“Fundamentalismo”
«Fundamentalismo, como es sabido, es el término que acuñaron en Estados Unidos los hermanos Milton y Lyman Stewart (dos abogados californianos enriquecidos con los negocios petrolíferos), que en los años 1910-1920 financiaron los dos volúmenes de una obra titulada The Fundamentals: A Testimony to the Truth, en la que colaboraron casi cien autores (obispos episcopalianos, presbiterianos, metodistas, evangelistas…), y que influyeron directamente en los fundadores de dos organizaciones de traductores de la Biblia a más de mil cien idiomas: los Traductores Wycliffe (Instituto Lingüístico de Verano) y la Misión Nuevas Tribus. Se trataba de una reacción contra la teología liberal protestante (que culminaría en la Alemania de los años cuarenta con el movimiento 'desmitificación de la Biblia', centrado en torno a Bultmann) paralela a la reacción católica neoescolástica (la Pascendi de Pío X contra el modernismo).» (Gustavo Bueno, Panfleto contra la democracia realmente existente, La esfera de los libros, Madrid 2004, págs. 35-36.)
Diez años después de iniciado el proyecto The Fundamentals: A Testimony to the Truth (obra publicada inicialmente, entre 1910 y 1915, en la forma de doce opúsculos, de los que se difundieron gratuitamente más de tres millones de ejemplares), y en el fragor de tan entretenidas disputas ideológico teológico protestantes, parece ser que el termino fundamentalism, que en pocos meses alcanzó gran fortuna, se utilizó por vez primera en julio de 1920, como autodefinición de quienes estaban dispuestos a darlo todo por la verdad que aseguraban estaba recogida en The Fundamentals (por supuesto, no es ajena a tal activismo cristiano la expansión victoriosa en el terreno político de fórmulas teocráticas como God Bless America –la canción correspondiente es de 1918– o In God We Trust que, con la ayuda también de la Guerra Fría, se convirtió oficialmente en lema nacional norteamericano en 1956, presente desde entonces en todos los billetes y monedas de esa Nación).
El término fundamentalismo se incorpora a la lengua española mediados los años veinte del siglo XX. Décadas después se irán distinguiendo o comenzarán a ser definidos en español fundamentalismos específicos, en la forma de rótulos como «fundamentalismo científico» (1951), «fundamentalismo teológico» (1968), «fundamentalismo religioso» (1970), «fundamentalismo islámico» (1972), «fundamentalismo pictórico» (1973), «fundamentalismo bíblico» (1978), «fundamentalismo catalanista» (1979), «fundamentalismo musulmán» (1979), «fundamentalismo bizcaitarra» (1980), «fundamentalismo derechista» (1980), «fundamentalismo jacobino» (1980), «fundamentalismo marxista-leninista» (1981), «fundamentalismo kantiano» (1981), «fundamentalismo democrático» (1985), &c.
1911 «El actual ministro de Fomento así lo entiende, y su proyecto de mejorar las carreteras, se inspira en el deseo de facilitar el crecimiento del automovilismo. Bueno es que el ejemplo venga de arriba para que en nuestro país donde sólo la política personal preocupa a los que aspiran a dirigir nuestros destinos, impere una vez el sentido práctico, dando paso a las ideas que no pueden parecer sospechosas porque van encaminadas a un bien común y fundamentalismo.» [suponemos que es errata, por fundamentalísimo.] (M. M. de Cambra, Secretario del R. A. C. de Cataluña, «Automovilismo. Lo que significa para España el automovilismo», La Vanguardia, Barcelona, 20 de marzo de 1911, pág. 7, «Hoja deportiva».)
1926 «Los ortodoxos asustadizos pueden irse con su fundamentalismo a otra parte» (Antonio Espina, «De crisis pintoresca», El Sol, Madrid, jueves 22 de julio de 1926, pág. 1.)
1927 «La controversia sobre el Fundamentalismo ha mostrado que áreas extensas de los Estados Unidos se hallan mentalmente con veinte años de atraso respecto a la Europa occidental» (H. G. Wells, «Como marcha el mundo», El Sol, Madrid, sábado 14 de mayo de 1927, pág. 8.)
