φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo segundo:4041424344454647484950Imprima esta página

§ 48. Guillermo de París

Entre los filósofos escolásticos que florecieron en la primera mitad del siglo XIII, es digno de mención Guillermo de Auvernia, así llamado por haber sido natural de esta provincia, pero más comúnmente apellidado Guillermo de París, por haber sido Obispo de la capital de Francia desde 1228 hasta su muerte, acaecida en 1249.

Aparte de sus libros morales, ascéticos y teológicos, Guillermo de París escribió un tratado especial De immortalitate animae, y otro más extenso e importante, cuyo título es De Universo, especie de tratado enciclopédico en que se tratan y discuten muchas cuestiones teológicas y filosóficas.

En el primero, el Obispo de París expone, con tanta fuerza como claridad y sencillez, las principales [192] pruebas en favor de la inmortalidad del alma humana, comenzando por los argumentos morales, para seguir y terminar con los que pertenecen al orden físico y al orden metafísico.

Tanto en este tratado como principalmente en el titulado De Universo, Guillermo expone y discute muchas opiniones y teorías de Pitágoras, Platón, Aristóteles, Algazel, Alfarabi, Avicebrón, Avicena y algunos otros filósofos griegos y árabes, cuyas opiniones y escritos conocía con bastante exactitud, atendida la época en que escribió, siendo digno de notarse que al hablar de Avicebrón, cuyo Fons vitae cita bajo el nombre de Fons sapientiae, se inclina a creer que fue cristiano, atendida la afinidad de algunos puntos de su doctrina con la de la religión cristiana,{1} especialmente en orden al Verbo o inteligencia divina como causa del mundo.

La doctrina y teorías de Platón y de Aristóteles son naturalmente las que se presentan con mayor frecuencia bajo la pluma de Guillermo de París, que pone especial cuidado en rebatirlas y demostrar su falsedad siempre que se oponen a la Filosofía cristiana y a la verdad revelada. Fuera de este terreno, el Obispo de París sigue y se inclina generalmente a la doctrina de Aristóteles, sin perjuicio de abandonarla más de una vez, para seguir las soluciones platónicas, o adoptar algún punto de vista propio y más o menos original. [193]

Así, por ejemplo, con respecto a la teoría psicológica, después de rechazar y rebatir la doctrina de Platón acerca de la preexistencia de las almas y de su unión con el cuerpo como castigo de alguna culpa, parece indicar que el alma se une al cuerpo como el motor al instrumento,{2} sin perjuicio de considerar como natural la unión del alma con el cuerpo (incorporatio igitur animarum humanarum naturalis est; esse in corporibus est animabus nostris naturale), con lo cual parece acercarse otra vez a la teoría aristotélica y alejarse de la platónica.

En la teoría del conocimiento, el obispo de París adopta un punto de vista relativamente original, y como un término medio entre las teorías de Platón y de Aristóteles. Rechaza, por un lado, la teoría de la reminiscencia y las ideas innatas del primero, pero al mismo tiempo rechaza, o al menos prescinde del entendimiento agente del segundo. La intelección se verifica, según el filósofo auvernés, por medio de semejanzas o especies impresas o producidas en el entendimiento por los objetos inteligibles (similitudines intelligibilium impressae ab eisdem (rebus intelligibilibus) intellectui nostro) directamente sin intervención del entendimiento agente, así como la sensación se verifica por medio de la acción o impresión causada en el órgano por la cosa sensible:Sensibile non aliter per sensum [194] cognoscitur, nisi per actionem suam in organum et impressionem suae similitudinis in eodem; sic et intellectum se habere necessitate videtur.

En conformidad con esta teoría del conocimiento intelectual, parece inclinarse, o al menos se aproxima a la solución platónica en el problema de los universales,{3} pero sin adoptarla de una manera precisa y clara, y hasta rechazándola implícitamente en otros pasajes, en los cuales enseña que el mundo arquetipo e inteligible de Platón, sólo es admisible a condición de que no se le atribuya realidad alguna fuera de la esencia del Creador o de su Verbo, como sabiduría divina engendrada desde la eternidad: mundus archetypus proprie est sapientia ab ipso Creatore aeternaliter genita, quam Dei Filium et Deum doctrina fidesque Christianorum verissime nominat.

El estilo de Guillermo parisiense es bastante sencillo y natural. Su método es mucho menos escolástico que el de sus contemporáneos y sucesores. Emplea poco la forma silogística, poco también los argumentos y respuestas, y menos todavía las definiciones y divisiones. La vaguedad, incertidumbre y oscuridad que se notan en algunos puntos de su doctrina, reconocen por causa principal, en nuestro sentir, el abandono o descuido excesivo del método escolástico. En esta, como en otras materias, el defecto y el exceso son igualmente dañosos y vituperables.

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{1} «Avicembron autem theologus, nomine et stylo, ut videtur, arabs, istud evidenter apprehendit, cum et de hoc in libro, quem vocat Fontem sapientiae, mentionem expressam faciat, et librum singularem de Verbo Dei agente omnia, scribat. Ego autem, propter hoc, puto ipsum fuisse christianum.» De Universo, pág. I, cap. XXVI.

{2} Así parece desprenderse de la comparación que establece refiriéndose al tañedor de vihuela: «Neque enim dico artem cytharizandi, vel musicam mori in citharedo, destructioue cytharae ipsius, licet actus cytharizandi moriatur et pereat in eo... Sic et vires ipsius animae humanae, destructis organis, illesae permanent apud animam humanam.» De Univ., p. 2ª, cap. XIII.

{3} «Necesse est res intelligibiles ita se habere, sicut de eis testificatur intellectus. Testificatur autem eas esse communes, sempiternas, et seorsum a generatione et corruptione, et ab omni tumultu mutationum: sic igitur, eas, et esse, et se habere, necesse est.» De Universo, p. 2.ª cap. XIII.