“Similia similibus curantur”
En 1847, como más abajo se detalla, en pleno combate en España contra los sectarios de Samuel Hahnemann (1755-1843), tenido por padre de la homeopatía pero también del rótulo “Similia similibus curantur”, repara Ildefonso Martínez que en 1736 ya se había publicado, en Sevilla, que a fines del siglo XVII, en Zaragoza, José Casalete, catedrático de prima en esa Universidad, “defendió en ella la conclusión: Similia similibus curantur.” Aunque ese rótulo ya tenía entonces al menos un siglo de solera, debieran los eruditos rebuscar para tratar de confirmar lo que se atribuía en 1736 al catedrático zaragozano José Casalete (1630-1701), escrutar sus fuentes, &c.
Nos referimos al rótulo latino preciso “Similia similibus curantur”, pues tanto similibus similia como similia similibus están bien presentes desde siglos antes, en escritos médicos, filosóficos y teológicos, y en versiones latinas, glosas y comentarios de Hipócrates, Aristóteles, &c. Sin ir más lejos, el Index thomisticus de Roberto Busa ofrece hasta diez lugares del Corpus thomisticum donde aparecen juntos esos términos, por ejemplo “quae est ex similibus similia procreans” y “quae proprie dicitur generatio viventium ex similibus similia in specie producentium” en Super Sententiis, o “antequam ex similibus similia producerentur” y “secundum quam ex similibus similia generantur” en la Summa Theologiae de Santo Tomás, &c.
1568 «Est enim omnium rerum naturalium, quatenus simpathia conveniunt & coherent, ad suam communem naturam defendendam scientia, Quoniam nulla existit res in tota hac uniuersitate, quae mon cum aliis complurimis vinculo naturali sit connexa, & aliis multis repugnet: siquidem omnia Herculeo vinculo cohærent: omniaque; vicissim Vatiniano odio disiunguntur: quo evenit, ut similia similibus curentur, & contrariorum contraria fint remedia, quod res concordes & eodem iugo complicatæ, vires suas communicent, suis suppetias ferant, & uno studio eodemoque; modo contraria arceant ac expellant.» (Adam a Bodenstein [1528-1577], “Epistola nuncupatoria… Basilea 1561”, en Aureoli Th. Paracelsi Heremitae septem libri de gradibus, Basilea 1568, pág. 147.)
1619 «L’un des solemnels aphorismes d’Hyppocrat, est celuy, Contraria contrariis curantur; & l'un des plus solemnels de Paracelse est, Similia similibus curantur. Voire que ses disciples le confirment par exemples qu’ils tirent de nos Medecins, qui employent la Reubarbe, dont la couleur est jaune, ad bilis slavæ purgationem; & la Caffe de couleur noire, pour la purgation aussi de la melancolie qui est de pareille couleur: celuy qui est brulé du feu, a recoursau feu pour en esteindre la cuisson.» (Etienne Pasquier [1529-1615], Les Lettres d'Estienne Pasquier, tome second, París 1619, livre XIX, A Monsieur Tournebus, pág. 548.)
1672 «Contraria contrariis curantur, says rational Galen. Similia similibus curantur, says Doctor Witty. Welcom good Sir, I am glad to see you shake hands with Paracelsus.» (George Tonstall [1616-], A new-years-gift for Doctor Witty, or the dissector anatomized, Londres 1672, pág. 61.)
1682 «Similia similibus curantur, sagt und bezeugt Paracelsus, gleich wird mit gleichem curiere und gehailet / Feuer mit Feuer; gemess deme / was der Poet finget.» (Benignus Kybler S. J. [1612-1675], Wunder-Spiegl Oder Göttliche Wunderwerck, München 1682, pág. 70.)
1701 «Enn wir die Curam Hermeticorum in calculo propulsando ansehen / so bedüncket einem im Anfange / als ob sie die Krankheit viel mehr wolten vermehren / weil sie auch ein solch principium führen / similia similibus curantur, zu wieder den Galenisten, die da sprechen: Contraria contrariorum remedia.» (M.P.S.F.D.P., Nützlich- und heilsamer Rathschlag von Lenden-Steine, Graetz 1701, pág. 218.)
