Julio Meinvielle 1905-1973
Presbítero católico argentino y activo ideólogo antisemita, que en los años de la guerra civil española mantuvo polémica con Jacques Maritain, defendiendo la tesis de la guerra civil española como Guerra Santa (→ Qué saldrá de la España que sangra, publicado en 1937 por los Jóvenes de la Acción Católica argentina). Estudiante de Filosofía en el Seminario Pontificio de Buenos Aires, entre sus compañeros de generación deben citarse Octavio Nicolás Derisi y Juan Sepich. En 1934 intervino en la organización de la Acción Católica argentina, y en 1937 fundó la Unión de Scouts Católicos Argentinos (USCA). Fue uno de los fundadores, el 9 de noviembre de 1948, de la Sociedad Tomista Argentina, cuya primera junta directiva la formaban el jurista Tomás Casares como presidente, el entonces canónigo Octavio Nicolás Derisi y el filósofo Nimio de Anquín como vicepresidentes, y el presbítero Julio Meinvielle como secretario. En 1949 intervino en el Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza, 30 de marzo / 9 abril), donde defendió el trabajo «El problema de la persona y la ciudad».
Graciela Ben-Dror, La Iglesia Católica en Argentina y el pueblo judío durante el Holocausto, 1933-1945 (tesis doctoral en filosofía, en hebreo, defendida en 1993 en la Universidad Hebrea de Jerusalén), ha estudiado la influencia que la propaganda antisemita de este prolífico escritor que fue el presbítero católico Julio Meinvielle ha tenido en la Argentina y en otras repúblicas americanas, no sólo en los años del Holocausto, sino más adelante. En los años sesenta Julio Meinvielle fue el adalid espiritual e ideológico del violento y activo grupo antisemita Tacuara, integrado por jóvenes de la oligarquía argentina. Uno de los discípulos de Meinvielle fue Jordán Bruno Genta, autor de Guerra Contrarrevolucionaria: doctrina Politica (Buenos Aires 1965). Para sus trabajos recibió Meinvielle apoyo de la Fundación Pérez Companc. Colaboró en la revista Mikael (editada en Paraná, Provincia de Entre Ríos) y en Gladius.
También ha sido importante la influencia de Meinvielle en el ideólogo católico argentino Alberto Buela Lamas (su primer libro, El ente y los trascendentales, 1972, fue apadrinado por un prólogo de Julio Meinvielle), y en su hermano, el presbítero católico Carlos Miguel Buela Lamas, fundador el 25 de marzo de 1984 en San Rafael (Argentina) del Instituto del Verbo Encarnado [que no fue aprobado canónicamente hasta el 8 de mayo de 2004, por el obispo Andrea María Erba, quien lo erigió como instituto religioso de derecho diocesano en su diócesis italiana de Velletri-Segni] y autor de un opúsculo in memoriam de Meinvielle.
En 2005, al cumplirse el centenario del nacimiento de Julio Meinvielle, la organización católica Instituto del Verbo Encarnado (El Canaral 2699, San Rafael, Mendoza, Argentina) activó el sitio de internet juliomeinvielle.org: «Al cumplirse el centenario del nacimiento del ilustre sacerdote y ensayista católico, padre Julio Meinvielle (1905-1973), nos proponemos dar a conocer en este sitio sus obras. Creemos que su pensamiento es de gran actualidad y, aún más, de suma importancia en la proposición y enseñanza de la verdad y discernimiento de los errores que desde las ideologías contemporáneas han inficionado el pensamiento de autores, incluso cristianos, y la doctrina y la práctica de la evangelización de la sociedad.» [puede leerse en la presentación del sitio en enero de 2009; fecha en la que no se hace figurar a nadie en el sitio como responsable de su creación y mantenimiento, ni persona, ni institución, ni domicilio o país; aunque ese dominio de internet fue registrado el 10 de noviembre de 2004 con los datos antes ofrecidos, actualizados por última vez el 10 de enero de 2005]. Ese sitio está organizado en tres secciones (sus obras, su vida, su proyección) y va ofreciendo poco a poco textos [el último incorporado, el 29 de noviembre de 2008: El comunismo en la revolución anticristiana (1961) siguiendo la cuarta edición, de 1982] y audios de Meinvielle, bajo el lema que se repite en todas sus páginas: «Amó la verdad, Cf. 2 Tes. 2, 10.».
Sucinta antología de textos de Julio Meinvielle
«El Imperio Universal Judaico. ¿Y junto con el comunismo qué otra cosa quieren los judíos? El imperio universal de su raza sobre los pueblos amansados, con Jerusalén por capital del mundo. Éste es el sentido del movimiento sionista, el cual quiere la reintegración de los judíos en Palestina, no para que la nueva Judea englobe la totalidad de los judíos, sino para que la creación de un centro judío sea a modo de un hogar común que comunique la impulsión necesaria a la mayoría de judíos que permanecerían en su patrias de adopción (G. Batault, Le Probleme Juif).
Entonces el sueño dorado de los judíos será una realidad. Porque cuando los judíos sean dueños del mundo, con Jerusalén por capital, entonces, sueñan, ha de venir el Mesías, el gran conquistador que hará «a todas las naciones del mundo esclavas de los judíos» (Drach, De l'harmonie entre l'Eglise et la Synagogue) y que recibirá los dones de todos los pueblos y sólo rehusará el de los cristianos.» (Julio Meinvielle, El judío, 1937)
«La magnitud tan desconcertante de los acontecimientos que se desarrollan en el mundo hace pensar, cada vez más seriamente, que estamos entrando en una época, en la cual los hombres, olvidándose de las diferencias accidentales que siempre los han dividido, como la nación, la clase, la lengua, se sientan divididos por algo más profundo y auténtico como es la sangre que corre por sus venas.
