Filosofía en español 
Filosofía en español

cubierta

Manual clásico de filosofía,
escrito en francés por M. Servant Beauvais.

Traducido, arreglado y adicionado por don
 
José López de Uribe y Osma,
 
Catedrático de Lógica y de Gramática general en los Estudios de San Isidro de esta Corte, Abogado de los Tribunales del Reino, Académico de número de la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid &c. &c.

segunda edición corregida y aumentada.
 
Tomo I.
 
Madrid: Imprenta de Don Ramón Verges. 1843.

Se hallará en esta Corte en la librería de Martínez, calle Mayor, núm. 4.

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“Un Filósofo enseña más cuando señala el término de los conocimientos humanos, que cuando afecta ciencia, y ejercita magisterio sobre lo que no puede ser conocido. Esto, más que para conocer la naturaleza, debe servir para conocerle a él.” Viegas.

Al Excmo. Señor D. Manuel José Quintana, autor de las alocuciones y manifiestos de la Junta Central &c. &c. En muestra de profundo aprecio y de amistad nunca interrumpida. José López de Uribe.

[Portada y páginas ii y iii.]

 

Índice de los dos volúmenes del Tomo primero

Advertencia. Cada artículo o sección de artículo lleva un índice especial en su lugar respectivo, u otra cosa equivalente.

[ Prólogo. El traductor y reformador del manual, v-xxiv ]

Nociones generales

Artículo primero. ¿Qué se entiende por filosofía?, 1

Art. II. ¿Qué es explicar los fenómenos?, 31

Art. III. División de la filosofía, 39

Art. IV. Utilidad e importancia de la filosofía, 52

Art. V. De sus relaciones con las otras ciencias, 55

Art. VI. Origen de la filosofía (*), 57

Art. VII. De lo que se entiende por método en todas las ciencias, y de consiguiente también en filosofía, 66

Art. VIII. De algunos métodos que suelen distinguir los filósofos, y de la inmensa importancia del método, 73

Art. IX. De los diversos métodos que se han seguido en las investigaciones filosóficas, 89

Art. X. Más sobre el método de intuición, 107

Art. XI. Carácter de las ideas filosóficas de intuición natural*, 115

Art. XII. Del método de hipótesi muy falible y de sus diversos casos, 124

Art. XIII. Del carácter de los trabajos filosóficos hechos bajo la influencia del método de hipótesi muy falible*, 142

Art. XIV. Más sobre el método de observación y experimento y definición de dicho método, 162

Art. XV. Ampliación de lo manifestado en los artículos anteriores acerca del método de las ciencias metafísicas, 188

Art XVI. Caracteres comunes a los trabajos filosóficos hechos bajo la dirección del método de observación y experimento y a los del método de las ciencias metafísicas*, 206

Art. XVII. Breve sumario de la historia de la filosofía*, 232

Art. XVIII. De cuál es el método que debe seguirse en las investigaciones filosóficas, 254

Art. XIX. De si es posible seguir el método de observación y experimento en filosofía mental y moral, 258

Art. XX. ¿Conviene renunciar en las ciencias naturales al método de hipótesi muy falible?*, 266

Art. XXI. De las reglas de lógica que se deben seguir en la formación de las hipótesis, 269

Art. XXII. Del orden en que deben estudiarse las partes más principales de la filosofía*, 281

Parte primera. Psicología

Artículo primero. De la actividad y de la sensibilidad de la alma humana, y de algunos otros atributos de la misma, 290

Art. II. De las facultades intelectuales del hombre, o de los diferentes modos de la actividad, considerados como causas de la inteligencia, 308

Art. III. De las facultades morales del hombre, o sea de los diferentes modos de la actividad de la alma humana, considerados como causas de la moralidad, 316

Art. IV. De la naturaleza de las ideas en general, utilidad del lenguaje para la formación de las ideas, y relación de las ideas con los juicios, 340

Art. V. De los diferentes modos de la sensibilidad del hombre, considerados como origen o principio de la inteligencia y aun de la moralidad en cierto sentido, 374

Art. VI De la división o distribución de las ideas en varias clases, 397

Art. VII. De algunas de las opiniones de los filósofos, opuestas a lo que se enseña en este Manual sobre el origen de las ideas, 426

Parte segunda. Lógica.

