Filosofía en español 
Filosofía en español

Tercer Congreso Católico Nacional Español  Sevilla 1892

El Congreso Católico Nacional Español se reunió por tercera vez en 1892, en Sevilla (tal como se había previsto en el segundo, Zaragoza 1890). Benito Sanz y Forés, Arzobispo de Sevilla, presidió la Junta Organizadora, y aunque se había previsto inaugurar el Congreso el 26 de abril, festividad de San Isidoro, patrono de la metrópoli hispalense, las grandes inundaciones ocurridas en los meses de marzo y abril obligaron a posponer el inicio del tercer Congreso al 18 de octubre de 1892 (acababan de cumplirse los cuatrocientos años del descubrimiento de América, una semana antes se había clausurado en Santa María de la Rábida el IX Congreso Internacional de Americanistas, y faltaban cien años para la clausura de la Expo 92).

El Reglamento del Congreso Católico Nacional de Sevilla se había difundido el 8 de noviembre de 1891, junto con los Puntos de Estudio para las Secciones del Congreso, que eran cuatro: asuntos de carácter piadoso, asuntos de propaganda, asuntos de caridad y asuntos de carácter científico-religioso.

El Congreso de Sevilla fue un gran acontecimiento: alcanzó los 4.850 socios (entre titulares y honorarios; todos pagaron diez pesetas y recibieron la Crónica impresa, pero por supuesto no quiere eso decir que todos se reunieran en Sevilla), se presentaron a él cerca de 90 memorias, contó con un presupuesto de 50.000 pesetas y publicó 5.000 ejemplares de la Crónica del tercer Congreso Católico Nacional Español. Discursos pronunciados en las sesiones públicas y reseña de las memorias y trabajos presentados en las secciones de dicha Asamblea celebrada en Sevilla en octubre de 1892 (Establecimiento Tipográfico de El Obrero de Nazaret, Sevilla 1893, XXII+993 págs.).

«Los sonoros y alegres repiques de la sin par Giralda, la esbelta torre árabe en cuyo remate campea la colosal estatua de la Fe, como numen tutelar de Sevilla, anunciaron a las doce del día 17 de Octubre la proximidad del Congreso. Ya en este día y en los anteriores los trenes conducían a esta Capital a los RR. Prelados de las más remotas diócesis de España y a muchos socios de sus diversas provincias. [...] Llegada la mañana del Martes 18, una comunión general administrada a las siete y media por el Ilmo. Sr. Obispo de Lérida en la Capilla Real de la Santa Iglesia Metropolitana, ante el glorioso sepulcro que guarda el venerando cuerpo del insigne Conquistador de Sevilla San Fernando, inauguró la serie de actos que habían de constituir el Congreso.» (XII-XIII)

«Dejaríamos incompleta esta reseña, si no hiciéramos mención de un detalle altamente lisonjero que da mayor esplendor al Congreso de Sevilla. Nadie ignora que la estancia de S.M. la Reina Regente y de la Real Familia en esta Capital, con ocasión de su venida a Andalucía para inaugurar solemnemente en la Rábida el monumento levantado a Cristóbal Colón en el cuarto centenario del descubrimiento de América, se prolongó más de lo proyectado, por el sensible motivo de la enfermedad que aquí padeció S.M. el Rey, dando esto lugar a que coincidiera la celebración del Congreso con la presencia de S.M. en Sevilla. La augusta Señora, deseando dar una prueba de estimación al M.R. Sr. Nuncio de Su Santidad y a los RR. Prelados que aquí se habían reunido, tuvo la dignación de invitarlos a su mesa en la tarde del Sábado 22 de Octubre, en la que se había verificado la última sesión de esta Asamblea.» (pág. XXI)

La Sección Primera, dedicada a Asuntos de carácter piadoso, estuvo presidida por José Martín Herrera (arzobispo de Santiago de Compostela), Antonio Mejías Asensio (abogado y catedrático auxiliar de la Universidad de Sevilla) fue secretario, y formaron parte de la Ponencia: Juan Vacas González (catedrático del Seminario de Sevilla), Juan B. Serra Queralt (catedrático del Seminario de Sevilla), Miguel Riera de los Angeles (Arcipreste de la Catedral de Sevilla), Félix Soto Mancera (Canónigo Doctoral de la Catedral de Cádiz); José Madrid Manso (Canónigo de la Catedral de Palencia) y José López García (Canónigo Lectoral de Sevilla). → Conclusiones de la Sección primera.

La Sección Segunda, dedicada a Asuntos de propaganda, estuvo presidida por Ciriaco Sancha Hervás (arzobispo de Valencia), y formaron parte de la Ponencia: Simón de la Rosa (catedrático de la Universidad de Sevilla), José María Caparrós (arcipreste de la Catedral de Madrid), Manuel Laraña Fernández (senador y catedrático de la Universidad de Sevilla), Antolín López Peláez (canónigo magistral de Lugo), Alejandro Corrales (rector del Colegio de Escolapios de Sanlúcar de Barrameda, que actuó como Secretario), José María Asensio Toledo (presidente de la Academia de Buenas Letras de Sevilla) y Eduardo Reina García Pego (abogado de Sevilla). → Conclusiones de la Sección segunda.

