Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González
Filosofía elemental
Libro primero: Lógica. Sección segunda: Lógica especial

Descartes, Arnauld, Locke con muchos otros filósofos modernos, dieron tal extensión a la Lógica, que hicieron entrar en ella las cuestiones relativas a la naturaleza de las facultades del alma, al origen de las ideas, a la naturaleza y origen del conocimiento, con otras cuestiones pertenecientes a la psicología y a la ideología. Por el contrario, algunos otros modernos circunscriben tanto las materias y objeto de la Lógica, que pretenden que sólo debe ocuparse de enseñar las reglas generales del silogismo puro, o abstraído de toda materia, lo cual equivale a reducirla a lo que los antiguos llamaban Lógica Menor, y es la misma contenida en la sección anterior, o sea la Lógica general.

Nosotros, apartándonos de estos dos extremos, creemos que la Lógica, además de esas nociones generales y de las leyes del silogismo contenidas en la sección precedente, debe tratar de ciertas materias que tienen una relación más o menos inmediata con esas nociones y leyes, y con especialidad que debe tratar de los criterios de la verdad, de la certeza, de la probabilidad, del método, con otras materias análogas. Trataremos, por lo tanto, en esta sección: 1º de la Lógica en sí misma: 2º de la verdad y sus criterios: 3º de la crítica en sus relaciones con la probabilidad, opinión y duda: 4º del método. [115]

Capítulo primero
De la Lógica

Así como los actos o movimientos naturales de la mano pueden subordinarse a ciertas reglas, lo cual da origen a la pintura, escultura, y otras artes, así también los actos naturales y espontáneos de la razón humana pueden subordinarse a ciertas reglas y a la dirección refleja de la misma razón (1), en virtud de las cuales el entendimiento realiza la investigación y alcanza la posesión de la verdad con cierta facilidad y seguridad. Y ésta dirección científica y refleja de los actos del entendimiento en orden a la verdad, es lo que constituye la Lógica, o mejor dicho, lo que se obtiene mediante ésta facultad. [116]

{(1) Esta observacion, que contiene la razon de ser y el orígen filosófico de la Lógica, no es nuestra, sino de santo Tomás, el cual la expone en los siguientes términos: «Ratio non solum dirigere potest inferiorum partium actus, sed etiam actus sui directiva est; hoc enim est proprium intellective parti, ut in seipsum, et similiter ratio de suo actu ratiocinare potest. Sicut igitur ex hoc quod ratio de actu manus ratiocinatur, adinventa est ars aedificatoria vel fabrilis, per quas homo faciliter et ordinate hujus actus exercere potest, eadem ratione ars quaedam est necessaria, quae sit directiva ipsius actus rationes, per quam, scilicet, homo in ipso actu rationes ordinate, et feciliter, et sine errore procedat: et haec est ars logica, id est, rationales scientia, quae est circa ipsum actum rationis sicut circa propriam materiam.» Poster., lib. I, lec. 1ª.}

Artículo primero
Noción e importancia de la Lógica

Definición.

Tomada la Lógica en un sentido general y lato, según que comprende la artificial y natural, es la facultad de discurrir rectamente. Puede dividirse en natural y artificial. La primera es la facultad o poder inherente a la razón humana para concebir, juzgar y discurrir acerca de las cosas, de manera que ésta se encuentra en todo hombre que tenga uso de razón, pero no en igual grado, puesto que observamos que unos piensan y discurren naturalmente con más rectitud, perfección y sagacidad que otros. La artificial puede definirse: un hábito adquirido, que nos enseña las leyes del recto raciocinio, mediante las cuales es dirigido el entendimiento a la posesión o descubrimiento de la verdad. Al decir que la lógica artificial enseña las leyes del raciocinio, se dice implícitamente que enseña también las de la percepción y el juicio, toda vez que el conocimiento y uso de las primeras, presupone necesariamente las segundas.

División de la Lógica.

Suelen algunos dividir la Lógica artificial o adquirida, en Dialéctica y Apodíctica, o sea en Lógica disputante, y Lógica demostrante. La primera tiene por objeto la materia probable, o mejor dicho, trata del silogismo probable en todas sus relaciones. La segunda trata del silogismo demostrativo, o sea de las leyes del raciocinio en orden a la materia o verdades necesarias. Más bien que como dos especies de lógica, deben considerarse como dos partes integrantes de ésta ciencia.

