Ante el fallecimiento de
Raimundo Paniker Alemany
Barcelona 3 noviembre 1918 / Tavertet 26 agosto 2010
El jueves 26 de agosto de 2010 falleció en su casa de Tavertet (Barcelona), a los 91 años de edad, el ideólogo español Raimundo Paniker Alemany (también conocido como Raimundo Panikkar y Raimon Panikkar).
- Montilla recuerda la «maestría intelectual» del fallecido Raimon Panikkar
- Raimon Panikkar, entre la ley y la conciencia Antoni Bassas
- Raimon Panikkar, teólogo de la disidencia Francesc Arroyo
- Icono de Unidad, Raimon Panikkar Juan Masiá Clavel
- Panikkar, pensador único e irrepetible José Manuel Vidal
- Ha muerto Raimundo Panikkar José Fernández de la Cigoña
- Raimon Panikkar, in memoriam (1918-2010) Xavier Pikaza Ibarrondo
- Familiares, amigos y vecinos despiden a Panikkar
- Raimon Panikkar: diálogo e interculturalidad Juan José Tamayo
- Raimon Panikkar: diálogo e interculturalidad [2] Juan José Tamayo
- Todo está integrado, asumido, transfigurado Victorino Pérez Prieto
- Raimon Panikkar Jesús Aguado
- Más sobre Panikkar José Fernández de la Cigoña
- Ojalá se confirme esta noticia José Fernández de la Cigoña
Montilla recuerda la «maestría intelectual» del fallecido Raimon Panikkar
ABC, Madrid, jueves 26 de agosto de 2010
Vilopriu (Girona), 26 ago (EFE).- El presidente de la Generalitat, José Montilla, ha recordado «la maestría intelectual» del filósofo y escritor barcelonés, Raimon Panikkar, fallecido esta tarde a los 91 años de edad, a quien ha definido como «uno de los intelectuales más importantes» de Cataluña.
«Raimon Panikkar era uno de los intelectuales más importantes y sólidos de nuestro país, de Cataluña, quien desde su pequeño rincón de Tavertet (Barcelona) ejercía una maestría intelectual», ha afirmado Montilla, que ha participado en un encuentro organizado por la asociación socialista Nou Cicle en Vilopriu (Girona).
El president también ha destacado que el filósofo y pensador, experto en el diálogo intercultural e interreligioso, «irradiaba una espiritualidad muy necesaria para nuestra sociedad hoy día».
Montilla ha subrayado que, con la muerte de Panikkar, «Cataluña pierde un referente, un gran intelectual y una gran persona».
Hijo de un industrial indio afincado en Barcelona y de madre catalana, Panikkar nació en Barcelona en 1918 y es hermano del también filósofo Salvador Pániker.
Panikkar, reputado filósofo y escritor, escribió más de 80 libros en vida y unos 900 artículos literarios sobre la filosofía de las ciencias, las religiones comparadas y la indología, producción que inició en 1951 con El concepto de Naturaleza, al que siguieron títulos como: Ontonomía de la ciencia (1960), Humanismo y Cruz (1963), Religión y religiones (1965).
La mayor parte de su producción literaria versaba sobre el diálogo entre personas, grupos sociales, religiones e interculturalidad.
Antoni Bassas
Raimon Panikkar, entre la ley y la conciencia
El Periódico, Barcelona, viernes 27 de agosto de 2010, página 26
Cierro los ojos y veo a Raimon Panikkar avanzando mientras sonríe con los brazos abiertos. Solo unos cuantos entendieron sus libros, pero todo el mundo entendió su sonrisa seductora.
Porque Panikkar era el hombre que dominaba el catalán, el castellano, el francés, el italiano, el alemán, el inglés, el hindi, más el latín, el griego clásico, el sánscrito y el hebreo. Era el hombre de los tres doctorados (Química, Filosofía y Teología), de los cinco doctorados honoris causa, de una cincuentena de alumnos de todo el mundo que han escrito su tesis doctoral sobre la obra panikkariana, el catedrático de Benarés, de Harvard y de Santa Bàrbara. Pero Panikkar se sentía incompleto si quedaba reducido a la figura de uno de los más importantes filósofos y teólogos contemporáneos. Lo que Panikkar quería era ver las caras de la gente porque aspiraba a hablar al corazón de las personas. Panikkar fue un activo practicante del libro del Eclesiástico: «Sedúcete a ti mismo, y anima tu corazón, y aleja de ti la tristeza. Que la tristeza ha sido la perdición de muchos, y no hace ningún provecho». Panikkar se ha seducido, nos sedujo, y nos enseñó a huir del miedo: «El miedo es la falta de confianza en uno mismo», decía. La de Panikkar era una sonrisa exigente. «Si usted no es feliz, pregúntese por qué», e insistía: «¿Acaso no sabe que se va a morir? ¿A qué viene tanta desesperación?»
El cliché de Panikkar lo retrata como un puente entre Oriente y Occidente. Todo el mundo lo ha enmarcado entre dos polaridades: este y oeste, cristianismo e hinduismo, el Tíber o el Ganges, la India o Estados Unidos.
Pero si nos imaginamos Oriente y Occidente como las orillas de un río, Panikkar no ha sido el puente, sino el río que vive con las aportaciones que le llegan desde las dos orillas.
No es Oriente por un lado u Occidente por otro, sino Oriente y Occidente a la vez. Panikkar, amante de la música clásica, no soportaba el ruido ni las prisas ni el trabajo mal hecho. Ni la supremacía de la ciencia en detrimento del espíritu. Se negaba a aceptar que el hombre fuese solo un mono desarrollado: «Tenemos un pensamiento histórico, lineal, racional y científico, falto del misticismo y el simbolismo orientales. Y la realidad es también histórica, pero no solamente».
Pero es que además, la verdadera dicotomía en la vida de Panikkar no ha sido entre Oriente y Occidente, sino entre Roma y el Evangelio, o entre la ley y la conciencia, teniendo en cuenta que el cumplimiento estricto de la ley le reportó comodidades y seguridades y que el seguimiento de la conciencia le excluyó del juego del poder.
Porque esta es otra dicotomía desconocida de Panikkar: poder o autoridad. Panikkar siempre prefirió la segunda.
La de Raimon Panikkar es la improbable historia de alguien que ha guardado la libertad de pensar y de actuar. Panikkar se complace en la parábola del hombre que escandalizaba a todo el mundo trabajando en sábado, y a quien Jesús dice en la traducción griega de la Biblia: «Feliz tú hombre, si sabes lo que haces, porque si lo sabes, estás perdonado, y si no lo sabes, la misma ley que ignoras te ha condenado».
91 años han dado para construir una vida muy plena, también llena de contradicciones y errores que se hicieron especialmente dolorosos de soportar a la luz de su autoexigencia en los últimos años de vida. Raimon Panikkar se apagó definitivamente ayer, hacia las seis de la tarde, en presencia de Carme, la vecina de Tavertet que se ocupaba de él solícitamente a todas horas hacía años.
Autor de El matí amb Raimon Panikkar (Proa, 2008).
Francesc Arroyo
Raimon Panikkar, teólogo de la disidencia
Propugnaba el diálogo interreligioso y el panteísmo
El País, Madrid, viernes 27 de agosto de 2010
El pensador Raimon Panikkar (así decidió él que se llamaba) falleció ayer en Barcelona, a los 91 años. Había nacido en esa misma ciudad en 1918, hijo de un ingeniero hindú que se afincó en ella. Hay un personaje de La Regenta de Clarín que cuando llega al casino dice siempre: «¿De qué se habla que me opongo?». Raimon Panikkar era así: un pensamiento en constante oposición. Rizando el rizo se podría decir que se oponía al propio hecho de oponerse, porque lo que de verdad buscaba era el diálogo, el acuerdo, el entendimiento. Entre los hombres, por supuesto, pero también de estos con los dioses, si acaso existen.
