Filosofía en español 
Filosofía en español

“Filosofía en España”

1738 «Aunque muchos Pueblos en el discurso de los tiempos, se apropiaron el nombre de únicos Maestros de todo lo científico; es cierto que muchos Siglos antes se profesaron en España las letras, haciendo algunos Autores paralelo de su enseñanza, con la que se practicaba en Egipto, habiendo quien afirme, el que se enseñaba la Philosophia en España setecientos años antes, que tuviese la Grecia su noticia. De Estrabon consta, que los Antiguos Españoles escribían sus Anales, haciendo perpetua la memoria de sus proezas en el Fiel Archivo de la Historia: conjetura no pequeña del uso, que tuvieron las letras en España; y el mismo Autor afirma, que se conocieron algunos Siglos antes en nuestra Península, que en Francia. Los que hicieron en esto conocidas ventajas a todo lo restante de nuestro Continente, fueron los Turdetanos, o Andaluces, Celtíberos, o Aragoneses, y aquellos Pueblos, que habitaban lo más Oriental, y Meridional de la Región.» (Francisco Javier de Garma y Salcedo, Teatro universal de España, tomo primero, Madrid, 1738, págs. 192-193.)

1760 «Es así que en Alcalá recogí algunos materiales para la historia de la Philosophía en España que después he añadido, pero conociendo siempre que no tiene la nación estómago para digerir las noticias y crítica, que en tal obra se le deben presentar.» (carta de Andrés Marcos Burriel a Gregorio Mayans, desde Madrid, el 26 de abril de 1760, nº 354 del tomo II del Epistolario de Gregorio Mayans Siscar, Ayuntamiento de Oliva, Valencia 1972.)

Fernando López de Cárdenas, Philothea perseguida y victoriosa de la falsa Philosophia en España, Montoro 1777

1777 Philothea perseguida y victoriosa de la falsa Philosophia en España. Romance hendecasílabo: «No el Acheronte fiero, no el Cocito…» (folios 79 a 86 del manuscrito 2541 –olim H.258– de la Biblioteca Nacional de España: Correspondencia y varios opúsculos del cura de Montoro don Fernando López de Cárdenas, Académico de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla y Cura de la villa de Montoro; manuscrito de 108 folios, descrito en el Inventario general de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, Madrid 1965, tomo 8, págs. 49-50). En la carta que Fernando López de Cárdenas dirige a Francisco José de Velasco, fechada en Montoro el 6 de enero de 1777 (folio 49 de ese manuscrito), le dice: «M. S. M. de mi mayor veneración: el ocio de estos días me ha hecho escribir esa Philothea, que el celo de la católica fe ha producido en unos tiempos, que es preciso tomar las armas de la Dogmática, y no quiero por ella parecer sino buen católico dejando lo demás a plumas más remontadas.»

1786 «Este papel será a manera de una Folla, que se compondrá de algunas Cartas, que se me escribieron con diversos asuntos totalmente inconexos entre sí, y que copiaré sin preámbulo, comentario, ni respuesta alguna. […] “De verdad, Señor Censor: no creyera que Vm. fuese tan pobre hombre, ni que supiese tan poco de mundo. ¿Es posible que habiendo ya mas de cuatro años que está Vm. escribiendo en un tono, que no tiene ejemplo entre nosotros, y llevando ya publicados un centenar de papeles en los cuales no ha dejado hueso sano a ninguna clase de gentes, no estén llenos esos Diarios, esas Efemerides, esos Papeles públicos de su nombre de Vm. y de artículos en que se le pinte como al primero de nuestros sabios, azote de la superstición, y Apostol del buen gusto y de la Filosofía en España? Es verdad que en algún otro se ha hecho mención honorífica de su Obra; pero ha sido tan de paso que apenas puede esto tomarse en cuenta, y que no ha impedido que se dijese de ella, que sólo era conocida en Madrid. […] A 2 de abril de 1786. J. A.”» (El Censor, Discurso 103 [4 mayo 1786], págs. 653 y 663.)

1789 «Si yo hubiera hablado de ciertos sujetos haciendo de ellos elogios desmedidos, y pomposos, cuales ellos los han hecho de sí mismos, o bien retratándose en figuras bautizadas con nombres extravagantes, o fingiendo cartas de correspondientes suyos, llamándolos por ejemplo, artífices inteligentes, que muestran las extravagancias y desproporciones, en beneficio del vulgo ignorante; o los primeros de nuestros sabios, azote de la superstición, y Apóstoles del buen gusto, y la filosofía en España; &c. me hubiera libertado tal vez de la rabia con que han tirado a despedazar a cuantos no han hablado de ellos con el mismo tono.» (Juan Sempere y Guarinos, Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III, Imprenta Real, Madrid 1789, tomo quinto, Prólogo, págs. 8-9.)

