Filosofía en español 
Filosofía en español

Pedro Fedoséiev · Dialéctica de la época contemporánea · traducción de Augusto Vidal Roget

Parte primera. Bases filosóficas de la política y de la táctica

La dialéctica del desarrollo social en nuestro tiempo


El desarrollo de la dialéctica en relación con los cambios de la vida

La dialéctica, que proclama la necesidad de estudiar los fenómenos desde un punto de vista histórico sufre, en el decurso de la historia, cambios esenciales; ella misma se encuentra en un constante proceso de desarrollo, de enriquecimiento. Cada vez que se hace un descubrimiento científico trascendental, cada vez que la humanidad entra en una nueva época de la historia, el materialismo ha de modificar necesariamente su forma, y lo mismo ocurre a la dialéctica.

Sabido es que la primera exposición, más o menos rigurosa, de los principios de la dialéctica, la hizo Heráclito. En consonancia con las condiciones de su tiempo, el célebre filósofo griego creó un determinado tipo histórico de dialéctica. Lo más esencial y progresivo fue su idea de que el mundo es un proceso y de que en toda lo que existe se dan dos aspectos o contrarios. Su célebre aforismo: "No es posible entrar dos veces en un mismo río" expresó can grácil metáfora la idea de cambio incesante, idea que representó una aportación perenne a la historia del pensamiento filosófico y del conocimiento científico. Desde luego, en la dialéctica de Heráclito encontró su reflejo una época determinada. El carácter limitado de dicha dialéctica no sólo dimanaba del insuficiente nivel del conocimiento científico, sino, además, del carácter de las relaciones sociales de aquel entonces.

Heráclito formuló consideraciones de tipo general sobre la lucha de contrarios como base del ser y del desarrollo. Veía estas contradicciones en todas las cosas y en todos los fenómenos naturales. Sin embargo, en lo que se refiere a la aplicación de la dialéctica a la sociedad, para Heráclito el modelo fundamental y, en cierto modo, el símbolo de la lucha de contrarios, era la guerra. Así como, para él, el modelo del proceso dialéctico, es decir, de la transformación de todo lo existente, era el fuego, la guerra pasó a convertirse en el modelo del carácter contradictorio del desarrollo. "La guerra de toda es padre y de todo es soberana; a unos, [96] los ha destinado a ser ricos, a otros, pobres; a unos, los ha hecho esclavos, a otros, libres”.

Sería erróneo inferir de ello la conclusión de que Heráclito exaltaba la guerra y era un propagandista de la ideología bélica. Pero reflejó de manera original el papel de la guerra en la sociedad esclavista. No se ha de olvidar que en esa sociedad, la guerra no sólo era la forma de los choques entre los estados, sino que era, además, un instrumento de esclavización clasista, pues los prisioneros y, en general, los vencidos, quedaban reducidos a la condición de esclavos o vasallos en su inmensa mayoría. Heráclito, como ideólogo de los esclavistas, no podía descubrir la contradicción entre esclavos y dueños, entre ricos y pobres. Se comprende que, para él, la lucha de contrarios en la sociedad se pre.sentara ante todo como guerra.

En la época moderna fue Hegel quien elaboró de manera más completa la teoría de la dialéctica, en el marco del sistema idealista. Hegel puso de manifiesto los rasgos capitales de la dialéctica, mostró su carácter universal. En la filosofía de Hegel, la idea de desarrollo alcanzó, en forma lógica, profunda materialización y fundamentación teórica.

Hegel observó con acierto que toda filosofía se halla contenida en las ideas de su época. Esta observación es también válida, en particular, para la filosofía del propio Hegel, reflejo de la crítica época revolucionaria de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX desde el punto de vista del burgués alemán moderado. De ello deriva tanto la grandeza de la dialéctica de Hegel como su carácter históricamente limitado. Hegel saludó la aurora de la renovación en Europa, pero al mismo tiempo temía la borrasca que la revolución desencadenaba. Descubría, impertérrito, las contradicciones en su expresión abstracta y lógica, mas procuraba limar y suavizar por todos los medios la aspereza de dichas contradicciones cuando aparecían en la forma concreta de relaciones político-sociales.

