El estudiante preguntón. Dedicado al Excelentísimo Señor Duque de Hijar. Con Licencia en Madrid |
Al Excelentísimo Señor Don Isidro Fernández de Hijar, Silva, Portugal, Portocarrero, y Mendoza, Suárez de Caravajal, Villandrando, Sarmiento, el de la Cerda, Pinos y Cabrera, &c. Conde Duque, y Señor de Hijar, Conde Duque de Aliaga, Marqués de Oraní, Conde de Salinas, Ribadeo, Valfogona, Guimera, y Belchite, &c. Excmo. Señor. La agradable noticia que mis padres imprimieron en la blanda cera de mis primeros años, de la honra, vida, gracia, intereses que merecieron a la gloriosa piedad de los Progenitores de V.E. dura tan viva en mi corazón, que no pudieron las tiranías del tiempo borrarlas de mi memoria: Mi pequeñez ha vivido oprimida, hasta demostrar a gritos por el mundo mis fervorosos rendimientos: Esta ocasión que ha buscado la solicitud de mi pobre Ingenio, se la debo a la inspiración de mis deseos. Suplico a V.E. acoja en su bizarría las expresiones de mi voluntad, pues a tan elevada imagen no tengo mejor sacrificio que ofrecer. Por dos causas dedican los ingenios Políticos sus Obras: La una, por la grandeza de la persona, cuyo respeto defiende al Autor de los émulos que suscita la lección: La otra, porque como versado, se la puede alhagar el gusto y dar su dictamen. La mía está libre de estar dedicada a estos fines; porque siendo preguntas sobre Tratado que ya salió a luz, tendránla algunos por sátira: y [iv] esto fuera valerse del sagrado para ser sacrílego, e intentar la rudeza de mi pluma, la censura de los talentos de V.E. creyéndola capaz del aprecio de su erudición, fuera vanidad reprehensible. Francisco Heredia, mi abuelo, Capitán reformado del Tercio del Conde de Monteleón, se halló en la Corte, pobre, sin auxilio, ni medios de qué vivir el año de 1677 después del reencuentro que en Cataluña perdieron las Tropas de España, siendo General el Marqués de Leganés: valióse del patrocinio de los Abuelos de V.E. y sin más motivo, que su buena inclinación, y por patrico del Reino de Aragón, bastó para que su empeño, y patrocinio, le sacase un sueldo en Zaragoza, con que pudo mantener con estimación su familia, logrando al mismo tiempo Cédulas, y Patentes de sus méritos, que duran hoy en mi Casa, con la estimación de hija de tan alto empeño. En muchas Dedicatorias veo poner una larga Genealogía, que sirve de honra al que dedica, y dar a entender los méritos heredados, como forzoso antecedente, de los adquiridos, para que el más ignorante, retirado, y perezoso, tenga puntual noticia: téngolo aquí por inútil, y perezoso, tan público en los Anales de Aragón, como en las demás Historias de España, el glorioso origen de la Casa de V.E. que es de Jacobo Primero, Rey de aquel Reino, que a su hijo Pedro Fernando dio a Hijar: después enlazó con Rodrigo Sarmiento, Conde de Salinas, de la antigua Casa de Silva, que le hizo Ducado el Rey Don Fernando el Católico en el año de 1483 era congojar la pura modestia de V.E. y dar a entender que alguno puede ignorar lo que es tan notorio. Dios guarde a V.E. en su mayor Grandeza, que es mi deseo, como tener ocasiones de ser agradecido. Zaragoza, y Septiembre 10 de 1729. Excmo. Señor. ————— Aprobación del Lic. Don Matías de Sanabria, Obedeciendo el mandato de V. A. he visto el Papel, que con el título del Estudiante Preguntón ha escrito don Antonio Manuel Heredia y Ampuero, sobre el Tercer Tomo de la Crítica Universal escrita por el P. M. Fr. Benito Feijoo, Maestro General de la Orden de N. P. S. Benito, y Catedrático de Vísperas de Teología de la Universidad de Oviedo, oponiendo a su Crítica varias objeciones, que reduce a preguntas; y aunque semejante censura parece contradice a mi Profesión de Abogado, según las materias, y variedad de Artes, y Ciencias que incluye; y que podrán notar los doctos, y curiosos, lo que no sin igual verosimilitud escribió Valerio Máximo: Quid foemina cum concione, fimos patriae servetur, nil. Porque le pareció extrañez, que Semfronia subiese al Tribunal Romano a defender la causa de sus hermanos los Gracos. Daré alguna satisfacción, no de mi suficiencia; pero sí de alguna curiosidad conjetual, que desde mis primeros años observé, para tener algún conocimiento en el basto anchuroso campo de la Aritmética, Geometría, y Matemática, que tienen una ínsita conexión con la Filosofía, y demás Ciencias. Esta última estudié también en la Universidad de Alcalá, y entre la multiplicidad de las opiniones de unas y otras Escuelas, como de los Filósofos antiguos, que ofrecen preciosos motivos a los Ingenios para los argumentos, y disputas. No diré que aproveche; pero sí, que la precisión a su estudio me constituyó menos ignorante, para poder pasar al de la Jurisprudencia, en que en la misma Universidad me gradué, como anteriormente en la Filosofía: con que no hará novedad el haber aceptado el parecer de Censor, y más obedeciendo un superior precepto. La pluralidad de las preguntas que hace el Autor del Papel al Padre Maestro Feijoo, si hubiera de detenerme en la censura de ellas, y en exponer los dictámenes de tanto [vi] Autor como ha escrito, afirmando unos, y negando otros, haría molesta mi Aprobación con la expresión de algunos aditamentos, así en la simpatía, y antipatía en todas las cosas sublunares (que un grade Filósofo, y venerable doctísimo Escritor llama Música hermosa del Mundo) como también en la calamita, y verdadera circular figura de la tierra, y configuraciones en el Globo Celeste, tan distintamente conocido por los Persas, y Chinos, del que nuestros Astrónomos dibujaron. El Autor escribe con agudeza, y tan exquisitas noticias en las materias de que trata, que se puede decir de su Obra, lo que notó Plinio de otra: Narrat aperte, ornat excelse, postremo docet, delectat, afficit. Refiere con claridad, apurando a las opiniones los fundamentos para seguir entre lo dudoso las luces de lo más cierto. Funda sus objeciones, siguiendo Autores, cuyos sentimientos se han hecho apreciables entre los doctos, y Profesores; y en los discursos propios, y consecuencias con que contradice los asertos que impugna del Padre Maestro Feijoo, se conoce la vivacidad, y sutileza del ingenio; y que su respuesta hará campear más la erudición, doctrina y relevantes prendas del Padre Feijoo, cuyos Escritos, para constituirse más plausibles, parece ha sido preciso que la oposición los haga más recomendables. No hallo en el Papel cosa que se oponga a nuestra Santa Fe Católica, ni a la Majestad, ni República; por lo cual me parece, que siendo servido V.A. puede dar la licencia que se pide, salvo, &c. Madrid, y Octubre 31 de 1727. Lic. D. Matías de Sanabria. ————— Licencia del Consejo. Don Miguel Fernández Munilla, Secretario del Rey nuestro Señor, su Escribano de Cámara más antiguo, y de Gobierno del Consejo: Certifico, que por los Señores de él se ha concedido licencia para que se pueda imprimir un Papel, intitulado: El Estudiante Preguntón, compuesto por Don Antonio Miguel Heredia y Ampuero, como consta de su original. Madrid, y Noviembre 7 de 1729. D. Miguel Fernández Munilla. [vii] ————— Aprobación del Bachiller D. Leopoldo Jerónimo Puche, Presbítero, De orden del Señor Don Miguel Gómez de Escobar, Vicario de esta Villa de Madrid, y su Partido, he visto el Papel, intitulado: El Estudiante Preguntón, contra el Tercer Tomo del Teatro Crítico Universal, y contra los célebres Ingenios de Don Diego de Torres, del Doctor Don Martín Martínez, y de los Autores del Gotardo, y Piscator Andaluz; su Autor Don Antonio Heredia y Ampuero, y me he parecido, que el Autor de dicho Papel ha tenido para escribirle dos motivos bastantemente importantes: El uno, de solicitar en lo que duda, para sí, y para todos los aficionados al Teatro Crítico Universal, la más puntual, y exacta inteligencia de las exquisitas materias, que profundamente toca la delicadeza del eruditísimo Feijoo, para que con la respuesta a las dudas que se le proponen, o ya sea explicación de sus mismos conceptos, logre desterrar los errores que pretende, y que los descontentos críticos conviertan la severidad de su censura en los elogios que tanta Obra se merece. El segundo, que el Autor de este Papel, insinúa en el Prólogo es digno (aunque no hubiera otro) de que se le conceda el permiso de imprimirle, respecto de que en él manifiesta, que no es su fin en la impresión el servil interés que se procura en algunos Escritos de esta serie, sino la piadosa utilidad del célebre Hospital de las tres Provincias de la Corona de Aragón, ya que la inexorable injuria de los tiempos ha conseguido la sensible decadencia de tan importante, como magnífico albergue para los dolientes necesitados Nacionales, en cuya compasión me interesará difusamente, a no saber, que es muy extraña de este lugar la lástima de paisano apasionado. Pudiera servir de algún reparo, lo acre que parece está el Autor de este Papel contra el del Teatro; pero yo discurro, que nadie debe darse por ofendido, cuando [viii] es notorio que el deseo del que pregunta, con anhelo de dejar sus dudas, engendra una noble impaciencia, que disculpa lo arrojado, y picante del estío, sin que por él quede vulnerada la debida modestia literaria: Por lo cual soy de sentir, que se le puede conceder la licencia que pide, salvo, &c. De mi Posada, Madrid y Noviembre 9 de 1729. Bach. D. Leopoldo Jerónimo Puche. ————— Licencia del Ordinario. Nos el Licenciado Don Miguel Gómez de Escobar, Vicario de esta Villa de Madrid, y su Partido, &c. Por la presente, y por lo que a Nos toca, damos licencia para que se pueda imprimir un Papel, intitulado: El Estudiante Preguntón, que ha compuesto Don Antonio Manuel Heredia y Ampuero, sobre el Tercer Tomo del Teatro Crítico Universal, que escribió el Reverendísimo Padre Fr. Benito Feijoo, Maestro General de la Orden de San Benito, por cuanto habiéndose reconocido de nuestra orden, y no contener cosa que se oponga a nuestra Santa Fe Católica, y buenas costumbres. Fecha en Madrid a 10 de noviembre de 1729. Lic. Escobar. Por su mandado, |
————— Prólogo. Yo soy, por la gracia de Dios, (Lector mío, o ajeno) para que desee los principios empiecen las verdades, un mozo, que friso en los treinta años de edad, tan largo como la vía ordinaria de los pleitos, de un color ni muy obscuro ni muy blanco, sino de una miñatura entre alazán y cerote, que me dibuja el rostro entre lo agradable y lo horrible; y las facciones más festivas, que melancólicas: mucha cabeza, poquito seso; pero no tan calvo de discurso, ni opinión, que no haya sido consultado por el Concejo de mi Lugar más de cuatro veces: me llamo Antonio Heredia y Ampuero, y no soy de los Heredias del moco: bebo poco vino, como bien, y duermo como si no hubiera ladrones, ni Justicia; y últimamente soy bribón de los cuatro costados, y me río de que los otros se rían de mí: zumbo las aparentes fortunas del hombre, las momentáneas glorias del mundo, sus mentiras ciertas, sus engaños a medio embozo, y sus maldades a cara descubierta. Vi la Universidad llena de Maestros con mucho tabaco en los manteos, notable circunspección en los rostros, bastante agrio en los visajes, y que decían los Holleros, Sastres y Aguadores, cuando los veían por la calle, estos son un poco de ciencia, no saben contar cuatro reales. Yo me creí que estos eran unos Oráculos, que como vasos en quien la Divina Providencia depositó el saber, estaban destinados a desterrar las dudas y demostrar a todos las verdades; y hallé que son los que hacen profesión de enseñar a dudar, y que en todos los actos literarios, uno defiende que sí, y otro que no, y hasta ahora nos tienen a todos en la duda de quién fue el ente de razón; y en la misma se están sobre la inteligencia de la Ley Fusia Canina Tollenda, y la Ley Agraria, y la Ley de las Doce Tablas, siendo más de doscientos años los que há se están anotando obstancias en las márgenes de los Institutarios. Vi algunas Ciudades donde hallé muchísima vanidad de abalorios, poco dinero, menos aplicación, más amor a la patria, que conocimiento, alabar mucho el agua de su fuente, el Paseo del Amparo, la Plazuela de San Pedro, o Santa María, el Portal Mayor, la Rúa, o Calle de las Tiendas; y que un Regidor más cabiloso, que los demás, con un Escribano enredador, y el Subdelegado de Rentas, mandan el pueblo; y que aquellos, dotados de buena índole, o mejor crianza, por no morir a necedades, pasan la vida en su casa, y algunos ratos [x] en un Convento. Fui a la Corte, donde reside lo florido de nuestra Nación, y lo selecto de otras: allí creí encontrar la Pandecta de la Sabiduría, y a lo menos la más pura locución, y la más fina retórica en los Escritos, y sólo hallé mucha presunción de magisterio, para reprehender las voces a los que van de fuera, y autorizar las suyas, con el privilegio de haberlas dicho dos, o cuatro Petimetres, o Penosos, en una Botillería u obrador de pecar, convidando al diablo; y cuando más, con la ejecutoria de haberlas dicho alguno de los Poetas nuevamente conversos, por boca del gracioso, a quien tienen jurada ciega obediencia, como Canon de su Alcorán. Vi los Escritos que celebra la turba de Arrendajos de Secretarías, con unas oraciones de veinte y treinta líneas, sin encontrar quien habla, ni poder averiguar de quién, huyendo de las voces más establecidas, puras, y notorias, con que confunden lo que van a declarar: Otros escriben una prosa hermafrodita, queriendo imitar cadencia de verso, con que adornan las cláusulas con erlos, e irlos, como para conocerlos, es preciso definirlos. ¿Pues qué es ver escribir a un Paje, asistente a la Oficina de un Señor, que cogió los moldes de vaciar respuestas a los dependientes, y vasallos, sea Seguidilla, o Villancico lo que escribe? Encaja el an, in, on y el ad, id, ud, de que tienen preñada la fantasía en estas voces: Es propio de su fidelidad el mérito de mi satisfacción, es antigua tu gratitud a mi casa, tendré presente tu realidad, el desvelo, solicitud, y atención con que procedes en cuanto te ordeno, son de mi agrado: Sin que bastase a desterrar tanta secta de voces introducida en nuestro Idioma, la juiciosa serie de tanto docto, como de todas clases encierra aquel caos, hasta que un Maestro de Niños, con la férula en la mano, enmendó la plana a todo Contrabandista de voces. Traté los Contadores, que estos apestan; pues siendo su oficio notar en los Libros las partidas, y saber las cinco reglas de contar, aun no han visto entrar al Censualista por la puerta de su Oficina, cuando ya están hechos unos fiscales; y aunque lleve aquel pobre desgraciado (pues va a sus manos) un protocolo de papeles, siempre le falta alguno; y los que lleva los halla tan confusos, que hace tantas suspensiones, como pobre que acomete al Caballero, y no le da, y tantos guiños como letras tienen: procurando (sin decir mal) dar a entender, que no obró bien el que despachó la última libranza, suponiendo no entendió las órdenes, o inventando las nuevas que no hay; y por apoyar su integridad, y práctica en la Oficina al compañero, o [xi] Jefe, discreto, caritativo, piadoso, que con Cristiandad y buen celo, oye y aconseja al interesado lo que debe hacer para su alivio con menos costa, y trabajo, le llaman maza, moledor, carraco, limón y a lo menos el abuelo. He conocido la máscara con que anda la verdad, el adorno, y libertad con que corre la mentira en las antesalas de más respeto, y que corrompe su contagio los Gabinetes de mayor veneración; y nada es lo que parece, no encontrando verdad alguna en la práctica de lo que la teórica de nuestros Curas, padres y mayores nos enseñaron al olor de los humientos tizones. Dejé la Corte, huyendo del mundo, y me retiré a mi Aldea con una Capellanía, que tiene tan satisfecha mi ambición, que ha desterrado la codicia más allá de mis pensamientos: aquí me ofrecen los montes vecinos naturales alfombras, que nuevamente me teje cada año la Primavera: las Huertas, con el ruido de los arroyuelos, y los trinados de los Ruiseñores, forman tan blanda música, que me tienen los sentidos embriagados en sabroso deleite, y aborrecen el más diestro artificio músico: me gasta la caza parte del año, con que me ahorra los puntales, que en la vida sedentaria pondría el Galeno para destruir esta máquina viviente, hasta que Dios me llame: algunos ratos me divierte un Botiquín donde tengo los Purgantes de Salustio, los Antídotos de Suetonio, los Cordiales de Terencio, los Espíritus del Quevedo, y no me faltan las Ayudas de Plutarco, y con estos bálsamos estoy ungiendo el Alma, para librarla de la corrupción maligna de los ocios: también acompañan a estos Cicerón, Virgilio, San Agustín, las Epístolas de San Jerónimo, y el P. Juan de Mariana. Como las obras grandes hacen el eco de su tamaño, aun a mi vida retirada ha llegado la noticia del Reverendísimo Feijoo. He visto su tercer Tomo, en el que hallo la mayor parte compuesta de cuestiones comunes de diversas materias, que las trata su Reverendísima; y sin estar decididas por la diversa opinión de los Autores, mete su montante, a quien llama error común. Por nuevo opinador en algunos discursos, y por seguir los Sistemas menos publicados en otros, sigue algunas opiniones repugnantes a mi razón, y en las Paradojas Matemáticas, imposibles de demostrar: Este dictamen del Tercer Tomo es el que va en este Papel, sin más ánimo, que preguntar: por lo que espero su respuesta, como ofrece el Reverendísimo en su Primer Tomo, a lo que escriban con modestia. Mi genio aborrece toda sátira y con particular cuidado he limpiado el [xii] Papel de toda voz a quien pueda el escrúpulo más cabiloso dar algún comento. A los Piscatores Andaluz, Gotardo, y de Salamanca, pregunto alguna proposición en las Paradojas Matemáticas, y al Doctor Martínez, por citado en el Escepticismo Filosófico; y espero satisfarán mis dudas. El tropel de Papeles, que pocos años há va saliendo, me ha enseñado, que los modos de responder son tan varios, como las opiniones, porque uno responde derechamente, otro con sátiras, y algunos con evasiones, y los más murmurando del genio, y la figura, y a otros accidentes, que siendo inútiles a la disputa, sirven de cebo a la murmuración. Estas respuestas me traen a la memoria, cuando las leo, la solución que el Doctor Zafrilla dio en Alcalá a un argumento: Arguíale un Catedrático, que teniendo tratada de casar una hermana, pidió a otra el novio, porque tenía mil ducados más: estaban el uno, y otro tratado en circunstancias, que fue preciso seguir demanda ante el Vicario Pitillas; y viéndose Zafrilla estrecho, se acordó de las inquietudes que tales pleitos excitan, en las que no tenía pequeña parte el Catedrático, no sabiendo si había de conceder, o negar, dijo: Vaya usted con Dios, que usted, y su hermana tienen alborotada la Ciudad: Respuesta, que por singular, dura hoy en la memoria de aquellos Claustros. Y por ahorrar de preguntas, y de informes a algún Escritor de los que siguen este estilo, va mi pintura como ella es. Quéjase el Reverendísimo en el Prólogo, de que por vender con estimación sus Libros, sale tanto Escritor, movidos del interés de despachar sus patrañas; y para que vea su Reverendísima, que mi Papel va libre de esta peste, porque mi deseo es solamente comprar al Padre mis dudas, y no venderle mis Interrogaciones, he cedido su impresión al Hospital de los Aragoneses, porque en igual necesidad tengo por principal acreedor al Patricio. Ya me dilato (Lector) y así me despido con decirte, que si me enseñas, seré agradecido; si me convences, conoceré sabes más que yo; si me zumbas, me reiré de ti; si me desprecias, ya tengo abandonado el mundo; si quieres probar mi paciencia, malogras el intento, porque tiene un coleto de siete faldillas de callos, que no puede ablandarlos la siempreviva; y si acaso en lo más vivo del ídolo, que cada uno tiene, me hieres (que este no es razón te lo descubra yo) está cierto, que no he de morir de apostema interior. Dios te guarde, y te dé paciencia, y gusto para empezar la lección de mi Obrilla, que es como se sigue. [1] |