1929 «Soy contrario a todo lo que pretende impedir la marcha del progreso. Gran parte de las dificultades que se encuentran, provienen de los que quieren mantener el progreso del mundo a la velocidad de ocho millas por hora, mientras otros piensan que la velocidad adecuada es la de 30 millas. Fundamentalismo y modernismo, son dos elementos que libran batalla continuamente, y siempre es la velocidad el arma que determina la victoria. La mayor parte de las antiguas costumbres, no son ya lo suficiente rápidas para nuestro tiempo. Las costumbres tienen que cambiar al cambiar la gente. Las edades anteriores eran grises, porque se iba despacio. Douglas dice que la misma teoría puede aplicarse a los negocios y a los hombres de negocios y esto es lo que explica las quiebras y las suspensiones de pagos.» («Vida cinematográfica. Cosas del cine. Douglas [Fairbanks] y la velocidad», La Vanguardia, Barcelona, jueves 11 julio 1929, pág. 16.)
«"Soy contrario a todo lo que pretende impedir la marcha del progreso. Gran parte de las dificultades que se encuentran provienen de los que quieren mantener el progreso del Mundo a la velocidad de ocho millas por hora, mientras otros piensan que la velocidad adecuada es la de treinta millas. Fundamentalismo y modernismo son dos elementos que libran batalla continuamente, y siempre es la velocidad el arma que determina la victoria. La mayor parte de las antiguas costumbres no son ya lo suficientemente rápidas para nuestro tiempo. Las costumbres tienen que cambiar al cambiar la gente. Las edades anteriores eran grises porque se iba despacio." Douglas dice que la misma teoría puede aplicarse a los negocios y a los hombres de negocios, y esto es lo que explica las quiebras y las suspensiones de pagos.» («El arte cinematográfico. Dicen los artistas. Douglas [Fairbanks] habla del dinamismo», La Libertad, Madrid, sábado 19 de octubre de 1929, pág. 6.)
1931 «La lucha por la existencia, el instinto de conservación, el triunfo, en la vida, de los más fuertes sobre los más débiles, están en la naturaleza. Y si, como reflejo y reducidos a su relación con las cosas, pueden despojar a la naturaleza de moral espontánea e inconsciente, en su fundamentalismo, en su base, son también morales, por cuanto aseguran la evolución, la perpetuación de las especies y la selección natural.» (Federica Montseny, «Lecturas» [reseña de Georg Fr. Nicolai, El mundo físico y moral en su concepción científica: un ensayo biológico-social, Buenos Aires 1931), La Revista Blanca, Barcelona, 15 de noviembre de 1931, año IX, nº 204, págs. 380-381.)
1951 «Esta descripción del materialismo científico está en oposición directa al fundamentalismo científico.» (Charles West Churchman, «Teoría materialista de la medición», en Filosofía del futuro. Exploración en el campo del materialismo moderno, Compañía General de Ediciones, México 1951, pág. 534.)
1962 «Este movimiento pasó a Francia, por los teólogos, y hay un famoso teólogo francés, el Padre Loisy, Alfred Loisy, el Abate Loisy, que fue también excomulgado, y de ahí pasó a los Estados Unidos. En los Estados Unidos dio lugar a otro movimiento paralelo y contrario llamado el Fundamentalismo, que sostenía los dogmas por encima de todo.» «En los Estados Unidos entra también el modernismo teológico, y hay, se funda, otra escuela, otra doctrina, llamada el fundamentalismo, contra el modernismo. De modo que en los Estados Unidos la cosa toma más amplitud. No solamente hay un modernismo, sino que hay un contra-modernismo que se llama el fundamentalismo, que quiere los dogmas, los dogmas, prescindiendo de la ciencia moderna. Ese movimiento se desarrolló en Tennessee; hubo un grupo famoso de fundamentalistas de Tennessee, teólogos.» (Juan Ramón Jiménez, El modernismo. Notas de un curso (1953), Aguilar, México 1962, págs. 223, 251-252.)
1963 «Fundamentalismo. En sentido estricto, y dentro de la teología protestante, cabe definir el fundamentalismo como corriente de opinión surgida en Norteamérica de las conferencias bíblicas durante la segunda mitad del siglo XIX… […] Teológicamente, el fundamentalismo tiene como base una interpretación escriturística que apoyada en la inspiración verbal, admite el texto de la Escritura como expresión inmediata y absolutamente infalible de la revelación divina.» (Enciclopedia de la Biblia, Ediciones Garriga, Barcelona 1963, tomo 3, pág. 629-632.)
