Tarde nona
Expónense las principales dificultades que los peripatéticos ofrecen contra los modernos
Segunda parte Trátase de la segunda dificultad contra el sistema moderno acerca del alma de los Brutos
§. IV. Explícase en qué consiste el alma de los brutos. | §. V. Explícase la sensación de los brutos, y el conocimiento que tienen de sus dueños, &c. | §. VI. Explícanse las operaciones admirables que vemos en los brutos. | §. VII. Explícase cómo las diversas sensaciones causan en los brutos diversos movimientos. | §. VIII. Conclúyese esta cuestión.
Explícase en qué consiste el alma de los brutos
EugenioEste sitio es a propósito para la conversación, si vos, Silvio, halláseis, que ya es tiempo: corre un fresco ambiente, los pajaritos con su canto, las flores con su olor, el susurro de los árboles, que suavemente se mueven, el murmullo de las aguas, que en esta fuente están corriendo, casi nos obligan a no apartarnos de un sitio tan agradable.
SilvioEl sitio está convidando para la conversación, mas el tiempo me parece que es poco para debatirse el otro punto, que yo había determinado, porque es muy grave, y vos aún tenéis que iros hoy a vuestra casa.
EugenioPara eso me basta una hora: todo el tiempo que resta antes de medianoche, lo podemos emplear en esta cuestión.
SilvioPor mi estoy listo. La otra dificultad es acerca del alma de los Brutos; porque si los Modernos no admiten forma alguna material, que sea distinta de la materia, no [357] pueden conceder alma a los brutos.
TeodosioYo tenía intención de tratar esta materia en su lugar, cuando hablase de los Vivientes {(I) Tom. V. Tard. XXII. §.I.}; pero no huyo al enemigo cuando me acomete. ¿Qué decís vos, Silvio, del alma de los brutos?
SilvioNosotros los Peripatéticos decimos, que el alma de los brutos es una entidad material distinta de toda materia, que vivifica los miembros del bruto, y que gobierna todas sus acciones con aquel orden e industria que admiramos.
Eugenio¿Y qué es el alma de los brutos en la sentencia de los Modernos?
TeodosioEn la opinión de los Modernos el alma de los brutos consiste en los espíritus animales, que discurriendo por los miembros del bruto, los animan y gobiernan.
Eugenio¿Qué llamáis vos espíritus animales?
TeodosioSon una parte de la sangre más sutil, más pura y más espirituosa, que se elabora en el cerebro, que es una parte de la cabeza; os lo explicaré en otra ocasión {(2) Tom. IV. Tard. XX. § III. }
Eugenio¿Con que, supuesto esto, el alma de los brutos viene a ser parte de la sangre, aunque de ls más espirituosa?
TeodosioAsí es, porque esta parte de la sangre o estos espíritus animales, discurriendo [358] por los miembros del bruto, los animan y rigen, como diré luego.
Silvio¿Y qué fundamentos hay para eso?
TeodosioEl primero es decirlo la Escritura. En el cap. 17. del Levit. dice Dios: Quien cazare alguna ave de aquellas que es lícito comer, en todo caso derrame y eche fuera la sangre; porque el alma de todos los brutos está en la sangre. En el mismo capítulo más abajo dice: No comas la sangre de toda carne (quiere decir de los brutos), porque su alma está en la sangre. En fin en el Deuteronomio cap. 12. dice Dios: Esto sólo con la cautela de que no comas la sangre; porque la sangre de ellos (habla de los brutos) está en lugar de alma.
SilvioLa Escritura tiene muchos sentidos: si tomáreis la Escritura meramente como suena, también diremos que el alma de los brutos es espíritu {(I) Quis novit, si spiritus filiorum Adam ascendat sursum, & spiritus jumentorum descendat deorsum? Eccl. 3. V. 21. }.
TeodosioAsí es; mas el torrente común de los Padres e Intérpretes siempre guardaron respeto al sentido literal y obvio de la Escritura, de suerte que es canon establecido por San Basilio, Tertuliano, San Jerónimo, San Agustín, y generalmente recibido por los mejores Intérpretes y Teólogos, que tratan de esta materia {(2) Salmeron Prologom. IX. quinquagen. I. can. 23. Tournely disput, previa quest. 4. de locis Theologicis de Scriptura sacra reg. 4. Thomassin. c. 7. de Prologom. Theolog. §. 17. Lamy Apparat. Biblic. lib. 2. cap. 8. reg. 2. Bellarm. tom. 5. de Controvers. 3. lib. I. cap. 9. controv. 2. c. 4. }, que siempre debemos tomar [359] las palabras de la Escritura en su propia significación, mientras no hubiere una razón vehemente, que nos obligue a lo contrario: razón digo tan vehemente que nos obligue a eso, y no basta cualquier razón, que nos parezca fuerte; porque de otra suerte siempre diría la Escritura lo que nosotros quisiésemos, y no lo que el Espíritu Santo nos quiso revelar por ella; ni habría argumento alguno contra los hereges sacado de las Sagradas Letras, principalmente contra los Calvinistas, Socinianos, Luteranos, &c. porque a los lugares terminantísimos de ellas, responden entendiéndoles en el sentido metafórico y figurativo. Cuando la Escritura llama espíritu al alma de los brutos, hay razón vehementísima para no entender la palabra espíritu en todo rigor; bien que algunos opinan que el alma de los brutos es espiritual como os diré cuando trate a propósito de los Vivientes {(I) Tom. V. Tarde XXII.§.I}; mas para no entender en el sentido literal los lugares que os cité, no hay razón evidente, como os mostraré; y advertid, que no bastan razones arbitrarias, principalmente cuando los Padres entienden estos lugares en el sentido riguroso y literal. Si leyérais [360] a San Basilio {(I) Homil. 8. in Hexamer. explicando aquellas palabras: Educat terra animam viventem, dice: Cur animam viventem tellus educit? ut quid sit inter animam jumenti, & animam hominis discas: at animam quidem hominis paulo post quomodo abeat, scies: nunc interim audi de animantium anima ratione non preditorum. Cum juxta quod scriptum est animalis omnis anima sanguis sit ipsius, sanguis autem coactus in terram suapte natura vertatur; caroque corrupta in terram resolvi soleat: mortuum quid optimo jure est anima jumentorum. Igitur animam terra viventem educat. Vide consequentiam ordinemque anima ad sanguinem, sanguinis ad carnem, carnis ad terram: contra facta resolutione per cadem regreditur a terra in carnem, a carne in sanguinem, a sanguine in animam ipsam, G jumentorum animam inveneris terram esse. }, veréis como clarísimamente dice, que el alma de los brutos conforme a lo que dice la Escritura, es sangre; y porque la sangre se convierte en carne y la carne es tierra, afirma que el alma de los brutos en cierto modo es tierra. Decidme, pues, sin pasión ¿si una alma distinta de toda materia se convierte en carne, y últimamente en tierra?
SilvioEl Santo sólo quiso decir, que el alma de los brutos era sujeta a la corrupción, con lo que concordamos nosotros.
TeodosioEl Santo, sí, quiso decir eso, pero lo probó con lo demás que yo digo: prueba que es sujeta a la corrupción; porque, según lo que dice la Escritura, es sangre, y la sangre [361] se convierte en carne y tierra. Esta misma doctrina sigue San Agustín en el libro intitulado de Cognitione vera vita {(I) Cap. 5. Vita brutorum est spiritus vitalis constans de aere, & sanguine animalis, &c.), que corre en su nombre. Dice que la vida o alma de los brutos consta de aire y sangre de los animales.
SilvioEsa autoridad prueba contra vos; pues dice, que el alma consta de aire, y el aire no es sangre.
TeodosioAmigo Silvio, la sangre en donde estuvieran mezcladas partículas de aire, no deja de ser sangre, ni el agua en que estuvieran mezcladas partículas de sal (como es la de la mar) deja de ser agua.
SilvioAdemás de que este libro no es verdaderamente de San Agustín.
TeodosioNo lo será; pero o es de él o de otro escritor antiguo pío y docto, pues se equivocaron sus obras con las del Santo, y así siempre tiene su autoridad; por lo menos para probar, que esta opinión no es tan nueva y tan ridícula como dicen algunos Peripatéticos. Lo cual se confirma evidentemente con lo que San Agustín escribe en otro libro, que ciertamente es suyo {(2) Quaest. in Heptateuch. q. 57. sup. Lev. }: ¿Por ventura (dice el Santo) si decimos que el alma de los brutos está en la sangre, hemos de decir por eso que el alma del hombre está en la sangre? De ningún modo.
SilvioAhí no dice el Santo, que el alma de los brutos está en la sangre, sino solamente, [362] que si estuviera en la sangre, no se sigue que se ha de decir lo mismo del hombre. Además que San Agustín, así en ese lugar, como en el libro contra Adimanto, dice manifiestamente que no se mete en la cuestión del alma de los brutos, si está o no en la sangre, e interpreta en sentido figurado los lugares de la Escritura, que vos citáis; y uno de estos días he leído en un Peripatético: que ni a San Basilio, ni a San Agustín les pasó jamás por la imaginación tal despropósito.
TeodosioEso parece cosa de chanza, después de haberos mostrado lo que evidentemente dice San Basilio; y por lo que toca a San Agustín, quisiera estar ahora en la librería para que leyéseis el lugar que os cité, y hallaríais que el Santo no duda que el alma de los brutos esté en la sangre: solamente repara, en que la Escritura en este lugar diga generalmente que el alma de toda carne está en la sangre, y de este modo incluya también al hombre, cuya alma no está en la sangre. Y para responder a esto, da tres respuestas, todo a causa de hablar la Escritura con una palabra, que también comprende al hombre; por eso el Santo dice claramente, que si habláremos sólo de los brutos, y dijéremos que su alma es sangre, en eso no hay dificultad; y solamente la habrá para salvar, que el alma del hombre no sea sangre: cuando vayáis a casa, leed toda la cuestión, que es [363] pequeña, y veréis si es así como yo digo {(I) Numquidnam si animam pecoris sanguinem dicimus, etiam anima hominis sanguis putanda est? Absit. Quomodo ergo non ait: Anima omnis carnis pecoris sanguis ejus est, sed anima, inquit, omnis carnis sanguis ejus est? In omni utique carne etiam hominis caro deputatur. An quia vitale aliquid est in sanguine, quia per ipsum maxime in hac carne vivitur (He aquí la primera respuesta)...Solet etiam res, quae significat, ejus rei nomine quam significat, nuncupari, sicut scriptum est septem spicae, septem anni sunt (He aquí la segunda respuesta)...Verum si quisquam putat animam pecoris esse sanguinem, non est in ista quaestione laborandum. Tantum ne anima hominis, quae carnem humanam vivificat, & est rationalis, sanguis putetur, valde cavendum est, & hic error modis omnibus refutandus. Quarendae etiam loquutiones, quibus per id, quod continet, significetur id, quod continetur (He aquí la tercera respuesta) }.
SilvioPero nunca el Santo dice positivamente que el alma de los brutos es sangre.
TeodosioAsí será; mas vamos despacio. Primeramente las palabras del Santo son estas: Si decimos que el alma de los brutos es sangre, y no meramente: si dijéramos: hay grande diferencia entre la palabra si decimos, y si dijéramos. Si decimos inculca afirmación, y da a entender mucho más, que meramente si dijéramos: no me quiero cansar en explicar esto. Además de que todo el empeño del Santo en este lugar es responder al argumento, que se le podía hacer con el alma de los brutos, para probar que también la de los hombres era sangre: y bien veis, que si el Santo [364] se persuadiese que el alma de los brutos no era sangre, no tenía mas que negar eso, y de este modo quedaba libre enteramente del argumento. Pero el Santo no lo niega; antes supone, que en los brutos el alma es sangre, y trabaja en probar, que en el hombre no es así. Lo mismo se lee en el libro contra Adimanto {(I) Lib. contr. Adim. Manich. disc. cap. 12. De eo, quod scriptum est, non esse manducandum sanguinem, quod anima sit carnis sanguis. Huic sententiae...Manichaei...illud opponunt...si sanguis anima est, quomodo homines potestatem in eam non habent...Addunt etiam...si sanguis est anima...nulla invenietur anima posse regnum Dei adipisci. Cui calumniae primo respondendum est, ut ipsi cogantur ostendere ubi scriptum sit in libris veteris legis, quod anima humana sanguis sit. Nusquam enim hoc invenient...Quod si de anima humana nihil ibi tale dictum est, quod ad nos pertinet, si anima pecoris aut laedi ab interfectore potest, aut possidere Dei regnum non potest? Tom. 8. Paris. 1694. de la Congregación de San Mauro. }, porque allí sólo quiere, que cuando la Escritura dice que la sangre es alma, no hable del alma del hombre, sino de la de los brutos solamente; y cuando dice que se pueden interpretar esas palabras en el sentido figurado, usa de un ejemplo, que más nos favorece, que impugna {(2) Contra Adimant. en el lugar citado: Nam ex eo, quod scriptum est sanguinem pecoris animam ejus esse praeter id, quod supra dixi, non ad me pertinere quid agatur de pecoris anima, possum etiam interpretari praeceptum illud in signo esse positum. Non enim Dominus dubitavit dicere. Hoc est corpus meum, cum signum daret corporis sui. Luego así como esta señal del Cuerpo de Cristo estaba junto con la realidad (como se debe decir para no dar argumento a los Zuinglistas), tampoco la señal del alma es una pura señal vacía de toda realidad. Lo cual concuerda con la doctrina del mismo Santo (lib. 83. quaest.) Cum res factae allegorizantur, gestae rei fidem non amittunt. }. Por tanto, [365] aunque en algún otro lugar el Santo, o niegue nuestra opinión, o dé a los lugares de la Escritura sentido metafórico, siempre tenemos que esta opinión cuando él no la siguiese, no la reputaba por tan disonante y tan ridícula como la supone quien dice que jamás le pasó por la imaginación tal despropósito: especialmente si atendiéramos a que el Santo no admite medio entre espíritu y cuerpo {(I) Aug. lib. 83. Quaest. quaest. 54. Nunc interim ratio comperit nihil inter corpus, & animam esse quod sit corpore melius, anima deterius.}; y así no siendo espíritu el alma de los brutos, forzosamente había de decir que es cuerpo.
