φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo segundo:1011121314151617181920Imprima esta página

§ 14. Nemesio

Entre los representantes más genuinos y principales de la Filosofía cristiana por este tiempo, débese lugar preferente al autor del tratado De natura hominis; obra tan poco conocida como digna de serlo por los historiadores de la Filosofía. Aunque no se sabe a punto fijo la época en que floreció su autor Nemesio, es muy probable que fue contemporáneo o poco posterior a San Gregorio de Nissa, afirmando también algunos, no sin fundamento, que fue Obispo de Emesa. Pero sea de esto lo que quiera, lo que no admite duda es que su libro De natura hominis contiene el primer tratado sistemático y relativamente completo de psicología cristiana. En él trata del hombre en general y de su importancia especial en el orden de la creación; expone y explica la naturaleza del alma racional, su unión con el cuerpo, su inmortalidad y sus atributos principales; distingue las facultades sensibles de las intelectuales, los sentidos exteriores de los internos, tratando de cada una de estas facultades y de sus actos; habla del libre albedrío y de sus relaciones con la naturaleza y origen del alma, y trata, en fin, del hado, de la providencia y del destino final del hombre, y todo esto juntando y armonizando el método experimental con el método racional, empleando a la vez la [57] observación y el raciocinio, y hasta entrando en detalles fisiológicos y en indicaciones frenológicas. En suma: el tratado De Natura hominis de Nemesio es un ensayo de psicología superior a cuanto había producido la Filosofía pagana, y en él se revela la seguridad y la luz que la ciencia psicológica había recibido ya de las ideas cristianas.

Los capítulos primero y segundo son notables por la elevación de ideas y por el sentido amplio, generalizador y sistemático que en ellos se revelan. Nemesio, después de exponer las opiniones diferentes de los antiguos filósofos acerca del hombre, se propone fijar el sitio excepcional y superior que el hombre ocupa en la creación, y para conseguirlo traza a grandes rasgos la marcha cosmológica de los seres, subiendo desde el mineral hasta el hombre por medio de gradaciones sucesivas y de ascensiones ordenadas, que hacen del universo mundo un conjunto armónico, revelación de la inteligencia suprema, en la que se halla su arquetipo y su razón suficiente. Después de esto, el filósofo cristiano describe con bella y elegante frase la nobleza y las magnificencias del hombre como ser moral elevado por Cristo a la comunicación superior con la Divinidad {1}, bien así como la extensión y poderío de su inteligencia y de su libertad. [58]

La discusión que entabla a seguida para examinar y combatir las falsas teorías de gran número de filósofos paganos acerca de la naturaleza del alma, pone de manifiesto que conocía perfectamente la historia de la Filosofía, a la vez que descubre el desembarazo y seguridad con que procedía en este examen, seguridad y desembarazo debidos sin duda a la luz que sobre este gran problema difunde el Cristianismo. El resultado final de esta discusión filosófica, es la afirmación de la espiritualidad e inmortalidad del alma humana; porque «una vez demostrado que el alma no es ni cuerpo, ni armonía, ni temperamento, ni cualidad alguna de las que se han mencionado, es preciso admitir que el alma es una esencia incorpórea (essentiam quandam incorpoream animam esse), y tampoco puede ponerse en duda que es inmortal»: non dubium quin sit immortalis.

La existencia del libre albedrío y de la libre elección entre el bien y el mal es también objeto de razonada discusión para el filósofo cristiano, el cual refuta [59] las teorías fatalistas de la Filosofía pagana, y demuestra con toda clase de razones y argumentos la posibilidad y existencia del libre albedrío en el hombre, alegando al efecto, entre otras razones, que el libre albedrío es una consecuencia natural de la inteligencia: concluditur hominem cum libero natum esse arbitrio, et mutabilem esse: mutabilem quidem, quia genitus; cum libero autem arbitrio, quia rationalis.

Como Aristóteles y los escolásticos, Nemesio divide el apetito sensible en irascible y concupiscible, señalando el hígado como asiento principal y órgano del segundo, y el corazón como órgano del primero: Instrumenta sunt concupiscibilis quidem hepar; irascibilis autem cor.