1965 «—¿Qué es lo que les ha hecho coincidir a ustedes?, preguntó el periodista a lo que Beitz contestó que el "mutuo interés comercial, en comerciar todo el mundo tiene el mismo interés, y comerciando se benefician unos y otros, como proviene el hecho de que nosotros le damos a los polacos aquello de lo que disponemos y ellos a nosotros aquello de lo que ellos disponen. Nosotros el know how y el Management (Beitz usó en los dos casos la expresión inglesa), los polacos la mano de obra y el espacio". Su sencillez y su fundamentalismo no le quita en los ojos de los alemanes significación e importancia a los argumentos de Beitz, sino que al revés, se la añade y les hace preguntarse cada vez más acuciantemente como le es tan fácil a la economía conseguir resultados, al parecer tan difíciles para la política.» (Augusto Assía, «Bonn: los éxitos de la economía alemana en el extranjero y los fracasos de su política internacional», La Vanguardia Española, Barcelona, domingo 14 de febrero de 1965, pág. 17.)
1968 «La consecuencia política de todo ello en el pensamiento de Hooker se desprende por sí misma: manteniendo esa figura sacral de la realeza construye las compensaciones sociales del Poder mismo y abre la vía doctrinal de constitucionalización y de constante limitación de un poder que el fundamentalismo teológico tradicional hacía intangible e incluso "solutus legibus". En 1613, Francisco Suárez, en su Defensio fidei, tomará en ciertos aspectos una vía similar contra la versión jacobita de la integración religiosa inglesa.» (Jesús Fueyo Álvarez, «La teología política del Estado-Nación y el anglicalismo político», Revista de Estudios Políticos, Madrid, enero-febrero 1968, nº 157, pág. 25.)
1970 «La conciencia social de los años veinte. John Dos Passos no estuvo ausente de ese drama interno. Su gran categoría personal responde a la conciencia social de los años 20. No se le entendería si no se entendiera también el ambiente asfixiante de la provincia nacional, las raíces del puritanismo devastador, el fundamentalismo religioso que dominaba grandes partes del país, sumiéndole en atmósfera irrespirable. John Dos Passos, como tantos otros de la época, los mejores novelistas sin duda de todas las generaciones, se encontraron, en los años veinte con las Administraciones Harding, Coolidge y, al fin, Hoover, que mimaron la mediocridad nacional, en la euforia de una existencia materialista, en donde el dólar rápido era altar de los deseos en el que se sacrificaba.» (A. Z., «John Dos Passos falleció ayer a los 74 años. Era uno de los mejores novelistas norteamericanos de todas las épocas», La Vanguardia Española, Barcelona, martes 29 de septiembre de 1970, pág. 10.)
1971 «En fin, puesto que hoy quería moverme muy especialmente entre España y América –o entre Sans Vila-Jesús Aguirre y F. Sontag-hermanos Berrigan– permítaseme terminar con las declaraciones de Daniel –el que está desde el principio en la cárcel– tal como las ha hecho en un artículo conversación con Robert Coles, que acaba de aparecer. Tras declararse inquebrantablemente católico continúa: "Pero me parece que la identidad católico-romana en cuanto tal ha dejado de ser importante frente a los nuevos tiempos y sus problemas reales. Mi hermano y yo ya hemos perdido todo interés en lo que podrían llamarse cuestiones internas de la comunidad católica, ya sean la de las escuelas parroquiales, la de la limitación de la natalidad o la del celibato sacerdotal. Nosotros dirigimos nuestra atención a los problemas de una comunidad que va con retraso y que todavía no ha respondido a la invitación de Cristo para que todos los hombres, conservando sus diferencias, se unan a El y sean en El. Lo que a mi hermano Phil y a mí nos importa es una especie de crudo fundamentalismo (adviértase lo significativo en la elección de esta palabra, la más desacreditada entre los americanos partidarios del aggiornamento) referido a la postura de la Iglesia frente al género humano…".» (José Luis L. Aranguren, «Entre España y América. "Crisis de vocaciones"», La Vanguardia Española, Barcelona, viernes 9 de abril de 1971, pág. 9.)
1972 «La situación de cara el futuro es muy cambiante y enigmática. En los países árabes colonizados, la etapa del siglo XIX hasta la última guerra mundial consistió en mantener grupos autóctonos dentro de un sistema feudal y un capitalismo retardado en la lucha ante las potencias colonizadoras. Las minorías se aliaban con los ocupantes para mantener sus privilegios feudales. En cada país había que encontrar a los mandarines y, si no, inventarlos, como escribió Lyautey. Después nos encontramos ante lo que Anouar Abdel-Malek llama "proceso nacionalitario" con una reforma religiosa a la búsqueda del fundamentalismo islámico y un retorno a las fuentes religiosas ya depuradas, a la usanza quizás de lo que hace El Kahdaffi, tan nacionalista como anticomunista. El neomodernismo árabe tiende a crear una sociedad semejante a la europea a través de "jóvenes turcos", oficiales libres, hermanos musulmanes, juntas de coroneles y otras formaciones influidas por los intelectuales, la burguesía, el nacionalismo y hasta algunos socialistas. Es este terreno socio-religioso un terreno en plena mutación y permanente agitación.» (Roberto de Arenzaga, «El trono alauita, única posibilidad de mantener la unidad marroquí», ABC, Sevilla, domingo 3 de septiembre de 1972, pág. 11.)
