Filosofía en español 
Filosofía en español

“Liberalismo”

Parece que el término “liberalismo” comienza a utilizarse por escrito en español a finales de 1811 en Cádiz (donde un año antes las Cortes generales y extraordinarias de la Nación Española, congregadas en la Real Isla de León, habían decretado la noche del 24 de septiembre de 1810 que en ellas residía la Soberanía nacional), como nombre de la escuela o nueva filosofía implantada entre liberales enfrentados en “guerra político literaria” con los serviles. Parece que el rótulo “liberalismo español” no queda impreso hasta diez años después, en Madrid. Seis décadas tardaron los individuos de la Real Academia Española en incorporar “liberalismo” a su diccionario: “LIBERALISMO. m. El orden de ideas que profesan los partidarios del sistema liberal. || El partido o comunión política que entre sí forman.” (RAE, Diccionario, 1869:465.)

Primeros registros en español de liberal, artes liberales, liberalmente, liberalidad, liberalísimo (según CORDE)

Hacia 1275 Alfonso X el Sabio escribe en la General Estoria que “Trasíbulo era buen varon liberal & noble entre los sos”, que Filipo rey de Macedonia “crio el Rey de los thebas que auie nombre eppimanunda, que era varon muy liberal & grand philosopho” y que “el Rey Artaxerses otrossi, luego que esto sopo, como era Rey de grand coraçon & liberal & libre en los fechos que ueye que auie de fazer…”. → “LIBERAL. adj. de una term. Generoso, bizarro, y que sin fin particular, ni tocar en el extremo de prodigalidad, graciosamente da y socorre, no solo a los menesterosos, sino a los que no lo son tanto, haciéndoles todo bien. Es del Latino Liberalis, que significa esto mismo. […] Liberal. Se llama también el que con brevedad y presteza ejecuta cualquier cosa. Lat. Celer. Expeditus.” (Real Academia Española, Diccionario, 1734, IV:396.)

El mismo Alfonso X escribe también ahí “que fizieron los de Caím lo suyo, e que fue de las artes que dizen mecánicas, e los de Set de las artes liberales e de lo que a ellas pertenecié”, que “D'estos linages de Set cuenta Josefo que ovieron ell enseñamiento de las cosas celestiales de la astrología e de los otros saberes liberales e de Dios e ell apostura d'ellos”, que “los que decendieron de Set que assí como lo començaron a aprender de su padre Set e de Adam, que gelo contava cómo lo aprendiera de Dios, que fallaron el saber de las estrellas e de todo el cielo e de todos los siete saberes liberales, e del saber de la física, que es el saber que enseñan las naturas de las cosas, e de la metafísica que es el saber otrossí que muestra coñocer a Dios e a las otras creaturas espiritales”, que Palas “era otrossí muy sabia e muy maestra en el trivio e en el cuadrivio, que son las siete artes liberales, e sobre todo en el cuadrivio”, &c. → “Arte liberal. La que se ejerce con solo el ingenio, sin ministerio de las manos: como son la Gramática, Dialéctica, Geometría, y otras semejantes. Llámase así porque principalmente conviene su profesión a los hombres libres; respecto de que tiene algo de servil el ganar la vida con el trabajo mecánico del cuerpo.” (RAE, Diccionario, 1734, IV:396.)

En 1295 se escribe en una carta de Fernando IV conservada en Salamanca: “Et otrossi, les otorgo por mi et por mis sucessores que les non fagamos premia ninguna en sus elecçiones nin en dar los benefiçios, mas que fagan sus elecçiones liberalmente, sin premia ninguna, assi como manda el derecho.” → “LIBERALMENTE. adv. de modo. Con liberalidad, generosidad y galantería. […] Liberalmente. Significa también ligeramente, con brevedad y sin detención.” (RAE, Diccionario, 1734, IV:396.)

Hacia 1300 el Libro del cavallero Cifar asegura que “quien precia su aver desprecia a sí mesmo & quien precia a sí no se duele de su aver, onde el mejor comienço de la liberalidad es no querer lo ageno de mala parte, que al franco siempre le dará Dios ganancia y al escaso pérdida”, que “el que es liberal es noble de coraçón y amado de Dios, que la liberalidad trae bondades & gana amigos”, que hay dos maneras de largueza, una que se llama prodigalidad y otra liberalidad: “Pero, hijos, mirad que dos maneras son de hombres largos: a los unos dizen pródigos & a los otros dizen liberales. Los pródigos son los que despienden lo que han en comer y en bever & con hombres desconcertados y con hombres de mal consejo & dan lo que tienen a los garçones & a los malos hombres; e los liberales son los que dan sus dones a sus criados & para redemir cativos & a sus amigos para casamientos de sus hijos o para alguna cosa honesta, si les fuere menester. E assí, entre las mejores virtudes de las buenas costumbres es la liberalidad, que toda franqueza es en Dios, que la ama & la precia”, o “que no queráis ser escassos, mas que seáis muy liberales, que quiere dezir francos, que la liberalidad es virtud que siempre se mantiene en dar y en gualardonar.” → “LIBERALIDAD. s. f. Virtud moral, que modera el afecto humano en dar las riquezas, sin otro motivo que el de la honestidad. Consiste en el medio de la prodigalidad y de la avaricia, que son sus extremos viciosos. Es voz Latina Liberalitas, tis.” (RAE, Diccionario, 1734, IV:396.)

En 1506 muere en Burgos el hermoso Felipe I de Castilla, y Alonso de Santa Cruz escribe en la Crónica de los Reyes Católicos que “era mancebo de muy gentil disposición, hermosa cara, muy polido en sus cosas, de muy buen ingenio y entendimiento, liberalísimo en el hacer de las mercedes…”; y del Gran Capitán escribe por entonces Gonzalo Fernández de Oviedo que “fue liberalísimo y muy polido en sus atavíos, é muy del Palacio, é galandecidor é no lastimador en sus donaires, é muy quisto de las damas, en las burlas muy templado é aplacible en las veras, tan varon é prudente é animoso como el tiempo é la ocasion lo pedían”. → “LIBERALISIMO, MA. adj. superl. Muy liberal y dadivoso.” (RAE, Diccionario, 1734, IV:396.)

Algunos usos en Benito Jerónimo Feijoo de liberal, arte liberal, liberalidad y liberalísimo (1728-1760)

«Déseme un Juez íntegro, sin aceptación de personas, perfectamente desinteresado, liberal según sus medios, atento con los nobles, caritativo con los necesitados, afable, y cortesano con todos» (TC 2:1). «Pero Dios, en todo liberal, también en esta parte lo ha sido… […] Mas como los hombres no quieren a Dios liberal, sino pródigo…» (TC 2:4). «Sobre un grande ingenio, y portentosa memoria, fue dotado de inexhausta, y graciosísima facundia: de un genio extremamente amable, liberal, y benéfico. […] Pero lo que importa más que todo es, que no fue menos liberal Dios con él, en cuanto Autor de la Gracia, que en cuanto Autor de la Naturaleza» (TC 2:23). «Uno es esforzado, otro tímido: uno liberal, otro avariento: uno ingenioso, otro rudo: uno travieso, otro reportado: y así en todo lo demás.» (TC 4:2). «Gran Capitán, magnánimo, clemente, justiciero, liberal, religioso, afable, sobrio.» (TC 4:13). «En la Tabla siguiente están los significados a la izquierda de los significantes […] Cuerpo: Cerviz vellosa → Significa: Liberal.» (TC 5:2). «Carlos Octavo, Rey de Francia, fue un Príncipe dotado de muchas de aquellas prendas, que constituyen un buen Soberano, beningo, afable, liberal, compasivo, muy amante de sus Vasallos» (TC 5:4). «Dicen, que uno es iracundo, otro pacífico: uno ambicioso, otro moderado: uno avaro, otro liberal: uno animoso, otro tímido, &c.» (TC 5:10). «Así es propiamente liberal, no el que le derrama, o por antojo, o por ostentación, o por particular afición a los sujetos, a quienes enriquece (todo eso es prodigalidad) sino el que está aparejado a gastarle, siempre que cualquiera motivo razonable, o virtuoso lo pida. […] Liberal es el que socorre a los pobres, premia a los beneméritos, alienta con dádivas a los hábiles, construye edificios útiles.» (TC 6:1). «Aborrece el incontinente al incontinente […] el logrero al logrero […] el soberbio al soberbio […] el impaciente al impaciente […] y, al contrario aman como cómodos el incontinente al casto, el codicioso al liberal, el soberbio al humilde, el iracundo al pacífico.» (TC 7:15). «No pido, que el Héroe sea un Santo, pues no da el mundo este significado a aquella voz; pero parece que de justicia se puede, por lo menos, exigir en el Héroe, que sea clemente, liberal, y observante de su palabra. […] Alejandro fue liberal; Carlos prodigó, y lo peor, que sus profusiones se hicieron muchas veces a cuenta ajena.» (CE 1:29). «Habiendo conspirado unos Caballeros de buen humor en meter gorra a un Cura de Aldea, que era más agudo que liberal, fueron con este intento de mañana a su casa» (CE 2:8). «En materia de Erudición soy liberal de lo poco que tengo; y siendo pobre, me porto como rico.» (CE 2:26). «Es asimismo expresa en la Escritura la liberal profusión que Salomón hacía de su gran sabiduría» (CE 3:4). «No se puede negar, que Luis XIV fue dotado de muchas buenas cualidades: […] estimador del mérito, humano, liberal, propenso a que en el Reino floreciesen las Artes, Ciencias, y Comercio.» (CE 3:19). «Fue Alcibíades hombre de gran corazón, de excelente, y despejado ingenio, de extremada habilidad para todo aquello a que quería aplicarla, de una facundia tan insinuativa, que persuadía cuanto deseaba: liberal, espléndido, y magnífico.» (CE 5:d2). «Vino después Galeno con pluma tan liberal, en orden a la doctrina del pulso, que escribió de él mucho más de lo que sabía.» (CE 5:9).

