Filosofía en español 
Filosofía en español

Comisión española del Congreso por la Libertad de la Cultura

Coloquio Cataluña-Castilla

La Ametlla del Vallés, 5-6 de diciembre de 1964

Intervención de José Benet Morell

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Unas palabras iniciales sobre el problema de los inmigrantes:

1º. En cuanto a la asistencia espiritual, los catalanes no pedimos fuera de Cataluña una asistencia espiritual en nuestra lengua. Hay que ponerse un poco en lo que a nosotros nos ha ocurrido.

2º. No existen inmigrantes. No existe el inmigrante oficialmente en Cataluña, sólo hay españoles que vienen aquí a trabajar. Cuando se le habla al Obispo dice: «¡Por Dios! En Cataluña no hay inmigrantes, todos somos españoles.» Esto plantea unos problemas muy graves. Uno de ellos es el de la falta de clero entre los inmigrantes. Suelen funcionar mejor en este aspecto los sacerdotes más nacionalistas. No tenemos datos, sin embargo. Hablamos por aproximación.

Hemos simplificado sin darnos cuenta, quizá porque hay que simplificar, pero el problema es complejo. Por esto yo creo que sólo con una rabiosa sinceridad podemos llegar a entendernos. Debemos hablar con crudeza si es necesario y cada uno ponernos en nuestro sitio y ver las cosas como son, nos gusten o no nos gusten, nos interesen o nos interesen. Lo mejor hubiera sido que hubiera desaparecido el catalán; no hubiera existido entonces el problema. Ahora bien, como existe, existe el problema.

Entonces se impone, yo creo, ver las cosas como son. El amigo Millet hablaba del hombre irritado. Efectivamente, el catalán es un hombre irritado, incluso el que no lo manifiesta. Y es normal que sea un hombre irritado. Si el catalán no fuese un hombre irritado yo no sé lo que sería, no sería ni un hombre siquiera. Porque debemos partir de una realidad; de que nuestro país, otra vez en su historia, ha sufrido una ocupación total. Si no partimos de esta idea de la ocupación no entenderemos nada. Yo pediría a nuestros amigos de cultura española que están aquí que imaginaran por un momento que hubieran sufrido en el año 1939 una ocupación por parte, por ejemplo, de Portugal y que durante años se les hubiera prohibido publicar nada en castellano y si lo publicaban sufrían una multa de 10.000 pesetas. Yo les pido que imaginen cuál hubiese sido su reacción si hubiesen tenido que esperar años y años a publicar algo, o no hubiesen podido publicar nunca, como nos ha ocurrido a nosotros. La frustración de toda una generación universitaria magnífica que se estaba formando en los años 34 y 35 en Barcelona, desaparecida totalmente. Yo estoy seguro de que hubiesen reaccionado de una forma mucho más dura que nosotros.

Por tanto, creo que hay que entrar en el asunto a fondo. Porque hasta cuando nos quieren ayudar nos engañamos. Hay, por tanto, un problema de mentalidad. Hay un problema general, evidentemente, pero también un problema de mentalidad. Yo creo que los problemas de mentalidad son muy difíciles de resolver y que pesan y que condicionan muchas soluciones. Yo últimamente he dicho en algunas conferencias –estas conferencias minoritarias de catacumba que se celebran en Cataluña– que estamos educando al pueblo español en el engaño, le estamos contando una Historia falsa, le explicamos una realidad española falsa. Una de las cosas que habría que revisar, para poder dialogar sobre una base real, es la Historia. La deformación es tan absoluta que hay personas que se sorprenden grandemente cuando “descubren” que en Cataluña se habla en catalán normalmente.

Hay, pues, un desconocimiento total. Un desconocimiento total que tenemos que resolver sobre todo los intelectuales, ahondando en la realidad de España, en la realidad del Estado Español y de la Geografía y la Historia de España. Y aquí ya vemos una cuestión que ha apuntado antes Carbonell: realmente la lengua es una expresión muy importante. Pero es que además de la lengua hay unas sociedades, unas sociedades que son distintas por diversas razones. Unas sociedades que se han ido diferenciando, como observa Pierre Vilar muy bien, naturalmente por una serie de circunstancias históricas, por un crecimiento industrial mayor en la parte de Cataluña, &c. Pero existe esto. Hay unas sociedades distintas y unos pueblos distintos. Y si nosotros no vemos que España es un conjunto de pueblos, uno numéricamente más importante, más consolidado históricamente, con una cultura enormemente superior a la de los demás; pero otros pueblos, más humildes si se quiere, con unas culturas menores pero auténticas, no nos vamos a entender. Existen unas sociedades distintas que corresponden a la existencia de unos pueblos distintos. Entonces dentro del conjunto del Estado Español se plantea una lucha de pueblos. Sabemos que los Estados no han sido formados por la voluntad de los pueblos, sino por un proceso histórico de violencias, de combinaciones matrimoniales, &c. Cuando yo voy a la Junquera veo que un lado es francés y el otro español, pero que ambos son Cataluña. Existe, pues, el pueblo catalán que está dividido en dos Estados. Esta es la verdad, no nos engañemos porque no entenderíamos nada. Si los catalanes de Francia están bien con los franceses, de acuerdo; si nosotros estamos bien con los españoles podemos mantener esta situación. Pero la realidad es que existen unas sociedades distintas y que esta lucha de pueblos no se manifiesta solamente por la cosa idiomática. Y al decir esto quiero decir que habría que revisar toda una Historia falsa que todos nos hemos hecho. Porque los catalanes también tenemos nuestro mito de la “Renaixença” y todo era mucho más complejo que un simple renacimiento al toque de trompeta. Este renacimiento, como todos, se produce porque el pueblo no muere. Y cuando no muere empieza a renacer. Los pueblos no tienen unas largas etapas de vida agónica, o mueren o renacen.

