Filosofía administrada

Eloy Bullón
La hora presente y la
Facultad de Filosofía y Letras de Madrid

Vértice, noviembre-diciembre 1939

 

Alocución pronunciada, en Radio Nacional de España,
por D. Eloy Bullón, Decano de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad Central,
el día 5 de octubre de 1939.

Uno de los anhelos más intensamente sentidos por la España actual, purificada por el dolor y aleccionada por los desengaños, es el de orientar la vida nacional a la luz de las enseñanzas de la historia patria, desarrollando e intensificando los auténticos y más selectos valores de nuestra tradición.

¡Gran acierto y camino insustituible de grandeza! Porque los pueblos de personalidad robusta y gloriosa como España, y que como España han contribuido de modo eminente a la civilización universal, no lograrán nuevos esplendores renegando insensatamente de sí mismos y haciendo almoneda de las que fueron sus más puras esencias y sus valores más íntimos. Eso, además de una estulticia, sería un suicidio. Deben, por el contrario, conservar amorosamente su genio y estilo propios y ahondar en el subsuelo espiritual de sus grandezas históricas, a la manera como el árbol para vivir y desarrollarse con creciente vigor hunde cada vez más sus raíces en el terreno nativo.

Incorporemos afanosamente a nuestro caudal de civilización todos los verdaderos adelantos, vengan de donde vinieren; pero sin olvidar nunca que la obra de nuestra reconstrucción y engrandecimiento ha de ser, ante todo, obra de españolización.

Lo que importa es no padecer error en cuanto a las características esenciales de la auténtica tradición hispana, confundiendo lo substancial con lo accidental y lo perenne con lo efímero.

¡Cuántas desventuras de nuestra Patria han tenido su principal origen en la equivocación funesta de haber querido dar a la vida colectiva orientaciones contrarias a los capitales principios que fueron substancia de su vida y gala de su historia!

Esto muestra ya con claridad meridiana cuán grande es la participación que la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, y como ella todas las de España, pueden y deben tener en la ardua empresa de la restauración y encumbramiento de la Patria, que tan ardientemente amamos.

La Facultad de Filosofía y Letras hace objeto predilecto de sus estudios los valores espirituales que han ido formando a través de los siglos el conjunto grandioso de la tradición española. Y no se limita a investigar y exponer el contenido de esa tradición: aspira también a interpretarla y a valorarla a la luz de las normas serenas de la Filosofía y de la Crítica. Estudia las lenguas, la literatura, las artes y el pensamiento filosófico y político de los pasados siglos, no sólo por el puro deleite de la indagación intelectual, sino también por el patriótico deseo de obtener de ese estudio luces y enseñanzas para la ulterior vida de nuestro pueblo.

Nadie ha superado en esta magna labor de restauración e interpretación de la tradición de España al más ilustre de mis predecesores en el Decanato de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, el glorioso maestro Menéndez y Pelayo.

La luz inmortal de su espíritu egregio y cultísimo sigue hoy iluminando a nuestra Facultad, compuesta en gran parte de discípulos suyos, formados en el estudio profundo de sus obras, y algunos también en el trato frecuente e íntimo del Maestro.

Fieles a nuestra misión profesional y a la memoria sagrada de nuestro insigne maestro y compañero, nos proponemos emprender en seguida, además de nuestras acostumbradas tareas docentes, un amplio estudio de los grandes valores de la Hispanidad en el siglo de oro.

Al efecto, la Facultad prepara para fecha próxima un ciclo de conferencias acerca de los principales aspectos de la cultura española en aquella época en que nuestra Patria era la primera potencia intelectual de Europa, al mismo tiempo que la primera potencia política.

Y en esta coincidencia, no fortuita, sino perfectamente lógica, hay que insistir, para mostrar con ese ejemplo elocuentísimo la estrecha relación que existe entre el poderío de las naciones y su desenvolvimiento intelectual.

¡Días dichosos aquellos en que España, a la vez que triunfaba en los campos de batalla y ensanchaba prodigiosamente los horizontes del mundo con sus descubrimientos geográficos, dilataba también los dominios espirituales de la humanidad creando ciencias nuevas, perfeccionando las antiguas y erigiendo al Arte y a las Letras, monumentos magníficos, que continúan siendo deleite de las almas, fuente de energías morales, ejemplo de buen gusto y ornamento de la raza!

Andaban entonces como en noble porfía de mutua superación las glorias militares y literarias, las empresas del Estado y las de la Iglesia, la ciencia y el arte, la santidad y el heroísmo, la navegación marítima, que arrancaba sus secretos a los más remotos confines de la Tierra, y la todavía más alta navegación por los encumbrados espacios de la Teología y la Metafísica, escalados en vuelo audaz por las inteligencias próceres de los Vitoria, Cano, Molina y Suárez.

Mucho era ya triunfar en San Quintín; pero lo que da más exacta idea de la pujanza española de entonces es que, obtenida la victoria, no faltasen arrestos para erigir todo un Monasterio de El Escorial que la conmemorase. Y si años después España vence en Lepanto, no faltará tampoco en el suelo hispano un gran poeta como el divino Herrera, que elevándose a la altura del asunto, sepa levantar en oda magnífica la verdadera columna rostral de aquel glorioso combate.

Bañar el alma en la contemplación de tanta grandeza es antídoto eficaz contra todos los pesimismos. Estudiar los libros áureos de los sabios y literatos españoles de aquella centuria, es comunicar luz espléndida a las inteligencias y brío indomable a los corazones.

No extrañéis, por lo tanto, que la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, respondiendo a su misión y deseosa de ser útil a la Patria, quiera dedicar atención especialísima a la cultura española del gran siglo, del siglo español por excelencia.

Ha sido destruído en gran parte, como sabéis, el excelente edificio que poseía la Facultad en la Ciudad Universitaria. Y con el edificio han perecido también laboratorios y seminarios. ¡Grandes y dolorosas pérdidas, sin duda! Pero la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid no desfallece ante estas adversidades. Queda incólume lo que más importa: su amor al saber, su celo paternal por la educación de la juventud, su ansia fervorosa de servir a España cumpliendo el deber sagrado de trabajar denodadamente por la cultura nacional.

Y la Facultad no está sola para las grandes empresas que le toca realizar. Cuenta con la seguridad de que el Jefe del Estado y su Gobierno la dotarán de todos los medios materiales para sus trabajos. Confía también en la asistencia y cooperación de la sociedad española. Y con tales ayudas sabrá vencer todos los obstáculos.

Y ¿cómo no confiar en el éxito de sus campañas docentes si la selecta juventud que acude a sus aulas llega ahora animada más que nunca de devoción y entusiasmo por la sabiduría?

Vienen nuestros estudiantes cubiertos por el polvo glorioso de heroicos combates, y al cambiar la espada por la pluma y las balas por los libros, saben que también es milicia el estudio, y que toda cátedra es una trinchera, en la que se lucha para conquistar la verdad y para defenderla contra el error.

Eloy Bullón

{Transcripción íntegra del artículo publicado en Vértice. Revista Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, número 27, Madrid, noviembre-diciembre 1939, página 22.}


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