————— JHS. MARIA Y JOSÉ Introducción Enjaulado en un aposento alcuza, más estrecho, que corazón de miserable, y bolsa de avariento, y que talle de Dama en pluma de Poeta, choza con tejas, alojamiento de Viñador, estinaja de Guarda, epiceno entre desván, y zahurda, donde tengo mi cama, y purgatorio, colgada como tabla de quesos, y posada de Oficial de Barbero, me eché a morir como las demás una de las noches de Agosto, y desnudándome a oscuras, y tentando de memoria mi colchón de seda de Estremera, con farbalaes de aventador, las sábanas de marraga, y las almohadas de arpillera, como que sirven a un Estudiante cecial, dando gracias al palomar despoblado, que por un tiempo me prestó su estancia, para sepultura de mis huesos, me enrosqué para descansar, acometido de pulgas como perro flaco, hecha mesa franca de chinques mi humanidad, y el pergamino de la cara golosina de mosquitos: cansado de cardar mi pellejo, y poner los carrillos de niño que pierde a la chita del bofetón, falté del potro: ya desvelado empecé a sacudir los girones de mi camisa prieta, tirando los brazos, y alargando el pellejo, como galgo que sale de mala gana: procuré recoger el sueño; pero mi cuarto azotea, con honores de terrado, que de todos cuatro costados goza del Sol en el Verano, y me provee de agua, y nieve en el Invierno, franqueándome luces a todas horas, y me regatea los siete pies que se dan a todo cuerpo, no me dejó dormir: encendí pajuela, y un candil: (que aunque viejo, nunca fue gotoso) sentado en [2] el palacio de un Urón, estregándome los ojos, y rascando la fernandina, ya más en centinela los sentidos, tomé un Libro, dile dos sopapos, hinqué los codos sobre las rodillas, y haciendo atril de los dedos, empecé a leer, para divertir el rato que tardase de asomar su rostro el Padre de las Luces. En esta tarea amaneció, y a poco rato de salir el Sol, llamaron a mi puerta dos amigos, diciendo: Antonio, Antonio, ¿qué nos das de almorzar? Que venimos cansados: Anoche salimos de Zaragoza a verte, y comer fruta de estas Huertas, la falta del sueño nos molesta. Yo he pasado peor noche que vosotros, (dije) y me estaba divirtiendo en leer el Teatro Crítico Tercero del Reverendísimo Feijoo. Respondió el uno, que aprendía para guadaña de vivientes, embajador de la otra vida, zahorí de afectos, langosta de saludes, destilador de quilos, menstruo de humanas substancias, que en Primavera, y Otoño secan a la prensa de sus recetas de prevención, protector de la Botánica, con los aceites de Gamez, bálsamo de la Reina Cristina, emplasto de Lira, píldoras de Colarte, y jarabe de Luis Rodríguez; ¿son estos Tomos Críticos los que ha escrito un Religioso Benito, que pondera altamente la fabilidad de la Medicina? Sí, dije yo. Y respondió el compañero, que era cambiante de verdades, estímulo de inquietudes, cazador de pleitos, enemigo de la paz, intérprete de palabras, y escrituras, protector de delitos ricos, correctivo de bolsas hidrópicas, que sangrándolas usque ad deliquium, como al carbunco, acaba la demanda, y el caudal; atemperante de recién heredados, destrozo de legítimas, para desheredar al que tributa menos, Trugimán de Barbosa, caos de últimas voluntades, Tratante de Pragmáticas, Joyero de pareceres de todos colores, Zurcidor de legajos, Autos, y marmotretos; a esos escritos, poco les hacen merced, porque unos suben mucho la prima de su alabanza, y otros hablan con poca modestia de ellos: Los Músicos levantan sus quejas a la Solfa más alta del Diapasón de Capilla: Las Señoras le veneran por su Campeón, su Quijote, y Carnes de Perro: El Héroe, honra y Príncipe de nuestra Nación en las buenas Letras, principalmente en la Historia, y Genealogía, Don Luis de Salazar, le alaba en la Carta que está [3] impresa: (supongo que habla como Caballero). Los Matemáticos, y aficionados a la esfera, y entre ellos el Perdiguero de Coluros, Centinela de Solsticios, Hurón de Epiciclos, Marcador de Zodiacos, que reduce los marcos, y estadales a humeros, y compases, siendo el Pedro Ponce, y el Carrasquet del bando de Urania, Don Diego de Torres, no siente bien de los Tratados del Reverendísimo; y así, cada hoja tiene lo que las opiniones, que la mitad de los Autores las siguen, y la otra mitad las contradicen. El Remendón de Catarros, que era una extraordinaria figura, alto, seco, el color de gualda, el pelo a repelones, con ciertos lunares que dejó la tiña, sellados con caspa; la frente larga, y estrecha, a modo de bigotera, en la que se bajó el pelo dos escalones a conversación con las cejas, dejándose a los lados un par de arracadas de liendres, los ojos saltados con mucho blanco, y dos viejas de color de niebla, que los presidían; la nariz legua de Cataluña con falda del Pirineo, con que embozaba la mejilla izquierda, y llevándose tras sí la falda derecha, hacia un azar de trinquete de Navarra; la boca quiso ser V consonante, esta aportillada, como Huerta de Mayorazgo, a la que servía de adorno una barba pía, a mechones crecida, y despoblada como centeno apedreado; tenía tres colores, de los cuales el más diestro Aritmético, con el capítulo de la combinación en la mano, dificultaría en sacar un aparente, ya que no perfecto color, porque era un remiendo blanco, otro entre peceño, y toxo, y de media cuesta abajo, de color de remolachas, con ciertos barrancos de viruelas, y un higo en el hoyo de la barbilla, del mismo color, que parecía madroño espachurrado; el talle corto, recio, de capón, con visos de ciclán; las zancas delgadas, y cuando se movía, iba columpiándose en zancos; los pies bien adornados de callos, y juanetes, que con lo ramplón del zapato, formaban dos empanadas de Aldea, y todo su movimiento era de trepidación: Este, pues, con la mano izquierda en el hijar, estoqueando con el índice de la derecha, como Comediante de Lugar, moviendo los labios, como mastín que regaña a gozque, preguntó: ¿Este Torres es el que escribe siempre contra los Médicos? ¿Es este el blanco a quien parece dirigió [4] lo más de su Carta Aprobatoria del Primer Tomo el Eximio Martínez, (según el Padre) y el que escribió unas Posdatas, que parecieron escandalosas? ¿Es este contra quien escribió el Doctor Martínez el Juicio Final? ¿Pues cómo escribe contra los Médicos, habiendo profesado en Portugal la Medicina, y tomado su panza de oveja en Ávila, como confiesa? Si fue Profesor, aunque poco tiempo, para que en las Postdatas, y en el Entierro del Juicio Final reprehende con tanto calor a los Compañeros de su misma Profesión, y enseña al público, o a lo menos a los que no han cursado las Universidades, que nos tienen por Ángeles, cómo se cría un Médico, se gradúa, sale a matar, logra ascensos, se hace rico, pasa la vida con dinero, y estimación, hasta que Dios le llama a juicio por la bocina de otro?. Déjenos vivir como el vivió aquella temporada. El Autor de Discordias y Apoyador de Embudos, que era muy mesurado, de estatura moderada, color penitente, pelo negro, con sus mechas mugrientas, bastante largo, ojos hundidos, como de Letrado en confusión, y Médico que acaba de tomar el pulso, las sienes chupadas, los carrillos macilentos, las narices arremangadas, rebelándose a las mejillas, barba a medio pelar de cepillo viejo, en cuyas márgenes se encamaba la boca, con unos derrames hacia las orejas, que de justicia pedían patilla; el cuello largo, a modo de cigüeño, el pecho hundido, los brazos largos, que podía desatarse las ligas sin bajarse, y al caer a las faltriqueras, parecía tener los goznes gastados; las piernas eran molde de pistoleteras; y los pies largos, y estrechos, que se podían acomodar para lanzadera de un Tejedor de Paños, con dos medios huevos por tobillos, sentado en una silla de Olmeda, subiéndose las rodillas a hacer apeo a la barba, almohazándose las mejillas con la mano izquierda, y limpiándose los dedos del tabaco en el calzón derecho, dando con la vista vaivenes tan presto al techo, como al suelo; respondió: La misma razón pudiera haber contenido al señor Torres para escribir contra los Letrados, pues también en Salamanca aprendió los primeros elementos del Iuris, y dio sus bofetadas a Brocontel, Minsingero, Vinio, y Amplector, que también son Autores condenados. Repliqué [5] yo: Aun por eso dirá que aprieta más, y se verifica la regla de los Aprendices de Carpinteros para el mejor ajuste de las piezas, que es poner las cuñas de la misma madera. Pero dejemos esto ahora, y vamos almorzando, que pues están ahí esos papelillos, después nos divertiremos, como no pase la conversación de unas preguntas modestas, para que cada Autor, si quisiere, nos dé razones, o demostración en lo que sea posible, de aquello que nuestra rudeza ignore o dude. Convinieron los dos, y yo como patrón de la casa, por agasajar a mis huéspedes, dispuse la mesa: almorzaron y descansaron mis amigos; y yo saqué el Tercer Tomo y empezó la lección. Teatro Crítico Universal, o Discursos varios en todo género de materias para desengaño de errores comunes, por el M. R. P. M. Fr. Benito Feijoo, Maestro General de la Religión de San Benito, y Catedrático de Vísperas de Teología de la Universidad de Oviedo, Tomo Tercero. Leí el Prólogo, que parece da satisfacción al Papel de la Tertulia, sobre la causa del P. Savonarola, y dice: O que muchos lo ignoran, y ahora lo saben. Y preguntaron mis compañeros, ¿cómo se llama error común una cosa que muchos ignoran, y muchos la saben?. Fui leyendo el Discurso Primero de Saludadores; y dijeron mis amigos, nos parece ocioso gastar papel, ni Prensas en combatir, que los Saludadores no curan por virtud natural, ni sobrenatural; pues la mayor parte del mundo están en el dictamen de que si de ciento tiene uno, o puede tener virtud, los noventa y nueve no la tienen: con que para poner esto por error común, resta probar, que comúnmente se cree tienen virtud de curar la rabia. En el Discurso Segundo, fol. 18, de Secretos de la Naturaleza, dice su Reverendísima: Con todo algunos no se desengañan. Dijo uno de mis amigos: ¿Luego algunos se desengañan? Y ya no será error común; y si los mismos Autores de Secretos de Naturaleza ponen unos medios difíciles, y aun imposibles, para demostrar lo mismo que enseñan, se necesita otra cosa para hacerse despreciable su opinión. Y al fol. 25 trae los influjos de los Planetas supersticiosa predicción de la doctrina Platónica; y pone el caso de Camilo [6] Leonardo, que puso las siete piedras en el anillo, y que el que le tenía, lograba riquezas, siendo él de plomo esculpido, en el signo Astronómico de Saturno, imprimiendo en él la Turquesa, estando este Planeta en su exaltación; y este error será para los Quimistas, que dan fe a éste, y a otros casos semejantes: pues para mí, basta saber que esta riqueza venía sin intervenir industria, agencia, ni trabajo; y sin esto, ninguno es rico, pues se falsificara la maldición de sudore vultus tui. Y de la cabeza que se cuenta de San Alberto Magno, digo lo mismo; y así, este error es de los Quimistas. En el fol. 28 combate estos secretos de Medicina de esos que llaman Herbolarios, y de los Librillos de Recetas, que aunque no sea más que la diferencia de edad, vida, sexo, costumbres, comida, y temperamentos, es preciso que perjudique a los más; pero si nadie usa de estas recetas sin consejo de Médico, ¿qué error común es este? Y en el mismo Discurso combate la credulidad de estas recetas; ¿pero qué hombre de juicio será el que ignore, que los Libros que aquel Tunante pudo leer, no los haya en las Librerías, y que los Profesores de vida más reglada, y mayor aplicación, los han de tener, y saber sus experimentos? Más adelante, al fol. 33 cita el Padre los errores de Helmoncio, y Borri. Y dijimos a Gil: Aquí trata de Medicina, ahora te toca informarnos, pues es tu profesión. Con entender al Bravo y a Pedro Miguel Heredia, me contentara yo: mi Maestro son veinte años, que se enriquece con la práctica de la Medicina, y empieza ahora a hacer Librería, porque hasta que de ello hacemos dinero, ninguno compra, ni tiene más Libros que los que yo leo ahora, y he nombrado; y cuando más, Vallés o Senerto, si se los presentan. Pues estos errores tocan a los de la Profesión, (dijimos los dos) allá se las hayan. Proseguí en leer el Discurso Tercero de Simpatía y Antipatía; y dice el Reverendísimo, que la de la Piedra Imán no es antipatía, y niega la simpatía; y en tantas hojas concluye, sin decirnos, que es refutar la atracción, diciendo, que cuanto mayor fuese la porción del hierro, la atraería mejor, por ser mayor el amor; pero si este peso excede a la virtud del agente, y hay desproporción [7] entre los dos, por ser mayor, el uno que el otro: ¿luego ni aun la común disposición que el Reverendísimo Padre da, puede obrar? Ningún amor es mayor, que el de los hombres al dinero. Ninguno ha podido llevar hasta ahora doscientos mil pesos en plata de una vez, aunque se los den por suyos, por ser mayor el peso de estos que la fuerza de quien los ama: ¿Luego en todo lo que hay desproporción falta la antipatía, virtud, o fuerza, como su Reverendísima le quiera llamar, para las operaciones? Y resta el que su Reverendísima explique dos cosas: la una, que confirme esta virtud, que no quiere se llame simpatía; y la otra, de parte de quien ha de estar el amor para obrar, porque el ejemplo de los relojes no satisface mis dudas, pues aquellos el Artífice los hizo conformes, y luego el que les da cuerda, les puso en movimiento; y sobre todo, es obra artificial, y lo mismo son las cuerdas en Unisonus, y a las cosas naturales no sirven ejemplos de las artificiales. Y al num. 6 y 7 concluye: ¡Oh! Qué patrañas inventan algunos hombres, fiados en que hay en el mundo muchos simples. Muchos, no son todos, ni aun cosa que toca a muchos es común. Duendes y espíritus familiares, Discurso 4. Para no creer yo esta abundancia de Duendes, de cuyo contagio he visto pegarse a la vecindad Duendecitos, (dijo Fermín) tengo una duda, y es, que todo embustero que dice los ha visto, los pinta con Hábito de San Francisco, y pequeñitos: La Religión de San Francisco se fundó después del año de 1200. Si estos son espíritus de los que cayeron con Luzbel, que se quedaron en el aire, esta caída fue antes de la fundación de San Francisco; ¿y hasta entonces de qué estuvieron vestidos? Precursores de la Religión no lo fueron, con que tendrán quien les dé librea del tiempo. El Padre Gaspar Escoto en su Física Curiosa, trata de esto con desengaño, y claridad. Es cierto, que la Iglesia tiene exorcismos, con que no estarán ociosos. De espíritus familiares (dije yo) es en lo que creo menos, porque no he visto hasta ahora criatura que padezca tal trabajo; y llevo un doblón de a ocho de cordoncillo en la faltriquera, para el primero que me enseñe una mujer casada a su gusto con mil ducados de renta, que tenga familiares: Esta es una de las ancoras de los Médicos [8] que ignoran la Filosofía: Quid est metus, laetitia, dementia, &c. Y luego envían a baños, tomar aires, fue mozo, está hechizado, estos son espíritus. Proseguí en leer el Discurso Quinto: Vara adivinatoria, y Zahoríes. Y dijo Fermín: Yo no tengo por error común este, pues no hallo quien crea esto de Vara adivinatoria, porque en las Indias, donde los naturales son tan dados a la superstición, no hay uno que haya gastado un peso en abrir las entrañas de la tierra por la Vara adivinatoria, y consumen caudales en trabajar minas por otras señas; y a los Zahoríes, el mayor número de Pueblo los tiene por embusteros. Y en prueba de esto, ya sabéis, amigos, que el año pasado de 1726 vino un muchacho fingiendo ser Zahorí, y en tres Aldeas de estas cercanías dijo había ricos tesoros, con lo que comió a costa de codiciosos unos cuantos días, y les hizo cavar algunos ratos: las tres Aldeas componen doscientos vecinos, fueron como dieciocho los que cavaron, dando de comer, y crédito al Zahorí, los restantes no le creyeron: con que una cosa que creen tan pocos, téngola por error particular, y no común. Milagros supuestos. Discurso Sexto, desde el fol. 97 hasta 126 que se leyó. Dijeron mis amigos: Dice bien el Reverendísimo; porque apenas hay causa natural, ni obra de artificio exquisito, que no se atribuya a milagro; ni hay cosa más común, que los mendigos, y ciegos cuando no tienen valentías de ahorcado que cantar, inventan una relación de un milagro, con el que logran pasar una temporada visitando a menudo la taberna. Y yo pregunto, ¿quién tiene la culpa de esto? Pues el Pueblo no incurre en otro error, que en una nimia piedad. Y en prueba de esto, en el