«Estos tenían Escuela de profecía, como se puede tener de cualquiera Arte liberal, o mecánica…» (TC 2:4). «¿Qué Arte, ni Mecánica ni Liberal, de tantas como son necesarias al servicio del hombre y al bien público, les debe, no digo ya la invención, más ni aun el menor adelantamiento?» (TC 5:11).

«La que se llama liberalidad en los Príncipes, dañosa a los Vasallos. […] Supongo, que la Liberalidad no solo es virtud, sino virtud nobilísima… […] Entre aquellos está colocada la Avaricia; entre éstas la Liberalidad. […] Pero ¿qué es lo que llamamos prodigalidad de los Príncipes? Casi todo aquello, que comúnmente se llama liberalidad. […] Dije de economía, y liberalidad, pues una, y otra virtud se hallan conciliadas admirablemente en la práctica de aquel Soberano. El efecto propio, y esencial de la liberalidad (en doctrina de Santo Tomás) es moderar el afecto al dinero, para que por la nimia adhesión a él no deje de expenderse siempre que fuere justo. […] generalmente cuantas expensas conducen al bien público, pueden ser objeto de la liberalidad; no solo de la liberalidad, mas aun de la magnificencia. […] Finalmente, puede el Príncipe ejercer, no sólo su liberalidad, mas aun su magnificencia, colmando de grandes dones a uno, u otro particular de mérito muy sobresaliente.» (TC 6:1). «Si a la clemencia, liberalidad, y buena fe, se añadieren la continencia, y la templanza, será aun más perfecto, y brillante el Heroísmo. […] Por lo que mira a la liberalidad, todo lo que se puede decir con verdad de Carlos, es, que estuvo más distante que Alejandro de la avaricia, porque pecó en el extremo contrario.» (CE 1:29). «Mira todo un Hemisferio poblado de luceros, y mira, y admira en ellos, no sólo la grandeza, y el poder; mas también la beneficencia, y liberalidad de su Autor, que los encendió para la delicia, no de uno, o pocos Pueblos, sino de todos los mortales» (CE 5:d2).

«A Colbert se debió cuanto se adelantó entonces la Francia en el Comercio, en la Marina, en Edificios públicos, en Ciencias, y Artes, de que fue amantísimo, y liberalísimo Protector.» (CE 3:19).


“liberalismo”

1811 «I. Amigo: acabo de leer en ese papel que llaman Semanario Patriótico un artículo que dice guerra político literaria entre liberales y serviles y quisiera que V. explicase qué casta de pájaros son estos que llaman liberales, y que dicen están en guerra con los que ellos llaman serviles, porque en Inglaterra país de la libertad jamás se ha conocido este título de liberales. P. Se lo explicaré a V. brevemente. Los liberales o libertinos, que es lo mismo, son por lo general unos sansculotes, monos y ridículos imitadores de los de París, hombres desconocidos hasta la época de nuestra revolución, que empeñados en hacer papel, se arrogan el impudente título de reformadores y claman a diestro y siniestro, libertad, igualdad, gobierno popular, regeneración, época de las luces, impunidad &c. &c. Si V. supiese que la mayor parte de estos danzantes no ha saludado la Lógica, y no tienen otros principios, que los que persuaden el negarlos todos, se pasmaría al verlos charlar, y decidir magistralmente y con un aire majestuoso en materias que no han saludado sino por los índices de los libros. […] Tiene V. Abogadillos de aquellos que Cicerón llama Rábulas, o vocingleros que no hacen sino declamar. Tiene V. (y esta clase es la más numerosa) capa rotas de aquellos que se asalarian para aplaudir a los liberales del Congreso. En fin, en todas partes encontrará V. de estos pájaros. Y si V. quiere saber dónde se han formado, vea el manifiesto de Don Antonio Capmany, y si quiere encontrar un lugar donde no haya esta familia, váyase a las partidas del Empecinado, y Espoz Mina, por no hablar de los héroes, Romana, Ballesteros, Alburquerque, Palafox, Mendizábal, Porlier, Armendaris, y otros muchos que han promovido y sostenido nuestra libertad, los cuales, ni son liberales, ni piensan serlo, que a serlo no se habrían portado como héroes, pues hasta este grado no he visto llegar a ningún liberal, y al contrario, entre los que he mostrado a V. como jefes de la escuela del liberalismo, tiene V. quien ha dicho misa a Josef, quien le ha jurado más de una vez, quien se ha estado en Madrid (siendo empleado, que es circunstancia agravante) hasta que las avanzadas del ejército del centro llegaron más allá de Aranjuez, y aun hasta un mes antes de instalarse las Cortes.» (“Artículo comunicado. Conversación entre un Patriota y un Inglés”, El Censor General, Imprenta de Guerrero, Cádiz 1811, n° 5, págs. 67 y 70.)

1812 «¿El Censor en su generalidad contiene otra cosa que la defensa de la religión, de sus buenos ministros, de los usos y costumbres de la iglesia y un justo discernimiento de los derechos existentes y reales del hombre, no de los ideales a que únicamente se limitan los protectores del liberalismo? ¿Y será insensato el que lea semejante periódico? ¡Que delirio! Me acuerdo haber leído en el célebre Valsechi, que una de las fuentes de la impiedad es la lectura de los libros de los libertinos, y he aquí sino me engaño, la piedra de toque para discernir los hombres sensatos de los que no lo son. Los liberales y los mismos que no se dignan leer el Censor, reconocen por sus maestros a Montesquieu, Rosseau, Espinosa, Bayle, Puffendorf, Henecio y otros tales escritores del derecho natural y público: las luces que estos difunden, como que son verdaderas tinieblas, son incompatibles con las del evangelio, único regulante de la razón ofuscada con las tinieblas de la ignorancia: así es que esta clase de hombres no necesitan leer el Censor para despreciarlo; bástales saber su desafecto a la nueva filosofía y al liberalismo, y al momento pronuncian el fallo contra él: lo más ridículo de todo es que tienen su secta, y unos discípulos tan aguerridos a las máximas de sus maestros que no esperan como los de Sócrates oír el juicio del maestro…» (“Señores editores del Censor”, Censor General, Cádiz, martes 14 de enero de 1812, n° 6, pág. 43.)

