Filosofía en español 
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Eduardo Burnet Tylor

La Etnografía, disciplina científica modernísima, debe no pocos de sus triunfos al conocidísimo tratadista inglés Edward Burnet Tylor, cuyas obras alcanzaron éxito mundial, granjeando a su autor un nombre glorioso. Con Robertson Smith, Andrés Lang, Topinard, J. C. Frazer, John Lubbock, L. Hopf y R. Munro, compartió Tylor la difícil tarea de amplificar los horizontes de la cultura contemporánea, y en la historia de la Sociología general, fue uno de los indagadores que aportaron un esfuerzo más vigoroso al hacer consciente, a la humanidad de su pasado, descubriendo textos de saber que permanecían ignorados. Tylor fue quien puso al descubierto los restos de las civilizaciones pretéritas, mostrando cómo perdura en las organizaciones de nuestras sociedades el salvajismo primitivo. Las leyes que rigen la vida de los pueblos fueron estudiadas con gran profundidad por Tylor, quien evidenció la sobrevivencia de un sinnúmero de costumbres, mitos y cultos, que tienen su origen en el hombre primitivo. La obra de Tylor ha sido considerada por la crítica como uno de los monumentos más admirables con que cuenta la ciencia etnográfica de nuestro tiempo, y es Tylor uno de los tratadistas que con más rapidez vieron triunfar su doctrina, que ha llegado a ser clásica.

Edward Burnet Tylor, nació en Camberwell en 2 de Octubre de 1832. Hizo sus estudios en Grove House, escuela establecida en Tottenham. Destinado en un principio a los negocios, ingresó, a los diez y seis años en una fábrica de cueros que poseía su padre; pero pocos años después, a consecuencia de haber contraído una enfermedad, viose obligado a abandonar aquella [366] ocupación, y por prescripción facultativa hubo de realizar un largo viaje. En 1855 visitó la América del Norte; más tarde permaneció una larga temporada en la isla de Cuba, donde se hallaba accidentalmente el etnógrafo Henry Christy, quien parece que ejerció una gran influencia en la orientación que hubo de tomar en sus estudios Tylor. En compañía de Christy, recorrió Méjico, que estudiaron conjuntamente desde los puntos de vista antropológico e histórico, y el resultado de sus investigaciones lo consignó Tylor en el libro que publicó en 1861 con el título: Anahuac, or Mexico and the Mexicans, ancient and modern. Poco después dedicó su actividad a otro género de estudios de carácter más vasto y tendiendo a la generalización. En 1865 vio la luz su segundo volumen Researches into the early history of mankind. Ambas obras le conquistaron el aprecio de los especialistas, y ya seguro de sí mismo, el ilustre tratadista intensificó su labor investigadora en el campo de la Etnografía, publicando en 1871 su obra fundamental: Primitive culture, researches into the development of mythology, philosophy, religion, language, art and custom, que consagró su reputación y le colocó en primera línea entre los cultivadores de la Etnografía. Es este un libro admirable por la copiosa documentación que contiene, y no obstante la profundidad de la investigación, está escrito en un estilo claro, revelando en algunos pasajes, un gran humorismo. Hecha excepción de algunas obras de Heriberto Spencer, de Huxley y Lubbock, no hay otro autor que haya alcanzado un éxito científico tan resonante.

Tylor fue uno de los espíritus que en el último tercio del siglo pasado mostraron mayor independencia de criterio, substrayéndose a las ideas más arraigadas por aquel entonces en la Gran Bretaña, donde predominaba todavía la tradición, sobre todo en lo que concierne a los problemas religiosos. Pero el triunfo de Tylor debióse principalmente a que antes de realizar una síntesis concreta, había reunido un caudal copiosísimo de hechos. Como Darwin y Spencer, ha sido Tylor uno de los grandes maestros del pensamiento inglés que más influencia ejercieron para desvanecer el antiguo dogmatismo; y en el ámbito de la Antropología luchó bravamente por afianzar los principios de la [367] Filosofía evolucionista. En 1873 apareció la segunda edición de Primitive culture, que desde entonces hasta la fecha se ha reimpreso sin cesar. En 1876 fue traducida al francés por Mme. Pauline Brunet y M. Ed. Barbier. También fue vertida al alemán, al ruso y más tarde, al castellano.