SilvioEstá dicho: ya estoy cansado de disputar sobre este punto, aunque todavía hay mucho que decir: solamente quisiera saber como respondéis a Santo Tomás, que expresamente dice que es error juzgar que el alma es un cuerpo que consta de partes sutilísimas {(2) D. Thom. I. de Anima lect. II. Quidam enim erraverunt circa animam, & dixerunt ipsam esse corpus subtilissimarum partium. Ex quo sequebatur quod cum anima sit ubicumque est sensus in corpore, & sensus sit ubique per corpus, quod si anima est corpus, quod duo corpora sint simul.}. [366]
TeodosioSanto Tomás ahí no impugna nuestra opinión, porque no habla del alma de los brutos en particular, sino del alma en común; y si yo dijese que el alma generalmente era un cuerpo, decía un error; porque aquí envolvía también el alma del hombre, que es espiritual, y esto es lo que condena Santo Tomás; así como San Agustín repara en que se diga generalmente que el alma de toda carne es sangre, como mostré arriba.
SilvioPues está muy bien; no es necesario que nos detengamos más en eso: quiero dároslo todo de barato, para que veáis mi liberalidad: quiero que los lugares de la Escritura se entiendan en el sentido literal y rigurosísimo: síguense de ahí dos cosas; la primera que habrá muchos animales sin alma, porque como dice Aristóteles hay muchos que no tienen sangre; la segunda que aun dado que el alma de los brutos fuese sangre, no se infería bien de ahí que estaba en los espíritus animales que decís; pues en la sangre hay muchas partículas, que no son esos espíritus animales. ¿Véis que aun así no hay el menor fundamento para vuestra doctrina?
TeodosioPor lo que pertenece a haber algunos animales sin sangre, digo que de esto hablaré a propósito de los Insectos. [367] Pero sabed que todos los animales infaliblemente tienen cierto humor que discurre por los conductos y canales propios, y nutre y vivifica el cuerpo del animal, y esto es cosa cierta entre los Anatómicos, como os mostraré en su lugar: a este líquido le podéis llamar sangre o lo que quisiérais: en él decimos que está su alma, y le ponemos por nombre espíritus animales. Vamos a la otra dificultad. Si vos me concedéis que el alma de los brutos está en la sangre, no me he de cansar en probar que está en los espíritus animales; pues es bien claro que siendo el alma de los brutos la que ha de causar en ellos los movimientos, no ha de ser la parte de la sangre más crasa, más floja e inerte, sino la parte más pura, más sutil y espirituosa a la que llamamos espíritus animales.
SilvioPor más sutil que sea esa parte de la sangre, es imposible que sea alma de los brutos; pues es cierto que ellos sienten, viven y hacen unas operaciones, que provocan toda nuestra admiración. Ved ahora, Eugenio, si los perros, los caballos haciendo las galanterías que sabemos, pueden tener por alma un poco de materia.
EugenioSi vale decir la verdad, yo de autoridades no sé nada; pero en cuanto a lo que cabe en buena razón, me parece que vos, Silvio, discurrís bien.
TeodosioPues decidme, Silvio, ¿acaso esas obras de los brutos tan admirables tienen algún [368] principio espiritual?
SilvioNo, porque el alma de los brutos no es, ni puede ser espiritual.
TeodosioMuy bien. De aquí infiero yo: ¿luego esas operaciones por más sagaces que sean, caben en la virtud de una alma enteramente material?
SilvioConcedo: así es.
TeodosioBien está: ¿luego esas operaciones no exceden la esfera y virtud de la materia?
SilvioNiego eso.
Teodosio¿O las obras de los brutos son esfera superior a la materia, o no? Si son de orden superior, entonces ni la materia, ni el alma material las pueden producir; si no son de esfera superior, pero caben en la virtud del alma material, también han de caber en la virtud de la materia; pues esta es de la misma virtud, del mismo orden, de la misma esfera que es el alma material. Luego si el alma material puede hacer esas obras tan pasmosas; ¿por qué os admiráis de que las puede hacer la materia? Y si la materia no tiene virtud para producir estas operaciones, tampoco el alma material del mismo orden y de la misma esfera de la materia ha de tener virtud para esas operaciones de los brutos.
SilvioEso no vale de nada: bien puede el alma ser material, y tener mucha mayor virtud que la materia.
TeodosioPregunto yo; ¿esa alma material que decís, llega a conocer la conexión que hay [369] entre los medios y los fines?
SilvioEso no, porque sólo pertenece a la esfera del espíritu, pues la conexión de dos objetos no se puede pintar en la imaginación.
TeodosioSupuesto esto, dadme atención: en las acciones de los brutos hay dos cosas; una son sus movimientos simplemente, otra la armonía que tienen entre sí. Por lo que toca a los movimientos simplemente, es cierto que no sólo el alma material, sino que la simple materia los puede producir; así como el muelle de un reloj o un peso es causa de los movimientos; y en cuanto a la disposición y armonía de los movimientos y conexión que tienen unos con otros; a eso ni la materia, ni el alma material llega, pues no puede percibir esta conexión. Ahora hago mi argumento: el alma material puede producir los movimientos, mas no puede percibir la conexión, que ellos tienen entre sí; lo mismo hace el alma que sea pura materia. ¿Luego por qué os admiráis de que yo ponga en el bruto una alma que sea materia, si vos ponéis una que no la excede en la virtud? Ahora, cómo pueden las operaciones de los brutos tener entre sí admirable proporción, sin que el alma del bruto la perciba, lo explicaré yo bien despacio de aquí a poco.
SilvioPara convencer de que vuestro sistema es falso, basta la razón de cualquiera. El hombre más rudo sabe muy bien, que su perro siente un golpe que le dan, que conoce [370] a su dueño, y nada de eso puede ser si no le dais más alma que un poco de materia.
EugenioYo conozco esa razón, Silvio: veremos lo que responde Teodosio.
TeodosioMuchas cosas juntas habéis tocado ahora, que es preciso explicar separadamente.
EugenioPues vamos despacio, y con método para que yo lo entienda mejor {(I) La mayor parte de las respuestas y dudas insulsas, que aquí se ponen en la boca de Silvio, son de una sátira impresa, que los Peripatéticos publicaron contra esta obra luego que salió a la luz.).
Explícase la sensación de los brutos, y el conocimiento que tienen de sus dueños, &c.
SilvioDecidme: ¿cómo pueden sentir los brutos, si el alma no es más que un poco de sangre de la más espirituosa?
TeodosioPrimeramente digo, que toda sensación se puede reducir a una especie de toque o tacto.
SilvioEso es novedad.
TeodosioAsí suelen parecer cosas muy antiguas a quien no las ha leído.
SilvioDecidme, pues, si un muchacho de la escuela dijese: Los sentidos son cinco; el primero es ver, mas el ver en cierto modo es tocar; el segundo es oír, pero el oír en cierto modo es tocar, & c. ¿no merecería sus palmetazos? [371]
TeodosioYo le examinaría; y si me dijese que el ver era un cierto toque que se hacía en el órgano propio de este sentido, con partículas proporcionadas para excitarle las sensaciones, entonces le daría una docena de dulces; porque sabía siendo niño lo que muchos siendo viejos no saben. Oidme, que voy a explicar cómo se hacen las sensaciones en nuestros sentidos: vamos a los ojos. Vienen del objeto rayos de luz modificada (que es el color como dijimos) entran por los ojos, y van a tocar la retina (que es una pielecita interior que tenemos en ellos), y en este movimiento o impresión que hacen esos rayos de luz modificada en la retina consiste la sensación de la vista, como os mostraré cuando haya oportunidad.
SilvioSea enhorabuena, siguiendo vuestros principios, que en los nuestros es de otro modo.
TeodosioLa sensación de los oídos también se puede reducir a cierto toque que el aire movido (en que consiste el sonido como queda dicho) hace dentro de los oídos: del olor digo lo mismo; porque los efluvios, que son el olor, tocan y mueven los nervios en la parte interior de la nariz.
EugenioY del tacto claro está que habéis de decir lo propio, y asímismo del gusto.
TeodosioAsí es; mas para evitar toda equivocación, es preciso advertir que nuestra alma [372] espiritual está de tal suerte ligada y unida a nuestro cuerpo, que no puede haber en nosotros sensación perfecta, sin que además del movimiento de los órganos del cuerpo, haya también su especie de movimiento del alma: esto no tiene duda. De donde infiero que nuestra sensación no es meramente material, sino también espiritual, y por eso en los brutos no podemos admitir sensación enteramente semejante a la nuestra. Por más que las señales que ellos dan de gusto o sentimiento se equivoquen con las nuestras, con todo eso hay una sensación meramente material, la cual no consiste sino en que el alma del bruto (sea la que fuese) que reside principalmente en el cerebro, se le haga presente el toque que se hace acá fuera en los sentidos externos, y por este modo también se le hace presente el objeto de donde se originó ese toque v.g. el color, el olor, la vara con que le dan, &c. Por un semejante modo se hace en nosotros la sensación; porque estando nuestra alma espiritual principalmente dentro del cerebro, tiene noticia de las impresiones y toques que por los objetos externos se hacen en los sentidos exteriores; y esta noticia interna o este hacerse presente al alma el toque del objeto externo, y por consiguiente también el objeto, es a lo que llamo yo sensación: en nosotros es un movimiento de los órganos del cerebro acompañado del movimiento espiritual del alma; mas en los [373] brutos no puede haber el movimiento del alma; pero hay este movimiento de los órganos del cerebro y del alma material. Esto supuesto, infiero que todas las veces que el alma del bruto (sea como fuere) estando dentro de él, se hicieran presentes estos toques, movimientos o impresiones que se hacen acá fuera en los sentidos exteriores, hay sensación en el bruto. ¿Qué decís, Eugenio?
EugenioConvengo; ¿mas cómo se puede hacer eso?
TeodosioDe este modo: hemos de saber que como enseña la Anatomía, de todos los sentidos exteriores se comunican nervios al cerebro, y por estos nervios se mueven los espíritus animales; y así cualquier impresión que se hace en los sentidos exteriores, mueve allí los nervios y los espíritus animales; y este movimiento se comunica hasta el cerebro, así como el movimiento que hace en el agua una pidrecita se comunica a toda la que está en el estanque.
EugenioAsí lo persuade la razón.
TeodosioAhora concluyo: a los espíritus animales, que están en el cerebro del bruto, se comunica y hace presente todo el movimiento que se recibe acá fuera en los sentidos exteriores: esto mismo es lo que nosotros llamamos sensación; luego se puede decir con verdad que los brutos sienten.
EugenioEste discurso, Doctor mío, se conforma con la razón: yo pensaba que los Modernos [374] decían que los brutos no sentían.
SilvioEl caso es que muchos no tienen embarazo en decirlo claramente.
TeodosioAsí es; pero en la realidad todos venimos a decir lo mismo; porque todos decimos que el alma de los brutos consiste en estos espíritus animales; que la sensación se forma en nosotros del modo que ya dije, que la impresión que se hace acá en los sentidos, se comunica allá por los nervios hasta el cerebro; con que toda la diferencia está en palabras; que unos llamarán a esto sensación, otros no le darán este nombre, porque no es como la que experimentamos en nosotros. De aquí, pues, bien se infiere que los brutos han de tener dolor, porque ese toque que se le hace en los sentidos externos si fuese violento, la sensación ha de ser desagradable; y esto es lo que se llama dolor.
EugenioDe esta dificultad ya estoy libre.
SilvioPues yo no: habéis dicho ahí muchas cosas falsas; primeramente que nuestra sensación no sea como la de los brutos, es doctrina que tiene terribles consecuencias. Porque si la sensación en el hombre es juntamente material y espiritual, tenemos en el hombre dos almas sensitivas, una material como la de los brutos, otra espiritual; y si concedéis eso...
TeodosioEsperad, no paséis más adelante. ¿Pues dudáis que la sensación en el hombre sea juntamente material y espiritual? Vos y [375] todos los Peripatéticos necesariamente habéis de decir esto mismo. ¿Cuando el hombre siente, decidme, los órganos del cuerpo no tienen alguna acción o movimiento? No lo podéis negar; pues por eso un hombre con una apoplegía no siente, porque los órganos del cuerpo no pueden trabajar. Luego ya la sensación es material: además el alma cuando el hombre siente, también experimenta esa sensación, y tiene noticia del objeto que la causó; pues esta percepción o noticia que tiene el alma espiritual, es acción o acto del alma; y esto es cosa espiritual: luego la sensación del hombre juntamente es material y espiritual; pues el cuerpo y el alma tienen acción cuando el hombre siente: por tanto ni el cuerpo sólo sin alma, ni el alma sola sin cuerpo tendría una sensación como la que tenemos; lo cual es doctrina general para ambos sistemas, sea como fuere la unión del alma al cuerpo; que es materia más delicada de lo que pensáis, y a su tiempo os la explicaré; ¿pero qué íbais diciendo de las dos almas?
SilvioDigo que si los espíritus animales en el bruto son su alma sensitiva, como en el hombre, además del alma racional tenemos los mismos espíritus animales, y consiguientemente tendremos dos almas; y este es el error de Jacobo y de algunos Siros, contra el que escribió San Agustín {(I) Lib. de Dogm. Eccl. }, y de aquí se [376] siguen absurdos perniciosísimos, y muy peligrosos en materia de costumbres; en lo que es necesario tener gran cautela.