año de 1699 y en el de 1704 se hizo un impreso, que tengo en mi poder, refiriendo que a un Devoto que mandó dar una fanega de pan a un Santuario, no teniendo más que dos y media en su Granero, encontró cinco mil en él al ir a medirlas; y este mismo caso en los dos años, sin más diferencia, que mudar el nombre, y apellido y poner él un milagro en Úbeda, y el otro en Zamora. Cúlpese de esto a quien permite, que ande el limosnero con el santuario, y [9] el impreso, para persuadir a la piedad Cristiana, a que den limosna. El Reverendísimo habla en esto, como que es propio de su profesión; y pues es ajeno de la nuestra, debemos tomar su dictamen: la lástima es, que muchos poderosos, por acreditar su piedad, andan a cachetes sobre llevarse a comer al Ermitaño gordo y robusto, para que le cueste doble repugnancia volver a la Ermita; y a la viuda, y al oficial, llenos de hijos, que la enferma vejez los tiene en la última miseria, no se acuerdan de enviarles los mendrugos, y rabadillas de pollas que sobran al Ermitaño. Tomó Fermín el Libro, y leyó el Discurso Séptimo de las Paradojas Matemáticas; y dijo: De esto ninguno entendemos. Porque sólo toca a los determinados Profesores: con que estos errores, sean comunes, o particulares, tocan a los Matemáticos. Veamos qué axiomas les reprehende. El Padre escribe para desterrar ignorancias: no es Matemático, con que los errores Teóricos que propone, es preciso estén con tal claridad escribiendo para todos, que no deje que dudar al más rudo. Prosiguió en leer: Posibles son dos líneas, que continuamente se vayan acercando más, y más una a otra, y que por más que se prolonguen, nunca lleguen a tocarse. Reparó Gil, esto no puede ser, porque este más y más, y por más que se prolonguen, son tres más; y este en superlativo grado de acercarse, y correr infinitamente, y esto no lo abraza mi razón. Veamos cómo saca el caballo. Remata al num. 4 Que hay punto y que cuando llega a cortarla, no tocará aún a la línea; y pone demostración. Cortarla, y nunca llegar a tocarse, ¡es raro modo de explicar! Con una condición todos los argumentos están disueltos: no la corte, y verá, que corriendo otra tanta distancia como tiene la demostración, se tocan. Cortéle la conversación. Cierto que es ocioso poner absoluto el Teorema para limitarle: además, que la demostración que pone, no conviene al Teorema de la Paradoja, pues para probarle, es menester, que acercándose la una línea a la otra, corran infinitamente, y así veremos tocarse; pues aunque sea sólo lo grueso de un cabello lo que en cada dedo de distancia se acerque la una a la otra, de las cien leguas de [10] longitud, verá si se encuentran: las paralelas son las que corriendo infinitamente nunca se encuentran, según todos los Geómetras; y si algún sistema nuevo hay, los Piscatores Andaluz, Gotardo y el de Salamanca, nos deben dar su regla, y demostración; y así, sirva de pregunta. Num. 7. Explica el padre, con la demostración de dos líneas, la una de dos varas de longitud, y la otra de una; y que añadiendo en proporción geométrica, siempre la menor es menor; y quite el Padre a cualquier cantidad en proporción geométrica, y siempre le quedará menor porción, y si no, se tocan, porque se disminuyen. Diga disminuyéndolas; y así, ya es con limitación, y no infinitamente: y todo esto es para la cuestión Teológica, a que no viene bien, pues las líneas se tocan en un bufete, y las varas se miden; y que viene el pecado finito, o infinito, simpliciter, o dupliciter, con la Geometría que sabe un Albañil. Perdóneme el Reverendísimo, que en buena Retórica las cuestiones científicas piden símiles científicos, y las mecánicas, mecánicos: el hombre es distinto del Ángel, y el bruto distinto del hombre: en dando la misma igualdad, proporción, y esencia en estos, que la tienen dos líneas, que sólo se diferencian en la cantidad, lo entenderé yo. ¿En qué quedamos (preguntó Gil) de estas líneas, que corriendo más, y más inclinándose la una a la otra, nunca se toquen? ¿En que se corten al llegarse a tocar? Respondió Fermín: En la cuestión de lo finito, o infinito del pecado, que es más propio de la profesión del Reverendísimo, en nada cierto: que asientan muchos Teólogos, que en razón de ofensa, no iguala lo que la criatura satisface. Y de los Teólogos que llevan otra opinión, ¿qué apuramos? Lo que en todas las cuestiones, que unos defienden afirmative, y otros negative. Pues lo mismo sabíamos ayer. Pasemos adelante. Folio 131. Dos paredes de un edificio, si están hechas a plomo, no pueden ser paralelas, o equidistantes; antes bien es preciso, que disten más una de otra, por la parte inferior, que por la superior: aunque muchos lo saben, son muchos más los que lo ignoran. Advierte su Reverendísima, que esta demostración procede, suponiendo la común opinión Filosófica, [11] por la cual no se sacan demostraciones prácticas, que es lo que vamos a buscar, si las paredes las hacen paralelas, e iguales en un todo, ¿cómo han de distar más por una parte, que por otra? (dijo Fermín). Y yo respondí: Este es un Teorema, que en el principio de la Geometría pone en uno de sus Corolarios el Padre Tosca, y esto es mirando al centro de la tierra; y respecto de él, y de ser figura esférica el globo total del mundo, aunque insensible, hay alguna desigualdad: Pero el Reverendísimo, que parece intenta dar claridad, busca cómo confundir al vulgo, pues el Albañil Carpintero, y dueño de Obra, ¿cómo pueden saber el centro que aquí pone? Pues estos sólo saben, que si la pared está igual, las materias de dos, o más suelos, que lleva el edificio, son iguales, y lo que el vulgo entiende por centro, es el del Área; y así, tomando el compás, o cuerda, hallan ser las paredes equidistantes. Dijo Gil: Parece que esta doctrina, más que combatir errores, es inventar dudas; y así, señor Piscator de Salamanca, usted es Catedrático, el Andaluz está en posesión de escribir, y necesariamente ha de ser Geómetra; y usted, señor Gotardo, es Maestro de Matemáticas de los Caballeros Pajes del Rey, a ustedes toca darnos claridad, y así se espera su respuesta de esta duda, pues el Padre dice que halla alguna: que es buen modo de refutar errores comunes. Prosiguió Fermín en leer el fol. 132. Es imposible saber si los objetos se nos representan a los ojos, según la verdadera magnitud que tienen en sí mismos. Este es un Tratado especulativo de Óptica, que le tratan bastantes Autores, y no sé a qué viene este por error común, pues este le saben los Matemáticos, los Pintores, Escultores y Arquitectos, lo ejecutan, y la figura bien hecha, cualquiera que la mira, a la distancia proporcionada, conoce la magnitud que representa: si confiesa, que es imposible saber la verdadera magnitud, la misma imposibilidad tendrá el conocer sus imperfecciones. Dejemos en las dudas, sin añadir más, y ahorra el trabajo a las Prensas, y los Lectores. ¿Qué quiere este Reverendo, que entienda el vulgo de humor acueo, cristalino y vitrio, y de la retina, como del temperamento ígneo y adscrito a sistema Filosófico? Las Monjas [12] Folio 135. Ningún objeto se ve clara, y distintamente, sino con un solo ojo. Pase Vmd. más adelante, señor Fermín; y leyó num. 22 sobre el asunto de esta proposición: afirmó Gasendo lo que yo afirmo, el Padre Dechales le impugnó, siguiendo el sentir común, en que parece están todos los hombres. Esta cuestión viene a reducirse, si los ejes ópticos son paralelos, o no; y prosigue explicando hata el número 24, en que dice Gasendo prueba su opinión, con la experiencia de que en un ojo se le representaba el objeto con triplicada magnitud que en el otro. Acabó de leer la explicación de la figura segunda, y Gil dijo así: En la cuestión entre Gasendo y Descartes, que uno sigue la opinión común de todos los hombres, y Gasendo una particular, entra este Reverendísimo con pluma decisiva, aplicándose a la opjnión de Gasendo; y a la de Dechales, y demás Profesores, llama error común; luego cita a Gasendo, porque tenía la vista deforme: es un admirable testigo, y de excepción contra la común opinión de la Óptica un hombre de vista deforme: la misma fe hace esta cita, que la que hacía un ciego presentado por testigo de vista. Folio 139. Astronomía: Los días naturales son entre sí desiguales, sólo en los polos hay un día en el año: día solar, es el que el Sol absuelve la circulación misma. Estará en pecado esta circulación: Si hoy están en un punto meridiano el Sol, y una Estrella de las fijas, al punto de medio día, cuando mañana vuelva a él la Estrella, no habrá llegado el Sol a él con un grado, que es una parte de trescientos y sesenta y seis, y así llegará al Meridiano cuatro minutos primeros después que la Estrella: lo mismo dice del día Sidéreo: no son las horas de un día iguales a las del otro. Tico Brahe halló, que del Equinoccio de Aries al de Libra, pasaban ciento ochenta y seis días, ocho horas, y veinticinco minutos; y del de Otoño, al del Invierno, ciento sesenta y ocho días, once grados y cuatro minutos. Resuelve: Arcos iguales de la Equinoccial, corresponden a arcos desiguales en la Eclíptica; y dice consiste esto en que aquella revolución del primer móvil, para perfeccionar la revolución Solar, no es igual, y que es algo difícil de percibir. [13] Num. 36 resuelve, que pues tarda de Aries a Libra más días, es más tardo el movimiento. Num. 37, que Monsieur Ulois observó, que en Noviembre y Diciembre exceden los sesenta y un días, en media hora, y medio cuarto, a los de Septiembre y Octubre. El Tratadillo de Relojes no concuerda con lo dicho. Num. 38 saca la consecuencia de que hace las horas más iguales una muestra bien regida, que el Sol. Antonio, pues sabes algunos términos facultativos de la Esfera, explícanos algo de ella; y a lo menos dinos en voces Castellanas, lo que el Padre nos quiere explicar con voces Astronómicas, para siquiera entender la dificultad que propone, y lo que de ella resuelve: porque es buena fresca ofrecer en el título del Libro desengañar de los errores comunes, y poner unos Tratados, que o ya sea la rudeza nuestra, o los términos puramente facultativos, nos quedamos como antes de haberlo leído; mayormente cuando dice el Padre en el principio de sus Paradojas, que son tan forasteras las Matemáticas en España, que aun los eruditos no entienden las voces facultativas. Yo no soy Profesor, (le respondí) diré algo como aficionado, preguntando, como ofrecí en el principio, porque no quiero que me censuréis lo mismo que acabáis de referir, ofreciendo una cosa, y tratando otra. Es de suponer, lo primero, que todas las Zonas, Casas, Coluros, Planetas, Cielos suyos, Primer Móvil, Paralajes, Arcos iguales, Epiciclos, y toda esta caterva de nombres de la Esfera Celeste, no son más que unos términos puramente facultativos, para entenderse los Matemáticos, y explicar las observaciones más curiosas, que desde los Caldeos se empezaron a observar en el Cielo; y para dar a entender a los que no son Profesores los diez círculos, y las doce casas, y todos los demás términos, que fuera largo referirlos. Para esta distribución, dan imaginariamente dos movimientos al Sol, y a todos los Cielos de los Planetas, atribuyendo el uno que es natural a cada Cielo, y el violento, que es el otro, a la décima Esfera, que suponen arrabata a las demás; y para lo que los hombres no ven, no ha podido el entendimiento humano inventar más claridad y hacer palpable, como en seis meses, que [14] es desde Diciembre a Junio, tenemos seis horas más de Sol, y en los mismos, seis horas menos: que estas desde que el Autor de la Naturaleza, y los Luminares los crió, las vemos siendo a las cinco de la tarde en el Invierno noche, y a las ocho en el Verano. Reparten los Astrónomos en ciento y ochenta partes, que llaman grados, los 180 días, y minutos, que hay desde veinte y uno de Junio, a veinte y uno de Diciembre. Y dice el Padre, que estando el Sol hoy en veinte grados, y mañana en veintiuno, de cualquier Signo que sea, hay este grado de diferencia por su natural movimiento, en el Meridiano: Es verdad; pero es tan corta, que en el Meridiano es insensible, y sólo puede ser sensible al año Eclesiástico, y lo es tan poco como os diré. Estas seis horas que nos alumbra más el Sol, se reparten en 180 grados, y cada grado en 60 minutos, con que son las seis horas 10 u 800 minutos Astronómicos; y reducidos estos a minutos de reloj, hace cada mes una hora: con que viene a ser un minuto de reloj al amanecer, y otro al anochecer el aumento, y diferencia del día, y de su desigualdad todo el error común de esta Crítica. Para refutar entre los Astrólogos esta común opinión, tan recibida, que no hay Tablas Astronómicas, Globos ni Planisferios, en donde no esté puesta la carrera del Sol, como va dicho, cita la opinión de Tico Brahe, que halló, que desde el Equinoccio de Marzo al de Septiembre, tarda ocho días más el Sol, que desde el Equinoccio de Septiembre al de Marzo; y pues su Reverendísima es aficionado, tome cualesquiera Tablas Astronómicas, y haga cálculo de los Equinoccios de un siglo, pasado o por venir, y demuéstrenos esos ocho días de diferencia; y hallará, que suele ser treinta horas la diferencia poco más o menos: Y también puede ver las Tablas de Jorge Purbachio, de Francisco Juntino, y las Alfonsinas, y las que he puesto el Padre Tosca, aunque comprehendo que escribiendo en Valencia, no merece ser citado en el Teatro. Y vaya una pregunta: En cualquiera caso que fuese de la Facultad que se imagine, donde todos los Autores llevan una opinión y uno sólo le contradice, ¿en quién estará el error, en el que sigue todos los Autores, o el que lleva la opinión de uno solo? [15] Vamos ahora a la cita del Reverendísimo, para que veáis los Autores que busca, para querernos enmendar, y dar verdades sólidas a todos. Tico Brahe, tan esclarecido en su nacimiento, como aplicado a la Matemática, hizo un Sistema, en que trocó algo del de Nicolás Copérnico, que se reduce a poner por centro de las Esferas a la Luna, y dar movimiento a la Tierra; siendo así, que esta es estable, y que sólo está admitido este Sistema, como hipótesis. Dicho Tico Brahe era un hombre porfiado en su dictamen, sin admitir el de otro alguno, aficionado a burlar a todos, y que no le zumbasen a él: era tan supersticioso, que si al salir de su casa encontraba con una vieja, se volvía adentro: tenía por agüero encontrar una liebre en el campo: el Sistema que estableció, fue poner la tierra inmóvil, en el centro de las Esferas, y hacerle centro del Sol, y de la Luna; y suponer, que estos Luminares hacen sus revoluciones a la vuelta del globo terrestre, estableciendo este mismo globo por centro del Firmamento, y del primer móvil; porque le fue preciso imaginarle para este Sistema, puso el Sol por centro del movimiento de Mercurio, de Venus, Marte, Júpiter y Saturno: con que en esta opinión, sólo la estabilidad de la tierra fue lo que puso bueno este Autor citado para desterrar errores. Examinada esta opinión de Tico Brahe por la Academia de París, quedó refutada, habiéndose certificado por los anteojos de larga vista, todo lo que aquella exacta curiosidad ha podido: Y así, teniendo sus Obras, y habiendo muerto al principio de este siglo, que son ya años, aquella Sabia Junta no ha seguido su opinión; antes bien, en los Globos, y Planisferios impresos en París, con las Observaciones de la Academia Real de las Ciencias, en el año de 1718, ponen iguales los grados en los dos Solsticios, y en las Efemérides, que son, el cálculo diario de los Planetas: Verá cómo son horas de diferencia las que hay desde que entra el Sol en el primer grado de Aries, hasta el de Libra; y desde el de Libra, hasta el de Aries, y así en todos los Piscatores, y Gotardos qiue llaman en España, y Mercurio en París, hallarse esto mismo; y así, vea las Tablas Astronómicas del Norte, verá reglados los Equinoccios con horas de diferencia. [16] No creyera (dijo Fermín) de un hombre Maestro General de su Religión, Catedrático de Vísperas de Oviedo, que se pone a escribir voluntariamente, sin otro fin, que el aprovechamiento público, para desterrar errores comunes, ande buscando más errores que añadir, y uno tan craso, como seguir la opinión de un Astrónomo solo, que aunque grande, tuvo unas supersticiones tan crasas, que nadie le sigue, y que su Sistema no trajo otro útil, que acreditarse de ingenioso; y lo que más me admira es, que toda la Reverendísima del Padre Feijoo saque una consecuencia, como afirmar, que hay muestra o Reloj de movimiento más regular que el del sol. No entiendo yo esta Facultad, y así no puedo arguirle de ella; pero me hace una fuerza notable, y me escandaliza el ver que afirme, que una obra que hace una humilde criatura, sea más perfecta que el mayor Luminar que crió el Autor de la Naturaleza, para participar luz a todos los Astros, distinguir las tinieblas, alimentar con su vista a los tres Reinos Animal, Vegetable y Mineral; y así, perdóneme el Reverendísimo, que no he de creer esta opinión, ni he de creer, que la estampó para desengaños de errores comunes, pues esto más parece apoyo de nuevos errores; y así, de aquí adelante he de llamar a sus Libros Teatros de Errores, y no Teatro Crítico. Desde ahora hago tantas renuncias, y protestas de los Teatros Críticos, como hizo el Escribano de Meco en el Coche de Alcalá, del Sinopsis. Suspende el juicio, que parece que te acaloras (díjele yo) que pues empieza el Capítulo Paradojas Matemáticas, es evidente, que el padre escribe con el fin de que los Matemáticos no nos hagan creer por evidente verdad los Coluros, Solsticios y carrera y movimientos del Sol, como ellos lo tienen concebido; y así, lo que aquí refuta, es la común opinión de los Astrónomos, y no la de la Universidad de los Hombres; y si el Padre prueba esta opinión de Tico Brahe, y Tico Brahe la dejó demostrada, ¿qué censura merecen? Pues bien pudo tener todos los defectos ya dichos, y haber sacado una nueva demostración contra la opinión de todos los demás. Amigos (dijo Fermín) por sacar nuevas opiniones han empezado a delirar los hombres, y han acabado en [17] perderse: tú trataste mucho con aquel Músico, sobrino de Don Pedro Cubero, que con aquellos dos Libros que le dio el criado de Artiga, el Catedrático de Astronomía de Huesca, y