Filosofía en español 
Filosofía en español

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[ Martín de Mendoza de Pina y Proenza ]

 
Discurso filológico crítico,
sobre el Corolario del Discurso XV
del Teatro Crítico Universal.
 
Que saca a luz Ernesto Frayer,
y le dedica al Excmo. Señor Vizconde…

Con Licencia: en Madrid, año de 1727.



Excmo. Señor.

Los Antiguos Escritores, no dedicaban las Obras de su ingenio a Reyes, ni a Caballeros; porque solían (y así era razón) enviarlas a Amigos Doctos. Este loable uso alteró la lisonja, y la dependencia, dedicando otros sus libros a los Príncipes, en cuya gracia querían introducirse, y conservarse: O a los Poderosos, de cuya mano esperaban ser socorridos; que aquello de proteger la Obra un Caballero, que no la entiende, es cosa que dicen muchísimas Dedicatorias, sin que se entienda lo que quieren decir.

En la persona de V. Exc. concurren los motivos de la razón antigua, y costumbre moderna. Primeramente la fina amistad empezada en las Campañas de Hungría, y Serbia, y continuada en Holanda, y Francia, con tan generosos favores (mejor dijera finezas) como a V. Exc. debo, no menos la inteligencia de la materia de este Discurso, por el maduro juicio, y vasta erudición, que en V. Exc. admiran todos.

La Grandeza de la Ilustre Casa de V. Exc. es muy notoria, por su Coronado origen, que tiene, sin duda, en los Reyes de León, si no le buscamos otra más antigua; pero bastantemente acreditada entre las tinieblas de los tiempos heroicos en los Reyes de Alba Longa; descollándose entre todas en antigüedad, y fecundidad esta Regia Familia, de que V. Exc. constituye nuevo Tronco, que en esplendor, y Estados iguala a los primeros de España; a tanta heredada, y adquirida, militar, civil, y literaria gloria, que en V. Exc. brilla, añade más noble esplendor la virtud, y la moderación, con que V. Exc. vive, ut prisca Gens mortalium. Dios guarde a V. Exc. los muchos años, que deseo, y he menester. Madrid, y Diciembre de 1726.

B. L. M. de V. Exc. 
Su más rendido Servidor, 
Ernesto Frayer. 




Apenas había llegado a Madrid, cuando encuentro en las esquinas carteles, con el título de un Libro nuevo, intitulado: teatro crítico universal; admirome el coraje de su Autor, que le impuso tan odiosa alcurnia, sin escarmiento, de que vimos en nuestros tiempos, levantarse terribles huracanes de envidia, y rencor contra Varones de inculpable vida, y eminente ciencia, solo por impuestos delitos de su docta Crítica, que suena en los oídos del vulgo, alevosía a la Patria, sacrilegio a la Religión; tanto aborrecen los que aprendieron falsos envejecidos principios, conocer que deben estudiar de nuevo, y tanto teme la oscuridad de la ignorancia, ver esparcidos los rayos de la verdad. Por lo que prometía el título, ya me ideaba ver en breve tiempo las persuasiones comunes del vulgo, debeladas con la Hércula Clava de una prudente Crítica; ya pensaba ver la Filosofía fundada, solo en razón, y experiencia, sin la barbarie de términos ininteligibles, y sin la Sofistería de cuestiones inútiles, que introdujeron los Árabes; ya me imaginaba ver la Historia, sin los cuentos, o consejos, que le añadieron, más que los juglares, la indiscreta piedad, y el imprudente amor de la Patria.

Con estos pensamientos llegue a la Portería de San Martín, compré el Libro, y le leí, siéndome muy agradable; así por el estilo puro, y elegante, como por la amena variedad de las materias, que contiene. Con todo, siendo preciso manifestar la verdad, como es mi costumbre, si el Autor no nos ofreció su Doctrina: Veluti Pueris absintia tetra Medentes. Lisonjeando el paladar del vulgo, con quitar primero los errores, que tienen (si las tienen) superficiales raíces, para arrancarle después, los que las han echado hondas en el corazón, y que están asidos con fuertes nudos de la costumbre, opinión, y conveniencia; usando ahora fomentaciones, y ungüentos; para aplicar después sarjas, y cauterios; quedará el vulgo con su tema encastillado, en el Alcázar Mágico de Sofisterías, conservando el respeto, que a las Canas ya caducas de sus opiniones, tributa la aprehensión, o la costumbre.