Muy joven conoció a un sacerdote que entonces se llamaba José María Escrivá: el fundador del Opus Dei. Se alistó en la orden y afirma su hermano Salvador Pániker (la diferencia de apellidos es voluntad de ellos) que fue quien implantó el colectivo en Barcelona, captando a figuras como Valls Taverner o López Rodó.
Frontera del conocimiento
Panikkar estudió Química y Filosofía (esta última, probablemente, por influencia de un sacerdote llamado Ramón Roquer) y se doctoró en ambas, además de en Teología. Tanto sus estudios científicos como los filosóficos tratan de establecer las fronteras del conocimiento, para diluirlas. En los años cuarenta y primeros cincuenta, antes de instalarse en Roma, primero, y en India, más tarde, funda la revista Arbor, vinculada al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pero controlada por miembros del Opus. Era un intento de abrir la filosofía española a algo más que la religión, aunque el predominio de los pensadores católicos que tendían a ver la filosofía como «esclava de la teología» representó una fuerte cortapisa para según qué empresas. Tras la marcha de Panikkar, el secretario de redacción de la revista sería Rafael Calvo Serer, entonces miembro también del Opus Dei.
La actividad por libre de Panikkar en India, ya ordenado sacerdote, resultó muy incómoda para el Opus, que acabó quitándoselo de encima con malas maneras, cuentan sus allegados, y «dejándolo tirado». Lo que no deja de ser una forma de hablar para un hombre de sus recursos que, tras unos primeros movimientos indecisos, acabaría como profesor de Historia de la Religión en Harvard y Santa Bárbara.
En los últimos años se había instalado en Cataluña, donde realizaba una tarea de difusión de sus ideas, basadas en un cierto panteísmo y, sobre todo, en la voluntad de diálogo intercultural e interreligioso. Decía misa con regularidad y lo visitaban estudiosos del pensamiento en su onda disidente de todas las disidencias. Participaba en coloquios, en radio o televisión, y llevaba la dirección de tesis doctorales.
Si años atrás decidió adaptar la grafía de su apellido paterno (el materno era Alemany), ya retirado en Cataluña decidió catalanizar el Raimundo original y convertirlo en Raimon, como una muestra más de su voluntad de integración con el entorno inmediato, con la historia personal y, a través de la individualidad, con el universo entero.
Juan Masiá Clavel
Icono de Unidad, Raimon Panikkar
El filósofo y escritor falleció ayer a los 91 años
periodistadigital.com/religion · 27 agosto 2010 9:29
Descansa en paz, querido Raimon. Has retornado a la paz de lo Uno tras 91 años de caminar por la vida unificando lo múltiple. Descansa renacido en el seno del Abba Madre y Padre, al que nos enseñaste a descubrir en el "silencio del Dios" (1966) y el "silencio del Buda" (1996), en medio del "mundanal silencio" (Premio espiritualidad, 1999).
Recibo la noticia de tu "extinción" (por decirlo orientalmente) cuando son las seis de la mañana en Kobe y acaba de sonar el gong del templo vecino. Me asomo a la ventana justo antes de que se extinga el lucero matutino, al que tú habrías llamado "icono del misterio" y entono por tu eterno descanso el "In Paradisum" dando gracias por tu vida.
Tu vida ha sido y seguirá siendo "Icono del misterio" (1998) para quienes aprendimos, a través de tu modo de pensar, amar y creer, la presencia intercultutral e interreligiosa, siempre palpable a la vez que elusiva, del misterio que tu calificaste como"cosmoteándrico", clave mística de la "experiencia humana integral, experiencia plena de la vida" (2005).
Gracias por tu pensar fronterizo, interrogante y hermenéutico. Gracias por tu testimonio de la pluralidad unificada: Cataluña e India, prajña y seny, cuerpo-espíritu, masculino-feminidad, temporal-eternidad, místico-política, ... y un largo etcétera de polaridades unidas.
Gracias por habernos ayudado a romper todos los círculos cerrados y vivir en espirales abiertas hacia arriba y hacia abajo: trascender occidentalmente hacia arriba y orientalmente hacia el fondo, con la mira puesta en un más allá que atisbabas en el horizonte de Tavertet (para mi gusto, la mejor de tus fotografías, en la portada de Invitación a la Sabiduría, Espasa, 1997).
Gracias, Raimon, que tu ejemplo siga enseñándonos a saber vivir.
José Manuel Vidal
Panikkar, pensador único e irrepetible
periodistadigital.com/religion · 27 agosto 2010 17:04
Fue, sin duda, uno de los pensadores más lúcidos de nuetros tiempo. Raimon Panikkar marcó una forma de hacer teología y de ser teólogo. Tuve la suerte de coincidir con él y de entrevistarle en varias ocasiones y siempre salía del encuentro con una esperanza rediviva y redimensionada. Era como un santón hindú pero en teólogo católico. Un enamorado del diálogo interreligioso y un hombre con un recorrido vital excepcional. Supo transitar desde la sensibilidad más conservadora del Opus Dei hacia otras más ecuménicas y fronterizas. Sin grandes alharacas. Sin hacer demasiado ruido. Deslizándose suavamente, con su eterna sonrisa y su gafas a lo Ghandi.
La última vez que le vi fue en Montserrat en un encuentro interreligioso internacional. Parecía tan monje como los monjes sin ser monje. Y era el centro del simposio. Todo el mundo estaba pendiente de lo que él decía. Era una auténtica autoridad. Y una persona auténtica. Con una obra centrada en el diálogo interreligioso e intercultural, avalado por más de 50 libros.
Solía decir: "La religión no es un experimento, sino una experiencia de vida, a través de la cual se forma parte de la aventura cósmica". O "la gran epidemia moderna es la banalidad".
Durante 30 años tuvo un contacto intenso con la India, que visitó por primera vez en 1954. «Me marché cristiano, me descubrí hindú y regreso budista, sin haber dejado de ser cristiano», solía repetir, para explicar su ser creyente.
«¿Dónde encuentra Vd. su identidad?», le preguntaron en una ocasión. Y el respondió: "Perdiéndola, no buscándola: no queriéndome aferrar a una identidad que aún no está realizada y que no se puede encontrar desde luego en el pasado, porque entonces sería una copia de algo viejo. La vida es riesgo; la aventura es novedad radical; la creación se produce todos los días, algo absolutamente nuevo e imprevisible".
Descanse en paz este gran pensador y gran persona que ha abierto el camino del diálogo interreligioso "dialogal" y auténtico.
Francisco José Fernández de la Cigoña
Ha muerto Raimundo Panikkar
intereconomia.com/blog/cigueena-torre · 27 agosto 2010 19:59
Se ha ido, vaya Dios a saber a donde, a los 91 años, Raimundo Panikkar. Masiá lo lamenta mucho lo que bastaría para que no pocos se regocijaran. No es mi caso. Me deja totalmente indiferente la noticia pues hace ya mucho tiempo que esa mezcla de indio y catalán había dejado de hacer daño.
No hay cosa en mi opinión más estúpida que la pretensión de que tenemos que llorar a cualquier muerto. Y sostener que, además, todo fallecido fue buenísimo. Claro que debemos alegrarnos por la muerte de algunos. Porque con ella habrán dejado de hacer daño. No creo que ni el Papa hubiera llorado la muerte de Stalin o de Hitler.
Ciertamente que Panikkar no es comparable a esos monstruos de la Humanidad. Yo creo que hoy ya no era nadie y no decía nada salvo a algunos nostálgicos de un pasado que se muere. Pues que le lloren ellos.
