Emilio Gómez Nadal 1907-1993
Ideólogo y escritor español, activista desde los primeros años treinta de cierto nacionalismo valencianista del que, tras su afiliación al Partido Comunista de España, logró contagiar a buena parte de quienes actuaban en torno de la revista Nueva Cultura, sobre todo una vez desencadenada la Guerra Civil. En 1937 era secretario de Wenceslao Roces, Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de España (“El Ministerio de la Cultura”), cuando se celebra el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura (Madrid-Valencia, julio de 1937).
Hijo de Domingo Gómez Granería (1851-1927) y hermanastro pequeño de Nicolás Primitivo Gómez Serrano (1877-1971) –bibliófilo, presidente en 1930 de Acció Cultural Valenciana, fundador en 1955 de la editorial Sicania, &c.– y de Eliseo Gómez Serrano (1889-1939) –maestro, diputado del Frente Popular por Alicante, comisario del ejército republicano, &c.–, nace en Valencia el 19 de febrero de 1907. Estudia en la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia (1924-1928), sección de Historia, obtiene una beca de la Diputación para cursar el doctorado en Madrid, 1928-29. Se estrena académicamente con una nota bibliográfica en la que glosa laudatoriamente el libro del historiador argentino Enrique de Gandía, Historia del gran Chaco (Madrid 1929, 212 págs.), publicada en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (año XXXIII, julio-diciembre 1929, nº 7-12, págs. 411-414).
Fue uno de los fundadores, el 8 de marzo de 1930, de Acció Cultural Valenciana, plataforma que buscaba potenciar el valencianismo y dignificar la lengua valenciana, cuyo órgano, el boletín quincenal Acció Valenciana, publica su primer número el 15 de abril de 1930 y, un año después, el nº 24 y último (fechado el 15 de abril de 1931, recién proclamada la República, tuvo tiempo de añadir a su cabecera un: «Saludem joiosament l'implantació oficial del estat catalá»).
En junio de 1930 fue nombrado profesor auxiliar temporal de la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia por un periodo inicial de cuatro años, colaborando con el catedrático Luis Pericot García (hasta que se trasladó en 1933 a la Universidad de Barcelona), haciéndose cargo de las asignaturas Historia de América e Historia Antigua.
Hodiernos pancatalanistas gustan repetir esta frase de Gómez Nadal: «Nosaltres els valencians no som més que els habitadors d'una regió de la nacionalitat catalana» (Acció valenciana, núm. 21), pero gustan menos recordar el contexto y la continuación de esa frase, suscrita en realidad por un nacionalista valenciano estatista soberanista centralista y hasta panvalencianista (y eso que aún no era comunista):
«Nosaltres els valencians no som més que els habitadors d'una regió de la nacionalitat catalana. Qui pot discutir el dret d'aquest adjectiu? No ens semblaria ridicul que hom vullguera apel-lar ianqui la nacionalitat anglesa? València doncs, no és una nació, com volen alguns neovalencianistes. Es una regió. I açò darrer li dóna un dret plé a convertir-se en un Estat plenament autònom, amo i senyor dels seus bens, i dels seus destins materials.» (E. G. Nadal, «El nostre nacionalisme», Acció valenciana, any II, nº 21, Valencia 5 marzo 1931, pág. 8.)
«Declaració nacionalista valenciana. 1ª El poble valenciá format exclusivament pels catalans de les actuals provincies: Alacant, Castelló i Valéncia, constitueix una forta personalitat comarcal dins de la nació catalana, que fon l'alma mater de la civilització clássica de tot Catalunya. 2ª Aquesta personalitat pel fet de la seua existéncia i per la voluntat dels seus components, té dret a constituir un Estat sobirá, destacat de la resta de Catalunya, conegut amb el nom d'Estat Valenciá. 3ª La funció essencial de l'Estat Valenciá ha d'ésser la seua defensa –establint préviament la seua llibertat– actuant després en una política internacional d'unions i aliances. […] 7ª Considerant que la major unificació de l'Estat, com en tot organisme vital, és la millor fermança de la seua grandesa, l'Estat Valenciá hauria d'ésser, des del punt de vista polític, absolutament centralista, tenint per norma que la unió fá la força.» (Acció valenciana, any II, nº 24, Valencia 15 abril 1931, pág. 8.)
