Filosofía en español 
Filosofía en español


Giacomo Barzellotti

En España es poco menos que ignorada la personalidad de este ilustre publicista, que se ha distinguido como filósofo, pedagogo y crítico. Y este hecho nos da la medida de nuestro desconocimiento de la producción intelectual italiana, pues no se comprende que un escritor del positivo valer científico de Barzellotti no haya tenido en nuestro país la consideración que merece por sus trabajos de investigación y por su obra de erudito. Pero no es de extrañar que hasta nosotros no llegasen los ecos de lo que representa Barzellotti, por cuanto tampoco es conocida aquí la producción de Gaetano Negri, el eminente historiógrafo y crítico, ni la de Carlos Cantoni, el egregio tratadista de Filosofía y uno de los autores que en Italia han estudiado la concepción kantiana con más profundidad. En ciertos respectos, Italia está para nosotros casi por descubrir, ya que tan solo hemos seguido a distancia y con intercurrencias la germinación ideológica de la nación hermana en raza. Hecha excepción de Pedro Dorado Montero, que en su libro El positivismo en la ciencia jurídica y social italiana, bosquejó las distintas corrientes del pensamiento filosófico en el país del Arte, ninguno de nuestros intelectuales ha dedicado su atención a examinar los avances de las escuelas filosóficas en Italia. ¿Quo tiene, pues, de extraño, que el nombre de Barzellotti apenas sea conocido entre nosotros? Y, sin embargo, en su país no solo representa una individualidad potente, sino que ha encarnado una dirección intelectual que ha ejercido una relativa influencia en la actividad social, contribuyendo eficazmente al resurgimiento de la nacionalidad. [70]

Barzellotti nació en Florencia en 1844, siguiendo la carrera de Letras y Filosofía en la Universidad de Pisa, donde se doctoró en 1867. En poco tiempo conquistó renombre, incluso entre sus maestros, por sus grandes condiciones de pedagogo y de expositor, siendo nombrado profesor de Filosofía en el Liceo Dante, de Florencia, cargo que desempeñó en 1879 y 1880. Poco después, fue profesor agregado de Historia de la Filosofía en la Universidad de Roma y de 1882 a 1883 explica Filosofía Moral en la Universidad de Pavía, pasando de nuevo en 1886 a la Universidad de Roma, en la que dio un curso de Historia de la Filosofía.

De 1887 a 1896 ocupó la cátedra de Filosofía Moral en la Universidad de Nápoles y desde 1897 viene desempeñando por tercera vez la cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad de Roma.

Barzellotti se ha distinguido siempre por su espíritu conciliador y armónico. Su temperamento equilibrado le llevó constantemente a rechazar todas las exageraciones. De ahí que rehuyera siempre la crítica unilateral basada en los prejuicios de escuela y las sugestiones de la moda, que en el orden intelectual, como en las demás manifestaciones de la actividad, deja sentir en no pocas ocasiones sus efectos, desviando momentáneamente el proceso de las ideas y de las normas éticas.

Barzellotti es discípulo del célebre Augusto Comte y, juzgando su obra superficialmente, diríase que es un positivista a la manera del famoso tratadista francés; pero, examinando a fondo la doctrina del eminente filósofo italiano, obsérvase el influjo poderosísimo que ejercieron en su ánimo, de una parte, el positivismo inglés y especialmente Herbert Spencer, Stuart Mill y Huxley, y, de otra, Taine, par quien sintió una gran admiración, hasta el punto de haberle dedicado un libro que es el análisis acaso más concienzudo que se ha hecho de la personalidad y la obra del insigne crítico francés. Este ensayo de Barzellotti, al ser traducido al francés en 1900, fue calificado de profundo y genial, porque su autor acertó a señalar la originalidad de Taine, ponderando su potencia intelectual, tanto par su clarividencia como por haber sintetizado no solo el alma francesa, sino todas las características del espíritu latino. Barzellotti señalaba magistralmente la luminosidad [71] y la visión penetrante de Taine al asimilarse, dándoles nueva forma, las ideas de la escuela histórica alemana. Este ensayo valió a Barzellotti elogios de varios escritores franceses.