Verdad es que, en la historia precedente, veía Hegel contradicciones reales, lucha de estamentos e intereses; consideraba que los motines y las sublevaciones, las revoluciones y las guerras son medios necesarios del progreso social. Suponía, no obstante, que en su tiempo los problemas "terrenos" habían alcanzado ya solución, y que había llegado la época del triunfo de la razón.

Admitía que pudieran darse contradicciones y lucha aunque sólo en el marco de la organización "jurídica" que se había formado, en el seno del Estado con mayúscula, Estado que, corno representante plenipotenciario de la Razón Absoluta, confería a tales contradicciones una forma "culta" de expresión y encontraba para ellas una solución lógica.

Sin embargo, como gran dialéctico, Hegel hizo un profundo análisis lógico del problema de las contradicciones y de la lucha de contrarios. Con cáustica sarcasmo decía que los filisteos quieren [97] limpiar la naturaleza y la historia de contradicciones y de lucha. Hegel veía en las contradicciones la raíz de todo movimiento y de toda vitalidad.

Pero Hegel era muy unilateral en la aplicación de la dialéctica a los fenómenos de la vida de la sociedad. Consideraba la propiedad privada como forma natural del desarrollo de la civilización, como forma del desarrollo tanto de la riqueza material como de la riqueza espiritual y, lo quisiera o no, perpetuaba la situación de la "guerra de todos contra todos", que es consecuencia y condición de la propiedad privada. Comprendiendo que este tipo de propiedad actúa como fuerza centrífuga sobre los elementos de la colectividad considerada en su conjunto, Hegel confiaba la función de fuerza centrípeta al Estado con su organización jurídica, burocrática y jerárquica.

Muchas declaraciones de Hegel permiten afirmar que veía, sobre todo, la contraposición externa, las contradicciones entre los estados. De las declaraciones aludidas se desprende que la dialéctica eterna radica en las guerras, que se repiten periódicamente. Ya al principio de su andadura filosófica, proclamó Hegel la tesis de que la guerra ejerce una influencia bienhechora, tesis que defendió a lo largo de toda su vida. Suponía que la guerra era necesaria para la formación de la integridad moral. "[La guerra] (dado que en ella está contenida la libre posibilidad de aniquilar no sólo certidumbres finales aisladas, sino, además, toda su plenitud bajo el aspecto de la vida, y ello para el propio absoluto o para el pueblo) conserva la salud moral de los pueblos, su indiferencia por el estancamiento de las certidumbres finales; de modo análogo a como el movimiento de los vientos impide que el lago se corrompa, así la guerra preserva de la corrupción a los pueblos, corrupción que sería la consecuencia inevitable de una paz duradera y, con mucho mayor motivo, de la «paz eterna»".

Hegel enunció dicha tesis en una de sus primeras obras, consagrada al derecho natural{1}. Más tarde, la reprodujo casi textualmente en la Filosofía del Derecho{2}. Consideraba que las guerras contribuyen a resolver las contradicciones internas y que, si son afortunadas, sirven de freno a las discordias internas y consolidan el poder estatal. "De la guerra, los pueblos salen robustecidos; es más, las naciones en cuyo seno existen antagonismos inconciliables adquieren paz interior gracias a las guerras con otros pueblos"{3}.

Los ideólogos del imperialismo han procurado y procuran presentar [98] a Hegel corno un apologista de, la guerra y utilizan sus opiniones con el fin de justificar las guerras imperialistas. Mas, semejante proceder significa adoptar ante Hegel una posición antihistórica. Aunque Hegel, indudablemente experimentó el influjo de la ideología del militarismo prusiano, no se debe olvidar que vivió en la época de las guerras, nacionales de signo progresista. Su actividad científica corresponde al período de las guerras liberadoras de la Revolución Francesa, y luego, de las guerras de liberación nacional que hubo en Europa contra la tiranía napoleónica.