alguno que recogió de las Escuelas de Niños, querías argüir de todo. Yo no entiendo en más, que en los elementos de mi profesión; y así, no puedo disputar contigo, pues ya he dicho, que los términos más comunes de las Matemáticas los ignoro; y en cuanto a opiniones, contentaréme con saber elegir aquellas que más se acercan a la verdad de mi Facultad, sin entender las demás opiniones; y así, para no ser Escéptico del Teatro Crítico, vaya un cuento: Había un Conde tan ambicioso de dineros, como el Padre de gloria; tenía un Paje, que sentaba las boberías que se hacían en su casa, teniendo el gusto de que después de comer, algunos días, le leyese la última que había hecho: Pasó un hombre por su casa no conocido, y le dijo, que sabía unas minas tan pingües, que a poca costa podían interesarse millones en ellas, que le prestase mil reales de a ocho para trabajarlas, y que con este caudal partirían la ganancia, y los dos se enriquecerían: diole los mil pesos, y el paje sentó esta por la última bobería: pidióle el amo el Libro, y viendo el asiento del Paje, le replicó, ¿esta es bobería? Pues si este hombre sacase la mina, y me trajese grandes intereses, ¿será desacierto? Y el Paje le respondió: Le quitaré a Vmd. y pondré a él. En haciendo demostraciones de su opinión, y la de Tico Brahe el Reverendísimo, llamaré Teatro Crítico al suyo; pero hasta entonces desde ahora le renuncio, y le he de llamar Compendio de Errores. Fue leyendo Fermín, y prosiguió: Supuesta la duración, vendrá tiempo en que hiele en la Canícula. Dice el Reverendísimo, por apoyo de este Problema, que los días caniculares toman su denominación de una constelación celeste, llamada Canícula, o Proción, compuesta de dos Estrellas, de la cuales la una es de primera magnitud, y también a esta sola se le suele dar el nombre de Canícula. Tomo por su cuenta este argumento Gil, por haberle su Maestro explicado el Aforismo Ante cane, & sub cane difficile sunt farmace. Y dijo así: Es verdad, que el nombre de [18] Canícula se toma de la Estrella Proción; pero esto (perdóneme la serie del Reverendísimo) que es una agudeza nominal de que se vale; pues no es violento, que tardando tantos años el movimiento de esta Estrella, le dén el nombre de Canícula, y no porque le dén este nombre, ha de helar el día que toca el Sol en el grado de Leo, que es treinta días después del día mayor del año, que a mí me lo explicó así mi maestro, porque no creyese, que la Canícula, o el Can, era algún perro mayor que el que tienen los Capuchinos de Zaragoza para guardar la Huerta; y así, para los que son Astrónomos o Médicos, es inútil la explicación del movimiento de esta Estrella, pues los que discurran más, creen que el día que toca el Sol en el primer grado de Leo, está en el mismo signo esta Estrella, llamada Canícula, desde que empezaron los primeros Astrónomos a observar los movimientos del Cielo. Folio 145. La tierra no es de figura esférica. Después de poner las opiniones de los Matemáticos antiguos, que dieron varias figuras a la tierra, dice el Reverendísimo fue fácil disipar estas ilusiones, ya con la observación de la sombra de la tierra en los eclipses de la Luna, la cual la representa de figura redonda en cualquier parte de la Eclíptica que sucede el Eclipse, y con la del orden, y progreso con que se nos descubren, y ocultan los Astros, ya con la de la sucesión con que los navegantes, apartándose de la tierra, se les van encubriendo los edificios, y eminencias de ella. En fuerza de estas observaciones, todos los Filósofos y Matemáticos convinieron en suponer la tierra de figura esférica: esta es sentencia que estuvo en pacífica posesión por más de veinte siglos, hasta que cerca de los fines del pasado se empezó a dudar de su verdad. Y num. 48 cita los que examinaron la figura de la tierra, diciendo, que las observaciones a menor distancia de la Equinoccial, daban mayor distancia a los grados del Meridiano, y le hacen menor las observaciones hechas en mayor latitud, o distancia de la Equinoccial; de que infiere, que siendo la tierra esférica, las líneas perpendiculares, que se consideran bajar de la Esfera Celeste a dividir los grados, comprehenderían igual espacio; y sólo pueden comprehender espacios [19] desiguales, con la proporción explicada, y acaba: Siendo la tierra de figura Elíptica u Oval, en que degenere de la Esférica, prolongándose algo hacia los Polos, de suerte, que el diámetro de la Tierra, que se toma de Polo a Polo, sea más largo que el que se toma entre dos puntos opuestos de la Equinoccial. Pone la explicación para esto, de la Elipse que ha fabricado para demostrar el Teorema, tirando en ella las líneas, y cortando los puntos que hagan su argumento evidente. Num. 52. Que describiendo en la parte interior un círculo en lugar de la Elipse de las perpendiculares del círculo exterior al interior, comprehenderán en este iguales espacios, y prolongadas, se terminan en el centro. Num. 53. Por si algunos desearen; y concluye. De aquí se infiere, que los grados tomados en el Meridiano, comprehenden mayor espacio de tiera hacia la Equinoccial, que hacia el Polo. Num. 54 nos pondera lo trabajosa que es la práctica de esto, y la experiencia que en una pequeña porción de la Francia hicieron los Matemáticos. Num. 55 da noticia de la demostración que se hizo en el año de 1718 y que se halló comprehender mayor espacio de tierra, según son más Meridionales los grados; y que por esta observación se dio la sentencia, y posesión a la tierra de ser Elipse. Concluyó este Discurso, Num. 56. Dos cosas restan ahora que examinar a los Matemáticos sobre esta materia; pone dos dudas: Una, si en el Polo se observa desigualdad de grados: Y otra, si la sombra del Eclipse parece perfectamente redonda, o si declina a figura Elíptica. Yo entiendo menos cuanto más leo este Reverendísimo , porque para refutar errores comunes, ¿qué viene al caso este argumento de Geografía? Y aunque yo no entiendo esta Facultad, no quiero sujetar mi entendimiento al Reverendísimo; y pues no es Profesor, me ha de permitir, que dude lo que quisiere, y crea lo que me parezca. Entra en este Discurso, ponderando los errores de los antiguos Matemáticos, sobre la figura de la tierra, y dice, se disiparon estas ilusiones, con la sombra de los Eclipses de Luna, que la representa de figura redonda, y en la conclusión, o resolución del argumento, (en que esperaba la mayor claridad) nos sale dudando lo mismo que afirma en el principio. Yo no soy el [20] Padre Feijoo; pero no me pondría a defender una opinión, para dudar en su conclusión lo mismo que entro afirmando en el principio del Discurso; y sin entender yo de esta Facultad, me hace fuerza saber, que las dos Américas no se descubrieron hasta Colón, que fue en tiempo del Rey Don Fernando el Católico, y de la Reina Doña Isabel, y su Conquista desde el año de 1518 hasta el de 1521 esta cuarta parte del Mundo, comprehendida en el nombre de América, tiene 1700 leguas de longitud; con que es evidente, ser mayor que cualquiera de las otras tres partes del Mundo: mientras esta estuvo incógnita, no pudieron los Matemáticos hacer una probable opinión teórica, o práctica de la figura de la Tierra: esto fue dos siglos há. ¿Cómo ha podido esta opinión de que la Tierra es de figura esférica, estar en pacífica posesión veinte siglos há, como nos afirma? Dijo Gil: Yo me alegro de ver estas opiniones del Reverendísimo, y en una ciencia práctica, en la que con demostraciones se han de defender los Profesores, lo que no pueden hacer los de la mía, que como el Padre nos ha cascado en ciencia teórica, en dejando tomar el formaliter, materialiter, y el licet, o subdistingo, se queda todo en voces, y nadie sabe quién tiene razón; y si no, miren Vmds. los gritos y cachetes en las varandas, y patadas en las tarimas, y Cátedras, que ha costado la simple cualidad de la Lógica, que aún no está averiguada, ni ha preguntado alguno por su simple cantidad. Sigamos nuestra conversación, (dijeron los dos) y dinos algo, pues siquiera entiendes algunos términos de los más comunes, y será más agradable la conversación. De buena gana diré lo que supiere, aunque ya sabéis, que sólo estudié mis tres años de física predeterminación, y si el hábitod docente, y utente se distinguen, y si la materia primera existe por sí, o no, y cuál es: unos principios de Jurisprudencia, con que todo soy yo un canastillo de Sastre, y así irán cuatro retales. Los versos de la Geografía de Medrano nos dan la tierra de figura esférica: esta opinión está seguida de todos los Matemáticos, menos del Reverendísimo; y así, veanse todos los Mapas, Globos, y Planisferios, y el que va citado, impreso en París en el año de 1718 que es el mismo [21] año que cita el Padre, se hizo la demostración de orden del Duque Regente en Francia, y verá la tierra demostrada en figura redonda. En ese mismo año, a 24 de Agosto, se dio título de primer Geógrafo del Rey a Guillermo de la Isla; y no dice Luis Moreri, que encontrase esa nueva opinión, y parece, que hecha la última impresión de los Diccionarios de Moreri, en el año de 1725, corregida y enmendada la que salió a luz en el año de 1718 por aquella junta de Varones tan sabios, y eruditos, com desengañados. No me atrevo a creer, que pudiese ser descuido un hallazgo tan particular. El Padre Tomás Vicente Tosca, tan conocido en todo el Reino, (cuyas obras merecen hoy la primera aceptación, por su verdad, y solidez de opiniones) que se dedicó a recoger todos los elementos de las Ciencias Matemáticas en su Tratado de Geografía, pone la tierra de figura esférica, y este imprimió después del año de 1718 y trae la estampa de la tierra, y la Esfera Celeste, tirados los radios desde el centro a la circunferencia, las observaciones hechas, que a menor distancia de la Equinoccial, dan mayor distancia a los grados del Meridiano, tirándolas de la superficie de la tierra, pueden hacer más, o menos distantes los grados; pero esto es un material yerro de la vista, en que hay el yerro grave de la Paralaje, que es lo mismo; y desde la superficie de la tierra, al centro, hay dos mil leguas de distancia: mire ahora lo que hay desde la superficie de la Tierra, hasta tocar en la Esfera Celeste, aunque sea en el primer Cielo, y notadas estas distancias, verá cuán fácil es creer lo que no puede suceder; y para desengaño, quería yo ver al Reverendísimo tirar algunos ángulos de posición en algunos edificios; y pudiéndose luego estos reducir a medida, ver si ésta convenía con la regulación de dichos ángulos, y con los argumentos Físicos Matemáticos, la figura cuarta en que nos pone la Tierra en figura Elíptica, y los radios tirados de la Esfera Celeste a ella, es claro, que tirados a la Elipse, y no a su centro, serán desiguales; pero tírelos desde la Esfera Celeste al centro, verá cómo cortan la Elipse en porciones desiguales, pero los radios tirados en proporción, serán iguales entre sí, y esta es sólo una demostración hecha a probar su [22] intento, que para calificarla de cierta, es necesario probar sus Autores, y vistos, servirá para demostración; pero hasta conseguirlo, conténtese en haberla hecho, y enseñándola a sus Discípulos, y parciales. Si el Padre supiera Geografía, y las demás Ciencias Matemáticas teórica, y prácticamente, no pondría semejante Teorema para ir a parar a un Corolario lleno de condiciones. La América, cuyo descubrimiento citaste, es la parte mayor del mundo, está dividida en Septentrional, o Mejicana, que desde el Istmo de Panamá, hasta el Estrecho de Avis, que está a los ochenta grados de altura del Polo, tiene 1050 leguas de extensión; y desde la boca del Río de San Lorenzo, hasta confinar con un pequeño estrecho con la Isla de la California, tiene lo mismo; y la Meridional desde dicho Istmo de Panamá al de Magallanes, que está a los cincuenta y cinco grados del Polo opuesto, tiene lo mismo con corta diferencia; y desde el Cabo de San Agustín, o Pernambuco, hasta el Cabo de San Lorenzo, tiene 900 leguas: después está el Mar Pacífico, cuya extensión hasta la Nueva Guinea, y las Islas de las Velas, es de 120 grados; y este pedazo de mar estuvo sin navegarse, hasta que Jacobo le Mer en los años de 1615, 1616 y 1617 fue el primero que descubrió un nuevo Pasaje del Mar Pacífico, o del Sur al Mar del Norte: y así, ignorada veinte siglos há la mitad de la Tierra, y agua, ¿cómo pudieron dar la figura esférica a la Tierra? San Agustín fue catorce siglos há, y nos dio la Tierra de figura esférica, por faltar tanto que descubrir en su tiempo. No sé de dónde ha podido el Reverendísimo encontrar esta figura esférica veinte siglos há; pues siendo la Francia el Reino que más florece en todas Ciencias, y con especialidad en las Matemáticas, por lo que sus Monarcas han atendido a sus Profesores: fue el año de 1560 Juan Eldar, Clérigo Escocés, el primero que tuvo el título de Geógrafo del Rey; y ve a los pasados, donde hallarás el poco conocimiento que tuvieron en la Geografía, nacido de la falta de descubrimiento; además, que si el Padre afirma, que en la esfera que habitamos, en los Eclipses de Luna se nos demuestra la Tierra de figura esférica, y que del otro lado a la línea, no le consta, ni en otra [23] parte del mundo la demostración en otra figura, observará los Eclipses, y le constará; pues en el día ocho de Agosto de este año, pudiera haber visto dio principio el Eclipse de Luna por el Polo Boreal, y finalizó por el Austral, y cuando dio principio a recobrar la luz, se empezó a descubrir, y acabó por el mismo orden, y allí hubiera visto como por todas partes se notó de figura esférica, si no es que salga otro día: con que los ejes ópticos de todos los que la vieron (que conmigo sólo pasaron de doce) los tenemos redondos, y la Luna es de hechura de harinosa. Dijo Gil: Hombre que yerra los principios de la Profesión que trata, y que saca un Aforismo con dos condiciones, no quiero que me enseñe nada. Respondió Fermín: ¿Por qué? Los hombres no son Ángeles, y es preciso que yerren en mucho, y en mucho acierten. Es así; (respondí yo) pero hay yerros, que por ellos, y los sujetos que los cometen, son indispensables; y para satisfaceros contaré un cuento: Fue un Labrador de la Armunia a Zaragoza a que un Abogado le hiciera un Pedimento; y ya que llevaba escritos cuatro renglones, reparó en que tenía el tintero al lado izquierdo, y que al mojar la pluma caían algunos borrones en la Petición, y le dijo: Déjelo Vmd. estar y no prosiga. Preguntándole, ¿por qué? Respondió: Quien no ha dado en poner el tintero a la mano derecha, mal podrá dar en el punto de mi derecho. Así, Padre mío, quien toca, conoce, y confiesa a la tierra de figura esférica, y por capricho la pone de figura elíptica, ¿cómo ha de desengañar mi rudeza contra el sentido, y el entendimiento? Y por acreditarse de ingenioso, quier en Ciencia práctica, que se pone a escribir, seguir opinión, que aun para especulativa tiene tan débiles fundamentos. Folio 149. Estática, los graves no descienden por línea recta al centro de la Tierra; suponiendo, que estos bajen por línea perpendicular a la superficie de la Tierra, siendo esta de figura elíptica, y perpendicular a ella la línea que describen los graves en el descenso, es preciso que su dirección no sea al centro, sino a varios puntos del eje más, o menos distantes cuanto los trados estén en paralelos, que disten con desproporción del Ecuador. Prosiguió Gil, diciendo: Aun ha de intentar [24] el Padre con este Elipse hacernos de figura elíptica; y como le dejen, traza tiene de llamar a los ratones camellos. Ya se arrepiente, deja el vino, y bebe aguardiente. Para mí lo dicho dicho. Díjele yo: Temprano tomas la receta de Quevedo: de dos refrancitos a la entrada, se conoce eres Profesor de Medicina; pues tú eres tan desengañado, y metido a Diógenes, da con sencillez, y verdad tu parecer de esta proposición, que pues dices que el Padre tiene licencia para opinar, también la tenemos los demás. Soltaré algo de mis retales, la proposición es: No bajan los graves por línea recta al centro de la Tierra. Yo dudo de esta proposición, si es genérica en el movimiento de todos los graves hacia el centro, o si es particular al centro de la Tierra, si es universal desde Aristóteles, Milesio, Ptolomeo, y todos los Filósofos, y Matemáticos: desde estos acá, no ha habido quien pueda sentar esta proposición: Si es particular hacia el centro de la Tierra, no sé cómo puede el Padre probarlo, pues además de la opinión, lo enseña la experiencia; y no hay Filósofo alguno, que dé cualidad a la Tierra, que impida a los graves buscar su centro: Luego dice, que siendo de figura elíptica, y perpendicular la línea que se descubre, para registrar los graves. Yo no entiendo, qué quiere decir, no descienden por línea recta, y luego llamarla perpendicular. Que en buena Geometría, siendo de la Esfera Celeste, de donde se tiran estas líneas perpendicular, y recta, es todo uno; pues a las que tocan en la periferia, y se apartan del centro, llaman cuerdas, o subtensas, si no es que el Padre quiere más adelante en otro Tomo, decir, que no es así. Y si le diéramos por sentado al Padre su capricho, de que la Tierra era de figura elíptica, que del caso es, que en las líneas rectas, o perpendiculares, radios, cuerdas, o substentas, toquen en el Elipse en más o menos proporción de la superficie de la Tierra, para quitarles el apetito innato a buscar su centro. ¿No ve, que eso es lo mismo que decir, que el Reverendísimo no acertaría al Coro, y al Refectorio, porque habían mudqado la puerta del Convento? ¿Y qué salida me dará el Padre, si estos cuerpos graves no hacen asiento en el centro de la Tierra, por ser elíptica, si no es en el punto? Y de la figura cuarta, ¿será [25] aquel su centro? Si de este se tira una línea por las antípodas, vendrá a tocar en la periferia, treinta grados distante del punto, o hacia el punto, estos son 150 grados: V. Rma. reparte la Esfera en 360 con que los treinta restantes se quedan en el aire. Dijo Fermín: Bien están allí, que puede ser, al paso que se imprime, que salga algún Filósofo con el nuevo Sistema de que hay grados que se quedan en el aire, como duendes: Esperemos a que el Padre nos diga cómo un cuerpo grave corta la esfera en partes desiguales, sin