O los errores comunes, son del vulgo de la Plebe, o del vulgo de los Doctos; porque el vulgo también regenta Cátedras, constituye Tribunales, y tiene entrada libre en el Gabinete; si se escribe contra los errores del vulgo de la Plebe, es infructuoso el trabajo, pues como sentenciosamente dijo un Docto: El vulgo siempre se queda vulgo. Y todo cuanto en esta materia se podía hacer, lo consigue el primer discurso del Teatro Crítico, y por esto debiéndose encaminar la Crisis a los errores comunes del vulgo, docto en los cimientos, se debía combatir su imaginaria fuerza, mostrando la imperfección de nuestras ideas, la falacia de nuestros Sistemas, y la incertidumbre de toda la ciencia humana. Al Teólogo se debiera intimar la inteligencia de la Biblia, la lección de los Padres, y la noticia de la Historia Eclesiástica, y proponer así método a las demás profesiones, evitando siempre el fallo decisivo, que hace odiosos a los que desterrando con las luces de buena Crítica, una persuasión, inculcan otra como infalible, que está sujeta a no menos forzosas instancias: Pero creyendo del buen juicio del Autor, que fue treta lisonjear el vulgo de los Doctos, combatiendo errores sin consecuencia, y aun sin sequito, para quien engolosinado en esta dulzura, pudiese tragar el saludable acíbar, con que en los otros Tomos, intentará purgarle de la Cacoquimia de sus opiniones. Tomo solo a mi cuenta el Corolario del discurso quince, que afirma tuvieron su origen el Dialecto Portugués, y Gallego en el principio del Reinado de los Suevos, lo que no podrá creer ningún Crítico, medianamente informado de las cosas de España.

A buscar tan remoto, y especial origen de estas dos Lenguas, le pudiera atribuir al Autor en el Campo de Senaar, su Solar primitivo, ejecutoriado en el Cap. 11 del Génesis, donde consta el principio de la diversidad de los Idiomas, castigo justo de los vanos Arquitectos de la Torre soberbia (o ya de su idolatría, según las eruditas conjeturas de Temson) y no efecto natural del Aire craso, y evaporados de aquel Campo, como ciegamente imaginaron con Abarbanel muchos Rabinos, siendo antes universal en toda la tierra la primigenia lengua como se infiere del Texto: Erat terra labii cuius, & Sermonum eorundem. Aunque estas palabras se pudieran explicar, como en otros lugares, significando la amigable unión de voluntades de los primeros habitadores del renovado Mundo, en el fiel Culto del verdadero Dios; con todo la común exposición de Padres, y Expositores, es la que seguimos. Suponiendo casi todos, que la universal primigenia Lengua, fue la Hebraica, de quien la Siriaca, o Caldaica, (que con no despreciables razones, y autoridades, prefiere Amira) es notoriamente derivada. Muchos Rabinos, a quien sigue el Cardenal de Cusa, dicen: Que el primitivo Idioma tenía para cada concepto setenta voces Sinónimas, y que la confusión consistió en olvidar milagrosamente cada familia, sesenta y nueve, conservando solo, la que las otras olvidaron; y aunque no es seguida esta opinión, pienso, que no merece la censura de Filastrio.

El Padre Simón docto aunque atrevido Crítico, sin fundamento, que le obligase a dejar la común opinión, afirma, que la confusión nació, de que necesitándose nuevos términos para los materiales, y instrumentos de la fábrica de la Torre, y imponiéndoles cada uno nombre a su fantasía, quedaba ininteligible a sus compañeros, que tomaban por afrentosas injurias, las voces con que los otros se explicaban; y que de esta discordia se originó la división de las gentes. El Padre Thomasin, siguió no menos temerario rumbo; pues por no malograr el vasto trabajo de su curioso Glosario Hebraico, que era en vano, supuesta la total confusión, e inverosímiles las Etimologías, que a todas las Lenguas busca en la Hebraica, intenta persuadirnos, que fue solo una leve alteración, o diversidad de dialectos; pero las palabras de la Escritura, y aun las extravagantes Etimologías del Glosario, bien muestran que los Pueblos, que en la confusión quedaron con diferentes Idiomas, no podían entre sí entenderse, por más que atendiesen a las frases de los otros.