«¿Se acuerda del uniforme consentimiento con que los señores liberales defendieron pro aris et focis al periodista, guia y norte del liberalismo, y comandante en gefe de los periodistas liberales, salvo siempre el imprescriptible derecho del Semanario patriótico? […] ¿Se acuerda V. en fin de lo demas, que tanto pública como privadamente se dijo, se hizo, y se intrigó en este negocio? ¿Quién a vista de todo ello habia de esperar la extraña mutacion que admiramos? ¿Quién, este trastorno de ideas y de cosas que estamos palpando, y apenas podemos persuadirnos? ¡Oh Fuentes angélicas! vosotras sois las que habeis obrado este milagro. A vosotras se os debe esta conversion maravillosa, por donde la faz del liberalismo se ha cambiado. Vosotras habeis hecho que el respeto que no se le tenia a Cristo, a sus apóstoles, a sus doctores y a su Iglesia, se le tenga al memorable opúsculo en que estáis estampadas. […] Fecha donde las otras en 15 de abril de 1812. El Filósofo Rancio.» ([Francisco Alvarado, 1756-1814], Carta décima quinta del filósofo rancio: cuarta al jansenismo en la persona de su procurador general Ireneo Nistactes, reimpreso en Mallorca, en la imprenta de Felipe Guasp, año 1814, págs. 3-4.)


“liberalismo español”

1821 «El liberalismo español está, pues, fundado en los verdaderos principios, que tienen en el día las buenas doctrinas políticas. El poder, inviolable en su jefe, y responsable en sus ministros, es el que basta para el orden y no alcanza para la opresión: los ciudadanos y sus propiedades están bajo la salvaguardia de la ley, que ellos mismos hacen. La administración de la justicia es independiente. Los cuerpos municipales son nombramiento de sus administrados. El rey, y el consejo de Estado que reúne los votos del poder y del cuerpo representativo, velan por la conservación del orden con la autoridad suficiente en una nación que no se deja llevar con facilidad a medidas tumultuarias. Así que podemos lisonjearnos de que los liberales españoles quieren y profesan la libertad que es dado gozar a un pueblo diseminado en un vasto territorio, acostumbrado a los usos propios de la monarquía, y que ante todas cosas se ve obligado por la pérdida de sus colonias, a dar un impulso poderoso a su industria y a su comercio. Este es el verdadero colorido del partido liberal de España.» (“Verdadero punto de vista, bajo el cual debe considerarse la revolución de España en 1820”, El Censor, periódico político y literario, Madrid, sábado 18 de agosto de 1821, n° 55, pág. 20.)

1822 «Los españoles no deben esperar elogios de un partido enemigo de la libertad y de las luces, y que ha declarado la guerra al siglo, por sostener las envejecidas pretensiones de su vanidad. Mas a lo menos debíamos esperar aquella justicia que no se niega al mayor contrario, y aquel respeto que merece toda nación, y que bien examinado no es más que el respeto que el que habla o escribe se debe a sí mismo. Pero nada se debe esperar de una facción en minoría ansiosa de poder, y que encuentra a cada paso que da en su peligrosa carrera oposiciones invencibles. Jamás encontrará gracia el liberalismo español en la aristocracia francesa. Se nos prodiga el nombre de facciosos, como si una nación entera pudiera ser facciosa…» (“Apología de la nación española contra las calumnias de los aristócratas franceses”, El Censor, periódico político y literario, Madrid, sábado 6 de abril de 1822, n° 88, pág. 244.)

«La nación española se halla en una situación verdaderamente singular e incomprensible. Si por un lado el restablecimiento de la libertad en España, alarmó a todos los gabinetes, e inspiró los mayores recelos a todos los déspotas; si el poder arbitrario se vio amenazado en todas partes, desde que resonó en las Cabezas el grito del libertador; si la diplomacia de todas las Cortes, no cesa de combatir el liberalismo español como el mayor enemigo que jamás se le ha presentado, por otro lado vemos que el gabinete que más debía temer nuestro influjo, el más odiado de sus pueblos, el más despreciado en toda Europa, nos insulta impunemente, conspira con el mayor descaro contra nuestra libertad, y nos declara una guerra verdadera a que nosotros no oponemos sino una paciencia criminal, una fría indiferencia y un sufrimiento ignominioso.» (“Política”, Nuevo Diario Español, Constitución y Rey. Economía y Justicia, Jueves 18 de abril de 1822, pág. 383.)

«Así hablan los ultras de Francia, y es bueno saberlo: por lo menos no cogerá de susto a nadie la suerte que le espera, si lo que no nos parece posible, llegasen algún día a triunfar los curas valerosos. Nuestro caballero andante aconseja a S. M. el rey de Francia que haga la guerra al liberalismo español con el título modesto de mediador entre el rey de España y su pueblo. En este paraje que no copiamos por ahorrarles mucha náusea a nuestros lectores, se apodera del escritor un entusiasmo muy ridículo, apostrofa a Luis XVIII, y le dice cosas muy buenas acerca del último ministerio francés, que no quiso hacer la guerra a la España.» (“De la revolution de Espagne et de sa crise actuelle, par Mr. Alphonse de Beauchamp, Paris 1822”, El Censor, periódico político y literario, n° 96, sábado, 1 de junio de 1822, pág. 407.)

1823 «Ha llegado a nuestras manos impreso el siguiente Documento histórico, que nos abstenemos de comentar, aunque extrañamos que así se mintiera en agosto de este año con respeto a Asturias y Galicia, y nos sorprende que se apoye con firmas como las que van al fin. “A los ciudadanos Ingleses Miembros del Ayuntamiento y de la Asamblea Patriótica de Londres, Protectores de la independencia y libertad de España.– Las Autoridades y Patriotas de la ciudad de Palma, capital de la provincia de las Baleares. No es poca cosa, ciudadanos ilustres […] Y a vista de esto, ¿qué restará de parte de nosotros? No lo sabemos decir; y sí confesar que no hallamos compensación adecuada al valor infinito de vuestra generosidad: ésta hará que sin peligro de zozobrar triunfemos de la tiranía y de los tiranos que nos atacan: hará que pronto pronto veamos el suelo español despojado de los satélites que ha enviado el déspota vecino, mandatario de los demás de la infame y sacrílega alianza; y hará tal vez que nuestra fortuna sea el principio de la de los demás hombres. Sí, protectores nuestros, sí, en esta inteligencia estamos: mas sabed que no os equivocasteis cuando en vuestra asamblea atribuisteis a los españoles la decisión eficaz de defender hasta morir su libertad, así como defendieron en apuros mayores su independencia con la ayuda vuestra; ni os engañasteis tampoco en dejar de creer las falacias y supercherías del gobierno que nos hace esta injusta y alevosa guerra; de la cual se hubiera abstenido quizás, si el liberalismo español hubiese tratado a su tiempo de otra manera a la superstición y a la aristocracia, en cuyos elementos ha fijado aquél vanamente su confianza. No os equivocasteis, repetimos, y mienten los franceses al decir en sus papeles que han nacionalizado todo el círculo español, sustituyendo al Escudo Constitucional el de su pretendido e infame absolutismo. […] Estos son nuestros sinceros sentimientos: recibidlos, renunciando a vuestra delicadeza, con el agrado que piden nuestro amor y gratitud. Palma, en la Isla de Mallorca, a 30 de agosto de 1823.– El Comandante general, por sí y por las tropas del ejército de su mando, el Conde de Almodóvar.– El Obispo por sí y por el clero de la Isla: Pedro, obispo de Mallorca.– El Jefe político, por sí y por todas las corporaciones de la Provincia, Gines Quintana.– El Intendente, por sí y por los empleados en la provincia, Lorenzo Peraveles.– El Alcalde constitucional del Ayuntamiento de la Capital, por sí y demás individuos, Gerónimo de Alemany.– Mallorca: Imprenta de Domingo García”.» (El Restaurador, Madrid, martes 23 de diciembre de 1823, n° 156, págs. 1350-1351.)

1827 «Cansado estaba Mr. Kinsal de oír tantas que le parecían necedades, y bien de veces quiso interrumpir al orgulloso orador; pero le detuvo la curiosidad de ver en donde éste iría a parar con tal sarta de disparates. Violo por fin, y visto les dijo: con que, señores astros y lumbreras del liberalismo español, ¿son esas las tantas y tan evidentes demostraciones que vmds. tenían у tienen para convencerme de que la soberanía del pueblo no es como yo pensaba una herejía política, un absurdo el más detestable en sí mismo y en sus horrorosas consecuencias? ¿No tienen vmds. más ni mejores argumentos para arrancarme de la firme persuasión en que estoy de que la sola aceptación que esa execrable herejía ha tenido en nuestros días y en muchos pueblos de Europa es un borrón indeleble para nuestro siglo, y un auténtico testimonio de su corrupción y ceguedad?» (S. B., “Carta décima, R… 18 de mayo de 1824”, El secreto revelado en cartas confidenciales, que un constitucional rezagado escribía a sus amigos refugiados en Londres, Imprenta de D. E. Aguado, Madrid 1827, págs. 231-232.)