tocar en el centro. Amigos, esta proposición es hermana de la antecesora, y así vamos a otra. Discurso 7, fol. 151. Si el movimiento de los graves, fuese uniforme, esto es, que no se acelerase en el descenso, una piedra molar, moviéndose continuamente por espacio de 300 años, no bajaría un dedo. Esta proposición demostró Dechales en la Estática, suponiendo la proporción con que alimentan su velocidad los graves en el descenso. Suponiendo pues aquella proporción, y dividiendo el tiempo en minutos, decimos, y subdividiendo, &c. infinitamente hace el cómputo, de que conservada aquella velocidad, o tardanza, no hubiera bajado desde el principio del mundo una séptima parte de un dedo. En el num. 160 dice, que no está ajustada la proporción con que aumentan la velocidad los graves. Num. 16, para lo cual se ha de suponer en todos los Filósofos y Matemáticos, que le movimiento de los graves, cuanto más cerca de su origen, tanto es más tardo, y con experiencia de haber piedra, o madera, que se baja de un edificio, que con una cuerda o puntal pequeño, al desplomarse se detiene, y en tomando movimiento, quiebra los andamios de doble fuerza que encuentra. Dijo Fermín: Y con el árbol más robusto, que atada una cuerda en la cima, un hombre solo, cuando le cortan, le guía descenso, destroza los árboles vecinos, y maltrata todas sus ramas. Num. 62. Para más fácil inteligencia, pongamos, que el primer minuto, dos con el que se mueve el grave, se divide en un millón de partes, hace la cuenta de la velocidad, que en cada parte se aumenta, y dice tomemos el orden inverso, divide aquella parte en otro millón de partes, [26] forma al mismo progreso, y hallaremos la tardanza ya sin comparación mayor que la regular. Num. 63. Este argumento supone la infinita divisibilidad del tiempo, como también la del espacio por donde se mueve el grave; pero si esta no se quiere conceder, quedaría lugar al cálculo que forma el Padre Dechales, admitiendo la divisibilidad del tiempo, hasta minutos decimos. Prosiguió Fermín: ¿Les parece a Vmds. que para desengaño de errores comunes, es un párrafo este precioso? ¿No está para confundir al entendimiento más claro? Dice en la proposición, (o llamémosle Teorema) que si fuese uniforme el movimiento de los graves; y luego nos encaja la proposición de Dechales, y todos los demás Matemáticos en la Estática, para probar la velocidad del movimiento, y el Reverendísimo la invierte para probar la tardanza. ¿Y para qué es hacer una pepitoria las Matemáticas? Para venir en todos los argumentos a unas consecuencias, que nada prueban, ni se acercan a las proposiciones. Respondile yo: En hacer todo cuanto hay errores comunes: va tomando cuantos argumentos hay, y le bastaría el pensar, que lo son para ponerlos, y el consejo del Doctor Martín, de que haga este bien a la universidad de los hombres. Si el Padre demostrara cómo se ha de dejar caer, o desplomar la piedra molar, para que en el aire se mantuviera un siglo, nos cumplía con la proposición; pero mientras esto no prueba, de referir la opinión de los graves en su descenso, que trae Dechales, cuando el Padre Tosca la trae en el Tomo Matemático 4 de la Estática, y en el Filósofo, es sólo hacernos cansar en balde, y calentar la cabeza, y (como vemos el Teorema) esperar el parto de los montes. Dijo Gil: Aquí parece que esta doctrina nos ha dejado los pies fríos, y la cabeza caliente; yo he de contar un cuento: Don Francisco Rodríguez Mendarozqueta, hombre conocido por sus talentos, tanto como por su chiste, examinó, siendo Examinador en Toledo, a uno de quien se quedó dudoso en aprobarle de Epístola: después de examinado, le suplicó, que le diese licencia de predicar, y que a este fin deseaba nuevo examen, respecto que lahabía tenido. Preguntóle con gracia: ¿Y qué fruto ha sacado? Dijo el Ordenando: Me he aplicado todo lo posible. [27] Y le replicó: Vmd. habrá sacado el que yo, que de muchacho, por no ir al Estudio, fui a un Sermón, y dando esto por disculpa, me dijo mi Padre: ¿Y qué fruto has sacado, hijo? A lo que respondí. Los pies fríos, y la cabeza caliente. De Óptica, fol. 153. El Sol se ve sobre el Horizonte antes de nacer, y después de ponerse. Leyóse el capítulo, y dijo Fermín: Yo no entiendo estos argumentos Físicos, o Matemáticos, ni puedo dar más razón, que es la que veo: en el Invierno hallo estar las nubes, y nieblas más densas, durar menos tiempo los crepúsculos que en el Verano, que está el aire más raro, con menos nubes, y nieblas más densas, durar menos tiempo los crepúsculos que en el Verano, que está el aire más raro, con menos nubes, y nieblas; y también veo, así en el Verano, como en la Primavera, y Otoño, que si una nube está sobre el Horizonte al tiempo de amanecer, y anochecer, se ven los rayos de refracción por el mismo Sol. El Padre (respondí yo) no dará demostración de que el Sol se vea, sino de sus rayos, pues el ejemplo que pone de la caldera, y el ochavo, no viene al caso; porque ¿cómo me ha de dar la atmósfera tan densa como la caldera de agua? Pues aunque arguía con las nubes que se desatan en lluvias, se verá esta prácticamente que son reglas, y su color no puede con el Sol hacer la refracción que el ochavo en el caldero, o vaso de agua; y aunque tenemos el rayo visual, como dice el Reverendísimo, es todo uno la distancia registrar un vaso de la instancia que se quiere, a la atmósfera que nos cerca, y estamos en este ambiente para el Sol; y para que este simil convenza, es necesario que la vista esté en la superficie del agua, y el ochavo, a igual distancia respective de la que dista el sol de la atmósfera; y si hace esta refracción el Sol al amanecer, y anochecer, y por esta decimos que anochece, y amanece, que del caso es esta Paradoja, que la traen todos los Matemáticos, y se dilatan en ella para la enseñanza. Será para lucir, (dijo Gil) que como ha visto el Reverendísimo la grande estimación que se ha hecho del Padre Tomás Vicente Tosca, por sus tomos Matemáticos, y la claridad de los Filosóficos, querrá que no le falte esta circunstancia de Matemático, para ser hombre cabal en todas Ciencias, decentes a su estado. Reviento por contar un [28]cuento: (dijo Fermín) Poco antes de expirar el siglo pasado, fue a Florencia un Capón para cantar en la Ópera; valióse mucho dinero, y fue a que las viejas de su tierra le vieran en aquel auge; envidiábanle muchos pobres la fortuna, y ambiciosos caparon a más de sesenta muchachos: tuvo el Marqués del Carpio esta noticia, estando de Virrey en Nápoles, y la celebró con los demás Españoles, así Políticos, como Militares, que le cortejaban: pasados algunos años, uno de ellos pasó por Florencia, y cerca del Lugar del Capón, preguntó por los Caponcillos; y le aseguraron, que todos quedaron capados, pero que igualmente sin voz. Piedra Filosofal, Discurso 8. Fol. 157. La Sagrada hambre del Oro, se fingió la invención de dos Artes, una para fabricar este precioso metal, otra para buscarle. Proseguía yo leyendo, y dijo Gil: Déjale estar, porque Discurso sobre Piedra Filosofal, que empieza la sagrada hambre del oro, no lo quiere leer, ni oír, porque hablando de errores comunes, tratar de Piedra Filosofal, es decir, que se cree, y que la hay; no he oído a ninguno que lo crea, ni el Padre puede decir más que lo que dijo de ella Don Francisco de Quevedo, gloria de nuestra Nación, que dice: Si quieres hacer del oro, y plata estiercol, hazte Alquimista; y si quieres del estiercol hacer oro, y plata, hazte Hortelano; y si de las zupias, hazte Boticario: con que es ocioso este adjetivo, desagrada al hambre del oro: es lo que yo no había oído en Castellano: esta locución la guardaré para mis necesidades. Oiga Vmd. no me sea de golpe como ratonera, tenga paciencia, que podremos encontrar algún hallazgo; dice el Padre: Los Filósofos tienen este Arte por absolutamente imposible, los Alquimistas le aseguran existente; y yo siguiendo el camino medio, asiento a su posibilidad, y niego su existencia contra Alquimistas. Y en explicar las opiniones gasta once hojas, en que resuelve, que sólo calcinan los metales, y disuelven. Es verdad (respondí yo) pero ya nos lo tienen dicho; y sobre no haber quien tal crea, es ocioso este Tratado, sino es que lo escriba el Padre para demostrar, que esto lo ha visto, y por seguir el camino medio de asentir a la posibilidad contra los Filósofos, y [29] negar la existencia, pues no pudiera negar lo uno, o lo otro, o asentir igualmente, porque yo no entiendo esta Filosofía: asentir una cosa posible, y negar que exista, es opinión, que yo la recojo, como tú el adjetivo de sagrada hambre, que tú puedes hacer el cortejo a algún amigo Académico, que no haya visto el Teatro con ese adjetivo, que yo con la nueva opinión Filosófica enriqueceré a un Catedrático de Filosofía. Amigo, si el Padre ha querido acreditarse de nuevo opinador, y aplicado a leer en todos Libros, menos en los que más le importaban, no tenía para qué haber gastado once hojas en este discurso, pues todos sus discursos están llenos de esto: así lo estuvieran de moralidad, y desengaños. Dijo Fermín: Don Pedro Miranda, Canónigo de nuestra Metropolitana Colegial de Aragón, que fue en Alcalá, cuenta con gran gracia, que en aquella Ciudad permitió un Caballero a una Religión que fabricase Torre, que no tenía, en un sitio suyo, inmediato a su casa: luego que pusieron la Torre, y Campanario, los Legos (con hambre de tocar) a todas horas estaban repicando: El Caballero calló, y viendo que habían hecho su fiesta de Iglesia a la Colocación, y convidado a todas las Comunidades, y Cofradías, y que siempre proseguían en majarle a badajadas, apurado, un día que encontró con el Prelado, le dijo delante de unos Caballeros que estaban con él: Padre, ya toda la Ciudad sabe, que V.Rma. tiene campanas; y así, déjeme vivir, que por más número de badajadas, ya no se ha de extender más la noticia. Ya todos saben, que el Reverendísimo ha leído muchos Libros, y que cuando no haya leído todo, a lo menos la Poliantea, y el Theatrum Vitae Humanae, no pueden faltar en la Librería de su Convento; y pues sabe Francés, tiene el Diario de los Sabios; y pues todos conocen sus repiques de Filosofía, y que es nuevo opinador, pudiera haber excusado estas once hojas. Leyó Fermín, fol. 179 Racionalidad de los brutos. Discurso 9, el Preludio que hace el Reverendísimo de lo que se apartan las opiniones de los Filósofos antiguos y modernos tocante a los brutos; y algunos que imaginaron argumento, para querer que tuviesen sentido, y conocimiento las plantas; y desde el párrafo segundo fue [30] leyendo otras tres hojas, y empieza en el párrafo cuarto a dudar, y convinar las opiniones, y hacer silogismos, en los que gasta doce hojas, y al fin de ellas resuelve el Padre, que las voces de los brutos son significativas de sus propios afectos, mas no de las cosas que perciben con los sentidos de la razón, porque respecto de la multitud de objetos, que perciben, es poquísima la variedad, que notamos en su voz, que no merece fe lo que cuenta Alfonso Desilostrado, y que las voces de los brutos, significan inmediatamente sus afectos con alguna generalidad de los objetos que los mueven, y que esta no es locución; y concluye: Si es posible, ya que no le haya de hecho invención de Idioma entre los brutos, es materia de discusión más lata, y el discurso se ha extendido mucho. Y nos quedamos (dijeron mis compañeros) con las mismas dudas que antes de leerle. Y Fermín prosiguió: Para dejarnos en ellas, y aun mantenernos en algunas más, ¿para qué serán estas dieciseis hojas de este Discurso, puesto que yo lo he leído tocante a la racionalidad de los brutos nada me enseña, ni decide? Y gastar todo ese papel, esperando una decisión de dichas opiniones para no decir nada, es dejarnos como a los vecinos de Monterde dejó aquel Alcalde que los juntó en el Concejo, y tuvo veinticuatro horas para tratar una dependencia, y después salían preguntándose el Alcalde a los vecinos, y los vecinos al Alcalde, ¿en qué quedamos? Folio 212. Amor a la Patria y Pasión Nacional. Discurso 10. Fui leyendo todo el Discurso hasta el folio. 234 que acaba; y dije a mis amigos, ¿qué os parece? Y me dijeron los dos: Nos parece que habla en su Profesión, porque escribe como Teólogo, como Religioso, y desengañado; y estos asuntos Morales son los que el Padre debiera haber escrito, que son los propios de su estado: los que serían utilísimos al público, pues es una sarna la del amor patricio, cuando es particular de cada Provincia, de que está contagiada la Aldea más pequeña, como la Corte, y las Universidades, y la Milicia, que debieran servir de espejo a todos los hombres (y aun las Prebendas, y Beneficios Eclesíasticos padecen esta peste). Yo le respondí: Esos elogios son pequeños, en comparación de lo que merece una cuestión de Moral tan útil; y así, prosigamos en decir, que podrá [31] ser que encontremos otras de que sacar utilidad, que quien también escribió este Discurso Moral, cantera tiene para escribir otros. Fol. 136. Balanza de Astrea o recta administración de justicia. Prosiguiendo nuestra lección, se leyó la carta de un anciano a un hijo suyo, recién elevado a la Toga: y habiéndola leído, pregunté a mis compañeros: Fermín advierte estos consejos, con los cuales tienes bastante para librarte de los riesgos de tu Profesión. Yo temiendo los de la mía, le dije: Nota estos consejos, que tanto te pueden aprovechar, y con estas reglas generales advierte la economía particular de los Ministros, si deseas salvarte, que es el fin a que Dios te crió. Leyó fol. 257 Ambición en el Solio, hasta 278. Merece mil alabanzas el Reverendísimo: ofrece sacar a luz otro Tratado, y se le suplica sea Moral, y no se meta en Metafísicas: vámonos a comer, que ya es hora, que después volveremos a la lección. Así lo ejecutamos: y dormida la siesta, proseguimos la tarea. Leyó Fermín fol. 278. Escepticismo Filosófico, Discurso 13 tan largo como horas de tercianario, que espera el refresco, y su principio son las opiniones de los Escépticos rigurosos, que no creían sus sentidos, para librarse del precipicio, y sigue los fundamentos de estos Filósofos, para aplaudir la Escéptica, siendo el primero la impresión de los objetos en el sentido, y el ser absoluto que tienen en sí, con el ejemplo de la Cicuta, que se tiene por amarga, y que comiéndola la Cabra, y otros animales, se infiere no lo es; la impresión que produce el fuego, que llamamos calor, que no por esto se debe discurrir le tiene en sí mismo, y que esto se ve en su vecindad, que causa dolores, y no tiene dolor en sí mismo; y que así, no debe llamarse dolorido, sino dolorífico, y en lugar de cálido, calcríficos; y con otras opiniones semejantes de Filósofos, acaba el primer motivo de que la Filosofía Cartesiana no ha preservado a nadie del dulce veneno, que llaman hermosura: Trae el segundo motivo, el que la diferente temperie de individuos, es bastante a inducir diferentes sensaciones, respecto de un mismo objeto: Y asiente a esto el Reverendísimo, que no le encuentra individuo que sea perfectamente semejante [32] a otro, y con que se ha visto hombre, cuya vista hace diferente el objeto con el de un ojo, que con el de otro: Y el tercer fundamento, pone el Reverendísimo es la errada representación de la imaginativa, que figura existentes las sensaciones externas de lo que no hay; y con algunos ejemplos, dice al num. 17 es argumento molestísimo, y que hasta ahora no ha visto dar a él solución alguna, que quiebre poco, o mucho su fuerza: Y num. 18 hay verdades de tal naturaleza, que las alcanza cualquiera entendimiento ordinario. Num. 19 trae la evidencia mediata, o inmediata, y en la experimental. Num. 21 la opinión de Descartes, yo pienso, luego existo: siguiendo este argumento, dice (num. 21) que la evidencia experimental, es falaz, como el que yo estoy velando, y escribiendo. Y acaba el asunto num. 27. La delicadeza, y curiosidad del asunto, han detenido en él, no la necesidad, antes juzgo, que hasta ahora no hubo hombre alguno que asienta a él. Va prosiguiendo, en que ningún Sistema, Escéptico o Físico tiene demostración, ni certeza científica, y que a la Filosofía natural no se le debe dar nombre de ciencia, porque ésta es un conocimiento del efecto por la causa. Num. 24 dice: Que no hay demostración que declare la naturaleza de los entes, ni manifiesta alguna verdad, que el hombre más rústico del mundo ignore no alcance;y lo mismo dice del Artificio Lógico, y acaba con el ejemplo de uno que enseñaban a andar científicamente, el cual teniendo buen aire, andaría también sin la doctrina, como con ella. Desde el párrafo 8 comienza la abundante prueba del Doctor Martínez en el Segundo Tomo de Medicina Escéptica, de que no hay ciencia en las materias de Física, y que los Filósofos Morales alcanzaron muchas verdades, y que Aristóteles escribió bien la Ética, y va siguiendo el ente real, predicados accidentales, al especie que el objeto de la Metafísica es ente substancia, y espíritu, y el de la Física al contemplar los entes materiales, que no hay tal ente físico, ni metafísico: Y sigue el num. 36 desafiando a todos los Filósofos, a que digan el constitutivo físico de alguna de las substancias materiales que tiene el universo, y que el constitutivo físico de las substancias, se les da solamente por accidentes [33] extrínsecos, como el que el León ruge, el Perro ladra. Y num. 38 dice: Si el hombre se define bien, como comúnmente se cree, por la racionalidad, o por la potestad de raciocinar, porque es la operación primaria del hombre. Num. 40. Perola lástima es, que la definición que se da del hombre, que dice es animal racional, apenas tenemos certeza alguna que sea buena. Y más abajo, siguiendo la definición del Porfirio: Animal rationales, mortale, dice, porque juzgo, que sin la partícula mortal, convenía a Dios la definición, y acaba. Num. 43. No sólo por parte de los Ángeles, mas también por la de los brutos, tenemos motivo para dudar si la definición animal rationale le conviene a otro, más que al hombre. Párrafo 10. Saliendo por el árbol predicamental de las especies a los géneros, ¿no hallamos más clara la Filosofía en éstos, que en aquéllos? La opinión de los Cartesianos, de que los brutos son máquinas inanimadas. Parrafo 