1723 «Comme de fait, nous sommes en cecy partialisez en cette France: car en la Guyenne & Languedoc, on ne sertles potages que sur la fin; & aux pays de deça, sur le commencement des repas. L’un des plus solemnels Aphorismes d’Hyppocrate, & auquel, comme fondement de la Medecine, nous adjoustons plus de foy, est que Similia similibus nutriuntur; & que Contraria contrariis curantur. Au contraire, tient par doctrine infaillible que Similia similibus curantur. Voire que ses Disciples confirment ce Paradoxe, par exemples qu’ils tirent de nos Galenistes, qui employoient la Rheubarbe, dont la couleur est jaune, pour la purgation bilis slave; & la cafe, de noire couleur, encontre la melancolie.» (Etienne Pasquier [1529-1615], Ses lettres, ses œuvres meslées, tome second, Amsterdam 1723, livre XXII, lettre XII, A Monsieur Cossar, columna 678.)
1732 «Acad. Señores vulgares, algunos Profesores, de Paracelso acá, han interpretado el dicho axioma de este modo: similia similibus curanda. —Doct. Señores vulgares, algunos Profesores desde Paracelso acá, no han interpretado a dicho axioma; pero le han impugnado, y han fundado otro axioma contrario, de este modo: similia similibus curanda; que ex diametro se opone al contraria contrariis curanda. —Acad. contraria contrariis pellenda. —Doct. ¡Qué dice! Ese contraria contrariis pellenda es contrario axioma del similia similibus curanda: porque pellenda es lo mismo que curanda. —Acad. Y de ningún modo se ha de menospreciar a ese axioma sobre axioma. —Doct. Señor Ribera, ¿v. m. está soñando? De dos axiomas contrarios, si uno está admitido, el otro debe estar menospreciado. —Acad. Porque el similia similibus curanda lo escribieron, hablando de las partes ofendidas, haciéndose cargo, que estas, aunque sea expulso el contrario, no adquieren su tono, y simetría.» (Antonio de Monrava y Roca, A un mismo tiempo Feijoo defendido y Ribera convencido, en abatimiento de la Medicina de Hipócrates y Galeno, Amberes 1732, pág. 177.)
Juan Vázquez de Cortés, “médico revalidado de Sevilla”, adopta en 1735 el agua como método terapéutico casi universal: Medicina en las fuentes: corriente de la medicina de el agua: purgas sin corriente (Imprenta de las Siete Revueltas, Sevilla 1735, [24]+44 páginas).
1735 «Aún más alto pican estas enfermedades inmateriales, pues ascendiendo de las facultades, o Arqueos al mismo lumbre vital anima viviente, le penetran como luz con luz, por ser las causas dichas de natura luminis, como los dichos venenos animales, la rabia, &c. Por la curativa de estos morbos no vale la regla de contraria contrariis, pues no obran por cálidos, ni fríos, secos, &c. ni por salinos, arsenicales, &c. ni por tonos tenso, laxo, &c. si algunos admiten curación es arcánica, verificándose el axioma similia similibus, &c. por todos dice la curación de la tarántula, recreada la fantasía por la audición de la tarantela, o otro tono, produce ideas deleitosas, y disipando las venenosas con el sudor profuso, que ocasiona el baile, se restituye a sanidad.» «Que sea remedio universal, y que esto sea imposible al agua, como a todo remedio, pues no puede haber un contrario de todas causas, el que parece preciso por la regla (aprobada en los Santos Padres) Contraria contrariis curantur; respondemos, que ni tanto, ni tampoco. Es remedio de muchísimas; paro ya dijimos, que ni de todas, ni en todos estados. Pero de todas es auxilio generoso, aun dado que no fuese contrario de sus causas materiales ocasionales de el morbo: y para ejemplo, pongo la rabia, enfermedad, a quien son más ignorados sus contrarios, y en ella tengo por cierto (y así lo he leído en los Papeles de Lima, y Cartagena de las Indias) que si cuando aun beben los insectos de este veneno, continuasen beberla fría en largas cantidades sin comida alguna, serían preservados, disipando su veneno; y la razón es, que sufragando los espíritus vitales, y el mismo lumbre vital, ánima sensitiva, con sus blandas luminosas ideas, de que abunda el agua, impide la impresión peregrina de la luz ígnea venenosa contraria: y reparando, o reponiendo las luces espirituosas, que se pierden, de el viviente, logra éste el triunfo, sin haber consentido eclipse, o máculas en su astro, evacuando por el suero de orinas, sudores, &c. las sigilaciones, o simulacros vencidos de la luz contraria, que decimos venenosa, respecto de el hombre, de quien hablamos, verificándose en este caso (como en el ya explicado de la Tarántula) aquel axioma: Natura naturæ laetatur; y la curación: Similia cum similibus; sin que por esto neguemos la haya: Contraria cum contrariis en las enfermedades comunes, que siéndolo más vulgar, y conocido de todos, bastó para ejemplo en los Santos Padres, cuya variedad todos los Médicos la tocan, y practican muy de ordinario: pues en los deliquios de corazón, sin hacer caso en la urgencia de sus causas, administran espirituosos por símbolos de los vitales espíritus perdidos, experimentando sensiblemente el pronto tránsito de ellos en las arterias, el que yo creo rapto de ellas, y corazón a estos vinosos espíritus a falta de los suyos de la misma estirpe.» (Juan Vázquez de Cortés, Medicina en las fuentes: corriente de la medicina de el agua: purgas sin corriente, Sevilla 1735, págs. 12-13, 32-33.)