1828 «84. Basten estos ejemplos para dar alguna idea de la especie de embriaguez filosófico-jansenística que dominaba en aquella época las cabezas de muchos españoles, de estos españoles tan graves y sensatos, o según el estilo moderno, tan tenaces de sus máximas antiguas, y tan supersticiosamente adictos a las preocupaciones de sus antepasados: de los mismos españoles, que por testimonio de todos los regeneradores del mundo, van atrasados en dos siglos, y solo por una especial providencia de Dios dejan de andar todavía en cuatro pies, como poco hace lo decían los apóstoles del Liberalismo español. (1. El Liberalismo solo por adopción es español, no menos en cuanto al nombre, que en cuanto a la substancia. Entre millares de pasajes que lo prueban, me ocurre uno digno de copiarse. “La palabra liberal, tomada metafísicamente, me ha servido tanto como la verdadera liberalidad. Las expresiones de ideas liberales, y sentimientos liberales, que a nadie empobrecen, y encantan a los ideólogos, son de invención mía. Este talismán, inventado por mí, nunca servirá más que para promover mis intereses, y abogará siempre por mi gobierno aún en manos de aquellos que me han destronado.” Así hablaba el tirano de Francia, prisionero en la isla de Elba (Machiavel. commenté par Napoleon Buonaparte, pág. 153, not. 2, ed. de París de 1816).)» (Un Prebendado de la Santa Iglesia de Toledo [Fernando Prieto Mestas, 1793-1839], “Bosquejo del Jansenismo”, Biblioteca de Religión, Madrid 1828, tomo XVIII, págs. 250-251.)

1835 «Sus protectores no dudo que lo conozcan, y si ha habido deferencias poco ventajosas, que han retardado nuestros progresos, no dudo que nos vamos armando a la restauración del perdido tiempo. Es bastante sensible el que la Abeja, como periódico ministerial, no haya sido más circunspecta porque no puede alcanzarse hasta qué punto ha conducido la decadencia de la opinión del liberalismo español y del extranjero, y cuanto ha alentado y reforzado los designios dw los caudillos de la retroacción.» (“(concluye el artículo inserto en nuestro número de ayer)”, Eco del Comercio, Madrid, lunes 29 de junio de 1835, pág. 2.)

1836 «Mas aunque la academia española sea la que ha ofrecido hasta aquí los premios de elocuencia, parece propio también del Ateneo, en donde se cultiva o debe cultivarse según su instituto la elocuencia. No titubeamos para invitar a esta corporación patriótica, hija de la libertad y del patriotismo, a fin de que anuncie un concurso de elocuencia y otro de poesía, en que se pague justo tributo al héroe que la fortuna, el celo patrio y sus desgracias dan el primer lugar entre los mártires del liberalismo español. Indicaríamos algún modo de adjudicar estos premios de una manera cívica, que estimulase a la gloria del ingenio, como hacían los atenienses en sus fiestas dionisíacas; pero pensamos que la ilustración y el patriotismo de los individuos del Ateneo no ha menester consejos para hacer lo más conveniente: basta proponer el pensamiento para esperar que se consumen nuestros deseos. Del Ateneo son algunos de los que con más calor han pedido el recuerdo de Riego: en el Ateneo hay literatos distinguidos, amigos, compañeros sayos, o salvados de un presidio por el esfuerzo del primer campeón de 1820: a estos toca por cariño o por reconocimiento contribuir de todos modos a eternizarle.» (“Don Rafael del Riego”, Eco del Comercio, Madrid, miércoles 20 de abril de 1836, pág. 3.)

1837 «(6) Eso quisiéramos nosotros, que se acercase el desenlace. Cuál ha de ser éste todos los sabemos; el cuándo es lo que nos mata. Estamos plenamente convencidos de que si desde un principio Isabel y Carlos hubiesen tenido que luchar con sus propias fuerzas, sin influjo alguno bueno ni malo, venido de extranjis; el desenlace habría llegado ya tiempo ha; pero como D. Carlos, aunque no representa más que una fracción muy insignificante de la opinión española, tanto por el número, como por las clases; está apoyado por el oro, protección y manejos de todo el absolutismo europeo, poderoso, tenaz, y dispuesto a no perdonar medio alguno para sostener la vieja monarquía por derecho divino; de aquí resulta que el liberalismo español ha encontrado un mar de dificultades que vencer, para combatir a un enemigo, que cual otra hidra lernea, cuantas cabezas se le corten, otras tantas retoña inmediatamente.» ([Conducta de la Francia con relación a la España], El Constitucional, Barcelona, martes 8 de agosto de 1837, n° 8, pág. 2, nota 6.)

1881 [Melchor Rafael de Macanáz, 1670-1760] «De Valencia pasó a intendente de Aragón, de cuyas antiguas libertades era acérrimo enemigo, como bien lo declaran ciertos discursos jurídicos, históricos y políticos, que contra ellas escribió: obra farragosa e ilegible, que, con muy mal acuerdo, ha sido sacada estos últimos años de la oscuridad en que yacía. ¿Qué pensar del criterio histórico de un hombre que llamaba a los fueros de Aragón “injustas concesiones arrancadas a los Reyes a fuerza de levantamientos sediciosos”? ¡Y éste es uno de los patriarcas y progenitores del liberalismo español!» (Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, libro VI, capítulo 1, III, Librería Católica de San José, Madrid 1881, tomo 3, pág. 47.)

1883 «Los dos poetas a que nos referimos salieron de la escuela salmantina, grupo literario, sobre cuyas tendencias y carácter ya se ha dicho algo en una nota anterior. Era el primero de ellos D. Manuel José Quintana, ingenio varonil y adusto, con cierta rudeza espartana y estoica, que llegaba a degenerar en afectación, mezclada siempre (no obstante) con verdadera grandeza. Fué el patriarca del liberalismo español, y el eco más robusto y sonoro que tuvo entre nosotros la filosofía del siglo pasado. Hombre verdaderamente de una sola pieza, recio y entero, tuvo la fortuna singular y envidiable de que en su frente reverdeciesen los lauros de Tirteo.» (Marcelino Menéndez Pelayo, “Adición sobre la historia interna de España en este período”, en Nuestro Siglo, reseña histórica… por Otto von Leixner, traducido del alemán, revisada y anotada por don Marcelino Menéndez Pelayo, Montaner y Simón, Barcelona 1883, pág. 139.)

1906 «El liberalismo fuerista. Aquí palpáis, señores, el origen de la disidencia que fue desarrollándose dentro del liberalismo basko-nabarro, y que en cierta medida corresponde a la escisión de moderados y exaltados que entonces sobrevino en el liberalismo español. La tendencia fuerista y constitucional asoma tímidamente la cabeza en el informe que emitió el 25 de Marzo de 1820 la comisión nombrada para dictaminar sobre la analogía entre la Constitución bizkaína y la española.» (Arturo Campión [1854-1937], “Nacionalismo, fuerismo y separatismo”, conferencia dada en el Centro Vasco de San Sebastián la noche del 7 de Enero de 1906.)

1908 «No hay nada más egoísta que el liberalismo español. Todas esas montañas de entusiasmo que produjo la Asamblea de Marzo, ¿a qué se redujeron al llegar la hora de la cotización? A menos de doscientas mil pesetas. Y eso lo dieron en general los pobres, los que se lo quitaban del pedazo de pan de cada día. Una indicación de Don Carlos basta para que sus adeptos le entreguen millones. Ahora mismo una mujer española ofrece cerca de cinco millones de pesetas para fundar una Universidad católica. Nada parecido se ve en el liberalismo español. Pasarán de veinte los millonarios republicanos peninsulares y muchos más los residentes en América, y ninguno ha sido capaz de acercarse a Salmerón y decirle: –Ahí tiene usted un millón para el Tesoro de la República.» (Fernando Lozano Montes [1844-1935], “Veinticinco años de batalla”, Las Dominicales del Libre Pensamiento, Madrid, viernes 24 de enero de 1908.)

