Organizado por la Delegación de Enseñanza y Pastoral Educativa de la Diócesis de Oviedo
Instruyen en doctrinas filosóficas a 250 profesores de religión católica
8 octubre 2005
Mientras los ideólogos socialdemócratas españoles, en su proyecto de reforma del sistema educativo español (la LOE, ahora en proceso de discusión parlamentaria), buscan sustituir la formación filosófica obligatoria por el adoctrinamiento ideológico (ni 'ética' ni 'filosofía', el PSOE quiere 'Educación para la ciudadanía'), la Iglesia católica apostólica y romana sigue proponiendo en España a la inmensa mayoría de los «profesores de religión» (los nombrados por otras religiones y sectas son aún muy pocos), una curiosa categoría de profesores que no son seleccionados por la administración civil, y que además de poder propagar sus particulares doctrinas a los jóvenes alumnos de primaria y secundaria sirviéndose de los establecimientos públicos de enseñanza y en horario oficial, reciben por ello generosos sueldos directamente del Estado.
A finales del siglo XIX, entre las conclusiones del Tercer Congreso Católico Nacional Español se aseguraba que «es indiscutible que la escuela laica, atea o neutra, de instrucción primaria debe ser combatida sin tregua por la sociedad como institución abiertamente atentatoria, no ya solo a la Religión, sí que también a la familia, a la propiedad y a toda clase de gobierno constituido», se pregonaba que «debe igualmente combatirse el laicismo en la segunda enseñanza, ya como deficiente e incompleto bajo el punto de vista del método, ya como corruptor de la juventud estudiosa bajo el aspecto moral y religioso» y se proponía el entrismo católico en la enseñanza oficial: «Incalculables serían también los bienes que se seguirían de designar todos los años entre los sacerdotes jóvenes, que más se hayan distinguido al estudiar filosofía y Teología en sus respectivos Seminarios, uno que por sus especiales condiciones parezca más apto para emprender, valiéndose de la actual libertad de enseñanza, una carrera civil, y alcanzar en ella profundos y vastos conocimientos que, una vez obtenido el título correspondiente, le habiliten para disputar con ventaja las cátedras o escuelas vacantes en pública oposición. No es difícil por este medio reunir en breve tiempo un número considerable de personas adornadas de ciencia y de virtud que puedan entrar a formar parte del profesorado oficial.»
Diez años más tarde, en El profesorado español en 1901, figuran los nombres de los 494 catedráticos de los 58 Institutos entonces existentes: 59 de matemáticas, 58 de latín, 57 de física y química, 52 de lengua y literatura castellana, 51 de geografía e historia, 51 de francés, 50 de agricultura y técnica agrícola e industrial, 49 de historia natural y fisiología e higiene, 17 de dibujo y 6 de alemán... ¿Y de filosofía? No los había, aunque el gremio de los profesores de filosofía gusten de considerarse herederos de los 44 catedráticos que entonces profesaban «Psicología, Lógica, Ética y Rudimentos de Derecho» ¿Y no había entonces profesores de religión? Sí, pero formaban entonces un cuerpo aparte, el «Cuerpo de Capellanes de Instituto», formado por 124 presbíteros católicos (es decir un número equivalente al 25% del total de catedráticos de Instituto; más de dos capellanes por centro). [También formaban un cuerpo aparte los «Profesores de Gimnasia de los Institutos» en número entonces de 57, uno por centro.]
Tras más de un siglo de entrismo organizado, a principios del siglo XXI y puesto que lo establece la Constitución de 1978 (16.3: «ninguna confesión tendrá carácter estatal; los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones»), la Iglesia Católica mantiene en España su presencia vigorosa en la enseñanza obligatoria impuesta por el Estado a quienes van a ser sus ciudadanos, pero como sucede que ya no cuenta con presbíteros suficientes entre sus filas para encomendarles la propaganda religiosa, debe reclutar de entre fuera de los clérigos a esos profesores, recurriendo incluso a mujeres para tales cometidos. Es natural por tanto que se preocupe por instruir, en las doctrinas que deben reproducir, a esos profesores que ella designa para formar parte de la enseñanza pública. Así por ejemplo el curso de adoctrinamiento filosófico y teológico que reciben los 250 «profesores de religión» de Asturias, a que se refiere la noticia que transcribimos más abajo, que es al parecer el número de los sucesores de los «Capellanes de Instituto» que mantiene hoy España en una sola de sus cincuenta provincias.
Raúl Berzosa Martínez, presbítero de la diócesis de Burgos, doctor en Teología dogmática, obispo auxiliar de Oviedo y autor del libro Otra lectura de Atapuerca. La fe cristiana en diálogo con la ciencia (Burgos 2003), abrió este curso de filosofía y teología que reciben los 250 profesores de religión de Asturias. El ideólogo y activista católico Carlos Díaz fue su primer profesor:
250 profesores de religión asisten a un curso de filosofía y teología en el Auditorio
El Comercio, domingo, 9 de octubre de 2005
Oviedo. El profesor de Historia de las religiones de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Díaz, ofreció ayer un curso a cerca de 250 profesores de religión para reflexionar sobre el valor del ser humano desde el punto de vista cristiano.
Desde las diez de la mañana, el Auditorio Príncipe Felipe acogió la primera jornada de las tres clases organizadas por la Delegación de Enseñanza y Pastoral Educativa de la Diócesis de Oviedo. El encargado de abrir la actividad de ayer fue el arzobispo auxiliar, Raúl Berzosa.
Durante todo el día, Díaz teorizó sobre el concepto de ser humano, cómo ha ido cambiando a lo largo del tiempo y «el reconocimiento de los Derechos Humanos que le ofrece el Cristianismo frente a otras religiones».
Las siguientes clases para «profundizar en la visión personalista y comunitario del hombre desde la antropología filosófica y teológica contemporáneo», objetivo del curso, serán los días 22 de octubre y 5 de noviembre.