Artículo primero. De la Lógica en general, 449

Art. II. Del lenguaje en general, y de algunas de las relaciones del lenguaje hablado con el pensamiento, 461

Art. III. Del principal efecto de los signos, 469

Art. IV. Causas del efecto principal de los signos, 476

Art. V. De si podríamos pensar si no tuviéramos signos, y de otras relaciones de la inteligencia humana con el lenguaje, 480

Art. VI. Ventajas de los signos articulados, 490

Art. VII. Más reflexiones sobre los signos considerados como medio de comunicar las ideas, 495

Art. VIII. De las ideas absolutas y de la utilidad del lenguaje respecto de esta especie de ideas, 501

Art. IX. De la utilidad del lenguaje para las ideas relativas y de algunas especies de juicios, 505

Art. X. De la creencia, evidencia y certidumbre, 508

Art. XI. División de los medios de conocer la verdad, 513

Art. XII. Medios interiores de conocer la verdad, 513

Medio primero. Conciencia, 514

   Segundo. Sentidos, 522

   Tercero. Atención, 533

   Cuarto. Comparación, 539

   Quinto medio. Juicio, 543

   Sexto. Raciocinio, 547

   Séptimo. Analogía, 556

   Octavo. Memoria, 561

Art. XIII. Medios exteriores (si es permitido decirlo así) de conocer la verdad, 566

Medio primero. Lenguaje (reglas respecto a las palabras sueltas y a las proposiciones), 566

Medio segundo. Testimonio humano, 578

   Tercero. Método, 587

   Cuarto. Definición. División, 594

   Quinto. Clasificación, 608

Art. XIV. Más reflexiones sobre el raciocinio y sobre la utilidad del lenguaje para la formación de las ideas deducidas, 614

Art. XV. Del raciocinio considerado en la oración, o sea de los argumentos y de las demostraciones, 637

Art. XVI. Causas de los errores, 657

Clase primera. Errores que se atribuyen a los sentidos, 660

   Segunda. Ídem, a la imaginación, 667

   Tercera. Ídem, a la asociación de las ideas, 671

   Cuarta. Ídem, a la abstracción, 682

   Quinta. Errores provenientes del carácter, 686

   Sexta. Errores provenientes de la educación, 690

   Séptima. Errores provenientes de la costumbre, 694

   Octava. Errores provenientes de la autoridad en el sentido más estricto, 697

   Novena y última. Errores provenientes de los sofismas, 703

Fin del índice.

[páginas i-iii, después de la 730 del tomo 1.]

Prólogo

El traductor y reformador del manual.

Cuando publiqué la primera edición de esta obra, o más bien, (porque esta es la verdad) de otra esencialmente diferente que lleva el mismo título, entre otras advertencias que no hace al caso reproducir ahora, puse expresamente, en uno u otro lugar, las siguientes, casi en los mismos términos en que voy a repetirlas.

1.ª »Es innegable, decía con aquella ocasión, que una de las cosas que más contribuyen a que la enseñanza de lo que llamamos Filosofía no corresponda todavía entre nosotros al estado actual de la ciencia, ni satisfaga las necesidades actuales de la nación, en cuanto a dicha enseñanza, y mucho menos aún, se prepare a llenar las futuras, es la absoluta carencia de buenos libros elementales. La dificultad que de esto resulta para mejorar a menos trabajo la sobredicha enseñanza, es de tal especie, que ni todo el celo y suma de conocimientos de la Dirección general de Estudios, ni los esfuerzos generosos de muchos profesores beneméritos, pueden alcanzar en un da a vencerla del todo.»

2.ª »Esta consideración me movió hace dos años a tantear prácticamente toda la dificultad de escribir un Curso de Filosofía: y en efecto, trabajando con constancia durante algunos meses, llegué bien pronto a tener escrita una regular porción del que yo me había delineado: cuyos diversos artículos o párrafos, según los iba redactando por las noches, servían al día siguiente para que los copiaran y estudiaran mis discípulos, que entonces eran en número enormemente excesivo. Por manera que puede decirse que dichos manuscritos tuvieron desde entonces en alto grado toda aquella especie de publicidad que podía haber un libro hasta la invención de la imprenta; y sin embargo de que tenían como era consiguiente sumas imperfecciones, sobre todo respecto al giro de las ideas, y a la dicción o al estilo de las frases, la excesiva indulgencia de varias personas entendidas que los leyeron por un motivo o por otro en copias tal cual correctas, tuvo a bien dispensarme tales elogios, que no creo he de merecerlos jamás.»

