Filosofía en español 
Filosofía en español

Epistolario

Carta de Rufino Blanco Fombona a Miguel de Unamuno

París, 1 mayo 1914

Sr. don Miguel de Unamuno

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Salamanca

Querido Unamuno:

No pudiendo inventar una frase nueva recurro a la vieja fórmula: Con cuánto gusto he leído su carta! Pero crea usted que pocas veces esa vieja fórmula ha sido más llena de verdad y de sentimiento. El que la empleó por primera vez, si fue sincero, como debió serlo, no fue más honesto en su sentir ni más verídico que en sus palabras.

Poca gente puede hablar de Bolívar con más capacidad que usted: no porque usted lo conozca tanto como otros, sino porque usted, para comprender almas y vidas como las de Bolívar, posee una virtud, algo que no sé si pueda traducirse bien con esta palabra: transubstanciación. En vano se sabrá todo de un hombre si no se le comprende. El caso de usted, respecto a Bolívar, es el contrario: usted comprende más que sabe.

Una de las más altas y claras cosas que se han dicho de Bolívar la dijo usted en una frase, cuando lo comparó a Don Quijote. Para mí aquella simple frase, tan cargada de enseñanza, de verdad, de inteligencia, de psicología, fue una revelación. Me puse a estudiar la cosa y comprendo el acierto. Desde entonces me di cuenta de que usted era uno de los pocos hombres vivos que podían revelarnos el alma de aquel idealista y místico don Simón; tan complicado y múltiple que cada uno de los que lo mira tan complicado y múltiple que cada uno de los que lo mira -como lo mira por aspecto diferente- cree que conoce al verdadero personaje, mientras que alguno que compara los dos visionarios dice, sin saber lo que dice, que el personaje es contradictorio. Contradictorio lo es, por ser de una lógica superior.

Usted opina que nunca fue más español Bolívar que cuando combatió contra españoles. Es mi opinión. Es la de otros. Creo que jamás hubo, por sus virtudes y defectos, español más español que este gran don Simón y que yéndose por lo español arriba, es decir, dejándose ver como era, llegaba a lo humano, lo que, como usted sabe, es cosa muy rara.

Explique usted esa alma, ya que tanto, por fortuna, puede; explíquela a los mismos que la insultan con su admiración, sin comprenderla. Carlyle no lo haría, tal vez, mejor. Muy acertado anduvo Martínez Sierra, indicándomelo a usted. Usted, como Carlyle, tiene la simpatía, que es una forma de comprender, la penetración psicológica, que abre la puerta al amor; el ojo que sabe ver hasta en la sombra; la frecuentación de la grandeza y la palabra iluminadora.

Hablemos, pues, de Bolívar, hablemos largo, con cualquier pretexto, porque sí, sin esperar los pliegos de Renacimiento ni ateniéndose a ellos. Cuando éstos le lleguen, que será muy pronto, podrá usted encajar lo que de ellos utilice. En suma, mi deseo -y se lo manifiesto sin embozo, suplicándole perdone la osadía- es que usted haga, no un prólogo para tal o cual libro, sino un estudio independiente y lo más completo posible; estudio que vaya al frente del volumen en cuestión pero que pueda desglosarse sin perjudicarlo, en su carácter de obra completa e independiente.

Apenas recibí su carta le envié un volumen que puede serle útil: Discursos y Proclamas de Bolívar; y escribí a Ollendorff para que le enviase las siguientes obras: El Diario de Bucaramanga, por Peru de la Croix, Fernando VII y los nuevos Estados y otra obra.

Dígame, por una postal, si todo esto le ha llegado. Todo puede serle útil, principalmente el Diario de Bucaramanga. En este libro recogió un buen europeo, las palabras que durante tres meses, el año de 1828, iban cayendo, en la intimidad, de boca de Bolívar. Un siglo ha estado esa admirable obra sin publicarse. La salvó del olvido Cornelio Hispano, un joven escritor de Colombia, con bastante talento para comprender el mérito de aquel manuscrito y bastante paciencia para copiarlo.

El juicio de usted respecto a San Martín es el de 70.000.000 de ibero-americanos. Era un pobre hombre, aunque sirvió una gran causa de justicia y merece por ello gratitud y por ello vive. Alberdi lo ha juzgado muy bien. La Argentina, o los rastacueros de allí, que quieren ser una nación de genios -porque el dinero da derecho a tanto- quieren elevado a la categoría de superhombre. Pero la América que empieza a percatarse de las cosas empieza a poner las cosas en su punto. Usted está al corriente de todo. Siento que el 29 volumen de las Cartas no esté listo. En ése y no en el primero se ve al hombre cuan grande era. Si usted cree necesitar la obra de Mancini: Bolívar et les colonies espagnoles puedo enviárselo. Lo admira a usted y lo quiere,

R. Blanco-Fombona

[Tomada de Marcos Falcón Briceño,Cartas de Blanco-Fombona a Unamuno, Ed. Arte, Caracas 1968]