El número de las Lenguas en su confusión, es incierto; pues Clemente, Eusebio, y San Epifanio, cuentan setenta y dos; San Agustín, Próspero, y los demás Padres Latinos setenta, envolviendo esta cuestión la dificultad de Cainán, en que se diversifican el Texto Hebraico, y el de los Setenta; el primero Canonizado por la Vulgata, y el segundo por San Lucas; y aun parece, que si simplemente nos arreglamos al número de personas, que refiere el Cap. 10 del Génesis, debemos rebajar la cuenta, porque la línea primogénita de Sale, Arfaxad, y Heber, parece deben constituir un solo Idioma, y excluir de la confusión Faleg, y su hermano menor Jectán, a quien se impuso aquel nombre, por razón de la división, en cuyo tiempo parece que nació, según se infiere de la Escritura. Los hijos de Canaán, parece que todos hablaron la Lengua Cananea. Aram, Hus, Mas, Nembrot, y Asur, la Asiria. Con estos, y otros fundamentos, un Docto moderno, que largamente discurre sobre esta materia, reduce a treinta los Idiomas primeros, repartiendo veinte y cinco al Asia, Arabia, y Egipto, dejando con escasez inconsiderada, solo cinco a la Europa, y demás Provincias del Mundo. Cuando en esta ilustre parte, aun hoy se hablan once Idiomas Originales, o Lenguas Matrices, como las llama Scaligero; ¿y qué quedaba al interior de África, adonde en limitada distancia ocurren tanta variedad de Idiomas? ¿Qué diremos a la Historia de Mitrídates, el cual dominando una pequeña parte Septentrional del Asia, dicen respondía a sus Vasallos en sus treinta diferentes Lenguas? ¿Cómo satisfaremos a Plinio, que afirma concurrían en Dioscuriade, Ciudad en Ponto, Mercaderes de trescientos diversos Idiomas? Y porque no nos fundemos, solo en Historias Humanas, hallamos nombradas, y diferenciadas veinte Lenguas, en la Sagrada Escritura, hablando solo de los Pueblos, con quien los Israelitas tuvieron comercio, y de ella consta, que el Imperio de Asuero dominaba ciento y treinta Pueblos, que parece hablaban diferentes Idiomas, pues se les escribía, secundum linguam, unius cuiusque populi.

No satisfecho con el número de setenta y dos Lenguas Paciano numera ciento y veinte, y si esta variedad da lugar a nuevas conjeturas, a mayor multitud se pudiera extender el número de los Idiomas: Pues ni del cap. 32 del Deuteronomio, en que Genebrardo funda el número vulgar, se puede deducir fijamente, pues dejada la dificultad de concordar el cap. 46 del Génesis, con el cap. 4 de los Actos de los Apóstoles, el instituit terminos Populorum, iuxta numerum filiorum Israel, se puede entender, no que los Pueblos en que la confusión dividió las Gentes; igualaba en el número de los hijos de Israel, que entraron en Egipto, como quiere Genebrardo, mas sí que Dios había preparado en la Palestina, Territorio capaz de recibir la multitud de Israelitas, que venía para la tierra prometida, como explican Oleastro, Estio, y Menochio; ni me parece que se puede decir, que en el tiempo en que se fabricó la Torre, había solamente las Personas que menciona el cap. 10 del Génesis, pues siendo su asunto escribir la Historia del Pueblo escogido, y sus genealogías, extendiéndose hasta la quinta generación de Sem, para en la segunda de Cam, que no siendo menos fecunda, podía tener igual descendencia. Añado, que sucediendo la confusión, según el Cómputo de Petavio, ciento cuarenta y cuatro años después del Diluvio, ya podían los hijos de Noé, tener descendencia en décimo grado, cuya multitud, conforme a las reglas de Aritmética, y multiplicación ordinaria, podía ser vastísima, e igualar al número de todos los habitadores, que hoy tiene Europa; y así parece no haber inconveniente en aumentar el número de las Lenguas; ni razón forzosa para determinarle.