Se pudo creer hasta hace poco que la sangre corría tan mixturada en las actuales generaciones que era cosa completamente absurda clasificar por ella a los hombres.
Sin embargo, yo mismo tuve oportunidad de poner en relieve, cómo hay un pueblo, el pueblo judío, en el cual desde hace 4000 mil años corre la sangre de su Padre Abrahán, y que se mantiene sin contaminarse y sin confundirse en medio de todos los pueblos. La raza judía, la sangre judía, el pueblo judío –dígase lo que se quiera para su gloria o para su vituperio– es inconfundible.
He aquí que es necesario llamar la atención ahora sobre la existencia de otro pueblo antiquísimo y grande, el pueblo germánico, que hoy en el siglo XX de la humanidad redimida, quiere levantar el poderío de su grandeza sobre la pureza incontaminada de su raza y de su sangre, buscando reconstituir lo germánico, lo ario, porque fuera de allí no puede existir nada bueno ni excelente.
Y si hay un problema judío, también se plantea ahora un problema germánico. De este problema quiero ocuparme aquí. Y no para estudiarle en toda su proyección histórica ni en todos sus aspectos sino tan solo, en algo profundo y esencial como es la posición que el pueblo germánico quiere tomar frente a Cristo.» (Julio Meinvielle, Entre la Iglesia y el Tercer Reich, 1937)
«De acuerdo con esta ley que enuncia aquí el Apóstol Pablo, una minoría farisaica de judíos desempeña en la historia el papel de enemigos primeros de los pueblos cristianos, empeñados en perderlos, impidiendo su cristianización. Para ello buscan el dominio total de la vida de los pueblos apoderándose de los resortes del poder: del poder económico primero y luego del mismo poder político. Sería largo historiar el proceso histórico que cumple esta minoría farisaica. Pero una vez que es derribada la sólida estructura de la cristiandad medieval, fundada en la fe y en la caridad, los judíos logran penetrar dentro de los pueblos cristianos y desde allí corromperlos con el liberalismo y esclavizarlos con el comunismo. La Revolución moderna –liberalismo, socialismo, comunismo– es el gran instrumento de dominación de que se valen. Con ella logran suprimir la civilización cristiana y suplantarla por una civilización laicista y atea.
Los cristianos, a su vez, no tienen otra defensa eficaz contra la judaización que una adhesión efectiva a la vida cristiana, lo cual importa el cumplimiento privado y público de la ley natural y sobrenatural. Cuando los cristianos se debilitan en este cumplimiento, van cayendo de modo insensible pero seguro en el dominio judaico.» (Julio Meinvielle, El comunismo en la revolución anticristiana, 1961)
«Desde los días de Cristo, el problema judío ocupa un lugar central en la historia cristiana. Para el bien y para el mal. El naturalismo, que ha penetrado en todos los ambientes cristianos, determina que teólogos, filósofos y políticos cristianos subestimen la acción del pueblo judío en la historia cristiana. Pero la teología católica protesta contra todo naturalismo. Los judíos han de desempeñar un papel de primera significación en la conducción de los pueblos, cuando éstos apostaten de Cristo. Y así no es difícil registrar en la historia la baja del sentido cristiano que coincide y marcha paralelo con el alza de la dominación judía.
Y cuando se llega a un punto decisivo en la historia de la humanidad, como es el que actualmente vivimos, es claro que este punto decisivo se ha de resolver en definitiva o por la Realeza pública de Cristo o por la Tiranía también pública de Satán; o por el reconocimiento de la Maternidad de la Iglesia sobre los pueblos o por la aceptación de la dominación de la Sinagoga. Los pueblos han de servir. Pero sólo el servir a Dios es reinar. La esclavitud bajo el yugo judío hacia la que caminan los pueblos no es sino la alternativa obligada de la apostasía que neciamente han proclamado. Aunque el Talmud, otros planes judíos elaborados para diversas épocas históricas y los Protocolos de los Sabios de Sión no fueran documentos de existencia cierta, bastaría el mensaje evangélico para cercioramos que en todo momento histórico, como el actual, que camina hacia un punto culminante de la apostasía universal, debe ser al mismo tiempo punto culminante de la dominación judaica mundial. De aquí nada sorprendente ha de resultar que tanto la finanza internacional como la Revolución Mundial estén en las mismas manos judaicas para castigo de los pueblos cristianos, culpables éstos como los primeros de la perfidia judaica, al haber apostatado de Cristo que constituye su salud.» (Julio Meinvielle, El comunismo en la revolución anticristiana, 1961)
«Esta lucha hacia la que caminamos se ha de resolver en el corazón mismo de la Europa Cristiana; vale decir, en el núcleo de naciones que fueron primeramente evangelizadas y que han conservado hasta aquí el fervor de la fe. En Roma, ciudad de Pedro que protagoniza la Fe. En España, ciudad de Santiago que representa la Esperanza y con ella la Fortaleza; en Francia, nación evangelizada por los discípulos de San Juan que simboliza la Caridad. Una batalla decisiva de esta guerra se ha dado ya. Otra más decisiva aún está por darse todavía. La primera batalla se ha dado cuando los aguerridos españoles luchando como leones arrojaron de su suelo al comunismo ateo. Cierto que entonces Francia, claudicando de su gloriosa ascendencia cristiana, se colocó del lado de los enemigos de Dios y de la Cristiandad. Fue precisamente entonces cuando tomó cuerpo la tesis de una «Nueva Cristiandad», que el liberalismo del pensador francés Maritain inventó para reemplazar a la Cristiandad medieval que defendió como suya el pueblo español. En esta lucha, la Realeza de Cristo era el objeto principal de la contienda y lo continúa siendo. La pobre Francia judaizada en su política, en su filosofía y en su teología, apostataba una vez más y se colocaba del lado de los negadores de la Realeza de Cristo.