Ya dejamos dicho que este filósofo cristiano, al exponer y analizar las diferentes facultades del hombre y sus funciones, recurre con frecuencia a la observación y la experiencia, y su libro ofrece indicaciones fisiológicas y frenológicas muy notables {2}, atendida [60] la época de su publicación. En suma: el libro de Nemesio es un tratado de psicología que revela el notable desarrollo que esta ciencia había recibido ya durante el siglo IV bajo la influencia del Cristianismo, y también los progresos que hubiera podido realizar en los siguientes siglos, a no haber sobrevenido la doble irrupción y las ruinas amontonadas por los bárbaros del Norte y por los hijos de la Arabia.

——

{1} He aquí parte de este notable pasaje, por el cual se puede venir en conocimiento del estilo y elevación de ideas de este filósofo cristiano: «Quis igitur dignis laudibus hujus nobilitatem animalis prosequi potuerit, quod intra se mortalia immortaliaque complectitur, quod irrationalia rationalibus conjungit, quod omnifariae creationis in sua natura claudit, fertque simulacrum? Quamobrem et parvus mundus homo nominatur: tam eximia, divina providentia, dignitate donatus, propterquam omnia praesentia, quaeque futura sunt, propter quem Deus homo factus est; qui ad incorruptionem desinit, mortalia diffugit: qui globis imperat coelestibus, ob Dei quam nactus est similitudinem: cum Christo vivit: Dei filius est: omnem dominatum, omnem lautitiam proculcat. Quis tanta eloquentia est, ut hujus possit tam insignem, oratione complecti rerum exuberantiam? Quod maria peragrat, coelestes globos speculatione transcendit, astrorum motus et intervalla, et dimensiones satagit atque atractat: terra fruitur et mari; feras et cete contemnit: omnem scientiam et artem corrigit: extorrem, quibus vult, litteris orbisque reconciliat; nullo corporis cohibetur impedimento: futura praenuntiat, cunctis imperat, cunctis dominatur, cunctis fruitur, cum angelis, cum Deo colloquitur: creatis a Deo jubet, daemonibus praescribit, rerum naturam exquirit, a Deo suscitatur, domus et templum Dei gignitur: et haec omnia virtutibus comparat ac pietate.» De Nat. hom., cap. I.

{2} En confirmación de esto, y como ejemplo del método empleado por Nemesio, léase el siguiente pasaje, en el cual, con ocasión de examinar y fijar el asiento de la memoria, resume su teoría acerca de los órganos de los sentidos externos e internos y de sus funciones propias: «Hujus (memoriae) porro instrumentum est cerebri in occipite ventriculus, quem parencephalida et parencranida vocant, et in ipso animalis spiritus. At quoniam sensuum principia et radices, anteriores esse dicimus cerebri ventriculos, existimationis (imaginationis) autem medium ventriculum, denique memoriae sedem in occipite, an haec ita se habeant, expedit demonstrare, ne dictis credere sine ratione et temeré videamur. Atque aptissima illa demum est demonstratio, quae ex ipsa partium corporis actione sumpta est: anterioribus enim ventriculis quoquo modo laesis, sensus e vestigio impediuntur: et existimationis locus manet incolumis; medio autem laborante ventriculo, imaginatio delirat... Quod si cum anterioribus medius laboret ventriculus, ratiocinatio cum sensibus offenditur: occipite autem laborante, sola obtunditur memoria, nulla in parte ob hoc sensu et existimatione laesis... Quod si cum anterioribus, et medius, et postremus aliquid patiatur laesionis, tunc et sensus, et existimado, et memoria pariter afflictantur.» De Nat. hom., cap. XIII.

Al hablar del sentido del gusto, escribe las siguientes palabras, muy a propósito para dar idea del método que sigue en su libro: «Visum supra per rectas spectare lineas, memoravimus; art olfactus et auditus non per rectam modo lineam, sed omnifariam; tactus autem et gustus, neque per rectas lineas, nec undecumque cognoscunt, sed tunc solum cum suis adhaeserint sensibilibus... Est sane gustus saporum receptio: ejus autem organum lingua,et linguae potissimum extremum; item cum his palatum, ad quae ex cerebro defluunt nervi late explicati, et factam acceptionem ad suum referentes principium.» Ibid, cap. IX.