Habib Estéfano 1888-1946
Ideólogo hispano de origen libanés, ex clérigo católico maronita, «ex presidente de la Academia de Damasco», «catedrático de la Universidad de Damasco y presidente de la Academia Árabe de la misma ciudad», «profesor titular de Historia de la Civilización en el Colegio Militar de Damasco», que a partir de los primeros años veinte desplegó toda su actividad en los países de lengua española, llegando a convertirse en aclamado y famoso conferenciante de notable éxito, predicando entre nosotros un bondadoso armonismo pacifista y humanitarista, adulador de lo hispánico en general y en su conexión con el oriente árabe en particular (en una conferencia en la universidad de Granada, en 1925, tras expresar «la emoción que experimentaba quien como él volvía a Granada cinco siglos después de la salida de sus antepasados de ella», llegó a pronosticar que «en Granada podría formarse un nuevo tipo de civilización humana que junte el sentimiento poético y tranquilo del Oriente con el espíritu práctico e inquieto de Occidente»). Según Rodolfo Gil Benumeya habría sido Habib Estéfano el creador en 1925 de la palabra “Hispanidad” (como paralelo de “Arabidad”):
«Por eso, si las naciones americanas del lado meridional proceden de la Península Ibérica, en la que el sector racial árabe se mezcló abundantemente con el ibero y celtíbero, muchos pensadores árabes sacan de ello la consecuencia de la identidad de la sangre de la estirpe y el alma entre arábigos e hispanos. Esa tesis la desarrolló el ex presidente de la Academia de Damasco, Habib Estéfano, afirmando en 1925 en Madrid, tanto en los locales de la Universidad como en los de la Unión Iberoamericana, que cada árabe tiene dos patrias naturales, una el país en que nació, otra la América hispana donde los árabes, antes dispersos, recobraron el sentimiento de su unidad y “Arabidad”.» (Rodolfo Gil Benumeya, “Hispanidad y Arabidad”, Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, septiembre-diciembre 1948, nº 5-6, págs. 103-108)
«Teoría árabe de la Hispanidad. El efecto teórico y práctico alcanzó el punto más alto en las teorías de Habib Estéfano, aunque dichas teorías fueron a la vez apogeo y antecedente del que se han derivado luego la mayor parte de las manifestaciones de hispanismo más activo, puesto que él las maduró entre 1920 y 1925, las propagó con ardor desde 1925 a 1930, y luego fueron una de las facetas esenciales de una actividad sobre todo el continente, aunque su propagador tuviese más vinculación con Cuba y Argentina.» (Rodolfo Gil Benumeya, Hispanidad y Arabidad, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid 1952, págs. 82-83)
«Siguió el simbolismo cuando los libaneses de Beyrut se pusieron a recordar que el nombre «Hispania» lo crearon ellos en tiempos de Fenicia, y otra etapa lógica resultó la creación de la Fiesta de la Raza en 1917 por el Presidente argentino Irigoyen, siguiendo una idea sirio-libanesa de Leandro N. Alem. No pudo resultar extraño luego que, en 1925, Habib Estéfano fuese quien emplease por vez primera la palabra "Hispanidad", que es fiel adaptación de la árabe "Arabidad" o "Urubah".» (Rodolfo Gil Benumeya, Hispanidad y Arabidad, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid 1952, págs. 89-90)
«Por otra parte, en el Líbano, la Siria de Damasco y Palestina (con algunas pequeñas extensiones hacia el Iraq y Norte de Arabia), la presión turca aumentó durante el último tercio del siglo XIX, provocando el movimiento emigratorio que llevó al continente americano más de seiscientos mil expatriados árabes declarados (y acaso cerca de un millón contando con los clandestinos). Esto puso a muchos de esos próximo-orientales desplazados en contacto con las culturas hispanas modernas de las naciones americanas de lenguas española y portuguesa, hacia las cuales llegaron a derivar los contingentes más numerosos de emigrantes; y entre algunos de sus principales portavoces. Este contacto dio lugar a que se forjasen programas de identificación entre los espiritualismos de los países de los dos grupos arábigos e hispano. El ex presidente de la Academia Árabe de Damasco, Dr. Habib Estéfano, fue quien más se distinguió en el empeño identificador desde que en 1925 creó la palabra «Hispanidad» como paralela a la de «Arabidad» (correspondiente a la palabra árabe Urubah). Estéfano fue delegado del general Primo de Rivera para atracción de la exposición de Sevilla, porque creía providencial el hecho de que las ciudades andaluzas del Guadalquivir donde estuvieron las sedes de los Jalifatos e Imperios musulmanes sobre España y el Norte de África, fuesen luego cabecera del descubrimiento y la colonización de América. Como las mismas capitales del Guadalquivir fueron antiguas fundaciones en España de las colonizaciones sirias y libanesas, Estéfano establecía una continuidad entre los siglos fenicios y la emigración moderna a América; siempre a través de España como eje invariable.» (Rodolfo Gil Benumeya, «Sobre las líneas generales de las relaciones hispano-árabes en su evolución actual», Cuadernos de estudios africanos y orientales, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1955, nº 32 [4º trimestre], págs. 41-42.)
Habib Estéfano nació el 9 de marzo de 1888, en el seno de una humilde familia cristiana, formada por Jorge y Leila, en la aldea de Bteter –Btater, Bétère–, en el Líbano. En esa aldea, a cinco leguas de Beirut, había fundado en 1840 una factoría de seda el comerciante marsellés Nicolás Portalis, con la novedad de que introdujo en Líbano la primera hilandería moderna: eligió esa zona no sólo por su bondad para la cría de gusanos de seda, su agua y sus árboles, sino también porque estaba suficientemente apartada, aunque en el eje Beirut-Damasco, como para poder eludir la prohibición otomana de que cristianos extranjeros comprasen tierras, y porque su población era mayoritariamente cristiana (a pesar de estar bajo control druso). [Kais Firro, «Silk and Socio-Economic Changes in Lebanon 1860-1919», en Elie Kedourie & al., Essays on the economic history of the Middle East, Frank Cass, Londres 1988, pág. 26.] Gracias a su hermano mayor, Alejandro, que le costeó los estudios, pudo estudiar en la escuela de su pueblo.
«Siempre que alguna pequeña propiedad de la aldea se ponía en venta, ellos platicaban sobre lo agradable que hubiera sido poder comprarla. Cuando esto ocurría, Leila muy seria decía a Jorge. –Algún día nos compraremos nuestra casa. Mirábala el esposo y sonreía, con esa sonrisa con que se mira a un niño que inclinado ante un estanque donde se refleja la luna, asegura que va a apoderarse de ella. Así transcurrieron los años y cierto día una familia de Bteter, resolvió emigrar, y puso la casa en venta. Habían los Estéfano terminado de almorzar, humeaban los pocillos del aromático y espeso café, y como quien dice la cosa más sencilla del mundo, afirmó Leila. –Vamos a comprarnos esa casa. Miróla Jorge con sorpresa, respondiéndole. –¡Estás loca mujer! ¿cómo quieres que compremos casa si somos tan pobres? –Iluminóse el rostro de la mujer con una sonrisa picaresca, mientras decía –¡Quién sabe!… A lo mejor tenemos con qué… Diciendo esto se levantó del taburete donde estaba sentada, y se fue hacia un rincón donde detrás de una vieja arca se encontraba un cántaro grande y negro. Uno de aquellos como el que llevaba la Samaritana el día que refrescó la sed del dulce Rabí. Estaba el cántaro tan pesado que apenas podía la mujer levantarlo. Llevólo hasta la mesa y allí lo volcó. ¡Milagro de la voluntad!… Milagro de esa fe que Cristo dijo que era capaz de transportar las montañas. Aquella criatura incomparable, que ganaba diariamente un valor equivalente a cincuenta centavos por día, de su modesto jornal, había guardado durante veinte años diez centavos diarios, y ahora allí frente al esposo y los hijos atónitos, derramaba su tesoro que era nada menos que setecientos dólares, o por bien decir, su equivalente en la moneda de aquel país. La casa propia dejó ya de ser tan sólo un sueño. Ahora cada clavo, adobe y enjalbada, significaba un progreso familiar. Ya los árboles que se sembraban en el pequeño huerto, darían sombra a los hijos, y a los nietos. Y toda aquella maravilla fue la obra de una mujer, de una mujer que había demostrado de cuánta grandeza y abnegación es capaz un alma femenina. No en balde aquella Leila, es hoy venerada como una santa por los sencillos habitantes de la aldea. Esta y otras muchas cosas me contó mi esposo, de aquella madre incomparable. A veces me decía: "Mi progenitora no aprendió nunca a leer, mas a pesar de ser analfabeta, escuché de sus labios cosas tan maravillosas que creo se podrían escribir en un libro con la sencilla sabiduría de sus palabras".» (Mary Morandeyra, Habib Estéfano en mi vida, Buenos Aires 1946, págs. 26-27.)
★ ≈ 1902 ≈ 1918 Beirut-Roma, de seminarista a presbítero católico maronita
A los catorce años [≈ 1902] pudieron enviar a Habib Estéfano a Beirut, donde estudió durante tres años en el Collège de la Sagesse. Este Colegio de la Sabiduría, francófono y maronita, fue fundado en Beirut en 1874 por monseñor José Debs –Joseph Debs, Joseph Dibs, Yusuf Dibs–, arzobispo maronita de Beirut desde 1871 hasta su fallecimiento en 1907 (nacido en 1833, se formó en Francia, en la Compañía de los Padres de San Sulpicio). Cuando Habib ingresó en ese colegio, acababa de terminar allí su ciclo de estudios de tres años Khalil Gibran –Yibrán Jalil Yibrán, 1883-1931–, autor que se haría mundialmente famoso a partir de 1923, tras publicar en inglés su filosofante The Prophet.
«Los maronitas de Siria, nuestros hermanos en la fe, quieren traducir al árabe la Summa de Santo Tomás. El Arzobispo maronita de Beyrouth lo manifiesta así al Papa en una bellísima adhesión a la Encíclica Aeterni Patris, que ha causado agradable impresión en el ánimo de León XIII.» (El Siglo Futuro, Madrid, jueves 19 de febrero de 1880, pág. 1.)
«El estudio de la lengua árabe adquiere en nuestros días nueva importancia, gracias a los grandes esfuerzos que hace la Europa católica para regenerar a los pueblos orientales que hablan aquel idioma en las vastas regiones de la Siria, Mesopotamia y Caldea. Treinta años han transcurrido desde que el célebre orientalista francés, M. Reinaud (en su opúsculo titulado De l'état de la littérature chez les populations chrétiennes arabes de la Syrie, París 1856) llamó la atención de los arabistas europeos sobre el notable movimiento intelectual desarrollado entre los cristianos, y principalmente entre los católicos de Siria, que a diferencia de los musulmanes, cada día más atrasados e ignorantes, cultivaban con afán y provecho las ciencias y las letras y producían obras importantes en la lengua arábiga que, prevaleciendo en el uso común sobre la antigua siriaca, ha llegado a ser su lenguaje vivo y literario. Este renacimiento literario y científico, debido a las frecuentes relaciones de aquellos cristianos con las naciones europeas, a las escuelas y seminarios católicos fundados por los maronitas en el monte Líbano, y sobre todo al famoso Colegio romano de la Propaganda, a donde desde su institución acuden numerosos alumnos de aquellas remotas regiones, ha tomado grande incremento desde entonces acá por el celo e ilustración de las Ordenes religiosas de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio, que con espíritu verdaderamente apostólico trabajan en las misiones del Asia Occidental. Mucho podríamos decir, y seguramente con agrado de nuestros piadosos lectores, acerca de la importancia cristiana, civilizadora y filológica de esas misiones sostenidas por la maravillosa institución de la Congregación Pontificia de Propaganda Fide, por la no menos admirable obra de la Propagación de la Fe, honor de los católicos franceses, y por la abnegación de nuestros misioneros franciscanos, harto desatendidos de nuestros gobiernos liberales, con mengua de nuestra fe y de nuestra influencia en el Oriente. Grato nos sería el hablar de la virtud y saber de los misioneros, de los importantes estudios y trabajos que han hecho sobre la historia, monumentos e idiomas de aquellos países, de la elocuencia con que escriben y predican en la lengua árabe y del laudable concurso que prestan a sus esfuerzos los heroicos cristianos maronitas, perseguidos y acosados de continuo por la barbarie beduina, drusa y turca.» (F. J. Simonet [Granada 1887], «Libros árabes impresos en Beirut por los Padres Misioneros de la Compañía de Jesús», El Siglo Futuro, Madrid, jueves 21 de julio de 1887, pág. 1.)
«Monseñor Huyect, Arzobispo maronita de Arca, ha venido a Europa para defender y favorecer los intereses de las poblaciones católicas del Líbano, ha recibido del Soberano Pontífice la promesa de que en breve le será entregado un gran local para que erija, o mejor dicho, restablezca en Roma un colegio maronita. Este nuevo colegio con que quiere el Padre Santo dotar a la Ciudad Eterna, seguirá las huellas del antiguo colegio fundado por el Papa Gregorio XIII y que ilustraron los Assernani llamados los príncipes de la literatura oriental.» (Diario Oficial de Avisos de Madrid, martes 2 de diciembre de 1890, pág. 3.)