1973 «"En primer término –dice Lafuente Ferrari–, frente a los decadentes, a los refinados o exquisitos, Aguiar parece aspirar siempre a un fundamentalismo pictórico que puede estar a dos pasos de la bacanal como de la imprecación profética".» (A. M. Campoy, «Crítica de exposiciones. El maestro José Aguiar», ABC, Madrid, sábado 14 de abril de 1973, pág. 64.)
«"La negritud se halla en pie". Claro está, esta nueva teología de liberación tiene evidentemente sus límites y no hay que callarlos, ya que peligra caer en un fundamentalismo ingenuo estableciendo relaciones demasiado inmediatas entre la experiencia bíblica y la experiencia negra en los Estados Unidos. La ideología religiosa adopta a menudo el lugar del análisis político, debido a que no ha meditado suficientemente la necesaria mediación política en toda voluntad social. Olvida fácilmente la palabra revolucionaria del Evangelio que habla del amor hacia los enemigos. Por último, aparece bajo un color de mesianismo familiar en todos los movimientos religiosos americanos.» (Bruno Chenu, «¿Es Dios blanco o negro? Una respuesta: la "teología negra". En Estados Unidos se presta creciente atención a las manifestaciones cristianas de una minoría que camina decididamente hacia su liberación», La Vanguardia Española, Barcelona, jueves 19 de abril de 1973, pág. 43.)
1975 «Para el Fundamentalismo de ciertos Estados del Sur, en los años veinte, la teoría de la Evolución era anatema. Marcó uno de los procesos más grotescos que se recuerdan. En el pueblo de Dayton, Tennessee, John Scopes enseñaba ciencia y también un poco de "football". En el cinturón de la Biblia de esos Estados, cristianos que irían a pagar la herencia del Antiguo Testamento, estaba prohibida la enseñanza de la Evolución, considerándola acto criminal. La estupidez humana es infinita. Expresamente, para originar un conflicto, Scopes planteó el tema en la escuela. Se estableció contra él un proceso legal. Ha pasado a la historia con el título más ridículo: el proceso del mono. El chiste de aquella hora era decir que si el hombre descendía del mono, el mono descendía del árbol. La gente se quitaba el peso de encima de pensar en serio. Cierto es también que muchos seres humanos nos hacen creer, al verlos, que tal vez Darwin tuviera razón.» (A. Z., «U.S.A. Gente de Teatro», La Vanguardia Española, Barcelona, jueves 20 de marzo de 1975, pág. 24.)
1977 «Las Iglesias Bautistas son probablemente las más numerosas junto con la Iglesia Evangélica y están desglosadas en tres ramas distintas. Son Iglesias que se caracterizan por su fundamentalismo, ateniéndose exclusivamente a lo que dice la Biblia.» (Carmen de Alvear, «Pluralidad religiosa en la España de hoy. El ecumenismo, una fruta que madura», Blanco y Negro, Madrid, 26 de enero de 1977, pág. 25.)
«La reciente declaración de los obispos sobre la Constitución ha dado a este tema una actualidad inesperada, como puso de relieve don Antonio Matabosch, delegado de pastoral universitaria. A estas conferencias, y a las que la pasada semana pronunció don José M. González Ruiz sobre "Lectura de la Biblia: del fundamentalismo a la lectura crítica", han asistido por término medio unos cien universitarios.» (Religión, J. P. Q., «Evitar las situaciones de privilegio y la privatización de la fe», La Vanguardia, Barcelona, viernes 2 de diciembre de 1977, pág. 46.)