1812 «Señor: ¡a este estado ha llegado la España!… Por esta patria moribunda que os llamó para salvarla, por veinte y cuatro millones de almas que se han puesto en vuestras manos, por tantas lágrimas, tanta sangre y tantas vidas como se han sacrificado por el español en las aras de su religión y su patria, por esta religión ultrajada, perseguida, que se ha acogido a vuestros brazos, para que la defendáis de los horrores de la filosofía y de la Francia, por esa Constitución misma que acabáis de darnos, por vuestra seguridad misma, la de vuestros hijos y de vuestros nietos, por todos los españoles que han muerto, existen y vivirán, reprimid los escritores… que se observen las leyes de la Imprenta… que no se escriba contra la religión… ¡O padres de la Patria! Para esto os ha dado Dios el poder: con este fin ceñís la espada. Atenas castigó a Diagoras, Melio y Sócrates por haber insultado sus deidades: no pido esto Señor: soy ministro de paz, sé de qué espíritu soy, son mis hermanos… todos somos españoles… Señor: que no triunfe la Filosofía de la España, ya que las armas de un tirano su apóstol no nos han podido subyugar. Señor: en esta esperanza vive el pueblo español. Españoles, ni la Francia ni su filosofía nos dominarán jamás.» (Rafael de Vélez, Preservativo contra la irreligión, o los planes de la filosofía, Imprenta de Repullés, Madrid 1812, págs. 226-227.)

1842 «No encontramos en España una filosofía que pueda llamarse indígena, quiero decir que no existe un cuerpo de doctrinas filosóficas que haya tenido su origen en nuestro suelo, o que cuando menos no se vea preexistir el gérmen de las mismas en otra parte. De las naciones de la antigüedad tan solo la India, el Egipto y la Grecia pueden reclamar ese título.» (Ramón Martí de Eixalá, «Apéndice. De la filosofía en España», Manual de la Historia de la Filosofía. Traducido del manual de filosofía experimental de Mr. Amice, con notas, y aumentado con un apéndice de la filosofía de España y con la parte bibliográfica, Imprenta del Constitucional, Barcelona 1842, pág. 155.)

«…y aumentado con un apéndice de la filosofía en España…»; «…se ha completado con un Apéndice de la historia de la filosofía en España, cuyo trabajo además el primero en su clase abre el camino…» («Manual de la Historia de la Filosofía traducido por Ramón Martí de Eixalá», El Constitucional, Barcelona, 13 mayo 1842.)

«Todavía gime confinado, lleno de años y de amargura, el sacerdote que levantó no una voz de fanático sino un clamor elocuente y persuasivo para preservar a los españoles de las venenosas doctrinas que amenazaban destruir nuestra nacionalidad. Todavía respira, lejos de su amada diócesis y llorando en su retiro los males de su patria, aquel que treinta años atrás exclamaba lleno de celo y ternura, sin aborrecer a nadie, y conociendo profundamente el mal que empezaba a devorar las entrañas de la patria: “Señor ¡a este estado ha llegado la España!… por esta patria moribunda que os llamó para salvarla, por veinte y cuatro millones de almas que se han puesto en vuestras manos, por tantas lágrimas, tanta sangre y tantas vidas como se han sacrificado por el español en las aras de su religión y de su patria, por esta religión ultrajada, perseguida, que se ha acogido a vuestros brazos, para que la defendáis de los horrores de la filosofía y de la Francia, por esa Constitución misma que acabáis de darnos, por vuestra seguridad misma, la de vuestros hijos y de vuestros nietos, por todos los españoles que han muerto, existen y vivirán, reprimid los escritores… que se observen las leyes de imprenta… que no se escriba contra la religión… O padres de la Patria! Para esto os ha dado Dios el poder: con este fin ceñís la espada. Atenas castigó a Diágoras, Melio y Sócrates por haber insultado sus deidades: no pido esto, señor; soy ministro de paz, sé de qué espíritu soy, son mis hermanos… todos somos españoles… Señor! que no triunfe la Filosofía en España, ya que las armas de un tirano su apóstol no nos han podido subyugar. Señor! en esta esperanza vive el pueblo español…”» (Joaquín Roca y Cornet, «Caracteres del sacerdote católico», La Civilización, Revista religiosa, filosófica, política y literaria de Barcelona, Imprenta de A. Brusi, Barcelona 1842, tomo tercero, págs. 477-478.)