1922 «En la manifestación organizada por el Ateneo de Madrid para que no se malogre el proceso de las responsabilidades por los descalabros de Marruecos, ya no podrá ir el conde de Romanones ni a la cabeza ni a la cola, como amagó días pasados; lo primero, porque ya no es presidente de la insigne Asociación de cultura; lo segundo, porque todavía no es costumbre en España que los ministros realcen con su presencia las manifestaciones populares. […] Ha sido notorio acierto del Ateneo actuar de núcleo o aglutinante de la manifestación pública en pro de las responsabilidades. […] fue el Ateneo asilo de perseguidos, tribuna de amordazados, caja de resonancia del espíritu liberal. En medio de la marea creciente del despotismo, fue la roca no anegada por la inundación. Y, sobre todo, fue la sístole en que afluía y se concentraba la sangre del liberalismo español, y ahora, llegada la diástole, la devuelve, en riego fertilizante, sobre todo el haz del país. […] En fin, esta manifestación de hoy es un símbolo: el símbolo de lo que debe ser la próxima lucha del liberalismo español por la renovación política del país. Todas las fuerzas liberales de España han vivido, en estos últimos años, desunidas, y no sólo desunidas, sino deshaciéndose mutuamente. Bien está la diversidad y riqueza de idearios y matices; pero sin una tendencia común y sin una unificación de fuerzas en las horas de peligro colectivo o ante los enemigos históricos, todo matiz y toda ideología serán superfluos. Si el liberalismo español, en su acepción más genérica y espiritual, no renuncia a su régimen de organización cabileña y no sacrifica torpes particularismos tribales a la tarea de reconstituir la personalidad histórica de España, en el reparto de las responsabilidades por que hoy se manifiesta, la suya será la mayor.» (Luis Araquistain [1886-1959], “[Manifestación por las responsabilidades en África organizada por el Ateneo de Madrid el domingo 10 de diciembre de 1922]”, El Sol, Madrid, domingo 10 diciembre 1922.)

1924 «Lo que significa el liberalismo. Quiero ahora explicaros lo que para mí durante mi vida, no ya muy corta, significa el liberalismo. No es lo que os voy a decir nada doctrinalmente abstracto; es más bien algo histórico. Y me vais a permitir que la mayor parte del tiempo la emplee en desarrollos históricos. Porque la política es Historia y la Historia tampoco es, fundamentalmente, más que política. Puede decirse que en la Historia, lo que en una u otra forma no es política, es arqueología, es algo muerto. La Historia viva es otra cosa, es el esfuerzo constante del pasado por hacerse porvenir, de la tradición por hacerse progreso o hacerse utopía. Oí este nombre de liberal, cuando por primera vez lo oí, opuesto a un nombre muy concreto: al nombre de carlista, y lo oí en mi propio hogar. Y sonaba ese liberalismo doméstico con un cierto son que podríamos llamar religioso, iba unido a una cierta modalidad de sentir, de entender y hasta de practicar la religión aparentemente común a unos y a otros: a liberales y a no liberales. Llevaba consigo una cierta nota de sobriedad en ciertas manifestaciones puramente aparenciales, litúrgicas, o que yo diría supersticiosas. Llevaba también aquel liberalismo una nota puritana, casi cuáquera y cuando yo más tarde me percaté de aquella manera de sentir la religión común, la de la Iglesia oficial española, con un cierto tono, con una cierta modalidad, como os digo, puritana y cuáquera, comprendí desde luego, qué había en el fondo de liberalismo y cómo el liberalismo político era un hijo de la Reforma.» (Miguel de Unamuno [1864-1936], Tres conferencias sobre liberalismo español, Montevideo 1924, 63 págs. [Unamuno no utiliza el rótulo “liberalismo español” en estas tres conferencias, pronunciadas en Bilbao los días 5, 7 y 8 de enero de 1924, en la Sociedad El Sitio, el Círculo Socialista y el Casino Republicano –conferencias determinantes de su destierro a Fuerteventura en febrero de 1924–; cabe suponer que se debe a Luis Bertrán, que presenta en marzo esta edición uruguaya.])

1934 «Si como erudito, sus estudios sobre las Antigüedades hispano-hebreas y sobre El Origen de la lengua tienen el más alto interés, Martínez Marina, como político, es, acaso, el hombre cuyo pensamiento ejerció la máxima influencia en el liberalismo español del siglo XIX, como lo demuestra su Teoría de las Cortes, verdadero catecismo de los constitucionales de Cádiz, que llevaron la influencia de las doctrinas de Martínez Marina al Código fundamental de 1812.» (“Martínez Marina (siglo XIX)”, prospecto de la Biblioteca de la Cultura española, publicada bajo la dirección de Francisco Vera, M. Aguilar, Madrid 1934.)

1942 «Esta coincidencia representa un fenómeno de la mayor importancia. (Proporcionó el argumento sobre que venimos escribiendo). México, por ejemplo, torturó rebeldes y quemó herejes; lo mismo hicieron Tordesillas, Valladolid o Granada. Pues España impuso en América, en su doble faz despótica y generosa, el estilo y sistema de vida que ella tenía y tiene para vivir. Los criollos liberales rompieron un día con España mientras el liberalismo ibérico (incrustado en un Estado cuyas instituciones involucionaban hacia lo anti-moderno), fue derrotado una y otra vez. La última en 1936-39. La suma total resulta, por lo tanto desalentadora aunque, tratándose de España, quepa siempre una esperanza contra la esperanza misma. Los criollos lograron un día librarse de España, pero el liberalismo español no ha logrado todavía su victoria definitiva. Tales son los hechos.» (Francisco Carmona Nenclares [1901-1979], “Hispanismo e hispanidad”, Cuadernos Americanos, México, mayo-junio 1942, 3:43-55.)

«La España dividida y exteriormente inerte del siglo XIX quedó englobada en el sistema del Imperio inglés. El liberalismo español entregó a Inglaterra gibraltares de nuestra economía: minas, ferrocarriles, bancos, centrales eléctricas…» (Antonio Tovar [1911-1985], “La Guerra presente ante la Historia de España”, La Joven Europa, Berlín, diciembre 1942, cuaderno 12, págs. 14-18.)

1949 Mariano Granados [1897-1973], Mendizábal: un momento del liberalismo español, México D. F. 1949, 30 págs.

1953 «Hacia 1832 volvió de nuevo a la Corte. El 13 de octubre de este año, con objeto de hacerse notar, escribe una Memoria sobre la situación actual de España, que es una alabanza de las dotes de Fernando VII y un duro ataque a los partidarios del infante don Carlos. El primer punto en que se apoya Donoso para su labor política puede resumirse en estas líneas: defensa del trono de Isabel, adhesión a los principios liberales con un sentido conservador y burgués, que le hará formar en la etapa siguiente en el grupo moderado, al que se adscribe resueltamente. La Memoria tuvo una feliz acogida en la prensa. Federico Suárez Verdeguer afirma que “el mayor servicio que podía haber recibido el liberalismo español en 1832 lo prestó Donoso Cortés con su Memoria sobre la Monarquía”.» (Santiago Galindo Herrero [1920-1977], Donoso Cortés, Temas españoles 26, Madrid 1953.)

«Era consecuente Pradera con el tácito fuerismo postulado por el infante Don Carlos al tomar el nombre de Carlos V. Las tropas y las guerrillas del carlismo en las Vascongadas y Navarra, habíanse levantado para defender la ley sálica, y también para impedir que los fueros desaparecieran por obra de la tendencia unificadora del Partido Liberal. Desde la Constitución del año 1812, el liberalismo español ha sido tenazmente unificador. Más tarde, en 1872, empezada la segunda guerra civil, Carlos VII devolvió sus fueros a los catalanes.» (Carlos Guinea Suárez, Víctor Pradera, Temas españoles 37, Madrid 1953.)

