Tomás Lapeña, Ensayo sobre la historia de la filosofía desde el principio del mundo hasta nuestros días
Burgos 1806, tomo I, páginas 28-36
Capítulo III · § único
Filosofía Antediluviana o Estado de la Filosofía antes del Diluvio
Algunos de los que quisieron indagar el origen de la Filosofía, no se detuvieron en el primer hombre formado a imagen y semejanza de Dios, sino que atravesando todos los espacios, que dividen el Cielo de la tierra, fueron a buscarla entre los Ángeles, entre quienes nos la manifiestan con la mayor brillantez, [29] como si la tierra no fuese digna de haberla producido. Esta opinión parece fundada sobre lo que la Escritura nos dice de la naturaleza, y sabiduría de los Ángeles. Es muy natural el pensar, que siendo estos espíritus de una naturaleza muy superior a la nuestra, tienen por consiguiente conocimiento más perfecto de las cosas, y son mucho mejores filósofos que los hombres. Algunos sabios han llevado las cosas todavía más lejos; pues para probarnos la excelencia de la física de los Ángeles dijeron, que Dios se había valido de ellos para hacer el mundo, y formar las diversas criaturas, que le ocupan. Esta opinión, como se verá en sus lugares respectivos, es una consecuencia de las ideas, que tomaron en la doctrina de Pitágoras, y de Platón. Estos dos filósofos embarazados con el infinito espacio que hay entre Dios y los hombres, juzgaron que convenía llenarle de Genios y de Demonios; pero como dice muy bien M. de Fontenelle{1}, ¿de que se podrá llenar el inmenso espacio, que media entre Dios y estos Genios, o Demonios? de Dios a la criatura, de cualquiera especie que esta sea, la distancia es infinita. Como es necesario, que la acción de Dios atraviese, por decirlo así, este vacío infinito para llegar a los Demonios, pudiera igualmente pasar hasta los hombres; quienes no distan sino algunos grados más, los cuales ninguna proporción tienen con la primera distancia, o separación. Aun cuando Dios trata con los hombres por medio de los Ángeles, no es, porque estos sean necesarios para esta comunicación, como lo pretendía Platón: Dios, es verdad, los emplea por ciertas razones, que la Filosofía jamás penetrará, y que nunca podrán ser perfectamente conocidas sino por su infinita sabiduría. Platón imaginó la existencia de los Demonios, para formar una escala [30], por la cual desde una criatura perfecta a otra que lo fuese más, se pudiese subir hasta Dios; de suerte, que desde la criatura más perfecta hasta Dios, no hubiese más que algunos grados de diferencia. Pero cualquiera conoce, que como todas las criaturas están infinitamente distantes de la perfección del Criador, las diferencias que hay entre ellas desaparecen, cuando se las compara con Dios; y la elevación de unas sobre otras apenas las acerca a él: no consultando pues más que la razón humana, parece, que no hay necesidad de Demonios, para que la acción de Dios pase a los hombres, ni para poner entre Dios, y nosotros una especie de escala.
Si los buenos Ángeles, que son los ministros de la voluntad de Dios, y sus mensajeros cerca de los hombres, poseen muchos conocimientos filosóficos, no se debe negar esta prerrogativa a los Ángeles malos, porque su reprobación nada mudó de su naturaleza, ni de la perfección de sus conocimientos; y la prueba de esto se ve en la Astrología, en los Agüeros, y en los Arúspices. El Demonio tentó, y derrotó a nuestros primeros padres con los artificios de una fina, y sutil dialéctica. Muchos sabios imbuidos de las extravagancias platónicas dejaron escrito, que los espíritus réprobos enseñaron a los hombres, a quienes habían podido alucinar, y con quienes habían tenido comercio, muchos secretos de la naturaleza, como la Metalurgia, la Virtud de los simples, el poder de los encantamientos, y el arte de leer en el Cielo el destino de los hombres.
No me detendré en hacer ver cuan miserables son todos los argumentos, con que se pretende probar, que los Ángeles, y los Diablos son grandes filósofos. Dejando esta filosofía de los habitadores del Cielo y del Tánaro, que es superior a nuestro conocimiento, hablaré de la que conviene propiamente a [31] los hombres, y que es únicamente la que pertenece al asunto.
Muchísimos hombres doctos aseguran, que Adán padre de todos los hombres fue un excelente filósofo. Hornio dice,
«creo, que Adán antes de su caída estuvo adornado no tan solamente de todas las cualidades, y de todos los conocimientos, que perfeccionan a la alma, sino que aun después de ella conservó algunos residuos de su primera sabiduría. Teniendo siempre presente la idea de lo que había perdido, su corazón se hallaba violentamente agitado por el deseo de restablecer en sí los conocimientos, que la culpa le había quitado, y disipar las tinieblas, que se los ocultaban. Este deseo le obligó a aplicarse toda la vida al Estudio de la naturaleza, y elevarse a los conocimientos más sublimes; y aun se puede creer, que no dejaría ignorar a sus hijos la mayor parte de sus descubrimientos, pues vivió largo tiempo con ellos.»