3.ª »No me queda duda de que prodigándome esta recompensa, han procurado estas personas bondadosas alentar por este medio mi justa desconfianza, ayudarme a vencer la pereza a que naturalmente soy muy inclinado para cuanto es escribir, y estimularme indirectamente a continuar mi obra; pero viendo yo que probablemente pasará aún mucho tiempo antes de que llegue a concluirla, y que urge facilitar la susodicha mejora de la enseñanza, porque cuando menos, será así menos difícil formar una parte de la juventud de la manera debida,... he creído más conveniente dar tiempo al tiempo, en cuanto al indicado proyecto, y traducir uno de los Manuales de Filosofía que se han publicado en estos últimos años en la vecina Francia.»

4.ª »He preferido el de Servant Beauvais entre los varios que conozco, aunque tiene tantos defectos, por dos causales o sea motivos o razones. La primera es que el fondo de este manual es el Sistema de Condillac reformado por Laromiguière, y quien aspire como yo a contribuir algún tanto a la difícil obra de modificar convenientemente las ideas filosóficas de la España actual, hará mal en mi concepto, o más propiamente no la acertará, si a las ideas condillacianas netas que dominan generalmente en las personas de cierta edad y de más instrucción entre nosotros, opone otras ideas filosóficas que tengan con ellas pocos puntos de contacto. Lo que más me hace ser de esta opinión, es que aun estando cierto de que las doctrinas que se pretenda sustituir a otras doctrinas rivales, son las verdaderas o las preferibles; siempre conviene tener presente que acontece con las ideas mucho de lo que sucede respecto a instituciones. Cuanto más se apoya una idea nueva en lo presente y en lo pasado, tanto más segura es su influencia en el porvenir. De todos modos, la otra causal que ha movido mi ánimo, es que soy ecléctico en el sentido que digo más adelante, y esta obra tiene una tendencia manifiesta al eclectismo. Su mismo autor la ha llamado producción ecléctica, aunque con mucha repugnancia.»

5.ª y última. »Como caben tantos y tan diversos pareceres dentro de las escuelas de los eclécticos, no tiene nada de extraño, a pesar de lo que acabo de decir, que mis opiniones difieran mucho de las del autor en algunos puntos cardinales y en otros muchos menos importantes. Esta es la razón por que pongo casi a la cabeza del Manual aquella parte de mis mencionados manuscritos, que es a mi ver una introducción o preparación al estudio de la filosofía: parte que me ha parecido conveniente aumentar ahora con las muchas notas que la acompañan»... Por cuyo medio o por el cual medio, venía a decir después, lleno a mi ver algunas de las lagunas o vacíos que deja el autor en su obra; impugno indirectamente no pocas de sus opiniones o doctrinas, aunque no todas las en que no estamos conformes; y pongo al fallo de los jueces competentes un buen número de mis principios en filosofía…

Todo esto lo decía ya en unos términos o en otros, en Septiembre de 1838; y si me ha parecido conveniente reproducirlo otra vez con muy leve diferencia, no ha sido en verdad por amor de autor, sino por verdaderas razones. He querido también que los que no hayan leído la primera edición puedan conocer a menos trabajo cómo y cuáles sucesos me han venido impeliendo a hacer la que ahora publico, para que con este conocimiento los que comparen las dos ediciones no extrañen que sean casi tan diferentes una de otra cuanto pueden serlo.

Cuanto pueden serlo, he dicho, o poco menos, porque, en efecto, la obra de esta edición y la de la primera son dos obras esencialmente diversas. En la de 1838, si se exceptúa aquella parte mía original que en esta he intitulado{1} Nociones generales de Filosofía, y unas cuantas notas que puse al autor, todo lo demás representa exactamente (si bien con poco o ningún esmero ni aún corrección) no lo que yo hubiera escrito, sino las ideas que estaban y están consignadas en el original que traducía; en tanto que en esta segunda edición acaso no llegan a media docena los parágrafos del autor que no hayan sufrido algunas alteraciones, de mayor o menor entidad. En aquella, pues, no puse más de mi parte, fuera de las mencionadas adiciones y de las notas, que el cuidado de traducir, de prisa y corriendo, el Manual de Servant Beauvais; pero en esta de ahora he puesto de mi parte un trabajo incomparablemente mayor. Qué resultados ha dado este trabajo respecto al fondo y a la disposición de la obra; necesario es, aunque molesto y sobremanera fastidioso, indicarlo en este prólogo. Voy por lo mismo a clasificarlos y enumerarlos por mayor, en el orden que me parece más conveniente.

