaurar el sentido cristiano de los Estados mediante el verdadero concepto de la autoridad.

b) A devolver el sentido teológico a la cultura. [115]

c) A alcanzar en la Universidad la misión propia para el normal ejercicio o función de la labor cultural.»

El Sr. Cano de Santayana, de la Delegación española, dice que todos los que han escuchado esta mañana la conferencia del P. Sepich se han dado cuenta a qué se refiere cuando habla de la apostasía de los Estados modernos. Sin embargo, todos los demás que lo lean no lo entenderán, por no conocer la referencia, y considera oportuno introducir algunas palabras para aclarar el concepto, porque más que apostasía se trata de una desviación, consistente en el olvido de la misión o el fin trascendente del hombre.

El Sr. Ruiz-Giménez contesta, y dice que en el preámbulo se habla de que mientras el Estado anticristiano se caracteriza por constituirse en representante del fin absoluto del hombre, el Estado cristiano reconoce su dependencia absoluta de Dios, porque en la Comunidad toda autoridad ha sido dada al hombre para realizar el bien común y la gracia de Dios. Por eso añade a la propuesta del Sr. Cano lo siguiente: «Restaurar el sentido cristiano de los Estados mediante un verdadero concepto de la autoridad y de la libertad.» Es decir, agregando la palabra libertad, porque cree que una de las desviaciones posibles está en lo que se refiere al concepto de autoridad.

Queda aprobada la conclusión con las adiciones propuestas por los señores Cano y Ruiz-Giménez.

Un señor delegado propone que se haga constar que la apostasía consiste en el olvido del fin trascendental del hombre.

Por la Comisión se le contesta que eso está ya incluido en la adición presentada por el Sr. Cano.

El Sr. Ruiz-Giménez dice que se han terminado las conclusiones presentadas por la Comisión, y pregunta si hay alguna otra proposición concreta que interese añadir a todas éstas que acaban de leerse.

El señor delegado de Sevilla añade que sería conveniente, como conclusión práctica de este pensamiento cristiano, especialmente pontificio, que recoge la conclusión presentada por la Comisión, el hacerle extensivo, no sólo a las Federaciones Universitarias, sino también al gran público, algo así como lo que ha hecho la juventud Católica Española sobre estos problemas.

Y, en segundo lugar, en lo que se refiere a la actuación de los miembros de las Federaciones católicas universitarias, que tengan ya con arreglo a la legislación de su país la plena capacidad de ejercitar los derechos políticos, hay que tener en cuenta las normas dictadas por la suprema jerarquía eclesiástica. El Papa y la Iglesia han insistido extraordinariamente en que todos los católicos que tengan su plena capacidad política deben considerar como grave deber de conciencia ejercitar esos derechos que le concede la legislación, en defensa de los sagrados intereses de la Iglesia. Su Santidad repudia la actuación política de los demasiado jóvenes; pero como en las Federaciones Universitarias hay ciertamente quienes son mayores de edad y con plena capacidad política, quizá conviniera señalar en otra conclusión ese sentido de responsabilidad de quienes tienen capacidad política en su actuación.

El Sr. Presidente de la Comisión contesta que entre los universitarios católicos ya se incluye a los universitarios de Acción Católica, y se considera que al prepararse para el ejercicio de la autoridad pública han de prepararse también para la defensa de los sagrados intereses de la Iglesia.

El Sr. Ruiz-Giménez dice que la Comisión ha recogido la idea de que las Federaciones o grupos afiliados a PAX ROMANA utilizarán los medios a su alcance en la difusión de los principios cristianos con la autoridad política, y especialmente el contenido en el reciente Mensaje pontificio, y, en segundo lugar, que procurarán impulsar y estimular a todos los miembros al empleo de los mismos en concordancia con las enseñanzas de la jerarquía eclesiástica.

El señor delegado del Ecuador explica que en varios países de América y en algunas Universidades de otras naciones del mundo hay grupos de determinadas corrientes políticas de carácter extremista, que llevan a la Universidad, como a las Instituciones y a las Federaciones, a una ardiente lucha de carácter político partidista. Es un ejemplo que se da casi a diario en las Universidades de Sudamérica, de tal manera que se desvirtúa completamente la misión cultural y la formación de los universitarios, desviándolos hacia un plano de lucha partidista que es, al mismo tiempo, un peligro, inclusive para la autonomía y libertad universitaria. Por ello, propone que se redacte una conclusión expresa indicando que la Universidad, como tal, y las Federaciones estudiantiles no deben intervenir [116] directamente en luchas de carácter político partidista, si bien entendiéndose que no se excluye la actuación política en cuanto redunde en beneficio e interés del bien común.