TeodosioSosegáos, Silvio, sosegáos, no os asustéis: prestadme atención. Vos decís que en el hombre ha de haber dos almas, porque además de la espiritual tenemos los espíritus animales, los cuales en el bruto son el alma sensitiva. Pues yo digo que en el hombre los espíritus animales no son alma, son criados del alma. El alma (dejadme usar de una comparación proporcionada a la inteligencia de Eugenio), el alma en cualquier viviente como el dueño de la casa en cualquier familia; nunca hay dos dueños de una casa; el principal es el dueño, los demás son ministros y criados. En el bruto el principal que hay allí son los espíritus animales: ellos son el alma, porque gobiernan aquella casa interior del bruto; pero en el hombre estos espíritus animales no gobiernan, son gobernados por el alma espiritual, y son los ministros de que ella se vale para el gobierno de la casa interior del hombre; en unas operaciones emplea unos como v.g. en las sensaciones, para que le hagan presente, allá en el cerebro donde ella especialmente reside, las impresiones que los objetos hacen acá fuera en los sentidos externos; otros los ocupa en el movimiento de los miembros; por eso el alma sin esos espíritus es como un caballero en casa sin criados, que está como preso y [377] no puede hacer nada. Cuando el dueño de casa está fuera, los criados son los que gobiernan los movimientos que hay dentro de casa, pero luego que vuelve el dueño, los criados no gobiernan, sino que son ministros: lo mismo digo de los brutos; en ellos gobiernan los espíritus animales, pero en el hombre gobierna el alma racional. Con que bien veis, Silvio, que no admitimos en el hombre dos almas.
SilvioMas decidme: ¿si la sensación en los brutos consiste en ese movimiento de los espíritus animales, un reloj, por lo menos, si fuese fabricado por Dios con un artificio especialísimo también había de sentir?
TeodosioDigo que no; porque no todo el movimiento de los órganos es sensación. Si en ese reloj o máquina que Dios fabricase hubiese un principio que gobernase los movimientos, y se le pudiesen hacer presentes allá en lo interior las impresiones que acá en las partes externas hiciesen los colores, los olores, los sonidos, &c. entonces diría que ese reloj sentía; pero si su fábrica no llegase a esto, digo que no: si habláseis a ese reloj, y él a lo que vos le dijéseis respondiese con diversos movimientos: si poniéndole enfrente varios colores, según fuesen ellos, así hiciese el tal reloj varios movimientos, ¿no os habíais de admirar, diciendo: Este reloj parece que oye, que ve, &c.?
SilvioCiertamente juzgaría eso. [378]
TeodosioY con todo no teníais fundamento para decirlo, sino viéseis que el principio que dirigía los movimientos del reloj, hacía presente lo que pasaba acá fuera, esto es, las palabras que se decían, los colores que se mostraban, &c. Pues esto y nada más es lo que observamos en los brutos: reflexionadlo bien. Vemos que a diferentes palabras huyen o se acercan; lo mismo hacen poniéndoseles enfrente objetos de varios colores, u olores, &c. luego concurriendo en los brutos las circunstancias que he dicho, y como hacen lo mismo que haría aquel reloj supuesto, afirmo que tiene sensación. Pero sensación puramente material (que es la que ellos pueden tener), la cual está solamente en que a ese principio de los movimientos que es su alma (sea la que fuese), y que reside en el cerebro, se hagan presentes las impresiones que los colores, los sonidos, los olores, &c. hacen en los sentidos externos {(I) Véase el Tom. V. Tard. I. }.
SilvioPasemos adelante, pues si no durará la cuestión ocho días: ¿y cómo pueden los brutos conocer a sus dueños y a sus bienhechores, y tener memoria de los beneficios o agravios que les han hecho?
TeodosioYa dije cómo todas las sensaciones de los sentidos externos iban a hacer su impresión en el cerebro. Esta impresión como diré largamente hablando de la Memoria {(2) Tom. IV. Tard. XIX. §. V. }, [379] se recibe en una sustancia blanda como cera que hay dentro del cerebro; y la impresión dura más o menos tiempo, según la sustancia sea más o menos blanda. Esta sustancia en el hombre se llama memoria material, porque por medio de ella se acuerda una persona de lo pasado. Por ejemplo: vi un gigante v.g. que nunca había visto; la figura y representación de este hombre hizo su impresión en mis ojos, y por los nervios que corresponden a este sentido se comunicó hasta el cerebro: allí está esta sustancia como masa o cera, y allí quedó estampada e impresa la figura del gigante, y se conserva hasta que se deshace: después o por acaso o de propósito los espíritus animales del hombre que discurren por la cabeza, encuentran con aquel vestigio o representación, que como sello quedó impreso en aquella sustancia blanda de que hemos hablado; y entonces vuelven a excitar la misma impresión y vestigio, y a hacer lo mismo que hicieron la primera vez, cuando se vió el gigante. Porque la representación allá se conserva y los espíritus animales la excitaron como si de nuevo la imprimiesen. Hecho esto, vuelve el hombre a conocer lo que antes había visto y ahora no ve, y esto es acordarse. Por no explicar las cosas fuera de su lugar, no me detengo más; ahora baste esto para que entendamos cómo los brutos se acuerdan de lo pasado; porque en ellos no hay conocimiento [380] que no les entrase por los sentidos externos como sucede en los hombres; y en estos así como en los animales, todas las sensaciones se hacen por medio de una cierta impresión que se recibe en los sentidos exteriores, las cuales por los nervios y espíritus animales que están esparcidos por ellos, se comunican al cerebro. Supongamos ahora que cuando el bruto vió por primera vez un objeto v.g. a su dueño, recibió de él algún halago: en este caso aquel halago, para percibirlo el bruto, había de hacer también su impresión en el sentido externo, y comunicarse por los nervios hasta el cerebro; y esta impresión se había de producir en el cerebro juntamente con la que causaba la vista del dueño; con que tenemos que el vestigio que hizo la vista del dueño y el que hizo el halago, se imprimieron juntos en el cerebro. Supuesto, pues, que queden juntos estos vestigios, cuando el bruto vuelve a ver a su dueño, se le excita la impresión que el bruto tiene de él en el cerebro; y como junto a este vestigio está el del halago, también se excita y hace en el bruto el mismo efecto que hizo cuando se imprimió la primera vez: de donde se ve, que aunque ahora no le hagan halagos, el bruto se alegra, porque se le excitó el vestigio del que le hicieron, y aún se le conserva en el cerebro. Y todas las veces que se excitare la especie o vestigio del dueño, se ha de alegrar el bruto; porque se excita el vestigio [381] del halago que está junto al vestigio del dueño; y los espíritus animales tropezando en un vestigio, fácilmente dan en el otro, que está junto a él, y pueden estar estos vestigios tan altamente impresos, que duren muchos años; y tanto durará la que llaman memoria en el bruto.
Eugenio¿Y creo que habéis de decir del agravio lo mismo que del beneficio?
TeodosioSí, porque concurre la misma razón: ya tenéis aquí explicado el motivo por el que el perro v.g. luego que ve la vara con que le castigaron una vez, huye.
EugenioDecid, pues, Silvio, lo que se os ofrezca contra aquella doctrina, y si no pasemos a otra cosa.
SilvioYo no puedo persuadirme de semejantes cosas, ni sé cómo en una porción tan pequeña del cerebro puedan caber tantos miles de vestigios, cuantos son los objetos de que podemos acordarnos; pero como habéis de tratar esta materia en su lugar, reservo para entonces las dificultades.
TeodosioCuando tratemos del sentido de la Vista, os mostraré visiblemente que el hombre no distingue con los ojos cosa alguna, la cual en ese mismo tiempo no se le pinte allá en la retina con los mismos colores con que los ojos la ven; y cuando desde un monte miramos hacia una Ciudad, todo cuanto vemos se pinta en los ojos con tanta distinción, cuanta es aquella con que vemos. Esto no [382] tiene cuestión, y hace un grande argumento para no parecer increíble lo que yo digo de la memoria. Cuando tratemos del sentido de la Vista {(I) Tom. IV. Tard. XVI. §. II}, hablaremos.
SilvioMuy bien: dejemos eso, y vamos al punto principal; vamos a ver cómo explicáis las admirables operaciones de los brutos con esa alma que le concedéis de pura materia. Nosotros que les damos una alma distinta de la materia, tenemos en esto gran trabajo: ¿qué haréis vos?
TeodosioDiré lo que supiere.
Explícanse las operaciones admirables que vemos en los brutos
SilvioVos, Teodosio, no pdéis negar que las operaciones de los brutos son tan astutas y sagaces, que parece que exceden a las de los mismos hombres.
EugenioTal es el modo con que los micos pasan los ríos sin que se mojen los pies como lo vi muchas veces en América; porque subiéndose todos a algún árbol de los más altos que están junto al río, se empiezan a atar y enlazar unos con otros de suerte que forman como una cuerda muy larga, la cual se va moviendo y meciendo poco a poco [383] hasta que el último llega a abalanzarse al árbol que está frontero en la otra orilla; y subiéndose por él arriba, larga el primero el árbol en que se sustentaba, y toda la cuerda de micos naturalmente cae hacia la otra parte del río sin tocar en el agua por ser los árboles muy altos y los ríos en algunas partes estrechos.
SilvioNo hallo menos ardid en el modo con que también pasan los ríos los venados, porque como la armazón que tienen en las cabezas, les hace gran peso, de suerte que no sería fácil que las conservasen siempre fuera del agua, usan de esta graciosa industria: pónense en hilera, y el que va detrás descansa la cabeza sobre el que le precede, y este en el otro; así se alivian todos menos el que va en primer lugar, porque ese no tiene en que descansar; pero luego que se fatiga, se viene a poner el último, y así descansa, quedando entretanto con el trabajo de ser guía el que ocupaba el segundo lugar.
EugenioEn las hormigas se ven acciones no menos industriosas.
TeodosioToda esa industria parece maravillosa considerada en sí; pero no admira conocida en la causa. Me explicaré: todas esas operaciones tan ordenadas nacen de la admirable disposición de los órganos que hay en los brutos, la cual aunque en sí es estupenda, no admira si la comparásemos con la sabia mano del Artífice que la formó. Todo el engaño [384] de los hombres (permitidme decirlo así) consiste en buscar en los brutos la ordenación de sus operaciones: yo quisiera que todos reflexionaran que esta disposición y ordenación no depende de los brutos, sino del Artífice divino, que los formó, como ingeniosamente dice Santo Tomás.
SilvioSanto Tomás no podía decir tal.
TeodosioPodéis verlo por extenso en sus obras {(I) D. Thom. I. 2. q. 13. art. 2. Virtus moventis apparet in actu mobilis: propter hoc in omnibus, quae moventur a ratione, apparet ordo rationis motoris, licet ipsa, quae ratione moventur, rationem non habeant, sic enim sagitta tendit ad signum è ratione sagittantis, ac si ipsa rationem haberet dirigentem: & idem apparet in motu horologiorum, & omnium, quae ingeniorum humanorum arte fiunt: sicut enim comparantur omnia naturalia ad Artem Divinam, & ideo ordo apparet in his, quae moventur secundum naturam, sicut G in his quae moventur secundum artem, ut dicitur in 2. Physic. & hoc contingit quod ex operibus brutorum animalium apparent quaedam sagacitates in brutis, in quantum habent ordinationem ad quosdam ordinatissimos processus, utpote a summa Arte ordinatos; & propter hoc etiam quaedam animalia dicuntur sagacia, non quod in eis sit aliqua ratio, vel electio; quod ex hoc apparet, quod omnia, quae sunt ejusdem naturae, similiter operantur.}: ahora os lo diré en sustancia. Dice que cuando un agente racional mueve algunas cosas con buen orden, en esas cosas así movidas se ve la idea y ordenación de quien las movió; no obstante que las cosas en sí no tengan uso de razón; por eso la saeta camina [385] derecha al blanco como si tuviese uso de razón que la dirigiese; pero en verdad la dirección provino de quien la despidió del arco; lo mismo se ve en los relojes y otros artefactos humanos; y del propio modo que los artefactos se comparan a la sabiduría de los hombres, se deben comparar todas las cosas naturales a la Sabiduría divina; y por eso tanto en las cosas naturales, como en las artificiales aparece un cierto orden con que se mueven. De aquí procede que en las obras de los brutos se ven unas ciertas astucias; pero esto es porque tienen inclinación natural para unos movimientos regladísimos, porque son reglados por el Arte divina; y por esta razón se dice que algunos animales son prudentes y sagaces; mas no porque en ellos haya uso de razón o elección, lo cual se conoce, porque todos los que son de la misma naturaleza, obran de la misma suerte. Hasta aquí poco más o menos son las palabras del Santo. Ved si es esto lo que yo decía; a saber, que la ordenación y proporción que hay en los movimientos de los brutos aparece, y se ve en sus acciones; mas no tienen el origen en ellos sino en el Supremo Artífice, que les arregló esos movimientos, y por eso quedaron perfectísimamente arreglados {(I) Inclinationem ad quosdam ordinatissimos processus, utpote à summa Arte ordinatos. }: así como la armonía que se advierte en los movimientos [386] del reloj, y la dirección del movimiento de la saeta no se ha de buscar ni tiene origen donde aparece, sino en el Artífice del reloj y tirador de la saeta.
SilvioSanto Tomás quiere decir que sólo Dios es quien sabe los fines a los que su Providencia se dirige y encamina todas las cosas; y por eso habla de todas las cosas naturales en las que incluye a los hombres, y no quiere decir otra cosa.
TeodosioDadle la inteligencia que quisiéreis; él dice que cuando algunas cosas que en sí no tienen {(I) Licet ipsa, quae ratione moventur, rationem non haberant. Santo Tomás en el lugar citado. } uso de razón (aquí se excluye el hombre), cuando, digo, se mueven con movimientos bien ordenados, que el buen orden de estos movimientos nació de algún agente racional; como v.g. en los brutos nace de Dios, que es la suma Arte; en los relojes nace del relojero; en la saeta nace del tirador. Esto lo dice él expresísimamente; ni habrá quien sepa leer y entender, que lo niegue; y esto mismo es lo que yo digo: vamos adelante, que lo demás es porfiar.
SilvioLos Filósofos siempre abominaron, como asilo de la ignorancia, el recurrir a Dios cuando quisieren explicar los efectos naturales.