El primero es que he aumentado en más de una mitad las mencionadas adiciones que ya publiqué en la primera edición: las cuales no solo a mi ver, insignificante para el caso, sino al de otras personas menos parciales y muy versadas en la materia, van labrando ya y han de causar algún día (no muy lejos tal vez) una mejora mucho mayor de la que ya han causado, en la enseñanza y en los estudios de todas las ciencias filosóficas propiamente tales{2}, y más especialmente de la Lógica.

El segundo es que he aumentado la obra con otras muchas adiciones, también mías originales, (ya en el fondo y en la forma, ya en esta solamente) que son una parte, y no pequeña, de los tratados de psicología, lógica, ontología y filosofía moral en esta edición. Las más principales de estas adiciones, son, el artículo XIV, el XV, y la sección novena del artículo XVI de la Lógica; el XI, el XII y el XIV de la Ontología; y el II, el III, el IV, el V, el VI y el VII de la Moral; pero además me pertenecen también por uno o por otro de dichos títulos otras muchísimas de menos cuenta que me es imposible enumerar, por estar embebidas, ya en lo que sigo poniendo del autor, ya en lo que traduzco u adopto de otros escritores tomándome por necesidad muchas libertades{3}. Solamente puedo decir que muchas de estas adiciones menores (porque no me gusta gravar a otro ni que cargue otro con la responsabilidad que deba pesar sobre mí por mis opiniones) si están en forma de nota, llevan la abreviatura N. del T.; y las que están en la materia o cuerpo de la obra, un asterisco al principio o al fin del párrafo{4}.

El tercer resultado es, que he puesto asimismo otro tratado de Lógica, sumamente diverso del de la primera edición, y variado no solamente la forma, sino también el espíritu de casi todo el tratado de Filosofía Moral; presentando una y otra según como creo yo que deben estudiarse en las clases elementales (otra cosa sería en los estudios de ampliación), y tomando de los diversos autores que cito, ya una cosa, ya otra, ampliándolas unas veces, contrayéndolas algunas, modificándolas casi siempre, y coordinándolas todas según el plan y según los principios que me había propuesto.

Y disimúleseme si interrumpiendo esta enumeración declaro aquí en cumplimiento de un deber ya que se me ha olvidado consignarlo en su correspondiente lugar, que no he tenido ni la facilidad, ni la tranquilidad de ánimo, ni la salud que era necesaria para atender en tan poco tiempo{5} por mí mismo sin necesidad de ninguna mano auxiliar a tantas obligaciones públicas y domésticas como han pesado sobre mí en los años 43 y 44, al mismo tiempo (y con el corazón herido por graves, amarguísimas aflicciones), a todos los cuidados de la impresión, y a todo el trabajo que he necesitado hacer para el aumento de la obra y para su variación y refundición según un plan regular, fijo y constante, sin embargo tanto extracto y de tantos retazos de tan diversos autores como en ella verá quien la lea…  De aquí es que, para ganar algún tiempo en lo que tenía que hacer para escribir y dejar dispuestos para la prensa los artículos X, XII, XIII y la mayor parte del XVI de la Lógica, me fue preciso acudir a un amigo{6} para que me tradujese del francés varios trozos y capítulos que le fui señalando; y su traducción, hecha primero por él con la corrección y con el esmero que acostumbra, pero sin embargo modificada después por mí, si bien no tanto como la hubiera modificado{7} si hubiese tenido un poco más de tiempo y de sosiego; y ordenada y fundida con lo demás que he añadido, de mi fondo como decimos, o que he extractado de otros autores, forma más de la mitad de los susodichos artículos.

El cuarto resultado es: Que he corregido y aumentado cuanto me ha parecido conveniente (acaso en más de la mitad) la Psicología y la Ontología de Servant Beauvais; si bien, solo ha podido ser hacer este aumento, del modo que ya he dicho, y por las razones que dejo indicadas.

El quinto. Que he dado a dichas dos partes de la obra una disposición mucho menos imperfecta que la que tienen en la primera edición y en su original; para lo que, fuerza me ha sido refundirlas y ordenarlas, aunque no a todo mi gusto, y sin hacer distinción alguna, para este efecto, entre lo de Servant y lo de otros, variar, omitir, añadir, o explicar todo lo que ha sido necesario para los fines que ya he dicho en una de las notas precedentes.

El sexto. Que, no sin hacer necesarias más alteraciones que por lo mismo ha sido preciso hacer, he omitido en esta segunda edición, por largo y poco menos que inútil para el objeto, el bosquejo cronológico de la historia de la filosofía, que hace parte del verdadero Manual de Servant Beauvais; y puesto además el tratado de Lógica, contrariamente a su opinión y ejemplo, inmediatamente después del de Psicología, como lo exigía el orden.

