Ilustración apologética ❦ Discurso XXVI, XXVII, XXVIII y XXIX
Discurso XXVI, XXVII, XXVIII y XXIX
1. Por estos cuatro Discursos pasó el Sr. Mañer como gato por brasas. Para no tratar del primero (que es de los Días Críticos), dice que tiene dos razones: la una, que juzga que yo tengo razón; y la otra, porque nada entiende de su contenido con aquel fundamento que se necesita para decir sobre el asunto. Si hubiera tenido siempre [166] presente esta segunda razón, ¡oh cuánta molestia se hubiera excusado el Sr. Mañer a sí propio, a sus lectores, y también a mí!
2. De los otros tres Discursos (que son sobre el Peso del Aire, Esfera del fuego, y Antiperístasis) dice que estos, ni en los Filósofos, ni en el Vulgo pueden ser errores: No en los primeros, porque antes que se formase el Triumvirato Filosófico estaban defendidas y seguidas estas opiniones; no en el segundo, porque el Vulgo no es capaz de errar en lo que no disputa.
3. Digo que son bellas las dos razones. Pudiera remitirle al Sr. Mañer a lo que le he dicho en el Consectario sobre este punto; pero ahora no es menester. Mejor será remitirle a una Aula de Filosofía. Escoja la que quisiere, u de las Religiones, u de las Universidades de Salamanca, o Alcalá; y puesto a la puerta, diga en alta voz que el aire es pesado, que es una patraña lo de la Esfera del fuego, y una quimera el Antiperístasis. Y verá qué gritería se levanta contra V.md. Entonces sabrá si aquellos tres errores están aún metidos en los tuetanos de innumerables Filósofos. Salga después de entre los Filósofos (que saldrá sin duda bien despachado), y vaya a un corrillo de Payos: dígales asimismo que el aire es pesado, y que lo que comúnmente se dice, que la agua de los pozos está más fresca en Verano que en Invierno, es patarata: que si no le tuvieren por loco o fatuo, yo quiero pagar algo bueno. De modo, que estos errores están no sólo en infinitos Filósofos, mas también en todo el Vulgo alto y bajo. Sólo no le entenderá éste la voz Antiperístasis. Pero el que ignoren la voz Griega, ¿probará que ignoran el objeto que corresponde a aquella voz? Diga también que no saben el Padre nuestro, porque no le saben en Griego.
4. Pues la linda razón: Porque el vulgo no es capaz de errar en lo que no disputa. ¡Oh dichoso vulgo, que casi nada errarás, pues casi nada disputas! ¡Pero ay, Dios mío, qué consecuencia se descubre por aquel lado! ¿Cuál? Que el vulgo de los Idólatras, el de los Mahometanos, el de los Herejes no yerran en materia de Religión, porque en esta materia [167] no disputan. ¿No sería mejor, Sr. Mañer, dejarse de escribir Anti-Teatros, que proferir máximas de donde salen consecuencias tan absurdas?