Hernández Morejón (VI:367-368) atribuye el renovado interés por el agua como remedio medicinal a un texto manuscrito anónimo que circulaba por Granada a principios del siglo XVIII, luego impreso como Remedio universal del agua natural medicinal. Juan Vázquez de Cortés, estudiante de medicina que lo fue en Granada, retoma en 1735 esta apología del agua como gran remedio, que de extenderse haría peligrar, entre otras cosas, la rentable industria de los sangradores, y había de provocar apasionadas disputas gremiales, que observa desde cierta distancia el filósofo Feijoo: el agua ya inunda en 1739 varias de las “Paradojas médicas” del discurso X del tomo octavo del Teatro Crítico.
En plena disputa y defensa de su método decide Juan Vázquez de Cortés recuperar a su favor una obra de Manuel Gutiérrez de los Ríos, que publica con este título: Juicio, que sobre la método controvertida de curar los morbos con el uso del agua, y limitación en los purgantes formaba el Dr. D. Manuel Gutiérrez de los Ríos presbítero, médico de Cádiz, doctor del claustro de medicina de Sevilla, protonotario apostólico, y dignidad de la Santa Iglesia de Roma (Imprenta de José Navarro Armijo, Sevilla 1736, [44]+160 páginas). En “Al lector. Prólogo que hace Don Juan Vázquez de Cortes Médico de Sevilla, a cuya diligencia sale a luz esta obra”, asegura Juan Vázquez de Cortés que, al fin del siglo XVII, floreció en Zaragoza un catedrático de prima, José Casalete, que defendía la conclusión “Similia similibus curantur”:
1736 «No padecen ese achaque todos los helmoncianos. Boerhaave dice a Helmoncio princeps in arte fol. 7. prolegom. En Zaragoza floreció al fin del siglo pasado Don Joseph Casalete catedrático de prima de aquella Universidad, y del primer crédito en el pueblo, el cual defendió en ella la conclusión: Similia similibus curantur, y leyó dos materias de potu aquæ frigidæ, de potu aquæ calidæ: sangraba, y no purgaba porque carecía, como yo de los arcanos de Helmoncio, contentándose, a su pesar, como yo al mío, de saber sus teoremas, y sutil filosofía. No es (ni decente decirlo) escoria de ella la física de los hornillos: mejor bocado es de mano propia, que de ajena.» (Juan Vázquez de Cortés, “Al lector. Prólogo, que hace Don Juan Vázquez de Cortés Médico de Sevilla, a cuya diligencia sale a luz esta obra”, en Juicio sobre el método de curar los morbos con el uso del agua…, Sevilla 1736, vuelto de la hoja signada ¶¶¶¶ 2.)
“Similia similibus curantur” en el prólogo de Juan Vázquez de Cortés a Juicio sobre el método de curar los morbos con el uso del agua, Sevilla 1736.
1752 «Der gelehrte Medicus Paracelsus ist der Meinung, das Similia similibus curantur, das hitzige Zuständ mit hitzigen Arznen-Mittlen gehenlet werden.» (Cyrillus Riga [1689-1758], Horti Plantationum Irrigatio Catechetico-Moralis. Christliche Lehr Und Sitten-Predigen, Augsburgo y Wurzburgo 1752, pág. 1119.)
1832 «En oposición con el antiguo dogma de la medicina paliativa, contraria contrariis, la observación, la reflexión y la experiencia de Hahnemann le han llevado a dar esta sentencia similia similibus curantur, o en el lenguaje del poeta: ...One fire burns out anothers burning / One pain is lessen’d by another's anguish: / Take thou some new infection to the eye, / And the rank poison of the old wil die. Versos que prueban como Shakespeare (“Un fuego, apaga otro fuego; una pena se dulcifica por otra nueva; que tu ojo contraiga una nueva afección, y la antigua fenecerá”, Un clavo saca otro clavo) decía ya tantas cosas sin saberlas, era también un homeopatista.» (“Nueva medicina alemana, o doctrina de la Homeopatía”, Anales de Ciencias, Literatura y Artes, Madrid, abril de 1832, páginas 77-121.)
