Homenaje a Félix Varela | Sociedad Cubana de Filosofía (exilio) | 1 2 3 4 5 6 |
José Sánchez-Boudy
El Padre Varela: Patria, Independencia y Derechos Humanos
Tienen los grandes hombres ese don de dar fortaleza a los pueblos en los momentos calamitosos. Y es por eso que la figura señera del Presbítero Félix Varela nos trae hoy muchas de las respuestas que buscamos y que él encontró cuando como nosotros luchaba por la libertad de su patria. Digo y uso la palabra a sabiendas, por la libertad de su patria. Una de las Manifestaciones más terribles del pesimismo cubano fue aquella que llevó, a Jorge Mañach, a decir que los males de Cuba se debían a que seguía siendo un pueblo y no se había constituido en nación. Olvidaba la diferencia entre pueblo y nación y se dejaba embaucar por ese elemento individualista que, a pesar de su virulencia, no ha podido, por ejemplo, destruir el concepto español de patria. Si el pueblo es el germen inicial de donde surge la nación, cuando los componentes de sus células se unen en un destino común, la patria es la sublimación de la nación, su signo objetivo. La nación es, pues, un concepto jurídico unido a un sentir: la patria. Un concepto que había cuajado ya en los tiempos de Félix Varela. Por eso, a través de todo El Habanero,{1} siempre la palabra «patria» está presente cuando el hombre, que al decir de Luz y Caballero, nos enseñó a pensar, hablaba de Cuba. Ahí están esas palabras en que fustigó a los traficantes del patriotismo: «La Patria –y escribía la palabra con mayúscula– a nadie debe, todos sus hijos le deben sus servicios. Cuando se presentan [32] méritos patrióticos es para hacer ver que se han cumplido unas obligaciones. Ésta debe ser la máxima de un patriota. Un espectador viene por su paga; pídala en efectivo como un mercenario, désele, y vaya en paz. ¡Cuántas veces se les oye decir que están arrepentidos de haber hecho servicios a la Patria, y que si hubieran consultado mejor sus intereses hubieran sido sus enemigos: Estos viles confunden siempre la patria con el gobierno, y si esto no les premia (merezcan o no el premio) aquello nada vale.» ¡La patria siempre! Nunca la menor duda de que su pueblo era una nación. Una patria. Dice, por lo tanto: «Si el enemigo de la Patria –con mayúscula– les paga mejor … (En Máscaras políticas).»{2} Pudiera yo vaticinar a mi patria días más felices …(En Consideraciones sobre el estado actual de la isla de Cuba);{3} «La Patria –de nuevo con mayúscula– sólo es para los enemigos de la sociedad.» «Que los especuladores políticos aparentan que sólo viven por la patria.» (Las dos últimas citas son de Sociedades secretas en la isla de Cuba).{4}
La patria pues, siempre, como un mentís a la tesis mentada que hoy he visto repetir en el exilio, sobre todo entre los más jóvenes que tratan, con avidez, de encontrar una respuesta al infierno que nos ha caído, y que los ha sacado de su tierra para extranjeras patrias: de que somos pueblo y no nación.
Este sentimiento de patria hizo que Félix Varela buscara desde siempre la independencia de su patria aunque, espíritu previsor como el de Saco, tratara, primero, de extraer de los acontecimientos el máximo beneficio en busca de tal evento y pensara que los acontecimientos políticos de España –con el liberalismo a la cabeza de la nación– llevarían a dar la libertad a Cuba y a reconocer el de las otras colonias ya emancipadas del yugo español.{5} Con respecto a Cuba hubo visión de estadista. Y, también, en el caso de las naciones del Continente. Cuando analizó el caso de la independencia como delegado a las Cortes, indicó a España lo que iba a ser política inglesa. [33] Que lo importante para España, aparte de los lazos de espiritualidad que la debían unir siempre a sus colonias y éstas a ella, era la conservación del comercio con las colonias. Se paliaba así la humillación de la derrota española en el Nuevo Mundo con un pragmatismo genial, el mismo que mostró buscando nuestra independencia por la vía constitucional. Veía el futuro. Sabía que para los grandes imperios mercantiles que regirían el Mundo, lo importante no eran los principios sino el negocio. Tenía Varela ojo de zahorí.