11. Si de nuestro propio género, nada sabemos con certeza, ¿qué será de los extraños? Y sigue el num. 48. Es dudoso si las plantas son vegetativas, y si la vegetatibilidad conviene a plantas, y a piedras, la opinión de Aristóteles, de que en la Isla de Chipre se siembra el hierro, y crece como las plantas, más abajo que las otras, y Peces Tectarcos, son juntamente plantas, y animales. Párrafo 12. De los géneros ínfimos, vamos al subalterno, que la razón del viviente movimiento ab intrinseco, más abajo la opinión de Gasendo, y Maignan, los Atomistas, y Cartesianos del movimiento ab intrinseco. Párrafo 13. Nos resta en el árbol predicamental otra cosa que considerar más que la razón de cuerpo, la definición de los Elementos, de los Aristotélicos, Químicos, Cartesianos y Atomistas. Párrafo 14. Gasta el Reverendísimo en tratar de los mixtos, y concluye, que los principios son aquellos que no se hacen de sí mismos, ni de otro ente alguno, y que no se puede componer el que la forma se haga de la materia. Párrafo 15. Trata la opinión de los modernos, de que la lectura de las partículas hacen todo el ministerio de la naturaleza, y el Sistema de Cartesio, Gasendo y Maignan. Párrafo 16. De lo discurrido se evidencia, que nada sabemos de la naturaleza del ente moble, que es el objeto de la Física. [34] Num. 61. Que los movimientos de generación, corrupción, alteración y aumentos, son cuestionables. Párrafo 17. El movimiento con que descienden los graves, es el más frecuente que ocurre a nuestros ojos, y que sabemos de este, de sus propiedades poquísimos, de sus causas nada: cita el Padre a Sagüens, a los Cartesianos, Gasendo, y Maignan. Y num. 72 gasta una página en las opiniones de las materias sutiles, y graves, hasta citar a los Filósofos vulgares; y resuelve, que en todas especies de movimientos, no han dicho los Filósofos cosa que aquiete el entendimiento. Párrafo 18. Trata el Padre del movimiento elástico, cuyo ímpetu supone no está averiguado. Párrafo 19. El movimiento de proyección; y el 20 los movimientos de refracción, y condensación; num. 79 la fermentación de las partículas insensibles de los mixtos, y trata el ácido, y el álcali; num. 80 el argumento de la fluidez; y el 81 concluye, que no puede atribuirse al movimiento rápido y veloz las tardísimas fermentaciones. Párrafo 21 cita a San Agustín, que lo más admirable, se repara menos cuando lo toca muchas veces la experiencia: máxima, que el Santo aplica a las maravillas de la naturaleza, y el Reverendísimo a las disputas de los Filósofos, y a las causas porque las ignoran; y acaba el Padre con que todas las obras de la naturaleza parecen encanto. Párrafo 22. Estamos palpando el cuerpo cuanto, de las dificultades que hay en el modo de discurrir de los modernos, no son inferiores a las propuestas contra la sentencia común. Párrafo 23. De modo, que nuestra Filosofía no es otra cosa que un tejido de falibles conjeturas, y aun estas se terminan en nociones universales. Y el Párrafo 24 y 25 los emplea, dándonos muy buenos consejos, para observar constantes los Dogmas de la Fe, ponderando el peligro de la desordenada confianza. Num. 95. El apetito de saber las causa de los efectos; y resuelve todas veintiocho hojas, que sólo se puede saber, usando del método, y órgano de Bacon; pero que este es tan laborioso, y prolijo, que para seguirle, se necesita de aplicar cien años los hombres, y caudales de un Reino como la Francia; y con todo eso, la Academia Real de las Ciencias de París, y la Regia Sociedad de Londres, [35], no son más que un rasguño del gran Proyecto de Bacon. Fermín dijo: Quiero decir lo que he concebido, si se puede, de tantas dudas como engendra el Padre. El Escepticismo es duda: el que dificulta en lo que no sabe, es cuerdo, o por saber otro principio no asiente a lo que oye; pero es un loco el que temerariamente duda de todo; y el que ni a los hombres, ni a los sentidos cree, este es perenne, y furioso delirante; los extremos son viciosos en todo. Si el Padre quisiere reprehender este vicio de los extremos de los Escépticos, diga contra ellos, pues tanto hilvana, con más concisión, y sacará más fruto. Predique contra las particulares ideas de los Profesores, y se le darán más gracias, y no gaste estas veintiocho hojas inútiles, en que nada adelantamos, pues nos quedamos en que el fuego cuece la olla, y asa el cabrito, y consume, y calcina las piedras, y metales: Haga esta impresión como quisiere, y lo mismo los demás entes, y que con ese que causa el dulce veneno, por verle un palmo blanco, que es el natural, y seis y medio del color del uso, y la hechura del gusto de la inventora, se nos ríe todo el cuerpo, y no nos da ninguna triaca, ni preparativo, y gasta tres hojas. La diferente temperie de individuos, hace diferentes sensaciones en los enfermos; pero no en los sanos, pues lo que es azul, todos los tienen por azul, y a lo verde por verde; y si no, ¿quién hay que pase los reales de a ocho falsos? Los individuos de un mismo género, y especie, todos se parecen a excepción de los rostros, que parece más que natural su diferencia; y aquel a quien cortan pierna, o brazo, no está sano, sino enfermo; ¿y qué más enfermedad, que la de aquel que se cree es de vidrio? Pues está doliente del juicio, que es lo que no tiene cura, y padece más enfermedades que el estómago. De estos ejemplitos saca el error común de los desvaríos del sueño, y no oigo dar otra denominación cuando los hombres piensan imposibles, por debilidad de juicio, o falta de talentos, que decir, es cosa de sueño. Si este, com pondera el Padre, es Escepticismo, que pueda trabucar los Dogmas de la Religión, está disuelto su argumento en lo siguiente: Si es Católico, ya sabe no debe dar asenso a sueño alguno, ni de él hacer caso, cuando esté despierto: [36] Si es Hereje, habiendo 274 Sectas, sin las hijuelas, que se apartan de la verdadera Religión, ¿qué del caso es poner una puerta muy pequeña en un campo tan grande? Las verdades que alcanza un entendimiento ordinario, no necesitan las luces del Reverendísimo; y si estas se ponen con artificio, para responder a ella está su Reverendísima, que se ha constituido voluntariamente Maestro de todo el mundo: Si escribe en Castellano para desterrar errores comunes, ¿a qué es la evidencia mediata, e inmediata, experimental, la opinión de Descartes, yo pienso, luego existo, que la evidencia experimental es falaz, confesando no ha habido quien asienta a este argumento? ¿Que el Sistema Escéptico Físico, no tiene demostración, que no se le debe dar nombre de Ciencia, que la natural Filosofía no lo es, porque Ciencia es conocer el efecto de las causas? Scire est rem per causas cognoscere. ¿Qué quiere decir esto? Porque yo diría, que los hombres huían de la vanidad que hacen de dudar en esto, que no es otra cosa, pues que a la cortedad de la criatura no le es demostrable, ni alcanzan sus talentos más que a discurrir como hombre, y con esto aconsejaba más el Reverendísimo, y molía menos; y pues no hay demostración que declare la naturaleza de los entes, ni que manifieste verdad que se oculte al más rústico, y lo mismo sucede al artificio Lógico: ¿Qué mejor ejemplo para castigo de la hinchazón, y vanidad de estos, que por disputar si el hábito docente, y utente se distinguen, y el finis operis y finis operantis, se ensoberbecen de manera, que a todos miran con ceño, como indignos de sus buenos días, y sombrero, sin reparar en que la mujer que les vende los huevos, para pedir hoy un cuarto más, saca un silogismo con menos paja que ellos, empeñándose en disputar en latín, lo que ignoran en romance. Que el Doctor Martínez probó abundantemente, que no hay Ciencia en las materias de Física. Si esto conoce el Doctor Martínez, como pone aquella carta, o voluntaria aprobación, con título de Elogio de Dama, en la Filosofía de Doña Oliva Sabuco, si no es que sea para ponerla en la Gaceta: Que los Filósofos Morales alcanzaron muchas verdades, y Aristóteles escribió bien la Ética, Ente Real, Predicados [37] accidentales a la especie, el objeto de la Metafísica, entes, substancia, espíritu, el de la Física, la materia, y que no hay ente Físico, ni Metafísico. Llevamos sin un desengaño, ni doctrina, pues tocaba ahora el consejo de que se siguiese a los que escribieron bien, y dar nuevo nombre al ente de la Física, y Metafísica, y este nombre mandaron las Universidades que le admitan, y a la Academia que le haga un hueco en sus Diccionarios, y echar fuera todo este envoltorio de términos, que a los Profesores no es necesario enseñárselos, y al vulgo es confundirlo ponérselos, pues no lo entiende. El constitutivo físico se le da a todas las substancias, se da por accidentes extrínsecos, y desafía en esta cuestión a todos los Filósofos: Pues, Padre, si ellos deliran, como V. Rma. va sentando, eso es querer V.Rma. delirar. Mejor sería que diese otra definición al Perro, al Caballo, al León, y a todas las demás substancias de los entes: Si así se pueden llamar, ¿no será más acertado, que dejarnos en la misma duda? Porque si los Filósofos no saben lo que se dicen, ¿por qué su Reverendísima no da nueva definición? Si disputamos, nos aplicarán el cuento. Ya somos dos los que no sabemos la definición animal racional, mortal: téngola por no del caso, pues para no equivocar al hombre con Dios, me basta saber, que animal racional, es la humilde criatura suya, cuya mayor prerrogativa es ser hecha a su semejanza; y la definición de Dios, es ser Bueno, infinitamente Sabio, Poderoso, principio y fin de todas las cosas: a mí bástame saber esto, y conocer, que si el Reverendísimo escribiera al fin que ofrece, exornará estas definiciones, pues tiene tanto campo en que extenderse, y no haría caso de la definición de Porfirio; y pues es Teólogo, sino es que niega que hay Teología, note estas diferencias de la criatura al Criador, que debajo de estas palabras Dios y animal racional está comprehendida, y las entienden así las viejas de Ulloniego, y no echaría menos a todo el Calendario de Filósofos; y para remachar su opinión, dice, no sólo por parte de los Ángeles, sino por parte de los brutos, tenemos motivo para dudar si la definición animal rationale conviene a otros, que al hombre: aquí de mis Sumulillas, el Barbara Celaren, y en latum [38] tu iudicas diffinitionem hominis animale rationale mortale convenire Deo, tu habes motum, vel causam ad dubitandum partes brutorum, & Angelorum, conveniat dicta diffinitio aliis praeter hominem ergo Iesus (¡qué maldita consecuencia!) Apártola, como mal pensamiento) ¡Qué latinajo! No es Ciceroniano: pero en junta de Barberos luciera un poco, para ponderar lo limitado del entendimiento del hombre, y hacer patente en tantos millares de opiniones de Filósofos, como ha habido, las escasas luces, y ninguna demostración que han dado, ¿es necesario embarrar tanto papel, y darle tantas vueltas a la definición de animal racional, y cazársela a Dios, a los Ángeles, al hombre, y al bruto? El árbol predicamental de las especies a los géneros, no se encuentra en unos más clara Filosofía que en otros, que los brutos son máquinas inanimadas, y que de nuestro propio género nada sabemos, y queremos saber de los extraños; y que es dudoso, si las plantas son vegetativas, y la vegetatibilidad conviene a piedras, y plantas. A mí me parece, que está de sobra, pues si ya deja dicho al folio 295 que no hay conocimiento físico, ni metafísico, ¿qué le queda que añadir a los demás argumentos? La noticia de la siembra del hierro en la Isla de Chipre, es para mí la más particular de todo el Teatro Crítico, pues de tanto como vienen, y van a Jerusalén, (y que tienen edad para contar cosas bien particulares) no había yo oído tal siembra; y aunque a Aristóteles le quitan la gorra todos los Filósofos, yo (que no lo soy) me tomo la licencia de preguntarle al Reverendísimo ¿cómo se hace esta cosecha? Si se siega, y trilla como el trigo, o si se pisa como las uvas, o si se muele como el aceite, o si se maja como el maíz en Asturias, y si acaso lo guardan porque no lo coman los ganados. Y pues es tan sabiondo, espero nos enriquecerá con esta noticia; y también le suplico nos diga a qué viene este caso, pues ya lleva sentado no hay ente en la Filosofía. Y si es para demostrar el poder de la naturaleza, bastante dice el ente ilucidado: que la otra puede ser sensible, e insensible, que el viviente movimiento ab intrinseco, esto es, por su virtud, o facultad, y en la opinión de Gasendo, y Maignan, y de los Atomistas, y Cartesianos, [39] la razón de cuerpo, la definición de los elementos, de los Aristotélicos, Químicos, Cartesianos, y Atomistas, y el Tratado de los Mixtos, gasta el Reverendísimo cuatro hojas, desde el párrafo 12 hasta el 15 sin darnos más doctrina, que decir, que los principios son aquellos que nose hacen de sí mismos, ni de otro ente alguno: Y yo, que aún no he estudiado la Filosofía, no sé qué me quiere decir en esto; porque decía el Reverendísimo, ¿cómo puede componerse, que la forma se haga de la materia? Si va a desterrar la Filosofía, ¿para qué pone ente, materia y forma? (sino que sólo la hay para él). Para el Sistema de Cartesio, Gasendo, y Maignan, de que la textura de las partículas hacen todo el ministerio de la naturaleza; resuelve el Padre, que entre estas terribles opiniones hay fuertes argumentos, y da principio en el párrafo 16 que nada sabemos de la naturaleza del ente moble, que es el objeto de la Filosofía, que los movimientos de generación, corrupción, alteración y aumentación todos son cuestionables. ¿Y qué hay que no lo sea? Si del movimiento con que descienden los graves, tan patente a nuestros ojos, no sabemos, si poquísimo de sus propiedades, y nada de sus causas, ¿por qué reglas se arroja a decir en el folio 151 Tratado de Estática, si el movimiento de los graves fuese uniforme, de manera, que no se alterase en el descenso una piedra molar, moviéndose continuadamente por espacio de treinta mil años no bajaría un dedo? Ya veo yo, que esto no será para probarlo, como aquel Arcabucero célebre que había en Madrid, que decía echaría cuatro cargas de pólvora a los cañones, y acreditaría su obra con la experiencia. En las materias sutiles, y graves, gasta una página, y nos da la gran doctrina de que no han dicho hasta ahora los Filósofos cosa que aquiete el entendimiento, (y su Reverendísima le inquieta en lo más de lo que escribe) y trae la opinión de los Filósofos vulgares; pues hágole una reverencia a la autoridad, y digo, su Reverendísima llama Filósofos vulgares a los que siguen la opinión de que la actividad del Sol atrae los vapores; y dice, que esto no puede ser. ¿Cuál es más vulgar Filósofo, el que dice una cosa que no se le puede probar por temeraria, o el que nada [40] dice? El movimiento Eclesiástico, suponga V.Rma. no está averiguado, ni el movimiento de proyección, ni los movimientos de refracción, y condensación de las partículas insensibles de los mixtos, y el Álcali arguye sobre la fluidez, concluyendo, que no puede atribuirse al movimiento rápido y veloz. Las tardísimas fermentaciones, con lo cual combate el error común de creer lo que los Filósofos nos dicen, yo por mi parte ofrezco, que luego que por pluma, o voz más desengañada, y clara, que la del Reverendísimo, se me diga ab iuro de Levi, esta credulidad, protestando no es su Reverendísima Juez competente para sujetar mi entendimiento, y que siempre que quiera leer, u oír algo de estos Fenómenos, he de creer, y entender de ellos lo que haga coz a mi sesera, pues debe gozar de la posesión que goza el Reverendísimo, y he gozado hasta aquí de creer de las Ciencias la opinión que yo quisiere, sobre que formo artículo con anterior, y previo, y debido pronunciamiento. San Agustín, como Santo, y Docto, dejó escrito todo cuanto la curiosidad, y gobierno interior necesita el hombre Cristiano, (así se le entienda, y de él sentido con la verdad, y celo con que el Santo escribió) y que lo más admirable, cuando lo toca muchas veces la experiencia no nos admira. Lo diría por la particular providencia de Dios, y por las maravillas de la naturaleza, pues yo veo esta universal producción con que incesantemente envía todos los años, para proveer todas las necesidades de la vida con igual abundancia, desde el ínfimo esclavo, hasta el Monarca, y desde el León, hasta la Hormiga; y esto lo veo, y todo desde mucho antes que V.Rma. empezase a enriquecer la Escuela Literaria, ni reprehendiese los errores comunes. El cuerpo cuanto, que estamos tocando, cuyas dificultades son tan grandes en los modernos contra la sentencia común, siendo V. Rma. Matemático, como da a entender en sus Paradojas, necesariamente ha de saber Geometría, pues ésta es la puerta de las Matemáticas, y su objeto en todo lo mensurable, sino es que acaso haya entrado por la ventana; y pues V.Rma. no me da regla en que me desengañe de estas dificultades, del cuerpo cuanto, me quedaré con la creencia de las medidas que hace el [41] Albañil, y el Cantero, y todos los demás Oficios que necesitan de peso, y medida, y cuando tenga alguna duda, acudiré a los Jueces de residencia, que entonces las tienen en todos los lugares medianamente ajustadas. El párrafo 23 empieza V.Rma. sacando las consecuencias de que la Filosofía sólo es un tejido de falibles conjeturas, y que éstas se terminan en nociones universales; y digo yo en todo lo que no está declarado por Artículo de Fe, ¿qué ciencia hay, que no esté sujeta a las mismas dudas? Pues yo veo un Acto en la Universidad, y después de tres horas de parear, y acachetear varandas, y sacar diez, o doce pañuelos para limpiarse el sudor, perdigonean de salivas toda la Aula, y los circunstantes se salen como entraron. Veo una junta de Médicos, y el más Cristiano, y más modesto, muda alguna de las horas de comer, y dormir, a lo menos, del enfermo, por contradecir al otro, si es que no lo mata, por no condescender con otra opinión. Hay una junta de Letrados; y si el uno dice que se debe seguir la vía ejecutiva, vota el otro, que ha de ser demanda ordinaria; y luego sale el Padre Maestro, diciendo, que por ambas partes es igual el derecho. Vea. V.Rma. por todos los demás empleos el Virrey, el Gobernador, el Corregidor, y el Presidente, que al uno le parece, que