Filosofía en español 
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Pensamiento Crítico

 
Peter Weiss

Che Guevara

Pensamiento Crítico, La Habana, enero de 1968, número 12, páginas 79-85.

Cuando oímos hablar de la muerte del Che, nuestro primer pensamiento fue: ¿era preciso que él muriera, justo ahora, cuando era más necesario que nunca? ¿No hubiera sido posible acudir a su socorro, ponerlo en seguridad –estaba enfermo, sufría de asma, de reumatismo–, no había ningún lugar para él desde donde pudiera actuar como planificador, como guía de la revolución? La cuestión se planteó así: ¿se sacrificó el Che, hizo de sí mismo un mártir?

Nosotros no queremos tener ningún santo. Rechazamos el misticismo que coloca una aureola alrededor de la muerte como sacrificio. Rechazamos la imagen de Cristo sacado de la cruz, esperando el día de la resurrección. Y sin embargo, el Che muerto, traicionado en una emboscada, un cuerpo desgarrado...

¿Somos culpables de su muerte? ¿Lo traicionamos nosotros? ¿O fuimos sólo trivialmente indiferentes, sólo confiados, como todos los días, por pereza, sobre esa revolución lejana? ¿Aplazamos sólo nuestra toma de posición porque el campo de acción del Che quedaba tan lejos?

Si es así, entonces él nos ha dado una lección con su muerte. El, que hubiera sido más necesario que nadie, mostró lo que consideraba como lo único justo. El mostró: si ustedes no lo hacen, entonces lo hago yo. El no estaba tan colmado de su propia importancia. Un obrero de las minas de Bolivia que va a la guerrilla era igualmente importante. El mostró: lo único justo es tomar un arma y combatir al enemigo.

Y por más vueltas que le demos al problema de su muerte, su clara lección nos da siempre la respuesta. Y la respuesta indica nuestra derrota, nuestra cobardía.

Facsímil del original impreso de esta parte en formato pdf