Filosofía en español 
Filosofía en español

“Idioma nacional”

ténganse en cuenta las observaciones a “Lengua nacional”, rótulo ya utilizado en 1610

1715 «Subsección I. ¿Si necesitan saber la Lengua, e Idioma de los Indios, los que van a ser Párrocos de ellos? […] 628 Pruebo, lo cuarto, la conclusión en que vamos. Porque, como afirma el señor Montenegro, supra sess. 8, los Beneficios Parroquiales de las Indias son patrimoniales, y tienen derecho a ellos solo los que han nacido en estas partes, según la Diócesis a que pertenecen. Lo mismo prueba la Ley 24 de el lib. 1, tit. 6 de la nueva Recopilación de Indias, por estas palabras: Escojan los Arzobispos, y Obispos tres los más dignos, y suficientes, para cada uno de los dichos Beneficios, prefiriendo siempre los hijos de Padre, y Madre Españoles, nacidos en aquellas Provincias, siendo igualmente dignos, a los demás Opositores, nacidos en estos Reinos; en cuyo derecho, y acción de los patrimoniales no es distributivo a este, o a aquel Beneficio Parroquial, sino copulativo a todos, para poderse oponer a cualquiera de los del Obispado, en que tienen su Feligresía, y domicilio, como es claro, y lo enseña la experiencia; sed sic est, que si fuera pecado mortal el solicitar un Beneficio Parroquial, sin saber la lengua de los Indios, o si fuera nula la colación de semejante Beneficio, dada a quien ignorase la dicha lengua, ya estos Beneficios no se reputaran por patrimoniales: Luego, &c. Pruebo la menor; porque entonces no se pudieran oponer a ellos, sino solos los que supieran el idioma nacional de el tal Beneficio, ni en los Edictos se llamara más, que a los Lenguaraces de la Provincia. Y la razón de todo es, porque necesariamente se ha de volver incapaz de poder obtener todos los Beneficios del Reino, el que no puede saber todas las diferentes lenguas, que en él se hablan. Fuera de que los Clérigos que habían ido a una Doctrina, se hallaran inhábiles después para resignar sus Beneficios, cuando no había persona a quien en su lugar se pusiese; y de la misma fuerte inhábiles para permutar con otro Párroco, que no supiese el mismo idioma, y el permutante la del Pueblo, por quien permutaba: con que así les faltaban a los Curas los privilegios, o dispensaciones, que el Derecho les permite, de resignar, o permutar, teniendo causas.» (Francisco de Ospina Maldonado y Acuña [† Santafé –Bogotá– 1723], Párroco práctico teórico, Madrid 1715, pág. 166.) [→ Lengua nacional]

1720 «Poetizar. Exercer a Poetica. Exercitarse na Arte Poetica. […] (El Rey D. Diniz Poetizando no idioma nacional. Varella, Num. Vocal, pag. 189.)» (Rafael Bluteau [1638-1734], Vocabulario Portuguez & Latino, Lisboa 1720, pág. 569.)

1726 «14. He dicho que por lo común hay este vicio en nuestra Nación; pero no sin excepciones, pues no faltan Españoles, que hablan, y escriben con suma naturalidad, y propiedad el idioma Nacional. Sirvan por todos, y para todos de ejemplares Don Luis de Salazar y Castro, Archivo grande, no menos de la lengua Castellana antigua, y moderna en toda su extensión, que de la Historia, la Genealogía, y la Crítica más sabia: y el Mariscal de Campo Vizconde del Puerto, que con sus excelentes libros de Reflexiones Militares dio tanto honor a la Nación Española entre las Extranjeras. No nacen, pues, del idioma Español la impropiedad, o afectación de algunos de nuestros Compatriotas; sí de falta de conocimiento del mismo idioma, o defecto de genio, o corrupción de gusto.» (Benito Jerónimo Feijoo, Teatro crítico universal, tomo primero, discurso XV: “Paralelo de las lenguas castellana y francesa”, Madrid 1726.)