con desterrar las mujeres que viven mal, remedió el mundo; y el que se sigue, todo es solicitar Misiones; el que sucede, fiestas de Toros, que haya Comedias; y en fin, hasta los Prelados es raro el que sigue el gobierno de su antecesor. Pues si estas dudas hay en todas ciencias, y facultades prácticas, y esta soberbia en los hombres, que ninguno quiere seguir las reglas, y opinión de los otros, ¿a qué es este torrezno contra la Filosofía, cuyas opiniones a nadie perjudican? Pues para el uso de la Medicina, que es loq ue pudiera perjudicar a nuestra salud, y a la experiencia, ha mostrado lo que es frío, y lo que es cálido; y cuando no lo sea, los Médicos nos lo hacen tragar por tal. En los párrafos 24 y 25 nos da el Reverendísimo muy buenos consejos sobre la desordenada confianza de la razón, ponderando el peligro en los Dogmas de la Religión: no puedo negar, que el consejo es saludable; pero hiciera más fruto el Reverendísimo, si hubiera [42] escrito un Tratado particular en latín, extirpando tanta herejía como hay en el Norte, y especialmente las que han nacido de la vanidad que fundaron los Heresiarcas en su Filosofía, porque en España ninguno claudica por este camino, pues si alguno incide, es llevado de la sensualidad, y discurrir su tontería para ocultar una flaqueza, o por apoyarla, dar en un error; y Don Francisco de Quevedo en su conversación de Juan de la Encina, dice: Fui Hereje, por preciarme de Sabio; y vea en qué pocas palabras aconseja lo mismo. Que Bacon encontrase el mejor método de saber, y descubrir los Sistemas Filosóficos, lo concedo; pero que toda la Academia de París, y de Londres, no sea más que un rasguño del gran Proyecto de Bacon, y que sea preciso para igualarle el poder de un Reino como el de Francia, y cien años de trabajo, de cuatrocientos hombres los más hábiles, es decir, que en aquél quedó agotada la naturaleza: Y este (Reverendísimo) si es error, no es común, sino de V.Rma. porque yo no oí decir a otro, que no puede nacer otro Bacon, pues en ciencia fue Salomón el escogido, y de V.Rma. sólo Bacon. Amigos, si fuera seglar este Autor, yo creyera, que su suegra se llamaba Filosofía; pero es imposible, que no tuviese madrastra de este nombre, según el coraje con que escribe el Reverendísimo contra la Filosofía. Me han consolado (dijo Gil) estas veintiseis hojas Escépticas, y en ellas los fundamentos graves con que escribe el Padre, porque de aquí infiero el motivo tan sólido que tuvo para cascar a los Médicos; y pues somos tantos a los que hiere, bien nos podremos defender: tú, que me pareces el Bachiller de la Junta, dinos algo, que ya creo traveseas un poco en la Filosofía que el Padre refuta, y picas en aficionado. Empiezo: Todo cuanto puso el Padre en sus ventiseis hojas, si su fin fuera dar desengaños, lo dijera como Don Francisco de Quevedo en el capítulo cuarto de la Cuna, y Sepultura, cuyo epígrafe es: Cura el seso mal informado, con el desengaño de su ignorancia: Disponer ser Sabio, con enseñarle que no lo es: Empieza castigando la presunción de la ciencia: Lástima el tiempo empleado mal en la niñez en los estudios menos provechosos: Reprehende [43] la fatiga de los Silogismos, y desprecia a los macilentos taciturnos, que después de cansar el discurso por muchos meses, sacan la consecuencia, que de nada, nada puede engendrarse: Desprecia a los hipócritas de sabiduría, como fundados en lo que no hay: Muestra con magisterio a los hombres su mucha vanidad, y ninguna Ciencia, creyéndose estos que se tienen por Sabios, que todos los demás son ignorantes: Hace patente la ignorancia, y soberbia de los versados en Lenguas, y con el desengaño que su energía y celo trata todas las materias. En sus Escritos resuelve: Y demos, que todos los Escritos en las Lenguas que sabes los tienes de memoria, ¿por eso piensas que sabes algo? Pues te engañaste, que ni aquellos supieron que enseñarte, ni tú puedes saber lo que ellos no alcanzaron: sospecharían mejor en las cosas que tú, y estarían en la menos dañosa opinión; pero otra cosa no le es concedida al hombre, porque la sabiduría verdadera, está en la verdad, y esa verdad es una sola, y la Verdad una, es Dios solo, que por eso le llaman a Dios Verdadero; y en fin, con su sólida doctrina concluye: La Sabiduría empieza a tenerse en la muerte. Dijo el Espíritu Santo, tratando de los pregones que se dan para hallar la Sabiduría por sus señas, que dijo el Abismo: No la tengo. El Mar: No está en mí. Y la muerte, y la perdición dijeron: Oímos su fama, nuevas tenemos de ella. Pues si esto tenemos donde ver lo poco que los hombres saben, el todo que dudan, y que no les es concedido más que sospechar, ¿para qué necesitamos del Padre Feijoo? Y cuando quisiera escribir contra los errores comunes, podrá esta misma doctrina extenderla, y exornarla con varios ejemplos, sería más útil, y miráramos su Obra como de hombre desengañado; y pues hay Santos Padres, y otros hombres con quien pudiera hacer patente su doctrina, no citarnos Filósofos, y entre ellos al Doctor Martínez, siendo más propio de su profesión, y estado citar a Santo Tomás, San Bernardo, San Jerónimo, que fueron Filósofos, y Santos, y trataron, como Doctores de la Iglesia, la Teología, y Filosofía, predicando el Evangelio. Quevedo mío, (dijeron los dos) mientras pueda, te leeré: te creo, y venero, pues tú sólo haces confesión [44] sencilla, y verdadera en todas las materias que tratas, en todas las Doctrinas Morales, corregir los vicios; e inclinando a su aborrecimiento, nos encaminas a la virtud, y todos los más hacen profesión de dudas, y vanidades científicas. Para que veáis la verdad, y desengaño con que escribió, dice en el mismo capítulo, no soy el primero que los llamó ignorantes, que de ellos aprendí a llamárselo; a imitación suya hablo: Sócrates, a quien canonizó el vulgo de Oráculo, decía Aristóteles que era mentecato: la doctrina del divino Platón, la reprobó Aristóteles; y la de este Platón. Y en cinco hojas pone más claro el error de los hombres, pintando con más dulzura y persuasión lo limitado de nuestro saber, que el Padre Feijoo en su Tomo, y por no molestaros más, no refiero aquí todo el Tratado, y porque podéis verle en cualquier Librería. Num. 36. Desafía este Reverendísimo a todos los Filósofos a que digan el constitutivo físico de alguna de las substancias materiales que tiene el universo; y a eso respondo a su Reverendísima, que como de supuestos ciertos, estoy pronto: Si ha de ser por demostración, ninguno puede, con que es ocioso el reto: Y si a dudar, y sospechar, quiere su Reverendísima hacer prueba con lo gigante de su ingenio, y lo pigmeo de mi estudio. Cuando gustare, y fuere su voluntad, puede escribir, para que no diga, desafío a segar por Navidad, y que pude, pues estaba con la pluma en la mano, poner Sistemas, supuesto que no hay verdad alguna de la Ciencia, sino defensas problemáticas, que ninguna nube, niebla, granizo, lluvia, exhalación, ni meteóro, se engendra de la tierra, sino de la Luna; que las Estrellas no participan luz alguna del Sol; que sólo tienen la luz de las partículas fluidísimas de la Luna, su primera, y única madre; y que tienen vida motiva, y vegetativa; que no están como los nudos en la madera. V.Rma. empieza con la impresión de los objetos en el sentido, y el ser absoluto que tienen en sí mismos, con el ejemplo de la Cicuta. Y digo, que en la aptitud del que recibe, está el ser del objeto, y no en el mismo: Basta esto, para que V.Rma. satisfaga el gusto de escribir dos pliegos de papel de Puntos Problemáticos, los que se le defenderen, aunque [45] no lleven más adorno, que el natural estilo de cada ingenio, en los que seguirá cada uno los Autores de su devoción. Confieso, que todos estos son disparates, y que por tales los tengo; y sólo los pongo, para que si gustare el Reverendísimo, vea que se los defiendo con igual fuerza que las verdades de cal, y canto que nos pone en el Teatro, para llamar a lo demás error común. Vamos siguiendo nuestra conversación, que aunque no deja de ser de ella lo tratado, se aparta un poco. Paréceme, que os sienta mal la definición de animal racional mortal, que pone el Padre dudosa, y no asertiva, en el num. 40 donde dice, hablando de la definición del hombre animal racional: Para fundar, y persuadir esta duda, no me valdré, ni puedo de la autoridad de Porfirio, que en el Libro de los Predicables, supone ser Dios animal racional; y así, para distinguir de Dios al hombre, define a este animal racional mortal, porque juzgó, que en la partícula mortal convenía también a Dios la definición. Esto es lo que dice el Reverendísimo, que no se valdría, ni puede, de la autoridad de Porfirio; y más abajo juzga lo mismo. Yo no acabo de entender, cómo se conciertan estos bolos, no valerse de la autoridad de uno, y juzgar lo mismo que él. ¡Es raro modo de decir! Si el Reverendísimo refutara errores comunes, no escribiera con esta duda, y con estas contradicciones, sino diría su sentir; y para que viésemos su buen deseo, citaría a los Santos Padres, y no a Porfirio, que aunque tan aventajado en la Retórica, y Filosofía, en la Elocuencia, Geografía, Música y Astronomía, y que está en opiniones si fue de buenas costumbres, o no: fue muy dado a los sacrilegios, y supersticiones de la Magia: escribió de la inmortalidad del Alma, y contra la Religión Católica: se aplicó mucho a la Biblia, por tener gusto en contradecirla, y sus errores están refutados por Eusebio Cesarense, y por San Agustín en la Ciudad de Dios; y Teodosio el Grande hizo quemar sus Libros, como consta en las Actas del Concilio de Éfeso; y el Cardenal Baronio en la segunda Edición, se retrata de haber dicho, que había muerto Católico, pues de un hombre [46] que no conoció la verdadera Religión, enemigo declarado de ella, y de sí mismo, pues estuvo bastante tiempo resuelto a desesperarse, hasta que persuadido por un grande amigo suyo, lo dejó de ejecutar. ¿Se va a citar, para la definición de animal racional del hombre, y traer la conveniencia, para con Dios, sin más, que haciendo la salva: No puedo, ni me valdré de la opinión de Porfirio, y dos líneas más abajo juzgó lo mismo? ¿Esto puede estar bien dicho, y hecho? Yo, ni aun Maestro de niños soy, ni Catedrático, (no digo yo de Vísperas, pero ni silla donde residir a Maitines tengo) pero no lo diría. Al num. 71 con el párrafo 17 dice el Reverendísimo: La mayor de las dificultades es averiguar el ascenso de los vapores a la región del aire. Y al num. 72 trae algunas opiniones de Filósofos sobre este ascenso; y dice, que es todo inverosímil, y que no puede detenerse a impugnarlo. Y más abajo, menos que todo es lo que dicen los Filósofos vulgares, que el Sol con su actividad atrae los vapores, y a mí, y a todos parecerá más inverosímil la razón con que impugna esto el Reverendísimo, que dice: Si así fuese, los vapores no pararían hasta llegar al Sol, o hasta encontrar en la Luna, o en el Cielo de la Luna, en caso que este sea sólido, pues la fuerza atractiva, tanto es más robusta, cuanto el cuerpo atraído más cerca está del atraente, y aquel no cesa de moverse hacia este, hasta lograr el contacto, si no se interpone algún estorbo, fuera de que la virtud atractiva es una cosicosa, que nadie entiende, y así está ya casi del todo desterrada de la Filosofía. Si va sentando este Reverendísimo, que la Filosofía es conocer el ente de todas las substancias, y que este conocer, es por las causas: que estas definiciones son las que da Santo Tomás, y prueba, que los hombres nada saben, y que la virtud atractiva, es una cosicosa, que nadie entiende. Siendo así, ¿por qué reglas averigua, que si fuese cierta la opinión de los vulgares, llegarían los vapores al Sol, o al Cielo de la Luna? Pues si hay reglas para que V.Rma. averigüe esto, también las habrá para que los otros puedan seguir su opinión. Y supuesto que ninguno sabe Filosofía, ni son las opiniones de los Filósofos más [47] ajuiciados otra cosa, que un discurso de los hombres, que de lo que leen, y algo que pueden experimentar, infieren uno de otro. Pues tanto ha leído V.Rma. en todos los Filósofos, ya habrá visto, que todos los agentes obran en determinada distancia, y proporción; y así, si el fuego que se da a los metales se diese a otros vegetables; y aun en los mismos metales se ve, qe no se da un mismo fuego a la mena, cuando se echa en la fragua para tirar las barras de hierro, que el que se da a estas mismas barras cuando se trabajan para hacer piezas menores; pues si se les diese igual, se calcinaría, y quedaba hecho escoria. También habrá visto el Reverendísimo, que todos los entes tienen su centro, si no sale otro día por errór común; y siendo la común opinión, que las nubes están siempre más bajas, que el Cielo de la Luna, no pueden subir al del Sol, ni tocar los vapores en el Cielo de la Luna, pues está primero el Éter, que no admite los vapores, o hálitos que exhala la tierra. Que la fuerza atractiva tanto es más robusta, cuanto el cuerpo atraído está más cerca del atrayente, digo, que en algunos casos no; y para esto veo quemar una calera, y que cuando está más voraz el fuego, la leña que le van echando, dejándola el peón a cierta distancia de la boca de la calera, la arrebata el fuego hasta entrarla, y a medio del ayo, donde está la mayor fuerza, y virtud del calor, no la atrae. Que la Filosofía es un tejido de falibles consecuencias, y que la desordenada confianza de la razón puede acarrear algún peligro en los Dogmas de la Religión, nos lo dijo Don Francisco de Quevedo con más gracia, y menos molestia. Pues si tenemos esto, ¿qué dice de nuevo este Reverendísimo? Pues yo hallo, que gasta veintiocho hojas, en lo que pudiera decir en cuatro con más provecho. Y si sus Escritos se dirigieran al fin del aprovechamiento común, y no darnos a entender, que ha leído muchísimos Autores exquisitos, no se contentaría con citar en este Escepticismo solamente Santo Tomás, San Agustín, San Basilio, San Bernardo, y San Justino Martir, que son cinco de los Santos Padres, y Lactancio Firmiano [48] de los Escritores Positivos, y citar catorce Filósofos antiguos, cinco o seis modernos y trece Naturalistas, dejándose a San Mateo, San Marcos, San Lucas, San Juan Evangelista, San Pedro, y San Pablo; pues aunque uno de los Santos Padres, o Escritor Positivo, sobre en la opinión para combatir a todos los Filósofos, y Naturalistas que hay, ha habido y habrá, más propio era de un Teólogo Escritor el citar, en el caso de mucho número de Autores, a los Santos Padres, y Escritores Positivos, que no a Naturalistas, y Filósofos: de esta fuerte enseñaría más y cansaría menos; sino es que ya por Maestro General de su Religión, y Catedrático, está bastantemente dicho, que urbe & orbe, puede explicar, argüir, y defender la docrina de los Santos Padres contra el Idioma de los Heresiarcas, que para combatir errores comunes, escribiendo en Castellano, es para España sólo la Obra. Mejor parece, y era a su estado, citar a todos los Santos Padres, y Escritores Positivos, que están recibidos, y aprobados por las Universidades, Consejos y Religiones, y sobre todo, por la Iglesia en Libros de Buenas Letras. Dijeron mis amigos: Si cita a los que tratan las materias, ya veis ahí citados Santo Tomás, San Agustín, San Basilio, San Bernardo, San Justino Martir, el Eclesiastés, y los Concilios Niceno, y Lateranense; y si ya el Padre había concebido todas estas opiniones, ¿quiere que le hicieran una apostema interior, y que estando lejos de Martín, le sucediera al Reverendísimo un aborto? Y si basta con uno de los Santos Padres para combatir a todos los Filósofos, ¿para qué eran necesarios los demás? Pero no me diréis, si sería mejor seguir el método de Fray Luis de Granada, o del Padre Parra, que no buscan en sus Escritos más que el aprovechamiento de los Lectores; y el Reverendísimo no me parece libre de vanidad, y deseo de que se sepa, que lee muchos Filósofos, y tiene gran Librería. Y si no escribiera con un poco de pasión a estas disputas de Filósofos, y Naturalistas, no citaría al Doctor Martín, que probó abundantemente en su Medicina Escéptica, de que no hay Ciencia en las materias de Física: Si bien es sospechoso [49] para mí el Doctor Martínez, (como diré luego) sino es que por su Mecenas quiere que sea su nombre inmortal; pues un Médico, que sólo cuida de hacer cuarenta visitas, que estudió con miseria, ¿quién le cita si no es el Reverendísimo? ¿Qué Autor es Martínez para citarle? ¿Ni qué estudios son los años de Filosofía que tuvo? ¿Para echar su Tentativa, y practicar en el Hospital General, y luego buscar Parroquia que valga mucho para ser citado? Esto es escribir con gana de abultar el Libro, sea lo que fuere. Y para que veáis los Autores que divierten, y embelesan al Reverendísimo sus costumbres, y genios, oíd algunos que tengo presentes. Quintiliano, fue natural de Calahorra, en tiempo de Vespasiano, tuvo Escuela pública en Roma, escribió las causas de corrupción de la Elocuencia, escribió doce Libros de Retóricva, fue encargado de los hijos de Domiciano, y fue a León de Francia, le cita Plinio: se encontró en la Biblioteca de Milán una Carta suya, y en la de Oxford Obras suyas: Y además de este Quintiliano, fue su hijo de este nombre tan aventajado como el Padre. Sócrates, Filósofo Ateniense, fue Discípulo de Anaxágoras, y Arquelao, tuvo tal elocuencia para persuadir, que hacía evidente cuanto quería, era de buenas costumbres, y de acciones moderadas, sentía las muertes que hacían los Tiranos, hacía burla de la pluralidad de Dioses del Paganismo, por lo que fue condenado a morir de veneno. Zenón, de la Isla de Chipre, fundó la Secta de los Estoicos, estuvo en Atenas por un viento que le echó de allí; fue de opinión, que la multitud de Dioses eran atributos dados a la Bondad de Dios; pero tuvo el error, que Dios no era otra cosa, que el Alma del Mundo, y que el Mundo era su cuerpo, y componía un animal perfecto; y en fin, se desesperó, ahogándose con sus manos. Anaxágoras era de la Jonia, fue Discípulo de Anaxímenes, fue muy garboso, jamás cuidó de que había de vivir, siguió la opinión de que había habitadores en la Luna, que el Sol era una tinaja de fuego, que los ojos no disciernen el verdadero color de los sujetos, que los