El séptimo. Que he distribuido toda la obra, (lo que no es tan fácil ni de tan poca utilidad como parecerá a algunos) en artículos, y estos en números; y procurado dar a conocer suficientemente su respectiva conexión, ya en las mismas transiciones, ya con otros medios{8}.

El octavo y último. Que he puesto al principio de cada artículo o de cada sección de artículo (excepto las pocas veces en que hubiera estado de más) uno de esos índices que todos reconocen por eminentemente útiles, sobre todo para recordar, y tan copioso, las más veces, que para los que estudien la materia con la debida reflexión, será un equivalente de un sumario.

Todas estas reformas, variaciones, sustituciones, y adiciones o aumentos he hecho para esta edición. Tantas son, y tan importantes algunas de ellas que, quizás he debido dar la obra, o más bien el todo de la obra por mío original, anunciando, se supone, en la portada misma lo que en todo caso la razón y la delicadeza hubieran exigido. Porque en última análisis, como lo echará de ver todo el que compare debidamente las dos ediciones; yo he dado a la obra un espíritu y una tendencia muy distintos de los que tenía; yo soy el autor y por lo tanto el responsable de su plan, y del modo de conducirle y desarrollarle y de adaptarle a la enseñanza; yo he eliminado de ella mucho más de lo que ya he dicho expresamente, y de lo que en el curso de la obra prevengo o declaro que omito; mío además, mío original en cuanto cabe, es algo más de la mitad de su contenido de ella; yo soy también quien ha entresacado, y escogido, y ordenado, y modificado, cuando ha sido necesario, todo lo demás que hace parte de la obra; y por último, tanto he entresacado y escogido y en las circunstancias en que me he visto, he debido escoger) de otros autores, que, sin embargo de que cuando he podido aprovechar una línea de la primera edición, nunca o muy rara vez he dejado de aprovecharla, solo una sexta parte del total de la obra es a todo más lo que una persona imparcial podría adjudicar, no digo a Servant Beauvais, pero ni aun a su manual... y aun para eso, habría de no poner en la cuenta el arreglo y la distribución que he hecho aun de lo mismo que representa esa fracción tan pequeña. Mas sin embargo de todo, no he dado mi nombre a la obra por varias razones. 1.º Para significar mi gratitud por la indulgencia con que ha acogido el público la primera edición, no obstante todos sus defectos. 2.º, Por agradecimiento u afecto a Servant Beauvais, porque este escritor es (fuera de otras razones) quien me ha dado la ocasión de hacer todo el trabajo. Y 3.º, y más principalmente tal vez, por otras causales o motivos, de las que diré solo tina para otros fines. Hela aquí.

Cuando entrado ya y casi vencido el mes de Julio de 843 pude empezar a ocuparme algún tanto{9} para esta edición, y casi al mismo tiempo a dar original a la imprenta (pues comúnmente lo que he escrito por la mañana ha ido a manos del cajista en el mismo día, y lo que he borroneado por la tarde o por la troche, ha seguido el mismo camino a la mañana o al día siguiente) no pensaba en verdad tomarme por esta vez tanto y tan ímprobo trabajo, no pensaba tocar sino muy poco el trabajo de Servant Beauvais. Recién publicado entonces el Decreto y la Real Instrucción a que antes he aludido; agotada ya del todo la primera edición; próxima, demasiado próxima para el objeto la apertura de los Establecimientos de Instrucción Pública, y adoptada la obra para libro de texto en las aulas del primero y tercero de Filosofía en la Universidad literaria de esta Corte y en otros muchos establecimientos; anunciándosele ya al librero los pedidos que le iban a hacer de fuera; y a todo esto, con salud ya entonces no muy fuerte, y sin tener dispuesto para la imprenta nada de cuanto convenía para la segunda edición… absolutamente nada, excepto dos o tres pliegos que había podido escribir en los primeros días de dicho mes, y unos cuantos borradores muy deformes que menciono en las páginas 137 y 312 del tomo II... el plan que al principio me propuse, fue, aumentar la parte intitulada Nociones generales de Filosofía; corregir, cuanto la urgencia lo permitiese, los indicados borradores; disponer en forma de apéndice al tratado de Psicología una pequeña parte de lo que tengo traducido, hace ya más de ocho años, del Curso de Filosofía de Damiron; y respecto a todo lo demás, que no era mío, o que no era tan mío como lo otro, seguir casi reduciéndome a prestar solamente los oficios de traductor, reimprimiendo la primera edición sin modificarla más que lo absolutamente indispensable. Este era el plan que me proponía seguir, cuando no impreso aun el primer pliego del tratado de Psicología (o más brevemente, y así lo diré las más veces, de la Psicología) di a la prensa el primer pliego del tomo II; y puesta allí ya la portada, casi necesario era ya reproducirla en este.