1845 «Confesémoslo, por mas que padezca el amor propio nacional. La enseñanza de la filosofía en España se encuentra en vergonzoso atraso, o mas bien, en monstruosa arbitrariedad y anarquía. No consiste el atraso en seguir todavía las doctrinas del Peripato, ni la anarquía en la acción independiente y aislada de profesores que aspiran a lo mejor, y que en esta aspiración se dejan únicamente guiar por sus preferencias y caprichos. El Peripato ha desaparecido, y lo que se enseña en su lugar, ni requiere la intensidad de aplicación necesaria para penetrar en sus doctrinas, ni ejerce como su dialéctica ejercía, la agudeza, la perspicacia y el hábito de analizar con prontitud y de clasificar con método. Y en cuanto a la libre elección de escuelas y libros, concedida a los catedráticos, si pudieramos presentar la lista de los cursos de filosofía que se dan en nuestras universidades, resultaría que, con muy pocas y honoríficas excepciones, no se ha buscado lo mejor, lo más generalmente aprobado, ni aun siquiera lo más nuevo como sucede en otros ramos. Se ha buscado lo más breve, lo más fácil, lo más trivial, lo que necesite menos gastos de memoria y de inteligencia.» (José Joaquín de Mora, «Del estudio de la filosofía como preparación al del derecho», Revista de España, de Indias y del extranjero, Imprenta de M. Rivadeneyra, Madrid 1845, tomo tercero, pág. 80.)

1847 «Aunque colocada a una distancia por desgracia harto considerable de los grandes esfuerzos de la civilización, y de las regiones elevadas de la cultura del pensamiento, la nación española no es enteramente extraña al movimiento intelectual del siglo. Destinada a recibir todos sus bienes y todos sus males de una nación vecina, de cuyo territorio el de la Península puede considerarse como un apéndice, bien o mal, tarde o temprano se reflejan en su suelo las luces que el otro despide, y aunque haya quien desapruebe y mire como señal de servidumbre esta civilizacion copiada, o impuesta por un influjo que parece irresistible, es innegable que sin su auxilio nos hallaríamos ahora envueltos en las tinieblas del siglo XIII, con los juicios de Dios y la tortura, con la inquisicion y la necromancia. La sociedad española está muy léjos de lo que era hace cien años. […] Pero en medio de este movimiento universal que nos arrastra a todos hacia un estado de cosas menos malo que el que ha cabido en suerte a las eras que nos han precedido; en medio de este trastorno que han sufrido los estudios, si no para alcanzar una perfeccion que en nosotros sería prematura, a lo menos para ponernos en el camino que a ella conduce, por una fatalidad que no podemos explicar, hemos dejado atrás, hemos abandonado a su suerte, hemos pasado por alto, con culpable negligencia, aquel ramo de conocimientos humanos que es el fundamento de todos, porque se refiere al hombre, de donde todos ellos nacen, y a cuyo bienestar todos ellos contribuyen: la filosofía. Digámoslo de una vez: la filosofía, como estudio clásico, como parte de la enseñanza que se da en las universidades, como requisito de la educación cientifica, como estudio preparatorio de las carreras doctas, es absolutamente desconocida en España. …tristes vestigios / De la gótica edad… (Meléndez.) En las casas del saber no se enseña filosofía. Se enseña un fárrago que se llama lógica, y otro que se llama filosofía moral, y los jóvenes salen de este curso tan vacíos de ideas como en ellos habían entrado. Del tiempo que gastan en esta insustancial y mezquina tarea, no hay un solo minuto útilmente aprovechado. Algunos de ellos sienten excitada su curiosidad al oir que se trata nada menos que de la suerte del hombre, de su estructura interior, de sus facultades, de las ideas más grandes, y de las cuestiones más vitales que pueden caber en su inteligencia; y estos buscan después por sí solos alimentos dignos de aquella nueva exigencia que se ha despertado en sus almas, unos en Cousin y otros en Hegel, aquellos en Locke y estos en Reed; pero la generalidad de alumnos pasan por la asignatura, como las figuras de la linterna mágica por la pared. Aprenden la definición de la idea, por ejemplo, y del juicio, y creen que aquellas definiciones cuadran tan perfectamente a las cosas definidas, como en el derecho romano las de la usucapion y la acción cuasi-serviana. Se examinan al fin del curso; pasan a la clase inmediata, y la filosofía desapareció para siempre de sus recuerdos y del círculo de objetos a que se aplica su atención.» (José Joaquín de Mora, «Del estudio de la filosofía en España», Revista de España, de Indias y del extranjero, Imprenta de la Publicidad, a cargo de M. Rivadeneyra, Madrid 1847, tomo décimo, págs. 318-349.)

«Si solo hubiéramos de dar lugar en esta reseña a los filósofos españoles autores de alguna doctrina no tomada de ajenos escritos, pronto daríamos fin a la tarea, pues son muy pocos los escritores de nuestra patria que han tratado ex professo de filosofía, y menos aún los que lo han hecho del modo que es preciso para ocupar un lugar en la historia de esta ciencia.» (Victor Arnau Lambea, Compendio de la Historia de la Filosofía, tomo III del Curso completo de Filosofía, para la enseñanza de ampliación, Establecimiento tipográfico de D. F. de P. Mellado, Madrid 1847, «Apéndice. Reseña histórica de la filosofía en España», pág. 337.)