También solían dividir la Lógica en docente y utente, entendiendo por la primera el conjunto de las leyes e instrumentos racionales y dialécticos que se enseñan en la Lógica para discurrir o raciocinar bien; y por la segunda, la aplicación o uso de esas leyes e instrumentos a determinadas [117] materias. Fácil es reconocer por aquí, que la docente es la única que merece el nombre de Lógica, puesto que la utente, como tal, lo mismo se puede hallar en la Lógica que en otras ciencias.

Fin de la Lógica.

De la definición aducida de la Lógica artificial, se infiere que el fin próximo de la misma es dirigir las operaciones del entendimiento en la investigación y la adquisición de la verdad; el fin remoto es hallar y explicar la verdad, porque a ésto se enderezan y tienden de su naturaleza las leyes e instrumentos racionales y científicos del recto raciocinio.

Oficio de la Lógica.

Empero así como orador es aquél que habla del modo conveniente para persuadir, por más que realmente no persuada, no obstante de que la persuasión es el fin del orador, así también el oficio del lógico es conocer y aplicar las leyes e instrumentos convenientes para descubrir y explicar la verdad, lo cual se verifica principalmente por medio de la definición, la división y la argumentación, en las cuales se incluyen de una manera más o menos directa e inmediata todos los demás preceptos e instrumentos lógicos. De aquí es que el oficio de la Lógica tiene aplicación en todas y a todas las ciencias, las cuales se sirven de las definiciones, divisiones y raciocinios para llegar al conocimiento racional y científico de un objeto. Así es que la Lógica puede decirse la introducción general para las ciencias: y Aristóteles la apellidó con razón modus sciendi.

Importancia y utilidad de la Lógica.

Despréndese de lo que acabamos de consignar cuánta sea la importancia de la Lógica, toda vez que las demás ciencias dependen necesariamente de ella.

Conviene notar, sin embargo, que una ciencia puede considerarse: 1º en estado perfecto, es decir, en cuanto abraza el conocimiento completo de las verdades y conclusiones pertenecientes a la misma, y del enlace y relaciones que entre sí tienen: 2º en estado imperfecto, según que incluye el conocimiento de las verdades y conclusiones más fáciles de alguna [118] ciencia. Si hablamos de las ciencias bajo el primer punto de vista, bien puede decirse que la Lógica es necesaria para su adquisición; porque sin ella no es posible, ni hacer con seguridad las demostraciones científicas, principalmente cuando envuelven varios silogismos o raciocinios más o menos largos, ni tampoco es posible resolver éstas demostraciones en sus primeros principios, adquiriendo de esta suerte la seguridad refleja de su valor científico. Y dicho esto se está de suyo que ni lo uno ni lo otro es posible sin el auxilio de la Lógica artificial.

Si se trata empero de la ciencia imperfecta, o sea del conocimiento de las verdades más fáciles de la misma, la lógica artificial o adquirida no es absolutamente necesaria, bastando al efecto la natural, o sea la luz de la razón, especialmente si va acompañada de cierto grado de cultura y de cierta sagacidad espontánea, como se observa en muchos hombres.

Artículo II
Naturaleza de la Lógica

Observaciones previas.

Los Escolásticos solían señalar en nuestro entendimiento cinco hábitos o virtudes intelectuales, que son como otros tantos modos de relación de la razón humana con la verdad a cuya posesión aspira. Llamaban a estos cinco hábitos intelectuales;

a) Inteligencia que no es otra cosa más que el conjunto de los primeros principios cuya verdad es percibida por nuestro entendimiento de una manera connatural y espontánea. Santo Tomás la apellida algunas veces intellectus, y no es otra cosa en el fondo más que la aptitud o facilidad inherente a nuestro entendimiento, en cuanto es una impresión de la luz divina y una semejanza de la verdad increada, según la profunda expresión del mismo santo doctor, para conocer y asentir a la verdad necesaria, inmutable y universal que resplandece en [119] los primeros principios. En resumen: la inteligencia tomada subjetivamente, es la aptitud natural y la facilidad inherente al entendimiento para percibir instantáneamente la verdad de los primeros principios, y para asentir a ella de una manera necesaria. Tomada objetivamente, podemos decir que es el conjunto de esos mismos primeros principios que se conservan habitualmente en la razón (1).