En el repartimiento de las Gentes, después de la confusión en la diversidad de Lenguas, suponen los Historiadores Españoles, que solo Tubal vino a poblar a España, y que él, y sus descendientes proferían un solo Idioma, el cual en aquellos primeros Siglos fue común en toda esta Península; pero como en las oscuras tinieblas de tanta antigüedad padecen las Historias Profanas, no solo la falta de certeza, pero aun de probabilidad; no hay razón para afirmar, que fuese único en su principio el Idioma de España. La Sagrada Escritura no dice, que en la división del Mundo, tocase a solo una Familia la población de esta dilatada Provincia. Y la Historia Profana no alcanza a tanta antigüedad. Estrabón afirma, que en España se hablaron en tiempos antiguos distintos Idiomas; pero aunque en su principio fuese uno solo con el curso de los tiempos, diversidad de climas, y costumbres, introducción de Extranjeros, y Comercios, se dividiría en varios dialectos, como se infiere, acaeció a la Lengua Hebrea, que tocando igualmente a Labán, y a Jacob, como cercanos Parientes, y Sucesores de Heber; cuya Lengua se cree conservaron, no sin especial providencia en tantas peregrinaciones sus Abuelos, parece que el Idioma de uno, era diverso del que profería el otro; porque a la Columna, o Piedra, que en memoria, o señal de su reconciliación erigieron, llamó Jacob y Labán, Uterque iuxta proprietatem Linguae suae, como advierte el cap. 31 del Génesis.

Cuál fuese el antiguo Idioma de España, antes que los Griegos, Cartagineses, y Romanos, introdujesen los suyos, es imposible averiguarse, son eruditas, más que sólidas las conjeturas, con que intenta probar el Padre Moret contra Morales, que el Vascuence fue el Idioma primitivo de España, cuando las Etimologías de tan forzadas, como las de Becano, no pueden hacer alguna prueba, ni la Historia de la trasmigración de los Pueblos es tan cumplida, y segura, que pueda tener lugar su argumento negativo, para expeler toda duda, y creer que los Romanos introdujeron en toda España el Romance, quedando solo el Vascuence en limitado distrito.

La introducción de los Bárbaros, en el principio del Siglo quinto, pudiera sin dificultad mudar el Idioma de España, introduciendo el suyo propio, si el frecuente trato con los Romanos, a quienes por tan dilatados años sirvieron en sus Provincias Auxiliares, o Mercenarios, no le hubiera comunicado la Lengua Latina, aunque al presente corrompida, y alterada; y así, no sin mucho fundamento cree la Academia Española, a que se habló Latín en este continente, por todo el tiempo que permaneció el Dominio Gótico. Supuestos estos preliminares, es muy verosímil, que el origen del Dialecto Portugués, o Gallego, como contra distinto del Castellano, se debe tomar de Siglos más cercanos a los nuestros, en las ásperas Montañas de Asturias, y los primeros restauradores de la perdida libertad de España. Por lo cual, debe ser el más venerado como Jefe, o Mayorazgo de todos los Dialectos del Romance de España, y no debió sus principios, ni los pudo tener del Dominio, y Reinado de los Suevos.

A todos es constante, que los Suevos era gente Septentrional, cuya Lengua había de ser Teutónica, o Címbrica, de la cual es evidente, que no tiene participación alguna la Portuguesa, careciendo totalmente de aquel frecuente concurso de consonantes, que exasperan el Idioma Alemán, fáltanle también la deducción de las raíces monosílabas, que contiene la Lengua Teutónica, tampoco frecuenta el uso de las palabras Esdrújulas, propio de las Lenguas del Norte. No imita en su Gramática, la anteposición de los Genitivos, que usa aquel Idioma; finalmente aquel sonido de la Letra L, que el Portugués explica con Lh. Y el Castellano, a quien es común con el Francés, e Italiano, señala con dos LL es inaudito al Idioma Teutónico, y sus Dialectos (aunque Scaligero atribuye su introducción a los Godos, Longobardos) así como a nosotros el de su CH. Duarte Núñez de Leam, en su Docto Libro: Origen da Lingua Portuguesa, señala muy pocas palabras, que tomase el Idioma Portugués, del Alemán, y Godo; y así es de creer, que estas, y las que omitió; a saber: Arriba, Barra, Banco, Bucho, Bengala, Branco, Botar, Bordo, Braza, Coche, Daga, Esquife, Espora, Estandarte, Friso, Gala, Gastar, Arnés, Logia, Lindo, Lista, Lama, Mano, Mastro, Rego, Tocha, Tracer, que son, o parecen originalmente Teutónicas, o Alemanas, las participó de los Ingleses, y Franceses, y otras Naciones, que las adaptaron, o que las dejaron los Aventureros de el Norte, que ayudaron a conquistar, o poblar a Lisboa, o que casualmente tienen el mismo significado, sin dependencia de origen, como la palabra Pferd, común a los Persas, y Alemanes, para decir Cavallo, Batzar, para significar Aldea a los Vizcaínos, y Malabares. La Etimología, que ingeniosamente buscó la mal lograda Erudición del Doctor Bartolomé Lorenzo de Guzmán, al nombre Festabole, que los Suevos dieron a la Ciudad de Porto de Fest, que en Alemania es fortaleza probaba, cuando mucho, que los Suevos se acordaron de su Lengua primitiva. Si de una, o dos forzadas Etimologías, se pudiera hacer argumento para la filiación de un Idioma.