«101 y 102. Reseña histórica de la Filosofía en España.» (Victor Arnau, Programa de Filosofía y su historia [17 de octubre de 1847]. Imprenta de D. Miguel de Benavides, Granada 1847, pág. 11.)

«6º. Describir alguna de las épocas más notables de la historia de la filosofía en España.» [Sevilla 5 de noviembre de 1847] (El Español, Madrid, domingo 14 de noviembre de 1847. «Academia Sevillana de Buenas Letras», El Clamor Público, Madrid, 8 enero 1848.)

1852 «El equilibrio y la proporción, sin embargo, son una ley no menos constante y necesaria en el mundo moral que en el físico. Si la poesía y el drama absorven a la ciencia, es más fácil que el pueblo se embelese en vez de instruirse, cante en vez de trabajar y que la nación se convierta en una cuadrilla de ciegos pulsando la lira o tocando la bandurria por las plazas y las calles. Los españoles, aficionados a este género de diversión, han tenido poetas y trovadores en vez de filósofos y sabios. La historia de la filosofía en España no tiene autor y está inédita, o más bien no escrita todavía…» (José Frexas, El socialismo y la teocracia, o sean Observaciones sobre las principales controversias políticas y filosofico-sociales, dirigidas al Exmo. Sr. D. Juan Donoso Cortés, Marqués de Valdegamas, en refutación de las más notables ideas de sus escritos y de las bases de aquellos sistemas, Imprenta de Narciso Ramírez, Barcelona 1852, pág. XIII.)

1856 Gumersindo Laverde, «De la filosofía en España» (El Diario Español, Madrid, 1º octubre 1856.)

1858 «La otra de las obras de nuestro consocio, es la Traducción de la historia de la filosofía escrita en francés por Amice, adicionada con notas en que se rectifican o aclaran las opiniones del autor, y con un apéndice sobre la historia de la filosofía en España.» (Estanislao Reynals Rabassa, Elogio fúnebre del Dr. D. Ramón Martí de Eixalá, que en la sesión pública celebrada por la Academia de Buenas Letras y la Sociedad Económica de Amigos del País, el 10 de enero de 1858, leyó…, Imprenta Nueva, Barcelona 1858, pág. 12.)

1859 Salustiano O. Alvarado, «Crítica filosófica. Datos y apuntes para el estudio de los progresos de la filosofía moderna en España. Introducción. A don Emilio Castelar.» «Artículo I. El personalismo. Apuntes para una filosofía, por D. Ramón Campoamor.» (Revista de Instrucción Pública, literatura y ciencias, periódico semanal, Madrid, 17 febrero 1859, año IV, nº 20, págs. 312-314; Madrid, 3 marzo 1859, año IV, nº 22, págs. 340-341: en el sumario: «Crítica filosófica. Datos y apuntes para el estudio de los progresos de la filosofía en España».)

1862 «En la sección filosófica existe actualmente cátedra de Historia general de la filosofía, desempeñada en esta corte por el Sr. Sanz del Río; pero falta la de Historia de la filosofía en España, no habiendo obra alguna que la supla, como hay muchas que pueden suplir la falta de aquella, la cual por otra parte, a causa de lo vasto de su asunto y de lo muy poco estudiados que hasta el día han sido los antiguos filósofos españoles, es imposible se ocupe de estos con la vigésima parte de extensión que por su importancia y por ser nuestros exigen. Tanto es así que tendríamos por menos sensible el carecer de la cátedra de Historia general de la filosofía que no de la de Historia de la filosofía en España, porque no puede darse cosa más triste que ver, como hoy vemos, doctores en filosofía que apenas saben nada de los grandes filósofos que en tiempos pasados produjo su patria.» (Gumersindo Laverde Ruiz, «Boletín de Instrucción Pública. El plan de estudios y la historia científica de España», Revista ibérica de ciencias, política, literatura, artes e instrucción pública, Madrid, 15 junio 1862, tomo III, nº 5, pág. 408-409.)

1866 «De buen grado trazaríamos un cuadro del estado actual de la filosofía en España, clasificando escuelas, indicando su origen y marcando sus mutuos enlaces y sus lógicas consecuencias; pero esta tarea exigiría mayor espacio del que podemos disponer en la actualidad; habremos, pues, de limitarnos a diseñar un ligero bosquejo, procurando, sin embargo, conservar la unidad interior que debe regir toda obra humana, para que pueda ser algún tanto provechosa, según el fin más o menos alto que en ella nos propongamos.» (Luis Vidart Schuch, «Segundo estudio. Breves indicaciones sobre el estado actual de la filosofía en España», en La filosofía española, indicaciones bibliográficas, Imprenta Europea, Madrid 1866, pág. 130.)