La Sección Tercera, dedicada a Asuntos de caridad, estuvo presidida por José María de Cos (arzobispo-obispo de Madrid-Alcalá), Juan Romero Martínez (abogado y del Colegio Notarial de Sevilla) fue secretario, y formaron parte de la Ponencia: Paulino Alvarez (religioso del Convento de Dominicos de Cádiz), Delfín Donadíu (catedrático de la Universidad de Barcelona), José Carmona Ramos (abogado en Sevilla), Rafael Rodríguez de Cepeda (catedrático de la Universidad de Valencia), Antonio Andrade Navarrete (catedrático de la Universidad de Sevilla) y Manuel de Burgos Mazo (vicepresidente de la Diputación provincial de Huelva). → Conclusiones de la Sección tercera.

La Sección Cuarta, dedicada a Asuntos de carácter científico-religioso, estuvo presidida por Marcelo Spínola (obispo de Málaga), y formaron parte de la Ponencia: Manuel de la Peña Fernández (presbítero y catedrático del Seminario de Sevilla), Ricardo Checa Sánchez (catedrático de la Universidad de Sevilla, que actuó como Secretario), José Cañamache Marqués (canónigo Doctoral de Sevilla), Eloy García Valero (canónigo de la Catedral de Sevilla), Tomás Sancho Sorribas (beneficiado de la Catedral de Sevilla), Manuel Rodríguez Sánchez (canónigo de la Catedral de Sevilla) y Valentín Gómez (escritor público). → Conclusiones de la Sección cuarta.

La conclusiones adoptadas en el tercer Congreso, como las de los anteriores, tienen la virtud de expresar, de forma directa y con absoluta claridad, las variadísimas soluciones que proponen los católicos para enfrentarse eficazmente a todos sus enemigos: laicos, ateos, neutros, positivistas, materialistas, la mala prensa, las novelas inspiradas en el naturalismo materialista, la sociología positivista, el descreimiento, el indiferentismo religioso, la revolución social, la anarquía. En el terreno teórico e ideológico, tan agitado y cambiante en ese siglo XIX, las soluciones se encuentran por la vía de la vuelta a Santo Tomás, del neotomismo del que fue uno de sus impulsores el Cardenal González:

«Para promover el estudio de la filosofía de Santo Tomás de Aquino debe recomendarse como uno de los medios más prácticos en harmonía con lo inculcado por Ntro. Smo. Padre León XIII el adoptar para libros de texto tanto en filosofía como en teología, y en aquellas asignaturas que más se relacionen con estas facultades, los de autores que hayan bebido en las puras fuentes de la doctrina del Doctor Angélico y que por razón de su método y claridad se juzguen más a propósito para la instrucción.» (Sección IV, Punto IV, 1ª)

Y en un terreno todavía más inmediato, una de las soluciones que se proponen consiste en practicar el entrismo en el «profesorado oficial» (el del Estado), dando de hecho por perdida la larga batalla por la exclusividad (de la Iglesia, por supuesto) en la enseñanza, y sabedores de que no era suficiente promover instituciones privadas (de la Iglesia) para asegurarse el control de la formación de los ciudadanos. A cien años de distancia de la plasmación por escrito de aquellas estrategias, cualquiera que observe, por ejemplo, la procedencia, creencias y actitudes de buena parte del profesorado de filosofía mantenido por las universidades públicas españolas, deberá reconocer la sabiduría práctica de aquellos prudentes congresistas:

«Los católicos, así clérigos como seglares, que habilitados con los títulos necesarios al efecto, acometiesen esta empresa tomando parte en los ejercicios de oposición a cátedras y escuelas vacantes, prestarían un señalado servicio a la enseñanza y a la Iglesia. Incalculables serían también los bienes que se seguirían de designar todos los años entre los sacerdotes jóvenes, que más se hayan distinguido al estudiar filosofía y Teología en sus respectivos Seminarios, uno que por sus especiales condiciones parezca más apto para emprender, valiéndose de la actual libertad de enseñanza, una carrera civil, y alcanzar en ella profundos y vastos conocimientos que, una vez obtenido el título correspondiente, le habiliten para disputar con ventaja las cátedras o escuelas vacantes en pública oposición. No es difícil por este medio reunir en breve tiempo un número considerable de personas adornadas de ciencia y de virtud que puedan entrar a formar parte del profesorado oficial.» (Sección I, Punto I, 7ª)

El propio Fray Zeferino, Cardenal González, fue el primer firmante de una Exposición dirigida al Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros por los Prelados reunidos en Sevilla con motivo del Tercer Congreso Católico Nacional, en la que, entre otras cosas, quieren que se impida a los «profesores hostiles a la fe católica» desempeñar cátedras en los establecimientos docentes sostenidos por el Estado y piden que se establezca «la asignatura obligatoria de Religión y Moral» en los Institutos «y a ser posible en las Universidades».

El III Congreso Católico Nacional Español en el Proyecto Filosofía en español

Congreso Católico Nacional Español

Crónica del Tercer Congreso Católico Nacional Español

r