El Sr. Presidente de la Comisión contesta que la Comisión, aclarando el fin específico de la Universidad, viene a decir que dentro de todos los temas que se refieren a la relación entre el Estado y la Universidad se hizo referencia a qué actitud debía tomar la Universidad frente al Estado, con respecto a una intervención partidista, y si debía integrarse como grupo en la vida del Estado, tal, por ejemplo, como podía estar representada una corporación de profesionales; pero esto únicamente se puede hacer dentro de la representación que se llama orgánica, ya que ése es un problema que no podemos resolver mientras el Estado no haya llegado a ese tipo de organización. En algunos países se ha hecho, pero en otros no se ha conseguido, y pasarán muchos años hasta que pueda integrarse en la vida del Estado.

El señor delegado del Ecuador dice que esta referencia que se hace a la política de la Universidad no se refiere a una concepción orgánica del Estado; no se trata de una representación de la Universidad en un Estado orgánico o corporativo. Se trata, sencillamente, de poner sobre la mesa uno de los problemas sociales de muchos Estados que no tienen una sociedad orgánica. Por lo tanto, entiende que los universitarios católicos no intervengan, como tales, en asuntos de carácter político partidista ni en las luchas políticas dentro de la Universidad; se trata de un peligro real en los Estados modernos, que tienen una estructura inorgánica.

El Sr. Ruiz-Giménez anuncia que, recogiendo el espíritu de la Asamblea en términos generales, se ha redactado la siguiente conclusión:

«Las organizaciones católicas universitarias, y en su acción como tales, no pueden descender a la lucha de la política partidista dentro de la Universidad, y rechazan con energía las referencias a la política de partido dentro de ésta. Los universitarios católicos, frente a las organizaciones políticas y universitarias, deben tener una actitud contraria a toda intromisión de esta índole, y trabajar para formar en este sentido la conciencia estudiantil.»

Queda aprobada.

La Srta. María Elisa Olmedo, delegada del Paraguay, propone que se agregue una enmienda a la parte que se refiere a las actividades políticas del sexo femenino, recordando aquello que el Romano Pontífice indicaba el año pasado en el mes de octubre, relativo a los derechos de las madres.

El Sr. Ruiz-Giménez ruega a los señores congresistas que todas estas adiciones a los puntos concretos que han sido tratados las entreguen por escrito a la Comisión, con objeto de que puedan ser tenidas en cuenta al hacer la redacción definitiva de las conclusiones.

El señor delegado de Méjico presenta una proposición en el sentido de que PAX ROMANA procure que los Estados vayan restableciendo las condiciones normales de convivencia y de libertad de los individuos y de la sociedad, cuyos derechos fueron restringidos por las anormales circunstancias de la guerra.

El Sr. Quiroga, delegado de Méjico, dice que en vista de que no se pueden agotar todas las conclusiones que se siguen presentando fuera de la Comisión, y siendo una cosa tan importante el estudio de todos los aspectos, sugiere y propone que se nombre una Comisión que recoja todas estas extemporáneas proposiciones, para que las estudie y las redacte y vea cuáles de ellas están ya encuadradas en las que han sido discutidas y aprobadas.

El Sr. Ruiz-Giménez considera muy acertada la proposición del Sr. Quiroga, en vista de lo cual se constituirá esta Comisión para recoger las conclusiones próximas. Y a continuación cede la palabra al P. Tascón, Canciller de la Universidad de Manila, para que hable del tema de la reconstrucción, referente a la sexta ponencia.

El P. Tascón dice es para él un gran placer y un gran honor poder corresponder a la invitación que le hace el Presidente internacional de PAX ROMANA, diciendo dos palabras sobre Filipinas y sobre la destrucción que allí ha habido en la Universidad.

Ha vivido –dice– trece años en Filipinas, y cree poder asegurar que, desde el punto de vista estudiantil y universitario, es una de las naciones que ofrecen más interés a todos.

Manila posee la Universidad más antigua bajo la bandera americana, la Universidad de Santo Tomás, fundada en 1651. Desde entonces funciona sin interrupción, y es la que ha formado a todos los grandes hombres en el mundo político, social, económico y eclesiástico que han gobernado y han tenido influencia en aquel hermoso archipiélago. Pero no es única la Universidad de Santo Tomás; solamente en Manila hay ocho Universidades. La Universidad de Santo Tomás, que es la más antigua, la única católica, y la [117] Universidad de Filipinas, que es la del Estado, propiamente, son las dos Universidades que pueden considerarse como tales, porque abarcan los estudios de todas las Facultades. Las demás son pequeñas Universidades. Entre todas alcanzan un total de veintitantos mil estudiantes universitarios en Manila. Fuera de Manila, no hay más que una Universidad protestante. Con esto se pone de manifiesto la enorme importancia que tiene el poder ejercer sobre esa gran masa universitaria la saludable influencia que PAX ROMANA ejerce en el resto del mundo, y si esto ha ocurrido siempre, es mucho más necesario ahora, después de esta guerra que ha dejado totalmente en ruinas aquellas regiones.