«Una de las Audiencias más solemnes del Jubileo, ha sido la concedida por el Papa al Vicario patriarcal y arzobispos maronitas de Beyrouth, Trípoli de Siria y Balbeck, a los cuales recordó la constancia de los maronitas en su fe, como dignos hijos de San Marón, y de los 350 monjes que con él fueron martirizados en Oriente. Después de una rica ofrenda, presentada por el Patriarca del Líbano, su Vicario pronunció un bello discurso, diciendo que León XIII, no era sólo para los maronitas el Vicario de Jesucristo, sino el Papa providencial y el Príncipe de la paz, enviado por la Providencia para acelerar la reunión de las Iglesias de Oriente y de Occidente, y hacer reinar, en la familia humana, esa paz que el Hijo de Dios trajo a la tierra, resucitando el Colegio maronita en Roma, con condiciones de salubridad, que se asemejaban al aire puro que los cedros dan en el Líbano, este Instituto será grande y rico de apóstoles, que llevarán a Oriente tesoros de ciencias y de virtud, mientras los hijos del Líbano harán apreciar mejor en Roma la historia de las Iglesias orientales. El arzobispo maronita de Beyrouth auguró también la reunión de las Iglesias cristianas, y aprovechó la ocasión para hacer grande elogio de la protección dispensada por el Sultán a todas las creencias cristianas en su Imperio. Su benevolencia –añadió– es grande para todos los jefes espirituales cristianos, cencediéndonos favores y privilegios que nos envidian muchos de nuestros hermanos de Occidente. Merced a esta libertad, los seminarios, como las Ordenes religiosas y el sacerdocio, se desenvuelven en estado floreciente, así en el Líbano como en todas las regiones asiáticas y europeas del Imperio otomano.» (La Época, Madrid, 20 de junio de 1893, pág. 2.)
Pronto el joven Habib Estéfano, por su memoria y don de la oratoria, llamó la atención del arzobispo maronita de Beirut, José Debs, quien logró enviarlo a Roma, donde con diecisiete años [≈ 1905] comenzó sus estudios de filosofía y teología en la católica Universidad Pontificia de Propaganda Fide.
«Ha sido condecorado, a su regreso de París, después de asistir al Congreso Eucarístico de Viena, Mons. Chebli, arzobispo maronita de Beyrouth.» (La Correspondencia de España, Madrid, viernes 25 de octubre de 1912, pág. 4.)
En 1913, ya ungido sacerdote y vistiendo el traje talar, retorna Habib Estéfano al Líbano:
«…con alegría se aproxima a su terruño, mas con sorpresa, nota al llegar que ya las cosas no están como antes. Hay una como intranquilidad que parece precursora de tempestades. En el corazón de cada habitante de Siria y Líbano va gestándose un sentimiento, que no es propiamente nuevo, sino que más bien ha estado como en embrión esperando el momento propicio de manifestarse. Muy quedo se pronuncia la palabra independencia aguardando el día en que esta palabra pueda ser gritada en alta voz a la faz del mundo. El joven clérigo observa, observa y calla. Recata su propia opinión, pero su generoso corazón está decididamente alineado con los que empiezan a desear para Siria y Líbano un puesto en el concierto de las naciones.» (Mary Morandeyra, Habib Estéfano en mi vida, Buenos Aires 1946, pág. 35.)
Pedro Chebli –Pierre Chebli, Pietro Scebli–, el nuevo arzobispo maronita de Beirut (1871-1908-1917), nombró a Estéfano profesor de filosofía (en lengua francesa) y de teología (en lengua árabe) en el Collège de la Sagesse. Al cerrarse temporalmente el colegio, de resultas de la inestabilidad producida por la guerra mundial, «el doctor Estéfano […] fue trasladado a la Catedral de Beirut, donde se le presentó por primera vez la ocasión de poner de manifiesto sus grandes dotes de orador. Sus sermones y sus panegíricos, comenzaron a ser aguardados con impaciencia, no sólo por los fieles de su religión, sino por los mismos creyentes musulmanes que acudían a escucharle atraídos por la facundia de su verbo.» (Morandeyra 36).
★ ≈ 1918-1920 Activista seglar árabe en Damasco al servicio del emir Faisal
Durante la Rebelión árabe (1916-1918) parece que Habib Estéfano se fue enfrentando a las posiciones afrancesadas de la jerarquía maronita (cómplices del Mandato francés sobre Líbano y Siria), mostrando simpatía por la sublevación que capitaneaba el emir Faisal, de la mano de los británicos, Lawrence de Arabia, &c. Establecido el efímero Estado árabe (1918-1920) en la capital siria, parece que Faisal llamó a Habib Estéfano a Damasco, lo que había de suponer su deserción como clérigo, en circunstancias sobre las que ofrece poca luz el libro de Morandeyra, aunque el anarquista hispanoargentino Diego Abad de Santillán –quien pudo conocerle en Argentina– asegura que llegó a ser excomulgado:
«Se estaba organizando en Damasco el gobierno sirio independiente, y conocedor el Rey Fáisal de los relevantes méritos del doctor Estéfano, le llamó a su lado. Fue aquel un momento de gran combate espiritual para el joven orador. Su alma de patriota le decía que en aquel camino de Damasco estaba su deber, pero preveía que su partida le traería graves inconvenientes con sus superiores a quienes sabía inclinados a proteger el mandato francés en Siria. […] Para él, su partida tuvo como consecuencia un duro castigo… Lo soportó con estoicismo y al correr de los años era parco en el hablar, cuando se trataba de aquel momento decisivo de su sublime existencia. […] Veámosle ahora en su nueva situación, de hombre seglar prominente en el mundo árabe. Lo nombró el Rey Fáisal Presidente de la Academia Árabe de Damasco. Era aquel un caso realmente inusitado, ya que siendo el idioma árabe parte esencial e imprescindible en la religión musulmana, hasta entonces no se había permitido a ningún cristiano el tener puesto de suprema autoridad en el desarrollo de dichos estudios.» (Morandeyra 38-39.)
«Estéfano, Habib. Biog. Filósofo libanés a quien se consideraba uno de los más notables oradores del siglo en su idioma. Nació en la aldea libanesa de Bteter, el 9 de marzo de 1888; falleció en Petrópolis, Brasil, el 3 de abril de 1944. Realizó los estudios secundarios en Beirut; ingreso luego en la universidad pontificia de Roma, donde se doctoró en filosofía y teología. Se consagró a la docencia en Beirut y, trasladado a la catedral, se hizo célebre por sus sermones. Al terminar la primera guerra mundial, se resistió a la dominación francesa; unió su prestigio al príncipe Feisal en Damasco y lo apoyó en la constitución de un gobierno libre; fue excomulgado por el arzobispo y Feisal lo designó entonces presidente de la Academia Árabe de Damasco, desempeñando simultáneamente una cátedra de elocuencia en la facultad de derecho y otra de historia de la civilización en la escuela militar. En 1920 fundó una academia análoga a la de Damasco en la capital de Egipto. […].» (Diego Abad de Santillán, Gran enciclopedia argentina: todo lo argentino ordenado…, Ediar, Buenos Aires 1963, volumen 3, pág. 239.)
En Damasco, además de la «presidencia» de esa Academia Árabe de Damasco, ejerció al parecer Habib Estéfano como «profesor de Historia de la Civilización en la Escuela Militar», dictando también «la cátedra de elocuencia en la Facultad de Derecho». Como luego se verá, estos cargos y puestos efímeros, desempeñados en meses tumultuosos en medio de una absoluta inestabilidad institucional, servirán, sin embargo, sabiamente manejados por el ex clérigo romano, para conformar una solemne trayectoria académica sobre la que asentar su reconocida actividad ulterior en Europa y América.
Pues sucede que como fundador, en agosto de 1919, de la Academia Árabe de Damasco –Académie Arabe de Damas, Arab Academy of Language in Damascus– y su máximo responsable hasta que falleció, figura siempre el kurdo damasquino musulmán Mohammed Kurd Ali (1876-1953). Y el nombre de Kurd Ali es el que tiene presente, por ejemplo, el sabio Julián Ribera en el informe que firmó en octubre de 1920, por encargo de la española Real Academia de la Historia. ¿Qué lugar ocupó entonces realmente Habib Estéfano en esa institución naciente, pues cabe imaginar algún vínculo, aunque fuera puramente formal y efímero, asignado por Faisal al excomulgado orador cristiano, antes que una mera invención sin apoyatura alguna por parte del interesado? No lo sabemos.
«Academia Árabe de Damasco. El Sr. Director dignóse darme el encargo de informar a la Academia acerca de una circular que el Presidente de la Academia Árabe de Damasco envió a la nuestra, notificando la fundación de aquélla, sus fines y programa, y rogando que se le envíen nuestros catálogos y publicaciones. Como esta Academia de Damasco es de muy reciente fundación, no tengo antecedentes, no me atrevo a formular juicio muy seguro. Sólo puedo decir que conozco un poco a su principal organizador, Kurd-Ali, el cual fué director de una revista damascena, titulada El Moctabis. Era una revista en que se trataba de todo: de actualidad políticas y sociales de todo el mundo, y de vez en cuando aparecían artículos literarios e históricos; no era revista exclusivamente literaria ni histórica. Ahora bien, al leer la circular queda uno con la impresión de que parece cosa formal y seria; y, de cumplirse el vasto programa de lo que se propone realizar esa Academia, seguramente habría de interesarnos bastante el intercambio de publicaciones. Sin embargo, yo creo que se debe proceder con un poco de parsimonia, hasta que se vea si los buenos, excelentísimos, propósitos que ha formado tienen debida realización. Mi opinión es que debiera contestarse diciendo que desde luego se aceptan con cariño y simpatía las relaciones entre ambas academias; pero como nuestros Estatutos sólo nos autorizan a establecer cambio de publicaciones con academias análogas, la nuestra no podrá tomar decisión amplia y definitiva hasta tanto que pueda certificarse de que las publicaciones de la naciente Academia de Damasco entran en el cuadro de los asuntos en que esta Academia se ocupa. No obstante, y por de pronto, podría ofrecérseles el cambio entre nuestro Boletín y la Revista de la Academia Árabe que en la circular anuncia. La Academia resolverá en superior criterio lo mejor. Madrid, 8 de Octubre de 1920. Julián Ribera.» (Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 77, Madrid 1920, págs. 420-421.)
Faisal se proclamó el 7 de marzo de 1920 jefe de un Estado sirio independiente, dividido y sin el Líbano, incomunicado por tanto del mar, aunque, tras el reajuste franco británico del mes de abril (Conferencia de San Remo), ya en julio había sido expulsado de Damasco por el ejército francés…, pero a esas alturas ya Habib Estéfano andaba por Egipto, intentando al parecer organizar otra Academia Árabe (se supone que no exclusivamente islámica) en El Cairo, sin éxito, por supuesto.
«Habib Estéfano había sido el primer presidente de la Academia de Damasco, que en 1920 se fundó con el propósito de que fuese Academia central y mayor centro cultural inter-racial de los pueblos de ese idioma, después de haberse instalado en la milenaria ciudad capital de Siria, la cabecera de un Estado panarabista que aspiraba a ser punto central de referencia para todos los territorios arábigo-asiáticos que durante la primera guerra mundial se emanciparon del Imperio osmalí o turco de Estambul. Pero los acuerdos secretos contraídos por los Gobiernos de las grandes potencias aliadas que habían vencido a Alemania, Austria-Hungría y Turquía, seguidos de las decisiones de la Conferencia de Versalles en 1919 y la Conferencia de San Remo en 1920, deshicieron ese ensueño de Damasco, cuyos dirigentes tuvieron que emigrar.» (Rodolfo Gil Benumeya, Hispanidad y Arabidad, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid 1952, pág. 83.)
«Así, creyendo que ya su misión en Damasco estaba cumplida y que otros podían continuar su obra, se va hacia Egipto en el año 1920. Lleva el propósito de permanecer un tiempo allí y fundar una academia análoga a la que funciona en Damasco, y de la cual ha sido presidente. Luego retornará de nuevo a Damasco. Aquellos fueron sus planes. Entraron las tropas francesas en Damasco, y las circunstancias se presentaron como factor importante para desviar su senda. Estando en el Cairo se encontró con la esposa de un primo suyo, Antonio Estéfano, que había ido allí por asuntos de familia. Sostuvo algunas conversaciones con ella y le sugirió las grandes posibilidades que podía haber para él, en los países de América, dadas sus dotes de orador. […] Se le había prohibido hablar en público, se le cobraba así, su amor a la patria. Entonces se dijo: el destierro es mejor que el silencio, y se preparó a partir. Fue entonces cuando la señora de Estéfano y él, emprendieron viaje hacia Italia, adonde le esperaba su primo, ya enterado por carta, de la decisión que había tomado de alejarse de su país.» (Morandeyra 40-41.)