TeodosioAsí es; pero aún no me he explicado yo del todo: oid, y entonces veréis cuan [387] lejos están los Modernos de refugiarse a ese asilo. Decidme, Doctor mío, ¿la coordinación y armonía que tienen entre sí los movimientos de un reloj (vamos con el ejemplo de Santo Tomás) no es muy admirable? El señala las horas, los minutos, los días del mes, y si quisieran, puede mostrar el año: el señala todo esto a los ojos y a los oídos, y a veces al tacto; todos sus movimientos se arreglan por el movimiento del Sol, siendo este tan distante y tan vario. Esto supuesto, si jamás se hubiese visto reloj en el mundo, ¿no habíamos de pasmarnos viendo como todos aquellos movimientos concordaban y se arreglaban del mismo modo, y tal vez mejor que si fuesen de viviente racional?
SilvioNo tiene duda.
TeodosioY más ahora que sabemos que todo consiste en el artificio y en la disposición de las partes del reloj; viendo estas cosas, admiramos no el reloj, sino la ingeniosa mano que lo fabricó, de suerte que los movimientos del reloj nacen del muelle o del peso; pero la ordenación, la armonía y proporción que admiramos en esos movimientos, está en el artificio del reloj, y nació del relojero, que dispuso las ruedas con aquel artificio. Quisiera ahora imprimiros en el alma esta comparación y distinción, para que la tuviéseis siempre presente en el entendimiento. Así sucede en los brutos: los movimientos proceden del alma; pero el orden que hay entre [388] ellos procede del artificio que hay en los órganos del bruto, ordenado y dispuesto por el Artífice divino; luego así como atribuimos toda la armonía de los movimientos del reloj al Artífice, así también hemos de atribuír toda la armonía que hay en los movimientos del bruto a su Artífice que es Dios.
SilvioAsí es; pero en los brutos vemos cosas mucho más admirables.
TeodosioNo lo dudo; pero también hay máquinas mucho más admirables que el reloj, en las cuales todo se hace por artificio y disposición de la materia. Si vos, Doctor mío, nunca lo hubiéseis visto, y os dijese un amigo vuestro: me atrevo sin abrir yo la boca, ni ninguna de las personas que están conmigo, a hacer cantar en esta sala cualquier papel que quisieran con todas las cadencias, puntos y afinaciones que pidieran, y esto en el tono que quisieran, suave o fuerte, alto o bajo, o con muchas voces o alguna sola; finalmente haré todo cuanto gustaren en materia de sonido: si alguno, digo, os ofreciese esto, ¿podríais creer que cabía todo en el artificio y disposición de la materia? Ciertamente que no, mientras no lo viéseis. Pues esto vemos cada día que hace un órgano. Siendo cierto, que toda la disposición de estos movimientos consiste en el artífice, que formó la máquina; y una vez hecha, no hay para que admirarse de sus efectos sino de la sabiduría del organero, que formó el órgano. [389]
SilvioAsí es; mas en esto hay una gran diferencia; pues esas máquinas siempre hacen lo mismo, y los brutos hacen acciones diversísimas.
TeodosioDiré. Una cosa tengo observada en los brutos, y también reparó en ella Santo Tomás, y es que todos los de la misma especie hacen semejantes obras. Por ejemplo los micos (hablando del modo ordinario) hacen semejantes gestos o monerías, los perros semejantes habilidades, los caballos semejantes movimientos; de suerte, que según vemos regularmente, todos los animales de una especie o casta hacen las mismas operaciones, así como todas las máquinas de un mismo género hacen los propios movimientos.
SilvioPero hay algunos que hacen operaciones muy distintas de los demás.
TeodosioTambién hay máquinas que hacen movimientos y efectos más extraordinarios, v.g. en género de relojes, los hay especialísimos; y en género de órganos, hay órganos más extraordinarios, &c.
SilvioAsí es; pero cada bruto de por sí hace millares de operaciones diferentes; y todas estas operaciones no pueden estar dispuestas en la estructura que tienen los órganos de los brutos.
Teodosio¿Por qué no? Así como en la estructura de un órgano músico están dispuestas todas las voces y consonancias que hace y puede hacer, que son innumerables, principalmente [390] en los órganos mayores.
SilvioSí; pero esos son unos movimientos ciertos que ya se saben; porque tocando en esta tecla y estando abierto este registro, ya se sabe que forma tal sonido determinado.
TeodosioTambién haciendo a un bruto cierta señal determinada en ciertas circunstancias, ya se sabe que corresponde con tal movimiento determinado, v.g. mostrando a un perro la vara, huye; mostrándole un pedazo de pan, viene, y así en las demás acciones, que casi todas son ya sabidas, especialmente no mudándose las circunstancias.
EugenioA veces no es eso muy cierto; porque soliendo aquel perro vuestro hacerme muchas fiestas, en algunas ocasiones lo extraño, porque haciéndole las mismas caricias, no me corresponde del mismo modo: creo que ha de suceder lo mismo en todos.
TeodosioConfieso que así sucederá muchas veces; pero en ese caso habéis de saber que se mudan algunas circunstancias notables; o el cerebro del perro está más perturbado con algún incidente, por el cual no suceden los movimientos del mismo modo; así como muchas veces en los relojes vemos algunos movimientos irregulares fuera de toda regla, los cuales en la realidad han de tener causa en la disposición de las ruedas, aunque muchas veces no atinamos con ella. [391]
SilvioCon que visto eso, ¿tenemos a los brutos como unos relojes?
TeodosioEn todo no; pero en cuanto a esta disposición y orden de los movimientos, sí; y esto mismo fue pensamiento de Aristóteles {(I) 2. de Gen. an. c. I. Fieri etiam potest, ut hoc ab hoc moveatur, sintque proinde admirabilia illa automata. }; pero hay siempre una diferencia muy grande; que los relojes son obra hecha por la idea y artificio humano, y los brutos son obras delineadas por la idea divina, y hechas por su Omnipotencia; y hemos de asentar que se mostró más prodigiosa en la creación de los brutos, que en las demás cosas sensibles, por la mayor semejanza que tienen con el hombre, obra sin duda la más perfecta que salió de las divinas manos.
SilvioEso está muy bien dicho y muy bien trazado; mas verdaderamente no puede ser así.
TeodosioDecidme por qué.
SilvioPorque los relojes y demás máquinas nada hacen ellas por sí si no las tocan; pero los brutos vemos que por sí mismos sin tocarles nadie, se mueven libre y espontáneamente.
TeodosioEn ese breve período apuntásteis algunas cosas, que no puedo dejar pasar: primeramente en los brutos no habéis de admitir libertad: esta perfección sólo la tiene la naturaleza humana u otra cuyo principio de [392] sus operaciones sea espiritual; porque libertad en cosa meramente material no la hay: ni me persuado a que habéis de dudar de esto; porque creo que ningún Autor Católico admitirá en los brutos libertad propia, ni tampoco verdadero juicio, el que para ella es preciso; de lo contrario, los brutos serían animales racionales como el hombre, y capaces de merecimiento y culpa como nosotros: ni tampoco me quiero molestar en esto.
SilvioNo os molestéis, pues no es preciso: bien sé que los brutos no son libres como lo somos nosotros.
TeodosioLuego en los brutos no hay principio libre de operaciones; esto es, principio que obre pudiendo no obrar.
EugenioTened paciencia, Teodosio, hablad un poco más claro para que os acomodéis a mi rudeza.
TeodosioQuiero decir: luego cuando el bruto hace un movimiento, v.g. cuando viene a buscar a su dueño, no está en su mano el no venir, porque entonces sería libre: si viene, necesariamente viene, ni puede dejar de venir.
SilvioNo se puede negar, así es.
TeodosioLuego en los brutos no hay más libertad que en un reloj u otra máquina; pues así como cuando esta hace sus movimientos, necesariamente los hace, y no puede dejar de hacerlos, así el bruto (conforme a lo que está concedido) cuando hace un [393] movimiento, de tal suerte lo hace, que no puede dejar de hacerlo, aunque nos parezca a nosotros que lo hace libremente con facultad de no hacerlo.
SilvioSiempre hay la gran diferencia, que ya apunté; y viene a ser que esos movimientos de los brutos, aunque sean necesarios, no obstante los brutos por sí mismos se determinan a ellos sin tocarles nadie; lo cual no sucede en los relojes, y órganos y otras máquinas, en las cuales siempre es preciso tocar para que hagan sus movimientos.
TeodosioVamos a eso, que hay mucho que decir. Ya hemos asentado que toda sensación se hace por una especie de toque o impresión, no sólo la sensación en el tacto, sino también por los ojos, oídos, &c. Pregunto ahora: ¿Los brutos hacen algún movimiento sin que preceda alguna sensación, esto es, sin ver alguna cosa u oír alguna voz u oler o usar de otro sentido? Yo creo que no; porque si pusiéramos un perro que no vea, ni oiga, ni sienta olor alguno, ni persona alguna le toque, no ha de hacer movimiento ninguno de esos que admiramos.
SilvioPor lo menos hablando ordinariamente cuando hacen estos movimientos, siempre es por lo que ven o por lo que sienten con otro cualquier sentido.
TeodosioLuego no hacen operación ninguna sin que les toquen; por cuanto ya me concedísteis que toda sensación era una especie [394] de toque que se hacía en los órganos de los sentidos; y así en esto los tenemos también semejantes a las máquinas, sólo con esta diferencia, que en las máquinas artificiales es preciso un toque más fuerte, y en los brutos basta aquel toque o impresión que pueden hacer los rayos de la luz o el movimiento del aire (en que consiste el sonido, &c.); pero el origen de esta diferencia consiste en que las máquinas hechas por los hombres son mucho más groseras que las máquinas hechas por Dios, que son los brutos.
SilvioSe hace muy duro conceder que todas estas acciones de los brutos, que admiramos, procedan de la disposición de los órganos del bruto.
TeodosioSe hace duro a quien no se libra de las preocupaciones del entendimiento; mas no a quien sinceramente quiere conocer la verdad, y no tiene una cosa por imposible (como muchos) precisamente, porque nunca la oyó o nunca le dio asenso. Lo cierto es que muchas cosas son en la realidad de aquel modo que nos parecía imposible que fuesen, hasta que la experiencia nos desengañó. Asentemos que Dios es más sabio en obrar, que nosotros en conocer; y que puede hacer cosas, que cabiendo en su Omnipotencia, no caben bien en nuestra comprensión. ¿Por ventura halláis que no cabe en la Sabiduría de Dios hacer una tal disposición en los órganos de los brutos, que a esta sensación se [395] sigan estos movimientos, a otra sensación otros movimientos, y a otra otros; y movimientos tan ordenados y tan diversos como vemos en los brutos, de suerte que no experimentemos diferencia alguna? Decid sinceramente: ¿Halláis que Dios no puede hacer estas máquinas del modo que nosotros decimos que son los brutos?
SilvioEso en el caso que Dios lo hiciese, sería un gran milagro y una obra estupendísima.
TeodosioY aún ahora estamos en que todas las obras que Dios hizo y crio en el principio del mundo fueron unos grandes milagros, y cualquiera de ellos estupendísimo. ¿Hay mayor milagro que la disposición maravillosa de los cielos y movimiento de los astros? ¿No es milagro y muy grande la conservación de esta máquina del mundo, y la disposición admirable que tenemos en nuestros mismos cuerpos? Quien considerare atentamente el modo con que nos nutrimos, con que nos movemos, con que se conserva nuestra vida, la generación de las plantas y demás vivientes; ha de tener esto por mayor milagro que la resurrección de los muertos: mas estas obras no admiran, porque son comunes y diarias, y como dice San Agustín {(I) D. Aug. Serm. 147. de Tempor. Majora quidem miracula sunt tot quotidie homines nasci, qui non erant, quam paucos resurrexisse, qui erant, & tamen ista miracula non consideratione comprehensa sunt, sed assiduitate viluerunt.} [396] con la costumbre se hacen menos admirables: con que, aunque tengáis mucho de que admiraros, no debéis negar por eso que Dios haga de ordinario unas obras tan estupendas como estas máquinas de los brutos.
SilvioAun así yo no puedo comprender eso: quisiera que me explicáseis por ese modo aquellas ingeniosas acciones de los venados, micos, &c. de que hemos hablado al principio.
TeodosioExplicar cada acción en particular es imposible; así como es imposible que sin abrir un reloj, digamos en particular cómo se hace este o aquel movimiento, pero estamos ciertos, que todos ellos proceden de la disposición de sus ruedas, y por ella se explican todos en común: así sucede también en los brutos.
SilvioPues explicadme, por lo menos en común, como pueden las diversas sensaciones causar diversas operaciones en los brutos.
Explícase cómo las diversas sensaciones causan en los brutos diversos movimientos
TeodosioCon mucho gusto: primeramente hemos de asentar que todas esas operaciones admirables de los brutos consisten en ciertos movimientos del cuerpo o de sus miembros.
SilvioNo tiene duda. [397]
TeodosioEstos movimientos también hemos de suponer como cosa cierta que se hacen maquinalmente, no sólo en los brutos, sino también en los hombres; esto es, que para mover una persona una mano v.g. no basta querer, es preciso que se muevan de tal suerte los espíritus animales, que llenen los músculos, y estos se vayan contrayendo de suerte que tiren de los tendones, los cuales están asidos a los huesos: de esta suerte se hace el movimiento.
Eugenio¿Y por dónde nos consta eso?
TeodosioPorque así se ve con los ojos, ni duda de esto quien tiene alguna luz de Anatomía: por eso los que padecen perlesía, por más que quieran, no pueden mover el pie o brazo, que está tocado de ella; porque los conductos y vasos por donde los espíritus animales habían de venir a llenar los músculos, están impedidos y embarazados; además de que si un hombre quisiere mover las orejas, como mueve los dedos, por más que trabaje, no lo conseguirá porque no tiene músculos al efecto: luego para que una persona mueva un miembro, no basta querer.
EugenioPero también a veces mueve una persona los miembros sin querer, como vemos en las convulsiones.
TeodosioEs porque los espíritus animales acuden a esos músculos, y hacen todas las operaciones precisas para el movimiento; con que [398] es fuerza que se muevan los miembros, queramos o no queramos.
