Tomás Lapeña, Ensayo sobre la historia de la filosofía desde el principio del mundo hasta nuestros días
Burgos 1807, tomo III, páginas 171-173
Capítulo XV · § único
Eclecticismo moderno. Locke
Juan Locke nació en Wrinton a siete u ocho millas de Bristol el veinte y nueve de Agosto de mil seiscientos treinta y uno: su padre sirvió en el ejército de los parlamentarios en tiempo de las guerras civiles, y cuidó de la educación de su hijo a pesar del tumulto de las armas. Después de los primeros estudios le envió a la Universidad de Oxford: los ejercicios del Colegio le parecieron frívolos, y adelantó poco con ellos; se aficionó al Cartesianismo, con cuyo estudio descubrió su talento. Del Cartesianismo pasó a tomar conocimiento de la medicina, anatomía, historia natural, y química. Locke es reputado por padre de la metafísica, como Descartes y Newton de la física. Viajó por Alemania y Prusia, [172] y de vuelta a Oxford siguió sus estudios en el retiro. Persuadido de que los pasos que se diesen en la investigación de la verdad serían siempre infructuosos, mientras no se conociese mejor el instrumento; formó el proyecto de su tratado sobre el entendimiento humano. Su fortuna sufrió varias revoluciones, perdió sucesivamente varios empleos que había merecido a la benevolencia de sus protectores. Su afición a la meditación y al retiro le separó de los asuntos públicos, y se entregó a poner la última mano a su tratado del entendimiento, que pareció por la primera vez el año mil seiscientos noventa y siete. Entro a fuerza de instancias en la Comisión establecida, para mirar por los intereses del Comercio de las Colonias y de las Plantaciones; pero su salud que se iba debilitando no le permitió seguir en esta función importante, y se retiró al Condado de Marshan. Compuso una obrita sobre el gobierno civil, un tratado sobre la educación de los niños, una carta sobre la tolerancia, un escrito sobre las monedas, y el cristianismo{1} racional. Murió el ocho de Noviembre de mil setecientos y cuatro. Renovó el antiguo axioma nihil est in intellectu, quin prius fuerit in sensu, del cual infirió, que no había principio alguno de especulación, ni la menor idea de moral innata. Persuadido Locke, de que el hombre para ser feliz no sólo necesita poseer un buen entendimiento, sino que le [173] es igualmente preciso tener un cuerpo sano, compuso su tratado de la educación después de haber publicado el de el entendimiento; y en este dice, que no encuentra alguna imposibilidad, en que la materia piense{2}.
{1} En esta obra supone que para salvarse el hombre no necesita más que creer que Jesucristo es el Mesías. El R. P. M. Feijoo impugna el modo que M. Locke propone para medir naturalmente el tiempo. Tom. 4 cart. 6. n. 9. Ibid. c. 15. n. 4.
{2} Mor. Dic. hist. Enc. Véase la nota primera en el capítulo de Hobbes.
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