{(1) Teniendo presente este doble aspecto de la inteligencia se comprenden y explican fácilmente algunos pasajes de santo Tomás y otros autores antiguos, que ofrecen variedad de nociones acerca de este hábito intelectual.}

Infiérese de lo expuesto: 1º que la inteligencia, considerada subjetivamente, es un hábito propiamente natural e innato: considerada objetivamente, aunque no es innato en todo rigor, porque presupone el acto de conocer por simple percepción, puede apellidarse connatural y cuasi-innato, en atención a que basta que los principios se presenten a la razón para ser conocidos por ésta como verdaderos: 2º que éste hábito intelectual es el principio fundamental de las ciencias; porque la verdad es que en cualquier ciencia la evidencia y la certeza científicas traen su origen y reciben su fuerza de los primeros principios; y por otra parte, toda ciencia viene a ser en el fondo, o la aplicación de los primeros principios a fenómenos y hechos particulares, o el desenvolvimiento lógico de las verdades contenidas virtualmente en los primeros principios.

b) Llámase sabiduría, el conocimiento cierto y evidente de las cosas por medio de sus causa superiores; y por eso este nombre solían reservarlo los antiguos para la metafísica y la teología, en razón a la sublimidad de objetos y superioridad de causas de que se ocupan estas dos ciencias. Porque el nombre de

c) Ciencia se reserva para el conocimiento cierto y evidente de las cosas por medio de sus causas inferiores o menos universales. Así es que todo conocimiento acerca de algún [120] objeto adquirido por medio de legítima demostración, puede recibir el nombre de ciencia.

d) Prudencia se llama aquel hábito que perfecciona al entendimiento en orden a las acciones humanas bajo el punto de vista de la moralidad. En los actos humanos podemos considerar su bondad o malicia física, y al mismo tiempo la bondad o malicia moral que necesariamente los acompaña en el mero hecho de ser libres. En el acto de pintar, por ejemplo, hay la bondad física, si la pintura es buena artísticamente considerada, y al propio tiempo puede ser mala moralmente si se ordena a un fin malo. La dirección conveniente de los actos humanos considerados en el orden moral, pertenece al hábito de la prudencia; pero su dirección en el orden físico pertenece al

e) Arte que puede definirse en general: cierta facilidad adquirida con el estudio y el uso, mediante la cual el entendimiento dirige y ejecuta convenientemente las obras exteriores (1). Así como la prudencia tiene pro principal objeto los actos humanos en sus relaciones con la libertad, los fines y la intención moral, así por el contrario el arte mira los actos humanos principalmente en cuanto se refieren a alguna materia externa. Los Escolásticos solían indicar esta diferencia, definiendo la prudencia: recta ratio agibilium, y al arte; recta ratio factibilium.

{(1) Ésta definicion se refiere a las artes mecánicas y puramente materiales, por decirlo así, pues aquí se prescinde de las artes liberales o superiores.}

En vista de lo expuesto, no será difícil determinar la naturaleza de la Lógica, y a cual de estos hábitos pertenece.

Tesis
La Lógica es una verdadera ciencia, pero participa algo del arte.

Pruébase la primera parte. Por ciencia entendemos [121] el conocimiento cierto y evidente de alguna cosa por sus causas, adquirido por medio de la demostración; es así que la Lógica demuestra con certeza y evidencia varias verdades relativas a su objeto; por ejemplo: demuestra que la definición esencial debe constar de género y diferencia; que el silogismo debe constar de tres términos; que dos proposiciones contradictorias no pueden ser las dos verdaderas o falsas, que el término medio del silogismo se debe tomar distributivamente en alguna de las premisas, con otras cosas análogas, reduciendo o resolviendo estas diferentes demostraciones en principios de evidencia inmediata, como son los del silogismo, y el principio de contradicción: luego reúne todas las condiciones necesarias para la razón de ciencia verdadera o propiamente dicha.

La 2ª parte no ofrece dificultad, siendo como es evidente que la Lógica se distingue de otras ciencias filosóficas, en que presente muchas de las verdades o investigaciones relativas a su objeto y materia bajo la forma de reglas o preceptos, como acabamos de ver en la Lógica General.

Bajo este punto de vista se dice que participa del arte, o lo que es lo mismo, que tiene cierta semejanza y analogía con las artes en cuanto al modo o forma con que expone y presenta algunas de sus verdades.

Puede objetarse contra esta tesis: 1º que la ciencia se refiere a cosas necesarias e inmutables, porque, como se dice vulgarmente, scientia non est de contingentibus: luego siendo la definición, la proposición, las argumentaciones y demás materias análogas de que trata la Lógica, cosas contingentes que pueden hacerse o no por nuestro entendimiento, parece que la Lógica, cuyo objeto constituyen, no puede ser verdadera ciencia.