1978 «El elitismo y el fundamentalismo. 6. Es de esperar que todo movimiento nuevo tiene que hacer frente a dificultades e implica una mezcla de elementos positivos y negativos. Un informe precedente de esta Comisión ha señalado ciertos peligros que continúan existiendo aquí y allí, y que no pueden ser pasados por alto si se quiere que el movimiento se desarrolle de una manera positiva y produzca frutos. El elitismo y el tipo de fundamentalismo bíblico que se opone simultáneamente a las normas auténticas de la Sagrada Escritura y a la enseñanza de la Iglesia, constituyen dos peligros de esos.» «El fundamentalismo. 25. La ola de la interpretación exclusivamente literal de la Escritura plantea también problemas en ciertos grupos. Este método, que se llama comúnmente "fundamentalismo", reduce a poca cosa el papel de la razón y, sobre todo, el de la reflexión para comprender la Biblia. […] Remedios. Esta es la razón por la que es urgente multiplicar los esfuerzos en favor de una lectura de la Escritura que supere el simplismo del fundamentalismo y se abra a los métodos científicos de interpretación.» «6. ¿Fundamentalismo bíblico? Uno de los frutos más importantes de la Renovación es un profundo amor a la Escritura. En las reuniones de oración se lee y saborea la Escritura como un acto de oración, en el espíritu de la lectio divina tradicional. Esta forma espontánea, léase popular, de recurrir a la Escritura, ¿supone un peligro de fundamentalismo bíblico? Es necesario situar debidamente la cuestión. Lo que algunos consideran fundamentalismo, podría no serlo del todo.» (Pedro Fernández, La renovación carismática, documentación pontificia, episcopal y teológica, Ediciones Secretariado Trinitario, Salamanca 1978, págs. 39, 56 y 188.)
1979 «De aquí lo que se ha dado en llamar el "fundamentalismo" bíblico, es decir, querer ver en la revelación bíblica una visión del mundo aplicable directamente a la sociedad humana; la Biblia no sólo tendría como fin predicar la salvación, sino que indicaría, además, una conducta concreta en cada circunstancia humana.» «De aquí la urgencia, para la ética protestante, de buscar un fundamento "natural" a los mandatos éticos. Esta necesidad viene impuesta por la existencia de dos riesgos distintos, claro, de los que ocasionaron el recurso directo a la Biblia. De un lado, el "fundamentalismo" bíblico, ya aludido; de otro, el "riesgo sectario", esto es, el posible abandono de la comunidad humana para referirse únicamente a los creyentes y, además, dejar a éstos su religión como único refugio.» (Federico Rodríguez, Introducción a la política social, Civitas, Madrid 1979, págs. 309 y 310.)
José Ferrater Mora, en su Diccionario de filosofía, no incorpora el término en la quinta edición (Buenos Aires 1965), pero sí que lo hace en la sexta y definitiva (Madrid 1979), para remitir a fundacionalismo, término que propone para huir precisamente del sesgo teológico que afectaría a fundamentalismo:
1979 «Fundamentalismo. Véase Fundacionalismo.
Fundacionalismo. Se viene dando este nombre a la tendencia según la cual el llamado 'conocimiento' –todo lo que se conoce y se admite como siendo cierto o verdadero– tiene fundamentos últimos. Estos soportan los conocimientos al modo como los fundamentos soportan un edificio. […] El fundacionalismo está ligado a veces al reduccionismo; en todo caso, todo reduccionismo es fundacionalista, aun cuando no todo fundacionalismo sea reduccionista. Cabría usar 'fundamentalismo' en vez de 'fundacionalismo', ya que se habla normalmente de "fundamentos", no de "fundaciones" de una ciencia o del conocimiento. Sin embargo, preferimos 'fundacionalismo' porque 'fundamentalismo' es usado en otro sentido: como traducción de Fundamentalism, o tendencia de los que siguen literalmente las enseñanzas de la Biblia. 'Fundacional' significa "algo que se refiere, o perteneciente, a una fundación", pero su uso en este sentido es poco extendido, por lo que puede formarse el vocablo 'fundacionalismo' propuesto.» (José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, 6ª edición, Alianza, Madrid 1979, tomo 2, pág. 1304.)
Por influjo de la revolución iraní, larvada a lo largo de 1978 y triunfante al proclamarse la República Islámica de Irán el 1º de abril de 1979 (el Sha huyó de Irán el 16 de enero y el ayatolá Jomeini, exilado en Francia desde 1978, regresó triunfal a Teherán desde París en febrero de 1979), el fundamentalismo se puso de moda y en pocos meses ya había ido encontrando nuevas aplicaciones (algunos de los nuevos hallazgos a cuenta de cierto editorialista del periódico madrileño El País).
1979 «Algunos líderes seglares tomaron ya nota del poder que tiene el fundamentalismo islámico, advirtiendo que incluso en esta época de computadores, esa religión que cuenta con trece siglos de existencia y setecientos millones de seguidores sigue siendo una fuerza emocional vital para el apoyo popular.» («Afirmación del islamismo frente a la influencia occidental», El País, Madrid, 19 de enero de 1979.)