Es la común, y más seguida opinión, que así Godos, como Suevos, hablarían el Idioma Címbrico, como Originarios de Escandinavia; y aunque sea no pequeña dificultad el averiguar, si los Godos eran Cimbros vecinos del Báltico, como quiere Jornandes, y lo da a entender un Lugar de San Jerónimo, que hasta ahora no vi alegar por esta opinión, o si Escitas cercanos al Ponto, en los Confines de Asia, y Europa, como enseña San Isidoro, y por consiguiente, si hablaban el Idioma Teutónico, o Rúnico, o fiel Escítico. Los Autores Septentrionales, procuran evitar este efugio, haciendo a los Escitas Colonia de Escandinavia, y deduciendo su nombre de Schitan, que significa en Alemán antiguo, tirar Saetas.

En el Idioma Gótico de Escandinavia, hay una Traducción antigua de los Evangelios, que publico Junio, en la cual se manifiesta la semejanza, (mejor dijera la identidad) que tiene con el Teutónico: Leíla con mucha reflexión, por ver si encontraba algunas raíces, o derivación de las palabras Españolas en ella; pero no manifiesta Analogía alguna con nuestro Romance; lo cual confirma el bien fundado concepto de que, o los Godos entraron en España hablando latín, o que aunque vencedores, tomaron la lengua introducida en ella, por el poder, y política de los Romanos. Más me dilatara en las antigüedades Septentrionales, si tuviera a mano los ingeniosos Libros, que ilustran la antigüedad Rúnica. Puede el Erudito consultar a Hickes: Specimina Septentrionalis, Rudbeckius en su Atlántica, o Manheim, o los diez volúmenes, que en Stocholm publicó en 1700 Messenio, con título de Scania Illustratae.

Y aunque tuviera más probabilidad, que los Suevos, y Godos, proferían diferente Idioma en su introducción en España, o que alteraron diversamente el que hallaron establecido; no obstante, como en tiempo de Leovigildo acabase el Dominio Suevo, conquistando los Godos a Portugal, y Galicia, espiraría la diferencia de los Idiomas, introduciéndose el de los Godos, que hablaban todos los Españoles, exceptuando solo los Vizcaínos.

Refutado el origen, que atribuye el Autor a las Lenguas Portuguesa, y Gallega, le hallamos más probable, y aunque más moderno, no menos autorizado principio en las Montañas de Asturias del latín alterado en los Siglos octavo, y nono, que hablaban aquellos invictos Campeones, que de allí salieron a recuperar la libertad, y Religión de España, limpio, y puro de toda la mezcla Árabe; el carácter, que contradistingue más el dialecto Portugués del Castellano, es carecer de el sonido gutural, que los Castellanos, imitando a los Árabes, dan a las letras G, J, X, que los Portugueses pronuncian suave, y blandamente de el mismo modo, que las profieren los Montañeses de Asturias. El Vascuence, que Venero, Mariana, Garabay, Oyenart, Moret, y otros, quieren, que fuese universal en toda España, por algún tiempo, desconoce este sonido gutural, como también el latín, que tantos Siglos fue en toda ella vulgar; y así, es indubitable, que Asturianos, Gallegos, y Portugueses conservan la antigua, y sincera pronunciación, pura, y libre de la pronunciación, que de los Moros se comunico al Idioma Castellano. Y aunque es sin duda, que Castilla la Vieja salió muy temprano de la opresión Mahometana, y por esta razón debiera conservar la pureza del dialecto de Asturias, con todo su Gobierno separado, y la unión, que siempre tuvo con los Reinos de Toledo, y Andalucía, les pegó la pronunciación gutural, que en aquellas Provincias habían introducido los Moros, y así vemos, que es más fuerte en las Meridionales, que por más tiempo infestaron los Árabes, y que el Castellano antiguo, como vé en el Fuero juzgo era muy parecido al Portugués.