★ 1920 ≈ 1921 Habib Estéfano emigra a las Américas y se hispaniza en Cuba
Abandonó Habib Estéfano el Oriente Medio por segunda vez, para ya no volver, y en compañía de sus primos recorrió Italia. Al parecer, mientras sus primos hicieron una visita a París, como Habib tenía vedado entrar en Francia, hubo de esperarles en Génova, de donde pasaron a España. «Entraron en Barcelona; la ciudad hermosa y moderna recreó su vista pero no capturó su corazón: le parecía que aquella magnífica ciudad se había salido de España y tenían sus habitantes más afinidad con lo francés que con lo español…» (Morandeyra 41). Asegura su viuda que en ese viaje de 1920 ya estuvo con sus primos por Córdoba, Granada y Sevilla, y que pensó quedarse en España. «Mas sus primos debían salir para Cuba y él les había prometido acompañarles, así que con pena le dijo a España "hasta luego" y se embarcó rumbo a La Habana. A bordo del buque, estimulado por los viajeros rompió sus primeras lanzas como conferenciante, en el tema "Inquietudes del que viaja". Su éxito fue enorme. Dio su conferencia en francés, y fue muy aplaudido, en lo cual encontró gran estímulo» (Morandeyra 42).
Lo primero que hizo Habib Estéfano al llegar a La Habana fue aprender español. Vivía con sus primos en la calle Neptuno y se dice que se encerró en la casa durante tres meses para aprender la lengua por su cuenta: «Transcurridos tres meses, aquel hombre de férrea voluntad sale de su retiro, deja la estancia y atónitos quedan quienes le escuchan. Habla un castellano tan puro, como aquel que trajeron a América los conquistadores españoles» (Morandeyra 43).
La siguiente anécdota ha de ser de 1921 o 1922, pues Carlos de la Torre no fue Rector hasta 1921:
«Era en aquel entonces Rector de la Universidad de La Habana el Dr. Carlos de la Torre. Conocedor éste de los relevantes méritos del doctor Estéfano, le había invitado para que desarrollara un ciclo de conferencias en la universidad. Temía sin embargo, que el acento del conferenciante le traicionara, que pudiera producir algunas reacciones jocosas entre el elemento juvenil del plantel. Reunió pues a sus alumnos la víspera de la primera conferencia. Les explicó que el doctor Estéfano había llegado hacía poco a Cuba, que probablemente tendría mal acento, pero que ellos no debían atender a cómo decía las cosas, sino a lo que decía, ya que iban a tener la suerte de escuchar a un hombre de cultura extraordinaria. […] Cuál no sería, pues, la sorpresa de maestros y alumnos cuando al día siguiente, al llegar el momento de la conferencia, después de producirse ese segundo inevitable de silencio que precede a la iniciación, escucharon una voz vibrante que hablaba en castellano, perfecto y fluido. Una salva de aplausos interrumpió al orador que hubo de comenzar de nuevo su frase.» (Morandeyra 43)
★ 1923 Habib Estéfano aprende inglés en Harvard
«Cumplido su ciclo de conferencias, a principio de 1923 partieron los Estéfano de Cuba. […] Salen los viajeros rumbo a Nueva York. En el país del Norte, cursa el doctor Estéfano estudios superiores de inglés en la Universidad de Harvard. En cinco meses, aquel avaro del saber, llegó a dominar la lengua inglesa. Va así preparándose para estar en condiciones de entregar su mensaje a la perfección en varios idiomas, según las circunstancias lo requieran. Da algunas conferencias en Estados Unidos. La gente es cordial, obtiene éxito, pero él siente el llamado de la otra América que lo está aguardando.» (Morandeyra 44)
★ 1925 Habib Estéfano en España (de abril a julio)
«Salió de Estados Unidos y volvió a Cuba. Atraíale La Habana y pensaba hacer de esta ciudad "su cuartel general", desde la isla iría hacia otros países, ya que deseaba recorrer toda América. Su estada en La Habana en aquella ocasión fue corta, pero durante ella reafirmó las amistades que dejara iniciadas en su primera visita. […] De Cuba fue a Santo Domingo y Haití. Tanto en una como en otra isla le acogieron sus connacionales con amor y respeto. Era la primera vez que llegaba hasta ellos un mensajero del Líbano, portador de luz y grandeza para sus espíritus. […] Ya dije antes cuán feliz se había sentido el doctor Estéfano en España, y cómo el solar castellano llegó a conquistarle. Tenía allí algunos buenos amigos, que por cartas, le recordaban el compromiso contraído de volver a ellos, y así fue cómo después de su efectiva labor en Santo Domingo y Haití, volvió a Cuba y se embarcó rumbo a España.» (Morandeyra 46-47)
«Estéfano, que fue a parar a la "Perla de las Antillas", al mismo tiempo que aprendía rápidamente la lengua española (en la cual llegó a ser uno de los más excelsos oradores), recogía la sensación de lo que él llamo "mundo abierto" del espíritu ibero-americano, en contraposición al "mundo cerrado" de los gobernantes que habían decidido en Versalles y San Remo. Después buscó cuál era el punto general de origen y relación entre los estilos de las distintas naciones y de ese "mundo abierto", y lo encontró en España, articulando así la teoría de la vinculación de los emigrados, el enlace de las generaciones y la nueva tierra y el valor del fondo español. Sobre lo primero y lo segundo, su más divulgada definición de conjunto de Estéfano fue la que en 1925 hizo en Madrid durante sus conferencias en la Unión Iberoamericana y en la Universidad, diciendo:
"Yo tengo un millón de compatriotas que viven en la América hispana, desde Méjico hasta la Argentina. Ellos se han identificado completamente con los hispanos de América, y ya pertenecen a aquella América hispana, son sus hijos, y su porvenir depende del porvenir de aquellas tierras. Yo tengo, por decirlo así, dos patrias: una, el árabe Líbano, donde nací; otra, la América hispana, donde viven y trabajan mis compatriotas. Entonces el problema de América es un problema mío también, porque es problema de mi sangre, es problema de mi pueblo, el problema de nuestras generaciones en todo el Continente hispano. Es absurdo creer que la raza hispana está basada en la unidad del idioma. En la formación de la raza intervienen lo divino y lo humano por aquella forma del pensamiento y de los afectos que hace que dos almas se encuentren como hermanas porque cada una reconoce en la formación de la otra como una reproducción de la forma que es la propia de ella misma. Si se transmite la sangre, el alma de la estirpe se transmite también, y en ese sentido existe la raza hispana, que abarca a todas aquellas partes de América con Portugal y España y nosotros los árabes."
Respecto al valor de fondo español, Habib Estéfano, que fue nombrado por el general Primo de Rivera (entonces Jefe del Gobierno en España) representante efectivo y de honor de la que fue bella y simbólica Exposición Hispanoamericana de Sevilla, ya había previamente sentido y manifestado la sugestión de que la parte de la Península Ibérica llamada Andalucía en su estricto sentido físico (es decir, junto con las ocho provincias llamadas hoy andaluzas, la región de Murcia y zonas de Extremadura o la Mancha, que forman cuerpo con ellas en el uso del mismo modo de hablar) sigue constituyendo el fundamento esencial más viviente y palpitante de todos los entrecruces entre los países árabes y los países hispanos, tanto por la mayor densidad allí de antecedentes históricos como por la especial preferente vinculación de los estilos criollos con el andaluz y por la supervivencia del carácter físico en los parecidos humanos andaluces. Sobre los antecedente históricos, Estéfano repetía insistentemente la opinión de que era casual, pero también eminentemente simbólico y acaso un poco como providencial, el que en Sevilla el Archivo de Indias, en el cual se custodia la mayor parte de la documentación americana fundamental, esté a la sombra de la sevillana arábiga torre de la Giralda. Sobre la vinculación de estilos criollos y andaluces, Estéfano se interesaba esencialmente por la identidad del acento andaluz-murciano-extremeño con los hispano-americanos, componiendo entre todos el más numeroso núcleo de pronunciación de la lengua española, o sea del "seseante" estilo dental y suave. Y en el carácter físico, Estéfano, al andar por Granada, Málaga y Córdoba, ponía en amistosa broma nombres de "cónsul de Damasco", "cónsul de Beyrut" o "cónsul de La Meca" a gentes andaluzas que él veía y creía conocer ya por parecerse a amigos y familiares residentes en las ciudades del Levante arábigo o "Machriq".» (Rodolfo Gil Benumeya, Hispanidad y Arabidad, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid 1952, págs. 83-85.)
En efecto, en la primavera de 1925, con la fama de su éxito como orador en Santo Domingo, Cuba y Haití, ofreció conferencias al menos en Madrid, Sevilla y Granada. No deja de sorprender la facilidad, recurriendo siempre a su ya lejano pretérito damasceno, con la que supo abrirse un hueco en las instituciones españolas: acompañado del ex ministro Antonio Goicoechea fue recibido por el Rey, su conferencia en locales de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla fue presidida por el infante D. Carlos, &c. Recuérdese lo que asegura Rodolfo Gil Benumeya, citado arriba, cuando atribuye a Habib Estéfano ser el creador en 1925 de la palabra «Hispanidad», y le convierte en «delegado del general Primo de Rivera para atracción de la exposición de Sevilla». No deja de llamar la atención la poca precisión que en el libro de Mary Morandeyra se trata de las actividades de Habib en España en 1925, que podemos conocer y barruntar con cierto detalle gracias a las noticias de la prensa:
«El Doctor Habib Estéfano. Hemos tenido el gusto de recibir en esta casa la visita de un ilustre intelectual libanés, el doctor Habib Estéfano, ex presidente de la Academia de Damasco. En noble anhelo de comunicación con América, el doctor, que lo mismo que el árabe domina el latín y los principales idiomas europeos, aprendió en tres meses el español, con rara corrección. Elocuente y persuasivo orador, ganó la devoción de las juventudes estudiosas, el aplauso del profesorado y la admiración de cuantos le escucharon en las Universidades de Santo Domingo, Cuba y Haití. En sus discursos sobre el valor de la vida, la libertad de la democracia moderna y otros temas igualmente interesantes, mostró su dominio de todos los resortes de la oratoria y la familiaridad absoluta con nuestra lengua. El doctor Estéfano permanecerá entre nosotros hasta principios de Julio próximo. Quiere conocer a nuestros intelectuales, nuestras costumbres y nuestro suelo, para proseguir su peregrinación por el continente americano. «Después del deseo de justicia internacional, que quizá se logre algún día en una perfecta Sociedad de Naciones, creo –nos ha dicho– que no hay otro problema más interesante para la humanidad que el de la raza hispana. Es injusto que se quiera separar a España de Hispano-américa. Aquellas jóvenes Repúblicas no son pueblos de tradiciones. Viven de las ideas españolas, de la literatura española, del alma española. No pueden olvidar que aquí está el manantial de su formación, su verdadera dirección espiritual.» Dentro de pocos días, el doctor Estéfano disertará, en una cátedra de la Universidad Central, acerca del valor humano de la ciencia. A ésta seguirá otra, conferencia en otro Centro cultural, sobre el porvenir de España. Sea bienvenido a España el doctor Estéfano. El entusiasmo con que desinteresadamente ha trabajado por nuestra causa en las Antillas y el empeño que demuestra por conocernos de cerca para proseguir su obra en el resto del continente americano, le hacen acreedor a todas nuestras simpatías. No dudamos de que aquí será tan bien acogido como lo fue en los países que ha visitado este gran intelectual, calificado por aquella Prensa de sorprendente cumbre de la mentalidad contemporánea.» (ABC, Madrid, jueves 16 de abril de 1925, página 20.)
«Invitado por la Asociación Oficial de Estudiantes de Farmacia, dará esta tarde, a las seis y media, una conferencia en la Universidad Central el Dr. Habib Estéfano, catedrático de la Universidad de Damasco y presidente de la Academia Árabe de la misma ciudad, que inicia ahora un viaje de estudio por España. El tema que ha fijado el Dr. Estéfano para su conferencia es el siguiente: «El valor humano de la ciencia». La entrada será pública.» (ABC, Madrid, miércoles 22 de abril de 1925, página 17.)
«El doctor Estéfano. En la Sociedad Económica Matritense explicó el sábado una conferencia, acerca de «El comercio y la civilización en el desenvolvimiento de la Humanidad», el doctor sirio Habid Estéfano. Comenzó combatiendo la tendencia actual de considerar a nuestro siglo totalmente materializado, y de afirmar que se ha perdido en él toda espiritualidad. Dícese que con todo se comercia actualmente, y su tema quiere demostrar cómo se ha manifestado el comercio a través de la evolución de la Humanidad. Niega que en el comercio todo sea materialismo y que sea contrario a todo movimiento civilizado. Estima necesario en estos momentos valuar todos los factores que intervienen en la vida humana. Habla de la civilización, y explica el concepto de ella como aspecto de la vida colectiva y como algo que no es estático, sino que corre con el desarrollo de la vida, que es toda dinamismo. Afirma que la paz y la armonía son necesarias para el desarrollo de la civilización, y con este motivo combate la guerra, que lleva a los pueblos a la barbarie, sosteniendo que el heroísmo puede darse, sin necesidad de verter sangre, en defensa de grandes ideales. Demandar paz y desenvolver energías vitales es hacer civilización, y esto es precisamente la obra del comercio, que necesita paz y armonía. «Necesitando la civilización paz, armonía y prosperidad, y necesitando todo esto también el comercio, es evidente que constituye un factor importante para el progreso de los pueblos. El reproche de materialista y positivista que se aplica al siglo actual, no puede afectar, pues, al comercio.» Finalmente, demostró que el comercio es un factor importante de la civilización en su labor social y en el cambio de ideas y de los signos del progreso de los pueblos. El doctor Estéfano fue muy aplaudido al terminar su elocuente e interesante discurso.» (ABC, Madrid, 19 de mayo de 1925, página 12.)