«Resurge el Islam. Un renacimiento militante del fundamentalismo islámico se está dejando sentir, actualmente, en los seiscientos millones de musulmanes del mundo. Pocos hechos plantean un peligro semejante para los países industrializados como este resurgimiento islámico. Vea en Selecciones de Agosto cuál es el inminente peligro que esta fiebre fundamentalista supone para el mundo occidental.» (Fragmento de un anuncio a media página de la revista Selecciones del Reader's Digest, en ABC, Madrid, 2 de agosto de 1979, pág. 71.)
«En un reciente artículo, en The Tablet, sobre la obvia floración de los fundamentalismos que hoy se da en el mundo, Dominic Milroy ha escrito: "Debemos saber en este mundo que la religión, cuando es simplificada a ultranza, puede convertirse en algo terriblemente peligroso, y que los líderes religiosos, cuando pretenden con la autoridad divina el monopolio de la verdad, contribuyen a propagar el orgullo, los conflictos, los prejuicios y la violencia." Y así es, resulta cosa sabida desde siempre. "Ningunas enemistades hay mayores que las que se forjan con voz y capa de religión; los hombres se hacen crueles y semejables a las bestias fieras", decía ya el padre Mariana en su Historia General de España a propósito de cómo se han sacralizado aquí, entre nosotros, las luchas políticas. Entre nosotros y fuera de nosotros hay demasiados ejemplos y, hoy mismo, tenemos especímenes para todos los gustos: desde la teocracia del ayatollah Jomeini, o las inmolaciones de la secta del Templo del Pueblo de Dios, en Norteamérica, a los trenos fundamentalistas de monseñor Lefebvre, o todo ese otro grupo de religiones con apenas una capa civil, que son los partidos extremistas, movidos por una mística más que por la racionalidad política. Normann Cohn ilustró definitivamente en un libro clásico, La búsqueda del milenio, el hecho de que, exactamente como en el marxismo y en el nazismo, en estos fundamentalismos revolucionarios o nostálgicos del pasado se da el mismo fenómeno de los movimientos quiliásticos medievales: un fenómeno esencialmente sacral y apocalíptico, la espera del Reino de la Justicia o la vuelta a él, al dorado Edén de otras épocas que los hombres han perdido.» (José Jiménez Lozano, «El retorno de los brujos», El País, Madrid, 18 de octubre de 1979.)
«Y, sin embargo, los electores que no han acudido en esta ocasión a las urnas en el Principado representan el 40% del censo, porcentaje superior al registrado en el referéndum constitucional (31,3%), en las elecciones legislativas de marzo (32,3%) y en las elecciones municipales de abril (35,5%). Descartada como absurda la hipótesis de que el fundamentalismo catalanista y el trotskismo puedan dar ni siquiera mínima cuenta de esa indiferencia ciudadana, parece obligado que la clase política y las cúpulas de los grandes partidos de Cataluña y del país entero afronten en serio la preocupante escalada del abstencionismo electoral a lo largo de los últimos diez meses.» («El referéndum catalán…», editorial de El País, Madrid, 27 de octubre de 1979.)
«Irán no es el único país en el que se está sintiendo el poder y la pasión de un Islam revificado. A comienzos de este año, Pakistán añadió penas del Shariaa, el código de justicia islámico, basado principalmente en el Corán, a sus leyes criminales y civiles. En Kuwait se está aceptando una versión revisada del Shariaa como código legal de ese Estado del desierto rico en petróleo. Respondiendo a una oleada de fundamentalismo musulmán, la Asamblea Popular egipcia está también debatiendo la adopción del Shariaa, lo cual podría llevar al cierre de los bares, salas de fiesta y casinos que florecen a lo largo de la avenida de las Pirámides, en El Cairo.» («El poder vivo del mensaje del profesta», El País, Madrid, 25 de noviembre de 1979.)
1980 «La bucólica idealización del pasado vasco, por un lado, y la falsificación paradisiaca de los países del llamado "socialismo real", por otro, convergen en esa impía alianza que reivindica lo mismo a los ejércitos carlistas que al Vietcong, al general Zumalacárregui que al general Giap, al nacionalismo aldeano que al internacionalismo planetario, al monolingüismo euskaldún que al dialecto ideológico del marxismo-leninismo. A la acelerada secularización de una sociedad profundamente religiosa, al legado semirracista del fundamentalismo bizcaitarra y a la aversión hacia las luces y el liberalismo del ideario contrarrevolucionario carlista se unen ahora las inquietudes revolucionarias creadas por la crisis económica y el paro obrero y juvenil en la población inmigrada.» («El patíbulo de la violencia», editorial de El País, Madrid, 2 de febrero de 1980.)