Desde la claudicación del 36, Francia ha ido cayendo en situaciones más deplorables. La «Nueva Cristiandad» de Maritain ha traído luego el «personalismo» de Mounier, que ha debilitado gravemente el catolicismo francés. Y el «personalismo» ha producido el «progresismo», que ha infestado de comunismo toda la acción apostólica de generosos sacerdotes y laicos. Los sacerdotesobreros ofrecen un caso típico. Francia, la cristianísima Francia, se ha convertido bajo el despotismo de judíos, masones y comunistas, no sólo en una pobre nación sin gloria, sino en instrumento de la esclavización de los pueblos.
Pero ya aparecen signos de resurrección. Signos muy gráciles por ahora. Y estos signos están vinculados a España. Piénsese, por ejemplo, en la acción renovadora que están realizando en todas las capas de la sociedad, también en la militar, los ejercicios espirituales de San Ignacio dados por la congregación de origen español de los Padres Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey y se tendrá una pequeña muestra del resurgimiento, para dentro de pocos años, de un nuevo catolicismo francés en la línea tradicional de la defensa de la Realeza de Cristo.» (Julio Meinvielle, El comunismo en la revolución anticristiana, 1961)
Algunas menciones sobre Julio Meinvielle
José Perdomo García, “La crítica de Menvielle”, en “El maritenismo en Hispanoamérica”, 1951.
«La Parroquia Nuestra Señora de la Salud fue erigida por monseñor Copello en 1933, y está situada en Marcos Sastre 6115. Esta Parroquia tuvo la suerte de contar con un sacerdote extraordinario, Padre Julio E. Meinvielle, que interesó a las autoridades de la época en la educación, la niñez, la juventud y la vivienda. Desplegando una gran actividad fundó la actual Unión de Scouts Católicos Argentinos reconocida por el Episcopado, en 1934 creó las ramas de la Acción Católica y levantó la actual Iglesia ya que hasta entonces era un pequeño oratorio. También fundó el Ateneo Popular de Versalles. Escribió numerosos libros y colaboró con las revistas y semanarios, siendo fundador de muchos de ellos, como Nuestro Tiempo, y Balcón. Se lo recuerda con una placa alusiva a todo lo que fue un ejemplo de vida y dedicación a los demás, que se encuentra en el atrio de la Iglesia.» (tomado de internet, de una guía del Barrio de Versalles de Buenos Aires.)
«En 1929, en Gerli, en la capilla de la Compañía de San Pablo –hoy parroquia San José de los Obreros– el Ing. Armando Fisher, abre un Grupo Scout, que se cierra un año después, pero no cede al desaliento y en 1923, funda el Grupo Scout Cardenal Ferrari en la calle Belgrano 2600 de la ciudad de Buenos Aires, junto a Julia Hechart, José María Supino, Alfonso Rafaelli y al Padre José Guerini. Paralelamente el Padre Julio Meinvielle empieza a organizar campamentos de jóvenes en su parroquia, ejemplo que siguen otros sacerdotes católicos. Todos esos esfuerzos se aúnan el 7 de abril de 1937 cuando el cardenal Copello, entonces obispo primado de la Argentina reconoce la Creación de la Unión Scouts Católicos Argentinos , siendo su presidente el Gral. Ezequiel Pereyra, sus vices el contralmirante Osvaldo Repetto y el Dr. Ernesto Padilla (h) , secretario el padre Julio Meinvielle y prosecretario el Dr. Alfonso Rafaelli.» (Historia del Scoutismo en Argentina).
«Los nombres propios pueden brindar una orientación, pero hay un uso y un abuso. Digamos así: tras la muerte de personalidades como Meinvielle, Castellani, Nimio de Anquín, Mahieu, Disandro se produce en Argentina un recambio generacional en los ideólogos del nacionalismo. Voy a ser concreto, seleccionando cuatro figuras relacionadas con el ámbito de lo nacional-católico, cuyas publicaciones cobran más notoriedad: Antonio Caponneto; Alberto Buela Lamas; los discípulos de Disandro, especialmente Arnaldo Rossi; Marcos Ghio. Caponneto y Buela están en conexión con la Iglesia, mientras Rossi y Ghio representan la posición gibelina, el uno mediante una explicitación en prosa poética de Disandro y Nimio de Anquín, el otro mediante una reinterpretación de Evola. No es un secreto que, si hemos de optar, los redactores de Libertad de Opinión preferimos a los gibelinos. Caponneto defiende explícitamente el judeo-cristianismo y el papado, dentro de los marcos del nacionalismo católico convencional auspiciado por el Padre Meinvielle; Buela también, pero dentro del peronismo y de una manera implícita, insistiendo en lo que puede denominarse principio de radicación telúrica, con lo cual a veces suena más heterodoxo de lo que es.» (Juan Víctor Lastarria, «Vino nuevo en odres viejos. La recepción de Evola y el nacionalismo católico», Libertad de opinión. La voz mundial del Nacionalismo argentino, año 1, nº 5, diciembre 1997.)