Tales son poco más, o menos las razones con que el Doctor Hornio quiere probar, que Adán fue un filósofo del primer orden; y no tendría inconveniente en asociarle los doctores Judíos, si sus fábulas mereciesen algún aprecio; pero me contentaré con añadir algunas otras razones del mismo Hornio al asunto.
«Si no hubiese sido físico Adán, dice, ¿cómo hubiera podido poner a todos los animales los nombres, que según la opinión de algunos, explicaban su naturaleza? De aquí ha sacado Eusebio una prueba respecto a la Lógica de Adán. Por lo que toca a las matemáticas, no se puede dudar, que las supo, porque a no saberlas ¿cómo hubiera podido hacerse de vestir con pieles, construirse una casa, observar el movimiento de los astros, y arreglar el año conforme a la carrera del Sol? Por último, lo que no deja la menor duda, de que Adán fue habilísimo filósofo, es, que escribió varios libros, que contenían los preciosos conocimientos, que había [32] adquirido con su incesante trabajo. Es verdad, que los libros que se le atribuyen a Adán son apócrifos, o se han perdido; pero no importa. No se le hubieran atribuido a Adán, si la tradición no hubiera conservado los títulos de los libros auténticos, de los cuales fue verdaderamente autor.»
No hay cosa más fácil, que refutar estas razones. Lo quo se dice de la sabiduría de Adán antes de su caída, no tiene la menor analogía con la filosofía, en el sentido en que se halla; porque esta sabiduría consistía en el conocimiento de Dios, de sí mismo, y particularmente en el conocimiento práctico de todo lo que podía conducirle a la felicidad, para la cual había nacido. Es muy cierto que Adán tuvo esta especie de sabiduría, pero ¿qué tiene que ver con esta filosofía, que producen la curiosidad, y la admiración, hijas de la ignorancia, que no se adquiere sino por medio de continuas reflexiones, y que no se perfecciona mas que con el conflicto de las opiniones? La sabiduría con que Adán fue criado, fue aquella sabiduría divina que es el fruto de la gracia, y que Dios vierte hasta en las almas más sencillas. Esta sabiduría es sin duda la verdadera filosofía; pero es muy diferente de la que se fabrica el entendimiento, y a cuya perfección han concurrido todos los Siglos. Si Adán no fue Filósofo en el estado de la inocencia ¿cómo lo sería después de haber pecado? ¿Cómo se quiere suponer, que Adán, a quien su delito seguía por todas partes, que no se ocupaba en otra cosa mas que en apaciguar a su Dios, y separar de sí las miserias, que le rodeaban, tuviese bastante tranquilidad, para entregarse a las estériles especulaciones de una vana filosofía? Porque puso a los animales sus nombres, ¿hemos de decir que conoció su naturaleza, y propiedades? Porque tenía sus domésticas conferencias con Eva nuestra madre y sus hijos, ¿se ha de inferir, que sabía la Dialéctica? de este modo apenas [33] habrá hombre alguno que no sea Dialéctico. Se fabricó una miserable Cabaña, gobernó prudentemente su familia, la instruyó en sus obligaciones, y la enseñó el culto de la religión, ¿son estas razones para probar, que Adán era Arquitecto, Político, y Teólogo? Últimamente ¿cómo se puede sostener, que Adán fue el inventor de las letras, cuando vemos a los hombres mucho después del diluvio, servirse de una escritura jeroglífica, que es la más imperfecta, como el primer esfuerzo que los hombres han hecho, para comunicarse recíprocamente sus conceptos? Se hace pues palpable la contradicción, en que cae el sabio autor de la historia crítica de la filosofía tocante a su origen, y a sus principios.
«Ha nacido, dice, con el mundo, y muy al contrario de las demás producciones humanas, su cuna nada la envilece. Al través de las debilidades de la niñez se hallan en ella rasgos fuertes, y una especie de perfección; en efecto los hombres en todos tiempos han pensado, meditado, y reflexionado: igualmente siempre este espectáculo magnífico, que presenta el universo, espectáculo tanto más interesante cuanto con más cuidado se estudia, ha despertado su curiosidad.»
A esto se puede responder, que si la admiración es la madre de la filosofía, como nos lo dice este autor, no ha podido nacer al mismo tiempo que el mundo, pues que fue necesario que los hombres antes de conocer la filosofía hubiesen comenzado a admirarse. Para esto se necesitaban tiempo, experiencias, y reflexiones; además ¿quién puede imaginarse, que los primeros hombres tuviesen bastante tiempo para emplear su entendimiento en sistemas filosóficos, cuando apenas tenían los medios necesarios para vivir con tal cual comodidad? Seguramente no se piensa en satisfacer las necesidades del espíritu, hasta después de haber satisfecho las del cuerpo. Así pues, los primeros hombres estaban muy distantes de [34] pensar en la Filosofía.