Todos los días mueren cientos de miles de personas y tampoco tenemos que encomendarlas a Dios nominatim. Pero ya que menciono la muerte de este sacerdote o exsacerdote, que tampoco tengo muy clara su situación actual, pidamos a Dios, en su infinita misericordia, su eterno descanso. Desde la seguridad de que la Iglesia no ha perdido nada con su fallecimiento. La mejor prueba de ello es que lo lamenta Masiá. Pues que los muertos entierren a sus muertos.
Xavier Pikaza Ibarrondo
Raimon Panikkar, in memoriam (1918-2010)
blogs.periodistadigital.com · 27 agosto 2010 22:57
Raimon Panikkar Alemany ha sido una de las grandes referencias en el estudio y comprensión de las religiones. Coincidí con él varias veces; siempre me ayudó a plantear mejor los temas, con serenidad, con apertura a todo pensamiento.
He dirigido algunos trabajos sobre su obra, conozco a sus mejores intérpretes, le he seguido de cerca.... le he querido. Acaba de fallecer en su residencia de Tavertet, un precioso pueblo de montaña, en Barcelona, hoy, 27 de agosto de 2010. Descanse en paz, con el Señor Divino al que amó, con el Cristo Jesús para quien vivió, en manos del Espíritu omnipresente.
R. Panikkar ha sido y será el teólogo de un diálogo intrareligioso, no del diálogo entre religiones sin más (como realidades externas), sino de las diversas funciones y aspectos de lo religioso que se dan y florecen en cada uno de nosotros. Él nos ha enseñado a saber y sentir que, siendo cristianos, podemos ser también judíos y musulmanes, budistas y taoístas... Llevamos en nuestra entraña la herencia de todas las grandes religiones, de las que hemos vivido y queremos vivir. Así podemos ser mejores critianos siendo, al mismo tiemppo, cordialmente budistas o musumanes, respetando la diferncia entre las religiones, sin querer nivelarlas a la fuerza, sin que una se imponga sobre las otras. Así lo dice cuando afirma que fué a la India y volvió siendo budista, sin dejar de ser cristianos o, mejor dicho, siendo mejor cristiano que antes.
Como nota de recuerdo agradecido quiero publicar aquí la entrada que le dedico en mi Diccionario de Pensadores Cristianos, que acaba de publicarse (Verbo Divino, Estella 2010). Quiero recordar desde aquí a sus familiares y amigos, que sienten (sentimos) su ausencia, que es presencia en Espíritu y Verdad, como él decía. Descansa Raimón, en la Paz Eterna.
PANIKKAR, R. (1918-2010).
Filósofo y teólogo de las religiones, de origen católico. Nació en Barcelona (España). Su padre era de la India y su madre catalana. Fue primero hombre de ciencia, pero después centró su vida en la búsqueda del sentido de las religiones, en un ejercicio intenso de diálogo cultural, social y espiritual.
1. Vida y obra, en perspectiva religiosa.
Se puede dividir en cuatro etapas, que señalan con claridad los momentos fundamentales de su itinerario, que aquí presento de un modo esquemático:
a. Principio hispano (hasta 1955). Estudió en Barcelona y Madrid, donde se doctoró en filosofía, el año 1946, con una investigación sobre uno de los grandes filósofos y teóricos de la religión del romanticismo (F. H. Jacobi y la filosofía del sentimiento, Buenos Aires 1948) y más tarde en ciencias químicas, el año 1958, con una tesis titulada Ontonomía de la ciencia (Madrid 1961). Entre las obras de ese tiempo, cf. también: El indeterminismo científico (Madrid 1945) y El concepto de naturaleza: análisis histórico y metafísico de un concepto (Madrid 1951). Por ese tiempo, Panikkar pertenecía al Opus Dei, de Mons. Escrivá de Balaguer, pero él se interesaba sobre todo por el diálogo con la ciencia y por la búsqueda de un pensamiento que tuviera validez universal.
b. Encuentro con la India y simbiosis cristiano-hindú (de 1955 a 1971). Viajó a la India en 1955 y el encuentro con su religión y cultura le hizo descubrir otras dimensiones humanas (hinduismo, budismo), sin renunciar al cristianismo. Él seguía vinculado al Opus Dei, pero inició un diálogo interior muy intenso con las religiones de la India. En ese contexto, Panikkar se doctora en teología por la Univ. Lateranense de Roma, con un trabajo sobre El Cristo desconocido del Hinduismo (año 1961) y sigue escribiendo obras tradicionales, como Patriotismo y cristiandad (Madrid 1961), Humanismo y Cruz (Madrid 1963); Religión y Religiones (Madrid 1963). Pero, el mismo tiempo, inicia un diálogo interior y directo con la tradición budista: cf. Maya y Apocalipsis (Roma 1966); El silencio de Dios (Madrid 1970; reeditada en 1996, con el título El silencio de Buddha).
c. Etapa Norteamericana (de 1971 a 1983). En 1971 Panikkar se instala de manera casi permanente en Santa Barbara, California, como Profesor en el Departamento de Religión de su universidad. Abandona el Opus Dei, pero sigue siendo sacerdote católico. Se declara hindú y budista, sin dejar de ser cristiano, iniciando de esa forma, con su propia experiencia, un camino de dialogo y fecundación intra-religiosa que puede ser significativo para la iglesia cristiana.
Ciertamente, acepta y promueve el diálogo inter-religioso, entre miembros y grupos de diversas religiones. Pero pone de relieve la exigencia de un diálogo intra-religioso, asumiendo y reviviendo por dentro la pluralidad de las religiones. Desde este fondo ha reelaborado sus obras anteriores (El Cristo desconocido del Hinduismo, El silencio de Dios...) y ha escrito nuevas obras que de ordinario se componen de trabajos previamente publicados en revistas: The Trinity and the Religious Experience of Man (New York 1973); The Vedic Experience (Berkeley UP 1977); The Intrareligious Dialogue (New York 1978); Myth, faith and hermeneutics (New York 1979).
d. Reencuentro con Cataluña y sus raíces cristianas (de 1983 en adelante). Desde su jubilación (a los 65 años), Panikkar se instala en Tavertet, aldea catalana, donde vive como un monje, en contacto con la tierra, para re-descubrir de esa manera su origen y culminar el ciclo de su vida. En este contexto se inscriben sus nuevas obras en catalán y en castellano (como Elogio de la Sencillez y La nueva Inocencia, en Estella 1993), donde estudia la figura universal del monje y ofrece un juicio certero sobre la actualidad religiosa y cultural de nuestro tiempo. En las reflexiones que siguen nos fijamos de un modo especial en la obra madura de los últimos momentos de su vida, desde la perspectiva del pensamiento cristiano, en diálogo con las otras religiones.
2. Lo personal y lo supra-personal.
Más allá del puro monoteísmo. El programa filosófico-religioso de Panikkar implica unas profundas transformaciones en la forma tradicional de entender el cristianismo y la Trinidad, pero abre unas líneas que pueden ser importantes para la experiencia cristiana y la reflexión trinitaria, sobre todo desde la perspectiva del sentido que tiene el concepto de persona al aplicarse a lo divino. A su juicio, sólo una visión trinitaria, que supera un tipo de monoteísmo cerrado (donde Dios casi se objetiva como un más allá supremo, separado del mundo y de la vida humana) puede llevarnos a un diálogo entre las religiones y a un conocimiento más alto de la realidad.
«Las mismas razones que indujeron a Occidente a adjudicarle una personalidad a Dios fueron las que impulsaron a la India a negársela. Puesto que Occidente pone en la persona –por lo tanto en la personalidad humana– el valor supremo, también debe aplicar aquel valor a Dios, pero de manera eminente. La India, movida por las mismas razones, pero proponiéndose como objetivo distinto desembarazar la personalidad divina de todo antropomorfismo, llega a sostener que Dios no es persona, a pesar de haberlo caracterizado como ser absoluto, como espíritu y como gozo absolutos, por tanto todo menos como un tronco inerte. En última instancia, la India se niega también a ver en Dios una persona (y todo cristiano debe estar de acuerdo con esto), puesto que un ‘yo’ siempre postula un ‘tú’ (aporía que sólo podría solucionarse en la doctrina trinitaria cristiana)» (Los dioses y el Señor, Columba, Buenos Aires 1967, 49).
