Filosofía en español 
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Vicisitudes y Anhelos del Pueblo Español

Introducción ❦ Sociografía Analítica

 
«La mente ve, oye; lo demás es ciego, sordo. El hombre es la medida de las cosas.»
PROTÁGORAS

«Conócete a tí mismo.»
ORÁCULO

«La Naturaleza no procede por saltos.»
LINNEO

«Nada se crea; nada se destruye.»
GALILEO

«Los pueblos forman una sola familia por la libertad, la igualdad y la fraternidad.»
REVOLUCIÓN DEL 93

§ I
La indagación sociológica

El método en la Sociología.– Cualidades del sociólogo.– Finalidad del sociógrafo.– Las aptitudes según las edades y la cultura.– Crítica sociográfica.– La biología en la Sociografía.– Importancia de la Sociografía analítica.– Perjuicios que irrogan las falsas teorías.– Carácter de la fenomenología contemporánea.– Objetivo del sociólogo.– Lugar de la Sociografía en la ciencia.– La herencia especulativa.
 

EL MÉTODO EN LA SOCIOLOGÍA.– Es preciso analizar los fenómenos sociales desde distintos puntos de vista, por ser complejos en totalidad, lo mismo los que se consideran como elementales que los que revisten una significación transcendental. Por eso será perdurablemente exacto el viejo apotegma: «Tantos individuos, tantas opiniones», ínterin se trate de aducir elementos de prueba para afirmar o negar las relaciones de causa a efecto, las íntimas conexiones entre los sujetos con el objeto, o de averiguar dónde empiezan y terminan la verdad y el error, la intencionalidad y los movimientos reflejos, la salud y la enfermedad, &c., en los individuos y en las colectividades, determinando la intensidad y la extensión de la cultura cívica en la hora presente parangonada con la de épocas pretéritas.

 
CUALIDADES DEL SOCIÓLOGO.– Nadie conoce con absoluta certidumbre cuáles son las cualidades psíquicas que han de asignarse a cuantos se consagren al cultivo de las disciplinas sociológicas. Mas los que sientan decidida vocación por tales estudios han de estar dotados de una capacidad analítica, constantemente aguzada por la observación, directa e incesante, de los hechos. El enfocar con seguridad los conocimientos históricos requiere gran perspicacia en las indagaciones, las cuales han de llevarse a cabo, con perseverancia, sin precipitaciones y ciñéndose a los procedimientos que el método experimental preconiza. No poniendo especial cuidado y solicitud al recoger y coleccionar los datos obtenidos, para seriarlos más tarde con suma circunspección, es difícil descubrir la génesis y evolución de los organismos sociales y se corre el riesgo de interpretar torcidamente las leyes que los rigen. Para analizar el funcionamiento de las sociedades contemporáneas, es indispensable ponerse en condiciones de sorprender los más imperceptibles movimientos del engranaje social.

Tal finura de percepción sólo se adquiere por medio de la observación, del análisis que aguzan los sentidos y acrecientan, por lo tanto, la receptividad psicoorgánica del investigador. El sociólogo va formando su personalidad de un modo análogo al del geógrafo, el biólogo, el filósofo y el químico, si posee aptitud para discurrir y para interpretar, mediante los sentidos y el razonamiento, la fenomenología cósmica y social, procurando prescindir de las vaguedades del conceptismo nominalista, ampliando el análisis cuanto sea posible para evitar errores al escogitar el método y los procedimientos que facilitan la adquisición de las nociones fundamentales y teniendo conciencia plena de la limitación de las facultades psíquicas del hombre, ante la inmensidad del Universo y lo inextricable y complejo de la actividad social.

Al trasponer los treinta años, pocos investigadores ignoran cuán numerosos son los esfuerzos que precisa llevar a cabo con el intento de acrecentar la mentalidad en las colectividades a fin de que supere en alto grado a la de las colonias zoológicas –abejas, hormigas, castores–, toda vez que, con el aprendizaje de la vida, se adquiere una clarividencia superior a la alcanzada por el mero estudio y cotejo de los historiadores clásicos, de la Filosofía, de la Literatura, de la Ciencia y el Arte.