En 1931 la Diputación Provincial de Valencia publica la Memoria presentada por D. Emilio Gómez Nadal sobre el aventurero valenciano Jaime Rasquín, uno de los conquistadores del Río de la Plata (Imprenta La Semana Gráfica, 91 páginas).
«Un aventurero valenciano del siglo XVI: Jaume Rasquí. A base de los estudios hechos por Presentación Campos, Vicente Genovés y Emilio Gómez Nadal en el Archivo de Indias, y sobre las escasas referencias bibliográficas existentes sobre el particular, dió el domingo una charla sobre el primer español que soñó crear en Suramérica una Nueva Valencia, el secretario general de la Casa Regional Valenciana, Sr. Sanchís y Zabalza, quien relató las vicisitudes por que tuvo que pasar Rasquí para organizar su expedición en 1557-59; las rivalidades que surgieron entre los valencianos y castellanos que la formaban y aun entre los mismos elementos ligados por intereses con Rasquí; el fracaso de todo el plan, con el subsiguiente cúmulo de procesos que aquél tuvo que sufrir; su encarcelaaniento, privaciones, ruina y muerte en la prisión, por deudas, en 1571. El auditorio premió con aplausos la disertación.» (Luz. Diario de la República, Madrid, lunes 22 mayo 1933, pág. 5.)
En 1930 también había participado en la fundación de la Agrupación Valencianista Republicana, a cuyo comité político se incorpora en junio de 1932, colaborando en el semanario El Camí (1932-34).
Durante el curso 1933-34 reside en París, donde se produce su acercamiento al comunismo y a los clásicos del marxismo. Vuelto a Valencia se incorpora a la Unión de Escritores y Artistas Proletarios, encabezada por el artista José Renau, comienza a colaborar en Verdad, órgano del PCE en Valencia, y en la revista Nueva Cultura, donde su primera colaboración firmada fue precisamente la siguiente breve presentación de la «Carta abierta a André Gide» escrita por el francomexicano Ramón Fernández tras los sucesos parisinos, iniciados el 6 de febrero de 1934, que marcaron la confrontación directa y cruenta en Francia de los bloques capitaneados por Action Française y el Partido Comunista:
«Sobre la carta abierta de Ramón Fernández a André Gide. Ramón Fernández, como antaño José María de Heredia, y aún hoy Jules Superville y Victoria Ocampo, traen su oriundez de la cultura latino-americana, habiendo dejado el español materno seducidos por la superioridad cultural y estética de la lengua francesa. Ramón Fernández, ciudadano francés hoy, es uno de los críticos más agudos y sensibles de las generaciones de post-guerra. Sus Essais en la Nouvelle Revue Française son una de las rúbricas más sugestivas, resistiendo gallardamente la vecindad de Benjamín Crémieux, Albert Tibaudet y Alain. Su novela más reciente, Le Pari, anima con una vibrante vida interior una figura femenina llena del eco inquieto de nuestro tiempo. Por esto el documento que traducimos hoy para los lectores de habla española, tiene un valor único para comprender la crisis que viven en su ideología algunos de los espíritus más selectos de la joven Francia. Después de la declaración sensacional de André Gide, he aquí la respuesta a distancia de uno de sus continuadores. Ciertamente le six février y su ensayo filofascista habrá tenido consecuencias bien opuestas a las esperadas por sus inspiradores. (E. G. N.)» (Nueva Cultura, Valencia, nº 3, marzo de 1935, pág. 5.)
Pero su cercanía a las posiciones comunistas no le hicieron abandonar su valencianismo: colabora en La República de les lletres (1934-36) y fue vocal de PROA, entidad político cultural valencianista impulsada por su hermanastro mayor, el incansable Nicolás Primitivo Gómez.
«Desde 1935, la incorporación de Emili G. Nadal a la redacción de Nueva Cultura consumaba, de hecho, nuestra opción por la autodeterminación del País Valenciá, comenzando a publicarse regularmente textos en nuestra lengua vernácula.» (José Renau, Notas al margen de nueva cultura, prólogo a la edición facsimilar de Nueva Cultura, Topos Verlag, Vaduz/Liechtenstein 1977.)