Entre las escuelas o tendencias del hinduismo, quizá la más representativa en la actualidad es la advaita, de la no-dualidad, en la que se lleva hasta el límite el principio de la identidad entre el Brahman (lo divino) y el Atmán (el sí mismo). Ésa es una no-dualidad dialéctica, que no niega las distinciones, sino que las engloba, unifica y supera (sin suprimirlas) en un Amor más alto, que puede compararse a la Trinidad cristiana (unidad del Padre y del Hijo en el Espíritu). Éste es uno de los campos más importantes de diálogo entre el cristianismo e hinduismo, y él nos permite interpretar la Trinidad desde una perspectiva de no-dualidad originaria y escatológica, como muestras las palabras finales del texto maduro de Panikkar que ahora citamos.
«La persona, en el contexto del advaita, no es más que el descenso concreto –o la revelación– del Amor (divino). La unicidad de toda persona se basa en esta relación de Amor siempre distinto y por tanto único. El amor adváitico no ama lo individual sino lo personal, no la ‘propiedad’ de la amada, sino el don divino que a ella le ha sido concedido: no lo que la amada posee, sino lo que es... El único amor en armonía con el advaita es el amor de Dios, en ambos sentidos de la expresión: es ‘mi’ amor hacia El y ‘Su’ amor por mí, que pasa a través de la criatura que yo amo. Es un amor verdadero y apasionado, sensible a los más leves detalles del auténtico amor humano, y, sin embargo, es pasivo porque no está fundamentado sobre el yo. Desde fuera podría parecer casi fatalista. Todo amante está cogido, absorbido en su amor, vencido por el amor. Hay amor en mí, y sucede que es dirigido hacia esta persona en concreto.
Es un amor que enciende en mí mi amor hacia el Absoluto, porque ese mismo amor no es distinto del Absoluto. Es un amor personal y directo que pasa a través de mí para alcanzar a la amada, y que en cierto sentido hace ser a la amada. Es un amor creativo, porque –en términos teístas– es el mismo amor de Dios hacia una persona el que llama al ser a esa persona. Un advaitin puede amar solamente si el Absoluto ama; su amor no puede ser distinto...
El amor advaita ha de ser divino y cósmico, lleno de ‘personalidad’ pero vaciado de toda individualidad, egoísmo, capricho y concupiscencia. Es el amor más profundo y más fuerte, y también el más humano en cuanto que alcanza al corazón mismo del ser humano, su personalidad, su relación óntica con Dios y con otro ser semejante a él mismo.
No es un amor de las cualidades individuales sino del corazón de una persona, un amor de la persona integral: cuerpo, alma y espíritu. Significa amar al otro como realmente es, un amor que descubre y al mismo tiempo lleva a cumplimiento la identidad de amante y amada. El verdadero amor humano no consiste en mirarse el uno al otro, sino en mirar en la misma dirección, en el dar culto juntos en una adoración unitiva. No es auténtico y definitivo si no es un sacramento –un símbolo real de la identidad divina descubierta en dos chispas peregrinas que se funden conjuntamente para alcanzar el único Fuego divino».
«El diálogo entre hinduismo y cristianismo es difícil y se llega en seguida a un punto en que se bloquea, con el consiguiente senti¬miento de frustración, a causa de malentendidos básicos originados muchas veces en prejuicios mutuos o en la falta de conocimientos adecuados... Es muy posible que el concepto de persona precise ser revisado y tal vez profundizado, pero en este momento deseo hacer referencia a un único unto que tiene especial relación con nuestro argumento y discusión: a la implicación de la Trinidad. Si Dios, el Padre, es el Yo supremo que llama -engendra- al Hijo como su Tú, que Lo manifiesta y Lo refleja, entonces el Espíritu no es solamente el Amor personificado del Padre y el don de sí mismo del Hijo sino la no dualidad (advaita) del Padre y del Hijo. En otras palabras, el advaita aplicado a la Trinidad significa que no hay tres entes distintos (¡como si eso hubiese sido alguna vez posible!) sino que el único Yo se ama a sí mismo y descubre su no dualidad (que es el Espíritu) en el sí-mismo que es el Tú (el Hijo). La Trinidad, desde el otro lado, aplicada al advaita muestra que en el no dualismo puede existir un espacio para el Amor —entendido exactamente como el movimiento interno de este ‘Uno sin dos’». Texto publicado en Revista Sufí 1 (2001).
3. Nuevos ojos para ver a Dios.
Gran parte de los trabajos teológicos que se han venido publicando en los últimos decenios han sido una repetición, posiblemente mejorada, de los planteamientos medievales, con aplicaciones eruditas de filosofía hegeliana o con estudios sobre temas de historia y de sociología de la actualidad. Pues bien, en ese contexto, la obra de Panikkar implica un cambio significativo, por su manera de plantear el tema trinitario en una perspectiva cosmo-te-ándrica, que vincula al cosmos, a Dios y al ser humano. Esta visión se sitúa en la línea de la famosa tesis de K. Rahner, cuando identificaba la Trinidad Inmanente (Dios en sí) con la Económica (despliegue de la salvación, historia de Cristo). Pero, según R. Panikkar, los elementos básicos de la Trinidad no son sólo dos (inmanencia y economía), sino tres: Mundo, Hombre y Dios. Más que unión de las tres personas divinas (sin negarla en un nivel), la Trinidad es la unión de las tres realidades originarias: Mundo-Dios-Hombre.
Este planteamiento, que puede parecer una novedad contraria a la tradición cristiana, retoma un momento básico de la reflexión teológica de la Iglesia, tal como la formularon, sobre todo, los grandes alejandrinos, desde Orígenes a San Cirilo. Para ellos la Trinidad era ante todo la vinculación del Logos cósmico (mundo) con el Logos humano (Cristo) y divino (Dios). Sin duda, lo que propone Panikkar no es una simple repetición de aquello que dijeron los alejandrinos (y que ha estado latente en la teología posterior de bizantinos y latinos), pero está en su línea. Por eso, su propuesta no es una novedad absoluta, sino que se sitúa dentro de una buena tradición teológica de la Iglesia.
Esa fórmula triádica resulta sugerente, aunque para responder a los tres momentos de la ontología clásica (Dios-hombre-mundo) quizá podría cambiarse el vocablo, hablando más bien de una trinidad teo-anthro-cósmica, de manera que vincule a Dios con el anthropos y el cosmos (pues antrho, antrópico, incluye a varones y mujeres, en vez de ándrico, que evoca sólo el sexo masculino). Desde esta perspectiva, la trinidad, que parecía aislada en el ámbito de la teología y de la experiencia cristiana, viene a situarse en su centro, no como expresión de una realidad que es «tres» (la Trinidad no es número), sino como descubrimiento y despliegue de la riqueza de la realidad, que es relación viviente.
En este contexto se entiende la necesidad de superar un tipo de dualismo, en la línea de la mejor experiencia advaita (de la no-dualidad) que antes hemos evocado. Pues bien, conforme a este modelo trinitario, debemos hablar de una Trinidad que es a-trinidad (si se permite la paradoja). Si, en un sentido, no hay «dos», menos puede haber «tres». Dios, hombre y mundo no son «tres realidades» separables, sino formas o momentos de la realidad relacional (que tampoco puede ser y llamarse «una» en el sentido tradicional de la palabra).