SilvioEso no tiene duda: vamos adelante.
TeodosioPues en cuanto a esto lo mismo sucede en los brutos: no hacen ningún movimiento sino es mediante este mecanismo, en cuanto los espíritus animales acuden a los músculos y los llenan, &c. Una sola diferencia hay entre los hombres y los brutos, y es que en los hombres el movimiento de los espíritus animales en orden a estos efectos, está pendiente de la voluntad (prescindo de la enfermedad, o sueño, u otra cualquier cosa que quite la libertad); pero en los brutos quien les determina los espíritus animales para mover ahora esos miembros y después otros, son las diversas impresiones que se hacen en el cerebro del bruto por las sensaciones de los sentidos externos (advierto que no hablo de aquellos movimientos que son vitales, como es el corazón: hablo de los movimientos que llaman espontáneos). Me explicaré más claramente: hemos asentado ya que todas las sensaciones del bruto hacían su impresión en el cerebro: también supongo que os acordáis de que estas impresiones se hacen porque el objeto, moviendo el sentido exterior, ha de mover necesariamente los espíritus animales que residen en los nervios, los cuales en ramos tenuísimos están esparcidos por el cuerpo del bruto, y que por los espíritus animales que residen en los nervios, se [399] va continuando este movimiento hasta el cerebro; y de este modo se hace allá la impresión del objeto que está acá fuera, y que nosotros percibimos con el sentido externo.
SilvioDe todo esto me acuerdo: continuad.
TeodosioA estos nervios, pues, podemos llamar sensorios; esto es, nervios que sirven a los sentidos, para no confundirlos con los que sirven al movimiento de los miembros; porque hay unos nervios que sirven a los sentidos externos, y otros que sólo sirven para el movimiento de los miembros.
SilvioDe aquí procede que hay unos estupores que sólo privan a los enfermos del movimiento, pero dejan libre la sensación: otros hay por el contrario que privan una y otra cosa.
TeodosioAdelantemos ahora el discurso. Todos esos nervios tienen su origen en el cerebro; y es de advertir, que por todos ellos se mueven espíritus animales, o de la misma o de diversas especies, mas con gran diferencia; porque en los nervios sensorios empieza el movimiento por la parte inferior que está en el sentido externo, y se va continuando hasta la cabeza; pero en los nervios que sirven al movimiento de los miembros, comienza el movimiento de los espíritus por la parte de la cabeza, y se va continuando hasta el miembro que ha de moverse: de suerte que el movimiento de los espíritus que están en los nervios sensorios, es determinado [400] por el objeto exterior; y el movimiento de los espíritus que están en los otros nervios, tiene su origen en la cabeza o cerebro. ¿Tenéis en esto alguna duda?
SilvioNo.
TeodosioAñadamos que es muy fácil que el movimiento que por los nervios sensorios se comunica hasta el cerebro, excite los espíritus animales para que entren por los nervios que sirven al movimiento. ¿Comprendéis esto?
EugenioLo comprendo y con facilidad.
TeodosioPues he aquí como pueden las sensaciones en los brutos excitar en ellos diversos movimientos. Entonces a la disposición del Artífice divino, que formó estas máquinas, pertenece disponer de tal suerte aquellos órganos, que a esta determinada sensación se sigan determinados movimientos u operaciones: a otra sensación otros movimientos, &c. Por eso (nótese) los animales de la misma especie, como tienen mucha semejanza en los órganos interiores, a la misma sensación responden con semejantes movimientos: y a la sensación diversa con diversos movimientos.
EugenioCon todo eso yo creo que no habrá bruto, que haga totalmente las mismas operaciones que otros aún de la misma especie.
TeodosioEs porque tampoco ha de haber alguno que tenga la misma disposición de órganos [401] que tiene el otro sin diferencia alguna; así como vemos que ningún hombre tiene las mismas facciones del rostro que tiene otro. Pero cuando se dice que los brutos de la misma especie hacen las mismas operaciones porque tienen la misma organización, es hablando de las operaciones y organizaciones más en común, sin atender a las particularidades accidentales.
SilvioVed, Teodosio, que tenéis contra vos un terrible argumento en las operaciones que los brutos hacen enseñados por el arte: ¿por ventura diremos que los hombres les mudan allá dentro la organización?
EugenioTocáis, Silvio, una gran dificultad.
TeodosioVamos a la respuesta. Primeramente hemos de asentar que Dios nuestro Señor (supuesto lo que he dicho) de tal suerte formó los órganos del bruto, que a aquella sensación que fuese ingrata y molesta o no conveniente a los fines para que los ordenó, correspondiesen movimientos tales que evitasen esta molestia; así como por el contrario, a aquella sensación que fuese agradable y conveniente, correspondiesen movimientos con que la conservasen o buscasen. Esto no es imposible, antes bien, concuerda con las operaciones de los brutos: todos huyen de lo que no les conviene, y buscan lo que les es conveniente. Supuesto esto como principio cierto, tenemos descubierto el modo con que la enseñanza puede determinar los brutos a varios [402] movimientos; porque todos esos movimientos que los brutos hacen por la enseñanza, todos son porque huyen de alguna cosa que no les gusta, o porque buscan alguna que apetecen. Vamos a la experiencia: ¿Cómo se enseña a un caballo los movimientos que hace tan compuestos y ordenados?
EugenioHaciéndole trabajar y andar en el picadero.
TeodosioY para hacerle andar, ¿qué le hacen?
EugenioLe dan con la vara.
TeodosioHe aquí lo que yo decía: tiene el bruto (como ya dijimos) los órganos de tal suerte dispuestos, que a la sensación desagradable se sigan movimientos con que se libre de ella; por eso al dolor de la vara se siguen movimientos de huír y andar, y repiten los golpes hasta que se sigan los tales movimientos. Decid más, Eugenio, ¿cómo le hacen levantar la cabeza?
EugenioCastigándole con el freno y con los cabezones.
TeodosioHe aquí otra vez lo que yo decía: los picadores tienen experiencia que a esta sensación se sigue el movimiento de levantar la cabeza para evitar la molestia que tendrían estando con ella baja cuando le tiran por los cabezones hacia arriba, y de esta manera le hacen levantar la cabeza. Del mismo modo u otro semejante le enseñan y acostumbran a todos los demás movimientos; porque bien [403] se sabe que todo se consigue a fuerza de golpes; y que la vara, la espuela y el látigo son los medios de su enseñanza; y como los picadores saben por experiencia cuáles son los movimientos que corresponden a cada sensación en particular, por eso le hacen ya una, ya otra sensación, según los movimientos que desean.
SilvioDejáos de eso: ¿cómo es creíble que los hombres puedan hacer que una poca de materia con esta o aquella organización, se mueva con movimientos tan compuestos y ordenados sin haber allí principio de ese movimiento distinto de la materia?
TeodosioNo os parezca eso dificultoso; porque podéis ver con vuestros ojos cosa semejante. Un amigo mío tiene una figura de palo, que por sí misma danza y toca un instrumento, y hace varias cortesías a los circunstantes con el mayor garbo y bizarría, y esto todas las veces que se desea, porque sólo es preciso darle cuerda con una llave, como a un reloj: y todo esto procede de la organización de la materia.
EugenioUno de estos años pasados ví en Lisboa otra cosa semejante, y no menos pasmosa: estaba sobre una mesa una casa pequeña, abríanse las puertas y aparecía una figura allá dentro; y luego le pedían de fuera té, café u otra cosa semejante; oído el recado, hacía la figura su cortesía reverente, cerraba las puertas, y de allí a poco traía lo [404] que le habían pedido con admiración de los circunstantes: es de notar que este gabinete, donde se recogía la figura, estaba totalmente apartado de la pared, y que todo esto, según observé, se hacía por mecanismo, porque en una ocasión en que no se ajustaban bien estos movimientos, el dueño de esta fábrica sólo le hizo una pequeña mudanza, que dio resultado para que se arreglasen después como se deseaba.
TeodosioMás estupenda sin duda es una ingeniosa fábrica inventada por un Inglés, que hay en el Colegio de Luis el Grande en Francia {(I) Regnault. Entret. fisic. tom. 4. pág. 47.}: tienen dos partes: en una se representa un Orfeo tocando su lira en el medio de una floresta entre algunos animales, con tal artificio, que con la cabeza y pies acompaña el compás del canto, y los animales parece que son atraídos por la suavidad de la música. En la otra parte se representa la tierra y el mar en perspectiva: por el mar van algunos navíos navegando, dando varias vueltas y disminuyéndose poco a poco: por la tierra van algunos caballeros que mudan de postura, como también los caballos cuando suben o bajan: hay también carrozas y carruajes, cuyas ruedas se mueven circularmente como en los carruajes verdaderos; y lo que ocupa toda la admiración es un pato que va huyendo por el agua, sumergiéndose de [405] cuando en cuando, y un perro que le persigue en ella, hasta cogerle finalmente. Se ve también un molino que anda alrededor aparentemente con la fuerza del agua y cómo hace espuma; y un cisne que también nada y se zambulle en el agua de cuando en cuando, extendiendo el pescuezo, sacudiéndolo, volviéndolo sobre las espaldas, y arreglando las plumas, &c. Entretanto se oye un armonioso concierto de sirenas y ruiseñores, que casi transportan a quien quiere dar a estas cosas la atención que merecen; porque todo esto se hace con el mecanismo interno de ruedas, &c.
SilvioNo hay duda que eso es una cosa pasmosa, y que parece increíble.
TeodosioLa fe humana nos obliga a creer estas cosas, como también otras muchas de este género que se hallan en Autores dignos de crédito. Aulo Gelio {(I) L.10. Noct. Attic.} hace mención de unos palomos artificiales que volaban. En el Journal des Scavans {(2) Año de 1683 a 22 de Noviembre, pág. 188 de la última edición.} se hace memoria de una estatua ideada por un preso, la cual salió de la prisión, y por diferentes calles fue a presentar un memorial al Rey de Marruecos en su Palacio, y volvió a la cárcel sin más alma que el mecanismo interno: otras muchas cosas os podía referir de este género. Ahora se sigue el argumento: si estas máquinas, siendo [406] ideadas por los hombres, podían hacer estos movimientos tan concertados y tan pasmosos, que parecían vivas, ¿cómo no podrá Dios hacer en los brutos una cosa semejante? ¿No sabéis que la Omnipotencia y Sabiduría de Dios excede infinitamente a la idea debilísima de los hombres?
SilvioYo no dudo de eso. Pero hay una gran diferencia; porque los brutos no hacen sólo unos movimientos determinados y ciertos como esas máquinas.
TeodosioYo no digo que son lo mismo: solamente digo que se hace argumento y grande de una cosa para otra; pero si os causa dificultad, no lo ordenado de las acciones, sino su multiplicidadd, y el que empiecen y acaben según nuestra voluntad, todo esto y más os mostraré en el órgano músico; y si no decidme: ¿cuál es mayor, la diversidad de movimientos externos o manejos que hace un caballo bien enseñado, o la diversidad de sonidos que hace un órgano de veinticuatro registros, que tal vez forma más de mil voces diferentes? Y si os parece poco, suponed que construímos un órgano de cuarenta y ocho registros y más, como se puede hacer. No podéis negar que más diversas son las voces del órgano, que los movimientos del caballo. Decidme, pues, ¿quién se arregla más a las reglas del arte, el caballo en la mano de un diestro picador, o el órgano en las de un sabio organista? [407]
SilvioMás se arregla el órgano, porque finalmente el caballo siempre es bruto.
TeodosioPregunto más: ¿cuál de estas dos cosas ejecuta con más prontitud lo que se pretende, el caballo o el órgano?
SilvioHablando regularmente, digo que el órgano.
Teodosio¿Cuál empieza o acaba más pronto?
SilvioEl órgano.
TeodosioPues si las voces del órgano son más conformes a la regla de la música: si son más diversas entre sí; y si obedecen más facilmente a la voluntad del organista, que los movimientos del caballo al picador, ¿por qué os admiráis de que yo diga del caballo lo que vos decís del órgano? ¿Por ventura en el órgano no proceden estos moviminetos y estas voces solamente de la disposición de la materia ayudada de la ciencia del organista? Yo creo que no habéis de admitir en el órgano alma distinta de la materia.
SilvioEso no: alma en el órgano no se puede admitir.
TeodosioPues también los movimientos del caballo proceden de la organización del bruto ayudada de la ciencia del picador. Y así o confesar que el órgano tiene alma material distinta de toda materia, o confesar que los brutos pueden hacer esos movimientos, que les enseña el arte, sin que admitamos en ellos esa alma material distinta de todo lo que es materia. [408]
SilvioNi una cosa ni otra; porque el órgano, no obstante toda la disposición de la materia y la ciencia del organista, sin aire no suena.
TeodosioTambién si pusiéramos al caballo sin espíritus animales no andaría.
SilvioEl órgano no suena sin que le pulsen las teclas con los dedos.
TeodosioNi el caballo hace dichos movimientos sin que le toquen por medio de alguna sensación. Por tanto, respondiendo a vuestra duda, que trajo a este punto nuestra conversación, digo, que los hombres no mudan con el arte la organización de los brutos: lo que hace el arte es observar los movimientos con que los brutos responden naturalmente a varias sensaciones; y conforme a los diversos movimientos que se pretenden, manda el arte hacerles ya una, ya otra sensación: así como el músico que toca el órgano, no le muda la fábrica interior cuando quiere tocar un concierto nuevo; sino que tiene observado que cuando toca en esta tecla, a causa de la disposición que hay en él, suena una voz alta; y cuando toca en la otra inmediata, suena otra voz un punto más alta; por eso toca ya una, ya otra según la voz que desea que suene.
EugenioCon que tenemos los caballos como unos órganos músicos; de suerte que el organero, o el artífice que fabricó el órgano, corresponde a Dios, que es el Autor de la [409] admirable fábrica que hay en los brutos. El viento que entrando y saliendo por los cañones hace las voces, corresponde a los espíritus animales, que discurriendo por los nervios y músculos, causan los movimientos de los brutos: finalmente el organista tocando según el papel ya en esta, ya en aquella tecla, corresponde al picador, unas veces acercando la pierna, otras tirando del freno, otras arrimándole la espuela, para hacer andar al caballo conforme al arte.