En efecto, en el último número publicado por Nueva Cultura en 1935, firma, como marxista y en catalán, “De cara al sol llevant. Cop d'ull sobre una minoria nacional”, justo en la página siguiente a su comentario “El congreso de escritores revolucionarios de New York”, donde sugiere que debiera aplicarse la solución soviética al problema de las nacionalidades, incluso en México…:
«También en la más septentrional de las repúblicas de habla española esta cuestión de la fraternización de las razas ha de pasar a un primer plano de acción. La gran originalidad y la gran fuerza de México saldrá de esa vuelta hacia la entraña palpitante del pueblo, de una fusión sin grietas entre la masa aborigen y la minoría cultural blanca. […] nunca ha de ser subestimado el papel que juega en ese rincón del mundo el problema de las nacionalidades, y que la más profunda de las revoluciones a realizar en él, será la de repetir la gran experiencia que la U. R. S. S. llevó a cabo bajo la dirección clarividente de Lenin y Stalin.»
Tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 se afilia al Partido Comunista, y en el siguiente número de Nueva Cultura, último aparecido antes de la Guerra, el nombre de “Emili Nadal” encabeza la portada, pues firma hasta tres colaboraciones, dos de ellas reseñas bibliográficas (sobre otro libro de Enrique de Gandía –el historiador al que conoció en Madrid y dedicó su primera reseña en 1929– defendiendo los derechos del Paraguay sobre el Chaco; y sobre el estudio del mexicano Genaro Vázquez, Historia del movimiento obrero en México. Legislación del trabajo en los siglos XVI, XVII y XVIII) y, la tercera, una ofrenda o tributo a la leyenda negra, que lleva por título “Represión colonial en las Antillas” (dos páginas con grabados ad hoc, cuatro columnas de las que dedica tres a una selección de textos de la Brevíssima relación del dominico Bartolomé de las Casas…):
«La historia de la expansión colonial de los Estados occidentales es el exponente más completo que darse puede, de la explotación brutal de los pueblos, marcando la fase más aguda de los imperialismos. El abuso de las ventajas que el progreso puramente material ha dado a los pueblos europeos sobre aquellos más primitivos de los otros continentes, ha sido llevado a tales extremos, que a la pretendida labor CIVILIZADORA se ha sustituido la destrucción metódica de las poblaciones aborígenes o su esclavización sin disimulos. Desgraciadamente, no necesitamos mirar atrás para encontrar ejemplos de este orden; precisamente en estas semanas asistimos al último acto de una de estas tragedias ante las que la sensibilidad moral del hombre sin taras, reacciona herida en sus más hondos pliegues. Esta EJEMPLARIDAD reconocida, de las aventuras coloniales, nos mueve hoy a iniciar una serie de reportajes donde aparezca bien clara esa apetencia cínica e inhumana de riquezas, disimulada tras la cortina de humo de una retórica humanista o cristianizante; comenzando por el primer gran intento CIVILIZADOR, aquel que realizaron los españoles a costa de los indígenas americanos del siglo XVI. No se nos diga que más o menos conscientemente hacemos el juego a los impugnadores de las esencias espirituales y de las virtudes del pueblo español, porque nosotros sabemos que los crímenes no tienen patria y que en este gigantesco asesinato, que ha sido la pretendida civilización del mundo llamado bárbaro o salvaje, la responsabilidad ante la historia corresponde no solo a España, sino a todos los países colonizadores.» (Emili Nadal, «Represión colonial en las Antillas», Nueva Cultura, nº 12, Valencia, mayo-junio 1936, pág. 6.)