1867 «He tenido el propósito de escribir y publicar en La Epoca una serie de artículos sobre la filosofía en España, donde hablaría extensamente de todas nuestras ideas, del libro de Vidart y del plan de Azcárate. Esto no puede decirse que ha quedado solo en proyecto, pero ha sido más vergonzoso. He escrito dos cuartillas y se acabó. Me alegro de saber que llegan a término los Ensayos de Vd.» (carta de Juan Valera a Gumersindo Laverde, 18 de junio de 1867, edición de María Brey, EVL-83.)

1873 «No trato de escribir la historia de la filosofía en España, sino sólo de consignar algunas obser vaciones sobre los hombres más notables que la han cultivado: aquélla sería una empresa de las que requieren muchos años, largos estudios y una colección de libros muy difícil de adquirir, por lo peregrinos que se han hecho en nuestra patria: el propósito de trazar un bosquejo de los prin cipales filósofos españoles cabe en los límites de mi posibilidad, y sobre todo, de mi confianza.» (Adolfo de Castro, Obras escogidas de filósofos, Biblioteca de Autores Españoles, M. Rivadeneyra, Madrid 1873, pág. V.)

1879 «§114. La filosofía en España durante el siglo actual.» (Zeferino González, Historia de la Filosofía, Policarpo López, Madrid 1879, tomo III, pág. 487.)

1880 «Retirado de la vida pública mediante la dimisión del cargo de Gobernador que hice a mediados de 1863, y persistiendo en mi idea de contribuir al sólido arraigo de la filosofía en España, me consagré a la traducción de las obras de Platón, en once tomos, las de Aristóteles en diez, y las de Leibnitz, en cinco, que están publicadas, y no traduje las de Descartes y Kant, como lo había anunciado en mi prospecto, porque dos personas muy competentes se adelantaron anunciando su publicación, con cuyo motivo suprimí mis trabajos. Además tengo traducidas las de Bacon, en cuatro tomos, pero no están publicadas.» (Patricio de Azcárate, «La filosofía y la civilización moderna en España», Revista de España, Madrid, febrero 1880, nº 287, pág. 320.)

1882 «La filosofía en España era en rigor planta exótica; puede decirse que la trajo consigo de Alemania el ilustre Sanz del Río. Querer unir a la tradición de nuestra antigua sabiduría los trabajos casi insignificantes de los pensadores católicos y escolásticos de nuestro siglo es una pretensión absurda, aunque la apadrinen eruditos. La filosofía del siglo, la única que podía ser algo más que una momia, un ser vivo, entró en España con la influencia de las escuelas idealistas importada por el filósofo citado.» (Leopoldo Alas, «El libre exámen y nuestra literatura presente», Solos de Clarín, con un prólogo de Don José Echegaray, Alfredo de Carlos Hierro, Madrid 1882, págs. 54-55.)

1890 «Finalmente, agotadas las generalidades, la cuestión dio un gran paso el día en que un curioso bibliófilo, demasiado ingenioso como para ser un bibliógrafo diligente, el Sr. Adolfo de Castro, ya que hay que nombrarle, publicó en la confusa Biblioteca de autores españoles del editor Rivadeneyra un espeso volumen consagrado a los filósofos nacionales, cuya selección demuestra cómo el compilador de esta extraña colección atribuye un sentido muy elástico a la palabra filósofo. En cuanto al discurso preliminar, no solamente no encontramos sombra alguna de espíritu filosófico, sino que se constata una incapacidad absoluta para filosofar. Con todas sus mistificaciones y paradojas literarias, este autor demasiado fecundo no es más que una especie de abate Trublet: sus palinodias no anuncian un gran talento. Tras jugar a ser un espíritu sólido, vuelve a zambullirse en la pila bendita, con un ímpetu que desde luego no corresponde a la filosofía. Su detestable selección de filósofos españoles, un verdadero fárrago, sirvió al menos para poner en circulación la idea de una filosofía española fuera de las escuelas. No hay mal que por bien no venga, dice sabiamente el proverbio. Puesto que España ha producido filósofos, tiene por lo tanto filosofía. ¿Existe algo más claro, más incuestionable que este entimema, como se decía en la escuela? La filosofía en España; hubiese sido algo demasiado razonable, demasiado modesto. La filosofía española: enhorabuena. He aquí un motivo para luchar contra otras naciones que tienen o creen tener una filosofía, escuelas filosóficas y no solamente filósofos. Como si la cosa fuese indispensable, incluso para una potencia de primer orden. Rusia, pese a su nihilismo, no hace alarde de tales pretensiones. Es cierto que los pueblos jóvenes no filosofan mucho.» (José Miguel Guardia Bagur, «La Historia de la filosofía en España», Revue Philosophique de la France et de l'Etranger, París, mayo 1890, tomo 29, págs. 471-490, traducción de José Andrés Fernández Leost.)