Sin embargo, es muy reducido el contingente de analistas aptos para lograr una visión exacta de la situación real del individuo en las sociedades contemporáneas, hallándose ligado de tal modo a sus conciudadanos que, muchas veces, casi siempre, depende su suerte de la que corran los demás, puesto que en él lo somático es inseparable de lo psíquico, el vigor físico de la potencia intelectiva, la salud de la energía creadora que al expansionarse contribuye a que vayan plasmando las iniciativas, a que se desarrollen las instituciones de todos los órdenes, se multipliquen las fuentes de riqueza y se acrecienten el bienestar, el progreso y la cultura, realizándose la evolución humana en miles de siglos, desde las civilizaciones primitivas hasta el hombre políglota de nuestra época.

 
FINALIDAD DEL SOCIÓGRAFO.– El sociógrafo, al estudiar la causalidad de la existencia individual en los organismos colectivos, para aquilatar el principio de correlación a que está sometido el todo humano, cifra su aspiración en ser intérprete genuino de los hechos comprobados y los ordena teniendo en cuenta sus analogías y diferencias. Tan ardua tarea, que exige un perfecto dominio de sí mismo, raya en los límites de lo máximo por ser ímprobo el esfuerzo de atención que han de imponerse los investigadores para conocer la urdimbre, la contextura intima del cuerpo social, siendo preciso alcanzar un grado de equilibrio en que las facultades todas se hallen ponderadas, porque sólo así se llega a una situación de espíritu semejante, ya que no igual, a la del liber arbitrium intuitionis. ¿Cómo si no, fijará, diferenciándola, la acción social de cada núcleo de fuerzas, consideradas como elemento primordial o secundario, en relación con el conjunto y atendiendo a los caracteres de raza o nacionalidad, desenvolvimiento de la riqueza, de las instituciones de crédito, las vías de comunicación, la producción intelectual, la educación cívica, la organización de los servicios públicos, el movimiento obrero, &c.?

 
LAS APTITUDES SEGÚN LAS EDADES Y LA CULTURA.– De ahí que al observador, para ser intérprete de la fenomenología social, no le baste una aptitud ingénita; necesita desde la juventud una preparación especial, encaminada directamente a abrir amplios y dilatados horizontes al conocimiento esencialmente objetivo de cosas y personas, moderando, al enfrenar los arranques impetuosos, la emotividad, utilísima como acicate, pero funesta si llega a convertirse en rectora del análisis sociográfico.

Sin cometer la menor irreverencia ni abrigar el más remoto intento de ofender la memoria de los filósofos anteriores al siglo XIX, titanes del análisis de la mentalidad integral, actualmente cualquier aventajado alumno de Biología humana, puede seriar en tres grandes grupos a los pensadores, según conocieran o ignorasen la Organografía, la Fisiología, la Patología y la Terapéutica de su época, admitiendo un intermedio formado por los espíritus benévolos y transigentes, eruditos y eclécticos en Ciencias naturales o Cosmología aplicada a la vida de las sociedades.

 
CRÍTICA SOCIOGRÁFICA.– Es obvio que antes de juzgar la obra filosófica y científica de autores eminentes, doctísimos en la analítica social, como Spencer, Schäffle, Guyau, Ardigó, Durkheim, Asturaro, Roberty, Mackenzie y Vadalá-Papale, conviene escrutar si al realizarla procedió de acuerdo con sus maestros, se rebeló contra los conceptos dominantes en el orden teórico al afirmar su personalidad y, ante todo, si debe considerársele como uno de esos casos –raros por lo inauditos– de autodidáctica, la cual suele ser compañera del genio y es incompatible con la mediocridad.