En la conquista de Filipinas por los aliados, por una providencia singular, nuestra Universidad de Santo Tomás fue el primer punto liberado por las tropas del General Mac Arthur; pero el mismo día que las tropas aliadas conquistaron Manila se comenzó la destrucción total de aquella hermosa ciudad y se perdió el magnífico edificio antiguo, tres veces secular, de la Universidad de Santo Tomás, que contenía grandes reliquias de arte y era, por decirlo así, como el Alma Mater de toda la intelectualidad filipina. Eso es ahora un montón de ruinas.

En ese edificio está la Facultad de Medicina, con sus Hospitales Clínico y de San Juan de Dios, totalmente en ruinas, y la Facultad de Derecho Civil. Las demás Universidades del Gobierno, que tenían magníficos edificios, también han quedado convertidas en un montón de ruinas.

Desde el punto de vista católico, se impone, urge, apoderarse de la juventud filipina, tan entusiasta y deseosa de aprender y de ejercer en la vida pública una influencia considerable. Es una juventud que habla muy bien, que tiene el don de la palabra. Es el único pueblo del Oriente que posee la verdadera religión cristiana y una gran cultura que le asemeja a los grandes países de Europa y América. En aquel Extremo Oriente, pagano, que comprende territorios tan extensamente poblados como la China, las Indias Holandesas y Birmania, está Filipinas, con sus diez y siete millones de habitantes casi totalmente católicos, y eso ha sido la gloria del país: la de ser un país cristiano en el Extremo Oriente.

Pues bien: no solamente en Manila, sino en todo Filipinas, puede decirse que una obra de tres siglos está ahora en ruinas. En Manila se perdió la hermosa Catedral, el Palacio Arzobispal, la Delegación Apostólica y la Iglesia de Intramuros, que era una pequeña Roma. No queda más que la iglesia de San Agustín y tres cuartas partes de la ciudad.

Sin embargo, en esta ciudad entre ruinas se ha empezado a trabajar, y de los trece Colegios regidos por religiosas, están funcionando todos, entre escombros y al aire libre, y menos mal que allí las casas, por el clima tan benigno, no necesitan condiciones muy especiales.

A pesar del interés que se tiene allí por PAX ROMANA, en el periódico publicado por los estudiantes de la Universidad de Santo Tomás hay un editorial dedicado a este Congreso; se publicó también un anuncio lamentando que no pudiese venir una representación personal a este Congreso. Teniendo en cuenta este cambio de ideas que aquí se está realizando, y que los que viven en aquellas tierras lejanas del mundo reciben muy tarde las influencias de los países de Europa y América, y más aún desde después de la guerra, conviene extraordinariamente utilizar las experiencias que aquí se llevan a cabo en este intercambio intelectual internacional, y para ello lo más importante es que se incorpore a estas tareas aquella masa estudiantil universitaria de Manila. Ahora más que nunca en Filipinas se deja sentir la influencia del marxismo entre la juventud universitaria precisamente y conviene que nuestras juventudes universitarias, si han de ser verdaderamente cristianas, trabajen con PAX ROMANA. Desde el punto de vista material, también esperamos del mundo, y principalmente de América, que siga ejerciendo una gran influencia y ayuda económica para con los estudiantes universitarios y para la reconstrucción de aquellos centros universitarios y culturales, que tanto han contribuido al esplendor de la civilización española.

El Sr. Ruiz-Giménez dice que PAX ROMANA está dispuesta a ayudar espiritual y materialmente, con todas sus fuerzas, a la reconstrucción de las Universidades católicas de Manila. Además, con el carácter de primer aliento, se ha redactado el siguiente telegrama, que se enviará inmediatamente:

«Los universitarios católicos de todo el mundo, congregados en el XIX Congreso de PAX ROMANA, envían universitarios filipinos saludos expresión fraterna unidad y ofrecen amplio apoyo espiritual, material, reconstrucción Universidad esa querida Patria.»

Se levanta la sesión a las seis de la tarde.

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Pax Romana
XIX Congreso
XIX Congreso Mundial de Pax Romana
Madrid 1946, páginas 113-117