Si bien en un principio, la doctrina de Tylor fue en Inglaterra muy discutida, no tardó en imponerse, y las entidades doctas más prestigiosas, rindieron a su autor el homenaje de su simpatía. En 1871, la Sociedad Real de Londres le abrió sus puertas. En 1875, la Universidad de Oxford le confirió el grado de doctor honoris causa. En 1883, fue nombrado conservador del Museo Etnográfico de la mencionada Sociedad. En 1884, se le designó para dar un curso de Antropología. En 1895, el curso convirtióse en cátedra magistral, y el insigne tratadista recibió el título de profesor. En la Universidad de Oxford, existe una Facultad especial para las Ciencias Naturales y en ella ocupó un puesto la Antropología, al lado de la zoología y de la Botánica. Sabido es que en la misma Universidad habíase creado anteriormente, en su Facultad de Derecho, por el famoso jurista Henry Sumner Maine, una cátedra de Historia del Derecho, que tanto contribuyó a renovar el pensamiento, connaturalizándolo con las corrientes de la Sociología.

Tylor permaneció en su cátedra hasta el año 1909, en que, por su avanzada edad, se retiró del profesorado. De 1889 a 1891, compartió sus tareas pedagógicas habituales con un curso de dos años, que dio en la Universidad de Aberdeen, acerca de la religión natural. En esta enseñanza amplió los puntos de mira contenidos en un pequeño volumen, de carácter didáctico, publicado en 1881, e intitulado Antropology or introduction to the study of man; pero no concretó su actividad a las tareas didácticas, pues colaboró, además, asiduamente, escribiendo artículos etnográficos en la célebre Encyclopedia Britannica, la mejor publicación de su género que existe en el mundo, y que sólo ha sido superada en ciertos respectos por algunas publicaciones norteamericanas de la misma índole. Además, envió un sinnúmero de comunicaciones a las Corporaciones doctas de su país y del extranjero. La [368] Asociación Británica para el Progreso de las Ciencias y la Sociedad de Antropología, fueron, durante un largo lapso de tiempo, impulsadas por Tylor, quien presidió la Subsección de Antropología de la primera en 1879, en el Congreso de Sheffield. El Congreso celebrado en Montreal en 1884 –el primero que tuvo efecto fuera de Europa–, fue presidido también por Tylor. En 1891 ocupó éste la presidencia de la Sociedad de Antropología, y en 1907 le fue otorgada la medalla conmemorativa de un premio instituido por Huxley. En el propio año, con motivo de celebrar su 75 aniversario, sus compañeros de Inglaterra le dedicaron un volumen que lleva por título Anthropological Essays. Hasta 1905, la Universidad de Cambridge, que le había sido hostil durante mucho tiempo, no le otorgó el título de doctor honoris causa. En 1912, el Rey de Inglaterra le concedió un título de nobleza, en premio a su dilatada labor científica.

En Francia, a donde no tardaron en llegar los ecos de la fama del eminente maestro inglés, y donde sus obras son muy conocidas, se impuso también la doctrina tyloriana. En 6 de Agosto de 1900, fue elegido Tylor individuo del Institut Intenational de Sociologie, del que ocupó la presidencia en 1904, sucediendo al gran sociólogo yanqui Lester F. Ward

El mérito principal de la obra de Tylor, consiste en haberse anticipado en más de medio siglo a sus contemporáneos. Fue, al igual que Carlos Darwin, un egregio precursor, un verdadero genio, según Máximo Kovalewsky. Por esto, sin duda, la crítica contemporánea más docta, afirma que la teoría de Tylor quedará como un bello ejemplo de sagacidad y de intuición. Tylor pudo asistir a su propia glorificación, presenciando el homenaje que le rindieron cuantos autores se han dedicado al estudio de la nueva doctrina acerca de los «totems» americanos y de los «Kobongs» australianos, ya estudiados en principio por Mac Lenan, Lubbock, Spencer y, más tarde, por el sociólogo francés E. Durkheim.

Según René Worms, Tylor realizó con Primitive Culture, una labor valerosa y arriesgada, si tenemos en cuenta que cuando él escribió su obra predominaba en Inglaterra, la creencia de que los salvajes actuales, [369] representan formas degeneradas de la humanidad, y que éstos provienen por regresión del tronco común originario. Tylor sustenta, por el contrario, que estos salvajes son los que mejor conservan las formas ancestrales, que en ellos se han venido manteniendo casi estables, en tanto que el resto de la humanidad progresa. Realizó, pues, una labor análoga a la de Darwin, en lo que concierne a la evolución de las especies zoológicas, y evidenció que la demonología y el espiritismo, son restos lejanos del animismo originario.

Como pensador, fue Tylor un espíritu formado en la escuela positivista anglofrancesa, y por esto su doctrina, aparece como una obra de verdadera liberación y de progreso, que permanece ingente, lejos de los vaivenes que se advierten a menudo en el orden científico, como en otras esferas de la actividad social.

Sir Edward Tylor falleció en 2 de Enero de 1917, a la avanzada edad de ochenta y cinco años. La muerte le sorprendió rodeado de honores y después de haber conquistado uno de los más altos puestos en la historia de la ciencia antroposociológica contemporánea.