Estamos, según eso, ante una trinidad a-dualista (advaita), que debe ser a-trinitaria. En esa línea, me parece que el pensamiento de Panikkar puede abrir nuevas puertas de reflexión y, sobre todo, de experiencia de Dios, aunque quizá quedan pendientes algunos problemas.
a. Queda pendiente el tema de la relación entre las personas humanas, que muchas veces se han visto como signo trinitario y que ahora debe verse de manera aún más intensa. La Trinidad no es sólo un reflejo de las relaciones interhumanas, pues hay en ella aspectos que desbordan ese plano (en línea de Dios y de Cosmos). Pero, si la Trinidad no nos permite plantear ni entender mejor los caminos del diálogo humano (en intimidad y en apertura social), ella carecería de sentido.
b. Debe retomarse el tema de la historia, que en oriente es menos significativo, pero que resulta esencial en occidente. No todas las religiones plantean con igual intensidad ese tema, pero el cristianismo lo hace, no sólo en forma teórica, sino también práctica. Estamos inmersos en un mundo que parece hallarse en un proceso en el que, nosotros, los hombres, somos de algún modo agentes y pacientes de ese proceso, en línea de interacciones sociales y de impacto cósmico (tema ecológico). Las perspectivas (y quizá las soluciones inmediatas) pueden ser distintas, pero el problema está planteado y tiene una vertiente trinitaria.
c. Desde una línea confesionalmente cristiana, hay que destacar de nuevo la unidad entre el Cristo teo-cósmico y el hombre concreto, Jesús de Nazaret, cuya historia han contado los evangelios en el contexto de las relaciones históricas y sociales conflictivas de su tiempo.
Bibliografía.
La revista Anthropos 53/54 (1985) ofreció ya una visión general de la obra de Panikkar. Bibliografía completa y visión de conjunto de su pensamiento en V. Pérez, Más allá de la fragmentación de la teología, el saber y la vida: Raimon Panikkar (Valencia 2007); Dios, Hombre y Mundo La trinidad en Raimon Panikkar (Prólogo de Xabier Pikaza) (Barcelona 2008). Cf. también P. Liesse, Hinduisme et Christianieme dans la pensée de R. Panikkar (Louvain 1976); D. Muindorf, The Theology of R. Panikkar (Oxford 1975); A. Rossi, Pluralismo e armonia. Introduzione al pensiero di R. Panikkar (Città di Castello 1990); R. Smet, Essai sur la pensée de R. Panikkar (Louvain 1983).
Parte de sus cenizas, en el Ganges
Familiares, amigos y vecinos despiden a Panikkar en una emotiva ceremonia
Europa Press · 28 agosto 2010
Unas 200 personas entre familiares, amigos y vecinos han despedido este sábado al filósofo y escritor fallecido Raimon Panikkar en la Iglesia de Tavertet (Barcelona) en una "emotiva" ceremonia.
Según ha explicado el sobrino del filósofo, Álex Pelach Panikkar, en declaraciones a Europa Press, el interior de la iglesia se llenó por completo, por lo que numerosas personas se concentraron fuera de la capilla, donde se ha instalado una megafonía.
Miembros de la familia y amigos se han ofrecido para trasladar el féretro desde la Fundación Vivarium hasta el presbiterio de la iglesia –a 200 metros–, donde ha permanecido durante la celebración.
La misa, que se ha prolongado desde las 10 de la mañana hasta las 11.30 horas, ha empezado con un poco de retraso porque, según ha explicado Pelach, la hija del filósofo debía dar el pecho a su hijo y la familia ha solicitado unos minutos.
El obispo de Vic, Romà Casanova, y seis sacerdotes han oficiado la misa en un rito "exclusivamente católico". Entre los sacerdotes se encuentra el rector de Tavertet, Joan Rourell; el prior de Montserrat, Joan Carles Elvira; el patrón de la Fundación Vivarium y sacerdote, Jaume Angelats, y tres religiosos de la zona.
"Ha sido una ceremonia solemne e íntima, sin presencia de personalidades, como había pedido la familia", ha explicado Pelach. La mayoría de la celebración ha sido cantada, con cantos gregorianos interpretando, por ejemplo, el "Padre Nuestro".
Además de leer la biografía del filósofo, el obispo de Vic ha leído fragmentos escritos por Panikkar. Finalmente, los familiares y amigos han podido compartir sus comentarios personales sobre el escritor, entre los que ha destacado su vertiente humana por encima de la académica.
Al final de la ceremonia, voluntarios han trasladado el féretro desde la iglesia hasta el coche fúnebre, que lo llevará a Vic para realizar la incineración de las exequias.
Según ha explicado Pelach, las cenizas se repartirán entre la família; el cementerio de Tavertet, y el río Ganges (Índia), "según las instrucciones precisas que dejó Raimon".
El funeral público en memoria Panikkar se celebrará el viernes 3 de septiembre a las 17 horas en la abadía de Montserrat, con una misa concelebrada que oficiará el abad.
Panikkar falleció este jueves a las 17.30 horas en su casa de Tavertet a los 91 años de edad. De padre hindú y madre catalana y católica, Panikkar nació en Barcelona el 1918 y fue ordenado sacerdote en 1946.
Juan José Tamayo
Obituario: In memóriam
Raimon Panikkar: diálogo e interculturalidad
El País · Madrid, sábado 28 agosto 2010
Cuando me llamó Salvador Pániker la tarde del 26 de agosto, me temí lo peor. Y mis temores se confirmaron. Era para comunicarme el fallecimiento de su hermano Raimon, que me dejó sumido en un estado de conmoción del que tardé en salir. Y no era para menos. Durante los últimos 30 años tuve la suerte de disfrutar de la amistad y del discipulado de Raimon Panikkar, de quien aprendí lecciones teóricas y prácticas de gratuidad, convivencia, diálogo y serenidad ante la vida.
Con él coincidí en congresos, semanas y encuentros de estudio, intercambié un largo epistolario en forma de tarjetas de letra con caracteres casi indescifrables y mantuve frecuentes conversaciones telefónicas hasta que la enfermedad se lo impidió. Le invité a participar en los congresos de teología que la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y en cursos de verano. Solo en una ocasión declinó la invitación. El año pasado le llamé para dar una conferencia en el curso sobre Judaísmo, cristianismo e islam, tres religiones en diálogo, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El estado de postración en que se encontraba le impedía desplazarse de Tavertet a Santander. Le invité también a escribir en obras colectivas sobre la interculturalidad y el diálogo, pues era uno de los principales especialistas mundiales.
"Sin diálogo, el ser humano se asfixia y las religiones se anquilosan". Fue en 1993 cuando escribió sentencia tan aforística en un artículo sobre Diálogo inter e intrarreligioso, recogido luego en Nuevo diccionario de teología (Trotta, pp. 243-251). En él establece las bases del diálogo como alternativa a fundamentalismos, dogmatismos, anatemas e intolerancias de las religiones y culturas hegemónicas, y como superación de los monolingüismos, colonialismos y guerras religiosas.
Pero el diálogo no lo defiende en abstracto y en el vacío, sino entre filosofía y teología, religión y ciencia, Occidente y Oriente, Atenas y Jerusalén, culturas y religiones. Su formación científica, filosófica y teológica le ha facilitado el terreno. A partir de su conocimiento de las culturas y religiones de India (La experiencia filosófica de la India, Trotta) fue pionero en el diálogo con el hinduismo. En 1961 defendió su tesis doctoral en Teología en la Universidad Lateranense de Roma sobre El Cristo desconocido del hinduismo (Marova). Después abrió una nueva ruta de diálogo con el budismo con El silencio de Dios (actualizado como El silencio del Buddha. Una introducción al ateísmo religioso; Siruela, 1996).
Encarnaba ese diálogo y el peregrinaje por las diferentes religiones. Es proverbial su confesión de fe interreligiosa: "Marché [de España a la India] cristiano, me descubrí a mí mismo hindú y volví budista, sin haber dejado de ser cristiano". Decía que en él confluían cuatro grandes ríos: el cristiano, el hindú, el budista y el secular. ¡Todo un ejemplo de equilibrio entre creencias religiosas y secularidad!