En la Filosofía de la historia de Hegel, se percibe, nítido, su pensamiento sobre el nexo entre el desarrollo nacional y las guerras en la época de transición del feudalismo al capitalismo. "Durante todas estas tempestades –escribió–, las naciones han defendido su individualidad y su independencia"{4}. En este sentido, es asimismo característica su siguiente manifestación: "A Alemania, la recorrieron de punta a punta las victoriosas tropas francesas, pero la nacionalidad alemana arrojó de sus hombros ese yugo"{5}.

La unilateralidad de su enfoque y las condiciones de la misma época, impedían a Hegel penetrar profundamente en la esencia de los fenómenos sociales, pues las contradicciones más hondas del ser social –las contradicciones de clase– no se habían revelado aún con toda su acritud y quedaban veladas tras la lucha de estamentos, lucha que, a cada paso, se convertía en choques entre los estados y las coaliciones de estados. Y, tal vez, era eso lo que impedía ver que también las guerras, en último término, reflejan la colisión de los intereses de clase, a cuyos antagonismos se hallan muy estrechamente ligadas, y que, con el tiempo, las guerras quedarán excluidas de la vida de la sociedad.

Marx y Engels crearon un tipo de dialéctica completamente nuevo, la dialéctica materialista científica, generalización de los resultados proporcionados por el desarrollo de la ciencia y de las teorías sociales, por la lucha de clases en su aspecto práctico a lo largo de la historia y por los antagonismos sociales. La particularidad principal de esta dialéctica estriba en que corresponde completamente a la dialéctica objetiva de la realidad, a los verdaderos procesos de la naturaleza y de la sociedad; dicha dialéctica descubre las leyes objetivas del ser y del conocimiento, refleja la realidad en sus nexos esenciales, sujetos a ley, y en su desarrollo, permite prever científicamente el futuro y, por ende, se convierte en poderoso medio de conocimiento y de elaboración de métodos eficientes para la transformación revolucionaria del mundo. La dialéctica, en este nuevo aspecto, se convirtió en una ciencia en el pleno sentido de la palabra. La dialéctica materialista es la doctrina más valiosa sobre el desarrollo, doctrina que sirve de [99] guía científica para la comprensión de los procesos fundamentales en la naturaleza, en la sociedad y en el conocimiento humano.

Cabe preguntarse: ¿está ligada la dialéctica materialista a una época determinada, le graba ésta su sello? Ante todo hay que destacar el significado permanente de los principios básicos de la dialéctica materialista. No negamos el valor universal de muchas tesis de la dialéctica de Hegel ni tampoco de la dialéctica de Heráclito, ya que ambos pensadores captaron algunos rasgos generales del proceso objetivo del desarrollo.

Con mayor motivo puede ella afirmarse de la dialéctica marxista. La dialéctica materialista es la ciencia que trata de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento humano, y las leyes de la dialéctica son tan aplicables al pasado, para explicarlo, como al futuro para comprenderlo y crearlo.

Esto no significa, como es lógico, que las épocas dejen de influir sobre el desarrollo y sobre la elaboración de la dialéctica materialista. Marx y Engels, apoyándose en la ciencia de su época, partieron del análisis de los procesos reales, de la vida de la sociedad burguesa con todas sus contradicciones. Marx, en El Capital, puso de manifiesto, con asombrosa capacidad de penetración, la esencia de las relaciones económicas burguesas como fuente de la contradicción rotunda que existe entre los intereses de la burguesía y los del proletariado. Lenin decía que la dialéctica de la sociedad burguesa es un caso particular de dialéctica. Mas, ¿qué significa este caso particular? Significa que no sólo se expresa lo general, sino, además, algo peculiar, característico de una formación económico-social determinada. Ahora bien, lo particular refleja tanto lo específico de una cualidad en un momento dado como lo que haya de general en su desarrollo. La dialéctica elaborada por Marx en El, Capital tomando como ejemplo la sociedad burguesa, tiene valor de principio para el desarrollo y la fundamentación de la dialéctica como ciencia, para comprender la dialéctica de los procesos históricos en general. No es posible elevar lo particular y específico a ley general y transferir al socialismo la forma de las contradicciones sociales inherentes al capitalismo. Pero tampoco es posible suponer que lo particular sea algo exclusivo, que no expresa lo general.