«Los milagros de la naturaleza, dice el autor del ensayo sobre el mérito y la virtud, están expuestos a nuestros ojos mucho tiempo antes, que tengamos suficiente uso de la razón, para percibirlos. Si viniésemos a este mundo con el discernimiento, que tenemos cuando vamos a un Teatro, en que se representa una ópera; y si el telón que oculta tantas maravillas se levantase repentinamente; admirados de la grandeza, magnificencia, y variedad de las decoraciones, no tendríamos valor para rehusar nuestro consentimiento en emplearnos en conocer las grandes verdades, que se hallan ligadas en él; pero ¿quién se ha admirado de una cosa que ve, hace cincuenta años? Los hombres, ocupados unos en sus necesidades, no tuvieron tiempo de entregarse a especulaciones metafísicas; los primeros rayos del Sol les llamaban al trabajo, la noche más hermosa, y patética era muda para ellos, o a lo mas solamente les decía que era la hora del descanso; otros menos ocupados o no tuvieron jamás ocasión de preguntar a la naturaleza, o no tuvieron bastante talento para entender sus respuestas. El genio filosófico, cuya penetración sacudiendo el yugo de la costumbre, comenzó a admirarse el primero de las maravillas, de que se veía cercado, se reconcentró en sí mismo, se preguntó, y se dio razón de todo lo que veía; por consiguiente ha debido pasar mucho tiempo antes que esto haya sucedido, y pudo muy bien morir sin haber rectificado sus experiencias.»
Si Adán no fue filosofo, tampoco lo fueron sus hijos Abel, y Caín; y solamente Jorge Hornio se empeña, en hacer ver, que Caín fue fundador de una secta de filosofía; atribuyéndole las primeras semillas del Ateísmo, y del Epicureísmo. La razón, que da es singularísima. Caín era, según su opinión, filósofo, pero impío, y Ateísta, porque amaba las diversiones, y los placeres, [35] y sus hijos seguían las lecciones que les daba sobre los deleites. Lo que añade después, de la Ciudad que fundó Caín, y de los instrumentos de que se sirvió para labrar la tierra, no prueba en ninguna manera, el que fuese filósofo, porque lo que la necesidad y la experiencia, estas primeras maestras de los hombres, les hicieron encontrar, no necesitaba de los preceptos de la filosofía. Además de que es muy creíble, que Dios diese al primer hombre el conocimiento de como debía trabajar la tierra, y que éste instruyese a sus hijos.
Habiendo el envidioso Caín puesto sus manos homicidas sobre su hermano Abel, Dios hizo revivir a éste en la persona de Set. En esta familia se conservó el sagrado depósito de las primeras tradiciones, concernientes a la religión. Los partidarios de la filosofía antediluviana no miran a Set como filósofo solamente, sino que quieren que sea también grande astrónomo. Josefo haciendo el elogio de los conocimientos, que habían adquirido los hijos de Set antes del diluvio, dice, que levantaron dos columnas, para imprimir en ellas estos conocimientos, y transmitirlos a la posteridad. Una de estas columnas era de ladrillo, y la otra de piedra; y nada se había olvidado, para hacerlas tan sólidas, que pudiesen resistir a las inundaciones, o incendios, de que el mundo estaba amenazado. Josefo añade, que en su tiempo aun se conservaba la de ladrillo. No se, qué aprecio se deba hacer de este pasaje. Las exageraciones, e hipérboles cuestan poco a Josefo, cuando trata de ilustrar a su nación. Este historiador se proponía principalmente, manifestar la superioridad de los Judíos sobre los Gentiles en materia de artes y ciencias: esto fue probablemente, lo que dio lugar a la ficción de las dos columnas levantadas por los hijos de Set. ¿Cómo puede creerse, que estos monumentos pudiesen resistir a los estragos, que hizo el diluvio? [36] además de que no se puede concebir, porque Moisés, que habló de las artes, que inventaron los hijos de Caín, como la Música, la Metalurgia, el arte de trabajar el hierro, y el bronce, &c. no dijo cosa alguna de los grandes conocimientos, que se dice, tuvo Set de la Astronomía, del arte de escribir, del cual se le supone inventor, de los nombres que dio a los astros, según se pretende, y de la división, que se le atribuye, del año en meses y semanas. Tampoco debemos creer, que Tubal y Tubal-Caín fueron grandes filósofos, por haber inventado el uno la música, y el otro el arte de trabajar el hierro y el bronce; acaso no hicieron mas que dar alguna mayor perfección, a lo que ya estaba descubierto. Pero aun cuando se conceda, que fueron inventores de estas artes, ¿qué se puede inferir respecto a la filosofía? ¿Quién ignora, que se deben a la casualidad la mayor parte de las artes útiles a la sociedad? Lo que constituye la filosofía, es, raciocinar sobre estos mismos descubrimientos ya hechos. Para nosotros es una felicidad, el que la casualidad haya prevenido nuestras necesidades, y que haya dejado muy poco, o nada, que hacer a la filosofía. La misma filosofía se encuentra en la familia de Set, que en la de Caín, se ven a la verdad hombres, que conservan el conocimiento del verdadero Dios, y el depósito de las tradiciones primitivas; que se ocupan en cosas serias y sólidas, como la agricultura, y el cuidado de los ganados; pero en ninguna manera se les puede mirar como filósofos. Inútilmente pues se busca el origen, y los principios de la filosofía, en los tiempos que han precedido al diluvio.
{1} Hist. de los Orac.
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