Juan Zerzan 1944
Ideólogo norteamericano de cierta modalidad de anarquismo primitivista, con audiencia entre grupos antisistema yankis y en sus paredros de algunas provincias del Imperio, convertido en apóstol de algunas irisaciones de los movimientos antiglobalización.
Nacido en el seno de una familia católica, estudia Ciencias Políticas e Historia en las universidades de Stanford y Berkeley. Fue conductor de taxi, carpintero y activista sindical mediados los años setenta. A finales de los años ochenta, tras su libro Elementos de denegación, comienza a ser conocido no sólo en ciertos ambientes marginales. La publicación en 1994 de Futuro de primitivo le consolida como ideólogo del anarco-primitivismo. Vive en un barrio obrero de Eugene (Oregón), en un apartamento austero de un edificio gestionado de forma cooperativa, y trabaja en oficios temporales (por ejemplo, como canguro en una guardería). Es adalid del núcleo anarquista de Eugene conocido como Bloque Negro (que antes de Seattle estaba formado por unos 300 jóvenes seguidores). La policía les ha acusado en varias ocasiones de apedrear comercios y entidades bancarias. Zerzan argumenta que esta forma de acción directa no constituye violencia, sino autodefensa.
«La gente –dice– no atacaría la propiedad privada si tuviera alguna perspectiva racional de que el sistema va a cambiar para mejor. Pero no es así y la gente está desesperada. ¿Por qué 40 millones de norteamericanos toman diariamente productos antidepresivos?»
Zerzan se opone a las armas de fuego y a los explosivos: «Lo que necesitamos es un movimiento social masivo de protesta, no tiroteos», aunque se entrevista en la cárcel con Theodore Kaczynski, Unabomber, el matemático terrorista anacoreta que se entretenía enviando paquetes explosivos para protestar contra la civilización capitalista y la tecnología. Los anarquistas de Eugene adquirieron cierto protagonismo en las protestas contra la conferencia de la Organización Mundial de Comercio celebrada en Seattle en noviembre de 1999. Algunos incluso le han considerado instigador de lo sucedido en Seattle:
«El más violento de los grupos inconformes de Seattle venía de Eugene, Oregón, y sus afiliados se llaman a sí mismos anarquistas y se declaran discípulos de John Zerzan, un ensayista y pensador ácrata, cuyas razonadas diatribas contra la tecnología, la sociedad de consumo y las grandes corporaciones deshumanizadas han encontrado una audiencia creciente entre los jóvenes de Estados Unidos. Zerzan predica el anarquismo intelectual, no la acción violenta, pero no ha querido desautorizar a sus supuestos discípulos –que pulverizaron las elegantes tiendas de Pike Street–, y es probablemente el único beneficiario de la fallida reunión de la OMC, pues sus libros han alcanzado gracias al escándalo callejero de Seattle una considerable demanda.» (Mario Vargas Llosa, Aguafiestas en Seattle.)
El 20 de noviembre de 1999, una semana antes de los enfrentamientos de Seattle, respondía en una entrevista realizada para la revista Helicóptero:
«Charles Hammer: ¿Cómo caracterizarías el desarrollo de tu propio pensamiento acerca de la vida humana, la política y la sociedad desde tus años de universidad hasta ahora?
John Zerzan: Bueno, tengo cincuenta y seis años, así que ha pasado mucho tiempo desde entonces. No pensé que en los ochenta iba a pasar tanto tiempo leyendo textos de antropología. En los sesenta, cuando fui organizador sindical, estuve muy influenciado por las formas en que las cosas, de acuerdo a la política de la época, funcionaban organizacionalmente. Había algunas actividades feroces en las calles, pero a nivel de las fábricas la gente estaba muy temerosa de actuar. El partido de los Black Panther [Panteras Negras] nos preguntaba cómo organizar a los choferes de buses. Yo podía pasar hablándomela. Uno ve un problema tras otro y te preguntas cómo funciona todo esto. He pasado por diferentes permutaciones y espero aún estar abierto para aprender otras nuevas. Fui "maoísta" por un tiempo, pues estaban en las calles y yo pensé "¡Eso es!" Y luego, "¡Oh no! Después de todo esta ideología no es muy veloz que digamos". En realidad, en ese período creía en la teoría de Rudi Dutschke sobre la "gran marcha a través de las instituciones". Esa era nuestra teoría de sindicato independiente en la que trabajábamos. No sabíamos mucho acerca de lo que eso había significado para los alemanes. Sin embargo, yo estaba convencido de que si no se trabaja dentro, no hay efecto en la sociedad. ¿La gente afuera en las calles, bueno, qué van a hacer afuera en las calles? Pensaba que se tenía que atacar la cosa desde adentro y subvertir el sistema por medio de una gran marcha a través de las instituciones. Ahora estoy bastante alejado de todo eso, completamente.