Los neokantianos y los positivistas modernos de diferente tipo empequeñecen e incluso niegan en redondo el valor de lo general en el proceso histórico. De ahí que no admitan las leyes generales en sociología, Con este criterio, sería imposible crear una ciencia sobre la sociedad ni aplicar dicha ciencia en la práctica.

El marxismo-leninismo parte de la unidad dialéctica de lo general y de lo particular tanta en la vida como en la ciencia.

El método dialéctico se desarrolla gracias al análisis de la realidad, ella misma en desarrollo. La dialéctica objetiva de la [100] sociedad burguesa posee sus rasgos característicos. El socialismo constituye un nuevo grado en el progreso de la vida social. Mas ello no supone que para analizar la dialéctica de la sociedad burguesa y la dialéctica del socialismo se apliquen dos métodos distintos. Lo que en realidad se hace es aplicar de manera históricamente concreta un mismo método a saber: el de la dialéctica materialista– al análisis de formaciones cualitativamente distintas.

En Marx, la dialéctica del capitalismo va hasta el análisis de la lucha de clases y de las vías a seguir para aniquilar el antagonismo de clase liquidando la propiedad privada. Esta dialéctica es la de la lucha de ciases llevada hasta la dictadura del proletariado, la cual no constituye más que un instrumento para aplastar y eliminar a las clases explotadoras. Las relaciones de clase determinan todos los aspectos de la vida colectiva en la sociedad de relaciones antagónicas, la lucha de clases es la fuerza motriz de la historia, conduce inevitablemente a la dictadura del proletariado y, a través de esta dictadura, al socialismo. Marx aplicó la dialéctica al análisis de la formación y desarrollo de la sociedad futura, del socialismo. Mas entonces no existía aún la dialéctica objetiva del socialismo, y su análisis, como es natural, tenía carácter de previsión científica.

Conocida es la idea de Marx de que únicamente con la victoria del proletariado y con la abolición de la propiedad privada se eliminará el yugo social y la prehistoria de la humanidad cederá el paso a la auténtica historia. El rasgo característico de la prehistoria de la sociedad humana lo constituyen, precisamente, las contradicciones antagónicas de clase, una de cuyas formas más patentes es la guerra. Estas contradicciones han palpitado en toda la vida de la sociedad, y en ellas, como en un foco, se manifestaron y se materializaron las leyes fundamentales del devenir de las formaciones histórico-sociales anteriores. Es lógico, por consiguiente, que fuera este aspecto de la vida social el que se convirtiera ante todo en objeto de análisis de los filósofos y sociólogos del pasado, y que, correspondientemente, diera forma a las concepciones de la dialéctica y de la idea de desarrollo que unos y otros tuvieran.

La grandeza de Marx estriba en haber descubierto el mecanismo y las condiciones en que tales contradicciones actúan, y en haber mostrado el carácter históricamente transitorio de las mismas. Después de definir la lucha de clases como eje fundamental de la historia humana, Marx mostró, con pruebas irrefutables, que esta fuerza motriz de la historia precedente se iba liquidando en virtud de un proceso, sujeto a ley, y descubrió el papel de la dictadura del proletariado como recurso y mecanismo capaces de acabar con la explotación del hombre por el hombre.

Lenin prosiguió el análisis de la dialéctica de la sociedad burguesa. refiriéndolo a la época del imperialismo; al mismo tiempo, [101] cuando el socialismo se hubo convertido ya en una realidad objetiva, explicó la dialéctica de la sociedad socialista y de su transformación en sociedad comunista. Descubrió y enunció la particularidad esencial de la dialéctica de la sociedad socialista: el antagonismo desaparece, mas las {6}.

Una de las grandes tareas de los filósofos marxistas estriba en investigar lo que Lenin y sus seguidores han aportado de nuevo a la elaboración de la dialéctica como ciencia partiendo de los últimos datos de la ciencia natural y de la moderna experiencia histórica, cuando el socialismo se ha convertido de teoría en realidad objetiva y es posible investigar su dialéctica objetiva. No se trata de enumerar nuevas proposiciones teóricas, sino de ver de qué manera el leninismo ha concretado y enriquecido las leyes y las categorías de la dialéctica, ha descubierto nuevas leyes de valor filosófico general.