Es considerado iniciador y gran impulsor de la filosofía intercultural. No la confunde con el multiculturalismo, que solo defiende la coexistencia de las culturas sin convivencia, ni la transdisciplinariedad, pues las culturas son más que disciplinas. El método de la interculturalidad es el diálogo que él define como dialogal y duologal; implica confianza mutua en una aventura común hacia lo desconocido y aspiración a la concordia discorde, y lleva a descubrir al otro no como extranjero, sino como compañero, no como un ello, sino como un tú en el yo.
Termino con un texto del Libre d' Amic e Amat, del filósofo mallorquín Ramón Llull, precursor de la interculturalidad, que le es aplicable a Panikkar: "El pájaro cantaba en el huerto del amado. El amante llega y dice al pájaro: si no podemos entendernos el uno al otro a través de lenguajes, entendámonos entonces uno a otro a través del amor, ya que en tu canción mi amado es evocado en mis ojos".
Juan José Tamayo
Raimon Panikkar: diálogo e interculturalidad
atrio.org · sábado 28 agosto 2010
[El País de hoy publica una versión más reducida de este artículo como Obituario: In memóriam]
Cuando me llamó Salvador Paniker la tarde del 26 de agosto me temí lo peor. Y mis temores se confirmaron. Era para comunicarme el fallecimiento de su hermano Raimon, que me dejó sumido en un estado de conmoción del que tardé en salir. Y no era para menos. Durante los últimos treinta años tuve la suerte de disfrutar de la amistad y del discipulado de Raimon Panikkar, de quien aprendí lecciones teóricas y prácticas de gratuidad, convivencia, diálogo y equilibrio mental y emocional.
Con él coincidí en congresos, semanas y encuentros de estudio, intercambié un largo epistolario en forma de tarjetas de letra con caracteres casi indescifrables y mantuve frecuentes conversaciones telefónicas hasta que la enfermedad se lo impidió. En reiteradas ocasiones le invité a participar en los Congresos de Teología que la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII viene celebrando desde hace treinta años y en Cursos de Verano. Sólo en una ocasión declinó la invitación. Fue el año pasado cuando le llamé para dar una conferencia en el curso sobre «Judaísmo, Cristianismo e Islam, tres religiones en diálogo» celebrado en el palacio de la Magdalena de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El estado de postración en que se encontraba le impedía desplazarse de Tavertet a Santander.
Le invité también a escribir en obras colectivas y diccionarios sobre la interculturalidad y el diálogo intra- e interreligioso, dos campos en los que era uno de principales especialistas mundiales, más aún, el pionero y referente desde hace cuarenta años a partir de sus profundos y dilatados conocimientos de las diferentes tradiciones religiosas y culturales.
¿Quién era, quién es –porque sigue vivo en la mente y los sentimientos de mucha gente– Raimon Panikkar? Sirva como primera aproximación la definición que ofrece el teólogo colombiano José Luis Meza Rueda de la rica y compleja personalidad del intelectual catalán en su excelente obra La antropología de Raimon Panikkar, que acaba de aparecer: «filósofo y teólogo; místico y maestro; políglota y poeta; cristiano, hindú, buddhista y secular; ciudadano del mundo y estudioso de las culturas y las religiones... De ideas desconcertantes y fascinantes, de su pensamiento agudo, pero problematizador, de una pluma prolija e insistente, de grandes admiradores pero también de grandes detractores» (p. 23). Yo añadiría: hombre de diálogo y de interculturalidad.
«Sin diálogo, el ser humano se asfixia y las religiones se anquilosan.» Fue en 1993 cuando escribió sentencia tan aforística en un artículo sobre «Diálogo inter- e intrarreligioso» recogido luego en Nuevo Diccionario de Teología (Trotta, Madrid, 2005, pp. 243-251). En él establece las bases del diálogo como alternativa a los fundamentalismos, dogmatismos, anatemas e intolerancias de las religiones y de las culturas hegemónicas, pero también como superación de los monolingüismos, colonialismos y guerras religiosas.
Pero el diálogo no lo defiende en abstracto y en el vacío, sino entre filosofía y teología, religión y ciencia, Occidente y Oriente, Atenas y Jerusalén, culturas y religiones. A partir de su conocimiento de las culturas, filosofías y las religiones de la India (La experiencia filosófica de la India, Trotta, Madrid 1997, o 2000), fue pionero en el diálogo con el hinduismo y se adelantó al concilio Vaticano II. En 1961 defendió su tesis doctoral en teología en la Universidad Lateranense de Roma sobre El Cristo desconocido del hinduismo (Marova, Madrid, 1970), el libro más conocido, emblemático y traducido de su extensa bibliografía. Posteriormente abrió una nueva ruta de diálogo con el buddhismo con El silencio de Dios (1970), que más tarde actualizó bajo el título El silencio del Buddha. Una introducción al ateísmo religioso (Siruela, Madrid, 1996).
Raimon Panikkar encarnaba en su persona ese diálogo y el peregrinaje por las diferentes tradiciones religiosas y culturas. Es proverbial su confesión de fe interreligiosa: «Marché (de Europa a la India) cristiano, me descubrí a mí mismo hindú y volví buddhista, sin haber dejado de ser cristiano.» Más tarde hablaría de la confluencia en su persona de cuatro grandes ríos: el cristiano, el hindú, el buddhista y el secular. ¡Todo un ejemplo de equilibrio entre creencias religiosas y secularidad!
«Debido a que filosofamos dialogando con el otro... la filosofía se convierte en intercultural, ya que al hablar con el otro transgredo el ámbito de mi cultura individual y entro realmente en el terreno intercultural que a veces ayudo a crear». Raimon Panikkar es reconocido como el iniciador y uno de los principales impulsores de la filosofía intercultural, que entiende como algo más que una conversación entre vecinos o un diálogo de sobremesa en torno a lo divino y lo humano, y que no confunde con el multiculturalismo, que se limita defender la coexistencia de las culturas, y la transdisciplinariedad, ya que las culturas son algo más que disciplinas. En la interculturalidad no hay absorción de una cultura por otra, pero tampoco independencia, sino correlación.
El método de la interculturalidad es el diálogo. Pero ¿qué tipo de diálogo? Con la originalidad conceptual que le caracterizaba, lo definía como diálogo dialogal y duologal, que implica confianza mutua en una aventura común hacia lo desconocido y aspiración a la concordia discorde. Este tipo de diálogo lleva a descubrir al otro no como un extranjero, sino como un compañero, no como un ello anónimo y despersonalizado, sino como un tú en el yo.
Raimon Panikkar se entendía con todo el mundo, con creyentes y no creyentes, amigos y adversarios, discípulos maestros, con los sistemas de creencias, culturas y cosmovisiones, por muy diferentes que fueran, incluso dentro de la discrepancia, a través del amor y de la mirada limpia. ¡Excelente método para avanzar en el camino hacia la convivencia entre los pueblos y la paz, tanto interior como exterior!
Termino con un texto del Libre d’ Amic e Amat del filósofo y místico Ramón Llull (1232-1315), precursor de la interculturalidad: «El pájaro cantaba en el huerto del amado. El amante llega y dice al pájaro: si no podemos entendernos el uno al otro a través de lenguajes, entendámonos entonces uno a otro a través del amor, ya que en tu canción mi amado es evocado en mis ojos».
Comentarios [...]
Celso Alcaina
atrio.org · 28 agosto 2010 20:10 pm
¿Cómo puede entenderse que el sabio Raimon Panikkar haya podido entrar en el juego de Escrivá y permanecer unos 20 años en el Opus Dei? La pregunta me la hice muchas veces desde que leí libros sobre el Opus y, particularmente, algunas memorias de ex-miembros del Opus. Lo describen como un intrépido –casi fanático– miembro, proselitista y defensor de la espiritualidad de la Obra. Debido a su personalidad y cultura, algunos se decidieron a entrar en la Obra y otros a retrasar su salidad de la misma.