«En ese mismo año de 1922, en medio de una gran indiferencia por el estudio serio de la doctrina cristiana, del esfuerzo de un grupo de jóvenes notables nacen los Cursos de Cultura Católica. Su primera Comisión Directiva –que se reunió en el local de la valiosa biblioteca de Don Emilio Lamarca, en Alsina 553– estaba formada por Tomás Casares, César Pico, Faustino Legón, Octavio Pico Estrada, Eduardo Saubidet, Juan Bourdieu y Uriel O'Farrell. Pero podemos afirmar que el alma mater de los Cursos y quienes avivaron su llama en momentos de dificultad fueron los Dres.Tomás Casares, Atilio Dell'Oro Maini y el poeta Osvaldo Horacio Dondo. En el seno de los Cursos se dictaron clases y seminarios de Filosofía, Teología, Sagradas Escrituras y se promovió una peña de artistas y hombres de letras a la que llamaron Convivio; quienes participaron de sus actividades se caracterizaron por la práctica de una profunda vida religiosa y litúrgica orientada por los padres benedictinos. Los cursos no solamente irradiaron una sólida formación intelectual y cultivaron exquisitas expresiones artísticas, sino que también gestionaron y lograron la visita de ilustres maestros europeos, como el filósofo Jacques Maritain y el Padre Garrigou Lagrange. Con la visita de Maritain se acentúa la escisión entre los alumnos de los Cursos, divididos ya por sus adhesiones y simpatías particulares a uno u otro frente de la Guerra Civil Española. Es el momento en que César Pico y el Pbro. Julio Meinvielle manifiestan su disconformidad con algunas tesis particulares de Maritain.» (Palabras pronunciadas por Monseñor Guillermo P. Blanco en el acto de la bendición del edificio "Santa María de los Buenos Aires" de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, 8 de diciembre de 1998.)
«En febrero de 1979 el Ministerio de Educación y Cultura [de Argentina] instrumenta un decreto por el cual se establece la obligación de estudios confesionales católicos en la asignatura de Instrucción Moral y Cívica que afectó la libertad de cultos y el laicismo en la enseñanza. En la bibliografía recomendada se encontraban autores notoriamente antisemitas como el Rvdo. Julio Meinvielle y el profesor Bruno Genta.» (La dimensión judía de la represión durante el gobierno militar (1976-1983), Informe Co.So.Fam, Barcelona, marzo de 1999)
«Recordando... 25 de marzo de 1984. Después de varias postergaciones, comenzamos providencialmente con la experiencia de vida religiosa y con el Seminario diocesano, el domingo 25 de marzo de 1984 con una Misa concelebrada, presidida y predicada por Mons. Kruk. Hubo un almuerzo, me pidieron unas palabras y más o menos dije que el Seminario se debía a la gran fe de Mons. Kruk, que él había heredado de los mártires polacos (y ucranianos), que no se había arredado a pesar de todos los obstáculos; y que de parte nuestra pretendíamos formar sacerdotes santos recordando lo que el Padre Julio Meinvielle había dicho en el sermón de mi primera Misa: "El sacerdote debe formar santos; y si no forma santos, como la higuera estéril del Evangelio, sólo sirve para el fuego". El día anterior le había impuesto la sotana a los que ya habían llegado.» (Carlos Miguel Buela, fundador del Instituto del Verbo Encarnado, recordando con ocasión de cumplirse los 15 años de su fundación, Boletín Vox Verbi, lunes 22 de marzo de 1999, año VI, nº 173.)
«La parábola que llevó a un ex policía torturador [el ex subcomisario Luis Patti] a convertirse en algo cada día más parecido a un árbitro electoral contiene enseñanzas amargas para la democracia argentina. Que lo haya hecho sin negar su prontuario sino reivindicándolo sugiere que hoy, igual que hace dos décadas, un sector significativo de la sociedad está dispuesto a mirar hacia otro lado sin importarle la violación de derechos y garantías fundamentales, a cambio de una ilusión de seguridad. Que la dirigencia política lo estimule y se lo permita confirma que sin los pusilánimes y los oportunistas el fascismo no hubiera sido ni sería posible. No es un dato menor el pronunciamiento en favor de Patti del hombre de negocios más poderoso del país, Gregorio Pérez Companc. Nadie podría reprocharle incoherencia. Hace medio siglo su compañía financiaba las actividades del cura Julio Meinvielle, el propagandista antidemocrático y antisemita más furibundo de la historia argentina.» (Horacio Verbitsky en Página 12, 29 de agosto de 1999.)