Esta es la causa, porque no solo el dialecto Asturiano es muy semejante al Portugués, y Gallego; pero también el que se profiere en las Montañas de Jaca, de el Reino de Aragón, así en no pronunciar la letra f gutural, como en muchísimas palabras, que igualmente dicen Fillo, por Hijo, como los Portugueses Filho; porque todos, con igual razón, conservan puro su antiguo Idioma, y pronunciación. En esta razón se manifiesta el motivo, porque el Portugués es tan semejante al Idioma Provenzal, no ya como discurre Duarte Núñez, que asegura, que en tiempo de el Rey Don Dionisio, introdujo la imitación de los Poetas Lemosines algunos términos, que ellos usaron; ni porque era Francés el Conde Enrique, ni porque estuvo en Francia Alfonso Tercero, que esta razón era más a propósito, para la semejanza con el dialecto Franco, que para el Aquitano, siendo el último más semejante al Portugués, como se ve en estas voces Cadeira, Menino, Molher. La Armada de Gascones, que capitaneaba Don Moniño, que pobló en Portugal, según refiere el Conde Don Pedro, y de que muchos dudan, no bastaba a introducir en todo el Reino su Idioma; lo más cierto parece, que esta semejanza, nace de su común origen del Latín, o Romance, que en tiempo de los Godos, se hablaba como en España en la Galia Gótica, quedando allí, como en las citadas Montañas, puro del contagio Árabe.

Así como las Etimologías, o comparación de Idioma dan luz a la Historia, así ésta la presta a las Etimologías, y al conocimiento del origen: de las Lenguas de las Historias consta, que en la invasión de los Árabes, quedaron libres las Montañas, cuya población se aumentó cuanto cupo en su estrechez, concurriendo a refugiarse en ellas las Reliquias de Españoles, que estimaron en más la libertad, que las conveniencias; ¿y quién duda, que en este Sagrado Capitolio de España se conservaría el Latín, o Romance, que era vulgar en cuasi todo el Dominio Gótico? Alargaron los Alfonsos sus Conquistas a Portugal, poblándole (Consta estar entonces despoblada Braga, y otras Ciudades) de aquellos mismos Españoles, a quienes era ya estrecho el límite de las Montañas. Refiriendo el Ennio Español Juan de Mena la Conquista que hizo Alfonso en Portugal, afirma lo que hemos dicho, y poblólo luego de Gente de Asturias. Y así, mal se puede dudar, que como Colonia de Asturias, retiene Portugal el Dialecto de Alfonso, y Pelayo.

Esto es lo más probable, que se puede conjeturar en esta materia; pero es preciso decir, que se sufre mal el paralelo de las dos Lenguas Portuguesa, y Gallega, y peor presumir anteponer la última, que es la misma pretensión, que querer preferir el Jergón, que en sus Chozas usaron los Pastores de Latio, al Idioma elocuente, que en el Senado, o Capitolio hablaron los Cónsules, y Emperadores Romanos. Las Lenguas se perfeccionan por los Elegantes, y cultos Oradores; por los discretos, y elevados Poetas; y por los exactos, y facundos Historiadores. En la Lengua Portuguesa nadie ignora el nombre de Vieyra Camois, y Barros: En la Gallega, no sé que se escribiese libro, digno de ser leído; y para que lo fuese el Teatro Crítico, no le escribió en Gallego su Autor.


[ Edición íntegra del texto contenido en un opúsculo impreso sobre papel en Madrid 1727, de 16 páginas. ]