Francisco Zabálburu Basabe 1842-1897
Empresario, financiero, erudito y mecenas español, diputado conservador y senador del Reino. Su biblioteca archivo se conserva en el palacete de la calle Marqués de Duero 7, de Madrid (archivozabalburu.com olim Palacio de Heredia Spínola) –donde se guarda uno de los pocos ejemplares localizados de la edición de 1554 de la Antoniana Margarita de Gómez Pereira [procedente de la otrora biblioteca de Francisco Pérez Cabrera Bobadilla, Marqués de Moya, adquirido al librero Pedro Vindel]–, tras haber superado la incautación que sufrió en julio de 1936, recién iniciada la guerra civil, para ser convertido en sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, pero también en vivienda, al menos, del poeta comunista Rafael Alberti, obligado por las urgencias a tener que abandonar su azotea alegre y llena de flores para sufrir estoico, por la causa, de okupa en ese casón antiguo “de un gusto horrendo: da la impresión de una casa de huéspedes con pretensiones” (“Los proyectos de la Alianza de Intelectuales Antifascistas”, ABC, 18 septiembre); sede también por tanto del órgano de propaganda de tal Alianza, El mono azul.
Francisco Zabálburu fue miembro 495 de la Sociedad de Bibliófilos Españoles (desde 1890 a 1896), donde sucede a su hermano mayor, Mariano Zabálburu Basabe (Bilbao 1817-1887), diputado y empresario, miembro 69 (1867-1886, vocal de su Junta de Gobierno desde 1881) de la Sociedad de Bibliófilos Españoles.
Otro de sus cuatro hermanos, todos varones y sin descendencia, Félix Zabálburu (que murió joven, “cuando ya había terminado su carrera y concluidos los estudios y viajes de los demás”, antes que su viuda madre, Segunda Basabe Gordia †1863), fue suscriptor 85 de la Historia de España de Modesto Lafuente (30 volúmenes, Madrid 1850-1867).
«Don Francisco Zabalburu. Con profunda pena participamos a nuestros lectores el fallecimiento ocurrido hoy en esta corte del que fue nuestro respetable amigo D. Francisco de Zabalburu y Basabe. Como su difunto hermano D. Mariano, estuvo afiliado al partido conservador, representando en las Cámaras, ya como senador, ya como diputado, a la provincia de Murcia, donde tenía grandes posesiones. Asimismo el Sr. Zabalburu era uno de los primeros propietarios de Bilbao –su pueblo natal– alcanzando la honra de hospedar en su magnífico palacio a Sus Majestades y Altezas cuando visitaron la invicta villa. En ella será verdaderamente sentida la muerte del Sr. Zabalburu, porque su nombre iba unido a importantes obras benéficas de aquella población, entra ellas el edificio que para escuelas públicas costeó en la plaza del Abra, ayudado por su hermano. En Madrid no lo será menos. Era el finado en la actualidad senador vitalicio. A su viuda Dª Pilar de Mazarredo, a su hija doña Carmen y demás parientes enviamos el testimonio de nuestro sincero pésame.» (La Época, Madrid, domingo 3 de enero de 1897, pág. 2.)
«El Sr. D. Francisco Zabálburu, que falleció anteayer, era uno de los más ricos propietarios de Vizcaya. En su palacio de Bilbao tuvo el honor de hospedar a S. M. la reina regente cuando fue a botar al agua el crucero María Teresa, construido en los astilleros del Nervión. En su palacio de la calle del marqués del Duero, donde ha muerto, había reunido una valiosísima colección de documentos y de libros antiguos. Era senador vitalicio y estaba afiliado al partido conservador. Su inmensa fortuna la hereda su única hija, que está soltera. Los pobres han perdido mucho con la muerte del Sr. Zabálburu, que hacía muchas obras de caridad.» (La Correspondencia de España, Madrid, martes 5 de enero de 1897, pág. 2.)
«El cadáver del Sr. Zabalburu (de la Agencia Fabra, Bilbao 5, 12 t.) Han llegado a esta villa los restos mortales del que fue en vida D. Francisco Zabalburu, senador vitalicio y rico capitalista vizcaino. El entierro ha sido una verdadera manifestación de duelo, a la cual se han asociado todas las clases sociales. A la llegada del tren que conducía el cadáver, numeroso gentío invadió los alrededores de la estación y las calles que recorrió el fúnebre cortejo. El féretro fue conducido a la cripta quinta de la parroquia del finado. Los periódicos bilbaínos le dedican artículos necrológicos.» (El Globo, Madrid, 6 de enero de 1897, pág. 3.)