1961 «Por eso consideramos que, quizá, no sería inútil iniciar una discusión cordial, desde nuestras posiciones ideológicas, no con el “marañonismo”, que no existe, sino con los que se declaran continuadores de Marañón, con los liberales españoles de hoy: el tema de esa discusión habría de ser, naturalmente, el liberalismo español de hoy y de ayer.» [I:27.] «El neoliberalismo español. El “liberalismo” contemporáneo es un concepto difícil de precisar, y no sólo en España. Por ejemplo: Bertrand Russell, en su libro Retratos de memoria, afirma que, cubiertos ya en Inglaterra casi todos los objetivos a que aspiraban antaño los liberales, a éstos sólo les queda luchar por dos nobles causas: a) que la legislación castigue a los que maltratan a los animales; y, b) que la legislación deje de castigar a los que practican, libremente, la homosexualidad. Otro ejemplo: cuando se verificó la ascensión del OPUS al poder, algunos articulistas norteamericanos saludaron la llegada de los “liberales” que iban a liberar la economía totalitaria. Pero nos interesa, sobre todo, España. ¿Qué es ser liberal ahora y aquí? Como es obvio, el primer paso habrá que darlo acudiendo al campo de los neoliberales. Una primera definición del concepto es la que recoge la nota editorial de INSULA, ya citada; pero esa definición adolece de amplitud excesiva, pues, en ella, cabríamos, por ejemplo, los comunistas, que no nos llamamos liberales.» [I:28.] «Tal como aparece, la ideología del liberalismo español de nuestros días es una ideología en desarrollo, que se está gestando en medio de la descomposición del sistema de mitos, leyendas y cínicas falsedades que constituían la ideología del franquismo. En esa ideología influyen, con gran fuerza, las corrientes ideológicas burguesas de la España inmediatamente anterior a la dictadura; pero, también, con no menos fuerza, influyen, e influirán más todavía –porque esta última influencia es una tendencia creciente y general en todo el mundo–, el pensamiento progresivo de nuestro tiempo y, en primer lugar, el marxismo.» [I:30.] «¿No seremos responsables nosotros mismos de que el liberalismo español, que en 1820 se convierte en la vanguardia de la revolución en Europa, contagiando a Portugal, Piamonte, Nápoles, a la Francia de Luis XVIII, a la inmensa Rusia de los “decembristas”, no sea citado siquiera por De Ruggiero, el especialista italiano en cuestiones liberales, en su Historia del liberalismo europeo ni en su artículo Liberalismo, en la Enciclopedia de Ciencias Sociales americana?» [I:32.] «Los orígenes del liberalismo español: 1750-1808. Como se sabe, los liberales españoles empezaron a llamarse “liberales” en las Cortes de Cádiz. Pero las Cortes de Cádiz, más que un punto de partida, es la represa donde desemboca todo el desarrollo del siglo XVIII. Como ya supo ver Marx, la Constitución de 1812, fue “un producto genuino y original, surgido de la vida intelectual española, regenerador de las antiguas tradiciones populares, introductor de las medidas reformistas enérgicamente pedidas por los más célebres autores y estadistas del siglo XVIII y cargada de inevitables concesiones a los prejuicios populares”.» [I:34.] «El primer signo de extranjerización del liberalismo español se encuentra en el Informe en el expediente de Ley Agraria, de Jovellanos, aparecido en 1793 que, aunque anterior al periodo que nos ocupa, se convirtió, después, en el programa agrícola de los liberales de las Cortes de Cádiz y, más ampliamente, en la justificación teórica fundamental de la gran burguesía española posterior. El Informe es la crítica de Jovellanos al Memorial Ajustado que, elaborado por Procuradores, Intendentes, Alcaldes, &c., &c., a petición del Consejo de Castilla, fue enviado por este organismo a la Sociedad Económica de Madrid, para que diera su dictamen; la Sociedad encargó del dictamen a Jovellanos.» [I:41.] «El mayor inconveniente de ese mundo es que resulta reducidísimo: cabe en una casa, en la “Docta Casa” del Ateneo de Madrid, como hemos visto. Otro inconveniente es que, en torno a él, el mundo real, sometido a contradicciones cada vez más enconadas, se agita, se queja, perturba la paz y el sosiego del ámbito donde crece el liberalismo intelectual. * * * Casi no es necesario resumir las características generales de ese liberalismo intelectual, pues, a lo largo de este trabajo, hemos dado repetidos ejemplos prácticos de sus manifestaciones, y el lector habrá sacado ya esas características. Sólo diremos, a manera, de síntesis, lo siguiente. 1) El problema de si es nacional o no ha sido “superado”. El liberalismo intelectual es una ideología cosmopolita. Está abierto a todas las corrientes ideológicas, siempre que procedan de pensadores burgueses y pequeños burgueses. La lista de esas influencias extranjeras sería interminable. Al principio son Ahrens, Krause, otros epígonos de Kant y Hegel…; hoy parece ser Camus. 2) Su base teórica no existe. […] 3) Está completamente divorciado de la realidad nacional. […] 4) Es completamente reaccionario. Algunas veces, su oposición a la ideología oscurantista de la Iglesia, le da cierto aire progresivo; pero su anticlericalismo es vergonzante, como el de cualquier secta clerical heterodoxa: refleja su impotencia para encontrar una religión que le permitiese santificar el orden burgués, sobre todo la propiedad burguesa, pero conservando su libertad de pensamiento frente al Índice, la censura y el yugo episcopal. Es una ideología minoritaria, casi de casta. Aparenta estar situada por encima de las clases y los partidos; pero a la hora de juzgar, por ejemplo, entre la reacción y la revolución, carga la mano contra ésta, porque la reacción que está en el poder no le permitiría la ecuanimidad.» [III:68-69.] (Tomás Imaz, “El liberalismo español (I) Con motivo del homenaje a D. Gregorio Marañón. Aclaración previa. El homenaje. El neoliberalismo español. La ‘tradición’ liberal de los neoliberales. Los orígenes del liberalismo español: 1750-1808. La primera extranjerización del pensamiento progresivo español: 1808-1833.”, Nuestras Ideas [Partido Comunista de España], n° 10, Bruselas, enero 1961, págs. 25-51; “El liberalismo español (II). La descomposición del liberalismo: 1833-1868. Los cambios económicos. Las clases.”, Nuestras Ideas, n° 11, abril 1961, págs. 27-43; “El liberalismo español (y III). Las luchas políticas. Muerte y resurrección de la ideología liberal”, Nuestras Ideas, n° 12, julio 1961, págs. 51-69.)

1965 José Larraz [1904-1973], Una crisis del liberalismo español, Instituto de España, Madrid 1965, 22 págs.

1966 «La tarea de desmitizar la imagen del impolítico e intratable celtíbero debe realizarse pronta y limpiamente. Debe realizarse a nivel intelectual, desvelando el uso perenne que de ella ha hecho la reacción y los fáciles malentendidos que pueden extraerse de ciertas tradiciones literarias del liberalismo español. Y debe realizarse al nivel popular. La lucha contra el franquismo –el de ahora y el que quizás vendrá cuando este dictador no exista– es también una lucha contra un tipo de mentalidad.» (Manuel Saizar [Salvador Giner de San Julián, 1934-2019], “La mentalidad española y la democracia”, Cuadernos de Ruedo ibérico, París, diciembre-enero 1966, n° 4, págs. 84-86.)

«Pero Jovellanos es causa permanente de polémica en toda la bibliografía contemporánea, en torno a su significación moral y política. ¿Estamos ante el padre del liberalismo español o ante un reformista anclado en la tradición cristiana? Unos, como Artola, o en su tiempo el presbítero Miguel Sánchez, creen en lo primero, mientras otros, como Menéndez y Pelayo y con él sus exegetas actuales, como Rodríguez Casado, Peñalver, &c., se inclinan a considerarle como un reformador cristiano.» (Rafael Benítez Claros [1919-1972], “Gaspar Melchor de Jovellanos”, Enciclopedia de la cultura española, Editora Nacional, Madrid 1966, 3:776.)

1974 Francisco J. Laporta Sanmiguel [1945], Adolfo Posada. Política y sociología en la crisis del liberalismo español, Cuadernos para el Diálogo, Madrid 1974, 355 págs.

1985 Emilio La Parra López [1949], El primer liberalismo español y la Iglesia: las Cortes de Cádiz, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, alicante 1985, 322 págs.

1990 Miryam Raquel Carreño Rivero, La oratoria sagrada como medio de educación cívica en los inicios del Liberalismo español, 1808-1823, Editorial de la Universidad Complutense (Colección Tesis doctorales 203/90), Madrid 1990, 740 págs.

1995 María Teresa García Godoy, El léxico del primer liberalismo español y mejicano (1810-1814): estudio de lexicología sociopolítica, Universidad de Granada, 11 microfichas.

1996 Alfonso Ortí, En torno a Costa. Populismo agrario y regeneración democrática en la crisis del liberalismo español, en el 150 aniversario del nacimiento de Joaquín Costa, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Madrid 1996, 703 págs.