El libro que hace poco vio el mercado y que todos conocemos: Religión y Política en la Cuba del siglo XIX,{6} de el ex-diplomático e historiador Miguel Figueroa y Miranda, arroja nuevos datos sobre el verdadero pensamiento de Varela, en cuanto a la independencia de Cuba, pues al indicar que el Obispo Espada, al parecer, tuvo fuertes inclinaciones independentistas, es fácil colegir que a ambos hombres, a Espada y a Varela, los unía el fervor por la libertad de los pueblos. Ello hace ver que más que decepción ante el liberalismo, que no dio a Cuba las libertades que reclamaba para los españoles, la publicación de El Habanero fue sólo un cambio de técnica y no de sentimiento y que el pensamiento de Varela, fue siempre independentista.
Es más, no es aventurado decir que en «las lecciones de Derecho Constitucional» que Varela pronunció, nombrado por el Obispo Espada, se preparaba el rompimiento de Cuba con la madre patria. Y digo esto porque los acontecimientos cubanos de aquel momento, sólo necesitaban un impulso para que Cuba fuese completamente libre; que se formase una de aquellas juntas que se convirtieron, como en la Argentina, en el núcleo de la libertad de los pueblos sudamericanos.
Un repaso al estado político prevaleciente en Cuba creo que da mucha base a lo que aquí expongo. En efecto, el historiador Figueroa ha podido, pues, escribir, al referirse a una de las enconadas luchas que tuvo que sostener Espada en Cuba: «En resumen se acusa a Espada y a sus facciones» de liberales exaltados que para mejor llevar a cabo sus fines introdujeron y propagaron la masonería en Cuba; [34] que conspiraron activamente por la independencia de la Isla; y que gracias a la enorme influencia política del Obispo, al ascendiente que tenía en las logias y al soborno, logró en repetidas ocasiones que fuesen elegidos Diputados a Cortes O’Gaban, Benítez, Zayas, Valle, Santos Suárez, Félix Varela y Gener, todos ellos «facciosos» de Espada, masones y partidarios de la independencia de Cuba.{7}
Para que se siga viendo el ambiente político de la época dibujado en las líneas mentadas transcribo de Los grandes movimientos políticos cubanos, Movimientos anteriores a 1868 por Manuel Bisbé, Cuadernos de Historia Habanera, La Habana, 1943, pág. 6 y siguientes: «Lo primero que fracasó en Cuba, a pesar de los esfuerzos de Someruelos, que entonces gobernaba la Isla y de Arango y Parreño, fue la constitución de una junta, como las demás que se crearon en las demás colonias de América, a semejanza de la de Sevilla.» Las juntas que, como sabemos, dieron la libertad a América, como he dicho arriba, dan la agitación política prevaleciente. Y es de señalar aquí el papel que en la libertad de Cuba, jugó Arango y Parreño y que no ha sido debidamente estudiado porque se le tiene por leal español. Lo mismo que se dijo de Varela por el hecho de ir a las Cortes. Pero no podía ser muy leal español Varela, el que utilizó, de acuerdo con el Obispo Espada, su cátedra de «Constitución» para adoctrinar en la libertad a un pueblo.
El punto de partida de los que creen a Parreño leal a España fue el hecho de que le dijera a Someruelos que no creara las juntas antes de tener el apoyo de 200 notables de la Isla. Se dice que con el pedimiento las eliminó antes de nacer. Pero tal pensamiento es falso. Lo que sucede es que tanto Varela, Saco y Arango y Parreño, en este caso, fueron hombres de un gran pragmatismo político y grandes conocedores de la situación de su pueblo. Pedir en aquel momento las juntas sin que ellas contaran con el apoyo de los notables era condenarlas al fracaso. El país estaba dominado, entre otros, por los comerciantes. Tenían éstos poder de decisión. La creación de las juntas los hubiera puesto en minoría. Y no hubieran aceptado. [35] Hay que darse cuenta del papel que el elemento económico jugaba en aquellos días. Era vital. Un estudio de la constitución de la junta argentina, verbigracia, bien lo demuestra. Bien lo demuestra la constitución económica de entonces en Cuba. Parreño tenía, pues, los pies en la tierra.
Por qué no vamos a pensar, dado lo narrado, que los cubanos, después de oír las enseñanzas de Varela no iban a pedir reformas. Hubiesen pedido libertad. Y eso lo sabía Varela, sabía lo que inyectaba a sus compatriotas cuando tituló su cátedra: Cátedra de la libertad y de los derechos del hombre. Yo creo que nada mejor, aparte de lo que dejo dicho, que esto que transcribo del estudio anterior de Bisbé: «Un periódico de la época –El Mercurio Cívico–, instaba a los soldados de la guarnición a que escucharan las explicaciones del padre Varela, porque decía «El soldado instruido es el defensor de los derechos del pueblo y de la égida de las constituciones». Prueba al canto del impacto de sus exposiciones.»