Luis Troyano
atrio.org · 28 agosto 2010 23:30 pm
Coincido con Celso Alcaina, «no es oro todo lo que reluce». Solo diré, que un auténtico sabio, no le teme a la muerte. Si es necesario, hasta se «toma la cicuta» impasible. En algún lugar he leído, que Raimon Panikkar sí le temía a la muerte. No sigo porque este hombre, Panikkar, está reciente fallecido.
M. Luisa
atrio.org · 29 agosto 2010 12:10 pm
Con lo que me gusta coincidir con Celso Alcaina esta vez no puedo decir igual pues yo, que me hacía su misma pregunta, después de leer varios libros de Raimon Panikker no puede una dejar de pensar en lo real que tiene el concepto de metanoia, mutación, conversión etc., con respecto a la realidad humana.
Y tampoco coincido contiguo Luis pues un verdadero sabio, que no un autentico, sí puede sentir respeto a lo desconocido.
En fin, no era por esto por lo que yo entraba hoy aquí sino para recomendar su libro El mundanal silencio el cual puede ayudar a la reflexión sobre la secularidad de lo sagrado de la que tanto solemos hablar.
ana rodrigo
atrio.org · 29 agosto 2010 12:15 pm
Celso Alcaina, yo creo que el sabio se hace, no nace, excepto si ya lo es en inmaculada concepción. Creo que la observación de la realidad así nos lo está demostrando todos los días.
Victorino Pérez Prieto
Todo está integrado, asumido, transfigurado
atrio.org · sábado 28 agosto 2010
Ha muerto el maestro y amigo Raimon Panikkar. Descanse en la paz de Dios y en esa armonía con toda la realidad cosmoteándrica que siempre buscó. Nos unía una fuerte amistad, más allá de su magisterio. Así lo manifiestan las numerosas cartas suyas que recibí, escritas con su letra minúscula y su firma inconfundible hasta que pudo hacerlo: «Te recuerdo y mucho. No dejes de acercarte por Tavertet. A una cierta edad, hay que superar la tentación de hacerse el duro», me escribía. «La amistad, que es una forma de amar, es una virtud humana, y por tanto cristiana».
Lo manifestó también en el Prólogo para mi libro Más allá de la fragmentación de la teología, el saber y la vida: Raimon Panikkar (Valencia 2008): «Me has pedido lo imposible. ¿Cómo puedo yo prologarme críticamente a mí mismo? Pero peor sería para mí no responder a un amigo, ya que considero la amistad como uno de los valores máximos de la vida humana, el único título que Cristo nos dio. Así pues, resuelvo el dilema con un compromiso: a los amigos se les puede escribir; y, en este caso, para felicitarte efusivamente por tu libro, que ha refrescado mi memoria y del que he aprendido mucho».
Del mismo modo, y más allá del valor de mi trabajo filosófico y teológico desde su pensamiento, van cargadas de amistad sus palabras en la presentación de otro de mis libros, Dios, Hombre, Mundo: la Trinidad en Raimon Panikkar, publicado por Herder. Una presentación gravada en video en su casa, por la dificultad que tenía ya Raimon de desplazarse desde Tavertet a Barcelona, cosa para la que él mismo había manifestado gran interés; un video proyectado en la presentación del libro en la Biblioteca Nacional de Catalunya, que queríamos fuera también un homenaje en su 90 cumpleaños: «Victorino me entiende a mi más que yo mismo». En todo caso, como me decía en otra de sus cartas que guardo celosamente, él sabía de mi esfuerzo por profundizar en su rico pensamiento, para caminar adelante: «Me has leído profundamente». En este sentido, finalizaba el Prólogo del libro anterior haciéndome una petición: «tu colaboración a la liberación de la teología de las estrecheces microdóxicas a las que demasiado a menudo se la ha querido reducir».
El nuestro fue un encuentro no sólo en la amistad, que siempre es gratuita, sino también en la conexión de intereses e ideas comunes; unas ideas que no siempre tuvieron buena acogida en otros teólogos y pensadores. Él, como el maestro curtido en mil avatares intelectuales y existenciales entre Oriente y Occidente; con sus viajes y estancias en tan distintos puntos del globo, con sus lecturas multirreligiosas y multiculturales, realizadas en la docena de lenguas que utilizaba, con su cuádruple identidad cristiana, hinduista, buddhista y secular. Un pensamiento y una experiencia transmitidos en sus docenas de libros y cientos de artículos, conferencias, etcétera. Un trabajo reconocido por unos –muchos– y no tan reconocido por otros –bastantes–. Que si era o no filósofo, que si era o no teólogo, que si sabía o no escribir, que si no era «actual», que si era un sincretista... Yo también, salvando la distancia con una persona y un intelectual muy excepcional... con mis mil avatares más modestos y más locales, con poco más de la mitad de años, con sólo mi docena de libros... Pero también, como él, aunque más modestamente, siendo valorado y querido por unos, calumniado por otros e incomprendido por bastantes.
Nuestras conversaciones de filosofía y teología resultaban fascinantes; pero llegaban a fatigarme a mí antes que a él –a pesar de tener yo muuuchos menos años que él–, porque sus propias palabras parecían transmitirle reactivamente una fuerza inusitada –tan débil como parece físicamente en sus últimos años–, consciente de lo que podían realizar. Esta riqueza de conversaciones quedó reflejada en algunas de nuestras conversaciones publicadas luego (Iglesia Viva 223, 2005).
Pero esta fuerza pareció alcanzar su límite al cumplir los 90 años. Poco después empezó un declive inexorable, que notaba no sólo cuando estaba ante él, sino en sus palabras débiles al teléfono y en las líneas cada vez más incomprensibles de sus cartas.
Raimon vivió intensamente una larga vida; por eso le costaba aceptar en los últimos tiempos vivir de una manera menos intensa. Veía cómo su prodigiosa memoria y su «inteligencia eléctrica» no funcionaba como en otro tiempo, aunque seguía hablando envidiablemente en distintas leguas según los distintos interlocutores.
Lo de Raimon Panikkar fue siempre todo o nada; nunca fue hombre de medias tintas. Su pensamiento siempre buscó la reflexión sobre el todo, la integración de toda la realidad «cosmo-te-andrica», recogiendo hasta los más insignificantes elementos. Una frase que repetía en sus escritos era un versículo del Evangelio, que citaba en el latin en que lo había aprendido: «Colligite quae superaverunt fragmenta, ne pereant» (Jn 6,12); una frase del Maestro, que pone fin al relato joánico de la multiplicación de los panes y los peces. En una interpretación particular y poco habitual del texto, resumía algo fundamental en su teología y su pensamiento: la necesidad de integración del conjunto de toda la realidad en todas sus dimensiones; recoger los fragmentos esparcidos, hasta los más pequeños, para reconstruir el todo armónico del que se han escindido: «Nada se desprecia, nada se deja de lado. Todo está integrado, asumido, transfigurado... Pensar todos los fragmentos de nuestro mundo actual para reunirlos en un conjunto armónico» (La intuición cosmoteándrica). Se trata de la interconexión de todo con todo. Frente al reduccionismo, el pensamiento de Panikkar tiene como principal característica esta obsesión por el todo; por una armonía entre las diversas realidades y disciplinas particulares –filosofía, ciencia y teología– y las distintas concepciones culturales del occidente moderno y de oriente. «No se trata de ir a ninguna parte. No es cuestión de parte alguna. No es cuestión de parcialidades... Es cuestión del todo» (El silencio del Buddha.Una introducción al ateísmo religioso).
