φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo segundo:3031323334353637383940Imprima esta página

§ 33. Origen y naturaleza del problema o cuestión sobre los universales

Toda vez que, según se acaba de indicar, la controversia sobre los universales es uno de los puntos cardinales del movimiento filosófico durante este período, conviene ante todo señalar el origen y las soluciones diferentes del problema, con lo cual se facilita el estudio y queda desembarazado el terreno para exponer las opiniones y teorías de los filósofos de esta época.

El origen de esta gran controversia es el siguiente pasaje de la Introducción de Porfirio, traducida por Boecio: «Por lo que hace a determinar si los géneros y especies existen realmente, o sólo en nuestro [136] entendimiento, y lo mismo si, en caso de subsistir, son cosas corpóreas o incorpóreas, y si existen separadas de las cosas sensibles, o más bien están en las mismas cosas sensibles, rehúso decir mi opinión, porque es empresa muy alta y que exige mayor investigación.» Mox de generibus et speciebus, illud quidem sive subsistant, sive in solis nudis intellectibus posita sint, sive subsistentia corporalia sint an incorporalia, et utrum separata a sensibilibus an in sensibilibus posita et circa haec consistentia, dicere recusabo; altissimum enim negotium est hujusmodi, et majoris egens inquisitionis.

Los escolásticos, y principalmente los de este período, que, lejos de arredrarse, parece más bien que se deleitaban con las cuestiones difíciles y abstrusas, se apoderaron de este problema tan abstruso de suyo, como fecundo y peligroso en sus consecuencias, resultando de sus investigaciones y luchas cuatro soluciones del problema, que son: el nominalismo rígido, el conceptualismo, el realismo moderado o aristotélico, y el realismo absoluto o platónico. El primero dice: no hay más universalidad que la de los vocablos, según que algunos de ellos, por ejemplo, homo, significan muchos individuos a la vez, una colección de seres, o, mejor dicho, en cuanto y porque es una denominación común a muchos. El segundo, que no es más que un nominalismo mitigado, traslada al concepto interno lo que el nominalismo rígido aplica a la palabra. El concepto homo es universal, no porque contiene y representa la naturaleza humana como una esencia común e idéntica en muchos individuos, sino porque es un concepto que representa y se refiere a todos los individuos humanos indistintamente y de una manera [137] colectiva, así como la palabra homo significa y es aplicable a todos y a cada uno de los individuos. El tercero dice: «Cuando el entendimiento, prescindiendo de las diferencias individuales, concibe la naturaleza humana, en lo que tiene de esencial y necesario, y, por consiguiente, como universal o común a todos los que tienen esa naturaleza, la cosa representada y contenida en este concepto es la misma esencia humana que existe fuera de nosotros, y, por consiguiente, los universales tienen realidad objetiva por parte de la naturaleza que se denomina universal, pero no por parte de la misma universalidad, la cual es una consecuencia, es una forma resultante del modo con que nuestro entendimiento concibe las cosas, es decir, haciendo abstracción de las diferencias individuantes y de la singularidad. En otros términos: la naturaleza, que es concebida, conocida y denominada universal, existe realmente fuera de nosotros, y es la misma que existe en los individuos; el modo con que la concebimos y representamos, no existe fuera de nosotros, sino en el entendimiento. El cuarto dice: no solamente existe fuera de nosotros la cosa o naturaleza representada y contenida en el concepto homo, sino que existe realmente según el modo con que la concebimos y representamos, es decir, como una realidad, como una naturaleza humana que existe en sí misma y por sí misma fuera de todos los individuos; como una esencia humana general y pura que no es este hombre ni aquel, y que carece de todo accidente extraño a la esencia, y de toda modificación o diferencia singular.

La fórmula escolástico-científica del nominalismo, tanto del rígido como del mitigado o conceptualismo, [138] es universale post rem; porque, en efecto, la universalidad de las palabras y de los conceptos se forma, o después, o en virtud del conocimiento de la cosa existente fuera del entendimiento, que son los individuos. El realismo aristotélico es significado por la siguiente fórmula: universale in re, en atención a que la realidad objetiva denominada universal existe efectivamente en los individuos, aunque no con el modo o forma de universalidad. Finalmente, universale ante rem, es la fórmula del realismo platónico o absoluto, según el cual la realidad objetiva representada y denominada universal, existe fuera de los individuos y es anterior a ellos.

Una vez expuestas y conocidas ya por el lector las teorías diferentes acerca de los universales, con sus denominaciones y fórmulas, al historiar las opiniones de los filósofos escolásticos durante esta época y las siguientes, nos limitaremos a señalar el sistema adoptado por cada cual con respecto a este problema, sin perjuicio de indicar, cuando se presenten, las desviaciones parciales acerca de este punto.