1762 «En cuanto a las Leyes, la razón natural dicta, que éstas deben ser pocas, claras, y puestas en el Idioma corriente. Pocas, para que su multitud no embarace. Siendo conveniente, que cada uno sepa las Leyes en que vive, que tenga nociones de lo que puede hacer, y lo que se le prohíbe, para que así se haga más digno de protección, o pena. Claras, para que su sentido se presente desde luego natural, y sencillo, y todo el mundo pueda entender lo que dicen. Y puestas en el Idioma nacional, para que hasta el último hombre del Pueblo conozca sus derechos, sepa lo que es bueno, y es malo, y pueda reglar su conducta, y operaciones.» (José Clavijo Fajardo, El Pensador, Pensamiento XVI, 1762, págs. 74-75.)

1786 «Gramática Española. Siempre que los niños lleguen a saber escribir, leer y contar perfectamente, y que todavía no se hallen con la edad, robustez y fuerzas que se requieren para el Oficio, Arte o Profesión a que quieran dedicarse; y en atención a que para éstos se considera de poca o ninguna utilidad el estudio de la Gramática latina, como lo tiene acreditado la experiencia, pues además de olvidarla con gran facilidad por falta de ejercicio, pierden a lo menos tres o cuatro años lastimosamente; podría substituirse en su lugar la Gramática Española de la Real Academia: pero como no sirve solo el estudiarla, sino que es indispensable el explicar sus preceptos y reglas, no podrá tener efecto este útil pensamiento mientras no haya Maestros, que entendiéndola con perfección, sean capaces de explicarla y enseñarla como se requiere: y en tanto que pueda verificarse esta esencial parte de instrucción, que ciertamente haría honor a nuestro Idioma Nacional, convendrá que los niños se empleen en las Escuelas en perfeccionarse más y más en leer, escribir y contar, y aun ayudar a los Maestros en lo que alcancen sus conocimientos; todo con el honesto fin de que desde que salen de las Escuelas y hasta que se pongan a Oficio no anden vagantes y sin destino, adquiriendo los malos resabios, relajaciones y vicios, que son notorios y frecuentes en la inacción y falta de aplicación de la juventud, que por su ociosidad e inclinación a la diversión y disipación, necesita el más vigilante y eficaz freno y correctivo para contenerse en los justos límites de la razón.» (Nicolás Alonso de Miranda, “Plan para el gobierno y dirección de las Escuelas de Primeras Letras”, Actas y Memorias de la Real Sociedad Económica de los Amigos del País de la provincia de Segovia, Segovia, 1786, págs. 215-217.)

«El recién electo Protector del nuevo Colegio y Academia (antes Congregación de San Casiano) de profesores del noble arte de escribir de esta Corte, erigida bajo la inmediata protección del Consejo por Real provisión de 22 de Diciembre del año de 80, después de manifestar y recomendar en un elocuente discurso la necesidad que hay de promover la educación y enseñanza pública por los principios elementales y técnicos del arte de escribir, basa fundamental en que (según el mismo) estriba la felicidad del Estado, la tranquilidad interior de las familias, la gloria de la Religión, la pureza de las costumbres, y la fermentación general de todas las clases de que se compone el cuerpo político, hace unas breves investigaciones de este arte siguiendo su historia con las siglos más remotos, y continuando los progresos desde los primeros lineamentos, figuras y caracteres simbólicos, jeroglíficos, hierográficos, notas, y signos de aquellos tiempos hasta el estado de perfección a que ha llegado en nuestros días; mediante un establecimiento formado únicamente para purificar, limpiar, fijar y dar esplendor a nuestro idioma nacional, cuyos defectos y vicios contraídos se irán extinguiendo por la vigilancia de las personas encargadas de nuestra educación, y desaparecerán enteramente finalizado el nuevo método que el Consejo ha fiado a sus luces.» (“Discurso que en el acto de tomar posesión del encargo de Protector del Colegio Académico de profesores de primeras letras de Madrid en la Junta general de 29 de junio de 86 pronunció el Licenciado Don Joaquín Juan de Flores, Abogado de los Reales Consejos y del Colegio de esta Corte, &.”, Diario Curioso, del martes 19 de septiembre de 1786, pág. 333.)