«Los boticarios ¿pueden ser filósofos? Indudablemente. Lo era Mr. Hornais, el famoso farmacéutico de Madame Bobary, lo es, a su manera, el doctor Garrido y lo es Fabié, ese hegeliano de la extrema derecha de Martínez Campos. […] Fabié, que no sabe alemán, tampoco sabe español, de modo que es un apóstol del hegelianismo que está muy lejos de tener el don de lenguas. La Introducción que Fabié osó poner delante de la Introducción de Hegel es la pieza filosófica más disparatada y divertida que se ha visto. […] ¡Fabié en la Academia por filósofo! Y todavía hablarán de los manes de Vives y Lulio y Foxo Morcillo y doña Oliva… la filosofía en España consiste en llegar a ministro, ya sea calumniando a Hegel o parodiando a Santo Tomás.» (Clarín [Leopoldo Alas], «Palique», Madrid Cómico, 1º noviembre 1890, nº 402, pág. 3; en Palique, Victoriano Suárez, Madrid 1893, pág. 334.)

1893 «Sería quizás el momento de señalar aquí una tentativa de restauración del eclecticismo en España, a propósito de este derroche de erudición fácil y elocuencia académica de un hombre sin convicción, si nos fuese posible creer que los aficionados de la filosofía en España son capaces de humillarse hasta acoger una doctrina de desecho. Más valdría no filosofar para nada antes que llegar a ese extremo. Pero no hay que temer que este amor repentino hacia la filosofía llegue hasta una confesión pública de impotencia. Con sus platónicos y sus precursores de Descartes y Kant, a España no le hace falta sino recordar y querer, para entrar de pleno derecho en el concierto filosófico de la Europa contemporánea.» «Lo que quiere este ecléctico que ha llegado tarde es, más que soldar la brecha entre el criticismo antiguo y el criticismo moderno, hacerse órgano de la patria en el momento en el que se renuevan los procesos del método experimental, vincular su nombre a la historia de la filosofía en España, mostrando que el genio español tiende invariablemente a la unidad y a la armonía, tesis picante bajo la pluma del autor que ha pasado revista, bastante incompletamente a decir verdad, a los heterodoxos españoles, en tres grandes volúmenes.» (José Miguel Guardia Bagur, «La miseria filosófica en España», Revue Philosophique de la France et de l'Etranger, París, septiembre 1893, tomo 36, págs. 287-293, traducción de José Andrés Fernández Leost.)

1900 José España Lledó, «La enseñanza oficial de la filosofía en España», Revista Contemporánea, Madrid, 15 agosto 1900, nº 593, págs. 308-316; nº 594, págs. 415-423 y nº 596, págs. 561-571; y La enseñanza oficial de la filosofía en España desde el año de 1857. Estudio histórico-crítico, Librería de Hernando y Compañía, Madrid 1900, 28 págs.

1908 «El Sr. Bonilla […] ni siquiera se ha cuidado de señalar los caracteres que distinguen a cada uno de los períodos […] no ha querido darnos la clave de esa división, y si alguna vez la apunta lo hace en términos de extremada vaguedad. Véase, por ejemplo, cómo describe el estado de la filosofía en España al aparecer el cristianismo…» (Alberto Gómez Izquierdo, «Historia de la Filosofía española», Cultura Española, Madrid, mayo 1908, nº 10, pág. 595.)

1912 Eloy Luis André, «El porvenir de la filosofía científica en España e Hispano-América», Nuestro Tiempo, Madrid, marzo 1912, nº 159, págs. 309-328.

1915 Anselmo Herranz Establés, «La filosofía en España durante el siglo XIX», capítulo XX del Compendio de Historia de la Filosofía, 2ª edición, Luis Gili, Barcelona 1915, págs. 323-345 (en filosofia.org/aut/002/ahchf420.htm se ofrece ese capítulo a dos columnas, comparado con la versión de la 4ª edición, Barcelona 1933, págs. 305-326). Distingue el autor «la filosofía en España hasta el año 35: Sensualismo» y «la filosofía en España desde el 35 hasta la restauración escolástica».