CH: Yo quería preguntarte qué piensas del uso de la tecnología en la revolución contra el capitalismo industrial. En el Manifiesto comunista Marx da por hecho que los productos del modo de producción capitalista deben ser usados contra el sistema. ¿Qué piensas del uso de las herramientas que uno mismo pueda hacer para golpear a la maquinaria? ¿Tienes opinión o eso es algo que no te incumbe?
JZ: Esto es una impresión general. Tempranamente Marx tuvo un gran interés en los medios de producción, per se, esto es, en lo que es la tecnología. Para ponerlo crudamente, su énfasis se dirigió más hacia cómo obtener el control de los medios de producción: qué clase los posee y cómo la otra clase se los expropia. No es que eso fuera todo a lo que él se refiriera. Parece que cambió de un área más difícil a una que tal vez podía manejar mejor. Esperaba, al menos que se pudiera obtener el control de los medios de producción para el proletariado. Era la mejor salida a la que se pudiera aspirar. Incluso se cuestionó si esa era realmente la última respuesta. Sin embargo, yo creo que allí hay una materia temática más profunda que Marx pareció abandonar extensivamente.
CH: ¿Tiene eso que ver con lo simbólico?
JZ: Bueno, yo creo que sí. No sé adónde podría haber llegado Marx, pero ¿qué es la tecnología? De nuevo la cuestión es la división del trabajo. Es una tremenda banalidad. ¿Se acepta o no? ¿Se acepta la domesticación o no? Realmente esas son las dos cosas que la llamada crítica "primitivista" problematiza...; rehusa. Más tarde se llega a la cuestión de Marx: ¿Cómo se hace efectivo eso? ¿Cómo uno se apodera de los medios de producción? Digamos que son dos cosas diferentes. Aunque luego se llega a una cuestión más táctica. La gente ve la necesidad de actuar por integridad y por una relación entre si y el mundo natural que eventualmente va a ser capaz de sobrevivir. Creo que comienza a haber un interés en esto, en términos utópicos o ultra extremos, como ciertamente así lo es. La cosas se están poniendo tan mal que llevan a la gente a pensar más profundamente. Si no estuvieran poniéndose así de mal no seríamos llevados a mirar las cosas de esta forma. Después de los sesenta, el movimiento fue derrotado porque en realidad no estábamos en el meollo de las cosas. No olvidaré nunca la vez que estaba viviendo en Newport, Oregon, justo después de haberme mudado desde San Francisco. Allí trabajé de mesero como seis meses. Unos amigos vinieron desde Seattle a verme. Manejamos a las afueras de la ciudad para nadar en un lago. Entonces alguien dijo de modo casual: "sabes que el concepto de revolución parece estar completamente", se me olvidó qué, pero era algo así como "vacío" o "totalmente inadecuado", o algo por el estilo. Yo pensé para mis adentros dos cosas. Por un lado estaba pensando: "Ah, eso me molesta y no me gusta", pero la otra parte de mi estaba pensando, "bueno, de algún modo eso es correcto", aunque no tuviera idea de cómo. Entonces no pensaba en estos términos. En cierto sentido me impresionó que la última intuición fuera verdadera aunque me resistiera a ello. Por una cosa muy simple, uno se involucra en un cierto nivel y quiere creer que eso es auténtico y suficiente. Y luego uno piensa, "tal vez no lo es". Entonces hay que repensar todo. Yo creo que esa es la razón por la cual alguna gente en este país empezó a repensar todo en los setenta. "¿Qué significa realmente la revolución? ¿Cambiará las cosas lo suficiente? ¿Es eso bastante?" Pienso por ejemplo en la gente de Fifth Estate [una revista anarquista]. Y en Fredy Perlman. ¿Conocen algo del trabajo de Fredy Perlman? El murió en los ochenta. Era amigo de los de Fifth Estate y escribió Against His-story, Against Leviathan [Contra su-historia, Contra el Leviatán]. El fue uno de los primeros que empezó a ver este cambio. Nosotros estábamos recién fijándonos en gente como Jacques Ellul y también Marshall Sahlins en antropología, y empezando a escarbar en un nivel más profundo de la situación.