El 18 de julio de 1936 estaba en Madrid, por lo que tuvo ocasión de colaborar en la organización inicial de Quinto Regimiento de Milicias Populares. Como seguía siendo (desde 1930) profesor auxiliar temporal de la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia, vacante el puesto de secretario [el profesor Francisco Ramón Rodríguez-Roda fue apartado y depurado por antirrepublicano, se le separó en enero de 1937 del cargo de auxiliar de las cátedras de Lógica y Teoría del Conocimiento definitivamente… aunque en 1939 ya reaparece adscrito a la cátedra de Lengua y Literatura Española], el 18 de agosto de 1936 (un mes después del Alzamiento) fue nombrado secretario de la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia (Gaceta de Madrid, 19 agosto 1936, nº 232, pág. 1345), y poco después miembro de la Junta de Cultura y delegado en la Junta de Gobierno de esa Universidad.
El 4 de septiembre de 1936 el comunista Jesús Hernández Tomás entra en el Gobierno de la República como Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de España, y otros comunistas ocupan puestos relevantes en ese Ministerio: el catedrático de derecho romano Wenceslao Roces es nombrado Subsecretario del Ministerio; el artista José Renau Berenguer, impulsor de Nueva Cultura, Director General de Bellas Artes (con gran enfado de Rafael Alberti, que aspiraba al puesto), &c.
A principios de 1937 Emilio Gómez Nadal es nombrado secretario del Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de España, secretario de Wenceslao Roces (y ejerce también como secretario de la célula del PCE en el Ministerio de Instrucción Pública). Tras unos meses de silencio se reanuda la publicación de Nueva Cultura, y en el primer número de la nueva etapa el secretario del Subsecretario glosa la actividad del Ministerio en un artículo que titula, significativamente, “El Ministerio de la Cultura”, ejercitando así otro hito en la institucionalización de la Cultura circunscrita en ese imparable progreso triunfante del mito de la cultura. En ese artículo termina escribiendo:
«Porque nuestro orgullo será siempre laborar por la cultura española sin sectarismo ni partidismo algunos, como continuadores y herederos de las esencias culturales de nuestra Patria.» (Nadal, “El Ministerio de la Cultura”, Nueva Cultura, Valencia, marzo 1937, año III, número 1, página 35.)
Lo que no empece para que, seis páginas antes, en el mismo número de la revista, dejase firmado:
«Tots els que ens preocupem per l'avenir de la Cultura valenciana, qualsevol que siga l'adjectivació antifeixista que ens definixca, estem d'acord sobre l'abast geogràfic i espiritual de la nacionalitat continguda en el País Valencià. […] El mateix absurde que és hui en el camp de la Cultura (?) espanyola, tractar de camuflar la manca de preparació i de sensibilitat, amparant sota unes inicials enllaçades totes les mediocritats (o canallades) de l'art d'abans de la revolució democràtica de la nostra República, no pot repetirse dintre de la nostra Cultura naixent. Cal deixar a un costat les ficcions «per quedar bé» i atacar amb coratge i alé la reconstrucció de la nostra espiritualitat. Es la primera ombra d'Estat nacional, el que surt ara, i d'estos primers pasos depén tot el que puga ferse durant molts anys…» (Emili Nadal, “La cultura nacional valenciana”, Nueva Cultura, Valencia, marzo 1937, año III, número 1, página 29.)
Quizá la lectura de largos párrafos de Stalin traducido al valenciano por Emilio Nadal en “Nacions de la U.R.S.S. i d'Espanya”, ayudará al hermeneuta voluntarioso en el diagnóstico de quienes buscaban que el “País Valencià, Balears, Catalunya, Euskadi, Galícia, Marroc…” se integrasen en la URSS, siglas entendidas como Unión mundial de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Nueva Cultura, nº 7-8, pág. 18).
Fue miembro activo de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura y, como es natural, desde el cargo que ocupaba, interviene en la organización del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado precisamente en Madrid y Valencia. Tras el congreso (julio de 1937) deja la secretaría de la Subsecretaria y se incorpora a la comisión ejecutiva de la Casa de la Cultura abierta en Valencia para atender a los intelectuales allí evacuados, a los que procuraba alimentar espiritualmente con piezas como las que recopilaba en una sección que mantuvo en los tres últimos números de Nueva Cultura, titulada «El paraíso nazi-onal», por ejemplo: “España, una, grande, indivisible”. Movilizado en 1938 en Barcelona, sirvió en la Biblioteca Central Militar.