1929 Mario Méndez Bejarano, Historia de la filosofía en España, hasta el siglo XX. Ensayo, Renacimiento, Madrid [1929], XVI+563 págs. Índice: Prólogo. Capítulo primero: Tiempos primitivos. Capítulo II: Época pagana. Capítulo III: Época cristiano-romana. Capítulo IV: Ojeada general sobre la filosofía en la Edad Media. Capítulo V: Época visigótica. Capítulo VI: Acción de los musulmanes en la cultura española. Capítulo VII: Los Muzárabes. Capítulo VIII: Filosofía hispano-hebraica. Capítulo IX: Influencia oriental. Capítulo X: Estados cristianos del norte hasta el siglo XIV. Capítulo XI: Cataluña en la Edad Media. Capítulo XII: Idea general del Renacimiento. Capítulo XIII: El Renacimiento en España. Capítulo XIV: El Siglo de Oro (§ I: Momento crítico que denota el siglo XVI, § II: Aristotélicos, § III: Escolásticos moderados, § IV: Los platónicos, § V: El misticismo y los místicos, § VI: Los ascéticos, § VII: El protestantismo, § VIII: Los antiaristotélicos, § IX: Los naturalistas, § X: Los eclécticos, § XI: Conatos de armonismo, § XII: La escolástica aplicada). Capítulo XV: Aetas Argentea (§ I: El siglo XVII. Felipe II acentúa la decadencia, § II: Los escolásticos, § III: Escolásticos independientes y eclécticos, § IV: Ascéticos, § V: Degeneración de la Mística, § VI: Sensualismo y naturalismo, § VII: Escuela crítica). Capítulo XVI: El siglo XVIII (§ I: Degeneración de la filosofía, § II: Escuela llamada crítica, § III: Los sensualistas, § IV: Los escolásticos, § V: Extinción de la Mística, § VI: Los eclécticos, § VII: Filósofos prácticos). Capítulo XVII: El siglo de las luces (§ I: Carácter extranjero de la cultura española en el siglo XIX, § II: Escuela teológica y tradicionalista, § III: Escolásticos rígidos, § IV: Escolásticos moderados, § V: La escuela escocesa, § VI: El kantismo, § VII: El hegelianismo, § VIII: Los eclécticos, § IX: Los Krausistas, § X: Escuelas materialistas, § XI: El positivismo, § XII: Los críticos, § XIII: Independientes, § XIV: El espiritismo, § XV: La teosofía). Capítulo XVIII: Conclusión.

«El siglo XIX y la filosofía en España. […] En el terreno filosófico, la España actual no es la España del siglo XIX, pobre y desmedrada, como en el orden político. Mi hábito, mi educación, mi ideología, me separan, me alejan, a una distancia inmensa del materialismo y del positivismo. Siento aversión, repugnancia por esos sistemas que no saben estudiar al hombre sin negarle, sin arrebatarle lo que tiene de más noble y elevado. […] La España del siglo XIX no tenía la tranquilidad material, ni la prosperidad económica que facilitan la especulación serena y filosófica. Las continuas guerras, las luchas políticas robaban nuestros mejores ingenios. Sus escritos revelan las inquietudes materiales de su tiempo. Los pocos que pasarán con el nombre de filósofos, pagaron tributo a las exigencias de la lucha y del medio ambiente. El siglo XX señala una era de paz, al menos relativa.» (P. Venancio D. Carro, O. P., «Filosofía y filósofos españoles (1900 a 1928)», Revista de las Españas, Madrid, marzo-abril 1929, nº 31-32, págs. 95-96.)

1931 Bruno Ibeas, «La filosofía en España», Revista de las Españas, Madrid, septiembre-octubre 1931, nº 61-62, págs. 433-436: «Pero ¿hay filosofía española? La pregunta no está fuera de lugar, como, acaso, pueda, juzgar alguno. Escritores indígenas y extraños han puesto más de una vez en duda, si es que no la han negado abiertamente, la existencia en nuestro país de un pensamiento definido o de una vida mental característica y difusible. Por lo visto, cabe concebir un pueblo que, amén de culto, sea concausante con otros de la cultura universal y se encuentre sin la copia de ideas o principios que sirven de sostén y acicate al dinamismo mental y voluntario creador y propagador de la cultura.»

1952 «El señor Montero Díaz, luego de agradecer las deferencias que con él ha tenido y tiene nuestra Universidad, comenzó por hacer un estudio en síntesis de la filosofía en España durante el pasado siglo, pronunciándose contra el tópico que niega su importancia en el movimiento filosófico mundial; y si bien no haya ido en cabeza el movimiento filosófico español, conviene estudiarlo monográficamente para valorizarlo con justeza, porque España vivía profundamente las tradiciones escolásticas y, si con resistencia al enciclopedismo, no estuvo ausente de las inquietudes ni le faltaron ilustres representantes de las escuelas extranjeras. Si no ha sido gigantesco, sí ha sido pulcro, honrado, sensible, renovable y polémico, como lo demuestra con nombres, y así en movimiento ascensional, entró en el siglo XX el pensamiento filosófico en España.» («El catedrático señor Montero Díaz, inauguró ayer en la Universidad el curso de conferencias dedicado a estudiar a Clarín», La Nueva España, Oviedo, martes 18 de noviembre de 1952.)

1953 Manuel Mindán Manero, «Existencia y carácter de la filosofía en España» (Actes du XI Congrès International de Philosophie, 1953, págs. 153-157. En Crisis, Madrid 1954, nº 1, págs. 153-158.)