La imparcialidad que revelo Barzellotti al juzgar las concepciones filosóficas y literarias, no fue bien comprendida por alguno de sus compatriotas, que, confundiendo la severidad analítica y la objetividad en la investigación con el eclecticismo, lo compararon con Víctor Cousin, que, como es sabido, fue el sustentador de esta última escuela en Francia. Acaso reputaron de ecléctico a Barzellotti determinados críticos italianos, por la predilección que en todas sus obras ha evidenciado al tratar de compaginar las inducciones más audaces de los positivistas con su devoción especulativa. Lo cual, débese a que Barzellotti sintió en su juventud una viva admiración por Schopenhauer y a que en la mayoría de sus libros se advierte su vivo interés por ensamblar la austeridad de los estudios filosóficos con sus aficiones poéticas. De suerte que a Barzellotti se le debe considerar como un pensador independiente, a quien no es posible encasillar en ninguna escuela determinada, pero que, sin embargo, su espíritu abierto su entusiasmo por la ciencia le llevaron a ser un defensor acérrimo del método inductivo.

Sus libros más importantes, son: Dottrine filosofiche di Cicerone, tesis del doctorado que dedico al filósofo Terencio Mamiani (1867); Sopra alcuni temi di Letteratura e di Filosofia (1869), La Morale nell Filosofia positiva (1871), que fue traducida al inglés y publicada en Nueva York en 1878; La Letteratura e la Rivoluzioni in Italia avanti e dopo il 1848 e 1849 (1875); Dell'ánimo di Michelangelo Buonarroti (1875); Delle principali forme in cui il problema della Libertá umana si presenta nello svolgimento storico della Filosofia (1875). La critica della conoscenza e la Metafisica dopo il Kant (1878-79); La Filosofía in Italia (1879); La nuova scuola del Kant e la Filosofia scientifica contemporanea in Germania (1880); L'idealismo di A. Schopenhauer e la sua doctrina della percezione (1882); Santi, solitari e filosofi (1886), libro hermoso, interesante y repleto de datos que revelan sagacidad, penetración psicológica y conocimiento profundo de las anomalías del carácter; La Basilica di San Pietro e il Papato dopo il Concilio di Trento (1882), [72] admirable estudio histórico; Le condizioni presenti della Filosofia e il problema della Morale (1881); David Lazzaretti (1885), breve y originalísimo estudio de la embriología de los fenómenos religiosos, que valió a Barzellotti infinidad de artículos laudatorios de dos críticos más eminentes, entre ellos Renan, Maupassant y Ribot, y que fue incluido en el Índice y considerado herético por la Prensa ultramontana italiana; Ipólito Adolfo Taine (1895), obra traducida al francés en 1900; La Filosofia de F. G. Nietzsche (1900), y Dal Rinascimento al Risorgimento (1909).

Además de los libros citados, ha escrito Barzellotti un sinnúmero de folletos, ensayos y artículos de revista, colaborando asiduamente en la Nuova Antologia y en otras publicaciones italianas y extranjeras. Patriota convencido, ha contribuido con su esfuerzo a elevar el nivel de cultura de Italia, siendo nombrado por el Gobierno individuo del Consejo superior de Instrucción pública y tomando parte en las discusiones y polémicas entabladas acerca de los problemas de enseñanza. Puede decirse que Barzellotti ha orientado a la opinión pública con su claro juicio, poniendo de manifiesto que el peor de los males de la Italia actual, es el analfabetismo, que, singularmente en el Mediodía, reviste graves proporciones, dando por resultado que aquella nación ocupe uno de los primeros lugares en la estadística de la criminalidad de sangre. El anhelo de Barzellotti, de redimir a Italia de tan terribles azotes sociales, le impulsó a escribir varios artículos de carácter sociológico, los cuales vieron la luz en los más importantes periódicos de Roma. En algunos momentos, cuando creyó que peligraba la prosperidad de su patria, abandonó sus estudios y desde la tribuna pública enardeció a la muchedumbre con su palabra brillante y fogosa.

En el último Congreso de Filosofía celebrado en Roma en 1910, ocupó la presidencia, pronunciando un discurso notabilísimo acerca de las corrientes filosóficas que hoy privan en Alemania, Francia, Inglaterra y los Estados Unidos.

Si Barzellotti, en vez de ser italiano, fuera francés, habríase su fama extendido por el mundo entero; pero ha tenido que luchar con el inconveniente insuperable de que hasta hace muy poco el idioma italiano no había conseguido la internacionalidad científica.