Entonces vemos que durante todo el siglo XIX se plantea el problema entre dos pueblos prescindiendo del idioma. Indudablemente quien lea la prensa de Madrid de esos años puede ver cómo reacciona ante lo que pasa en Cataluña; como reaccionaría El Imparcial en tiempo de la República o como reaccionaría hoy, si la prensa fuese más libre, ABC. Es sorprendente cómo, sin hablar del idioma, ante Barcelona se reacciona y se dice concretamente que existe una lucha de pueblos.

Hablando de separatismo se puede señalar esta insatisfacción del catalán ante el Estado, existe durante todo el siglo XIX. Y, vamos a ser sinceros, ¿qué es lo que lleva a nuestra burguesía a decir “¡alerta!” con esto? Es simplemente una cuestión de mercado, no nos engañemos. Es una alerta ante el peligro de perder el mercado español. Leyendo a Cambó Per la concòrdia se ve que da los mismos argumentos materialistas que las actas de las Juntas de Fábrica.

Por lo tanto, si no vemos que España es un Estado multinacional, que existen dentro de él varias naciones, nos engañaremos mutuamente todos y no llegaremos a resolver nunca nada. Aquí encaja bien la frase que ha dicho el Sr. Millet y que no es de ahora. Ya la planteó el General Prim en pleno Congreso (1851): «Señores, somos o no somos españoles. Que se diga de una vez y que termine esta tragedia nuestra y esta fórmula tremenda, este no ser lo que somos. Si somos españoles que se nos trate con igualdad y tal como somos. Si no lo somos, pues hay que separarse.» Esto se encuentra también en muchos escritores del siglo pasado. ¿Por qué? Porque hay esta lucha de pueblos.

Estamos tratando aquí de la situación actual. Yo he traído un libro nacional publicado en 1901 y que se titula Estudios e impresiones sobre el catalanismo, y en este libro hay un plan que es idéntico al que se llevó a cabo en el año 1939. Se incompatibilizaría a los catalanes para cargos públicos en Cataluña durante varios años, se tomarían medidas económicas contra las empresas catalanas hasta que el problema no quedara resuelto, &c. Hay también la sugerencia de prohibir que se publiquen periódicos e impresos de cualquier clase y que se celebren mítines y reuniones políticas de cualquier clase o literarias en dialecto catalán. Es decir es un plan que prácticamente parece ser calcado de los de 1939.

Entonces decimos: ¿Hay una solución? Creemos que sí. Pero no que ésta sea la solución orteguiana de conllevarse. No. Si hay que conllevarse es mejor romper. No es aquello de si no podemos vivir creadoramente vivamos al menos comprensivamente. No, tampoco es esto. Si debemos vivir, no hay que coexistir, tenemos que llegar a la convivencia. Hay que convivir. Ahora bien, llegar a esa convivencia, ¿es posible? Y aquí es donde nosotros decimos: «Creemos que sí.» Pero ya no depende de nosotros. Yo creo que los amigos que han venido de Madrid deben pensar lo que significa para los catalanes esta historia. Estos veinticinco años para nuestra cultura aparte de otros factores, estas persecuciones. Veamos, por ejemplo, desde principios de siglo ¿cuánto tiempo hemos podido vivir un poco como personas, con unos derechos mínimos? Esto va llevando a esta irritación. Ahora, yo puedo decirles que o resolvemos juntos este problema y nuestros amigos hacen un esfuerzo enorme de voluntad, sea protestando donde haya que protestar (como se protestó en tiempos de Primo de Rivera), sea informando y educando a los españoles de que aquí la verdad es esta y no otra. Esta desesperación va subiendo entre los elementos jóvenes y capaces; esta desesperación, este no poder vivir siempre pendientes de un dictador y que cualquier suceso pueda volverles a esta ocupación que sufrimos nosotros. Hay que buscar una fórmula de convivencia que nos garantice que no debemos quedar a la mercad del primer dictador o del primer Gobernador Civil que se nos envíe. Por lo tanto, la solución del idioma es una solución política, tanto si queremos como si no queremos. Solución política que tiene que garantizarnos a los catalanes que para ser españoles no tenemos que dejar de ser catalanes. Ahora, si tenemos que dejar de ser catalanes, entonces, sinceramente, no podemos.

 
[ En Jordi Amat, Els 'Coloquios Cataluña-Castilla' (1964-1971), Montserrat 2010, páginas 201-205.]
 

BENET

10 — Catalán: hombre irritado.

Nuestro país (Cataluña) otra vez en su historia ha sufrido una ocupación total.

Desconocimiento total intelectuales deben resolver ahondando realidad España.

Sociedades distintas. Pueblos distintos.

Lucha de pueblos.

Insatisfacción catalán ante el Estado.

Si no vemos que España es un Estado plurinacional, nos engañaremos.

¿Somos o no somos españoles? Que se diga de una vez. Si lo somos, que se nos trate con igualdad. Si no lo somos, hay que separarse.

Conllevarse, la solución orteguiana, no vale. Hay que convivir ¿Es posible llegar a ello? Creemos que sí; pero ya no depende de nosotros.

Los 25 años de opresión franquista. Lo que significan para Cataluña.

Este no poder vivir siempre pendientes de un dictador.

Solución política que tiene que garantizarnos a los catalanes que para ser españoles no tenemos que dejar de ser catalanes.

 
[ Transcripción de dos páginas manuscritas. Archivo Pablo Martí Zaro-FPI. ]