Filosofía en español 
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 < Tomás Sánchez SJ · Controversias del Santo Sacramento del Matrimonio > 


Libro 6. De la donación entre los cónyuges

Controversia 27. ¿Pecará la mujer fingiendo la virginidad y usando remedios para aparecer virgen, a fin de casarse, y los que tal matrimonio procuran, conociendo que no es virgen?

Núm. 7. Parece que peca mortalmente, porque el matrimonio es una especie de venta en que el hombre es como el comprador y la mujer la vendedora, y el vendedor está obligado en justicia a manifestar al comprador el vicio oculto de la cosa vendida, y también los vicios manifiestos cuando el comprador tiene ignorancia inculpable, lo que en estos casos es frecuente. Luego peca mortalmente contra justicia la esposa que se casa como virgen ocultando su falta, y también los que intervienen en dicho matrimonio. En segundo lugar, porque no sólo miente de palabra, sino también de hecho, como muy bien explica Santo Tomás (2, 2, q. 111, art. 1.º), pues esta mujer, valiéndose de estos medios para que el hombre no conozca su defecto, manifiesta por hechos y signos que es virgen, no siéndolo; luego miente, y como es engaño en cosa notable, con razón y justicia así se juzga; será una mentira gravemente perniciosa, y por tanto culpa mortal. Y no vale objetar que nadie está obligado a delatarse. Esto es cierto cuando, coactado, se constituya cualquiera en estado; pero no cuando por libre voluntad elige la mujer el matrimonio. Por tanto, está obligada, o a abstenerse del matrimonio, o a descubrir su defecto para evitar el engaño. Por nadie he visto tratada esta cuestión como por Navarro, en la 2ª edición, conc. 1ª, corol. 16, núm. 60, donde dice que, si se supiera que el hombre no había de tomarlo a mal o estuviera iniciado en las sagradas órdenes, queriendo aprovecharse del privilegio clerical, la mujer que encubriera el defecto de la virginidad no pecaría, al menos mortalmente, porque a nadie se seguiría un daño notable

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8.º La joven que oculta éste y otros defectos, no peca contra la justicia, aunque use de otros medios para que no se conozca su defecto. Se prueba a simili por la doctrina de Covar., Regl. pecat. 2, §. 4, número 6, comúnmente aceptada, en donde, según sentencia verdadera, nadie que esté cierto de ganancia puede prometer, porque sería un engaño y habría desigualdad entre los jugadores; y confesaría que, seguro de ganar en el juego, podría aumentar la postura según las leyes de éste, aceptadas por ambos jugadores que admitieron estas condiciones. Y de igual manera en este caso, según costumbre, se recibe el asentimiento de los contrayentes, a fin de que ni éstos ni los mediadores descubran los propios vicios o los de aquéllos que han mediado en ellos. Lo que se confirma por este vulgar proverbio: No hay casamiento pobre, ni novia fea. El varón no sabe de una manera clara el defecto que tiene; luego no hay injusticia. Además, sería muy duro y una carga intolerable obligar a estas mujeres a permanecer sin casarse. Apenas habría alguna que descubriese su propia falta, y, descubierta ésta, ninguna podría casarse sino con un pobre hombre. Está conforme con esta doctrina Navarro (citado), núm. 7, que hace consistir toda la culpa en que el hombre puede llevarlo a mal si lo descubre, o no puede sin culpa alegar el privilegio clerical, que pierde por la bigamia; mas si esta ocultación se hace pública contra la justicia, de ningún modo puede excusarse la mujer, una vez perdida la esperanza de que el marido se aperciba de su falta.

9.º Si es verosímil que el marido no ha de conocerlo, o que, si lo conoce, no ha de tomarlo a mal, no incurre en culpa alguna en ocultarlo valiéndose de medios para conseguirlo. Se prueba, porque el hombre no recibe daño alguno, y ella no se propone engañar al marido con dichos medios, a no ser que se haya acercado a la mujer antes del matrimonio para conocer si es virgen.

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Si es verosímil que el marido ha de saberlo y llevarlo a mal, y ha de hacer mala vida y tratar mal a su mujer, es pecado mortal contra caridad casarse ocultándole este defecto. Porque se da gran motivo de escándalo y de muchos crímenes, que la caridad debe evitar. Por cuya razón Navarro dijo que él no se atrevería a aconsejar lo contrario.

[ Tomás Sánchez SJ, Controversias del Santo Sacramento del Matrimonio, Madrid 1887, páginas 17-19. ]