Mario Méndez Bejarano (1857-1931)
Historia de la filosofía en España hasta el siglo XX
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Capítulo XV
Aetas argentea

§ VI
Sensualismo y naturalismo

Isaac Cardoso. –Díez de Leiva. –Ramírez de Arellano. –Pujasol.

De la filosofía naturalista, en la anterior centuria tan floreciente, sólo puede citarse a Isaac Cardoso (1615-86) [324] a pesar de haber nacido en Portugal, por haber adoptado la nacionalidad española, estudiado en España, residido en Valladolid ejerciendo la Medicina y luego en Madrid como facultativo del rey, hasta que la Inquisición le procesó por judaizante. Huyó entonces a Venecia, donde cambió su nombre de Fernando por el de Isaac y falleció en Verona. Su Philosophia libera (Venecia, 1673), dividida en siete libros, estimada en las universidades y hasta en los conventos, sostiene que la materia prima (vaginam et anforam formarum) sólo existe en nuestro pensamiento y que los principios de todo compuesto natural no son lógicos ni gramaticales, sino naturales.

Los principios de las cosas naturales no son más que los cuatro elementos. En defensa de sus ideas atomistas combate con saña la doctrina aristotélica de los tres principios: materia, forma y privación (1. I, q. 1ยช).

En la entonces batallona cuestión del alma de los brutos, niega a éstos el juicio concediéndoles sólo el impulso instintivo (1. V., q. 28).

Profesó Cardoso en medicina la hidroterapia; en filosofía, cierto eclecticismo con antipatía a Aristóteles; combatió las especies sensibles, y fue un nominalista erudito y abanderado en el campo de los atomistas.

D. Fernando Díez de Leiva, natural de Sevilla y médico de la ciudad de Santo Domingo, «cuyo nombre y escritos, dice Beristain, se escondieron a los Pinelianos y a Egiara en sus manuscritos y apuntes», escribió Antiaxiomas Morales, Médicos, Philosophicos y Políticos (Madrid, 1682), y mereció el siguiente elogio:

Grande opus ingenii, quo non felicius ullum,
Hispalis enixa est, si India nostra tenet.

El P. Juan Ramírez de Arellano compuso República cristiana y destierro de los vicios, razón de Estado y política de la virtud, la eterna salvación (Madrid, 1662), que no se recomienda por el laconismo del título y contiene [325] doctrina ética extraída de Séneca y los Santos Padres. Por la forma empírica de su enseñanza, lo hemos colocado en este lugar, pues, dada su exigua importancia, no era de fácil clasificación.

Consecuencia, pero no copia, de la doctrina expuesta primero por Fuentes y después por Sabuco y Huarte, vio la luz El sol solo y para todos sol de la Filosofía sagaz y anatómica de ingenios (Barcelona, 1637), de Esteban Pujasol, inspirada, según nos informa, en un pasaje de Aristóteles, y con idea de que todos «se apliquen a lo bueno resistiendo a lo malo y perjudicial». Divide la obra en cuatro libros. Comienza tratando de la anatomía humana, tomando la mayoría de las definiciones de los Orígenes isidorianos, sigue a la fisiognómica la Astrología y concluye con el «Tratado en que se resume y epiloga la intención de todo lo dicho con dos manuales ejemplos tomados de los retratos y figuras que se siguen» (las cuales, dice muy bien Carracido, no honran al buril que las grabó), y señalando los pronósticos de las enfermedades. Por más que Castro en su tendencia apologética nos presente al presbítero de Fraga como precursor de la Craneoscopia y de Gall, y que la inagotable bondad de Carracido, reconociendo las escasas condiciones literarias del autor, celebre su inventiva, no logro convencerme del valor positivo de tanta arbitraria afirmación y deficientes observaciones, ni acierto a concordar, en éste cual en otros casos, el materialismo de la doctrina con la psicología católica del presbítero que somete su libro a la corrección de la Iglesia; pero tampoco debe olvidarse este conato, si no por su mérito intrínseco, en concepto de eslabón para la historia de la ciencia. [326]


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Historia de la filosofía en España
Madrid, páginas 323-325