«Desaparecida la revista seria del güelfismo en la Argentina, su director y hermano de sacerdote, Buela, (a no confundir con su homónimo cineasta y patriota, quien por tal causa es perseguido por el sistema) no por ello ha dejado de convidarnos con sus singulares escritos, productos muchos de ellos de sus obsesivos malos humores. Resulta ser que, suspendidos los fondos gubernamentales, pues, al hallarnos en ciernes del eclipse del menemato, se hacía ya innecesario un apoyo "católico" al Mercosur, y luego de emprenderla contra Duhalde quien, con mucho tino, le había eliminado los avisos a una revista menemista, ahora, tras el forzoso cierre, ha hallado un nuevo espacio más acorde con su estilo. El suplemento nacionalista del Diario del Viajero, publicación que se reparte gratuitamente y que se lee en aeropuertos mientras se espera la llegada de un avión, le ha facilitado sus columnas para que una vez más exude sus enojos consuetudinarios. Creemos que se trata de la revista indicada para el Sr. Buela, Alberto, junto a articulistas, como el soporífero varón español Blanco Lázara y montanistas fanáticos como Belcastro, para quien todo aquel que no comparta lo que piensa el papa se trata de un protestante peligroso y a punto de anidarse en el infierno. Pero esta vez ha sucedido que, debido a los antes aludidos fracasos, sus malos humores han ido en aumento al punto de emprenderla contra todos aquellos que no tienen la suerte de llamarse Alberto Buela, hasta con los que le son afines, como los padres Biestro y Sánchez Abelenda, o como Caponnetto, no tratándose así propiamente de una cuestión doctrinaria, sino posiblemente del producto de su desencanto, como si acaso fuésemos los allí aludidos y no su exagerada vanidad y oportunismo quienes tuviésemos alguna culpa por lo que le ha acontecido. Resulta ser así que todos los que nos preocupamos por divulgar las obras de algún pensador, traduciéndolo e intentando enriquecer de este modo el marco cultural de nuestro medio seríamos para él "policías del pensamiento" y "esterilizadores", cuando tendría que ser exactamente al revés, pues tal calificativo cuadraría en todo caso para el que limita los horizontes doctrinarios a lo ya existente, manteniendo las mismas ideas impolutas e hibernadas durante muchos años, tal como le ha sucedido por ejemplo a nuestro nacionalismo güelfo, del que Buela es fiel exponente. Además nos califica por ello de "viudas", como si traducir o divulgar a un autor implicara adherir forzosamente a todo lo que él dice. Lo cual no es para nada nuestro caso con Julius Evola, pues en múltiples escritos y artículos editados hemos resaltado nuestro catolicismo, en contrastante diferencia con el autor aludido, así como nuestra adhesión a la conquista de América a la que Evola erradamente calificara como una simple empresa de aventureros. Pero lo curioso del artículo es que nos critica a todos justamente lo que él hace en forma ostensible y descarada. Así pues, quien es verdaderamente una "viuda" que sigue a pié juntilla un pensamiento ajeno, el que por otra parte no es para nada original, como veremos, es el mismo Buela, ya que él retoma dogmática y fanáticamente la obra y doctrina del Padre Julio Meinvielle, pero en su etapa y faceta más sectaria, perteneciente a la que se manifestara en libros tales como De la Cábala al Progresismo. En cambio él critica, como si se tratase verdaderamente de una de las "viudas" a las que tanto rechaza, al finado padre Sánchez Abelenda quien en su prólogo a la reedición de tal obra había tratado en cambio de tomar alguna distancia respecto de ciertas limitaciones que aparecían en la misma. En efecto, el Padre Meinvielle fue un autor ambivalente. Lo bueno en él son aquellos escritos en las cuales trata un tema específico, como por ejemplo El poder destructivo de la dialéctica comunista, en donde con suma solvencia explica el carácter deletéreo de la ideología marxista, de cómo su pretendido método, más que ser un procedimiento científico de conocimiento, como se pretende hacer creer, se trata de un instrumento práctico de disolución y destrucción de todo orden normal. De este modo, con obras de este tenor, él ha otorgado elementos de suma importancia a todas aquellas personas abocadas seriamente a una militancia contrarrevolucionaria. Pero sin embargo dicho ensayista no es en nada recomendable ni original cuando la emprende como teólogo de la historia. Allí aparece su marcado clericalismo, su fanatismo güelfo y papista en su forma más cruda, la que irá agudizándose a medida que pasen los años, siendo un testimonio cabal del mismo justamente su última obra, la que escribiera sobre la Cábala judía. Meinvielle fue además un pensador comprometido con la política, pero que no tuvo éxito en la militancia; ninguno de los movimientos en los que pudo influir tuvo verdadera importancia en la historia argentina. Quizás producto también aquí de un activismo fallido y sin solución haya sido justamente esta última obra en la cual, desencantado, se recluye en la más cerrada postura güelfa, por la cual él, en forma por demás esquemática, divide a la humanidad en dos grupos de hombres para él diferentes y antitéticos: los católicos y los gnósticos. Los primeros serían los que, al encontrarse en la verdad, por lo tanto se salvan, los segundos en cambio representarían el error y consecuentemente la condena. Es decir, exactamente el mismo esquema que Buela había asumido en otro artículo de su desaparecida revista y que nosotros refutáramos en su momento (véase El Fortín, nº 9). Para ambos, gnósticos son todos aquellos que no reconocen que Cristo sea el Dios verdadero. Es decir que, para Meinvielle y Buela, católico, esto es, perteneciente al bando de los buenos, podría ser por ejemplo un condenado a muerte que asesinó a veinte personas pero que, antes de que se le apriete el nudo en la garganta, acepta a Jesucristo como Dios, y gnóstico, a la inversa, podría ser en cambio un asceta que ha entregado su vida entera a la oración pero que, al no haber asumido dicho dogma, ni a la Iglesia como su dispensadora y representante en la tierra, se encuentra irreversiblemente condenado. Pero Meinvielle era sin embargo mucho más prudente que Buela en sus aseveraciones. Si bien reconocía al Papa como el representante de Cristo, debido a ciertos reconocidos desvíos en los que éste había incurrido, no