1790 «En lo más fuerte de su servidumbre y en medio de su mayor opresión, dice, los vasallos del Imperio Bizantino poseían siempre una llave de oro, con la que podían abrir los tesoros de la antigüedad, y una lengua armoniosa y fecunda, que daba alma a los objetos de los sentidos, y cuerpo a las abstracciones metafísicas. Desde que se derribaron los baluartes de la Monarquía y aun de la Capital, una multitud de bárbaros había corrompido la forma y la substancia del idioma nacional. Por esta razón se compusieron voluminosos glosarios para interpretar un sin número de voces árabes, turcas, italianas, latinas, o francesas en su origen; pero el idioma de la Corte era puro y se enseñaba en los Colegios.» (“The hisory of the decline and fall of the Roman Empire, &c. por Mr. Eduardo Gibbon”, Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa, de hoy lunes 3 de mayo de 1790, pág. 6.)

1804 «La fuerza del vencedor, me dirán, el comercio con naciones extranjeras, puede hacer formar a un pueblo un idioma distinto del que tenía. Es verdad, la fuerza del vencedor puede introducir su lenguaje en la nación vencida; ¿pero sería esto formar un idioma por pura invención &c.? No, sería formarla por imitación con la lengua del vencedor, y reliquias que necesariamente quedarían del idioma nacional, o sería trocar un idioma por otro; pero de ninguna manera tuvo lugar en el vascuence esta alteración; pues esta lengua ni es céltica, ni es fenicia, ni es hebrea, ni es griega, ni es latina, ni es goda, ni es árabe, ni de otra nación alguna, a quien pueda llamarse vencedora de España, como lo llevamos ya probado con toda claridad.» (“Apología de la lengua Vascongada, o ensayo crítico-filosófico de su perfección y antigüedad sobre todas las que se conocen, por D. Pablo Pedro de Astarloa”, Mercurio de España, Madrid 1804, tomo I, pág. 70.)

1806 «Reglas de los cinco órdenes de Arquitectura de Vignola, con 66 láminas, y un apéndice, donde se enseña por principios naturales y generales el método para que cada uno por sí mismo sepa determinar las sombras, tanto en los dibujos de los cinco órdenes, como en los de cualquiera otro cuerpo de Arquitectura. La necesidad que de este libro se experimentaba en España, con la suficiente explicación en el idioma nacional, nos ha movido a imprimirle y grabarle, sin embargo de su mucho coste, con la mira de servir al Público, y complacer a varios sujetos inteligentes que lo deseaban.» (Diario de Madrid, del jueves 24 de julio de 1806, pág. 106.)<(p>)

«No bastaba con esto, pues dando a la Alemania un idioma nacional, y a este idioma la libertad poética, necesitaba dar también al poeta la lira y la harmonía de sus cantos.» (“Biografía. Noticia histórica sobre la vida y las obras de Klopstock”, Minerva o El Revisor General, Madrid 1806, tomo II, pág. 140-141.)

1807 «Una persona de regular educación, solicita su colocación en una casa decente y encargo que pueda desempeñar; sabe leer, escribir y contar medianamente, y puede dirigir una correspondencia de cualquiera especie que sea en el idioma nacional; es de edad de 37 años; tiene personas de carácter que lo abonen; y darán razón de su Posada en la tienda de sombreros de los Sres. Bonanzi Hermanos, esquina de la calle de san Francisco frente de San Agustín.» (“Noticia suelta”, Diario Mercantil de Cádiz, del lunes 16 de noviembre de 1807, nº 319, pág. 2179.)

1814 «Este oficio bajo simple cubierta se ha dirigido a los jefes de los cuerpos militares, impreso en Vinaroz por D. Ramón Puchol, impresor del segundo ejército, con una nota adicional que al pie de la letra es como sigue:“Ved militares españoles, ved a vuestros generales, a los hombres a quienes la nación fía su suerte, vedlos reconvenidos por una junta censoria, este es el premio de vuestros sacrificios y de vuestros merecimientos.” Como esta sediciosa nota se halla escrita en Idioma GODOYANO y en el nuestro, es decir en idioma NACIONAL, tiene un sentido distinto; para facilitar a todos su mejor inteligencia, me ha parecido del caso hacer una explicación de sus dos significados. En Godoyano quiere decir: […] En nacional quiere decir…» (“Artículo comunicado al diario mercantil de la villa de Reus del 17 de febrero último”, Diario de Mallorca, del viernes 11 de marzo 1814, año VII, nº 70, pág. 278.)