1835 «Tres dificultades que vamos a evaluar se presentan casi siempre al pensamiento del médico que empieza a oír hablar de la homeopatía. Con el tiempo y una vez bien estudiada, podrá encontrar acaso otros obstáculos; pero nuestro actual objeto no es seguramente el de rechazar los ataques que todavía no se ha pensado en dirigirla: solo pedimos su examen, y nos limitamos a debilitar algunas de las causas que a él pueden oponerse. El principio similia similibus curantur, que si estuviera demostrado, sería a no dudar de la primera importancia, ¿merece la molestia de profundizarle? ¿Existen en el estado actual de nuestros conocimientos, algunas probabilidades que nos animen, o por lo menos que nos autoricen a este trabajo? No en verdad, si como ingeniosamente se ha dicho, y como con tanto placer se repite, Hanhemann nada encontrara mejor que un hachazo para curar un sablazo, o arrojar por un balcón al hombre que haya podido caer de una ventana. Mas se halla muy distante de ser este el procedimiento de Hahnemann; tiene demasiada sensatez para querer ostentar tanta agudeza.» (Carta sobre la homeopatía dirigida a los médicos franceses por el Conde S. Des Guidi, Doctor en Medicina y en Filosofía, Inspector de la Universidad en la Academia de Lyon, Miembro de varias Sociedades Literarias, &c. Traducida y dedicada a los profesores españoles por el Doctor López-Pinciano, Madrid 1835.)
1843 «Una grande controversia, cuyo teatro es toda la Europa, se está agitando hoy con motivo de la aparición de la reforma médica fundamental hecha por el Dr. Samuel Hahnemann; lo que hace que el mundo médico se halle dividido en dos grandes bandos o partidos, el uno llamado Alópata y el otro Homeópata: el primero sigue las doctrinas de la antigua escuela o alopática (Alopática: se ha convenido generalmente en nombrar así toda doctrina y toda escuela médica que no es la homeopática) y campea bajo la enseña de contraria contrariis curantur. El otro establece el tratamiento de las enfermedades según la doctrina nueva o reformada, cuyo distintivo es similia similibus curantur. Uno y otro partido, como declara el lema de sus banderas, tiene pretensiones, bien opuestas. El alopático, se esfuerza en persuadir que él solo está en posesión de la verdadera ciencia médica, y que la nueva doctrina u homeopática no es nada real, ni a nada puede conducir su práctica, más que a perder en inacción un tiempo muy precioso, cuando se destina sin tardanza al socorro de nuestras enfermedades. La escuela moderna, u homeopática pretende también a su vez, que fuera de ella no hay salvación para los enfermos; que la alopatía es un absurdo perjudicial a la humanidad, en tal grado, que su práctica no es para el hombre honrado.» (José Sebastián Coll, Examen crítico filosófico de las doctrinas médicas homeopática y alopática comparadas entre sí, Madrid 1843, pág. 1.)
Un siglo después de las disputas sevillanas por el agua como método terapéutico, en plena expansión e institucionalización de la homeopatía y las diluciones principalmente acuosas propugnadas por el “hermano separado” y nuevo reformador germano Hahnemann, el joven e inquieto médico Ildefonso Martínez, editor moderno de Juan Huarte y de Oliva Sabuco, reivindicador de la tradición médica hispánica preterida por los extranjeros europeos, encuentra gozoso en 1847, en plena crítica razonada contra sus amigos y compañeros homeópatas (como Román Fernández del Río, cofundador con él en 1839 de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Emulación e Instrucción Recíproca, nacidos ambos en 1821 y muertos por el colera por los mismos días de 1855), que el Similia similibus curantur, que los nuevos sectarios creen gran innovación de Hahnemann, era ya predicado un siglo antes por un catedrático de Zaragoza. (Y poco importa que Martínez, en el apresuramiento de trasladar su hallazgo, atribuya la noticia a Manuel Gutiérrez de los Ríos y no a su editor Juan Vázquez de Cortés.)