1998 Luis Arranz Márquez [1945], Genealogía del liberalismo español, 1759-1931, FAES Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, Madrid 1998, 404 págs.

2000 Sagasta y el liberalismo español (exposición organizada por la Fundación BBVA, &c.), Fundación Argentaria, Madrid 2000, 447 págs.

Gracia Gómez Urdáñez [1967], Salustiano de Olózaga: élites políticas en el liberalismo español (1805-1843), Universidad de La Rioja, Logroño 2000, 276 págs.

2003 «La idea de acabar o desmontar el Estado, políticamente hablando, puede encontrarse en los anarquistas españoles, pero, económicamente (y el destino del siglo XX y XXI puede que siga siendo la Economía, precisamente por haberse convertido en Economía política), es heredera, también, del liberalismo español de nuestro siglo de Oro: el arzobispo don Diego de Covarrubias y Leyva, Luis Saravia de la Calle, Luis de Molina, Jerónimo Castillo de Bovadilla, Juan de Lugo y Juan de Salas, y sobre todo Juan de Mariana, que influyeron directamente en Turgot y su laissez faire, laissez passer, y posteriormente en la Escuela austríaca, desde Menger y Von Mises, Hayek, &c.» (Antonio Muñoz Ballesta, “El liberalismo auténtico y la tregua: Rothbard, Negri y Jorge Soros”, El Catoblepas, julio 2003, nº 17, pág. 15.)

2004 «Debemos a Albert Dérozier el estudio Manuel José Quintana y el nacimiento del liberalismo en España; buen conocedor del personaje a la vez que del entorno político del primer liberalismo español, habiendo dedicado además otros estudios al análisis de este momento histórico y del problema político e ideológico. La imagen que se puede tomar del hispanista francés sobre Quintana, a los efectos de ser entendido en el contexto del paso de las ideas ilustradas a las liberales propio también de Jovellanos, puede resumirse diciendo que tenemos en el poeta neoclásico y prerromántico uno de los exponentes más destacados del liberalismo español de las primeras décadas, si bien, al lado de esta clara postura ideológica progresista se observan elementos de excesiva transigencia y un afán integrador políticamente incauto, que es culpable en parte del fracaso liberal en su enfrentamiento con los reaccionarios absolutistas.» (261). «Jovellanos, padre del liberalismo español, a juzgar por los que le adoptaron como maestro, puede ahora bajo esa misma denominación ser interpretado bajo otros ropajes ideológicos. Tarea que van a llevar a cabo en el acto siguiente fundamentalmente el neocatólico Cándido Nocedal y Gumersindo Laverde.» (284). «Recordada la diferencia entre política y moral que nosotros proponemos puede ahora cobrar más sentido decir que Jovellanos representa un rechazo fuerte hacia la moral hegemónica del Antiguo Régimen y que es esta confrontación la que le lleva a buscar las soluciones políticas que finalmente cuajaron en el modelo del liberalismo español. Que en el interior del liberalismo español Jovellanos representó una opción política altamente sensible hacia los problemas morales, lo que le llevó a posturas matizadas y menos expeditivas.» (639). «[Jovellanos] Forma parte de la tradición liberal política lockeana; de la tradición liberal económica smithiana; también de la tradición liberal ético-moral rousseauniana; y es, además, el principal adalid de lo que se puede llamar protoliberalismo español de las Cortes de Cádiz. Ahora bien, Jovellanos añadirá a todo ello su propio sello.» (796) (Silverio Sánchez Corredera [1954], Jovellanos y el jovellanismo, una perspectiva filosófica, Biblioteca Filosofía en español, Fundación Gustavo Bueno, Pentalfa Ediciones, Oviedo 2004, 860 págs.)

2005 Raquel Sánchez García [1968], Alcalá Galiano y el liberalismo español, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid 2005, 516 págs.

2006 Roberto Breña Sánchez, El primer liberalismo español y los procesos de emancipación de América, 1808-1824. Una revisión historiográfica del liberalismo hispánico, El Colegio de México, México DF 2006, 580 págs.

2007 «El tema de si Jovellanos fue de izquierdas o de derechas queda bien enfocado –mínimamente ideologizado–, creemos, si nos limitamos a dejar constancia de los distintos momentos históricos por los que ha transcurrido la historia de España. Cuando Jovellanos moría estaban naciendo las modernas realidades de izquierda y derecha, en sentido político. Según esto, Jovellanos habría sido uno de los impulsores del naciente liberalismo español decimonónico, corriente que consideramos como la segunda izquierda histórica, tras la izquierda jacobina (siguiendo el criterio de Gustavo Bueno{42}). Yo he propuesto que se hable de proto-liberalismo en Jovellanos, porque era naciente y porque contenía orientaciones propias, algunas de las cuales no fueron asumidas por los jóvenes liberales. Después, es obvio que algunas de las ideas de Jovellanos pudieron ser recogidas y utilizadas por la derecha (fundamentalmente, a partir de la etapa que llamo neocatólica, a mediados del siglo XIX). En adelante, la imagen de Jovellanos ha ido ganando en clasicismo y, en consecuencia, se ha ido haciendo más y más ecléctica y más de todos. ¿Es Jovellanos de izquierdas o de derechas, “hoy”? No hay modo de saberlo, sólo podemos repasar la historia. Y, en todo caso, que “sea de izquierdas o de derechas, hoy” dependerá de la capacidad que tenga su ideario de unirse a ideas de uno y otro signo. Sea como fuere, lo importante no se da ya, después de dos siglos, al nivel de las ideologías sino de la filosofía.» (Silverio Sánchez Corredera, “Sobre la filosofía de Jovellanos”, El Catoblepas, marzo 2007, nº 76, pág. 1.)

Pablo Sáez Miguel [1975], Zurbano, vida y mito de un héroe del liberalismo español, Instituto de Estudios Riojanos, Logroño 2007, 258 págs.

Rafael Herrera Guillén, Las indecisiones del primer liberalismo español. Juan Sempere y Guarinos, Biblioteca Nueva, Madrid 2007, 342 págs.

2008 «Lo esencial es que esa “no-izquierda” pretende imponer al conjunto de la derecha española una visión completamente unilateral de la historia y de la política. Una visión, además, completamente errónea. Porque el régimen de Franco es consecuencia de los fracasos e insuficiencias del liberalismo español. En los últimos años, se nos ha intentado presentar tan sólo la cara amable del liberalismo español. Conviene presentar igualmente su «cruz»; una contrahistoria de nuestro liberalismo. 2. La “cruz” del liberalismo español. […]” (Pedro Carlos González Cuevas, “El ideario histórico-político de la “no-izquierda””, El Catoblepas, junio 2008, nº 76, pág. 11.)

Teodoro Martín Martín, El pensamiento político de José María Calatrava, aproximación al primer liberalismo español, Asociación de Profesores Universitarios Jubilados, Madrid 2008, 63 págs.

2009 «A partir de 1820 el liberalismo español ya se encuentra dividido en dos grupos: los moderados o doceañistas, partidarios de la Constitución de 1812 (Canga Argüelles, Villanueva, Martínez de la Rosa), y frente a ellos los exaltados o veinteañistas, para quienes la Constitución de Cádiz debía ser superada (Mendizábal, Alcalá Galiano, Evaristo San Miguel).» «Donoso tiene tan solo veintitrés años cuando escribe la Memoria. Su intención, era, como hemos dicho, darse a conocer, cosa que consigue con creces: Donoso defiende al Rey, se enfrenta a sus enemigos (los seguidores del Infante D. Carlos), y advierte del peligro de la revolución. Todo ello hace decir a Suárez Verdeguer que “el mayor servicio que podía haber recibido el liberalismo español en 1832 lo prestó Donoso Cortés con su Memoria sobre la Monarquía“ {20. Federico Suárez Verdeguer, Introducción a Donoso Cortés, Rialp, Madrid 1963, pág. 26}. En 1832 Donoso, por tanto, defiende el liberalismo en su versión conservadora (“ilustrada”, pero no “revolucionaria”). La buena aceptación por parte de Fernando VII del escrito de Donoso, hace que en febrero de 1833 le nombre Oficial de su secretaría del Ministerio de Gracia y Justicia.» (Joaquín Macías López, “Juan Donoso Cortés, marqués de Valdegamas. 1809-1853”, El Catoblepas, octubre 2009, nº 92, pág. 11.)