En la segunda mitad del siglo último, surgió la Crítica experimental auto y heterobiográfica, poniendo de manifiesto las fuentes del conocimiento individual, que sirvieron para fertilizar la mente de los innovadores geniales, o, en otros términos, el medio en el cual su originalidad se reveló, como rectora de sus directores técnicos en los principios fundamentales de cualquier índole de estudios sociológicos.

 
LA BIOLOGÍA EN LA SOCIOGRAFÍA.– Es incontestable que no pueden congregarse los discípulos, cuando los maestros de la Biología aún no se hallan agrupados por el grado de competencia, en orden a la doctrina sociológica, beneficiosísima para afianzar el influjo de las Universidades y de las Escuelas de Altos Estudios en algunas naciones como Alemania, Inglaterra, los Estados Unidos y en todos aquellos países en que las instituciones docentes gozan del prestigio indispensable para realizar la acción propulsora en la esfera social.

 
IMPORTANCIA DE LA SOCIOGRAFÍA ANALÍTICA.– Prueba evidente de la importancia que ha alcanzado la analítica biosocial, se nos ofrece, con elocuencia irrefragable, en las obras de Historia de la Filosofía de personalidades tan célebres como Zeller, Lange, Secretan, Ribot, Bergmann, Lang, Höffding y Fouillée, verdaderos monumentos de sabiduría, que forman un nuevo y valioso material de estudio positivo, simplificado, al alcance de cuantos sienten preferencia por las disciplinas histórico-filosóficas que permiten comparar el influjo que han ejercido las concepciones naturalistas en el proceso de la civilización, desde las épocas presocrática y postromana, y adquirir la convicción profunda de que el substrato de la Sociología no puede hallarse en las roñosas teorías subjetivistas, sino en las novísimas doctrinas del monismo, basadas en el determinismo de los fenómenos analizados mediante las experiencias de laboratorio, así como en los viajes de exploración científica, dirigidos a remotas regiones del planeta, en los ensayos que se realizan en las salas de disección sobre el cadáver o sobre animales vivos, o en los gabinetes de Fisiología, de Histología, de Medicina legal y de Toxicología, que han sido comprobados después de asiduas investigaciones clínicas en los Hospitales, en los Manicomios, en los Reformatorios, &c.

 
PERJUICIOS QUE IRROGAN LAS FALSAS TEORÍAS.– Ha llegado el momento adecuado para expurgar y desechar con presteza ese cúmulo de predisposiciones pseudocientíficas que se hallan todavía en boga, porque sus sostenedores se escudaron tras un apellido ilustre; y tales prejuicios deben desterrarse, no tanto por entrañar errores crasísimos, sino por resultar altamente perjudiciales al oponerse sistemáticamente al avance de la descriptiva sociológica. El observador no ha de afiliarse a una escuela filosófica cerrada ni orientarse en una dirección ideológica, restringida por cualquier personalismo dominante, más bien en el sentido de actualidad puramente especulativa que por su valor doctrinal intrínseco o por revestir caracteres de conquista científica, aplicable inmediatamente a la industria, a la navegación, a la agricultura o a la minería.

 
CARÁCTER DE LA FENOMENOLOGÍA CONTEMPORÁNEA.– Actualmente, los acontecimientos de índole diversa se desarrollan de un modo público, inocultable, en ocasiones hasta ruidoso; se hallan al alcance de los sentidos; pueden apreciarse en todas sus modalidades, casi integralmente, por lo que el investigador puede aplicar sus facultades discursivas au bon plaisir, desenvolviendo sus iniciativas con esa amplitud que permite distinguir y aquilatar los matices y las tonalidades de la inmensa gama cromática en el ámbito del fenomenismo social. Por esto, sin duda, es posible vivir all'aria aperta, sin correr grave riesgo los que se propongan internarse en lo más recóndito de los organismos de la sociedad.