CH: ¿Cuando dices "nosotros" a quiénes tienes en mente?
JZ: A un pequeño círculo de gente desconectada. Jacques Camatte en Francia, que era un comunista-leninista convertido en hippie. El empezó cuestionando una gran cantidad de cosas. Y puso otras tantas en pie. Tiene un ensayo titulado "Organización" en el que concluye que la organización política es una estafa. Por cierto los de Fifth Estate estaban pasmadísimos con esto porque ellos eran parte de la nueva izquierda. Pensaron que "eso era muy extremo aunque pareciera cierto". Realmente fue Perlman uno de los primeros en aceptar esto. También la cuestión de la industrialización es una clave. Además hay algunos académicos que realmente han entendido parte de esto. Sidney Pollard fue capaz de ver que hay una intencionalidad en el sistema de las fábricas. Para ponerlo en términos generales, no es una cuestión sólo económica. El sistema tiene que disciplinar a la población. Como el capitalismo no podía resolver su problema de control, empezó a centralizar a la gente en las fábricas. Allí hay que obedecer al reloj. Se puede hacer sonar el látigo de muchas formas. El proletariado llega a ser incapaz de hacer algo en la medida en que el sistema de las fábricas se desarrolla, de ahí que esté inmovilizado. Ese fue uno de los principales problemas –y más obvios– que tuvimos con la aproximación marxista.»
Participa en la organización Colectivo de Acción Anarquista (que publica Revolt! y The Black Clad Messenger). No es un autor muy prolífico y sus ensayos están profusamente difundidos por internet. También es sencillo acceder por internet a polémicas (con Chomsky, que según Zerzan no es anarquista, sino un simple liberal de izquierdas), respuestas, entrevistas y demás literatura sobre Zerzan.
Bibliografía de Juan Zerzan
- Trade unionism or socialism: the revolt against work, Solidarity, Londres 1975, 10 págs.
- (con G. Munis) Unions against revolution. two essays, Black & Red New Space, Chicago 1975, 62 págs.
- Elements of refusal: essays, Left Bank Books, Seattle Wa, 1988
- (con Alice Carnes) Questioning technology: a critical anthology, Freedom Press, Londres 1988, 222 págs; reeditado con el título Questioning technology: tool, toy or tyrant?, New Society Publishers, Philadelphia Pa, 1991, 222 págs.
- Future primitive and other essays, Autonomedia (New Autonomy Series), Brooklyn N.Y. 1994, 185 págs. (publicado en coedición con Anarchy: a journal of desire armed)
- Malestar en el tiempo (traducción española de los ensayos «Malestar en el tiempo», «Futuro de primitivo», «Psicología de las masas desdichadas» y «Tonalidad y totalidad»), Ikusager (Colección Correria 12), Vitoria 2001 (septiembre), 192 págs. Con un prólogo del traductor, Moisés Ramírez, «El aguafiestas» (págs. 7-18), y un antílogo de Gustavo Bueno, «La nostalgia de la barbarie, como antiglobalización» (págs. 19-45).
Sobre Juan Zerzan en el Proyecto Filosofía en español
2001 Gustavo Bueno, «La nostalgia de la barbarie, como antiglobalización»