Si nos referimos, por ejemplo, a la doctrina marxista de las contradicciones, es. posible decir, con pleno fundamento de causa, que Lenin y sus discípulos del movimiento comunista internacional han descubierto y han explicado con sólidas razones desde todos los puntos de vista, la ley de la transición de las contradicciones antagónicas a contradicciones no antagónicas.

Para apreciar plenamente el valor científico, teórico y político de la nueva ley dialéctica –descubierta por Lenin– del desarrollo del socialismo, ha de tenerse en cuenta que en las nuevas circunstancias históricas, cuando en el orden del día figura el problema de elaborar concretamente las leyes del período de transición del capitalismo al socialismo y de establecer las vías prácticas de la edificación de la sociedad socialista, la dialéctica objetiva de la vida ha situado en primer plano la necesidad de investigar las contradicciones no antagónicas como nueva fuente y como fuerza motriz de la vida social.

El período de transición del capitalismo al socialismo es el período en que se superan las contradicciones antagónicas entre las fuerzas crecientes del socialismo y las fuerzas agonizantes del capitalismo, aferrado a la vida. La dictadura del proletariado aparece como instrumento para liquidar el antagonismo, de clases, para edificar la sociedad socialista, para aplastar y aniquilar las clases hostiles al socialismo. Abolidas las contradicciones antagónicas dentro de la sociedad y afirmada la unidad política y social de la misma, coronada la reorganización socialista de la economía nacional tanto en la ciudad como en el campo, total y definitiva ya la victoria del socialismo, la dictadura del proletariado deja de ser necesaria desde el punto de vista de las tareas del desarrollo interno y se transforma en Estado de todo el pueblo. La incomprensión de la dialéctica inherente a la transformación de la [102] dictadura del proletariado en Estado de todo el pueblo se halla gnoseológicamente ligada a la incomprensión de la dialéctica del tránsito de las contradicciones antagónicas a las no antagónicas.

La expresión científica de los resultados obtenidos por la filosofía marxista en la etapa moderna exige que se haga una síntesis general de las conclusiones filosóficas inferidas de los novísimos datos tanto de las ciencias naturales como de las ciencias sociales. Esto presupone un nivel todavía más elevado de generalización filosófica, nivel que sólo puede alcanzarse mediante los esfuerzos conjuntos de los científicos que trabajan en la esfera de la dialéctica de la naturaleza y de los que dedican sus investigaciones a la dialéctica del desarrollo social.

Durante los últimos años, en nuestro país han aparecido varios trabajos sobre la dialéctica de la naturaleza. No es menor, claro está, el interés que ofrece la elaboración de la dialéctica de la vida social. Tal vez sería oportuno crear una serie de monografías y de trabajos colectivos sobre la dialéctica de la vida social según el tipo de la colección que se está publicando, titulada Materialismo dialéctico y ciencias naturales. En los trabajos a que nos referimos habría que generalizar la riquísima práctica histórica de que disponemos partiendo de los resultados obtenidos por la historia, la economía y otras ciencias sociales.

Esta labor sería de gran importancia para la síntesis filosófica de los actuales datos de la ciencia, tanto en lo que respecta al estudio de la naturaleza como en lo tocante a las investigaciones de la vida social. Es indudable que la confrontación de la dialéctica de la naturaleza con la dialéctica del devenir social nos ofrece el camino más seguro para llegar a nuevas conclusiones y a nuevas generalizaciones.

Recordaba Lenin que la ley se infiere de la comparación. Para comparar son necesarios datos científicos fidedignos obtenidos gracias a minuciosas investigaciones especiales. La labor de la investigación especial se ha de proseguir; mas la especialización no excluye la generalización, sino que la presupone. De aquí que, al elaborar los problemas singulares y al celebrar conferencias científicas especiales, no hay que aislarse y encerrarse en el marco de estrechos temas, sino pensar en lo general, descubrir las conexiones que existen entre los fenómenos y sus rasgos comunes.

También en este terreno se revela la dialéctica de lo particular y de lo general.