1956 «Aquí nuestro filósofo parece querer explayarse y aprovechamos la ocasión para preguntarle:
—¿Puede decirnos algo sobre la filosofía actual española?
No le ha gustado mucho la pregunta a Millán que huye de los ruidos y de los personalismos. Lo notamos en su rostro.
—El desarrollo de la filosofía en España, contesta, gravita sobre un gran vacío. En España se ha roto la tradición filosófica. Al intentar hacerse en nuestra patria una nueva filosofía, casi siempre se ha hecho desde fuera. Es decir, bajo las presiones del positivismo culturalista.
—¿Cuáles son para usted los últimos eslabones de la tradición filosófica española?
—Yo los veo en dos grandes figuras desigualmente desconocidas. Juan de Santo Tomás y Francisco Araujo, un dominico de la escolástica tardía de nuestro siglo de oro. Es una lástima que no haya encontrado aún a su Maritain que lo divulgue.
Pero el interlocutor es demasiado curioso, personalista y demasiado actual y vuelve a las andadas:
—Háblenos de algunas figuras de la filosofía española actual.
—Yo destaco al Padre Ramírez, por supuesto, más conocido fuera que dentro, de España.
—¿Qué obra prefiere usted entre las suyas?
De hominis beatitudine.
Y aquí termina nuestra visita. Hay algo seráfico en la mente de nuestro filósofo. También por la filosofía se va a la beatitud.» («La figura intelectual de Antonio Millán Puelles», Punta Europa, Madrid, enero 1956, nº 1, págs. 140-141.)

1963 «Estado de la filosofía en España»: I Convivencia española de filósofos jóvenes, Colegio Mayor universitario “Antonio de Nebrija”, Madrid, 8 y 9 de abril de 1963.

«Y entre una y otra reunión, en el Colegio Mayor Universitario “Antonio de Nebrija” se han reunido más de medio centenar de profesores en la llamada “I Convivencia Española de Filósofos Jóvenes”. Esta reunión ha nacido de las inquietudes de un grupo de posgraduados que trabajan en uno de los Seminarios de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid y en lo cual buena parte ha tenido el catedrático de Metafísica, doctor don Angel González Alvarez, ahora director general de Enseñanza Media. Sergio Rábade Romeo, catedrático de Metafísica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valencia y actualmente agregado a la Universidad de Madrid, en la cátedra que por excedencia forzosa ha dejado momentáneamente el doctor González Alvarez, ha sido el mentor de esta convivencia. El motivo fundamental ha sido tomar el pulso a las actividades filosóficas en España y poner en contacto a los grupos de filósofos y a cuantos, de una forma tanto particular como dispersa trabajan en este campo en España. Comenzamos el diálogo cuando acaba de clausurarse la I Convivencia. Sergio Rábade no se muestra muy optimista.
—El balance que hemos hecho a la situación de la filosofía en España no es muy favorable.
—¿Y a qué se debe?
—A la falta de profundidad en las tareas. Esto es casi una tradición que arranca del siglo XIX. De ahí que haya que ser más radicales.
—¿No se deberá también a la falta de medios económicos en la dotación de cátedras y Seminarios?
—Indudablemente; pero eso no es todo.
Hablamos de la situación de los estudios filosóficos en la Enseñanza Media.
—El descrédito de la filosofía en el Bachillerato es fatal. La causa está en entender la filosofía como una pura asignatura más y no con la dimensión humana que tiene en sí. Hay que actualizar esta misma humanización, el vocabulario. Gran culpa de todo esto reside en los textos que son muy malos y a los que se acogen los profesores como a las tablas de la ley, especialmente en la mayoría de los Colegios privados, donde el profesor no está licenciado, o si lo está es en ramas que nada tienen que ver con la filosofía.» («La directriz del pensamiento filosófico docente español es tradicional», Arriba, Madrid, jueves 11 de abril de 1963.)

«Aún más esperanzador es la Convivencia Española de Filósofos Jóvenes –los asistentes eran todos posgraduados recién salidos de la Facultad, profesores y catedráticos de Institutos Nacionales de Enseñanza Media y de Facultades Universitarias con pocos años de ejercicio– por lo que respecta a la problemática de la situación de la filosofía en España. Pero unos y otros, estudiantes y profesores, todos jóvenes, sienten la necesidad de dar a la Filosofía la importancia que tiene en esta hora de tecnicismo.» («En torno a la Filosofía», Arriba, Madrid, martes 16 de abril de 1963.)

1970 [encuesta de Salamanca] «4. ¿Cuál es la función de la filosofía dentro del contexto actual de la cultura española? 5. ¿Qué corriente o corrientes de pensamiento tienen de hecho más vigencia en España? 6. ¿Qué círculos o grupos en el terreno del pensamiento filosófico conoce usted en España? 7. El desarrollo de la filosofía en España ¿se adecúa al nivel alcanzado por las ciencias humanas o naturales en la misma?» (Antonio Márquez, «Polémica: La filosofía española contemporánea. Una encuesta sobre la actual filosofía española», Madrid, diario de la noche, 20 mayo 1970.)

1996 Gustavo Bueno, «La filosofía en España en un tiempo de silencio», El Basilisco, Oviedo 1996, nº 20, págs. 55-72.

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