……

1885 «Según La Prensa, de Buenos Aires, 14 diputados presentaron a la Cámara el siguiente proyecto de ley: “Desde la promulgación de la presente ley, no se dará curato a ningún clérigo que no haya rendido examen previo: del conocimiento de la Constitución de la República Argentina, del idioma nacional, o sea de la lengua española, y de las leyes de patronato vigentes.» (Gaceta Universal, Madrid, miércoles, 1.º de Abril de 1885, página 2.)

1888 «Mi estimado amigo: Una cuestión trascendental preocupa hoy vivamente a la prensa de la república Argentina. Sabido es que la colonia italiana, después de la española, es la más numerosa aquí de entre todas las demás colonias europeas. Quizás envalentonados por sus propias fuerzas o excitados por el Gobierno del Quirinal, los italianos residentes en Buenos Aires pretenden fundar un Estado dentro de otro Estado, imponiendo a los argentinos sus costumbres y su idioma. […] Pues bien; esto es lo que no quieren los italianos, y como no quieren que el nombre de Italia se borre de la memoria de sus descendientes, les enseñan el idioma italiano, haciéndoles odiar la lengua castellana que es el idioma nacional; les enseñan la historia de Italia, anulando la enseñanza de la historia de esta república; les enseñan a amar a Italia y a aborrecer a Buenos Aires; en una palabra, los hacen patriotas italianos, pero nunca patriotas argentinos.» (“[Los italianos pretenden imponer a los argentinos sus costumbres y su idioma]”, La Unión Católica, Madrid, martes 5 de junio de 1888.)

1896 «Cosa buena. El presidente de la República Argentina, “a pesar de su años, es un pobre hombre,”, como diría el ex-Padre Mir. (Sin pensar que ese disparate no tiene ni el mérito de la novedad, porque antes que él habla dicho Camprodón en Marina: Mi madre, aunque esté impedida, / la pobre te quiere tanto…). ¿A que no aciertan Vds. qué se le ha ocurrido al bueno del presidente? Pues leer a las Cámaras un discurso “de corte semi-clásico”. ¡En el mundo! Sólo que le salió la cosa un poquito desigual, y armó tal batiburrillo de giros y frases castellanas, modismos argentinos, disparates del montón, y tristicias, nequicias, manducaciones, intelectos, demás tonteras neo-clásicas de Cheste, que no tenía Cánovas por donde desecharle. Y ahora agárrense Vds., para no caerse, a una columna (no equivocarse con alguna de las columnas de las instituciones) y lean este párrafo de un periódico de Buenos Aire: «Aceptaríamos con gusto una reforma en el sentido de que los documentos oficiales fueran redactados en nuestro idioma nacional (!) sin anhelos de purismos, que son defraudados por ciertas frases que no son españolas, ni argentinas, sino simplemente macanísticas.» Los argentinos, que son los mayores profanadores del habla castellana y los más sosos de entre los americanos del Sud, han dado en inventar la palabra macana, que significa tontería (y lo es), de la que derivan macanear, macanoso y macanístico. Cualquier cosa. Y, miren Vds., que eso de pretender que el castellano echado a perder que ellos hablan sea su idioma nacional, es el colmo. O la mar de colmos.» (El Siglo Futuro. Diario católico, Madrid, sábado 27 de junio de 1896, pág. 3.)

1899 «Y como el lunes no había ocurrido ningún suceso notable en el mundo, ni aun en el campo de la lucha angloboer, fue el príncipe Odescalchi y ¡zas! interpeló al Senado de su país pidiéndole que trate de obtener de nuestro gobierno la adopción del idioma italiano como segunda lengua oficial. […] Hubiera dirigido su petición al objeto de que el gobierno argentino redujese a media lengua el idioma oficial, y nadie lo habría extrañado, porque no es la abundancia de palabras lo que constituye la prosperidad de un país; pero ¿que se agregue otra lengua más? […] En justa reciprocidad, el gobierno del Rey Umberto debía también incorporar el habla criolla a su idioma nacional, italianizando por lo menos las frases y los vocablos más característicos.» (Eustaquio Pellicer [1859-1937], “Sinfonía”, Caras y Caretas, Buenos Aires, 23 de diciembre de 1899.)