Empero poco después, así como consultando a la utilidad de los cursantes de filosofía había tenido ya que mudar de propósito{10} respecto a poner el apéndice que acabo de mencionar; mi constante deseo de contribuir, todo cuanto pueda, a la reforma de la sobredicha enseñanza, no me permitió resignarme a un plan tan insuficiente, tan estrecho. Propúseme, sí, aprovechar, como he dicho, cuanto fuese dable del Manual de Servant Beauvais; pero en los términos y con las condiciones que ya dejo manifestadas.

No ignoraba al tomar esta determinación, que me imponía con ella una carga muy pesada, aun para los hombros más robustos. Presente tuve también que, fuera de la incomodidad que causa tener que andar, y no poder moverse sino como comprimido con estrechos lazos, no pocas veces cuesta más trabajo entresacar, enmendar y refundir escritos de otro, y aun de uno mismo, que producir otros nuevos. Y sabía y consideraba no menos que iba a tener que hacer muchos sacrificios de amor propio; porque era físicamente imposible (en cualquiera probablemente y más en mí) que habiendo de entregar el original a pequeños trozos, que se habían de ir dando a la imprenta a medida y casi en el mismo estado en que por primera vez fueran saliendo de la pluma; sin tiempo para corregir el primer borrador y confrontar un párrafo con otro; sin libertad amplia para moverme,… y a más a más alternándolo con otras ocupaciones, y en tan diversos estados de ánimo y de cuerpo,... ítem más, habiendo de extractar, no pocas veces, de tan diversos autores o libros como ya me había propuesto; unos en francés, otros en español (aunque muy pocos, por desgracia), aquellos en latín, y estos otros en inglés; muchos de ellos traducidos de otros idiomas de índole muy diversa, y evidentemente mal traducidos en uno o en otro pasaje, y todos cada uno con su estilo, y con su terminología, y con su sentir, casi siempre diferentes del de los otros... era físicamente imposible, que una obra así compuesta dejase de salir con muchos defectos, a lo menos respecto al lenguaje y al estilo. Eso, aunque en la imprenta hubiesen podido corresponder al buen deseo del impresor; y aunque la obra no fuese un tratado de… Filosofía!; ni hubiese tenido que publicar dos entregas del tomo II, antes de tener escrita una línea de la segunda mitad del I.

El trabajo que presento al público, (o que ya le he presentado), tiene ciertamente muchas imperfecciones del indicado género. Tiene tantas más, cuanto que se han allegado a las que han caído sobre él a resultas de lo susodicho, otros lunares o defectos de muy distinto origen en todo o en parte{11}. Mas así y todo, si como creo no le afea ningún otro defecto que sea muy reparable, tal vez durará por algún tiempo el aprecio y la buena acogida que ha encontrado hasta ahora, y habré hecho con él un servicio, no muy pequeño tal vez, a la enseñanza; un servicio mayor quizás él solo que cuantos le había hecho hasta aquí en las cátedras, en la prensa, y en muchas comisiones.

De todos modos, lo que más importaba en el caso, y lo que yo he procurado conseguir, cuanto mi insuficiencia lo permitiese era escoger entre los diversos sistemas de filosofía el más adecuado en su estado actual de formación para la enseñanza elemental{12}; huir en su exposición y desarrollo de todo exclusivismo ciego e ignorante; presentar las nociones necesarias para que se inicien los escolares en las doctrinas más generales de otros sistemas filosóficos; haberse oportunamente para excitar la afición a las más altas especulaciones, y para acostumbrarlos con tiempo al útil, aunque doloroso, espectáculo de la divergencia y discusión de las opiniones humanas; apoyar convenientemente las sanas doctrinas políticas y religiosas; dar a conocer bien, e independientemente de todo sistema superior de metafísica, la naturaleza elevada del hombre; y por último respecto a la Lógica y a la Filosofía Moral, recopilar las doctrinas más útiles, más importantes, más inconcusas, procurando sacar más y más su enseñanza del carril donde la dejaron los escolásticos, y no haciendo de ninguna o por ninguna de las maneras un libro diminuto exiguo, cómodo para formar discípulos papagayos, falto de doctrina y de altas miras sociales, aferrado al orden sintético, del género en fin que tuvo favor en las aulas durante cierto tiempo, y que está desacreditado ya para el objeto en las naciones más cultas. Esta ha sido la intención. ¡Ojalá que no me hubiese estorbado cosa alguna llevarla a cabo, a todo mi desahogo!