«La Familia Real y la Corte. […] El ex ministro D. Antonio Goicoechea cumplimentó al Soberano, acompañado del profesor sirio doctor Estéfano.» (ABC, Madrid, 19 de mayo de 1925, página 29.)
«En la Legación de Cuba. La posesión del presidente Machado. Ayer, a medio día, se celebró en la Legación de Cuba una recepción para festejar la toma de posesión del nuevo presidente de aquella República, general Machado, que se ha verificado ayer en La Habana. A la recepción, que ha constituido un acto de aproximación hispanoamericana, asistió una concurrencia numerosa y distinguida, en la que figuraban los ministros de Méjico, Uruguay, Perú y Brasil; los encargados de Negocios de el Salvador, Chile, Bolivia y Venezuela; D. Enrique Trauman, decano del Cuerpo consular; los ex ministros Sres. Goicoechea y Argente; el general D. Federico Berenguer; D. Mariano Benlliure, el doctor Marañón, D. José Moreno Carbonero, D. Eugenio d'Ors, el doctor Habib Estéfano, D. Agustín Retortillo y otras personas.» (La Libertad, Madrid, 21 de mayo de 1925, página 4.)
«El Dr. Habid Estéfano. Sevilla 27, 2 tarde. El presidente de la Academia de Damasco, doctor Habid Estéfano, ha dado en el Ateneo una conferencia sobre el tema «El nuevo hispanoamericanismo». Esta noche dará otra conferencia acerca de «La poesía de la vida». El Sr. Estéfano ha sido hoy obsequiado con un almuerzo íntimo en la Venta de Eritaña.» (ABC, Madrid, 28 de mayo de 1925, página 21.)
«Conferencias en la Universidad. El profesor Estéfano. El domingo dio en la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad una conferencia sobre «La significación humana del pasado y el futuro de Granada» el ilustre profesor de la Universidad de Damasco y presidente de aquella Academia de la Lengua, profesor Habib Estéfano. Presidió el rector señor Garrido y presentó al orador el catedrático don Pascual Menen, quien en breves palabras le saludó elocuentemente, expresando la satisfacción de Granada de albergar hoy a un ilustre descendiente de aquellos que hicieron de nuestra ciudad la Damasco de Occidente.
Habla el Dr. Estéfano. Seguidamente el profesor Estéfano comenzó su disertación expresando la emoción que experimentaba quien como él volvía a Granada cinco siglos después de la salida de sus antepasados de ella. Ocho días llevo en Andalucía –dice– recorriendo Córdoba, Sevilla y Granada, contemplando su paisaje y sus monumentos, y en cada uno de ellos, en cada rincón, se perciben los ecos, el rumor y el aroma de mi Damasco. Todo es así en Andalucía, en esta tierra por cuyo suelo han pasado razas y civilizaciones tan distintas, y sin embargo, ella sigue siendo la misma, manteniendo su esfuerzo lectivo de cientos de pueblos y de civilizaciones.
El esfuerzo individual y el colectivo. Al llegar hasta aquí dice que ha sentido toda la fuerza de evocación que tiene una ciudad como la nuestra, donde ese esfuerzo colectivo de una raza dejo en pué las más bellas muestras. Y es que lo que permanece en la vida es lo que se da a la vida para la vida misma en una ofrenda desinteresada y romántica, prescindiendo de la propia personalidad y sumando el esfuerzo individual a la gran obra colectiva. Así es como los pueblos y las razas pueden aspirar a hacer perdurables sus huellas y a mantener su recuerdo a través de la Historia. Así viven todavía los árabes en la Alhambra, porque la Alhambra también vive con la vida que le dio una raza que fue su creadora. Estas son las verdaderas aportaciones de los pueblos a la civilización. Las aportaciones colectivas, no las individuales y egoístas que no pueden en modo alguno transmitir a la historia el ritmo vital de toda una raza.
Los tipos de civilización. Pero al hablar de civilización conviene discernir sobre sus características, que para el doctor Estéfano son tres muy acusadas, que determinan tres correspondientes tipos de civilización que la Humanidad ofrece. La primera es una civilización de tipo guerrero, que en algunos pueblos es la esencia de su civilización, y en otros un concomitante de su vida, característica guerrera que se mantendrá en tanto la Humanidad no sepa organizarse en un régimen de paz y de derecho al margen de toda fuerza. Tipo de esta civilización es el pueblo asirio-babilónico que en toda su historia y sus monumentos se acusa con ese matiz, y es también y por desgracia característica de algunos pueblos y naciones de hoy. Otro tipo de civilización es el intelectual que, a su vez, ofrece dos aspectos: uno, especulativo, ultrametafísico, espiritualista; otro, positivista, experimental. O sea, una civilización abstracta contemplativa, como la de la India, donde se ofrece el ascetismo intelectual más fuerte de la Historia. O positiva, experimental, que aplica la inteligencia al conocimiento de las cosas, como hace la civilización europea. Y un tercer tipo de civilización, el estético, caracterizado por la tendencia del sentimiento y del gusto hacia la Naturaleza. Y este tipo presenta dos formas: una plástica, y la otra, poética. La primera se asemeja algo a la intelectual de tipo científico y positivista; pero mientras ésta quiere dominar a la Naturaleza y se aprovecha de este dominio, la plástica no quiere dominar, sino identificarse con el mundo exterior y reproducirlo. Pueblo de civilización estética plástica lo tenemos en Grecia. La otra forma de civilización estética es la poética, que puede compararse con la intelectual de tipo metafísico. Para esta forma de concentración interior, la existencia es una posibilidad continua de emociones y de sentimientos.
El Occidente y el Oriente. ¿En qué punto histórico nos encontramos? El mundo occidental padece hoy una grave enfermedad de positivismo y el Occidente siente la necesidad de una forma más humana de existencia y vuelve sus ojos al Oriente como si quisiera encontrar en él ese alivio a su dolor. Vosotros notaréis que de unos años acá viene más gente a contemplar vuestra Alhambra, buscando refugio para su espíritu allí donde vivieron unos hombres que supieron construirse su mundo interior.
Lo que Granada significa en el Mundo. Y porque aquí en Granada existió un pueblo de antepasados míos, que dejó un alma y una civilización que es escuela de vida interior y poética para la civilización occidental, por eso Granada tiene en la Historia una elevada significación humana que le hace que pueda ofrecer algo nuevo a la Humanidad occidental. En Granada podría formarse un nuevo tipo de civilización humana que junte el sentimiento poético y tranquilo del Oriente con el espíritu práctico e inquieto de Occidente. He aquí la significación humana de Granada. Su significación en el pasado, por lo que de él conserva y en el porvenir por lo que puede crear.
El Instituto de Estudios Arábigos. He conocido –sigue diciendo el doctor Estéfano– los propósitos que animan a esta Ciudad de crear en ella un gran Centro de Estudios Orientales, y he de decir que tal intento, si se llegara a realizar, sería de trascendencia enorme para España, que es la nación que en la Edad Media enseñó a Europa todos los elementos de la Ciencia. Este proyecto debe Granada ejecutarlo, y de este modo, España, que hoy extiende una mano a Occidente, creando en Sevilla su Centro de estudios americanos para abrazar a los pueblos a los que dio vida, tendería desde Granada su otra mano al Oriente. Y el día que esto se logre y que España le ofrezca al Oriente las rosas europeas, nosotros alzaremos en alto, llenos de entusiasmo, los ramos de arrayán de mi Damasco. Una prolongada ovación acogió las últimas palabras del orador, que fue también interrumpido varias veces por los aplausos del auditorio. El Rector señor Garrido expresó al doctor Estéfano el saludo de la Universidad de Granada, diciendo que esta Ciudad y España entera abrirán sus brazos a ese otro mundo, entablando con él una comunicación ideal para todos beneficiosa.» (El Defensor de Granada, año XLVII, nº 23.808, Granada, miércoles 3 de junio de 1925 (edición de la mañana), pág. 1)
«Conferencia del doctor Estéfano. Sevilla 3, 11 noche. En el palacio de Arte Antiguo de la Exposición Ibero-Americana, ha dado una conferencia el profesor de la Universidad de Damasco doctor Habid Estéfano, que con gran elocuencia desarrolló el tema «La Exposición de Sevilla y el porvenir de la raza hispana». Fue ovacionado. Presidió el acto el infante D. Carlos, ocupando otros puestos de la presidencia el general Perales, comandante de Marina, alcalde, presidente del Ateneo, comisario regio de la Exposición, conde de Colombí; ex ministro D. Carlos Cañal y otras personalidades. Primeramente hablaron el presidente del Ateneo, para agradecer la cesión del local, y el alcalde, que elogió la personalidad del conferenciante y la labor cultural que realiza el Ateneo. Después de la conferencia, el doctor Estéfano fue obsequiado con un banquete.» (ABC, Madrid, 4 de junio de 1925, página 21.)
«Exposición Hispano Africana. Conferencia del profesor Estéfano. El Comité de la Exposición Hispano-Africana, contando con el asentimiento del profesor de la Universidad de Damasco, doctor Habib Estéfano, ha organizado para mañana viernes 5, una conferencia que pronunciará aquél en el teatro Cervantes, a las siete de la tarde, sobre «La importancia y significación para España, de su gran centro de estudios orientales». El profesor Estéfano, que se encontraba en Sevilla, donde ayer dio una conferencia sobre «El porvenir de la raza española», organizada por el Comité de la Exposición sevillana, llegará esta tarde en automóvil de la capital vecina, donde ha ido a recogerlo una representación del comité de Granada. A la conferencia de mañana serán invitadas todas las autoridades, y la entrada será por invitación. Presentará al orador el presidente del Comité de la Exposición, don Alfredo Velasco.» (El Defensor de Granada, año XLVII, nº 23.810, Granada, jueves 4 de junio de 1925 (edición de la mañana), pág. 1)
«El profesor Habib Estéfano. Granada y el mundo musulmán. La conferencia de ayer. Como teníamos anunciado, dió ayer una conferencia en el teatro Cervantes el profesor de la Universidad de Damasco, doctor Habib Estéfano. El acto, que fue presidido por el Gobernador civil, con asistencia de todas las autoridades de Granada, resultó verdaderamente majestuoso. […] Al levantarse para hablar el doctor Estéfano es saludado con una gran ovación. «Con toda el alma, dice, agradezco esta manera de recibir; hace tiempo, encontrándome entre españoles, me consideraba entre hermanos y con más razón al hallarme entre vosotros granadinos, me he de encontrar entre hermanos del alma. Yo hoy quisiera despojar a mi alma de todo lo imperfecto, para ofreceros sólo lo puro, algo que tuviera el aroma de las hierbas del desierto; y considerando que el objeto de esta conferencia es de muy alta trascendencia para España y para Granada, yo os he de decir hoy mi pensamiento con toda sinceridad y franqueza. Si por un momento queremos encaminar los resultados esenciales de la cultura del siglo XIX, encontramos en ella dos ideas fundamentales. En el terreno político cada nación es exclusionista, lo sacrifica todo por la afirmación de su personalidad y de sus intereses; pero al lado de este exclusionismo encontramos otra corriente infinitamente más profunda, más sublime, más humana: es la doctrina de la solidaridad humana, que se extiende cada vez más por toda la tierra buscando el desenvolvimiento completo de la humanidad, sea cual sea la creencia del hombre, sea cual sea su color. Ya sabemos que en las civilizaciones parciales no se encierran toda la ciencia, toda la filosofía, sino que el hombre verdaderamente tal debe levantarse por encima de su grupo para poder influir y atraer por simpatías a lo mejor de los demás grupos. Esta solidaridad humana es un fenómeno en el tiempo, dinámico, histórico, es el esfuerzo prolongado de varios grupos para mejorarse. […] La Exposición de Granada, especialmente el Instituto de Estudios Arabes, es de una gran importancia, pues éste servirá en primer lugar para el estudio de la Historia de España, que no se encierra en cuatro siglos, sino que empieza con los iberos y continúa con los fenicios, romanos y árabes, que convirtieron a España en el foco de todo el saber humano, y que juntamente con los cristianos, si bien les separaban sus creencias, les unía su mutua tolerancia, hicieron surgir esta civilización que culmina en la mezquita de Córdoba y en la Alhambra de Granada. Por eso, nosotros, cristianos, debemos considerar como hermanos a todos los hombres, aunque no tengan gran fe. Yo, cristiano, considero a Abderraman, a Alhaquen y a los Nazaritas como hermanos por encima de todo, y al pensar que son hombres y que tienen un alma, me abrazo a su humanidad y dejo a Dios que juzgue de ellos. Pues bien, es necesario estudiar la Historia de España para que podamos demostrar a esas Naciones que no creen en la misión de España ni en su labor, lo mucho que ha contribuído ésta en el desarrollo de la civilización humana. Para esto servirá el Instituto Arabe de Granada. Además servirá para estrechar las relaciones entre España y el mundo entero musulmán, pues Granada puede ofrecerle a los musulmanes lo que los Institutos de otras naciones no tienen: la consagración de los monumentos que ha sabido conservar y que tanto hablan al corazón de un árabe. Relaciones estas que representarán indudablemente en el campo del comercio y de la industria. Con la labor de las Exposiciones de Granada y de Sevilla podrá decir España de una manera más humana que el Sol no se pone nunca en sus dominios espirituales. Para Granada esta Exposición será una gloria grande porque Granada habrá ofrecido a España una nueva justificación de su vida y tened la seguridad de que todos los Gobiernos árabes enviarán a Granada no sólo su gratitud, sino su colaboración más entusiasta. Francisco Oriol Catena.» (El Defensor de Granada, año XLVII, nº 23.814, Granada, sábado 6 de junio de 1925 (edición de la mañana), pág. 1)