TeodosioEn todo no son lo mismo; pero en cuanto a eso me parece que es bien clara la semejanza.
SilvioQuisiera que me mandáseis hacer una máquina de esas, en que yo pudiese andar a caballo; porque no había de cansarse, ni hacer gasto con el sustento.
TeodosioNo digáis eso burlando: en el Journal des Scavans {(I) Año 1680 a 15 de Enero, pág. 9} he leído yo que un curioso hizo un caballo de artificio capaz de andar de siete a ocho leguas en un día; pero había de ser por camino llano.
Silvio¿Y cómo explicais lo que muchas veces observamos, que sin haber esas sensaciones, esto es, sin que castiguen a los brutos con varas o espuelas, hacen a fuerza de enseñanza movimientos muy ordenados y conformes a la voluntad de quien los gobierna? Se veía esto claramente en un célebre caballito, [410] que vi en Lisboa, que hacía varias habilidades. Nadie lo tocaba; le preguntaban la tierra de donde era natural, le apuntaban Portugal, Francia, Alemania, &c. y con la cabeza respondía que no: le decían Escocia, y la bajaba, diciendo que sí: le decían que fuese a buscar al dueño de la casa, al que tal vez jamás había visto, recorría gran número de personas, y paraba prontamente en donde él se hallaba: le mostraban un reloj, le preguntaban qué hora era, y con la pata batía tantas veces cuantas eran las horas; y del mismo modo respondía a todo cuanto le preguntaban: le mandaban que fuese a la guerra, al instante cojeaba, mostrándose inhábil para ese laborioso ejercicio: le significaban que había de ir infaliblemente, se echaba en el suelo como un muerto, pasaban por encima de él, le meneaban los pies, y no daba ninguna señal de que estaba vivo. Como fingía estar muerto, hablaban de cuchillos para desollarle, y luego que oía esto, saltaba de repente vivo, poniéndose en pie muy ligero. Todos estos movimientos y muchos más hacía sin que nadie le diese con la vara , ni le molestase, pues andaba suelto y libre, haciendo lo que le mandaban. Esto, pues, que yo he visto con mis ojos, desbarata todo vuestro sistema; porque las causas que determinan estos movimientos, no eran (como vos decís) las sensaciones del bruto: aquí necesariamente se ha de admitir principio distinto de la materia. [411]
TeodosioSi llevados de esas habilidades, hubiésemos de admitir en el bruto de que hablamos, principio o causa proporcionada a esos movimientos, y esto dentro del mismo bruto, entonces hemos de concederle alma más perfecta que la de los hombres; porque muchos hombres con tener juicio y alma espiritual, no han de hacer lo que hacía el caballito; por lo menos yo si entrando la primera vez en una casa me mandasen buscar entre muchas personas el dueño de ella, no había de atinar con él: mucha gente hay que mostrándole un reloj, no sabrá decir qué hora es, por no entender las letras romanas con que se señalan y expresan.
EugenioLo cierto es que yo he observado varias veces, que aún fuera del caso en que estamos, muchos brutos hacen acciones más industriosas que algunos hombres.
Silvio¿Pues entonces que respondéis a eso?
TeodosioRespondo que el principio de donde nacían todas esas acciones, estaba parte en la organización del bruto, y parte en la persona que le gobernaba. Se prueba manifiestamente; porque si alguna otra que no fuese el que le solía mandar, le hiciese estas preguntas, o mandase hacer estos movimientos, ciertamente no haría cosa alguna.
EugenioAsí es: yo que también lo he visto, observé que sólo obedecía a un extranjero, que venía con él.
TeodosioDigo, pues, que también esos movimientos [412] procedían de las sensaciones que recibía en los sentidos externos, sino por el tacto, por los ojos o por los oídos.
EugenioYo reparé que muchas veces su dueño también se acercaba a él y le ponía las manos ya en los hombros, ya en el pescuezo, &c.
TeodosioPregunto más, ¿y cuándo no le tocaba, no estaba el extranjero siempre a la vista?
EugenioAsí es; y el caballo tenía los ojos fijos en él.
Teodosio¿Y cuándo el caballo empezaba a hacer algún movimiento o lo acababa, hacía el extrangero alguna acción?
EugenioSiempre se movía, o hacía alguna nueva postura con el cuerpo; por lo menos, cuando preguntaban al caballo alguna cosa a la que había de responder dando cierto número de golpes en el suelo, observé que luego que llegaba al número deseado, el extranjero, que antes estaba inclinado sobre el bastón como para ver lo que hacía, se levantaba algún tanto, y el caballo cesaba de golpear con la pata.
TeodosioPues semejante diligencia debéis creer que hacía para todo lo demás.
EugenioYo así me persuado; bien que no reparé, porque en una sola vez no podía observarlo todo.
SilvioPero aún resta mostrar el modo con [413] que la vista de estos leves movimientos del extrangero determinaba al caballo para comenzar o acabar los suyos.
TeodosioDiré: al principio cuando le enseñase, el extrangero no había de hacer esos movimientos así como ahora los hacía, sino que había de acompañarlos de alguna sensación más fuerte de muchos golpes que le daría, y por medio de ellos le había de hacer comenzar o cesar los movimientos, o también por medio de algunas sensaciones agradables.
SilvioQue entonces esas acciones por ir acompañadas de golpes fuesen causa de esos movimientos, está muy bien, pero ahora que no le entraban más que por los ojos, ¿cómo le podían determinar a ellos?
TeodosioEso lo vemos a cada paso, cuando el perro v.g. huye de la vara que le mostraron, sin tocarlo, sólo porque le castigaron con ella, y la razón es: porque como ya dije cuando castigaron al perro con la vara, juntamente se le hicieron en el cerebro dos impresiones, una de la vara mediante su vista, otra del dolor mediante el sentido del tacto; y como estas impresiones quedaron juntas, excitada una, fácilmente se excita la otra; por eso ahora que ve la vara, no sólo se le excita la especie o impresión de la vara, sino también la impresión que hizo el dolor: y esta es la razón por la que huye, como es la misma que se hizo al principio, [414] determina ahora al perro para los mismos movimientos para los que entonces lo determinó: lo mismo se debe decir del caballito.
EugenioEsto, Doctor mío, me parece conforme a razón.
SilvioSe me ofrece, sin embargo, una dificultad y es que cuando se muestra a un bruto el sustento que apetece, si las circunstancias son tales que lo puede alcanzar sin precipitarse, en este caso el bruto no busca el sustento; y con todo eso, el sustento hace ahora la misma impresión en los ojos del bruto: luego es muy falso decir que la vista del sustento o su olor es el que determina al bruto para los movimientos con que lo busca.
TeodosioDecís vos que hay ahí la misma impresión; pues yo digo que es muy diversa. Cuando mostráis el sustento al bruto de esa manera, dos cosas le hacen a un tiempo impresión en los sentidos y en el cerebro, una el sustento, otra el principio: la primera lo determina para el movimiento, y la segunda para quedarse parado; por eso a vaces está ya moviéndose, ya reculando, y como temiendo el peligro.
SilvioPero siempre es duro decir que sólo la impresión que hace la vista de la vara v.g. determina al bruto, y le hace prorrumpir en esos movimientos.
TeodosioYo no hallo dificultad; y si no decidme ingenuamente: un hombre débil y de corazón poco animoso si ve una espada desnuda, [415] ¿no sucede muchas veces que se desmaye, pierda el color del rostro, le tiemblen las piernas, y esto porque no cabe más en su arbitrio; y muchas veces por más que quiera hacerse fuerte no puede? Aún más: se dispara un tiro repentinamente, ¿cuál es la persona que no se asusta y estremece con todo el cuerpo? Sueña un hombre que cae v.g. de un tejado abajo, y durmiendo se asusta y se estremece todo: muchas personas durmiendo se visten y andan un espacio grande de camino, y hacen otras acciones a las que estén acostumbradas de día: en accidentes habréis visto que muchas personas hablan con alguna conexión. Pregunto ahora: ¿quién determina al hombre para estos movimientos? El alma no puede ser; porque en unos casos se procede totalmente sin libertad, como en los primeros movimientos; y en otros el alma positivamente quiere embarazar dichos movimientos, y no puede, como se ve cuando una persona quiere disimular el susto, el miedo y otros movimientos que también lo son del cuerpo: de donde infiero, que si en este caso obra el alma, obra precisada y determinada por los espíritus animales o por la sensación de los objetos que vemos, que oímos o con que soñamos: de tal suerte que la impresión que nos hacen en el cerebro, nos determina a aquellos movimientos, aunque el alma no los determine o quiera impedirlos. Luego no es de admirar que sólo la vista de [416] la vara determine al perro para huír; porque así como en el hombre precede la noticia de que la espada, tiro, &c. son objetos que suelen molestar, también el perro tiene experiencia de que la vara le castiga.
SilvioContra eso tengo un caso sucedido: un día que me recogí a casa muy tarde, venía yo con mi mula con bastante hambre: la mula se encaminó a la cebada luego que la vio: yo sin embargo de tener la comida a la vista, ninguna fuerza sentía en mí que me moviese a lo mismo: luego si la vista de la comida no me determinó para los movimientos de ir a la mesa, también es fábula el que digáis que la vista de la cebada determinó a la mula para ir hacia el pesebre.
TeodosioLa razón de diferencia es muy natural, y me admiro que no la conozcáis: en el bruto quien gobierna y quien determina los movimientos son los espíritus animales, pero en el hombre es el alma; prescindo de los casos en que ésta obra sin libertad, como dije poco antes, porque sólo en esos es cuando los espíritus animales excitados por las sensaciones determinan el movimiento del hombre como sucede en los brutos.
Silvio¿Con que visto eso comparáis los hombres a los brutos? Vaya que podemos estaros obligados.
TeodosioA los hombres, en aquellas ocasiones en que no usan de la razón, ni de la libertad, no me arrepiento de compararlos con los brutos. [417]
EugenioAsí es; porque el uso de la razón y la libertad son los predicados que nos distinguen de los brutos.
Silvio¿Luego así como los hombres tienen alma distinta de toda la materia, también los brutos la tendrán?
TeodosioQuiero haceros la merced de suponer que os estáis chanceando. Por tanto concluyendo el punto en que estamos, digo que todos los movimientos generalmente que hacen los brutos por enseñanza, todos son determinados por las sensaciones; porque los hombres usando de su paciencia, observan cuáles son las sensaciones a que naturalmente se siguen los movimientos que pretenden, y valiéndose de su industria, se las hacen excitar cuando se desean los tales movimientos.
Eugenio¿Y si hablamos de las habilidades que ellos hacen por instinto natural?
TeodosioHemos de decir lo que ya dije, que proceden también de las sensaciones que reciben en los sentidos externos, supuesta la organización que tiene el bruto fabricada por Dios nuestro Señor, el cual sabiendo muy bien los movimientos que convenían al bruto, así para la conservación de su vida, como para otros fines que tuvo en su creación, de tal suerte formó todo su cuerpo, y especialmente el cerebro, que a esta sensación correspondiesen estos movimientos par buscar lo que le conviene, y a otra otros con que huyese de lo que le hace mal: y este es [418] en suma el sistema de los Modernos acerca del alma de los brutos. Cuando tratemos de los Vivientes, podremos volver a explicar este punto más largamente.
EugenioCon lo que queda dicho hago concepto de la respuesta que los Modernos dan a la dificultad que del alma de los brutos se forma contra su sistema. Ahora podemos dar por acabada la conferencia, porque ya es de noche cerrada.
Conclúyese esta cuestión
TeodosioAntes que nos apartemos, quiero saber qué concepto es el que formáis ambos de esta doctrina.
EugenioYo ciertamente me hallo muy inclinado a seguir vuestra opinión: sólo tengo esta dificultad. En vuestro sistema los brutos no serán cosa viva, así como no lo son las máquinas que los hombres hacen; y nosotros no podemos negar que los brutos son vivientes, porque vemos la diferencia que tienen cuando están vivos, de cuando están muertos.
SilvioAñadid que la Escritura y Padres en mil partes nos están persuadiendo esa verdad.
TeodosioMuchos se embarazan con esa dificultad, como si nosotros negásemos eso. Nosotros, [419] Eugenio, concedemos a los brutos dos géneros de vida, una vegetativa con que crecen y se nutren, y otra sensitiva con que sienten, como ya os expliqué; y si los brutos tienen estas dos vidas son máquinas vivas; mas reparad en la gran diferencia que forzosamente se ha de admitir entre nuestra sensación y la de los brutos, y esto basta en la opinión de los Peripàtéticos; pues la sensación en los brutos es puramente material y en nosotros es juntamente espiritual, como dije; lo cual arguye una diferencia tan grande, como la que va del espíritu al cuerpo. Y si Silvio quisiera que la sensación en nosotros sea acto de sola el alma, aún mucho mejor para el intento, porque quedará más notoria la diferencia. Pero la semejanza que los brutos tienen con las máquinas hechas por los hombres, no es en todo; porque las máquinas hechas por los hombres, no sienten, y las máquinas hechas por Dios, o los brutos, sienten; pero las llamo máquinas ppar explicar su organización interna dispuesta y ordenada por la suma Sabiduría de Dios nuestro Señor, y asímismo para explicar cómo los movimientos que hay en ellos, no proceden de un principio que esté dentro de ellos, el cual por sí solo determine y ordene todos los movimientos del bruto. Antes bien la determinación de los movimientos procede ordinariamente de las sensaciones externas: otras veces procede de la ley y disposición que [420] puso Dios en el cuerpo del bruto y en los espíritus animales, que son su alma, para determinados movimientos, como son todos los que sirven a la conservación de la vida v.g. los movimientos del corazón, &c. y aun algunos otros progresivos; pues muchas veces no es necesario impresión de objeto externo, sino que la misma alma, supuesta la estructura y algunas circunstancias que hay dentro del cuerpo del bruto, ejecuta algunos movimientos; pero así en uno como en otro caso, siempre el buen orden de los movimientos que hay en los brutos, procede de la disposición de los órganos ideada por Dios para fines determinados. Y en este sentido se dice que los brutos son máquinas; pero unas máquinas vivas y sensitivas. La diferencia que hay entre un bruto vivo o muerto, consiste en esto: que el bruto cuando muere, se perturba y desordena naturalmente su estructura interna, y además de eso los espíritus animales se evaporan {(I) S.Agustín o el verdadero Autor del libro de Cog. ver. vitae. Vita brutorum est spiritus vitalis constans de aere, & sanguine animalis, sed sensibilis, memoriam habens, intellectu carens, cum carne moriens, & in aera evanescens.}; y así perdiéndose el alma del bruto, que estaba en estos tales espíritus, y desordenándose la organización interna, muere el bruto, y no queda capaz de movimiento alguno porque le faltan los espíritus animales que son su alma. [421]
EugenioAhora ya no tengo la menor duda en vuestro sistema. Decid, Silvio, en que quedáis.