se animaba a calificar como gnósticos también a aquellos católicos que no lo hicieran o que dudaran de la validez del último Concilio. Buela da un paso más adelante que su maestro, para él son gnósticos por ejemplo no solamente todos los que no son católicos, sino también aquellos que, aun siéndolo, no reconocen al Papa como el representante de Cristo en la tierra. Así pues él engrosa aun más la nutrida lista de réprobos elaborada por Meinvielle con la incorporación de católicos como Disandro o los grupos sedevacantistas. Es decir que para Buela católico se convierte en sinónimo de papista. Aquí agreguemos que se trata sin embargo de un papista que pretende ser al mismo tiempo ortodoxo con respecto a los principios de su religión, es decir, algo parecido a lo que son los lefevristas, aunque con ciertas diferencias menores que enseguida señalaremos. Ahora bien, ¿qué es lo que le sucede a un papista ortodoxo cuándo no está de acuerdo con lo que dice el Papa o cuando éste, por sus actos, contradice abiertamente los principios que representa? Por ejemplo ¿qué pasa con su adhesión al papa cuando éste se manifiesta fervientemente a favor de las Naciones Unidas, pide perdón al pueblo judío, condena el "Holocausto", adhiere a Gran Bretaña en la guerra de Malvinas o cuando en el pasado condenara a movimientos tradicionales como la Acción Francesa de Maurras? Pues bien, aquí es donde aparece una diferencia entre los dos sectores mencionados. Mientras que los lefevristas se sienten en libertad de acatar o no lo que dice el papa porque éste no acompaña sus declaraciones con la mágica locución ex cathedra (¿qué pasará el día en que lo haga? Posiblemente allí desaparezca el lefevrismo), Buela sostiene maritainianamente una especie de contrición y esperanza en la infalibilidad del pontífice, ya que, según su opinión, a pesar de todo, "las puertas del infierno nunca prevalecerán sobre él". Era Maritain justamente quien, en ocasión del conflicto de Pío XI con los católicos adherentes a la Acción Francesa, decía que el católico se diferencia del protestante porque él humilla siempre su razón, adhiriendo en todo momento, por un acto de fe, a la figura del papa y que, de esta manera, con dicha actitud de "humildad", (más bien sería obsecuencia) él lo ayuda a no equivocarse en lo sucesivo, puesto que tarde o temprano, ya que la Iglesia sería una hipóstasis de la Trinidad, éste terminaría reencauzándose.» (Marcos Ghio, «Apuntes sobre el Quinto Estado», Revista El Fortín, órgano de pensamiento tradicional alternativo [Centro de Estudios Evolianos] nº 13, Buenos Aires, agosto de 1999.)
«Rastreando "la conexión local", Muchnik se explaya largamente sobre la bienvenida que Perón otorgó a los nazis y croatas, colaboracionistas franceses y belgas. Todos insertados en las estructuras políticas y fundamentalmente en las fuerzas armadas. El libro también analiza exponentes argentinos del nacionalismo antisemita, desde Leopoldo Lugones y Hugo Wast (director de la Biblioteca Nacional desde 1931 a 1955) hasta Enrique Larreta, José María Rosa, Carlos Ibarguren, Jordán Bruno Genta, Julio Meinvielle, los periódicos Bandera argentina, Nuevo Orden y Pampero. También incorpora una larga lista de empresas argentinas con estrechos vínculos personales y comerciales con filiales alemanas de aquella época oscura como Loma Negra, de Alfredo Fortabat, o Garovaglio&Zorroaquín, de Guillermo Zorroaquín, entre muchos otros apellidos actualmente ilustres.» (Nestor Kohan, «El nazismo y sus socios. Las alianzas más oscuras [comentario al libro de Daniel Muchnik, Negocios son negocios, Norma, Buenos Aires 1999]», Diario Clarín, Buenos Aires, domingo 27 de febrero de 2000.)
«Como institución, la DAIA [Delegación de Asociaciones Israelitas de la Argentina] surgió como una reacción al antisemitismo creciente de los años 30. "Nació como una necesidad de enfrentar al nazismo que se cernía sobre la sociedad argentina, influenciado por el nazismo europeo. Recordemos que en 1933 asumió el gobierno nazi de Hitler en Alemania", reseña Jorge Kirsznbaum, vicepresidente de la DAIA. La institución fue fundada el 5 de octubre de 1935 por 28 organizaciones que representaban a la mayoría de las expresiones judías del país: grupos sefardíes, askenazíes, la AMIA, el templo de la calle Libertad, figuran entre los pioneros. Las entidades judías ligadas a la izquierda política se agruparon en el Comité Popular contra el Antisemitismo. Desde un comienzo, la DAIA tuvo una fuerte inserción social. Como muestra, vale recordar que el Comité contra el Racismo y el Antisemitismo creado por la DAIA en 1937 para alertar sobre el peligro nazi fue integrado por políticos de la talla de Lisandro de la Torre, Arturo Illia, Mario Bravo y Arturo Frondizi. Después de la Segunda Guerra, la DAIA jugó un papel importante en el ingreso al país de las víctimas del Holocausto. "Había una política muy restrictiva para los sobrevivientes, a tal punto que debían ingresar en forma ilegal desde Paraguay o Bolivia. Luego fueron beneficiados por una amnistía", agrega Carlos Szraibman, secretario general de la DAIA. Claudio Abruj, director ejecutivo de la entidad, recuerda como particularmente violenta a la década del 60. "Fue entonces cuando se desarrolló la organización de ultraderecha Tacuara, cuyo ideólogo era el cura Julio Meinvielle. Tuvieron una actividad antisemita muy importante y muy peligrosa. Hubo agresiones físicas, destrucción de locales y homicidios. La DAIA tuvo que salir a enfrentar esa situación". El vicepresidente Kirsznbaum recuerda los años de la última dictadura militar: "Durante la represión, los militares tuvieron especial saña con las víctimas judías. Creemos que no hay antecedentes en el mundo occidental de posguerra de una política antisemita desde el Estado como la que refleja el libro Nunca más. El año pasado hicimos nuestro aporte a la causa que lleva el juez Baltasar Garzón". En los 90, el peor atentado ocurrido tierra argentina tuvo a la DAIA por víctima. El 18 de julio de 1994, una bomba destruyó la sede de la AMIA, donde la DAIA tenía sus oficinas. Murieron 86 personas y gran parte de los archivos históricos de ambas instituciones se perdieron.» («La DAIA festeja sus 65 años. La entidad que representa a la Comunidad Judía fue fundada el 5 de octubre de 1935», Diario Clarín, Buenos Aires, sábado 28 de octubre de 2000.)