Francisco Oriol Catena, «Comentarios a una conferencia. Granada y la Exposición Hispano-Africana.» (El Defensor de Granada, año XLVII, nº 23.816, Granada, domingo 7 de junio de 1925 (edición de la mañana), pág. 1)
Veinte años después, en Puerto Rico, evocando con unos amigos sus recuerdos de España, recordó Habib Estéfano un estupendo sucedido durante esta su estancia en Granada [por error lo recuerda en abril], que muestra la confusión ideológica tan magnífica, más o menos inocente, más o menos estúpida, en la que ya comenzaban a estar impregnados y perdidos tantos españoles entonces (solo unos meses antes, el 15 de septiembre de 1924, se había declarado musulmán Blas Infante, el notario malagueño que en 2007 fue reconocido, por democrático referéndum popular, “Padre de la Patria andaluza”), cuando el antiguo clérigo católico maronita libanés excomulgado, cual muezín redivivo, antecedente excelso de ulteriores diálogos interconfesionales y alianzas civilizatorias, jaleado por un romántico y emocionado catedrático granadino, llamó en árabe a la oración islámica una noche junto a la Alhambra:
«Yo pertenezco por mi raza, y por mi idioma, al mundo cultural árabe, y en España donde todavía están vivas las huellas de esa cultura, con la gracia de los palacios, y en el ritmo de las canciones, y hasta en el mismo temperamento del pueblo, soñador y apasionado, experimenté un mundo de maravillosas emociones a la sombra de la Torre del Oro, perdido entre el bosque de graciosas columnas de la Mezquita de Córdoba y aspirando el aroma secular de los jardines del Generalife, sentí el orgullo de mi abolengo y comprendí la gloria de la aportación arábiga al progreso del espíritu humano. Una noche en Granada, acompañado de varios catedráticos de la universidad, dí un paseo por las cercanías de la Alhambra, el palacio fantástico que alojó al último monarca de nuestra raza en suelo español. Era una noche clara de abril, típicamente andaluza. En el cielo se hacía la fiesta luminosa de las estrellas y desde la vega del Genil nos llegaba con el rumor armonioso del río, una oleada deliciosa de fragancia… Cuando pasábamos junto a la torre desde donde en otros siglos el muezín invitaba a los fieles a la oración, uno de los profesores que me acompañaba rompió el silencio emocionado que a todos nos embargaba para decirme; "doctor Estéfano: hace más de cuatro siglos que no resuena entre estos paredones el idioma árabe". Yo pensaba en lo mismo, evocaba las sombras ilustres de Abderrahmán y Averroes y la escena dramática de Boabdil, despidiéndose entre lágrimas y sollozos de su amada Alhambra. Casi inconscientemente me detuve junto a la torre centenaria, y a pleno pulmón entoné en árabe el llamamiento litúrgico de los muezines musulmanes a la hora de la oración. Cuando el eco de mi voz se extinguió entre los vastos patios y los minaretes esbeltos de la Alhambra, los españoles y yo, conmovidos hasta lo hondo de nuestro espíritu, llorábamos silenciosamente… Era como si la vida y la historia hubiesen dado repentinamente marcha atrás y nos colocara de un salto, en pleno siglo quince…» (Morandeyra 146-147)
★ 1925 ≈ 1940 Habib Estéfano en la Argentina
«Tiempo hacía que la República Argentina, con su portentoso progreso espiritual y material le atraía. […] En este su primer viaje a la patria de Sarmiento, conquista amigos no sólo entre los componentes de su colonia [libaneses] sino también entre los argentinos. Su vida en Buenos Aires es activa; viaja por el interior, obtiene éxito y parece que está decidido a permanecer en el magnífico país que le abre los brazos tan generosamente. Mas cuán difícil resulta detener a un beduino…» (Morandeyra 49 y 51)
En efecto, tras una primavera bien activa en España volvió a cruzar definitivamente el Atlántico, y a finales del verano de 1925 llega a la Argentina, donde se naturaliza y reside muchos años, pronunciando numerosas conferencias y cursos en universidades, teatros municipales, en el Círculo Militar, en el Colegio Militar de la Nación, &c. Tal fue la fama que dejó en la Argentina, que, años después de su fallecimiento, «un numeroso grupo de civiles y militares se apresta a homenajear, constituyendo un Ateneo Filosófico que se llamará Habib Estéfano, instituyendo una beca para el mejor alumno o alumna egresada de la Facultad de Filosofía y Letras, para que viaje gratuitamente tres meses por el Líbano y organizar un gran funeral cívico el día 3 de abril de 1951, quinto aniversario de la desaparición del Dr. Estéfano.»
«Discurso de presentación del doctor Habib Estéfano (pronunciado en el anfiteatro de la Facultad [de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires] el 1º de septiembre de 1925. El doctor Estéfano disertó sobre «La poesía lírica de los árabes»). Si hemos, de la mucha benevolencia del doctor Estéfano, requerido a los estudiantes de la facultad, no solamente la honra de una disertación suya organizada por la institución que nos agremia, sino también la primicia de una disertación suya versante sobre la lírica arábiga, es porque preferimos a los demás los actos de sugestión perdurable, que la frecuentación del platonismo nos ha enseñado a discernir entre los infinitos que constituyen la conducta. No viene, en efecto, la disertación de esta noche a engrosar el número de las conferencias mundanas, a suplementar el acervo de las peroraciones decorativas. Nuestra casa de altos estudios carece, con carencia que devendrá bochornosa, de cátedras de lenguas y de literatura semíticas. Entre tanto, la disertación de esta noche, madura de consecuencias, quedará como el estrado sobre el que se asentará las cátedras futuras. […] Maestro: Ya conocéis los motivos por los cuales nos interesan tanto vuestra lengua y vuestra literatura. Hemos anhelado que fueseis vos quien de ellas nos hablara por la dulzura de vuestra elocuencia inimitable y por el prestigio de vuestra sabiduría oriental; por la dulzura y por el prestigio de una elocuencia y de una sabiduría que nos habéis traído de esa distante Siria vuestra en que se compuso la narración de Aladino y de su lámpara legendaria; porque al estaros entre nosotros nos concedéis la gloria de ofrecerle nuestra hospitalidad a un representante de los países en que la hospitalidad es un culto; porque por todo ello estáis en vuestra casa delante de la juventud aquí presente. Sólo me queda, señor, pediros que disimuléis el tiempo restado, ya que mis palabras no han sido más que un imprescindible alzar el telón sobre la inminente maravilla.» (Carlos M. Grünberg, «Discurso de presentación del doctor Habib Estéfano», Verbum. Revista del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras, año XIX, nº 65, Buenos Aires 1926, págs. 107-110.)
«Conferencia del Dr. Habib Estéfano, sobre «La moral del patriotismo». Como lo habíamos prometido damos un resumen sintético de la brillante conferencia sobre «La moral del patriotismo», pronunciada anteanoche por el doctor Habib Estéfano en el teatro Municipal. El orador se demostró un espíritu de concepciones superiores y humanas en lo que se refiere a la solidaridad entre los hombres, en la que hace reposar, más que en la tierra como patria, la felicidad de aquéllos. Empezó haciendo una hermosa descripción geográfica de su país y luego se refirió a la ética del mismo, diciendo que no era la suya una raza guerrera ni dada a las conquistas bélicas, y que antes bien se distinguió por su preocupación acerca de los problemas que afectan a la humanidad. Ha llegado a las tierras de América, dijo, con una misión espiritual y aquí no se considera extranjero por ese motivo. Entrando en materia, se refirió a la situación europea antes del año 1914, es decir, del estallido de la gran guerra, en que la visitó, recogiendo impresiones pesimistas sobre la paz y entonces regreso a su patria y dirigió su pensamiento a meditar sobre el estado moral de las civilizaciones modernas, en que más triunfa el interés de los hombres que los sanos preceptos de solidaridad. Refiriéndose al patriotismo como tema fundamental de la vida de los pueblos, ha observado que andando errabundo de tierra en tierra y de pueblo en pueblo, ha observado la vida de los mismos, desprovisto de prejuicios de raza, y ha encontrado en todas partes la idea de patria, de una patria pura y grande, pero agregó en seguida que es idea es falsa y por eso se quiere demasiado poco o con exageración a la tierra nativa, esa tierra que no es el todo para abarcar ese concepto porque él depende también de la vinculación entre los hombres, de su mutua colaboración espiritual y material en las actividades humanas y del pensamiento. La patria, según aquella falsa idea, es la tierra donde nacimos, donde reposan nuestros antepasados, donde crecimos y nos educamos en el culto de aquélla, concepto este –dijo– materialista, con que vamos marchando, con prescindencia de otros sentimientos espirituales que concurren o deben concurrir a hacerlo más amplio y generoso. […] Los sirios libaneses –prosiguió– son pocos en este recinto; los demás oyentes no forman parte de su colectividad y sin embargo, nos comunicamos en este momento, porque entre nosotros media algo superior al concepto de tierra y de patria, y es la naturaleza humana que hace olvidar fronteras y mezquinos intereses. El hombre tiene que conciliar con el amor de la familia, el de la patria y hasta debe sacrificarse por ésta, pero hay que proclamar que como la grandeza de la patria debe quererse la grandeza de la humanidad, la paz entre los hombres. […] Por eso se cantó la epopeya de San Martín, pues fue el triunfo del verdadero ideal de libertad y patriotismo. Con estos y otros últimos brillantes párrafos que hemos tratado de traducir con la mayor fidelidad posible, terminó su primer conferencia el doctor Habib Estéfano, que en el transcurso de la misma fue reiterada y calurosamente aplaudido por el numeroso auditorio.» (Santa Fe, año XV, nº 7520, Santa Fe, jueves, 10 de diciembre de 1925, página 3.)
«La personalidad del Dr. Habib Estéfano. Deliberadamente habíamos omitido pronunciar el alto juicio que nos merece el doctor Habib Estéfano, después de haber asistido a su primer conferencia del Municipal, hasta tanto el público de Santa Fe pudiera conocer al distinguido huésped a través de sus ideas y doctrinas que predica como un apóstol por todo el mundo, y de las cuales hay una bella condensación en los conceptos vertidos en esa conferencia, de la que en nuestra edición de ayer dimos una síntesis. El doctor Estéfano por sus altos ideales humanitarios y de igualdad entre los hombres, por la profundidad y exactitud de sus conceptos acerca de los más grandes problemas sociales, internacionales y de Estado, así como por la moral que predica muy por sobre el egoísmo humano, los convencionalismos y prejuicios de clase, pero sobre todo por su vastísima ilustración que hace de él una fuente inagotable de sabiduría y experiencia, por todo eso este digno representante de la intelectualidad árabe, en sus aspectos filosófico, científico, &c., encarna una personalidad descollante, cuyos quilates se valoran por sus propios méritos. Santa Fe tiene en consecuencia, no sólo la satisfacción sino la honra de albergar en su seno al eminente conferencista, lo primero porque su presencia nos ha brindado la oportunidad de escucharle y lo segundo porque el contacto con hombres de su talento enaltece y emula. Esta es la grata impresión que ha causado en nuestro espíritu la visita del doctor Estéfano, a la capital santafesina, donde su paso dejará un recuerdo imborrable por las ideas que va sembrando y su mentalidad prodigiosa unida a un verbo generoso y humano.» (Santa Fe, año XV, nº 7521, Santa Fe, viernes, 11 de diciembre de 1925, página 1.)
«Segunda conferencia del Dr. Habib Estéfano. Su carácter benéfico. Para el jueves 17 del corriente, se anuncia en el Teatro Municipal la segunda conferencia del eminente científico doctor Habib Estéfano, la que se realizará bajo los auspicios de la colectividad sitio libanesa de Santa Fe y a total beneficio del Asilo Maternal con asiento en esta ciudad, circunstancia que, unida a la personalidad del conferencista, determinará, sin duda alguna, que aquélla sea todo un éxito. Se trata de hacer una gran obra humanitaria a favor de los niños huérfanos que viven de la caridad pública en el referido asilo y ninguna persona de buenos sentimientos debe dejar de aportar su óbolo para que esos seres desheredados de la fortuna reciban un regalo que alegre su vida. El doctor Estéfano desarrollará en la noche de la conferencia, un tema absolutamente nuevo para la sociedad de San Fe, versando sobre «El desierto de Arabia. Sus costumbres, sus poesías y sus amores», habiendo el distinguido huésped, aparte de su noble rasgo al prestar su valioso concurso para ese acto caritativo, adquirido la primera localidad del teatro para la referida conferencia y pagando por ella la suma de cincuenta pesos, que ha sido entregada ya a La Unión sirio-Libanesa de Socorro Mutuo.» (Santa Fe, año XV, nº 7523, Santa Fe, domingo, 13 de diciembre de 1925, página 1.)
