φñZeferino GonzálezHistoria de la Filosofía (1886)

tomo tercero:12345678910Imprima esta página

§ 9. La escuela aristotélico-averroista

Ya dejamos indicado que el peripatetismo averroísta, y con especialidad la teoría del filósofo cordobés acerca de la unidad del entendimiento humano, tuvo partidarios más o menos fieles, más o menos manifiestos, a contar desde los últimos años del siglo XII. A la sombra del Renacimiento, y favorecido por la confusión, amalgama y choque de sistemas filosóficos iniciado por éste, el averroísmo levantó la cabeza, y tuvo muchos y ardientes partidarios en las universidades de Italia, y principalmente en la de Padua, en la cual puede decirse que dominó hasta mediados del siglo XVII. La tesis capital del averroísmo en la época que nos ocupa, y considerado desde el punto de vista cristiano, es su teoría sobre el entendimiento humano, teoría que entraña la negación de la inmortalidad del alma.

Aunque son muchos los que han hablado y escrito acerca de esta teoría averroísta, son pocos, muy pocos, los que lo han hecho con verdad y exactitud filosófica, contribuyendo a ello la ignorancia de la terminología y de la doctrina escolásticas, condición absolutamente indispensable para comprender el sentido real y verdadero de la teoría psicológica de Averroes. Los que quieran formar idea, ya que no cabal y completa, al menos exacta y clara, de la doctrina averroísta en [31] este punto, deben no perder de vista lo siguiente:

1.º Para el filósofo cordobés, lo mismo que para los antiguos escolásticos, el alma sensitiva de los brutos superiores o más perfectos lleva consigo o posee cuatro potencias o sentidos interiores, que son: el sentido común, la imaginación, la memoria y la estimativa. El oficio o función propia de esta última es percibir y juzgar, pero con juicio instintivo y no comparativo, ciertas cualidades y atributos de los objetos singulares y sensibles, como cuando la oveja huye del lobo, porque percibe y juzga que es su contrario y enemigo.

2.º Lo que en los animales es y se llama estimativa, y es principio de percepciones meramente instintivas, en el hombre adquiere cierto grado de perfección, por lo mismo que radica en una alma más perfecta que la de los brutos. En virtud de esta mayor perfección de la estimativa en el hombre, éste percibe y juzga ciertas cualidades y atributos que existen en los objetos sensibles singulares, pero no de una manera puramente instintiva y fatal, sino comparando esos objetos singulares sensibles, razón por la cual lo que se llama estimativa en los brutos recibe el nombre de cogitativa en el hombre, y también el de razón particular (ratio particularis) para distinguirla del entendimiento o razón universal.

3.º De lo dicho se infiere, que lo que Averroes –lo mismo que los antiguos escolásticos cristianos– apellida cogitativa, vix cogitatrix, ratio particularis, es una potencia sensitiva quoad substantiam; es una facultad perteneciente al orden sensible, y que, por consiguiente, nace y perece con el alma sensible de que es potencia.[32]

Esto supuesto, he aquí ahora la teoría de Averroes:

a) Cada hombre particular se halla constituido en la especie humana, y se halla vivificado e informado substancialmente por la que llamamos generalmente alma humana, la cual, aunque es más perfecta que la de los brutos, no pertenece, sin embargo, a la esfera de las formas o substancias espirituales subsistentes e intelectuales, sino más bien al orden sensible, a la esfera de los seres sensibles.

b) Además de esta alma humano-sensitiva, que es la forma substancial intrínseca de cada hombre individual, existe otra alma, que pudiéramos llamarhumano-inteligente, la cual se une a cada hombre, no con unión substancial, no por información interna y específica, sino por unión de asistencia y de presencia, por comunicación de potencias y funciones intelectuales.

c) De manera que esta alma humano-inteligente debe concebirse como una substancia intelectual, subsistente por sí y separada de todo cuerpo, la cual sirve de forma a toda la especie humana, no por información propiamente substancial e interna, sino con información accidental y externa, o sea por razón de su presencia, asistencia y comunicación con todos y cada uno de los hombres, sin formar parte esencial y constitutiva de los mismos, pues esto pertenece al alma humano-sensitiva.

d) Por medio de la facultad cogitativa, que es la potencia y la función más perfecta de esta alma humano-sensitiva, se establece, conserva y desarrolla la comunicación permanente entre el individuo humano y la inteligencia universal de la especie, o sea con el [33] alma humano-inteligente, el alma una y superior, que es independiente en cuanto a su esencia, existencia y substancia de cada individuo humano; porque esta inteligencia o alma universal, que está siempre presente y asiste a cada hombre singular, percibe y conoce los objetos universales y las verdades necesarias, abstrayendo y elaborando sus ideas y concepciones universales de las especies o representaciones sensibles y singulares contenidas en la cogitativa, después de haber pasado por otros sentidos externos e internos. En suma: la intelección, el conocimiento de la verdad y la ciencia, como actos y manifestaciones de lo que llamamos entendimiento humano, proceden, pertenecen y residen exclusivamente en el alma humano-inteligente, forma separada y distinta in essendo, in substantia et in existendo de cada individuo; pero pertenecen al individuo, y se dice que existen en el individuo humano, en cuanto que son ocasionadas y excitadas por la cogitativa, facultad que suministra los objetos y representaciones necesarias al efecto, y que sirve de lazo de unión entre el alma personal (la humano-sensitiva) y el alma inteligente separada y común a todos los individuos.

e) El alma humano-sensitiva, que es la verdadera forma substancial del hombre, comienza a existir con el cuerpo humano; pero el alma universal o humano-inteligente, sólo comienza a existir en el hombre, o, digamos mejor, asiste al hombre-individuo, cuando la cogitativa se halla en disposición de suministrarle los materiales necesarios para la intelección y demás funciones puramente intelectuales. Cuando muere el hombre, perece el alma humana individual que le sirve de [34] forma substancial, desaparece la comunicación personal y consciente del mismo con la inteligencia separada, o sea con el alma humano-inteligente, y desaparece, por lo mismo, la personalidad consciente e inteligente del individuo, del cual es parte esencial y substancial la forma humano-sensitiva.

Tal es, en resumen, la famosa teoría averroísta de la unidad del entendimiento humano, teoría que, según se desprende de lo dicho, es absolutamente incompatible con la inmortalidad del alma humana en el sentido propio de la palabra, y con la existencia de una vida futura, con premio y castigo para las acciones de cada hombre. No es de extrañar, por lo tanto, que la Iglesia haya mirado siempre con recelo y con aversión marcada al averroísmo, oponiéndose a sus manifestaciones y progresos.