Cielos eran de piedras, [50] que los animales se formaban de humedad, tierra y calor, y que cada cuerpo se componía de materias homogéneas, reconoció a Dios por Autor del Universo, escribió en los Meteóros, fue sospechoso de Ateísta; él enseñó, que el Alma era un ser aéreo, y la creía inmortal; y fue de opinión, que la Tierra, y el Cielo perecerían. Hubo otros tres Anaxágoras, un Orador, un Escultor y un Gramático, Discípulo de Cenodote. Ariesilado, hijo del Escita, Discípulo de Otolico, Matemático, estuvo en Atenas con Jantus, y Teofrasto, inventó una Secta, distinguiéndola de Platón, porque seguía la opinión de que todas las cosas eran inciertas, y procuró contradecir todos los fundamentos de las Ciencias, fue muy garboso, vivo y persuasivo, pero muy deshonesto. Lactancio escribió contra él, y Diógenes escribió su vida. Hubo tres de este nombre, uno escribió Comedias, otro Elegías y otro fue Escultor. Aristóteles es ocioso referir su vida, pues todos la saben, y en todas las Librerías grandes están sus Obras, fue Ayo de Alejandro, a quien enseñó la Elocuencia, Física y Filosofía Moral, murió como 320 años antes de la Redención Humana, y dos después de Alejandro, fue Jefe de los Peripatéticos. Marco Tulio, nació en Toscana, estudió en Atenas con Antioco, Filósofo Académico, casó con Terencia, fue Proconsul en Sicilia, figuró a Pompeyo, y después entró en la gracia de Julio César, favoreció a Octavio César, y por sus intereses se unió con Antonio, y Lepido, y se declaró el Triunvirato, fue asesinado por haber escrito unas Arengas contra Antonio. Numenio, fue Filósofo Griego, natural de Siria, es tenido por Pitagórico, y Platónico, seguía la opinión de que Platón había sacado su discurso de Moisés, este fue en el tiempo de Marco Aurelio, le citan Eusebio, Orígenes, y Teodoreto. Plutarco, fue Filósofo, Historiador, y Orador, natural de Beocia; en tiempo de Trajano, fue muy válido suyo, y empleado en el Ilírico, el que consta en todas las Librerías. Pitágoras, llamado Itálico, consultó y trató con los hombres Sabios de Grecia, Caldea, y Egipto, consultó los [51] Magos de estas Provincias, que eran los Filósofos, inventó reglas de Aritmética, y Geometría, y la Secta de su nombre: fue el primero que conoció la inmortalidad del Alma; pero decía, que pasaba al otro que nacía, y de la misma manera la de los hombres a los brutos, que al contrario; jamás rió, ni lloró; se duda si se dejó morir de hambre, o si feneció en la Guerra de los Siracusanos, y Agrigentinos, por no pisar un campo de habas, se entregó a los enemigos. Pirrón, fue Escéptico, nació en el Peloponeso, (hoy Morea) fue Pintor, y Discípulo de Anaxarque, fue a las Indias Orientales, trató los Magos, siguió la opinión de que la naturaleza de las cosas buenas, o malas, pendían de las leyes, y costumbres, fue como 300 años antes de la Redención, y sus Discípulos fueron Escépticos, florecieron Epicuro y Teofrasto. Veis aquí, amigos, los Tomases y Bernardos que divierten al Reverendísimo, y notad en sus vidas el ejemplo que dan para que sigamos sus máximas. Con esos Autores (dijeron mis compañeros) puedes escribir un Teatro Crítico. Y respondí: Yo sé, que ni una hoja bien escrita, si ha de imitar a los Escritores que nuestra Nación celebra: Si es escribir, imitando algo de estos Teatros, mucho papel se puede embarrar, porque inventando un nuevo Sistema sobre cada cuestión Filosófica, o ya sea recogiendo los menos seguidos, se puede lograr; y así, oídme: Digo, que es error común, que dos veces tres son seis. Llámole también error, el que una piedra de una vara, partida por en medio, son dos medias, y llegadas a medir, les falta mucho para igualar la piedra entera. Y estos dos errores son hermanos del que nos pone el Reverendísimo: Dos paredes a plomo, no son paralelas. Y todos los convites de los Maestros de Obras, y Canteros, son de apuestas que hacen a estos acertajos. Es error común, que la picada de la Víbora, causa la hinchazón en la parte ofendida. Es error común, que la simiente es causa productiva. Es error común, que la lluvia fertiliza los campos. Es error común la materia primera. Y otras infinitas cuestiones, que se pueden llamar errores comunes. Y siguiendo el estilo de estos Teatros, [52] se puede escribir sobre las cuatro Teologías, Moral, Escolástica, Dogmática y Regular; y estoy pronto a sacar cada mes un Tomo, teniendo una Librería, y un Amanuense, pues esto no consiste más que en tomar las cuestiones, ponerse en medio, y una llamarle error común; y conozco, que sería error gravísimo creer, que sospecho más que los Escritores más aplicados, e ingeniosos. Y así, pues digo esto, amigos, para que veáis que se puede escribir, pero no para corregir errores comunes, que es como escribió la sal, viveza, chiste, magisterio y erudición de Don Francisco de Quevedo, pues aun en sus zumbas no hay quien le imite; y castigar errores comunes, es como los castigó Cervantes con su Ingenioso, e Hidalgo Don Quijote, que ha pasado un siglo, y hasta ahora no ha habido quien se atreva a imitarle. Vamos a la desconfianza del Doctor Martínez: Si tiene el desengaño que refiere, y nos cita el Reverendísimo en su Medicina Escéptica, ¿cómo pone aquella Carta en la Filosofía de Doña Oliva Sabuco? Si sabe, que en las materias Físicas no hay ciencia, ¿cómo hace aquel elogio en un Sistema que confiesa nuevo, no seguido, sino es de aquel Inglés, que lo copió de la primera impresión? Aprobar un nuevo Sistema, y decir, que en las materias Físicas no hay ciencia, yo no sé cómo lo he de entender. Yo soy de sentir, que mayor desengaño, y concepto tendría una cita de San Jerónimo; y que pues el Padre ha citado algunos de los Santos Padres, no me parece que sería necesaria para autorizarlos la cita de Martínez. Ya hemos concluido nuestra lección del Teatro, porque lo restante parece que es responder a la Medicina vindicada, en que se queja el Reverendísimo, (y con razón) pues las materias disputables se pueden combatir con respeto a los Autores: esto no nos toca, buen provecho le haga al Autor: el Reverendísimo tiene pluma, y se sabrá defender; pues yo, luego que vi el epígrafe, dejé de leer, sin pasar adelante. Mis compañeros pidieron la Carta defensiva, que escribió el Doctor Martínez, del Primer Tomo, saquela, y leyó Gil. En el primer folio, acabando de leer la cita de Salustio, que en [53] Castellano acomoda el Doctor Martínez: Solo es delectable quien satisfecho de la ruín mecánica de tener que comer, se olvida de la noble tarea de buscar que enseñar. Y preguntó el Lector: ¿Quién es este hombre de tan buen juicio, desinterés, e inclinación? ¿Es acaso algún Cadete de la Casa de Aveiro, a quien aquella Señora tan inclinada a saber, le crió, y dejó su gran Librería? ¿O es de la Casa del Marqués de Mondejar, que fue hombre sabio, y tenía muchos Libros, y curiosidades en su Estudio, y que sólo por caridad se ha dedicado a la Medicina a enseñar y curar? Porque hombre de tan buen espíritu, no puede ser sino uno de esos Señores, inclinado a las letras, y su buena índole le impele a lo mejor. No, le dijimos, es un Médico, que estudió como los demás de su Profesión, como ya hemos dicho, que todo lo antes que pudo, se dedicó a ganar dineros en su oficio, sin entrar en Licencias, ni graduarse en la Universidad, empezó a practicar, y luego se graduó en Sigüenza; lleva su real de a ocho todos los días al enfermo, y el día que no se le dan, no vuelve. Para el puto que le creyera, (respondió gil) ¿esas hace, y esto dice? Es una soberbia Luciferina, y una vanidad hinchada: A este, si le ha conocido Jacinto Polo, le enviaría a su Hospital de Incurables, a ver si mejoraba su hidropesía vana. Yo no había discurrido el motivo de alabarse recíprocamente el Reverendísimo a Martínez, y este al Reverendísimo, hasta que me habéis hecho relación, e informe de sus estudios, y creo no puede ser otro que él, aquel Médico que le sucedió, que fue a tomar el pulso a la escrupulosa, que se le tapó con la sábana, y el Médico se le tomó con la capa doblada; y preguntado el motivo, respondió: A pulso de olanda, Doctor de bayeta; y así, a Catedrático de Oviedo, corresponde le alabe Doctor de Sigüenza, que es Universidad que tiene por Patrón a San Blas, para conservar los gaznates expeditos para cacarear. Prosiguió en leer la falibilidad de la Astrología, las edades, la impugnación de Descartes, Música y Lenguas, y acaba con seis hojas de Medicina: Empezaron la [54] conversación, que les corre, diciendo: Con el Primer Tomo, ni Segundo, yo no me meto en eso; y así, vamos hablando de la Carta Aprobatoria, de la impugnación de Descartes, digo, que la Obra satisface bien; y el que tenga duda, vea a Descartes, y los Escritos de Martín, y los demás que le muerden, y podrá hacer juicio cabal. De las dentelladas que da a la Astrología con tan poca reflexión, quiero decir lo que sé, y que debían saber todos los que escriben contra una Profesión, si desean el acierto, y no llenar de sátiras alguna ventana señalada. Dice una regla del Derecho: Distingue los tiempos, y concordarás los derechos. Dígolo esto, porque habla el Doctor Martínez con los Astrólogos, o Piscatores, que escribieron el año que él, la Carta Defensiva, diciéndoles, ponen lo que no es del caso, y se les olvida poner el día de Corpus. Cita a Jeremías, cap. 10 Assignis Coeli nollite metuere quae timent gentes, quia leges populorum, vane sunt. Jeremías Profeta, de Familia Sacerdotal, empezó a profetizar 629 años antes de la Redención: fue en tiempo de Josías, y de la Profetisa Olda: padeció muchas persecuciones: los Judíos desgarraron sus escritos, y por mandado de Dios, volvió a escribir, porque les predecía sus males, y desgracias: fue puesto en prisión algunas veces, y en medio de estar cautivo, les reprehendió sus desórdenes. Los agüeros tuvieron principio en los Caldeos, después pasaron a los Griegos, de allí a Toscana, y luego a los Latinos, y Romanos; y así, Rómulo y Remo tomaron opinión de los Agoreros para la fundación de Roma, y para saber quién sería Rey. Hubo millares de agüeros; unos, que salían al campo a ver el canto de los Pájaros, los movimientos y su variedad, ofreciendo sacrificios, y haciendo rogativas a los Dioses: lo que dio grandísima autoridad al Senado de Agoreros, porque declaraban lo adverso, y favorable de todas las acciones. Había Piromancia, Aéreomancia, y Geomancia, Ciencia de fuego, aire y tierra; y además de estos Encantadores Ariolos, Auspicios, de las entrañas del animal Abypicios, Boltivolos, Imaginarios, [55] Conyectores, Quiromancios, que es hoy el Gitanismo, Especularios, Matemáticos, Saltadores, Sortilegios, el Avisgarrium, o Avisgarritus, por el cual decidían los Romanos la paz, o la guerra, el vitium, & calamitas, y otros centenares de agüeros, y así Jeremías escribió como Profeta, porque todas estas supersticiones las había en su tiempo. La fundación de Roma fue cien años antes que empezase a profetizar Jeremías; y así, si escribiera el Doctor Martínez para el aprovechamiento común, distinguiera los tiempos, las costumbres, y los sujetos; porque ¿qué tiene que ver los Matemáticos Agoreros, los Astrólogos, y Adivinadores de aquel tiempo, que fue seiscientos años antes de la venida del Redentor, y mil setecientos veintiseis que han pasado hasta que él escribió? ¿Ni por dónde puede ajustar las costumbres de aquellos Adivinadores Idólatras, con las del Piscator Andaluz de Salamanca, y Gotardo, que son Cristianos Ortodoxos? ¿Qué escriben las Lunaciones del año, ponen sus puntos Matemáticos, con los cuales, como Filósofos, con el Dios sobre todo hacen los juicios políticos, abundancia, o escasez de frutos, con permiso de los Tribunales, del Rey, y el Eclesiástico, sujetándolo todo a la censura de nuestra Madre la Iglesia? Si él no es Jeremías, ni hay motivo de los que tuvo aquel Profeta, para decir: Nollite metuere, &c. ¿A qué viene esto? ¿Es doctrina para engañar, o desengañar? ¿Es dar luz, o tinieblas? ¿Esto se escribe para el aprovechamiento común, o para sátira particular? Mejor me parece sería el tiempo en que escribió esto, ocuparlo en asistir a muchos pobres, que por falta de paga se están sin llamar Médico: ganará más para sí, y enfadará menos, pues no se ganan los aplausos, ni los hombres son más doctos por escribir más dicterios: Y así, amigos, viva el Padre con sus aprehensiones, Martín con sus gustosas ideas, y los demás llenos de sus aprehensiones, que yo aprecio más la conversación de estos vegetables, y la compañía de los brutos, que toda la enseñanza de los hombres. Yo viví en la Corte, tomé la primera leche de Filosofía, y los elementos [56] de la Instituta en una de la Universidades de España, logré Maestros, adquirí condiscípulos; y os aseguro, que en los más necios encontré vanidades sabias, en otros la avaricia a la Ciencia, ocultando su necia doctrina con desvergonzada ambición, dictando más confusiones que verdades, y en todos un engaño, y un delirio, confiando los unos en los disparates de los otros: De lo que allí estudié, y lo que allá leí, no he aprovechado en un principio para saber gobernar la república del alma, ni del cuerpo: muchas confusiones que padecí en aquellas Aulas, me las ha desvanecido la experiencia, y comunicación con estos entes, en donde sin artificio resplandece la naturaleza: las que hoy sufro, y creo, moriré con ellas. Los más de los hombres Sabios, tienen perdido el crédito de juiciosos en mi desengaño, porque unos escriben para hacer ostentación de los talentos; los más, por contradecir la doctrina de otros; y algunos, por entretener, y huir las tareas de su obligación. Los Tratados de estos dos Autores, presumo comprehendidos en algunos de estos vicios, porque el Padre, que es Profesor de Teología por su Religión, vive ligado a la enseñanza moral de los Religiosos mozos, le vemos distraido vanamente en argumentos profanos: de sus Escritos se conoce más inclinación a las vanidades de los Filósofos, y Naturalistas, que a los Libros Morales, desentrañando menos las verdades de estos, que los vanos argumentos de aquellos: El Médico, que debe asistir con porfiada práctica a los enfermos, y dolientes, menesterosos de la curación, derrama el juicio en apoyar las fantasías de ese Religioso. Todo esto va errado, ninguno cumple con el destino de su obligación; y faltando a esta, no puedo creer, que puedan ser sabios en las doctrinas ajenas. Hombre, tú te has hecho un Demócrito, o Heráclito, desde que te viniste a habitar esta Sierra: de todo lo que antes te deleitaba, burlas hoy, y te veo lastimar de lo que considerabas felicidad: no dés en baquetón hipócrita, huyendo de lo letrado. De menos edad te vi celebrar la Universidad, y la Corte, y nunca creí verte despegado [57] de las fortunas que soñabas (me dijo Fermín). Amigo, daban motivo a mis vanidades (respondí) algunos ejemplares, que con el amor propio, y pocos años, me impedían la consideración de la excelencia de virtudes, y ventaja de ciencia, que me hacían los que poseían la fortuna, que yo envidiaba; y luego que vi algo del mundo, e hice reflexión de lo que en la tierna edad leí en Don Francisco de Quevedo, tengo horror a las profesiones, no por ellas, sino es por los peligros a que se expone la fragilidad de los que las cultivan: Por este temor a mi flaqueza, me he reducido a vivir con más sosiego para lograrle en la última hora, dándome ejemplo tantos como cada día dejan la posada de la vida, y veo que los honores de los de mi Profesión, las riquezas de la Medicina, y de aquí contando al más alto empleo de los que el mundo aplaude, quisieran haber trocado todos los ejercicios, cortejos, inciensos, y adoraciones, treinta años antes, por vida más sosegada, y menos peligrosa; con que est es dar a entender, que tiene algún riesgo. Pues amigo (respondieron los dos) lógralo ya que puedes, que nosotros mientras no tengamos otro adbitrio, estamos forzados a ser el uno Letrado, y otro Médico, que llevando buena intención en nuestras obras, y dirigiéndolas al servicio de Dios, y bien del prójimo, podremos ser dichosos, pues hay remedio para corregir la codicia siendo liberal, despreciar la vanidad con ser humilde, abatir la ambición con el desinterés, castigar la soberbia con el desprecio, apartar los apetitos con la moderación, desterrar los amigos con la libertad, cerrar los oídos a la esperanza de los ascensos, contentándose con su fuerte; mortificar la gloria de la aura popular, con el conocimiento de la vida; desengañarse de los empeños, mirando su propio mérito; reprehender las pasiones con el despego. Los cortejos que vienen a torcer la intención, despedirlos; apartar el veneno de los regalos con la medida del poder; negarse a las sumisiones fingidas, al engaño más patente, que es el de las alabanzas; rendirle, cerrando los oídos; sujetar el amor a los parientes, [58] acordándose de que las obras engendran sangre, y virtud; la ansia de los empleos, la destruye la confianza; en sus virtudes, y las del que los provee, resistir a los respetos, obrando sólo para Dios; dominar el temor a los poderosos, con la memoria de que es solo uno, y los demas solos nada; aniquilar el desprecio a los humildes: mirando su principio; el amor al prójimo, destruye la envidia; y la tenacidad en los dictámenes, la modifica la sucesión del albedrío. De esta suerte, no me admiro podéis con toda seguridad seguir vuestra profesión, pues no hay duda, que en todos estados nos podemos salvar; y ahora vámonos a pasear, que ya es la hora de divertirnos en estas Huertas: Así dijeron los compañeros, y yo me quedé conmigo, empezando a despreciar desde este punto las opiniones, sátiras, y torcidas inteligencias, que ya escucho dan a mi Papel: murmure quien quisiere, que yo aquí me quedo para Fisgón universal de cuanto se escribiere mientras me dure la vida. FIN |
————— Transcripción, realizada a partir de un ejemplar original, del texto contenido en un impreso de [ xii ] + 58 páginas, descrito con el nº 1092 en Doscientos cincuenta años de bibliografía feijoniana (de Silverio Cerra Suárez, Studium Ovetense, Oviedo 1976) y con el nº 2959 en el tomo IV de la Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII (de Francisco Aguilar Piñal, CSIC, Madrid 1986). |
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