1847 «Precisamente al desarrollar los buenos principios que sobre este particular han defendido nuestros españoles, nos hemos encontrado un trozo, que a la verdad nos ha llenado de placer, y que tiene una relación directa con el punto en cuestión. Hablando contra los purgantes un médico célebre de Cádiz (1. Juicio sobre el método de curar los morbos con el uso del agua, por el doctor D. Manuel Gutiérrez de los Ríos, Sevilla 1736) en la segunda hoja de su prólogo, estampa las palabras siguientes: “En Zaragoza floreció a fin del siglo pasado D. Joseph Casalete catedrático de prima de aquella universidad y del primer crédito en el pueblo, el cual defendió en ella la conclusión: Similia similibus curantur, y leyó dos materias de potu aquæ frigidæ, de potu aquæ calidæ: sangraba, y no purgaba porque carecía como yo de los arcanos de Helmoncio; contentándose, a su pesar, como yo al mío, de saber sus teoremas y sutil filosofia.”» (Ildefonso Martínez Fernández, “En favor del buen uso de la flebotomía, contra la escuela homeopática”, La Verdad, Madrid, 8 de octubre de 1847, n° 3, pág. 10.)
1851 «Probados los vicios de lógica de que adolece la experimentación pura de los homeópatas, ya concebís cuán fácilmente podré patentizaros el absurdo principio llamado ley de los semejantes; ley hipotética, ley fantástica si las hay, ley opuesta a toda idea dada por los sentidos bien ejercidos o empleados. Ora sea como consecuencia lógica y necesaria de la refutación que reducirá a la nada la experimentación pura, de la cual hacen depender los homeópatas su famoso lema similia similibus curantur; ora con argumentos directos que manifiesten lo absurdo de semejante terapéutica, y los sofismas con que pretenden robustecerla, tanto Hahnemann como sus sectarios, no vacilamos en prometer que este principio fundamental de la homeopatía ha de quedar tan pulverizado y destruido como todos los demás de que hemos hablado hasta ahora.» (Pedro Mata, “Desdén de los médicos respecto de la homeopatía: resultados de este desdén”, lección I de Examen crítico de la Homeopatía, Madrid 1851, tomo I, páginas 11-45.)
«Veámosle en el terreno práctico, vamos a verle en sus primeros pasos en el ejercicio de su nueva medicina. La primera realización práctica del principio similia similibus curantur le verifica Samuel Hahnemann en Georgenthal y notadlo bien… ¡en un hospital de locos!… Era en efecto el lugar más a propósito que pudo escoger el reformador, para estudiar prácticamente la ley de los semejantes.» (Pedro Mata, “Espíritu filosófico de Samuel Hahnemann, deducido de su biografía”, lección VIII de Examen crítico de la Homeopatía, Madrid 1851, tomo I, páginas 477-526.)
Similia similibus curantur

«Quien haya presenciado, como yo he tenido ocasión de presenciar en mi práctica los fenómenos que ocasiona en el organismo vivo el envenenamiento por el arsénico, habrá quedado persuadido de la semejanza tan notable que existe entre el cuadro sintomático que produce este veneno y el que presenta el cólera morbo asiático fulminante, hasta el punto de que si no se hubiera tenido la evidencia de la causa de aquellos fenómenos, se diría que la alteración que se observaba no era otra que la enfermedad asiática. Mareos, vómitos, diarrea biliosa primero, después acuosa, retortijones, ardor insoportable en el estómago, sed violenta, calambres en las piernas, ojos hundidos con profundas ojeras, color terroso o azulado de la piel, labios lívidos, frío marmóreo y sudores fríos, todos los fenómenos más notablemente análogos a los del cólera, predominando desde el primer momento el ardor en el estómago y la sed, son producidos por el arsénico. La provechosa acción de este remedio contra el cólera así como la del cobre y algunos otros que emplea la homeopatía en los diferentes citados períodos de esta enfermedad, ha debido ser sospechada por los indios, quienes en un libro de medicina titulado Yugamuni Chintamani, escrito en sánscrito, aconsejan una receta para combatir esta enfermedad que llaman sinanga, muy notable por la extraña mezcla de ingredientes de que se compone, entre los cuales figura el oropimente (o sea el sulfuro arsenical), el cobre bajo la forma de carbonato y otros varios que en deplorable confusión mezclan en su fórmula como si los entregaran al poder del organismo para que este elija entre todos el que más le convenga, haciendo caso omiso de los demás que forman su cortejo.»
Luis Hysern, Método higiénico, preservativo y curativo del cólera morbo asiático, Madrid 1884.