«La religión, Cyrano de Bergerac y los "Gays". Dos sociólogos de la Universidad de Washington refutaron la tesis de que la religión estuviera de capa caída desde que la ciencia lleva la batuta. Ni mucho menos, dijeron los doctores Stark y Bainbridge: "la religión permanece siendo lo que ha sido a lo largo de la Historia, y con una fuerza insospechada. Lo que pasa es que se expresa de muchas formas y, entre ellas, con un resurgimiento de fundamentalismo y nuevos cultos".» (Ignacio Carrión, «Aquí está el futuro», ABC, Madrid, 22 de febrero de 1980, pág. 97.)
«Tras el apoyo recibido en las conferencias islámicas, agentes afganos piden con mayor insistencia armas en las capitales occidentales. Con las particularidades propias en Afganistán se produce, como en su día en Irán, una convergencia entre extremismo político y fundamentalismo religioso, movilizados esta vez contra la URSS.» («Afganistán», editorial de ABC, Madrid, martes 15 de julio de 1980, pág. 2.)
«Tiene Paco a la hora de hablar un viento del surco que no cesa. Habla a veces como los gañanes de mi campo andaluz. De su campo andaluz. Y eso le da una mayor importancia. Se acerca a veces en lo que dice en su fundamentalismo, a aquel muchacho, casi un niño panadero, que bien lo sabe Dios, no se fue un solo día a la cama, al menos sin aquel pedazo de pan caliente y un algo de aceite, aunque fuera aceite del señorito.» (Tico Medina, [El torero Paco] «Camino sigue su camino», ABC, Madrid, 31 de agosto de 1980, pág. 90.)
«Sin embargo, parece evidente que las provocaciones desestabilizadoras en la comunidad autónoma de Euskadi y en Navarra urdidas desde el fundamentalismo derechista no sólo no están controladas más o menos vagamente por el poder, sino que apuntan indirectamente contra la estrategia de solución política y negociada del contencioso vasco propugnada por Adolfo Suárez y su equipo ministerial.» («La estrategia de la provocación», editorial de El País, Madrid, 14 de septiembre de 1980.)
«Detrás de la guerra irano-iraquí existen dos razones profundas. De un lado, la lucha del mundo árabe –a través de Irak– contra el fundamentalismo y los excesos de la secta chiita de Jomeini. De otro, los intereses, más o menos confesados, de los iraquíes por convertirse en la nueva potencia árabe del Golfo Pérsico. Saidam Hussein, el hombre que manda en Irak, ha jugado con fuerza.» («Los árabes, contra Jomeini», ABC, Sevilla, jueves 25 de septiembre de 1980, pág. 11.)
«Como dijo en la discusión de su ponencia Carlos Castilla del Pino, la palabra "violencia", usualmente, viene a poner una nota o connotación moral a la neutral, desde un punto de vista ético, "agresividad". Pero apenas es exageración hablar de "violencia sagrada", con respecto a la casi totalidad de las religiones. Y si del plano religioso pasamos al moral, mi impresión es que los no violentos evangélicos representan un fundamentalismo que no por ser mucho más simpático que los habitualmente llamados así, se sustrae a la simplificación y a una cierta necesidad psíquica que muchos tienen de "seguridad", de saber moralmente a qué atenerse, de que se nos dé, desde fuera, un criterio infalible de distinción entre el bien y el mal, válido para cualquier situación. Esta confianza de un grupo animado por el fervor religioso-moral de poseer, él y sólo él, la verdad, es lo que le constituye en "secta". Y pienso con Ignacio Sotelo, participante también en nuestro Foro, que esta categoría socio-religiosa, tomada en una acepción puramente descriptiva, no valorativa (y menos en mala parte) conviene a estos no violentos que, en contraste con los "sectarios" (en la acepción fanática de la palabra), se muestran tolerantes y aún respetuosos para la conciencia de los otros.» (José Luis L. Aranguren, «Foro religioso. El debate sobre la no violencia», La Vanguardia, Barcelona, sábado 11 de octubre de 1980, pág. 6.)