Fue siempre, por lo tanto, nuestro gran hombre un independentista. No llegó a él como dice el autor de las citas anteriores, desde el Reformismo. No; el Independentismo era su formación aunque tratara, como Saco, de lograrlo a través de medidas no cruentas. Cuando no pudo ser, se lanzó a proclamar el logro de la independencia por el camino armado.
Una creencia muy generalizada contraria a nuestro aserto es que en Cuba no había una nación que pensase en un levantamiento armado; que la única clase social en realidad existente era la rica: la de los dueños de Ingenios. Que el resto de la población cubana vegetaba miserablemente en oficios diversos.
Que, por lo tanto, Varela no podía haber soñado con un Ideal independentista desde que regentaba la cátedra de constitución. Tal idea se da de cachetes por el hecho de que en la era en que Varela levanta su voz a favor de los derechos del hombre y del ciudadano, las conspiraciones buscando la libertad de nuestra patria estaban rampantes en Cuba como evidencian «la de Francisco Agüero Velasco»; «la de La Cadena» en Camagüey; y la de «Los Rayos y Soles de Bolívar» que era de gran magnitud porque tenía ramificaciones en cuatro provincias. En 1824 se levanta contra España Gaspar A. Rodríguez. [36] El «Águila Negra» de 1828 fue otra de las conspiraciones de la época. En esta atmósfera ya se sabe la impresión que tenía que producir las enseñanzas del Padre Varela, al hablar de derechos individuales y del derecho de los pueblos, en una época en que toda América los invocaba en la lucha contra el poder español; en que Cuba era un fermento.
Hay que ver que el Padre Varela en aquellas lecciones, manejó todos los conceptos que desde la «Revolución francesa» habían sido el acicate de todas las revoluciones contra el poder de las metrópolis o de los Reyes: El pueblo, como depositario de la soberanía; de poder constituyente; y sólo la ley como poder al que había que acatar.
Un punto poco visto en estas lecciones de Varela es que él asentó en Cuba la doctrina de los derechos individuales en forma tal que ella ha sido la constante que nuestro pueblo ha seguido en su desenvolvimiento histórico. En defensa de ellos el pueblo de Cuba lo ha arrostrado todo. Pero es más: En Varela la forma republicana de gobierno nos fue inculcada de tal manera que nunca tuvimos dudas sobre qué derrotero seguir en la libertad. Otros pueblos titubearon aferrándose a sistemas políticos caducos. Por ejemplo, el pueblo argentino una vez libre, pensó en la monarquía y seguía buscando un rey. Otro ejemplo: Cuando América Central se liberta, se une a la monarquía mejicana de Itúrbide. Esta unión implica que en estos países había un sentido federalista y no uno definido de patria como en Cuba, gracias a Varela.
Cuba, sin embargo, busca ávidamente la república. Es que teníamos pegado el gran ejemplo constitucional de los Estados Unidos. Bastaba mirar a 90 millas para ver cómo fructificaban las enseñanzas de Varela.
Y termino indicando otra de las grandes conquistas de Varela: la que hizo que en nuestras clases dirigentes pesaran más los derechos individuales que lo económico. Casi siempre éstos han promovido la independencia de la América Hispana aunque se gritasen al mismo tiempo, con fervor y convencimiento, los derechos individuales. En Cuba no sucedió así: Si bien Arango y Parreño pensó en lo económico cuando con la libertad de comercio logra dar entrada al poder a los cubanos al crear una nueva clase económica y fortalecer la criolla ya existente, [37] Varela insufla en ésta que antes que lo económico están los derechos del hombre y del ciudadano. En forma tal que nuestros patricios, cuando van a la guerra en 1868, queman sus riquezas y dan libertad a sus esclavos.
La guerra se hizo a tizón y machete. Cuba, como bien se indica en el libro del Dr. Ramón Infiesta, Derecho Constitucional, quedó hecha una tabla rasa. Es que el hombre estaba sobre las riquezas. Ésa, señores, con las otras, es la contribución señera del Padre Varela a nuestra historia patria.
José Sánchez-Boudy
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{1} Félix Varela Morales, El Habanero, Madrid, 1974. Las referencias al Habanero son de esta edición.
{2} Pág. 4 y siguientes.
{3} Pág. 14 y siguientes.
{4} Pág. 23 y siguientes.
{5} Varela no fue primero reformista y, más tarde, independentista.
{6} Ediciones Universal, Miami, Florida. 1975, pág. 114.
{7} En el libro citado, pág. 170.