«La conferencia del profesor Habib Estéfano. Con un éxito que ha superado la optimista expectativa con que era esperada, dio anteanoche el inspirado e inteligente orador de Monte Líbano, su última conferencia en el teatro municipal 1º de Mayo, ante un auditorio tan numeroso como selecto. Como es sabido, abordó el atrayente tema del «Desierto de Arabia, sus costumbres, su poesía y sus amores». Con palabra maestra describió aquella misteriosa región de las ardientes arenas, de las fuertes pasiones, de los innatos heroísmos, de los amores intensos, de la lucha constante y ruda, de la hospitalidad y la poesía. […] Se refirió después a la obra de los árabes en España, durante la gran guerra medioeval, su acción especialmente en Andalucía, donde han quedado imperecederos vestigios de su nobleza, su valor, su caballerosidad, su destacada capacidad artística de que aún hablan Granada, La Alhambra y otras reliquias de aquella raza generada en la fuente de los beduinos y en los infinitos y movedizos arenales de Arabia. El ilustrado orador de Monte Líbano, nos ha hecho vivir instantes de gratas emociones, lamentando tener que concisar tanto el resumen que hacemos de su disertación, por estrechez de espacio. Nos limitaremos pues, a terminar, manifestando que su conferencia constituyó un completo éxito.» (Santa Fe, año XV, nº 7529, Santa Fe, sábado, 19 de diciembre de 1925, página 2.)
Autógrafo de Habib Estéfano fechado en 1926
«En 1927 surge en Tucumán La Civilización, a cargo de Antún Saade, Habib Estéfano y Massuh; también en idioma árabe aparecen Alminbar (La Tribuna) de Pedro Zain y Jacobo Gattás, la Unión Libanesa de Rachid Rustom. En 1929 Moisés José Azize funda el Diario Sirio-Libanés, que con el tiempo llegaría a ser la más importante de las publicaciones, ya que era de aparición diaria, bilingüe y alcanzaría una tirada de casi 40.000 ejemplares. Su staff se nutrió de destacados intelectuales de la época tales como: Elías y Zaki Konsol, Julio Chaij, Habib Estéfano, Salomón Abud, Juan Obeid, Yauad Nader y tantos otros importantes redactores.» (Carlos Pachá, conferencia pronunciada el 6 de mayo de 2009 en el Centro Cultural Islámico «Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas Rey Fahd», de Buenos Aires, Argentina.)
«Homenaje al Dr. Habib Estéfano. Entre los oradores de lengua árabe de nuestro siglo, el Dr. Habib Estéfano fue quien adquirió mayor prestigio y renombre, dentro de su patria –Líbano– y en el resto del mundo, pues sus disertaciones y conferencias fueron escuchadas, puede decirse, por públicos de todos los países. En todas las latitudes fueron aquilatados sus méritos y recogió aplausos, pues poseía el don de la elocuencia y estaba dotado de conocimientos no comunes en materia teológica, política, filosófica y literaria. Su paso por diversas naciones dejó honda huella, pero nosotros queremos destacar aquí parte de su actuación en Argentina, país donde residió muchos años. Llegado en el año 1925, dio su primera conferencia en el Círculo Militar, en castellano, que tituló «La humanidad Contemporánea». El éxito de esta conferencia motivó que la CD del Círculo le […] . Sus conocimientos de los ejércitos –había sido profesor titular de Historia de la Civilización en el Colegio Militar de Damasco– demostrados en la conferencia dada en el Círculo, impulsaron al entonces director del Colegio Militar, General de División D. Francisco Guido Lavalle, a invitarle a dar un curso en el Colegio Militar de la Nación, donde fue realmente un suceso que muchos oficiales de hoy, entonces cadetes de 1º a 5º año, recordarán. Después de una jira de dos años por toda hispanoamérica, donde también habló a los Ejércitos de Perú y de Méjico sobre: «El Ejército y la Nación», «El misticismo en la psicología militar», «Los principios de la educación militar» y «El jefe o el arte de mandar», regresó a Buenos Aires, siendo invitado esta vez por el General D. Juan N. Tonazzi, entonces director del Colegio Militar, para hablar a los cadetes, cosa que volvió a hacer con sumo placer. Esta actividad desarrollada una y otra vez entre las filas del Ejército, justifica la publicación en las páginas de Revista Militar, de la biografía de este ilustre hombre, que un numeroso grupo de civiles y militares se apresta a homenajear, constituyendo un Ateneo Filosófico que se llamará «Habib Estéfano», instituyendo una beca para el mejor alumno o alumna egresada de la Facultad de Filosofía y Letras, para que viaje gratuitamente tres meses por el Líbano y organizar un gran funeral cívico el día 3 de abril de 1951, quinto aniversario de la desaparición del Dr. Estéfano. Los oficiales que deseen adherir a estos homenajes, así como los que deseen recibir copia de las conferencias pronunciadas por el Dr. Estéfano en las instituciones armadas, pueden escribir enviando su nombre y dirección a la sede de la «Comisión de Homenaje al Dr. Habib Estéfano», calle Ing. Guillermo Marconi 972, Olivos (Buenos Aires), desde donde serán puestos al tanto de todos los actos a realizarse.» (Revista Militar, Círculo Militar, Buenos Aires, Argentina 1951, volumen 51, págs. 118-119.)
«Aunque en menor escala, esta socialización se extendió también a los árabes judíos afincados en Buenos Aires. […] Sugerente de la misma interacción social […] así como la evocación de la amistad entre Habib Estéfano y Elías Teubal, mencionada tras la muerte del primero –un ex clérigo maronita y otrora miembro de la Academia Árabe– en abril de 1946, en un volumen escrito por su viuda. (Un argentino naturalizado, Estéfano residía en México en el momento de su muerte. Su defunción en la ciudad brasileña de Petrópolis también impulsó a su mujer a trazar paralelos entre el extinto y Stefan Zweig, el refugiado judío que años antes había vivido en esa ciudad. Aunque este último paralelo podría dar pie a interpretaciones mezquinas de fama por asociación, si se considera el telón de fondo de la primera guerra árabe-israelí, ese paralelo estaría fuera de lugar en un volumen dirigido a las colectividades sirio-libaneses del hemisferio. Mary Morandeyra, Habib Estéfano en mi vida. Ante la conciencia de las colectividades de habla árabe en América, México, 1948, 2ª edición, pp. 17 y 19.» (Ignacio Klich, «Árabes, judíos y árabes judíos en la Argentina de la primera mitad del novecientos», Estudios interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, vol. 5-6, Escuela de Historia, Universidad de Tel Aviv, 1994, pág. 133)
★ ≈ 1928 ≈ 1930 Habib por Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica…
«¿Cómo detenerse [en Argentina] cuando hay tantos países por visitar? ¿Es posible permanecer allí habiendo tantos seres que pueden escuchar su palabra?… Sus amigos le ven partir con honda pena; pero él les dice: —Volveré; cómo no voy a volver si tengo una deuda de gratitud con esta patria. Así les dijo, y emprendió la marcha. Bolivia, donde el gobierno le colmó de honores dándole una condecoración. Chile, Perú, Ecuador, Honduras, Nicaragua, todos estos países escucharon su palabra. En cada uno de ellos recogió laureles y al partir dejó amigos; amigos que le despedían rogándole que volviera. Sus compatriotas, los que fueron escalonando sus hogares en toda la extensión del continente, desde las Antillas hasta el Cabo de Hornos, le abrían sus casas con espléndida hospitalidad; todos los pobres y los ricos se lo disputaban; las casitas humildes y las grandes mansiones le recibían con igual afecto y él comienza a sentir, que toda América, es un magnífico hogar que le pertenece.» (Morandeyra 51-52)
«Habib Estéfano exalta a España. Santiago de Chile 28, 8 noche. La alta sociedad chilena, reunida en masa imponente en el Club de la Unión, primer Centro social de Chile, rindió esta tarde un magno homenaje a España, aplaudiendo entusiásticamente la conferencia del doctor Habib Estéfano sobre el tema «España, madre de una civilización y casa solariega de una raza». El orador, elocuentísimo, ventajosamente conocido en España, desarrolló los ideales de la vida hispana y las características del alma idealista española. La conferencia ha constituido un gran acontecimiento social en la vida de la capital chilena. La colectividad española está agradecida y satisfecha. El Bachiller Alcañices.» (ABC, Madrid, domingo 29 de abril de 1928, página 43.)
Habib Estéfano, El Portugal heroico. Una página de la historia heroica de la Humanidad. La grandeza de una pequeña nación: Portugal, Editorial Nascimento, Santiago de Chile 1928, 84 páginas. (Conferencia dictada por el Dr. Habib Estéfano en el Gran Hall del Club de la Unión de Santiago, 5 de mayo de 1928.)
«El mejor propagandista de España en América es el doctor Habib Estéfano, ese árabe de pura sangre, que, con fe apostólica, en un castellano resonante, salpicado del fausto verbal oriental, reparte por las ciudades del Nuevo Mundo, ante públicos que le oyen con devoción, las verdades históricas que fueron adulteradas por los mendaces detractores de nuestra Patria. […] «A España amar debemos; a España gratitud debemos», ha dicho solemnemente, ante un público representativo de la población de Valparaíso, desarrollando ante él el tema, grato para nosotros, cuya sola enunciación dice lo suficiente: «España, inspiradora de América.» Había ese día en el auditorio verdadera curiosidad por oír a Estéfano. Eran sabidas sus simpatías por nuestro país, pero se deseaba adquirir una noción absoluta acerca de su modo de enjuiciar. Y no salieron defraudados quienes suponían que el insigne orador oriental aprovecharía la ocasión, para infundir en los cerebros doctrinas de digna hispanidad.» (El Bachiller Alcañices [Felipe Aparicio Sarabia], «España ensalzada», ABC, Madrid, 11 de mayo de 1928.)
«Chile. Una conferencia del Dr. Habil Estéfano. Antofagasta 4, 10 mañana. El eminente hispanófilo doctor Habil Estéfano dio anoche una conferencia sobre el tema «Por qué amo yo a España». El conferenciante obtuvo un gran éxito.» (ABC, Madrid, 6 de julio de 1928, página 33.)
«En 1930, Habib Estefano, orateur fraîchement arrivé du Liban, lança au cours d”une grande réception au Théâtre national de San José l”idée de la fondation d”un centre culturel et social pour les émigrés, La Casa Libanesa (La maison libanaise), qui vit le jour l”année suivante.» (Roberto Khatlab, «Au Costa Rica, les Libanais sont vite passés du statut de buhoneros à celui de notables influents», L'Orient Le Jour. Le quotidien libanais d'expression française, Beirut, lunes 27 de diciembre de 2007, página 5.)
★ ≈ 1930 Habib Estéfano en México
Esperanza Iris (1888-1962). Fachada del Teatro de Esperanza Iris (inaugurado en 1918) –Donceles 36, Ciudad de México–, hoy Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
«Aquel viaje largo y fructífero le llevó hasta México, y fue allí donde lo detuvo el cálido afecto de los intelectuales de aquel país hermano. Llamáronlo a reflexión, dijéronle que ya era hora de que dejara en un libro todas aquellas impresiones y apuntes que debía de traer en su maleta de trotamundos. […] Al mismo tiempo que dedica horas a escribir su libro, iba el doctor Estéfano adueñándose del alma de la ciudad. Sentíase feliz. Sus conferencias obtenían un éxito nunca visto hasta entonces. Llevábase a cabo el "espectáculo" en el Teatro Esperanza Iris, local propiedad de la actriz, en cuyos altos tenía ella su residencia. He dicho espectáculo, y en verdad que lo era, aquel hermoso teatro, donde se reunía noche por noche todo lo más grande de la sociedad y el intelecto de ciudad de México. Desplegaban las mujeres sus galas; había allí alegría y expectación. Luego, la presencia del doctor Estéfano en el escenario, ponía un silencio de templo en el recinto. Entre el aplaudido conferencista y la actriz mimada por su pueblo, surgió una sincera y magnífica amistad, hasta hubo en la mente del conferencista un esbozo de proyecto para un viaje en que Esperanza Iris y él combinaran manifestaciones culturales y artísticas. El plan no se llegó a cristalizar; pero como símbolo de su amistad, regaló a la actriz su atuendo oriental, del cual nunca había querido desprenderse. Constaba éste de turbante, albornoz y babuchas. Esperanza Iris ha guardado siempre aquel obsequio como prenda de gran valía.» (Morandeyra 52 y 53-54)
«Relación de personajes principales. […] En La Habana […] Esperanza Iris, divette mexicana, emperatriz de la opereta. […] Habib Steffano, presidente de la Academia Nacional de Damasco, antiguo secretario del Rey Faisal I y asesor del baile de las Mil y Una Noches.» (Antonio Orlando Rodríguez, Aprendices de Brujo. Una novela, Alfaguara, Bogotá 2003, pág. X.)