2º El instrumento se distingue de aquellas cosas con respecto a las cuales es instrumento; es así que la Lógica es llamada y considerada con razón como instrumento de las ciencias: luego no lo será ella.

A la primera objeción se responde que la necesidad e inmutabilidad que exige la ciencia se refiere solamente a la [122] esencia y atributos o propiedades del objeto y no a su existencia; pues de lo contrario no podría haber más ciencia que la teodicea, que tiene por objeto a Dios, único ser que envuelve necesidad e inmutabilidad en cuanto a la existencia. Para que la Lógica, pues, sea verdadera ciencia, basta que la definición, el silogismo, &c., tengan una naturaleza y atributos o propiedades determinadas y necesarias, siendo indiferente al efecto que existan realmente tales definiciones o silogismos; porque las ciencias abstraen o prescinden de la existencia individual de los objetos. Que se formule o que no se formule el silogismo, siempre será verdad, y verdad necesaria, que el silogismo no puede ser concluyente y legítimo si no consta de tres términos combinados convenientemente o según reglas determinadas. Esta respuesta se condensa en términos de escuela en la siguiente distinción: «la ciencia se refiere a cosas necesarias e inmutables, quoad existentiam, neg. quoad essentiam et proprietates seu attributa cum ea connexa, conc.».

Para disipar la segunda objeción basta observar que la Lógica se refiere directa y principalmente a lo que constituye su objeto propio, cual es enseñar a definir, argumentar, &c., lo cual hace científicamente, según hemos visto, señalando la razón y las causas de la recta definición, argumentación, &c., y bajo este punto de vista le corresponde principalmente el nombre de ciencia. Al mismo tiempo podemos considerar la Lógica precisamente por la aplicación y uso que tiene en las demás ciencias, y bajo este punto de vista le conviene el ser instrumento general de las demás ciencias, y es lo mismo que los Escolásticos llamaban Lógica utens. Claro es que este uso de la Lógica en las otras ciencias, es un cosa accidental con respecto a la misma, y que lejos de impedir, más bien exige y presupone en ella la razón de ciencia. Si se quiere contestar en términos de escuela, bastará distinguir las premisas: El instrumento puro se distingue &c., conc, el instrumento científico, neg. La Lógica es considerada como instrumento puro, neg., como instrumento científico, conc. [123]

Artículo III
Objeto de la Lógica

Observaciones previas.

1ª Llámase objeto de una ciencia la materia o cosas que considera o investiga. Esta materia, considerada en sí misma, constituye el objeto material de la ciencia. El punto de vista especial, o la razón particular que en esta materia considera e investiga la ciencia, se llama su objeto formal. Un ejemplo aclarará esto. La luz es el objeto material de la óptica, porque es la materia a que se refieren sus investigaciones y las verdades que demuestra: el movimiento de la luz o sea la dirección de sus rayos constituye el objeto formal de la óptica; porque esta dirección de los rayos es lo que considera en la luz esta ciencia, prescindiendo de las demás propiedades o fenómenos y hasta de su naturaleza íntima. Una cosa análoga sucede con las potencias o facultades, ya sean perceptivas, ya sean afectivas. Los cuerpos son el objeto material de la vista, porque son las cosas que se ven: el color es su objeto formal, porque es lo que en los cuerpos percibe la vista. Los seres son el objeto material de la voluntad, porque son las cosas que ésta quiere o no quiere, ama o aborrece: la bondad es su objeto formal, porque lo que ésta quiere o ama, lo quiere o ama bajo la razón de bien. Los que han ridiculizado estas distinciones de los Escolásticos manifiestan haber meditado poco sobre su importancia y sobre su exactitud aun en el orden psicológico.

2ª Siendo toda ciencia un conocimiento adquirido por medio de demostraciones, y exigiendo ésta proposiciones de evidencia inmediata o primeros principios que sirvan de base y fundamento, toda ciencia encierra primeros principios, con cuyo auxilio la razón procede a demostrar las verdades relativas a su objeto. Estos primeros principios de cada ciencia constituyen su objeto formal quo, apellidado también por los Escolásticos ratio sub qua. [124]

3ª El objeto material y formal de una ciencia o facultad reunidos, constituyen el objeto total de aquella, y es la misma que los Escolásticos apellidan objectum attributionis.

Tesis
El objeto material de la Lógica son las cosas conocidas por el entendimiento: el objeto formal de la misma, es la disposición artificiosa que el entendimiento pone en ellas para favorecer el conocimiento.

