Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González

Historia de la Filosofía
Segundo periodo de la filosofía griega

§ 59

La escuela cínica

El fundador de esta escuela fue Antístenes, nacido en Atenas hacia el año 422 antes del Cristianismo. Después de escuchar y seguir las lecciones de Gorgias, se hizo discípulo, amigo y admirador de Sócrates. Muerto éste, enseñó públicamente, y sus discípulos recibieron el nombre de cínicos, bien sea a causa del sitio en que enseñaba Antístenes, llamado Cynosargo {64}, bien sea a causa de la rudeza de sus costumbres sociales, o bien por las dos causas a la vez.

La doctrina de la escuela cínica y de su fundador es la antítesis completa de la doctrina cirenaica, bien así como la vida de Antístenes es la antítesis de la vida de Aristipo. Sócrates había enseñado y dicho muchas veces en sus discursos, que en la virtud consiste el bien real, verdadero y único del hombre: y, exagerando y desfigurando el sentido de esta gran verdad, Antístenes comenzó a enseñar que la virtud es el bien supremo, el último fin del hombre, felicidad suma y [216] única a que éste debe aspirar. Las riquezas, los honores, el poder y los demás bienes son cosas indiferentes en el orden moral; son despreciables, y hasta aborrecibles, por consiguiente, para el hombre virtuoso. El placer sensual, lejos de constituir el bien, la felicidad verdadera del hombre, como pretende Aristipo, es, en realidad, un mal {65}, y un mal de los mayores, a causa de los vicios a que arrastra.

La libertad y la felicidad suprema del hombre consisten en su independencia de todas las cosas por medio de la vida virtuosa, y prueba de ello es que si Dios es perfectamente bueno y perfectamente feliz, es en razón de su absoluta independencia de todas las cosas. Para adquirir la semejanza con Dios, en la cual consiste la perfección y felicidad del hombre, según la enseñanza de Sócrates, es preciso que éste se haga independiente de todas las cosas, como lo es la Divinidad. Con este objeto, además de mirar con indiferencia los honores, las riquezas y demás bienes de este género, debemos menospreciar las necesidades facticias de la sociedad, y sobreponernos a los que se llama conveniencias sociales y exigencias de la civilización. El hombre virtuoso debe limitarse a satisfacer de una manera sencilla y natural las escasas necesidades que le impone la naturaleza.

Aunque parece que Antístenes hacía poco caso de las ciencias especulativas, y particularmente de las físicas y matemáticas, poseía, no obstante, una idea muy elevada de la Divinidad, puesto que enseñaba a sus discípulos que Dios es un ser independiente y [217] superior a todas las cosas, inclusas las divinidades del culto popular; y que, lejos de ser semejante a cosa alguna sensible, no debe ser representado con imágenes, en atención a que es un ser puramente espiritual.


{64} Parece que el Cynosorgo o Kunosarges, como escriben algunos, era un gimnasio público frecuentado por el pueblo de Atenas, o sea por lo plebeyos. Si esto es verdad, puede decirse que hasta el sitio elegido por Antístenes para enseñar su doctrina estaba en relación y armonía con el espíritu y las tendencias de ésta.

{65} Según Diógenes Laercio, Antístenes solía decir: «Quisiera más caer en locura furiosa, que experimentar un placer sensual».

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Zeferino González
historias de la filosofía

Historia de la Filosofía (2ª ed.)
1886, tomo 1, páginas 215-217