«En este punto vamos a comenzar con el análisis del pensamiento de los principales teóricos del nacionalismo integralista. El padre Julio Meinvielle fue uno de los principales pensadores del antisemitismo teocrático en nuestro país. En su obra Concepción Católica de la Política plantea que el Cristianismo en la Edad Media "...logró la base espiritual para una política que conocería la autoridad suprema de Dios", este estado de excelencia fue destruido por la acción corruptora anidada en las entrañas del hombre. El hombre, ser carnal y antiespiritual fue el creador del protestantismo, la Revolución Francesa, y sus valores individualistas así como del comunismo ateo y antiespiritual. Todos estos valores carnales son producidos por el anti-cristo, es decir, el Judaísmo. Sigue avanzando en esta dirección y plantea que el judío es un "problema" que ni aún las puras ciencias históricas pueden explicar y que siendo eterno requiere una solución que venga de lo eterno, es decir, de Dios. Meinvielle le adjudica al Pueblo Judío la responsabilidad de una doble misión: la primera fue la grandeza de traernos a Cristo, la segunda, que fue llevada a cabo por la otra parte del pueblo que cayó y renegó de Cristo, invocando el orgullo carnal de la raza y de la Nación Judáica. Este es el fondo de la cuestión: lo espiritual frente a lo carnal. Lo espiritual es lo atemporal, lo a-histórico, la carrera contra la modernización. Lo carnal es lo político, la economía y lo judío. La lucha entre los espiritual y lo carnal está expresada por la lucha entre el catolicismo y el judaísmo que son los dos modos universales. En este punto Meinvielle previene a los pueblos gentiles acerca del peligro de caer en la tentación de jugar el juego carnal. En su libro El Judío plantea: "Ser grande en la grandeza carnal de Babilonia podrán serlo, si, pero como sirvientes del Judaísmo. Porque los judíos dominan en lo carnal.... (de ahí) que la grandeza del capitalismo inglés y americano no es mas que una creación judaica.." En Meinvielle, se puede apreciar la elaboración del enemigo único, que toma una figura carnal que logra imponer a la economía sobre Dios. El imperialismo plutocrático, el liberalismo capitalista creado para robarle a los cristianos y el socialismo que envenena a los que no tienen, son creaciones de lo carnal, o sea, del judío. Los judíos en la Argentina controlan nuestro dinero, nuestro trigo, además, siembran ideas disolventes contra nuestra religión, contra la patria y el hogar y son los mas poderosos capitalistas de cuanto dancing y cabaret infesta a la ciudad. Frente a esto el único camino posible es la inquisición, que adoptará la forma del falangismo y encabezará el renacimiento cultural Hispanoamericano (y no Latinoamericano), posibilitando la restauración de una nueva hegemonía que destruiría definitivamente al panamericanismo norteamericano. Los conceptos restauradores y nacionalistas de Meinvielle, fueron importantes como marco de referencia teórico global para un nacionalismo que estaba buscando su conexión con el país real, es decir, con un país que estaba comenzando a respirar los problemas de la dependencia económica y la desintegración social. La prédica de Meinvielle fue inspiración para el Nacionalismo Integralista de la década del 30, pero su influencia se extendió hasta la década del 60 en que inspiró a los nacionalistas de Tacuara una organización que protagonizó numerosos atentados contra objetivos judíos.» (José Manuel Martínez, Racismo y Xenofobia, Cuadernillo nº 3, difundido por el INADI Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, fundado en 1995 y en actividad desde 1997, dependiente del Ministerio del Interior de Argentina.)
Bibliografía de Julio Meinvielle
1932 Concepción católica de la política, Ediciones de los Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires 1932, 163 págs. 2ª edición corregida y aumentada: Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires 1941, 266 págs. 3ª ed.: Ediciones Theoría, Buenos Aires 1961, 174 págs.
1936 Concepción católica de la economía, Ediciones de los Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires 1936, 299 págs. [con un apéndice «sobre la cuestión judía»]
1937 El judío, Asociación de los Jóvenes de la Acción Católica, Buenos Aires 1937. 2ª edición: Gladium, Buenos Aires 1940, 158 págs. 3ª edición: El judío en el misterio de la historia, Theoría, Buenos Aires 1959, 137 págs. 4ª edición: Theoría, Buenos Aires 1963, 150 págs. Nueva edición: Theoría, Buenos Aires 1975, 150 págs. 6ª edición: Theoría, Buenos Aires 1982 (con una presentación de Antonio Caponnetto). Publicado en francés: Le judaisme dans le mystère de l'Histoire, Ed. Ste. Jeanne d'Arc, Pays Fort 1985, 143 págs.
1937 Entre la Iglesia y el Tercer Reich, Adsum, Buenos Aires 1937, 76 págs.
1937 Un juicio católico sobre los problemas nuevos de la política, Gladium, Buenos Aires 1937, 66 págs.
1937 Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo, Adsum, Buenos Aires 1937, 99 págs.