Si en la investigación de la naturaleza y de la sociedad es imposible contar con que se pueden obtener resultados importantes sin comprender la íntima trabazón que existe entre lo general y lo particular, en filosofía, sin tal comprensión no hay manera de avanzar ni un solo paso.

Para los filósofos es axiomático que sin análisis no hay síntesis. Mas también es cierto que sin actividad sintetizadora, el [103] análisis puede conducir al fraccionamiento en las investigaciones científicas, a la estrechez profesional, al olvido de las conexiones universales y de los procesos de interacción en la naturaleza y en la sociedad.

En la esfera de las cuestiones filosóficas de las ciencias naturales, la elaboración de problemas singulares como por ejemplo los filosóficos de la cibernética o de la física de las partículas elementales, se lleva a cabo paralelamente a la labor generalizadora sobre la dialéctica de la naturaleza, y se combinan las dos series de trabajos. Esta organización de las investigaciones se aplica asimismo cada vez con mayor amplitud en el estudio de las cuestiones del materialismo histórico. Ahora bien, el materialismo histórico, en realidad, es la dialéctica del desarrollo social. Si hay que subrayar de manera especial la necesidad de las investigaciones sobre la dialéctica de la vida social, se debe a que tales cuestiones no se reflejan suficientemente en los trabajos dedicados al materialismo histórico.

El examen, por breve que sea, del devenir histórico y de los tipos de dialéctica, seria superfluo para el estudio de la época contemporánea si los tipos de dialéctica premarxistas y no marxistas fueran ya cosa del pasado. Mas es preciso tener en cuenta que en nuestra época se conservan, en un aspecto o en otro, y se aplican todos los tipos de pensamiento dialéctico conocidos en la historia. Ya separadamente, ya formando alguna combinación, todavía se encuentran la dialéctica de Hegel, la dialéctica idealista y la conexión de la dialéctica como antagonismo eterno de fuerzas contrapuestas. Recurrir a los viejos tipos de dialéctica para interpretar los procesos del desarrollo moderno dificulta la comprensión científica de la realidad y, además, lleva a su tergiversación, a falsas inferencias y conclusiones.

Es imposible no darse cuenta de que los enemigos del comunismo científico identifican la dialéctica materialista con las representaciones premarxistas y no marxistas de la dialéctica. Aparentemente, rechazan la dialéctica materialista, mas en realidad combaten contra los tipos anticuados de dialéctica. Así, por ejemplo, afirman que los comunistas son partidarios convencidos de la guerra en todas las circunstancias, pues son dialécticos, y la dialéctica, aplicada a la sociedad, es la guerra. Los ideólogos del anticomunismo acusan a los marxistas de traicionar la dialéctica al analizar el socialismo, dado que –afirman dichos ideólogos–no reconocen los antagonismos sociales en la sociedad socialista, y sin antagonismo –añaden– no hay dialéctica.

Por desgracia, algunos de los partidarios de la dialéctica materialista a veces la conciben y la aplican de tal manera que, en su versión, esta dialéctica se diferencia muy poco de la interpretación no marxista. También ellos se inclinan a considerar que la dialéctica es la guerra y que las contradicciones antagónicas [104] y la lucha de clases como motor de la historia son asimismo características de la sociedad socialista,

La principal conclusión a que se llega comparando la dialéctica materialista de Marx, Engels y Lenin con los otros tipos de dialéctica, estriba en que únicamente el materialismo dialéctico permite comprender acertadamente y reflejar de modo adecuado la dialéctica objetiva del desarrollo social, descubrir las nuevas leyes dialécticas de nuestra época, las nuevas formas de las contradicciones y los modos de resolverlas, la nueva diversidad de conexiones y relaciones.

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{1} Hegel, “Über die wissenschaftlichen Behandlungsarten des Naturrechts, seine Stelle in der praktischen Philosophie, und sein Verhältniss zu den positiven Rechtswissenschaften”. Werke. Vollständige Ausgabe. Berlin, 1832, S. 373.

{2} Hegel, “Obras”, t. VII, p. 344.

{3} Ibíd., p. 345.

{4} Ibíd., t. VIII, p. 402.

{5} Ibíd., p. 421.

{6} “Recopilación leninista”, XI, p. 357.