«Boda del Conde de Heredia-Spínola. La crónica mundana anuncia para fines de mes la boda del conde de Heredia-Spínola con la encantadora señorita Dª Carmen de Zabálburu y Mazarredo, perteneciente a la acaudalada familia de los Zabálburu de Murcia y Vizcaya. Entronque de dos distinguidas familias el proyectado, adornada la novia con todas las galas de la virtud y de los pocos años, favorecido el novio con grandes simpatías en la sociedad de Madrid, todas las circunstancias concurren en este matrimonio para que sea muy feliz. El Conde de Heredia-Spínola, D. Alfonso Cristino María del Carmen Martos y Arizcum Potestad y Heredia es el tercer hijo de la llorada condesa de Heredia-Spínola, Dª María de las Angustias Arizcum Heredia Téllez Cervino y Spínola, sexta marquesa de Iturbieta y cuarta condesa de Telly, y de D. Luis de Martos Potestad Castillo y Aché, teniente coronel retirado, alcalde que fue de Madrid y gobernador de su provincia. Por muerte de su ilustre madre entró en posesión de estos títulos el conde actual.» (La Época, Madrid, martes 22 mayo 1900.)
«La Liga Monárquica Vizcaína, que en un momento difícil prestó servicios ilustres a la unidad de la Patria española, se acuerda tarde de llevar a su exhausto programa este tema de la cultura y de la Universidad; arrepentimiento tardío el de un [24] sector de opinión, que teniendo tanto que recoger y aquilatar en el campo de la cultura vascongada, abandonó todo por seguir únicamente la prosperidad material, que cuando no va unida con la mental y artística, tampoco asciende demasiado; abandonó aquella trayectoria trazada aquí por los eminentes personajes conservadores, a quien en sabiduría debemos tanto, y que se llamaron Villabaso, Zabálburu y Sagarmínaga; tradición que sólo en parte recogió la actividad del ilustre don Pablo de Alzola, y que luego ha quedado rota y abandonada.» (Fernando de la Quadra Salcedo y Arrieta-Mascarua, “La Universidad Vascongada”, Bilbao 1923.)
«El archivo de Zabálburu no puede salir de España. El archivo de Zabálburu, hoy archivo del conde de Heredia-Spinola, en cuyo palacio se alberga, y cuyos propietarios han manifestado su deseo de venderlo, aunque sea en el extranjero, está declarado tesoro documental español y, en consecuencia, prohibida su salida de España, informó a EFE Javier Tusell, director general del Patrimonio Artístico. El archivo, que cuenta con más de 20.000 volúmenes impresos, documentos medievales originales y la biblioteca del conde duque de Olivares, fue ofrecido por sus propietarios al Ministerio de Cultura, junto con el edificio que lo alberga, situado en la calle del Marqués del Duero, por trescientos millones de pesetas. “El ministerio”, explicó Javier Tusell, “ha tenido que desestimar la compra, a pesar del valor de la colección y del edificio, ya que los trescientos millones de pesetas suponen 75 veces el presupuesto de que se dispone para la compra de documentos en todo un año, según los presupuestos que han aprobado las Cortes y aproximadamente la cantidad que tenemos para atender a todos los archivos”. Al estar los documentos de este archivo declarados tesoro documental, si cualquiera de ellos saliera de España, de acuerdo con la ley de Protección del año 1972, sería como consecuencia de una exportación clandestina e ilegal y, por tanto, sujeta a sanción. “Yo sugerí incluso”, añadió Javier Tusell, “que el edificio que alberga la colección de documentos y que se conserva gracias al Ministerio de Cultura, que lo declaró monumento, se comprase para ubicar allí el Tribunal Constitucional. Sin embargo, esta propuesta no prosperó y el tribunal, al parecer, se va a instalar en un edificio moderno, resolución, en mi opinión, nada afortunada”. El archivo, creado el siglo pasado por Francisco Zabálburu, tiene entre sus fondos, el original de la Crónica general de España, editada por Menéndez Pidal; el Cartulario, de San Pedro de Cardeñosa, del siglo X, y la última comedia escrita y autógrafa de Lope de Vega.» (El País, Madrid, viernes 11 de julio de 1980.)