Tomo tercero
Censura
Del Lic. D. Pedro de la Torre, Colegial del Mayor de San Bartolomé, y Penitenciario de la Santa Iglesia de Oviedo.
M. P. S.
Obedeciendo el superior precepto de V. A. he leído el tercer Tomo del Teatro Crítico, que escribió el Rm. P. M. Fr. Benito Jerónimo Feijoo, Maestro General de la Religión de S. Benito, y Catedrático de Vísperas de Teología en esta Universidad de Oviedo: Y con decir que es semejante al primero, y segundo, tengo dicho cuanto cabe en su aplauso. En éste, como en los otros dos, descubre un ingenio sublime, y despejado, que sin embarazo se remonta en alcance de la verdad, y rompe las nieblas, que esconden su hermosura a nuestros ojos: adorna sus escritos con una erudición copiosa, selecta, y oportuna, que sin violencia fluye de su felicísima memoria, depósito firme de innumerables, y bien colocadas especies: usa de un estilo dulce, y delicado, inimitable aun de aquellos, que entienden de elocuencia, confesando que tiene un especial carácter, que le distingue de los demás Autores que han escrito en nuestro idioma; y yo lo atribuyo a que enlaza en gratísima unión la suavidad con la fuerza, la gravedad con la hermosura, y la naturalidad con la harmonía. A propósito de su elogio viene el que a la elocuencia de Jenofonte da Quintiliano, de que siendo toda natural, y desnuda de afectación, con todo era tan sublime, que nadie, aunque afectase, llegaba a competirla: Quid ego commemorem Xenophontis jucunditatem illam inaffectatam, sed quam nulla possit affectatio consequi? {(a) Quint. lib. 10 Instit. Orat. cap. 1.} Y para ensalzarla más, añade, que las mismas Gracias parece formaron su estilo: Ut sipe finxisse [XX] sermonem Gratiae videantur. Cuanto yo alcanzo, nuestro Autor a nadie creo que ha imitado, y dudo si alguno podrá imitarle; a lo menos se me hace difícil, que a la alta raya donde llega su naturalidad, pueda ascender la afectación más artificiosa.
Con esto junta, y es lo que más admira, aquella claridad que da a las materias más difíciles, y obscuras. El más rudo entiende lo que dice, y el más sutil alaba el modo. Es su estilo de la calidad del diamante, que siendo la más clara, y transparente de las piedras preciosas, es también la que tiene más fondos: sus frases, y elocuciones son claras, y brillantes, y al mismo tiempo delicadas, e ingeniosas. Siempre se encuentra algo singular en esta Obra. Muchas veces toma rumbos nuevos para descubrir verdades ignoradas; y cuando no son singulares los pensamientos, no falta la singularidad de las expresiones. Si escribe cosas que otros escribieron, las explica como ninguno las explicó hasta ahora. De donde infiero cuán útil puede ser a todos la lectura del Teatro Crítico; porque aun donde se lea algo, que hayan tocado otros Autores, se forma otro concepto más claro, que el que anteriormente se tenía: y los mismos objetos que antes se encubrían entre luz, y sombras, se ven patentes con luz meridiana.
¿Mas para qué me detengo en elogios de quien tan sobrados los tiene en las plumas, y lenguas de los Sabios? No faltaron quienes le diesen el epíteto de Fénix de nuestro siglo; mas aunque confieso que le conviene por la singularidad única de sus prendas, y porque viviendo en un apartadísimo retiro, habla de él, y le celebra todo el mundo; no obstante, como al Fénix le reputa el Autor, y le declara por ave fabulosa, no es justo que en el paralelo de una ficción halle realce la solidez de sus prendas. Símil más real buscaría yo en la Águila. Entre seis especies de Águilas que distingue Plinio, nombra la primera la que los Griegos llaman Melaenaetos, de la cual dice que es la más valiente de todas: su color es negro, y su [XXI] inclinación habitar en los montes: Viribus praecipua, colore nigricans, conversatur autem in montibus {(a) Plin. lib. 10, cap. 3.}. Águila es el Autor por los remontados vuelos de su ingenio: las ventajas de la fuerza se miran en la valentía de su pluma: Viribus praecipua: el color negro le toca por el Hábito Benedictino: Colore nigricans; y su genio, e inclinación es vivir en estas montañas de Asturias, pudiendo lograr el más populoso Teatro a sus lucimientos: Conversatur in montibus. Y haciendo el oficio de Censor, no encuentro en toda esta Obra cosa que ofenda a nuestra Santa Fe, buenas costumbres, y Regalías de Su Majestad, salvo meliori. Oviedo, y Diciembre veintitres de mil setecientos veintiocho.