La 1ª parte es evidente por sí misma, puesto que todas las cosas conocidas, o sean las ideas y nociones más o menos completas y exactas que tenemos de los varios objetos que se presentan a nuestro entendimiento, son las que suministran materia para las definiciones, divisiones, silogismos, proposiciones, reglas, &c., &c., de que trata la Lógica.

Pruébase la 2ª parte. Lo que la Lógica considera en las cosas por nosotros conocidas o cognoscibles, y lo que enseña y demuestra con respecto a las mismas, es la disposición conveniente o artificiosa de las mismas en forma de definición, argumentación, silogismo, división, &c. Luego esta forma artificial, mediante la cual los conceptos se ordenan y combinan del modo conveniente para llegar al conocimiento de lo desconocido, o para perfeccionar y completar los conocimientos imperfectos que poseemos, es lo que constituye el objeto formal de la Lógica. En otros términos: la Lógica en los conceptos o nociones que tenemos de los objetos, nociones que constituyen su materia u objeto material, considera, investiga y demuestra el modo o forma con que deben ordenarse y combinarse para facilitar el conocimiento de la verdad; y por consiguiente, esa forma o disposición artificiosa constituye su objeto formal; y se llama con propiedad ente de razón, porque no tiene más ser objetivo que el que le da el mismo entendimiento al concebirla en los objetos como conocidos. [125]

Objeciones

1ª La definición y la argumentación pertenecen al objeto formal de la Lógica; es así que la definición y la argumentación son operaciones del entendimiento: luego el objeto formal de la Lógica serán las operaciones del entendimiento y no la forma artificiosa o ente de razón.

Resp. distinguiendo la mayor. La definición, &c., en cuanto son acciones del entendimiento precisamente, pertenecen al objeto formal de la Lógica: neg. en cuanto incluyen o contienen la disposición conveniente de los conceptos, conc. La argumentación, lo mismo que la definición y otras operaciones de la razón, pueden considerarse: 1º precisamente en cuanto son acciones vitales determinadas del entendimiento, o si se quiere, diversas manifestaciones de la actividad intelectual: 2º en cuanto incluyen un orden determinado, o combinación relativa de conceptos. El tratar de la argumentación o raciocinio, juicio, &c., en cuanto son funciones y manifestaciones determinadas de la actividad intelectual, pertenece a la psicología y no a la Lógica, la cual sólo considera en aquellas operaciones el orden relativo de los conceptos a que se refieren y la disposición artificiosa que deben tener para formar una buena definición, un buen silogismo, &c. Hablando escolásticamente, se puede responder diciendo: La definición, argumentación, &c., effectivae, pertenecen al objeto formal, neg. quatenus effectus, conc.

2ª La disposición artificiosa de los conceptos es un ente de razón: luego no puede ser objeto formal de la Lógica. Prueb. la cons. Las ciencias se especifican y distinguen esencialmente por razón de sus objetos; es así que un ente de razón no puede especificar ni distinguir esencialmente a un ente real como es la Lógica, puesto que es una ciencia real y verdadera: luego si la disposición artificiosa, &c.

Resp. neg. la cons. y distinguiendo la may. de la prueba.

Las ciencias se especifican, &c., extrínsecamente conc. por modo de especificativo interno, neg. Una naturaleza puede [126] recibir determinación específica y distinción esencial en virtud de la relación trascendental que dice a otra cosa puesta fuera de ella, y en este sentido se dice que las ciencias y las potencias o facultades vitales se distinguen y especifican por sus objetos, como el entendimiento se distingue de la voluntad, porque aquél incluye una relación esencial y necesaria a lo verdadero, así como la voluntad la incluye a lo bueno, ad bonum. Por eso y en este sentido se dice que el objeto especifica y distingue las ciencias extrínsecamente, es decir, como específicamente externo; pues el interno es la misma relación trascendental de la ciencia al objeto. Si se tratara del especificativo interno de una naturaleza, como lo es el alma racional respecto del hombre, no podría ser un ente de razón, siendo la Lógica un ser real; porque lo que especifica y distingue interne es una parte de la misma cosa especificada, y por consiguiente, si ésta es real, también lo será lo que la especifica y distingue esencialmente de otras cosas.

Para prevenir instancias de la objeción, téngase presente que esta relación al objeto no es predicamental, sino trascendental, y por consiguiente embebida e identificada realmente con el hábito de la ciencia.

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Zeferino González Filosofía elemental (2ª ed.)
Madrid 1876, tomo 1, páginas 114-126