2009 Felipe-José de Vicente Algueró [1952], ¡Viva la Pepa! Los frutos del liberalismo español en el siglo XIX, FAES 20 aniversario, Gota a Gota, Madrid 2009, 303 págs.

2011 «El adversario al que combatió Balmes en ese texto, y en general en toda su obra política, no lo fue tanto el liberalismo revolucionario, o el naciente socialismo. No, su principal adversario teórico-práctico fue la denominada escuela ecléctica y, en particular, su ex­presión teórica más concreta, el llamado doctrinarismo político, que cautivaba por entonces a las mentes más cultivadas del liberalismo español.» (Pedro López Arriba, “La política de Balmes (o Balmes frente a Donoso Cortés)”, El Catoblepas, enero 2011, nº 107, pág. 11.)

2015 «Concluimos: el liberalismo español continuó vivo a través de la sucesión de los grupos que ofrecían programas con diferencias prácticas notables, cada vez más diversas, aunque con una ideología lisológica muy afín (teóricamente la ideología propia de las democracias capitalistas, “un hombre, un voto”, o el individuo como unidad de tributación). El 18 de septiembre de 1868 el general Juan Bautista Topete inicia en Cádiz lo que después se llamará la Gloriosa revolución de septiembre, encabezada por el general Serrano (un antiguo moderado que entró con O’Donnell en la Unión Liberal). La Revolución de septiembre trajo a la Primera República, que a su vez creó la situación para que entrasen en España las organizaciones marxistas o anarquistas que transformaron a los liberales, hasta entonces a la izquierda, en gentes de la derecha.» (Gustavo Bueno, “El liberalismo como ideal humanístico”, El Catoblepas, julio 2015, nº 161, pág. 2.)

2017 «Pero el liberalismo español, en su primera versión, hija de las Cortes de Cádiz, es aún un débil esfuerzo por acabar con la figura del rey absoluto; tan débil que basta un simple decreto de Fernando VII, a su vuelta al trono, para anular de un plumazo y sin apelación posible toda la difícil construcción política que las Cortes de 1812 había intentado plasmar en la Constitución.» (Fernando Álvarez Balbuena, “Ideas sobre la política del siglo XIX español”, El Catoblepas, primavera 2017, nº 179, pág. 10.)

2018 «No obstante, existieron igualmente intentos de restauración de la perspectiva menéndezpelayista, cuyo principal impulsor fue el sacerdote e historiador Federico Suárez Verdeguer. Admirador ferviente de Donoso Cortés y de Menéndez Pelayo, Suárez Verdeguer interpretó en clave “renovadora” el carlismo, frente a los conservadores fernandinos –anclados en el despotismo ilustrado– y los impopulares afrancesados. El liberalismo español no pasaba de ser una copia servil del francés. Suárez pretendió levantar una interpretación global del siglo XIX español siguiendo los moldes neotradicionalistas ante la renovación de la tradición liberal presente ya en la obra de Miguel Artola; e intentó dar un nuevo relato sobre la figura de Fernando VII y su reinado. A través de la denominada Escuela de Navarra, cuyos principales representantes fueron José Luis Comellas, Cristina Diz-Lois o Antonio Eiras Roel, quiso llevar a cabo ese proyecto, que acabó en fracaso.» (Pedro Carlos González Cuevas, “Ricardo de la Cierva: de guardián de la historia a historiador erradicado”, El Catoblepas, primavera 2018, nº 183, pág. 11.)

«Antecedentes del liberalismo español. […] Los Godos practicaban una ejemplar libertad religiosa, como cristianos arrianos, no descalificaban a los católico-romanos, y así convivió con ellos Ossio en Córdoba o Leandro en Sevilla. En el III, Concilio de Toledo, el año 589 fue donde Recaredo se convierte al catolicismo, había varios obispos católicos y, al menos 8 arrianos. Ambos convivían en paz, prueba de la tolerancia y liberalismo godo.» (Fernando Álvarez Balbuena, “Liberalismo español: las libertades castellanas antes de la venida a España de Carlos V. Se rescatan los antecedentes medievales del liberalismo español”, El Catoblepas, primavera 2018, nº 183, pág. 12.)

«Abellán considera que la originalidad del liberalismo español es su vinculación romántica entre “las ideas de libertad y el sentimiento de nación”.» «A juicio de Abellán, la originalidad de la Constitución de 1812 provenía de ser “la expresión más alta del liberalismo español”; es “la primera expresión europea de un Romanticismo político en el que España fue primera”, “la manifestación más pura de la fe en la propia nación como sujeto de soberanía y como lugar donde encarnar esos supuestos valores universales y abstractos”. […] “El liberalismo español –dice– puso las bases de la descolonización de los países hispanoamericanos, en varias ocasiones contribuyó a ello cuando vio que era imposible compaginar la libertad en ambos hemisferios, prefirió la del nuevo continente”.» (Pedro Carlos González Cuevas, “José Luis Abellán: la invención de la tradición progresista”, El Catoblepas, verano 2018, nº 184, pág. 7.)

2019 «Los liberales eran los patriotas que, junto a los serviles, hacían la guerra contra el invasor francés, pero que a su vez la hacían bajo exigencias revolucionarias (lo que le enfrentaba a los serviles, los cuales se resistían a quitarle el título de soberano al Rey). Y lo hacían no ya por imitar a los franceses sino por la convicción de hacer desaparecer el Antiguo Régimen en España. Dicho de otro modo: el liberalismo español no era ni mucho menos una clonación de la izquierda jacobina, entre otras cosas porque el Antiguo Régimen español era un Imperio, cosa que no lo era el Antiguo Régimen francés cuando fue negado y superado por los jacobinos.» (Paloma Hernández (a) Fortunata y Jacinta, “¡Qué m… de izquierdas!”, FORJA 35, 9 de junio de 2019.)

«Como ejemplos de derecha liberal podremos incluir a todas las variantes del liberalismo español decimonónico: los liberales de Cádiz (que, a su vez, fueron la segunda generación de izquierda), los liberales exaltados y progresistas como Espartero, o moderados como O’Donnell, el liberalismo conservador de Cánovas o el de Sagasta (que emic se autoproclamaba de izquierda). La práctica totalidad de la derecha española que no es derecha primaria ni derecha socialista es derecha liberal. Y esta fue la derecha que, salvo algunos paréntesis, gobernaría España entre 1812 y 1912. Durante este siglo la derecha liberal estuvo flanqueada por la derecha primaria (hubo hasta tres guerras carlistas) y por las generaciones de izquierda (anarquistas y socialistas) que no consiguieron el poder pero que, indudablemente, influyeron en él.» (Paloma Hernández (a) Fortunata y Jacinta, “¡Qué m… de derechas!”, FORJA 36, 18 de junio de 2019.)

«No obstante, el liberalismo de Ciudadanos no es desde luego el liberalismo español doceañista y, menos aún, cuando Ciudadanos es un partido abiertamente europeísta y también federalista.» (Paloma Hernández (a) Fortunata y Jacinta, “¡Qué m… de centro!”, FORJA 39, 7 de julio de 2019.)

2022 «I Congreso Instituto Juan de Mariana de historia del liberalismo español: Gaspar Melchor de Jovellanos (27 y 28 de mayo de 2022, La Portilla, en Comillas). El Centro Libre. Arte y Cultura (CLAC) y el Instituto Juan de Mariana (IJM) organizan el I Congreso del Instituto Juan de Mariana sobre la historia del liberalismo español, en el marco de las conversaciones de La Portilla. El Congreso se celebra los días 27 y 28 de mayo en el centro cultural El Espolón, y en la casa La Portilla, de Comillas. La primera edición, de 2022, estará dedicada a Baltasar Melchor Gaspar María de Jovellanos. Otros nombres que hemos considerado para futuras ediciones incluyen a Salvador de Madariaga, Clara Campoamor, José Ortega y Gasset o Gregorio Marañón. Además del Centro Libre. Arte y Cultura y el Instituto Juan de Mariana, coorganizadores del Congreso, colaboran la Fundación Gustavo Bueno, la Fundación Foro Jovellanos y la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.» (juandemariana.org | 2022.)

Gustavo Bueno Sánchez, Jovellanos: I Congreso de historia del liberalismo español (34m)

Grabado en La Portilla, Comillas, el 26 de mayo de 2022
Publicado por el Instituto Juan de Mariana el 30 de enero de 2024

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