19 de Junio de 1845.

Advertencia. La fe de erratas del volumen I del tomo 1, está al final del volumen II. Se suplica a los lectores que se tomen la molestia de corregirlas.

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{1} Conformándome al Real Decreto de 8 de Junio del año 43, en el que se reconoció expresamente la necesidad de crear una nueva Facultad de Filosofía y se tomaron disposiciones para establecerla. Yo empecé a trabajar y a dar a la prensa para esta edición en Julio de aquel mismo año; es decir, cuando aún no se sabía que a resultas de los acontecimientos políticos que se consumaron en aquel mes, no habían de llevarse a efecto las disposiciones del susodicho decreto y de la Real Instrucción de 9 del mismo mes.

{2} Algunas de las disposiciones que se tomaron en el Real Decreto que he mencionado poco ha, y más aún de las que salieron anexas a él (por ejemplo, las respectivas a lo que entonces se designó bajo el nombre de Nociones generales de Filosofía), y otros muchos datos, ya públicos, ya privados, dan a esta conjetura mayor verosimilitud. Tanto mayor cuanto que las indicadas disposiciones, dictadas, por supuesto, sin gestión alguna directa o indirecta, de mi parte ni por mi parte, fueron tomadas a propuesta de un Ministro tan ilustrado, tan recto y tan independiente por carácter como el Sr. Laserna, y en conformidad al dictamen, según es público y notorio, de imparciales profesores, amigos íntimos de dicho Sr. ex-Ministro.

{3} En efecto, en este género de traducciones u adopciones (que fuerza me ha sido aceptar por lo que diré después) me he tomado todas las libertades que han sido necesarias, ya para adoptar la doctrina, ya para acomodarla al espíritu o a la forma de la obra. Esta advertencia la he consignado en muchos y diferentes lugares del Manual; pero aun temo no la haya hecho muy pocas veces en comparación de las que quizás era menester. Tranquilízame sin embargo que, para evitar en cuanto cabía por mi parte que el lector atribuyese a otro opiniones o doctrinas de que yo debiese responder, he tomado además otra precaución, otra medida. La cual es que, siempre que he hecho alguna alteración en cualquiera de los pasajes que contiene la obra copiados o traducidos de uno u otro escritor, he cuidado de escribir en bastardilla o de poner entre paréntesis todas o a lo menos algunas de las expresiones con que hacía la alteración: todo, para llamar, si no había otro medio, con la misma dureza del giro de la dicción o con lo extraño del paréntesis o de la variación de la letra la atención de los lectores, y darles en algún modo un motivo de recordar esta advertencia. He creído empero que no debía extender esta desagradable precaución a otros innumerables pasajes que, aunque extractados de otros autores, no los presento precisamente como copiados o traducidos, sino bajo otro concepto distinto.

{4} Le llevan al principio si el párrafo no es de Servant Beauvais, o no está en su verdadero Manual; le llevan al fin, en el caso contrario, si además he modificado el párrafo. Empero las más veces; ya por descuido, ya porque tantas estrellitas causaban confusión y hacían una vista muy fea, especialmente en las notas; o ya en fin, porque ya había dicho en alguna nota o advertencia lo mismo que con los asteriscos habría podido indicar; los he omitido yo mismo, o los han quitado en la imprenta; pero siempre que se hallan en esta obra, al principio o al fin de párrafo, se pueden tomar por un signo infalible de lo que ya he declarado.

Esto me recuerda que tengo hacer otra advertencia más de este mismo género. La cual es que en poner una estrellita tras de algunos epígrafes en el índice del tomo I, solo me he propuesto marcar aquellos artículos cuya explicación puede omitirse (sin inconveniente alguno, a mi ver) en las cátedras de los primeros elementos de Filosofía. Por de pronto, yo mismo los omito, y seguiré omitiéndolos, mientras no se me mande explicarlos, o no se haga otro arreglo y otra distribución en los estudios de la segunda enseñanza. Si los he escrito, y si he creído conveniente añadir otras muchas doctrinas, ha sido contando con que el Gobierno hará tal cual por lo menos, y muy luego según dicen, el anunciado arreglo de lo que suele llamarse Instrucción secundaria, aunque es acaso la más importante.