SilvioQuedo como estaba.
TeodosioEa, pues, Silvio, en uno de estos casos es cuando se ve la fuerza de la razón. Resistid cuanto podáis: no me concedáis sino lo que os parece que no podéis negar sin manifiesta injuria de la verdad, e idme respondiendo a lo que os pregunté. Os pido que toméis el peso a las proposiciones que os digo. ¿Vos admitís en el bruto principio o alma espiritual?
SilvioNo, porque si llevados de la semejanza que tienen las operaciones de los brutos con las nuestras, les diésemos alma espiritual, hemos de darle también alma intelectiva y discursiva contra lo que nos enseña la Escritura {(I) Psalm. 31. v. 9. Nolite fieri sicut equus & mulus, quibus non est intellectus. Velut irrationabilia pecora.Petr. 2. v. 12. Y con estos lugares se responde a algunos que parece les dan verdadero discurso y juicio.}, y asimismo alma volitiva; esto es, hemos de decir que tienen juicio y libertad; y entonces son animales racionales, y por consiguiente hombres como nosotros.
TeodosioDecís bien, ni se puede decir que tendrán estos predicados en grado menos perfecto; porque (notad bien esto, Eugenio), si nos hemos de regular por las obras, ciertamente las raposas, los monos y otros muchos [422] brutos tienen más industria y más sagacidad que muchos hombres. Los brutos que huyen de la hierba venenosa la primera vez que la encuentran, y buscan la medicinal la primera vez que necesitan de ella, ciertamente exceden a los hombres, que no conocen esto sino después de la experiencia, o después de haberlo aprendido de otros hombres, los que muchas veces lo aprendieron de los brutos: la astucia con que todos los animales buscan los medios precisos y convenientes a su conservación, y otros proporcionados a sus fines, y esto apenas nacidos, ciertamente es mayor que la de muchos hombres ya maduros en años, los cuales, no obstante su rudeza, son verdaderos hombres; y así si gobernándolos por las obras, hemos de admitir alma espiritual en los brutos, esta ha de ser tanto o más perfecta que el alma de muchos hombres; y teníamos ya que estos brutos eran hombres, y más hombres que muchos que viven entre nosotros con este nombre. La figura externa no sirve de nada en nuestro caso, ni tampoco el hablar; porque hay hombres mudos y monstruosos. Luego el alma de los brutos que está dentro de ellos, ciertamente no es espiritual.
SilvioAsí es: en eso concuerdo yo.
TeodosioBien: luego nosotros en este punto no nos hemos de gobernar ciegamente por las admirables obras de los brutos, porque de ser así, ni la materia precisamente, ni el alma [423] material, que es del mismo orden y de la misma esfera de la materia, podrán hacer estas operaciones; pues las operaciones de muchos brutos son más sagaces que las de muchos hombres, y estas piden un principio espiritual y superior a toda materia: luego también las de los brutos que son más sagaces que las de los hombres.
SilvioYo os concedo por ahora todo eso; pero entonces no pueden tener por principio puramente la materia.
TeodosioYo no he dicho hasta aquí que el principio de las obras de los brutos era la materia simplemente; es la materia dispuesta y ordenada por la suma Sabiduría de Dios, como hasta aquí tengo explicado (lo que es muy diferente), y en esta materia así dispuesta y ordenada por Dios del modo que tengo dicho, está el principio de estas operaciones admirables. Las obras son de los brutos; pero la ordenación de los medios para los fines es la que pide conocimineto de la conexión: toda la astucia y sagacidad: la noticia de las virtudes de las hierbas o de su veneno: todo el conocimiento de los peligros, todo finalmente lo que pide juicio o discurso, no está en el bruto, está en Dios, así como toda la proporción y buen orden de unos movimientos con otros en un reloj, no está en el reloj, sino en el relojero. Pensábais que yo les quitaba a los brutos alguna cosa, cuando en la realidad les doy más que [424] vosotros los Peripatéticos. Vosotros no les podéis conceder que obren por amor y conocimiento de fin: yo les doy esto; pero de suerte que los movimientos sean de los brutos, y que el principio de los movimientos, que es su alma, está dentro de ellos; de modo que la ordenación de esos movimientos esté parte en Dios, parte en la admirable disposición de los órganos de los brutos; así como la ordenación de los movimientos de las máquinas también están parte en los artífices que las formaron, y parte en la disposición de sus órganos, sin ser preciso que Dios esté obrando milagrosamente cuando el bruto obra; así como el relojero no trabaja cuando anda el reloj; y vos no habéis de negar que en la materia así dispuesta y ordenada por Dios, haya virtud para las obras admirables de los brutos.
Silvio!No he de negar! Niego una y otra vez.
TeodosioBien está; pues respondedme. Pregunto: ¿acaso podrá Dios sumamente Sabio y Poderoso hacer que sola la materia dispuesta por su mano haga todo lo que vemos en los brutos?
SilvioDios puede hacer eso; mas luego se había de conocer la diferencia de esas máquinas a las de los brutos.
TeodosioNo se conocería ciertamente la diferencia, si esas máquinas hiciesen lo mismo que hacen los brutos sin diferencia. Pregunto, [425] pues: ¿puede Dios, o no puede? Si acaso entendéis que la Sabiduría de Dios no llega a poder hacer esto, decidlo; mas advertid que la Sabiduría de Dios es infinita, y llega a donde no puede llegar nuestro pensamiento.
SilvioMuy bien: concedo por ahora que puede.
TeodosioPues supongamos que Dios produce verdaderamente en este jardín esas máquinas de que yo hablo, y que confesáis que Dios las puede hacer. Supongamos esto por ahora: ¿tendrían estas máquinas alguna señal por donde se diferenciasen de los brutos verdaderos, que andan por esos campos? Acordaros que hablo de máquinas que hacen los brutos sin diferencia alguna, ni pequeña ni grande.
SilvioNo tendrían diferencia.
TeodosioDecís bien; porque si la gente ruda no distingue muchas veces las figuras de artificio que hacen los hombres, de las figuras verdaderas, juzgando que cuatro trapos son cosas vivas, porque los ven imitar los movimientos de los hombres; con mucha mayor razón nosotros que somos rudísimos respecto de las obras de Dios, nos engañaríamos, no conociendo diferencia entre los animales verdaderos y esas máquinas ingeniosas hechas por la Sabiduría divina. Esto es en el caso que Dios las produjese aquí v.g. delante de nosotros. [426]
SilvioMuy bien: no tendrían diferencia.
Teodosio¿Y quién os dice que esto no es ahora en la realidad como hasta aquí solamente lo suponía? ¿Quién os dice que en la realidad no son todo esto y que por aquí vemos verdaderas máquinas hechas por Dios, así como tengo explicado? No tenéis que alegar señal alguna; porque ya vos mismo me confesásteis (y Eugenio será testigo) que en el caso que Dios las produjese, ninguna diferencia podríamos conocer en esas máquinas respecto de los brutos verdaderos. Luego si decís que esto no es en la realidad., como yo lo digo, una de dos, o me habéis de manifestar señal por donde conocéis esto, o confesar que lo decís sin razón alguna, y sin tener el más mínimo fundamento para decirlo.
EugenioSilvio está pensativo.
SilvioAsí es: no hay fundamento alguno para decir que el alma de los brutos no es como vos decís; mas tampoco lo hay para decir que es como vos decís.
TeodosioMe basta eso por ahora. Luego si no hay fundamento alguno para decir que el alma de los brutos no es como dicen los Modernos, se sigue que del alma de los brutos no se saca argumento alguno contra el sistema nuestro de las formas indistintas; porque nosotros respondemos a la dificultad como oísteis: y si no hay fundamento que impugne nuestra respuesta, queda en pie juntamente con nuestro sistema. ¿Qué decís a esto? [427]
SilvioDigo que todo ese discurso va formado en el aire. Se me ocurren nada menos que tres modos para responderos.
TeodosioVenga el primero.
SilvioMirad, Teodosio: Dios podrá tal vez absolutamente hacer esas máquinas que decís; mas no en esta providencia, porque tenemos en nosotros un conocimiento innato de que en los brutos hay alma sensitiva y cognoscitiva, y además de eso tenemos afectos de conmiseración para con ellos; y si ellos fuesen maquinales, como vos decís, entonces nos engañaba Dios poniendo en nosotros estos afectos; lo que no es lícito ni aún imaginar.
Teodosio¿Y tenemos también conocimiento innato de que los brutos tienen alma material distinta de la materia como dicen los Peripatéticos? Decid la verdad.
SilvioDigo que tenemos conocimiento innato de que ellos sienten y conocen.
TeodosioEso también se lo concedo yo.
SilvioNo, que la idea innata que tenemos nos persuade que ellos sienten así como nosotros.
TeodosioAhora ya es mucho más. Ya os mostraré que aún en vuestra opinión los brutos no podían sentir del mismo modo que nosotros; y que había una increíble diferencia entre su sensación y la nuestra; por tanto si en nosotros hay conocimiento innato, que nos persuada de que ellos sienten como nosotros, nos [428] persuade una gran falsedad; pero sí nos persuade meramente que sienten, aunque sea de un modo muy inferior y diferente al nuestro, de ahí no se sigue que tienen alma distinta de la materia y material; pues con el alma que nosotros les damos, pueden tener sensación, como ya dije.
SilvioPero la compasión que sentimos cuando se hiere a algún animal, ¿por ventura no es señal infalible de que hay en ellos alma distinta de la materia?
TeodosioPregunto yo también: y la lástima que sentimos cuando un niño coge un martillo y hace pedazos un reloj de buen autor; o cuando un bárbaro borra la pintura de un Mengs o de un Michel Angelo; o cuando cualquier obra que tiene artificio estimable nos cae al suelo y se hace pedazos, ¿es acaso la pena que naturalmente sentimos, es, digo, señal de que haya en aquellas cosas alma distinta de la materia?
SilvioNo; porque esa compasión o lástima procede de alguna circunstancia particular, y ordinariamente de la pena que nos causa; pero en los animales no es así; porque todos tienen compasión del mal que se les hace; de que se infiere que esta compasión es afecto innato ideado por Dios a la naturaleza racional.
TeodosioSupuesto eso, yo creo, que cuando para vuestro consumo mandáis matar terneras y degollar las aves, tendréis una fortísima [429] compasión; y cuando vais de caza, que matáis una perdiz o una liebre, que siguen su camino sin haceros mal, en este caso se os partirá el corazón de dolor, especialmente cuando veis que una chocha en medio de la carrera, que llevaba por los aires, os cae de repente a los pies, entonces será el dolor de los dolores. ¿Será esto así, Eugenio?
EugenioYo confieso que disfruto infinitamente de semejantes ocasiones y no me tengo por cruel; y de esta opinión son todos los que se aplican a la caza.
TeodosioEn una palabra, Silvio: ¿no me diréis que más conexión tiene nuestra compasión con el alma material, o con el alma que sea en sí materia? Es cierto que ni una, ni otra hacen los brutos sensación como la nuestra; y tanto una, como otra causa una sensación muy inferior; y así tomad otro camino.
SilvioPues entonces digo abiertamente que Dios no puede hacer tales máquinas como esas, que es la respuesta que dan muchos.
TeodosioY eso, como es sentencia definitiva contra la Omnipotencia, ha de tener fundamentos muy sólidos: ¿y cuáles son ellos?
SilvioDiré lo que me enseñaron, hace pocos días, que respondiese: en movimientos meramente locales, y máquina que sea puramente materia, no puede haber gustos, deleites, sentimientos, apetitos, &c. los cuales como quiera que sean semejantes a los nuestros, y supongan [430] en nosotros principio intrínseco y distinto de la materia; consiguientemente lo deben suponer en los brutos, y así Dios no puede hacer tales máquinas.
TeodosioBien: sacadme ahora de esta duda: suponed que yo decía, que Dios no podía formar los brutos sin alma espiritual, y que discurría como vos, diciendo así: En los brutos vemos gustos, apetitos, sentimientos, los cuales como quiera que sean semejantes a los nuestros, si en nosotros nacen de principio espiritual, también en ellos deben de proceder de semejante principio. Reparad que son casi las mismas palabras de vuestro argumento: ¿qué habéis de responder? Una de dos (reparad bien esto), una de dos, o los sentimientos, apetitos, &c. que experimentamos en los brutos, por la semejanza que tienen con los nuestros, piden principio semejante al nuestro, o no. Si lo piden: luego así como en nosotros el principio es o en todo o en parte espiritual, también en ellos será espiritual (y esto no lo queréis conceder); si no piden principio enteramente semejante, entonces no vale nada vuestro argumento; podrán proceder en nosotros de alma distinta de la materia, y en ellos de alma que sea también materia; con que apaciguamos, Silvio. La respuesta que diréis a quien quisiera probar, que el alma es espiritual, la daré yo a quien quisiera probar, que es distinta de la materia; porque si dijérais, que las sensaciones no son [431] enteramente semejantes a las nuestras (en lo cual no hay duda), digo yo, que no nacen de principio semejante; y así puede una alma ser materia, otra espíritu; y si me dijérais que las sensaciones son enteramente semejantes, pregunto yo: ¿piden principio semejante enteramente, o no? Si lo piden; luego en ambos es espiritual: si no lo piden, luego no es preciso que en ambos sean las almas distintas de la materia: con que tenemos, que si Dios por ese argumento no puede hacer brutos, cuya alma sea materia, tampoco por el mismo argumento puede hacer brutos, cuya alma sea material. Vamos a la tercera respuesta, que habéis dicho que teníais.