1928 «La Homeopatía no es una rama de la terapéutica, sino una Doctrina completa que tiene por base una ley de la Naturaleza: Similia similibus curantur. Ley de Similitud tan inmutable cual la de la Gravitación, y que en su aplicación práctica, constituyendo una terapéutica científica, se apoya sobre tres principios inconmovibles…» (Augusto Vinyals y Roig, M.-H., “La homeopatía, lo que ha sido, lo que es y lo que puede ser”, Anales de Homeopatía, año I, n° 1, Barcelona 1928, pág. 22.)
2013 «A lo largo de 6 años de investigación, el Dr. Hahnemann recupera el principio hipocrático de “similia similibus curantur”, lo similar cura lo similar, y los avances científicos de su época (farmacólogos de la época como Stoerck) y llega a la conclusión de que para conocer la acción de un medicamento hay que utilizarlo en un hombre sano, estableciendo así la clave de su método experimental: una sustancia que tiene una actividad debe demostrarla en relación a la salud. Una pieza fundamental de esta investigación fue la verificación de que la quinina –conocida por sanar algunas fiebres y dolores de estómago– y que provoca estos mismos síntomas en personas sanas. Así demostró, utilizando el método científico, el fenómeno de similitud entre el poder toxicológico y el terapéutico de una sustancia.» (Universidad de Zaragoza, Cátedra Boiron de Homeopatía, Libro blanco de la Homeopatía, 2013, págs. 20-21.)
2015 «Al establecer este axioma, Hahnemann dedujo el siguiente principio: Similia similibus curentur (29. Ähnliches möge mit Ähnlichem geheilt warden), i.e., lo semejante se cura con lo semejante. Podemos considerar entonces, el año 1796 como el año del nacimiento de la homeopatía, ya que ese año se formuló la primera semejanza del mencionado principio más importante de la homeopatía.» «A partir del análisis del corpus, podemos documentar la existencia de dos fenómenos terminológicos de interés. Por un lado, la coexistencia de sinónimos dentro de la misma especialidad y, por otro, la coexistencia de formas vulgares y especializadas dentro de la misma disciplina. Tal es el caso de […] Ähnlichkeitsprinzip (con sus sinónimos: Ähnlichkeitsgesetz, Ähnlichkeitsregel, Similiasimilibuscurentur, Simile-Regel, Simile-Prinzip, Similegesetz, Ähnlichkeitsbegriff y Homöopathieregel).» (Gustavo Filsinger Senftleben, “HomöoTerm: estudio terminográfico sistemático-descriptivo del lenguaje de la homeopatía basado en corpus en lengua alemana”, tesis doctoral, Universidad de Sevilla, 2015, páginas 39 y 376.)
Antonio Francisco Marqués Arpa, práctico homeópata y doctor en medicina por la Universidad de La Laguna, no tiene inconveniente en comenzar el resumen de su tesis doctoral con un confusa imprecisión, mejorada notablemente en su sorprendente conclusión segunda:
2015 «El principio médico similia similibus curantur fue establecido por Hipócrates y es también denominado como Principio de Similitud o Principio de Semejanza. Históricamente fue retomado por el médico alemán Samuel Hahnemann a partir de 1790.» «Conclusión segunda. El principio terapéutico de similitud (Similia Similibus Curantur) ha sido utilizado en Canarias a lo largo de la historia tanto en el periodo pre hispánico como en el hispánico.» (Antonio F. Marqués Arpa, “El principio terapéutico similia similibus curantur en Canarias”, tesis doctoral, Universidad de La Laguna, 15 noviembre 2015, páginas 4 y 340.)
2018 «El resultado de este experimento le orientó sobre el procedimiento para averiguar los efectos medicamentosos de las sustancias; entonces ensayó con azufre, mercurio, belladona e ipecacuana y en cada prueba confirmaba su razonamiento. Probó sustancias de origen animal, vegetal y mineral. Todo ello, que los elementos con capacidad curativa actuaban en las enfermedades naturales porque en sus efectos primarios producían cuadros semejantes a dichas enfermedades. De ahí dedujo que el principio que regía la terapéutica era el de la semejanza, principio que ya había sido expresado por Hipócrates como similia similibus curantur y que ante la evidencia de los hechos Hahnemann cambió por similia similibus curentur [1. Hahnemann sustituyó el indicativo curantur que constataba un hecho (lo semejante es curado por lo semejante) por el subjuntivo curentur (lo semejante sea curado por lo semejante).]» (Inmaculada González-Carbajal, Homeopatía para plantas y suelos, Federación Española de Médicos Homeópatas 2018, módulo 1, capítulo 4, págs. 2-3.)