{5} Alguno dirá o recordará tal vez que han transcurrido ya veinte y tres meses desde que empecé la refundición e impresión de esta obra; pero a esto me sería fácil responder que ni se necesita menos tiempo, para una empresa de tal magnitud, máxime habiendo de llevarla a cabo con las condiciones y circunstancias que diré más abajo; ni tampoco ha estado en mi mano poder ocuparme todos los días en este encargo o compromiso que había tomado sobre mí. Al contrario, unas veces por el estado de mi salud, y otras por las irreparables desgracias que me han ocurrido en mi familia, en más de siete meses no he podido escribir ni dos líneas para la obra; y de aquí, y de otras muchas cosas, el no haber correspondido, tan pronto como deseaba, a la justa impaciencia de algunos suscritores.

{6} Mi compañero D. Juan Díaz de Baeza, a quien cito también por un motivo parecido en la pág. 137 del tomo II, y cuya cortesana atención me dio a entender claramente que se complacía muy mucho en servirme por la amistad y por lo que él me había ocupado para algunas de sus obras; pero nada ciertamente, y menos aún de este género, tenía que pagarme este buen amigo, o en todo caso me lo ha pagado con usuras y con muy buena voluntad, no obstante lo que no conociéndole puede inferirse de alguna de sus producciones literarias.

{7} No ciertamente por el lenguaje, ni por el estilo, que, como ya he dicho, ni lo necesita, ni lo necesitaba (ojalá hubiese podido yo dar iguales dotes a todo lo que he escrito y que he traducido yo mismo) sino por las ideas del original. Si me hubiese hallado en otras circunstancias hubiera intentado mejorar, respecto a exactitud, el enunciado de las reglas, y el de las sensatas reflexiones que en dicha parte se presentan como reglas; pero esto, bien se ve que no era incumbencia de mi referido amigo.

{8} Y de aquí el haber hecho tantas remisiones con perjuicio evidente para el agrado de la lectura, pero con no pequeña utilidad para la facilidad de la enseñanza que era y debía ser el principal objeto a que atendía.

{9} En los cinco años no cumplidos que habían transcurrido desde la primera edición, tuve constantemente a mi cargo cuatro o cinco y seis clases distintas e innumerables comisiones de varios cuerpos científicos o patrióticos.

{10} Porque el apéndice apenas podía ser útil sino para satisfacer una de las necesidades que creaba el susodicho decreto de 8 de Junio, y la cual cesó con la derogación del mismo decreto. Ténganse, pues, por no hechas las citas o remisiones que hice al sobredicho apéndice en las páginas 44, 102, y otras muchas del tomo I, cuando aún pensaba publicarle. En cambio he dado más extensión a otros tratados, y puesto además la traducción del capítulo del Guevara de Deo religiose colendo.

{11} Evidente es que muchos de los defectos que tiene la edición, no vienen de mí, soy casi enteramente ajeno a ellos, según lo puede conocer cualquiera. Otros han procedido de que, como dice un autor que copio en la Lógica;  «la tristeza que anubla la frente, anubla también al alma»; y yo por mi desgracia he tenido que trabajar,... enfermo con la tristeza y la agonía en el corazón, y el luto en los vestidos. Otros en fin, y el más fastidioso, la redundancia de que adolecen en demasía algunos artículos de la obra, han nacido, ya de que no he podido limar y cercenar, ya de otras causas. Omitiendo decir las más altas, aquellas que se rozan con la teoría del lenguaje y con él estado de formación de la lengua castellana; permítaseme indicar que llevo ya explicados de diez años a esta parte más de treinta cursos del primer año de filosofía, fuera de unos cuantos de otras asignaturas; y que así en fuerza de haber visto y palpado qué género y grado de instrucción suelen traer ya adquirida al primer curso de filosofía los estudiantes del primer año en el estado actual de los estudios en nuestra patria, (he desconfiado en demasía tal vez) de la inteligencia de unos jóvenes tan tiernos la mayor parte, querido poner las cosas demasiado claras, y procurado o buscado a toda costa la exactitud, &c., &c. ¡Defectos graves en otro género de obras! no tan graves a lo menos (si es que no son convenientes) en las de esta especie.

{12} Supuesto, se subentiende, todos los demás requisitos indispensables.

[páginas v-xxiv.]

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