Idioma nacional de los argentinos”, desde 1899, el mismo año en que se acuña el rótulo “leyenda negra

1900 «Si bien es cierto que nada puede detener la evolución del “Idioma Nacional de los Argentinos”, es menester sin embargo favorecerla y ayudarla. Se impone por lo tanto, la necesidad de darle en la enseñanza del “Idioma Nacional” un sitio que hasta ahora no tiene. En los establecimientos de instrucción, los alumnos aprenden castellano puro y no idioma nacional. Todo neologismo es rechazado, toda frase que no esté vaciada en el molde castellano, se halla irremisiblemente condenada, todo sonido que no pertenece a la fonética española queda censurado. […] Sería de desear también que en la Capital, en Corrientes, en Catamarca, en Santiago del Estero, &c., se crearan cátedras de guaraní y de quichua. De estas lenguas que han proporcionado ya un buen contingente de vocablos al “Idioma Nacional”, y que están a punto de caer en las sombras sin memoria del pasado, se pueden extraer muchas palabras para colocarlas en la lengua argentina. […] Debería dedicarse más tiempo al estudio del francés en los institutos de enseñanza secundaria: valor artístico de la forma, claridad de las ideas, humanidad: tales son los caracteres de la lengua francesa. Estos mismos caracteres los encontramos en el “Idioma Nacional de los Argentinos”.» (Luciano Abeille [1859-1949], Idioma Nacional de los Argentinos, París 1900, páginas 423-425.)

Ernesto Quesada (1858-1934), El problema del idioma nacional. ¿Debe propenderse en Hispano-América a conservar la unidad de la lengua castellana, o es acaso preferible favorecer la formación de dialectos o idiomas nacionales en cada república? (Buenos Aires 1900, viii+157 págs.)

«También entre ellos hay algunos que han nacido, viven y vivirán indios, sin compostura: sanguinarios, traidores, ladrones, viciosos, incapaces de cualquier trabajo y que sólo respetan la fuerza bruta. Estos, poco a poco, van desapareciendo, por la ley natural de la lucha por la vida; ebrios, se matan unos a otros con la mayor desenvoltura, y los reglamentos de la esgrima tienen poco valor para estos salvajes. He visto a uno degollar sin la mayor vacilación a un pobre santiagueño que, peleando y reculando, había caído de repente en una barrica vacía enterrada a ras del suelo, detrás de él. Otros hay que no conocen del idioma nacional más que una palabra: “¡Caña!”» (“Tipos y paisajes. Ha sido el indio…”, Caras y Caretas, Buenos Aires, 30 de junio de 1900.)

«Sigamos, pues, la referencia en idioma nacional, como llaman al castellano los programas de la enseñanza oficial, lo mismo que podrían llamar religión nacional a la católica romana o peste nacional a las tercianas. […] No he averiguado aún si en Norte América llaman idioma nacional al idioma inglés, ni en el Brasil al portugués, ni en la Tartaria al chino; pero hay cosas de cosas, como hay en Chile un ministro de industrias y no de Industria y entre nosotros un ministerio de cultos y no simplemente del Culto, sea el que fuese, lo que mi ignorancia no acierta a explicar satisfactoriamente. […] …el empresario se esmeró en el fúnebre quehacer y dejó pasar el tiempo sin pasar la cuenta o la adición, como dicen los hablistas del idioma nacional.» (Brocha Gorda [Julio Lucas Jaimes, 1840-1914], “Audaces fortuna juvat…”, Caras y Caretas, Buenos Aires, 8 de septiembre de 1900.)

«Bien merece la obra El problema del idioma nacional que nuestros hombres distinguidos la estudien, y aprendan en ella cómo se sostienen las buenas causas, en cuanto a nuestras aspiraciones de cordial y útil inteligencia con aquellas Repúblicas se refiera.» (Ricardo Becerro de Bengoa, “El problema del idioma nacional en América, obra del doctor D. Ernesto Quesada”, La Ilustración Española y Americana, Madrid, 22 de octubre de 1900.)

1922 Ernesto Quesada, La evolución del idioma nacional (Buenos Aires 1922, 68 págs.)

gbs