1937 Qué saldrá de la España que sangra, Asociación de los Jóvenes de la Acción Católica, Buenos Aires 1937, 85 págs. [versión digital desde septiembre de 2001 en www.filosofia.org]
1940 Hacia la Cristiandad. Apuntes para una filosofía de la historia, Adsum, Buenos Aires 1940, 90 págs.
1945 Prefacio a la edición de Mateo Liberatore S.J., La Iglesia y el Estado (traducción de la duodécima edición a cargo de Don Antonio de Valbuena, puesta al día por Adriana B., prefacio de Julio Meinvielle), Editorial Rovira, Buenos Aires 1945.
1945 De Lamennais a Maritain, Ediciones Nuestro Tiempo, Buenos Aires 1945, 389 págs. Segunda edición corregida y notablemente aumentada: Ediciones Theoría (Biblioteca de ensayistas contemporáneos), Buenos Aires 1967, 378 págs. Publicado en francés: De Lamennais à Maritain (quelques aspects de la philosophie sociale et politique de J. Maritain), La Cité Catholique, París 1956, 312 págs.
1948 Crítica de la concepción de Maritain sobre la persona humana. Respuesta a dos Cartas de Maritain al R. P. Garrigou-LaGrange, O.P., Ediciones Nuestro Tiempo, Buenos Aires 1948, 385 págs. En italiano se ha publicado: Il cedimento dei cattolici al liberalismo: critica a Maritain, con aggiunta di tre testi di autori italiani, prima edizione italiana (fuori commercio) a cura di Don Ennio Innocenti, del Clero Romano, traduzione di Maria Pia Ciampa, Sacra Fraternitas Aurigarum in Urbe, Roma 1991, 390 págs.
1953 Conceptos fundamentales de economía (prólogo de Francisco García Olano), Nuestro Tiempo (Colección Ensayistas argentinos), Buenos Aires 1953, 226 págs. Nueva edición: Eudeba (Biblioteca del universitario), Buenos Aires 1973, 155 págs.
1956 Política argentina 1949-1956, Editorial Trafac, Buenos Aires 1956, 325 págs. Serie de artículos publicados originalmente en la revista Presencia.
1960 La cosmovisión de Teilhard de Chardin, Editorial Cruzada, Buenos Aires 1960, 89 págs.
1961 El comunismo en la revolución anticristiana, Ediciones Theoría (Colección Presencia en el mundo de hoy, 1), Buenos Aires 1961, 139 págs. 2ª ed., Theoría, Buenos Aires 1964. 2ª ed., Cruz y Fierrro, Buenos Aires 1974. 4ª ed., Cruz y Fierrro, Buenos Aires 1982.
1962 El poder destructivo de la dialéctica comunista, Ediciones Theoría (Biblioteca de ensayistas contemporáneos), Buenos Aires 1962, 258 págs.
1963 Toma bolchevique del poder a través de generales nasseristas, s.n., s.l. 1963, 15 págs. (Conferencia de carácter privado pronunciada el jueves 23 de mayo de 1963 en la ciudad de Curuzú Cuatiá, Corrientes)
1964 La «Ecclesiam Suam» y el progresismo cristiano. En torno al progresismo cristiano, Editorial Nuevo Orden, Buenos Aires 1964, 37 págs. [conferencias pronunciadas por Julio Meinvielle los días 12, 13 y 15 de mayo de 1964 en el local de la librería Huemul, de Buenos Aires.]
1966 La declaración conciliar sobre libertad religiosa y la doctrina tradicional, Ediciones Theoría, Buenos Aires 1966, 29 págs.
1966 La Iglesia y el mundo moderno, el progresismo en Congar y otros teólogos recientes, Ediciones Theoría (Biblioteca de ensayistas contemporáneos), Buenos Aires 1966, 325 págs.
1968 ¿Cisma en la iglesia? El conflicto Dolar-Oro, La Revolución Mundial y otros temas, Ediciones Z (Colección Nuestro Tiempo), Méjico 1968, 173 págs.
1970 De la Cábala al progresismo, Editora Calchaquí, Salta 1970, 463 págs. Reeditado por Ediciones Epheta, Buenos Aires 1994. Publicado en francés: De la Cabale au Progressisme, 369 págs. Publicado en italiano: Dalla Cabala al progressismo, Roma 1989.
1974 Concepción católica de la política. Los tres pueblos bíblicos en su lucha por la dominación del mundo. El comunismo en Argentina, con estudios preliminares de Fernando de Estrada, Raúl Sáchez Abelenda y Carlos Alberto Sacheri, Ediciones Dictio, Buenos Aires 1974, 510 págs. [bibliografía detallada del autor, recien fallecido, en las págs 499-510.]
1988 Influsso dello gnosticismo ebraico in ambiente cristiano, Sacra Fraternitas Aurigarum in Urbe, Roma 1988, 372 págs. 2ª ed. italiana integrata fuori commercio, a cura di Ennio Innocenti, Sacra Fraternitas Aurigarum in Urbe, Roma 1995, 381 págs.
Bibliografía sobre Julio Meinvielle
Carlos Miguel Buela [Fundador del Instituto del Verbo Encarnado], Padre Julio Meinvielle, Separata de la Revista Diálogo, Instituto del Verbo Encarnado, Buenos Aires, 66 págs.
Textos de Julio Meinvielle en el Proyecto Filosofía en español
1937 Qué saldrá de la España que sangra
1949 El problema de la persona y la ciudad