Parece que 1930 resultó ser en México tan feliz para Habib Estéfano como los «locos años veinte» que se recrean en la novela de Antonio Orlando Rodríguez, escritor cubano radicado en Miami que, en Aprendices de Brujo (Bogotá 2003), introduce como personaje un Habib Steffano «presidente de la Academia Nacional de Damasco, antiguo secretario del Rey Faisal I y asesor del baile de las Mil y Una Noches». Si hacemos caso del testimonio que traslada años después su admiradora viuda, y no lo reducimos a mera fantasía oriental de un conferencista quizá acuciado por la necesidad, durante algún tiempo Estéfano habría llegado a vivir en la opulencia:
«El orador había recibido dinero en cantidad realmente inesperada y casi podíamos decir fabulosa. Aquella temporada en ciudad de México le dejaba un saldo de oro, y en la mente del beduíno ya estaba surgiendo una idea peregrina. Se decía, que no siendo él hombre capaz de atesorar, no comprendiendo que el dinero sirviera para otra cosa que para gastarlo, debía con aquella pequeña fortuna hacer algo extraordinario, algo que saliera de lo vulgar. Por ejemplo, sería muy interesante sentirse rico, aunque fuera por un corto tiempo; probar la fuerza de esa cosa terrible y cruel que es el oro, saber todo lo bueno y malo que se puede hacer con él, y tratar de encarnar dentro del espíritu de ese personaje. La idea era cautivante y de pensarlo a hacerlo no había más que un paso. Poco tiempo después, en el palacio de los Negrescos, estaba instalado aquel señor oriental con un lujo verdaderamente sorprendente. Había pertenecido aquel palacete a una familia de abolengo que por sucesivas generaciones acumularon en él tesoros de arte. Era pues, el marco magnífico para aquel "Emir", noble por la prestancia de su espíritu, y señor poseedor del tesoro de la palabra. Allí instalado con un tren de servidumbre que iba de acuerdo con su plan, comenzó a dar fiestas, a recibir gente y a vivir en la opulencia. Pronto su casa se convirtió en el rendez vous de lo más selecto que tenía México. El papel de rico le hastió. Llegó con aquella experiencia a la conclusión, de que las cosas ficticias son las que atraen al hombre y a los egoísmos comunes, los que sólo quieren alimentarse de los brillos exteriores de la materia.» (Morandeyra 55-56)
En México publicó (sin fecha, aunque suele datarse en 1931) su único libro, Los pueblos hispano-americanos. Su presente y su porvenir (Ediciones Culturales, México s.f., 295 páginas), aparte la conferencia impresa en 1928 en Santiago de Chile. El artista de la palabra no se prodigó en sus escritos, aunque en algún lugar se conservarán, si no se han perdido para siempre, los manuscritos de las dos obras que, en su libro de 1946, anuncia su viuda como en preparación, y de las que no existe noticia de que llegaran nunca a imprimirse: Conferencias de Habib Estéfano y Cartas de amor manuscritas de Habib Estéfano y Mary Morandeyra.
«Los pueblos hispano-americanos (Su presente y su porvenir). Habib Estéfano. Ediciones Culturales, Sociedad Anónima. México. El hispanoamericanismo, como ideal político, se nutre esencialmente de esencias espirituales, de afinidades de raza, y todo ello tiene un gran sedimento poético del que difícilmente se libran sus defensores. Por eso no ha de extrañarnos que Habib Estéfano haya escrito un libro que es, más que un tratado político o una obra documental, un canto fervoroso al porvenir de los pueblos de la América Hispana. Visión amplia, optimista y generosa, encendida de arranques poéticos, la que nos brinda en su nueva obra Habib Estéfano, nombre de un esforzado peregrino del hispanoamericanismo. Visión radiante del porvenir de la raza hispanoamericana, basada en un fervoroso estudio de su pasado y en una atenta observación de su presente. Todo ello escrito en un estilo de elevada y constante exaltación, en el que la fuerza de los hechos se ve muchas veces superada por una fuerza emotiva arrolladora. Los pueblos Hispano-Americanos es un libro de propaganda racial que debe ser leído por cuantos sientan con más o menos fuerza el ideal de una compenetración absoluta entre la vieja patria madre y sus hijas de ultramar.» (La Vanguardia, Barcelona, martes 25 de julio de 1933, pág. 4.)
Existe en 2010 una escuela de primaria en Torreón (Estado de Coahuila de Zaragoza, México) que lleva el nombre de «Colegio Dr. Habib Estéfano».
★ ≈ 1931 1941-1946 María Morandeira (a) Mary Morandeyra & Habib Estéfano
María Morandeira –Mary Morandeyra– y Habib Estéfano contrajeron matrimonio en La Habana, el sábado 8 de marzo de 1941, y casados permanecieron poco más de cinco años, hasta que la «poetisa de la Raza» se convirtió en viuda de Habib Estéfano, el miércoles 3 de abril de 1946, al fallecer inesperadamente su esposo en la ciudad brasileña de Petrópolis. El matrimonio, asentado en México, desplegó durante esos años una fructífera actividad y dicen unos que «recorrieron varios países hispanoamericanos ofreciendo disertaciones de corte espiritualista», aunque su viuda reconoce en entrevista de 1956 que ella dejó de dar conferencias al casarse con tal profesional del ramo. El mismo año del fallecimiento de su marido, Mary Morandeira publicó el libro Habib Estéfano en mi vida (ante la conciencia de las colectividades de habla árabe en América), Buenos Aires 1946 (193 páginas), que reeditó en 1948 en México.
Aunque Mary Morandeyra se preocupa de registrar que pudo haber conocido a Habib años antes, en los últimos años veinte, pues ambos habrían coincidido en el sector del espectáculo (en una función donde ella declamaba como poetisa y el maestro Ernesto Lecuona ponía la música), en realidad solo entraron en contacto hacia 1931, en La Habana, donde ella era bien conocida y ya tenía publicados tres libros. Repasemos brevemente el curso vital de María Morandeira (respetando en las transcripciones las sucesivas transformaciones que la grafía de su nombre fue sufriendo hasta llegar al que debía parecerle más exótico y artístico, el de Mary Morandeyra).
En una nota autobiográfica publicada en 1934 escribe: «Nací un 22 de diciembre, en el Norte de España, en un viaje en que mi mamá [Caridad Estévez] salía de Cuba con mi padre y hermanos para Europa. Por un cortísimo tiempo de diferencia, casi nazco a bordo. Soy ciudadana cubana, por tanto considerada como cubana, aunque amo locamente el ensueño del paisaje de mi país, que todos llaman la Suiza Española. Mi padre era gallego, mi madre es cubana.» No dice el año. En 1932, el Apéndice de la enciclopedia Espasa (EUI Ap VII:732) le dedica una entrada de doce líneas con fotografía –enciclopedia que, por cierto, ignora a Habib Estéfano–, que comienza: «María Morandeyra. Poetisa y escritora cubana, nacida en Galicia en 1905, siendo llevada a Cuba por sus padres, niña aún»; datos que repite Jorge Domingo Cuadriello en la entrada más completa de su Diccionario bio-bibliográfico de escritores españoles en Cuba, de 2002. En los registros de la Isla Ellis figura una pasajera, «María F. Morandeira», cubana con residencia en La Habana, que llegó en junio de 1918 a Nueva York a bordo del Morro Castle, procedente de La Habana, y declaró tener 19 años, y que viajaba acompañada de Magin Morandeira Nuñez, español residente en La Habana, que declaró ser comerciante de 57 años y nacido en Lugo. Si se tratase de la misma persona, o bien se puso años para entrar en los Estados Unidos de Norteamérica (tenían permiso de estancia de 60 días), o bien se los quitó más adelante, y entonces habría nacido hacia 1899.
«Auroras, por Mary Morandeira. Lector, aquí tienes a Mary Morandeira en la intimidad. Parece un 'bibelot' más, en su lindo rinconcito, en ese rinconcito coquetón, tranquilo y encantador, donde escribe sus tiernos, apasionados y vehementes versos… "Parece cubana… parece francesa… ", dice Zamacois, y yo digo: parece un ensueño, pero es un ensueño que nació en España y vino a la Habana a hacerse realidad, a transformarse en mujer activa, emprendedora y, a triunfar. Su libro Auroras es una promesa; en él se revela ya, como una exquisita poetisa y muy pronto publicará otro donde nos demostrará toda su fibra poética. En Auroras, nos muestra su temperamento ardiente, […] Mary Morandeira tiene una gran ventaja para llegar, y ésta es, la personalidad; a nadie imita y sin exageraciones, es valiente y sus versos buenos o malos son sentidos, tienen armonía, dicen dolor, alegría, pena, amor.» (Reseñas, Cervantes, volumen 2, Cultural SA, La Habana 1926, pág. iii.)
El 23 de marzo de 1929 publica Carmen de Burgos, en la ilustrada revista La Esfera de Madrid, un artículo titulado «Escritoras americanas. El peligro rosa», donde figuran las fotografías (la de Mary Morandeira aquí reproducida) de ocho escritoras hispanas significativas en los todavía felices años veinte (hacemos figurar entre corchetes el año de su nacimiento): Angélica Palma [1878] «ilustre escritora peruana», Armanda Labarca [1886] «gran pensadora y escritora de Chile», Mary Morandeira «joven poetisa habanera», Mariblanca Sabas Aloma [1901] «notable poetisa cubana», Catalina D'Erzell [1897] «notable dramaturga mejicana», Adelia di Carlo [1886] «Notable periodista y feminista argentina», Letizia Refeto Baeza «joven y culta escritora chilena» y Elena Arizmendi [1884] «bella escritora mejicana, que triunfa actualmente en Nueva York».
«Nuestros huéspedes. Mary Morandeyra. Se encuentra en Madrid la notable escritora y poetisa cubana Mary Morandeyra, que viene con el propósito de conocer España y ponerse en relación con nuestros círculos literarios. Deseamos a la señorita Morandeyra una gratísima estancia en nuestro país.» (La Libertad, Madrid, domingo 25 de mayo de 1930, pág. 9.)
«Mary Morandeyra. Autobiografía. Nací un 22 de diciembre, en el Norte de España, en un viaje en que mi mamá salía de Cuba con mi padre y hermanos para Europa. Por un cortísimo tiempo de diferencia, casi nazco a bordo. Soy ciudadana, cubana, por tanto considerada como cubana, aunque amo locamente el ensueño del paisaje de mi país, que todos llaman la Suiza Española. Mi padre era gallego, mi madre es cubana. Mi devoción literaria se reflejó siempre en todo detalle desde el colegio y aún en mis juegos de adolescente. A los cuatro años, entretenía mis momentos en rebuscar en los libros, las estampas delatoras que dieran una causa justificada de las páginas enormes de argumento que yo no comprendía y quería adivinar. En el colegio, era corta en palabras, pero hondamente sentimental. Cuando se me imponía un castigo sin causa, un raudal de lágrimas quemaba mi piel y me temblaba la voz del sentimiento producido por la injusticia; sin embargo escribía cartas plenas de quejas y justificaciones a mi Directora, haciéndole ver su falta. Mis directores y maestros comprendían mi tendencia marcada a la literatura.» (Bernardo Uribe Muñoz, Mujeres de América, Imprenta Oficial, Medellín 1934, pág. 132.)