SilvioTodo vuestro argumento termina en preguntar si Dios puede hacer estas máquinas, o no puede. Digo, pues, que no sé; y añado, que ningún Filósofo puede responder a esa pregunta prudentemente ni sí, ni no. Y si no, decidme: ¿puede Dios hacer un hombre según y como yo finjo en mi imaginación? Si fuérais prudente, habéis de decir que no sabéis como yo lo finjo, y por eso que tampoco sabéis si es cosa que Dios pueda hacer, o no. Pues lo mismo digo de los brutos: como yo no sé lo que pasa allá por adentro, no sé si es cosa que Dios puede suplir sólo con la materia.
TeodosioEso es, porque no sabéis lo que pasa allá por adentro; ¿pero sabéis lo que pasa por acá fuera? Esto es: ¿sabéis las operaciones [432] y movimientos externos que ellos hacen, y aquellos que nosotros percibimos con nuestros sentidos y experiencia?
SilvioEsos sí.
TeodosioPues sólo de estos pregunto; si Dios los puede hacer con el mero maquinismo: ¿puede o no puede?
SilvioAunque yo sepa que efectos son, no sé lo que allá dentro será prediso para que acá fuera aparezcan esos efectos; y así no sé si Dios los puede hacer o no.
TeodosioMirad, Silvio, vamos por partes: para que los miembros del bruto se muevan meramente, no puede haber duda que basta el maquinismo, así como basta en los artefactos, de que hice mención; ¿no es esto así?
SilvioNo lo dudo.
TeodosioAsímismo para que los movimientos externos de los brutos sean arreglados y proporcionados a algunos fines, también es cierto que basta el maquinismo, así como basta en los relojes y en todos los demás ingenios.
SilvioSea enhorabuena.
TeodosioLuego para que se hagan en los brutos los movimientos externos, y tan arreglados como los observamos, no es preciso más que ese maquinismo y materia.
SilvioSí: mas para movimientos vivos no alcanzan la materia y maquinismo.
TeodosioLa sensación, que nos consta que [433] hay en los brutos, no tiene otro fundamento, sino el ver que a diversas impresiones del objeto corresponden con diferentes movimientos, v.g. que mostrando la vara al perro, huye; mostrándole un pedazo de pan, viene a buscarlo. Esto es cierto: no tenemos motivo alguno para decir que sienten, sino lo que vemos; y lo que vemos es que haciéndole diversas impresiones, o en la vista o en el tacto, se siguen diversos movimientos externos: ¿no es así?
SilvioAsí es.
TeodosioPues para esto basta el maquinismo, y vos no lo negásteis, ni lo podéis negar. No podéis negar que los objetos hacen su impresión en los sentidos externos, vista, tacto, &c. o por lo menos, que esto le es posible a Dios.
SilvioNo lo puedo negar.
TeodosioTampoco podéis negar que esa impresión hecha en los sentidos externos se comunica al cerebro; o por lo menos, que si Dios empeñara toda su Omnipotencia, se pueda comunicar.
SilvioEso sí.
TeodosioBien: tampoco podéis negar, que puesto ese movimiento o impresión en el cerebro, por lo menos si Dios quisiese echar el resto de su poder, del cerebro se puede comunicar el movimiento a los espíritus, que sirven para mover los miembros: ¿negáis esto? [434]
SilvioNo.
TeodosioLuego concedéis todo cuanto yo quiero; porque primeramente concedéis, que puede hacer Dios, que siendo los brutos meras máquinas, los objetos hagan impresión en los sentidos externos de los brutos; concedéis también que estas impresiones se pueden comunicar al cerebro; concedéis, que de allá se puede comunicar el movimiento a los espíritus que sirven al movimiento de los miembros. Luego concedéis que a diversas impresiones de los sentidos externos pueden corresponder diversos movimientos en los brutos, y esto sólo con mecanismo; luego concedéis, que con el mecanismo puede suceder todo lo que vemos en los brutos, de donde inferimos que sienten. Además: ya me concedéis, que con el mero mecanismo podían los movimientos de los brutos ser tan arreglados como son; luego concedéis todo lo que yo quería; y viene a ser, que puede absolutamente Dios hacer unas máquinas, que hagan los movimientos externos del mismo modo, y sin diferencia alguna de los que vemos en los brutos. Esto, Silvio, convence, ni os estará mal daros por convencido de un discurso tan evidente.
SilvioNo convence, ni convencerá jamás: por un discurso semejante a este os puedo yo probar, que Dios puede hacer unas máquinas, que en todo hagan lo que hacen los hombres; y si me concedéis esto, se destruye [435] la certidumbre que filosóficamente tenemos de que hay otros hombres en el mundo como nosotros. Ved en qué precipicios os despeña vuestra misma doctrina.
TeodosioPregunto: ¿y puede Dios hacer unos animales con alma puramente material, que hagan todos los movimientos que hacen los hombres? Si puede, se destruye toda la certeza filosófica, que tenemos de que hay otros hombres con alma espiritual como nosotros. Meditad la respuesta muy despacio; y lo que respondáis a mi pregunta, respondo yo a la vuestra: ya desde ahora firmo en blanco, y estoy por lo que vayáis a decir.
SilvioEse argumento confieso que hace mucha fuerza; pero siempre nosotros estamos de mucho mejor partido, que ni el alma puramente material, ni la puramente materia llegan o alcanzan a explicar cabalmente las admirables obras de los brutos; sin embargo, nosotros ponemos un alma distinta de toda materia, sensitiva, cognoscitiva, apetitiva, &c. y vosotros ponéis un pedazo de materia inerte. ¿Cuál de nosotros se acerca más a la verdad?
Teodosio¿Dijísteis? Ahora hablaré yo: vosotros ponéis un alma material que con todos los predicamentos, que le queréis dar, no tiene virtud para conocer la conexión y proporción de los medios con los fines: [436] ni puede hacer que el bruto haga un movimiento por causa de este o de aquel fin; y nosotros ponemos un alma, en que cabe todo ese buen orden y armonía de movimientos, así como en los relojes; porque no decimos que nacen de la materia inerte (como decís), sino de la materia ordenada y muy bien dispuesta por Dios para estos mismos fines. Además de eso es un alma capaz de hacer todos esos sentimientos, conocimientos, &c. que experimentamos en los brutos, como largamente os he mostrado. ¿Luego cuál de nosotros se acerca más a la verdad?
Eugenio¿Qué decís, Silvio?
TeodosioEsperad; pues me acuerdo de un ejemplo muy propio. Quiere un hombre por espacio de una semana contínua señalar las horas, los minutos primeros y aún los segundos, los días del mes, los lugares de los astros, &c. es preciso hacer esto, y con toda exactitud, de suerte que no haya hierro. Este hombre es versado en la Astronomía y es buen relojero: tiene un criado rústico sin más instrucción, que la que le dieron sus padres en el campo. Pregunto: ¿de qué modo podrá más fácilmente este hombre ejecutar lo que quiere hacer, haciendo un reloj, que muestre los días del mes, horas, minutos, lugar de los astros, &c. como algunos que hay, o encargando esto a su criado, de modo que por una semana [437] señale a su tiempo sin falta las horas, minutos, &c.?
SilvioNo tiene duda, que más exactamente se puede ejecutar eso por el reloj, que no encargando esa incumbencia al criado, que ni sabe Astronomía, ni tiene la medida cierta de las horas, &c.
TeodosioBien, bien: pero advertid, que el tal criado tiene alma distinta de la materia, y el reloj es materia pura.
SilvioSí; pero el criado con su alma no conoce muchas cosas, que es preciso que se conozcan para hacer esos movimientos tan arreglados como queréis.
Teodosio¿Y la materia que hay en el reloj, por ventura conoce eso que es preciso para los movimientos arreglados?
SilvioLa materia no conoce eso, pero lo conoce el relojero cuando dispone la materia y hace el reloj; y una vez hecho, se van siguiendo sin dificultad los movimientos con el mismo orden, que intentó el artífice.
TeodosioHabéis respondido grandemente; ahora voy a concluír. Si el reloj, siendo pura materia, puede ejecutar aquellos movimientos ordenados más fácilmente que el criado, el cual tiene un alma racional distinta de la materia, también los brutos, siendo pura materia, como yo digo, podrán ejecutar los arregladísimos movimientos, que en ellos vemos, más fácilmente que teniendo un [438] alma material distinta de la materia, como vos decís.
SilvioEstá hecho; es ya muy tarde: sea enhorabuena lo que quisiérais, que yo me voy a mi casa: lo que por último digo, es, que ni vosotros, ni los Peripatéticos acertamos en este punto.
TeodosioEntonces perdonadme: trabajásteis toda la tarde en vano. Vuestro intento era mostrar cómo los Modernos necesariamente habían de admitir forma alguna material, que no fuese materia. Para esto hablásteis del alma de los brutos: si concedéis que ella no es material y distinta de toda materia, perdísteis todo el trabajo; porque si quisiérais que sea espiritual, no concordaré con vos; pero eso no se opone al sistema moderno, así como no se opone admitir forma espiritual en el hombre. Formas distintas de la materia, que sean espíritus, no tienen oposición con el sistema moderno, y nosotros ahora no tratábamos de los brutos sino de paso; meramente para ver si por causa de ellos estábamos obligados a dejar el sistema moderno, y admitir al menos una forma material distinta de toda materia.
SilvioPues demos esto por acabado.
EugenioMas siempre quisiera saber, qué concepto formáis del modo con que los Modernos explican las operaciones de los brutos con el alma que sea materia.
SilvioLo explican bastamente: aquellos [439] relojes, que para todo les sirven, hacen su tal cual argumento; pero tampoco es malo nuestro sistema.
EugenioVisto eso, sin temeridad puedo ser Moderno.
SilvioSiempre sería mejor que siguiéseis las opiniones más antiguas, pues son más seguras.
TeodosioPor despedida dejadme hacer una reflexión. Llegando a cualquier dificultad, si halláramos dos caminos para desatarla, sin que circunstancia alguna nos repruebe alguno de ellos; si por una parte esantaran todos, que se puede responder, y por otra unos asentaran que sí, otros que no, ¿qué camino debe ser preferido?
SilvioSin duda aquel por donde concuerdan todos que se puede satisfacer.
Teodosio¡Terrible voto contra vos mismo! Pocos minutos hace que confesásteis, bien contra vuestra voluntad, que a la gran dificultad de las obras de los brutos se podía responder, y bien, dando un principio que fuese pura materia dispuesta por Dios, como yo decía; y que no había fundamento alguno para decir que en la realidad no eran las cosas así. Esto, que habéis dicho vos mismo, lo dijísteis obligado de la razón; y por consiguiente lo mismo habían de estar obligados a decir los demás Peripatéticos, como vos: por lo mismo; luego en este [440] modo de responder a la dificultad de las obras de los brutos, que señalamos nosotros, todos concuerdan que puede ser, Advertid ahora: en el modo con que los Peripatéticos señalan alma distinta de toda materia, nosotros no concordamos, y decimos que no caben en la virtud de un alma material operaciones tan sagaces; luego debe ser preferido nuestro modo de discurrir.
SilvioDejadme hacer también a mí otra reflexión. En el punto de los accidentes hay dos modos de salvar lo que dicen los Concilios: en nuestro sistema todos concuerdan que se salva muy bien esta dificultad, ni los Modernos se atreverán a negarlo: en el sistema de los Modernos dicen muchos (que somos nosotros) que no se salva bien; luego debe ser preferido el nuestro: me parece que es el mismo argumento.
TeodosioSólo le falta una parte esencial, y es probar que no hay razón fuerte, que repruebe alguno de los caminos. Silvio, nosotros reprobamos el sistema Peripatético en cuanto a los accidentes, no porque en él no se salven los Concilios: no, no es por eso, le reprobamos, porque hay razones fortísimas, que pertenecen a las aulas, que prueban que tales accidentes de la calidad que lo suponéis, no los hay en cuerpo alguno. Pero vos no tenéis razón con que nos impugnéis el sistema de los brutos, sino diciendo que no explicamos bien sus sensaciones [441] y operaciones: en esto se resumen todos los fundamentos hasta los de las aulas. Por tanto, concediendo vos que nosotros explicamos bien las operaciones de los brutos, no tenéis disculpa para no seguirnos; y concediendo nosotros que concordáis en vuestro sistema de los accidentes lo que dicen los Concilios, aún quedan en pie todas las razones que nos obligan a no admitir tales accidentes.
SilvioSea, pues, lo que quisiérais, que ya tengo la cabeza perturbada de tanta contienda. Doy por acabada la conferencia: Eugenio tiene todavía que ir a Lisboa, y es ya muy tarde.
EugenioTenéis razón: no puedo menos de quedaros muy obligado por este trabajo que habéis tenido por mi respeto: ahora descansaréis por estos días; mas brevemente os volveré a buscar para ir continuando con mi instrucción; y espero que ambos no dejaréis de concurrir por vuestra parte para mi aprovechamiento, como hasta aquí lo hicísteis.
SilvioLo que puedo hacer por mi parte, es exponer lo que dicen los Peripatéticos, y poner las dudas que se me ofrecieran contra lo que dijera Teodosio. Brevemente pasaré a la Corte, allá nos veremos: ahora ordenadme lo que fuera de vuestro mayor agrado.
EugenioQue os divirtáis por estos sitios; y vos, Teodosio, preparáos, que habéis de [442] sufrir mi ignorancia en muchas ocasiones. El coche está puesto, ved si queréis alguna cosa para la Corte.
TeodosioQue os desembaracéis para ver brevemente. A Dios.
Fin del tomo segundo.
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