La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo II
De los maestros que tuvo Marco Aurelio Emperador, y de las leyes que tenían los romanos en criar los moços.


No tenemos por auténcticas hystorias dónde, quándo, cómo, en qué manera, en qué exercicios, con qué personas o en qué tierras aya expendido lo más de su vida este buen Emperador. Solamente en breves palabras dize Julio Capitulino aver estado los veinte y tres años so encomienda de Hadriano el Emperador, pero lo contrario se halla por otros hystoriadores.

Según dize Sexto Cheronense en su Hystoria, no tenían costumbre los coronistas romanos de escrevir las cosas que hizieron los príncipes antes que fuesen príncipes, sino sólo de aquellos moços que desde moços tuvieron muy altos los pensamientos. Paresce ser esto verdad, porque cuenta largamente Suetonio Tranquillo las hazañas y acometimientos temerarios que Gaio Julio hizo en su moçedad por mostrar a los príncipes advenideros cómo fue muy grande la ambición que tuvo de alcançar la Monarchía, y muy poco el seso y madureza para conservarse en ella. No es cosa nueva en los hombres que anhelan a cosas muy arduas que, quanto más altos tienen los pensamientos, tanto más baxa sientan la fortuna, y quan diligentes fueron en cumplir su deseo, tan descuidados se mostraron en conservar su reposo.

Caso que Annio Vero, su padre de Marco el Emperador (como arriba diximos), huviese seguido el exercicio de la milicia, pero a su hijo púsole en el camino de la sciencia. Era ley muy usada y costumbre muy guardada en la pollicía romana [28] que todo ciudadano que gozava de la libertad de Roma, que, en compliendo diez años su hijo, no le pudiese por las calles más dexar andar vagabundo. No avía de permittir el censor que regía a Roma y mirava los barrios cada día della más de hasta diez años al niño que fuese niño: dende en adelante era obligado su padre o criarle fuera del ámbito de Roma o salir por fiador que su hijo no haría ninguna locura. Quando Roma triumphava y por su pollicía Roma al mundo regía (cosa por cierto monstruosa de ver entonces y no menos espantosa a nosotros de oír agora), ver en Roma quatrocientos mill vezinos, entre los quales eran más de los dozientos mill moços, y que tuviese tan enfrenado el brío de tanta iuventud, que al hijo de Cathón castigaron por atrevido, y a un hermano del buen Cina desterraron por vagabundo.

Si no nos engaña Cicerón en el libro De las leyes romanas, ningún romano avía ser osado atravesar por las calles de Roma si no llevava en la mano la señal del officio de que bivía, porque todos cognosciesen que bivía de su trabajo y no del sudor ageno, y esta ley por todos igualmente era guardada: el Emperador llevava un blandón ardiendo delante de sí; el cónsul, unas hachas de armas; los sacerdotes, unos pileos a manera de escofias; los senadores, unas conchas en los braços; los censores, una tablilla pequeña; los tribunos, unas muças; los centuriones, unas tovas; los oradores, un libro; los gladiatores, una espada; los sastres, unas tijeras; los herreros, un martillo; los plateros, un crisol; y assí de todos los otros offiçios.

Podemos collegir de lo sobredicho que, pues Marco el Emperador fue nascido en Roma, sus padres desde la niñez le darían buena criança. Y caso que nos sean los prinçipios de su moçedad occultos, a lo menos somos çiertos sus medios y fines aver sido muy gloriosos. Su padre, Annio Vero, quiso que su hijo Marco, dexadas las armas, siguiese el estudio, y por cierto es de pensar que fue esto hecho más por la cordura del padre que no por la covardía del hijo.

Si los hechos de los muertos no engañan a los que somos bivos y el caso se iuzga por iuyzios claros y se sentençia por personas maduras, hallaremos que pocos han sido los que se [29] han perdido por letras y muy menos los que se han ganado por armas. Rebolvamos todos los libros y pesquisemos por todos los reynos, y el fin dirános aver pocos en sus reynos muy dichosos en armas y iuncto con esto tener muchos muy famosos en letras. Demos de todo esto exemplo y verán ser verdad lo que digo: no tuvieron más de un rey Nino los assyrios, un Hormesta los siciomios, un Licurgio los lacedemonios, un Prometheo los aegypcios, un Machabeo los hebreos, un Hércoles los griegos, un Alexandro los macedonios, un Pyrrho los epirotas, un Héctor los troianos, un Theutonio los cymbros, un Biriato los hispanos, un Haníbal los pennos, un Iulio César los romanos.

No es assí de los hombres doctos, porque si los griegos tienen a Homero, no menos Grecia se iacta de los Siete Sabios, a los quales creemos más en su philosophía que no a Homero en las guerras de Troia, porque tan diffícil será hallar una verdad en Homero como una mentira en estos sabios. Por semejante, los antiguos romanos no sólo tuvieron a Cicerón muy eloqüente, pero también a Salustio, y a Lucano, y a Tito Livio, y a Marco Varrón, con otro esquadrón de varones muy aprobados, los quales dexaron tanto crédito en sus escripturas por dezir las verdades, quanto se perdió Cicerón en el Senado por usar de lisonjas. Y como dezimos de estos pocos griegos y latinos, podríamos dezir de los assyrios, persas, medos, argivos, acayos, pennos, gallos, germanos, britanos, hispanos, en las quales naciones todas sin comparación dexaron de sí más memoria y honraron su patria los que esclarecieron por letras que no los que se señalaron por armas.

Dexadas, pues, las hystorias peregrinas, y tornando a la criança de nuestro emperador Marco Aurelio (como cuenta Eutropio en el libro De Caesaribus), según que este excellente varón deprendió muchas y diversas sciencias, assí tuvo muchos y diversos maestros para enseñárselas. Estudió Grammática con un maestro que se llamava Eufornión; Música con otro que se llamava Gémino Cómmodo; Eloqüencia con Alexandro Greco y con Orosio, Apro, Frontón y Pulión. En Philosophía natural tuvo por maestros a Cómmodo Calcedónico, varón anciano y que expuso a Homero, y a Sexto Cheronense, [30] sobrino del famoso Plutarco. Estudió assimesmo leyes, y fue su maestro Volusio Meciano. Precióse este Emperador de saber pintar y debuxar, en cuya arte fue su maestro Diogeneto, en aquellos tiempos famoso pintor. Trabajó assimesmo saber y escudriñar a qué se extendía el arte de Nigromancía, por cuya occasión yva públicamente a oír a Polonio. Y porque no le quedase algo de deprender, diose sobre todas las sciencias a la Cosmographía, en la qual tomó por maestros a Junio Rústico, el qual después escrivió su vida, y a Cina Catulo, que escrivió la muerte suya y la vida de Cómmodo, su hijo. De estos varones excellentes que florecían en aquellos tiempos fue doctrinado en las virtudes y enseñado en las sciencias.

Llorando Cicerón la antigua pollicía de Roma porque vía gran perdimiento en la república presente, dize en su Rhetórica que los antiguos romanos allí ponían siempre los ojos de donde pensavan poderles nascer mayores peligros. Cinco cosas tenían en Roma entre las otras sobre las quales avía suprema vigilancia, en las quales ni el Senado se descuidava, ni ley alguna dispensava, y eran éstas: los sacerdotes que fuesen honestos; las vírgines vestales, muy castas; los censores, muy justos; los capitanes, muy esforçados; y los que enseñavan a moços, muy virtuosos. No se permittía en Roma el que era maestro de sciencias fuese discípulo de vicios. [31]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

<<< Capítulo 1 / Capítulo 3 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
© 1999 Fundación Gustavo Bueno (España)
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org