Así era el «sabio de las montañas», como lo llamaban en Barcelona. Así era este maestro que no quería discípulos miméticos, sino gente que pensara y actuara por sí misma. Así era, sin pretensión de superioridad, este «icono del misterio», como tituló uno de sus libros (Iconos del misterio. La experiencia de Dios). Así era este hombre grande –que tuvo también sus contradiciones y sus fallos, como todos los humanos– con el que muchos tuvimos la gracia de compartir vida y pensamiento, aprender de él y caminar hacia adelante, sabiendo que cada día nos trae algo nuevo si sabemos verlo. Muchas gracias, maestro, hermano, amigo Raimon.
Jesús Aguado
Raimundo Panikkar
La Opinión de Málaga · domingo 29 agosto 2010
Acaba de fallecer, a los 91 años, Raimon Panikkar, uno de los intelectuales más hondos, poliédricos y necesarios que teníamos en España. Alguien que se pasó buena parte de su vida pensando y viviendo la multiculturalidad, la conciliación de opuestos que, bien mirados, buscan lo mismo (lo Mismo, al Mismo), capaz de escribir en una decena de idiomas, y de conversar en casi una veintena de ellos, cultísimo y amable, residente durante decenios en la India, doctor en varias disciplinas académicas, profesor en Harvard y referente mundial del diálogo interreligioso. Supo evolucionar desde posiciones filosóficas algo rígidas, fruto de su pasajera militancia en el Opus Dei, hasta otras abiertas y repleta de ideas e intuiciones hermosísimas y profundas que se reflejan en títulos fundamentales como, entre otros, El silencio del Buddha, El Cristo desconocido del hinduismo o The Vedic Experience.
A lo que en realidad se dedicó Raimon Panikkar fue, en todos sus libros de una manera u otra y en concreto en Paz e interculturalidad o Paz y desarme cultural, a pensar bien la paz. Panikkar pone las bases filosóficas de lo que debería ser la paz en el contexto actual de un cruce múltiple entre culturas que, para ignominia de lo que somos, demasiadas veces produce violentos choques de trenes. De entrada, nos previene acerca de dos peligros: el del diálogo dialéctico, que se rige por la ley de las dicotomías, la epistemología del cazador, la racionalidad instrumental y la necesidad de que, al final del mismo, haya vencedores y vencidos; y el del multiculturalismo, que, heredero del colonialismo, todavía cree que hay culturas, o metaculturas, superiores en condiciones de ofrecer una hospitalidad condescendiente a las otras culturas y que, en última instancia, propugna un relativismo radical entre valores y sistemas del que no puede salir nada bueno a medio y largo plazo. En vez del diálogo dialéctico Panikkar invita al diálogo dialogal, que no se propone convencer al otro sino un aprendizaje de la lengua ajena –mitos, símbolos, idiomas, costumbres...– para después intentar un aventurarse juntos en lo desconocido, y ello sobre la base de que al otro no se le puede conocer sin antes quererle, sin sentir que no es un extranjero sino una parte de uno, y sin entender que la vida ni se rige por la lógica ni es totalmente inteligible. Y en vez del multiculturalismo anima al interculturalismo, una suerte de interindependencia de civilizaciones y culturas fundamentada en el cultivo de la confianza, en la fecundación mutua y en la recuperación de las palabras primordiales como vehículo de comunicación, que son las de la mística y también las del amor o las de la poesía. Panikkar reflexiona sobre estos asuntos desde el punto de vista político, sociológico, antropológico o científico, pero es en el intento de desentrañar sus honduras filosóficas y religiosas donde pone más empeño: la paz, tan manoseada por intereses partidistas de todas clases y procedentes de todos los puntos cardinales, tiene que librarse de las inercias de la Historia con la fuerza del Espíritu. La paz es escucha y palabra desarmada, el principio y el fin de lo humano. Personas como Panikkar son, por eso, tan necesarias: nos devuelven la esperanza en que algún día la paz prevalezca sobre la discordia y nos dan materiales para pensarla sin prejuicios ni miedos. Aunque para leerle bien los lectores en castellano tengamos que esperar, ya que sus obras completas están siendo editadas en catalán, italiano, inglés y francés pero no en esa otra lengua en la que redactó decenas de títulos.
Francisco José Fernández de la Cigoña
Más sobre Panikkar
intereconomia.com/blog/cigueena-torre · 29 agosto 2010 18:23
Que Panikkar no es un referente en mi vida creo que lo he dejado claro. Como que mis referentes me los busco yo. En lo que pienso que estoy también en mi derecho. Decir que era una mezcla de indio y catalán es una pura evidencia y no va nada en demérito de su persona. Lo era. Si alguien quiere considerarle un gran filósofo está en su derecho. Pero no tiene ninguno a imponernos esa valoración a los demás.
Con motivo de su muerte se han publicado encendidas loas a su persona y algún dardo envenenado como el de César Alcaina.
Entre los ditirámbicos leo a Tamayo, Masiá, Victorino Pérez Prieto, Pikaza, José Manuel Vidal... Me parece muy bien que alaben, recuerden y lloren al amigo. Pero es también inevitable recordar el viejo refrán: Dime con quien andas...
Si a esos teólogos, o lo que sean, les parece maravilloso Panikkar pues creo que no tengo que añadir más. Ya lo han dicho ellos.
El obispo de Vich ha oficiado un funeral por su eterno descanso. Con muy escasa participación sacerdotal. Exactamente media docena. No he podido leer su homilía y desconozco el concepto en el que lo ofició. ¿Por un sacerdote diocesano? ¿Por una persona relevante que vivía en su diócesis y que había abandonado el sacerdocio? No lo sé. Tal vez alguien nos lo pueda aclarar.
Sí he leído que el funeral duró hora y media, que fue exclusivamente católico y que comenzó con retraso porque una hija del finado tenía que amamantar a un nieto del mismo. Pero eso no es concluyente. Pudo haber dejado el sacerdocio, tener descendencia y, después, reincorporarse al ministerio. Y también el obispo, por motivos que habrá valorado, pudo celebrar los oficios fúnebres por un sacerdote secularizado. Aunque no sea lo habitual.
Francisco José Fernández de la Cigoña
Ojalá se confirme esta noticia
intereconomia.com/blog/cigueena-torre · 30 agosto 2010 10:00
Un comentarista habitual que me merece todo crédito nos comunica una noticia que creo debe resaltarse y no quedar perdida entre otros muchos comentarios.
Así dice:
«Tengo entendido que, pocos meses antes de fallecer, Panikkar firmó un documento preparado en Roma en el que abrazaba de nuevo a la fe de la Iglesia y renunciaba a aquellas ideas y doctrinas contrarias al Magisterio. El documento se lo facilitó el obispo de Vic. Por eso, su funeral ha sido plenamente católico. Desconozco si este hecho ha sido publicitado en el funeral o se conoce en general por su família y amigos.»
Extraordinaria noticia y muy poco habitual porque todos estos teólogos heterodoxos suelen morir impenitentes en sus errores y sus fracasos. Dios iluminó, de ser cierto, en sus últimos días a quien había ungido con el sacerdocio y volvió al Padre al que había abandonado. Te Deum laudamus.
Inmensa alegría de la Iglesia y me temo que algunos de sus panegiristas se la van a envainar. ¡Qué lección a todos ellos!
Y si ese excelente obispo que es Don Román Casanova fue el instrumento del que se valió Nuestro Señor Jesucristo para volver al redil a la oveja perdida me imagino su inmenso gozo y se entiende perfectamente que él quisiera celebrar el funeral por quien quiso morir en el seno de la Iglesia.
Y gozosa también la muerte de quien se confía a quien es rico en misericordia.
A mí Panikkar no me importaba nada. Ya no es así si todo esto se confirma. Un converso más y un converso de relieve. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.