Derrotada el bando republicano filosoviético logra Emilio Gómez Nadal llegar a París (librándose de los campos de concentración franceses), donde, tras unos meses en Bruselas, se establece con su familia y resiste la ocupación nazi, respetando durante años la disciplina del Partido Comunista de España y alcanzando en 1969 la jubilación como empleado de la Biblioteca Nacional de Francia, destinado en la sección española de esa institución (en puesto facilitado por el hispanista Marcel Bataillon). No volvió ni a España ni a Valencia tras jubilarse, pero se estableció en Valence d'Agen (departamento de Tarn y Garona), donde muere el 29 de octubre de 1993.
Ya comenzada la Guerra había matrimoniado con Teresa Andrés Zamora (1907-1946), palentina, hija de médico y maestra, licenciada en Filosofía y Letras por Valladolid, residente en la Residencia de Señoritas desde 1928 a 1932 y desde 1931, por oposición, del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, con destino en la Biblioteca del antiguo Palacio Real. Militante comunista, interviene en la puesta en marcha en 1936 de la sección de bibliotecas de Cultura Popular, y sus Bibliotecas de Hospitales, Batallones y Hogares del Soldado. En 1937 ejerce como delegada del Ministerio de Instrucción Pública en Valencia. Tuvo dos hijos, Vicente (nacido en Bruselas en 1938) y Antonio Gómez Andrés (nacido en París en diciembre de 1941): en 1943 los envía a Madrid para que crecieran bajo la tutela de su abuela, Pilar Zamora; Vicente murió en Madrid con cinco años y Antonio se jubiló como como médico en Alicante. En 1944, bajo la dirección de Marcel Bataillon, trabaja en la elaboración del catálogo colectivo de libros españoles en las bibliotecas parisinas. En 1945 se encarga de la preparación del primer Congreso Mundial de la Mujer. Muere de leucemia el 6 de julio de 1946.
El viudo vuelve a matrimoniar, con Alice Gilberte Cremades (1909-1996), viuda en 1944 de Lucien Sportisse (conocida en Francia por tanto como Alice Sportisse Gómez-Nadal), diputada del PCF Partido Comunista Francés en la Asamblea Nacional francesa de 1945 a 1955.
«Sí se sabe que se puso a las órdenes de Félix Llanos, responsable del PCE en Orleans. Tras su llegada a esta ciudad francesa, Montero se convirtió en responsable de la dirección local del partido y, además, servía de enlace entre Orleans y la dirección del partido en la Francia ocupada que se encontraba en París, con Emilio Nadal a la cabeza. Según Montero, “se hacían reuniones, se cotizaba, se repartía la propaganda y se aconsejaba el sabotaje”.» (Silvia Ribelles, Luis Montero Álvarez Sabugo: en los abismos de la Historia, Pentalfa, Oviedo 2011, pág. 42.)
Selección bibliográfica de Emilio Gómez Nadal
1931 Memoria presentada por D. Emilio Gómez Nadal [sobre el valenciano Jaime Rasquin, uno de los conquistadores del Río de la Plata], Diputación Provincial de Valencia, Valencia 1931, 91 páginas (Imprenta La Semana Gráfica).
1987 El valencià Jaume Rasquí, governador del Plata (1557-1559), introducción y edición de Manuel Ardit, Generalitat Valenciana, Valencia 1987, 150 págs.
1990 Articles 1930-1939. El País Valenciá y els altres, introducción y edición de Manuel Aznar Soler y Francisco Pérez Moragón, Institució Valenciana d'Estudis i Investigació (Biblioteca d'autors valencians, 21), Valencia 1990, 299 págs.
2008 Diaris i records, edición de Antonio Gómez Andrés y Francisco Pérez Moragón, Universidad de Valencia (Cátedra Joan Fuster, 6), Valencia 2008, 432 págs.
Textos de Emilio Nadal en el Proyecto Filosofía en español
1935 El congreso de escritores revolucionarios de New York · De cara al sol llevant. Cop d'ull sobre una minoria nacional
1937 La cultura nacional valenciana · El Ministerio de la Cultura · Nacions de la U.R.S.S. i d'Espanya · L'Institut d'Estudis Valencians · El paraíso nazi-onal, España, una, grande, indivisible