La gran prensa de información, extendiendo el reportaje, el noticierismo telefónico con carácter de universalidad, a modo de institución libérrima; la multiplicación y rapidez de los medios de comunicación y transporte terrestres y marítimos, que permiten salvar distancias enormes en breves horas con comodidad y sin accidentes probables, son instrumentos maravillosos de unificación espiritual, pannacionalizada en distintos órdenes de la actividad humana.

De ahí que ni la curiosidad del niño precoz ni la intemperancia de la comadre maligna, sean comparables al analismo contemporáneo, que tiene por sujeto la fenomenología social evolutiva –tendiendo al acrecentamiento de la sociabilidad– y por objeto la afirmación de la coexistencia cívica, sirviéndose del método experimental comparativo como del único valedero y eficaz.

 
OBJETIVO DEL SOCIÓLOGO.– Observar con agudeza para describir con fidelidad, difundiendo y vulgarizando los procedimientos de investigación tecnológica con fines educativos; propagar entre las clases asalariadas los elementos de cultura, para desbastar cerebros sanos, pero rutinarios, haciendo vislumbrar al pueblo el ideal redentor, es realizar la obra humana por excelencia, luchando con positiva ventaja contra los secretos a voces, porque así lo imponen convencionalismos nefastos, restos de civilizaciones remotas –cimerias egipcias– y nadie osará negar que esta acción es necesaria y fecunda por su virtualidad filosófica, científica, artística y, por lo tanto, social. Desde el punto en que el pensamiento del más humilde ciudadano pudiese llegar al público en la hoja periodística y constituir el contenido de la crónica au jour le jour, no habrían quedado cesantes los secretarios de Estado en Rusia, Turquía, &c., ni sin empleo los altos funcionarios del Cuerpo Diplomático; la idealidad habría desbordado de los cenagosos cauces que convertían los ríos en charcas y obligaban a las sociedades sumidas en la ignorancia a escoger todo lo extremado por la obstrucción dualista, de suerte que la existencia resultara insoportable y el horrible espectro de la muerte apareciese en muchos pueblos pseudocivilizados, como el mayor bien para las masas populares desvalidas, víctimas propiciatorias de la superstición.

 
LUGAR DE LA SOCIOGRAFÍA EN LA CIENCIA.– Aunque la analítica sociográfica objetiva realista, no reportase a la humanidad más beneficio que el de ensanchar los horizontes de la actividad psicológica y facilitar datos importantísimos a los estudiosos que dedican sus energías a las indagaciones propias de las disciplinas sociológicas, bastaría esto sólo para colocarla en lugar preeminente en el ámbito de la Filosofía y de la Ciencia. El conocimiento del cosmos y de la civilización no es comparable a un instrumento mecánico –lanzadera de telar– destinado a moverse por impulso irregulable del acaso y por automatismo de la sangre, la carne y el encéfalo, siempre entre dos extremos únicos, absolutos y abstractos, sino que, por el contrario, se ha de considerar que la certidumbre es doble en su génesis y no dependerán nunca ex datis ni ex principiis contrapuestos a capricho estas fuentes de la mentalidad normal, sin posibilidad de saber quién las diferencia y por qué las hace inconfluyentes para llegar a la verdad. No han de hablar los datos porque enmudezcan los principios, ni éstos pueden progresar sino en virtud del avance de aquéllos, lo mismo en la suprema especulación del filósofo, que en la más corriente de las Artes industriales.

 
LA HERENCIA ESPECULATIVA.– La sagacidad del analista no la proporcionan el vademecum ni el enchiridion de bolsillo; constituye una manifestación de herencia psicológica, seleccionada en plena libertad de pensar y de escribir en forma llana cuantas impresiones recibimos del medio, autografiando la mente propia. Cuando se tribute la consideración que merece al sociógrafo analista del psiquismo social –según lo llevó a cabo, E. de Roberty– del mismo modo que se admira al escenógrafo y al músico poeta, habrá llegado la ocasión de intelectualizar la existencia colectiva, a fin de conseguir la ansiada ecuanimidad espiritual, mediante el estudio y las prácticas naturistas.