«Hasta hace bien poco, los inevitables rasgos de familia no ocultaban la existencia, dentro del hogar arquitectónico, de dos fraternidades bien diferenciadas: el fundamentalismo jacobino de los arquitectos capturados por la seducción intelectual del "juvenil mundo antiguo", del que hablaba Marx, y el eclecticismo escenográfico y emotivo que hemos aprendido a calificar de irónico.» (Luis Fernández Galiano, «Arquitectura de papel, papel de la arquitectura», El País, Madrid, 31 de diciembre de 1980.)
1981 «La derrota de las posiciones eurocomunistas (en ocasiones sólo terminológicas) no es tanto una batalla perdida por una concepción ideológica de perfiles imprecisos y contenido nebuloso como el triunfo del viejo fundamentalismo marxista-leninista, basado en la aceptación de la Unión Soviética como guía y faro de los partidos comunistas del mundo entero y como agente histórico encargado de imponer el "socialismo real" por las armas a todo el planeta. Que esta resurrección de los fantasmas del pasado, supuestamente enterrados, con las invasiones soviéticas de Hungría, Checoslovaquia y Afganistán, y que ese regreso al maniqueísmo de los análisis y de las propuestas se hayan producido en Cataluña y en el PSUC no debe extrañar a quienes recuerden el reciente viraje del PC francés.» («El V Congreso del PSUC», editorial de El País, Madrid, 7 de enero de 1981.)
«Al cabo de los tres días, las diferencias entre el fundamentalismo kantiano y el holismo hegeliano quedaron una vez más de manifiesto, pero no faltaron por parte de los asistentes al congreso de Stuttgart esfuerzos para lograr una aproximación. […] Según Habermas, el fundamentalismo de Kant convirtió a la filosofía en acomodador de la ciencia y esto es un error. A la filosofía le corresponde el papel de representante o de intérprete, de mediador, en opinión de Habermas.» (José Comas, «La filosofía facilita la relación de los expertos con el mundo real, según Habermas», El País, Madrid, 2 de julio de 1981.)
«El eurocomunismo parece haber desatado una dinámica centrífuga, que arroja fuera de la ortodoxia oficial tanto a los viejos militantes apegados al fundamentalismo leninista o estalinista, como a los miembros del PCE que tratan de llevar hasta sus últimas y lógicas consecuencias los postulados eurocomunistas. Los prosoviéticos añoran las antiguas certidumbres, el mundo en blanco y negro del marxismo-leninismo, la visión geopolítica de la lucha de clases como un combate agónico entre el capitalismo y el socialismo, encarnados por Estados Unidos y la Unión Soviética.» («Las tendencias comunistas», editorial de El País, Madrid, 21 de julio de 1981.)
1985 «Dicho de manera burda, aun el fundamentalismo democrático contradice lo mejor de nuestra herencia cultural.» (Revista mexicana de Ciencias políticas y sociales, UNAM, México 1985, nº 120-122, pág. 189.)
1990 «El fundamentalismo. Durante los últimos años, los analistas occidentales de defensa han venido especulando sobre la amenaza que para la seguridad occidental podría tener el auge del fundamentalismo en el mundo árabe. La revolución iraní fue seguida de síntomas en otros Estados del despertar del «Partido de Dios». La sociedad musulmana se siente insegura ante la penetración de la cultura europea y el abandono de las viejas tradiciones. Ante ello, busca en el pasado, en la religión musulmana, la estabilidad y el orden. La sociedad civil y la modernización de las estructuras están amenazadas y, de extenderse lo ocurrido en Argelia, también lo estarán intereses europeos. No es casual la declaración del ministro Serra, demandando una mayor preocupación de la OTAN por el sur de Europa. El fundamentalismo puede convertirse en uno de los grandes problemas occidentales.» (Ovidio [Luis María Ansón], Zigzag, ABC, Madrid, jueves 21 junio 1990, pág. 19.)
La Academia de la Lengua Española no incorpora fundamentalismo a su diccionario hasta la vigésimo segunda edición (Madrid 2001) –el año del 11-S–, ofreciendo tres acepciones, y reservando los señores académicos, víctimas de la actualidad, las modas y los medios, el primer lugar a la acepción mahometana (que no se incorporó a la lengua, como hemos visto, hasta 1972):
2001 «fundamentalismo. 1. m. Movimiento religioso y político de masas que pretende restaurar la pureza islámica mediante la aplicación estricta de la ley coránica a la vida social. 2. m. Creencia religiosa basada en una interpretación literal de la Biblia, surgida en Norteamérica en coincidencia con la Primera Guerra Mundial. 3. m. Exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida.»