Así relata Mary Morandeyra las circunstancias de su encuentro con Habib Estéfano en La Habana, hacia 1930 o 1931 –parece que Habib había vuelto a radicar de forma más estable en Buenos Aires–:
«Y un día estando en Cuba entregada a mi arte y a mis tareas de periodista, supe que Habib Estéfano daba una conferencia en el teatro Auditorio patrocinada por Pro-Arte Musical. Debo ser franca; en el primer momento no me produjo ningún entusiasmo la noticia, ni tampoco pensé en ir a escucharle. La razón de tal indiferencia era, que yo me había visto más de una vez obligada a disimular mis bostezos ante la pesadez de un conferenciante que nos obligaba a escuchar cosas que en posición más cómoda podíamos leer del original del libro en que él había copiado. Sin embargo, no teniendo otra cosa que hacer aquella noche, le dije a mi secretario, al doctor Armando Gay "Ya que hemos visto todas las piezas teatrales que están en la cartelera y las cintas que se han estrenado, ¿qué te parece si vamos a escuchar a ese doctor Estéfano que trae consigo tanta fama?…" Fuimos, desde el primer momento me sentí impresionada. […] Yo le escuchaba muy pensativa y realmente impresionada por lo que le oía decir. Salí de allí preocupada, bullían en mi mente pensamientos que me molestaban. Yo tan segura y satisfecha, me sentía como empequeñecida después de haber escuchado a tal hombre. Estaba yo en la plenitud de mi vida espiritual. Hasta entonces había sido una mimada de la suerte. Amaba mi arte, escribía con fe. Mis libros habían tenido aceptación, mereciendo los elogios de la crítica. Llevaba publicados tres libros, Auroras, [1925] que prologó Eduardo Zamacois, Plenilunios, [1927] editado en París, con prólogo de Martínez Sierra, y un tomo de poemas en prosa que publiqué en La Habana, para el cual también escribió el prólogo Zamacois, titulado Estremecimiento [1929]. Iba camino de mi casa muy pensativa: La duda me mordía en el alma, con un tanto de angustia me preguntaba, si mi condición de mujer no habría ayudado a mis éxitos. Todo mi orgullo se sublevaba. […] Mala fue aquella noche para mí. Presa de febril inquietud daba vueltas en mi lecho… Tras una larga noche de insomnio había tomado mi decisión. Iría a ver al doctor Estéfano y le pediría una opinión. Yo había visto aquellos ojos y me parecía que eran ojos capaces de decir la verdad, aunque esa verdad fuera cruel. […] Se alojaba el conferencista en un hotel en la calle San Rafael e Industria. Telefónicamente solicité una entrevista, y allá me fuí, con mis libros bajo el brazo.» (Morandeyra 58-60)
Quien tenga interés en conocer con detalle el largo y pormenorizado relato que Morandeyra hace de cómo ella, que «como toda mujer que lucha en las lides del periodismo» había tratado muchos hombres, como verdaderos camaradas, «ahora, en esta amistad que había surgido con el filósofo era otra cosa, era algo distinto, no se trataba de amor, o por lo menos de lo que corrientemente llaman amor los humanos…», no tiene más que leerse Habib Estéfano en mi vida. Durante una década mantuvieron secreto intercambio epistolar, en una relación que se enfrió un poco a comienzos de 1933, cuando él organizó unos recitales para ella en Buenos Aires (que anunció, con fotografía, en La Nación del domingo 12 de febrero de 1933), viaje frustrado pues, dice Mary, «mis hermanos se opusieron a que efectuara sola aquel viaje tan largo y ellos estaban atados a Cuba por sus asuntos particulares…» (pág. 66), pero que se reanudó –«iban las cartas del Plata a las Antillas… de las Antillas al Plata»– hasta que Habib, en «el último buque que salió de la capital argentina antes de estallar la guerra», llegó a Cuba de incógnito, donde vivieron un corto noviazgo –«¡Diez años habían transcurrido! diez años…»– antes de contraer matrimonio en La Habana, el 8 de marzo de 1941, que ella describe como la «unión perfecta de dos almas que comulgan en los ideales del arte» (título del capítulo X de su libro). Firmaron como testigos del enlace, ante el notario Dr. Arellano, los doctores Elpidio Estincer, Kouri, Carlos de la Torre y doña Aída Pelaez de Villaurrutia. Al parecer, la prensa no supo del noviazgo hasta que no se hubo ya consumado el matrimonio:
«Nuestra boda fue muy comentada por los diarios. Hacían destacar que este vínculo uniría a Cuba un hombre de gran mérito, a quien allí se estimaba y quería tanto. Se daba por descontado que la unión de Habib Estéfano y Mary Morandeyra sería muy fructífera para el mundo intelectual. El filósofo de hondura y la poetisa que siempre llevó en alto el nombre de Cuba seguirían la ruta, a no dudarlo, pero La Habana los atraería siempre con esa irresistible sugestión que tienen aquellos sitios en que se nos ofreció la plenitud de la dicha.» (Morandeyra 75-76)
★ 1946-… Mary Morandeyra, viuda de Habib Estéfano
«Periodista cubana. Ha llegado a Madrid, procedente de la Habana, la periodista cubana doña Mary Morandeyra. Trae saludos de los intelectuales y periodistas cubanos para sus colegas españoles. Actualmente ocupa el cargo de agregado de Prensa del Ministerio de Estado de Cuba. Es asimismo directora de la popular revista Continente. Doña Mary Morandeyra trae un nuevo mensaje poético y cultural de Cuba para los países europeos, especialmente España. Se propone pasar unos días entre nosotros.» (La Vanguardia Española, Barcelona, jueves 18 de octubre de 1956, pág. 9.)
«Mary Morandeyra. Poetisa, novelista, periodista, conferenciante, agregado de Prensa en el Ministerio de Estado de La Habana, con misión cultural en América y Europa. Directora de Continente, el magazine de las Américas. Una mujer cubana muy sensible a todas las manifestaciones artísticas y espirituales.
—¿Está inspirada?
—Seré sincera.
—Tiene licencia para responder en verso o en prosa, como guste.
—Le contestará Mary Morandeyra.
—Mary Morandeyra, de todas sus actividades, ¿cuál quiere subrayar?
—La de poetisa. Creo que tengo un sitio preferente en las antologías de América.
—¿Interpreta también sus poesías?
—Las mías y las de mis poetas preferidos.
—¿Quiénes son?
—Machado, Nervo, García Lorca y ponga muchos etcéteras.
—¿Su cuerda?
—Lírica.
—¿Su escuela?
—Clásica.
—¿La poesía cubana va con la española?
—Tiene hondas reminiscencias de la sensibilidad española por razones de sangre.
—¿Va a recitarla aquí?
—Me voy a presentar en el Instituto de Cultura Hispánica en un recital que dedicaré a los poetas, escritores y periodistas españoles. Es el homenaje que Cuba rinde a través de mi a toda la sensibilidad intelectual española.
—¿Conoceremos también a la conferenciante?
—Dejé de dar conferencias cuando me casé, porque mi marido era un brillante orador y filósofo, y me pareció que al juntar la fuerza y el espíritu, la filosofía y el lirismo, mi obligación como esposa y como intérprete, era poner en los programas del conferenciante las flores líricas de mis versos y los de otros poetas como un adorno.
—¿Así llegaron a compenetrarse?
—De la unión surgió la poesía "Vamos andando". Escuche: "Vamos andando juntos por el mismo camino. –A veces sobre pétalos y a veces sobre espinas. –El amor es un campo de rosales fecundos –que perfuman el alma –y ensangrientan la vida." Y termina así: "El amor es un campo de rosas que reclama –el sol de las sonrisas y la lluvia del llanto." Por este libro pertenezco a la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes de Cádiz (España).
—O sea, por su marido.
—Exactamente. Es una cosa rara, pero fuimos felices.
—¿Luego la poesía es el mejor vehículo para llegar a la felicidad?
—Es la plegaria que une a las almas.
—¿Tuvieron hijos?
—No, pero mi esposo siempre trataba de conformarme diciéndome que todos los hijos de las madres del mundo que me escuchaban en las escuelas eran mis hijos espirituales. Y por si esto fuera poco, epilogaba: "¿Y qué me dices de tus libros? ¿No es, acaso, cada uno de ellos parte de tu corazón?"
—¿Está sola en la vida?
—No puedo estarlo jamás, porque me acompaña el recuerdo del compañero inolvidable, y esta cosa lírica de mis versos, que es como un pétalo que me predispone en esta labor del pensamiento para llegar a las altas esferas de la sensibilidad ante Europa y América.
—¿Su misión espiritual?
—Unir por la belleza y el arte a todos los pueblos que tengan algo de común y que merezcan ser exaltados.
—¿Hay verdadera poesía por el mundo?
—Estamos en un resurgimiento de la sensibilidad poética. Y es necesario para el hombre moderno esta etapa de evolución que nos aproxima más a Dios, que es la belleza y el amor.
—¿Los poetas recogen el auténtico, espíritu de los pueblos?
—En la forma más sutil y elevada. Es una pincelada que no se ve en trazos, pero que renueva el ansia de crear, el anhelo de sintetizar una nueva vida del espíritu. El mundo de la materia estaba asfixiando el mundo del espíritu. Hubo una crisis hace tres años que oscurecía la ética espiritual.
—¿A qué era debido?
—A los egoísmos desmedidos de los hombres al no reconocer sus errores, inclusive sus defectos, normales, puesto que la línea de la vida no es recta, sino curva. Hay que hacerse amar y no temer; no olvidarse de que las raices son fundamentales para merecer las sombras de los árboles, y que es necesario ser sembrador y saber seleccionar el surco para que no falle la simiente.
—¿Cuál es su cosecha, buena sembradora?
—Estar convencida de que es indispensable el esfuerzo para, obtener una superación. Y que las flores son muy bellas, pero nacen del barro de la tierra.
—¿Se le malogró alguna cosecha a usted?
—La vida ha sido buena para mí. Como he sido sembradora de buena simiente, me ha sorprendido la vendimia, lo que me permite hoy sonreír apaciblemente y contemplar el paisaje universal.
—Estaba inspirada, sí…» (Santiago Córdoba, «Mary Morandeyra», ABC, Madrid, jueves 15 de noviembre de 1956, pág. 44.)
«Recital de Mary Morandeira. En el Instituto de Cultura Hispánica dio ayer un recital la poetisa cubana Mary Morandeira, que ofreció fragmentos de poesía y prosa, algunos originales y otros pertenecientes a figuras famosas de las Letras hispanoamericanas. Al acto asistió el embajador de Cuba, D. Juan J. Remos y personalidades de la misión diplomática cubana acreditada en Madrid. También estuvieron presentes gran número de escritores e intelectuales españoles e hispanoamericanos y alto personal del Instituto de Cultura Hispánica. La señora Morandeira obtuvo con su recital un extraordinario éxito y el público aplaudió su intervención.» (ABC, Madrid, viernes 1 de marzo de 1957, pág. 27.)
«Decreto nº 390. "Declarar terminados los servicios de los siguientes señores: Joaquín Aristigueta Senroma, en el cargo de Agregado de Prensa; Mary Morandeyra Estévez, en el cargo de Agregado de Prensa; José Arroyo Maldonado, en el cargo de Agregado de Prensa; y Leonor Quintana Perera, en el cargo de Agregado de Prensa Auxiliar; todos ellos en el Servicio Exterior." (GO, 2-4-59, p. 2).» (Esteban M. Beruvides, Cuba, anuario histórico 1959, Miami 1996, pág. 111.)
«Notas. La excelente escritora y poetisa Mary Morandeyra, posee un "Picasso" (apunte), y está interesada en que lo adquieran para ayudar a un pequeño compatriota.» (Resumen bimestral de arte y cultura, dirigido por Wilfredo Alcover, Indice vol. I, Miami 1966-1970, pág. 27.)
«Mary Morandeyra Estévez (Galicia, 1905). Poeta, conferencista, feminista y periodista. Fue traída a Cuba por sus padres cuando era una niña. El poeta y periodista cubano Ramón Rubiera descubrió la calidad de sus versos y cuando contaba doce años la dio a conocer en la revista Bohemia y le publicó varios poemas. A partir de entonces resultó frecuente su presencia en revistas y periódicos. En 1924 fue nombrada Redactora-Jefe de la revista Elegancias, en enero de 1926 su artículo «La poesía lírica cubana» recibió premio en el concurso de la revista Cervantes y su poemario Plenilunios (1927) obtuvo Medalla de Oro de la Real Academia Española de Ciencia y Artes de Cádiz. Desde muy joven comenzó a impartir conferencias, algunas de carácter feminista, en distintas instituciones. Más tarde casó con el profesor y conferencista libanés Habib Estéfano y juntos recorrieron varios países hispanoamericanos ofreciendo disertaciones de corte espiritualista. Entre 1935 y 1958 dirigió la revista quincenal literaria Continente. Se autoproclamó «Poetisa de la Raza» y brindó numerosos recitales de poesía. Colaboró en América, Orbe, Chic, Heraldo de Cuba, El Loco, Cervantes, Alma Mater, El País, La Palabra Española, DM, DE, Información, El Teatro, Ideal Gallego y el suplementos literarios del DM y de El Heraldo. En 1955 ingresó en la Federación Nacional de Escritores. Fue incluida en las antologías Los argonautas (1924), Poesías escogidas (1957) y Poesías amorosas (1958). En 1959, aproximadamente, se marchó de la isla. Bib.: Auroras. Poesías (1925) 110 pp. Plenilunios (París, 1927), prefacio de Gregorio Martínez Sierra, 68 pp. Estremecimientos. Poemas (1929), 121 pp. Auroras y otras poesías (1929), prólogo de Eduardo Zamacois, 126 pp. El hombre a través del corazón de una mujer (1931) 109 pp. Apreciaciones de mujer (confidencias femeninas). Temas de la conferencia para señoras y señoritas (1931) 107 pp. Mujer-escucha (1932) 129 pp. La puerza no está en los códigos (1936) 142 pp. Estremecimientos, poemas (1937), prólogo de Eduardo Zamacois, 122 pp. Lo que la vida hace callar y las almas quisieran decir (1938) folleto. Doce pétalos de un loto (Bogotá 1943) 68 pp. Poemas de amor eterno (México 1944) 94 pp. Antagonismo, novela cubana (México 1944) 136 pp. Habib Estéfano en mi vida, ante la conciencia de las colectividades de habla árabe en América (Buenos Aires, 1946), 193 pp. Antología (s/a) 14 pp.» (Jorge Domingo Cuadriello, Los españoles en las letras cubanas durante el siglo XX. Diccionario bio-bibliográfico de escritores españoles en Cuba, Renacimiento, Sevilla 2002, pág. 121.)
★ Sobre Habib Estéfano
Mary Morandeyra, Habib Estéfano en mi vida (ante la conciencia de las colectividades de habla árabe en América), [Artes Gráficas B. U. Chiesino], Buenos Aires 1946, 193 págs. 2ª ed.: México 1948.
★ Bibliografía de Habib Estéfano
El Portugal heroico. Una página de la historia heroica de la Humanidad. La grandeza de una pequeña nación: Portugal, Editorial Nascimento, Santiago de Chile 1928, 84 páginas. (Conferencia dictada por el Dr. Habib Estéfano en el Gran Hall del Club de la Unión de Santiago, 5 de mayo de 1928.)
Los pueblos hispano-americanos. Su presente y su porvenir, Ediciones Culturales, México s.f. [1931], 295 págs.
Preámbulo a Enver Azizi, Hojas caídas, Editorial Cultura, México 1945, 129 páginas.