La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo X
Que no ay más de un Dios verdadero y que es dichoso el reyno que tiene el príncipe buen christiano y de cómo los gentiles affirmavan que los buenos príncipes después de muertos se tornavan dioses, y los malos príncipes se tornavan demonios después de muertos. Prueva esto el auctor por algunos antiguos exemplos.


Caso que la común opinión de los populares y de los simples fue que avía muchos dioses, pero en la común escuela de los philósophos fue no aver más de un Dios, al qual llamavan unos Júpiter, que era dios sobre los dioses, y otros le llamavan primera intelligencia, porque avía criado a todos los orbes, otros le llamavan primera causa, porque fue principio de todas las cosas. Esto paresce aver sentido Aristóteles en el duodécimo de su Metafísica quando dixo: «Todas las cosas superiores y inferiores quieren ser bien ordenadas, y muchas cosas muy mejor por arbitrio de uno que por parecer de muchos se ordenan; luego un solo príncipe es que las ordena.» Marco Varrón, en los libros de su Theología mística, y Tulio, en el libro De natura deorum, aunque ellos fueron gentiles y assaz cultores de los templos, burlan de los gentiles que pusieron y creyeron aver muchos dioses, y que Mars y Mercurio y Jovis y toda aquella flota de dioses que ponen los gentiles, todos fueron hombres mortales como nosotros. Y como no conoscían ángeles buenos, ni ángeles malos, y ni sabían que avía paraýso para dar gualardón a los buenos y infierno a los malos, tomaron por opinión que todos los hombres buenos se tornavan dioses y todos los hombres malos se tornavan demonios. [101] No contentos con este engaño, trúxolos el demonio a tanto error, que pensavan que poder ser uno dios o ser demonio estava en poder del Senado de Roma, en que quando un emperador moría en Roma, si estava bien con el Senado luego le computavan entre los dioses, y si moría en desgracia del Senado luego le condenavan por demonio.

Y porque no hablemos de gracia, sino que provemos lo que dezimos por escriptura, dize Herodiano que Faustina, su hija de Antonio Pío y muger de Marco Aurelio, los quales fueron uno en pos de otro emperadores, y de verdad de los que les precedieron y de los que les subcedieron muy pocos fueron tan buenos, y a mi parecer ningunos mejores. Para ser un emperador de inmortal memoria, ha de tener cinco cosas en esta vida, conviene a saber: que sea limpio en la vida, recto en la justicia, venturoso en las armas, docto en las sciencias y bienquisto de sus provincias, las quales virtudes todas estuvieron en estos dos príncipes excelentíssimos. Esta Emperatriz Faustina en estremo fue muy hermosa, y loan los escriptores tanto su hermosura, que dizen que era impossible ser como fue tan hermosa si los dioses no pusieran en ella alguna cosa divina. Pero junto con esto dízese y pónese por duda quál fue mayor, la hermosura de su cara o la desonestad de su vida, porque con la hermosura espantava a los que la miravan y con la desonesta vida escandalizava a los que la conocían. Pero después que el Emperador Marco Aurelio venció y triumphó de los partos, como anduviesse visitando las provincias de Asia, en el monte Tauro por ocasión de una lenta calentura en espacio de quatro días murió la hermosa Faustina, y assí embalsamada la truxeron a Roma. Y como fue hija de tan buen padre, y era muger de emperador tan quisto, inter divos Faustina relata este, como si dixesse: «pusieron a Faustina en el cuento de los dioses.» Y como por aver sido señora tan suelta nunca se pensó que los romanos le hizieran aquella honra, tomó el Emperador Marco tanto plazer desto, que nunca acabava de agradecerlo al Senado; porque en la verdad, aquel beneficio ha de ser muy agradecido el qual el que le rescibió sin esperança de recebirle le fue hecho. Lo contrario aconteció en la muerte de Tiberio, tercero Emperador romano, al [102] qual no sólo le mataron y por las calles le traxeron arrastrando, pero aun los sacerdotes de todos los templos se juntaron y públicamente rogavan a los dioses que consigo no le rescibiessen, y rogavan a las furias del infierno que gravemente la atormentassen, diziendo que el tirano que aborresció la compañía de los buenos en la vida, justo es que no tenga lugar sino con las furias infernales en la muerte.

Dexada la común opinión del pueblo rústico, el qual antiguamente no vino en conoscimiento del Dios verdadero; contando la opinión de Aristóteles, que pone una primera causa; y la opinión de los stoycos, que resciben la primera intelligencia; y la opinión de Cicerón, que so color de Jovis no pone a otro dios sino a él, digo y confiesso con la fe de la religión christiana, que no ay más de un solo Dios criador del cielo y de la tierra, de cuya excellencia, potencia, magestad y gloria es muy poco lo que puede dezir nuestra lengua; porque las cosas divinas ni las puede nuestro ingenio entender, ni nuestro entendimiento discerner, ni nuestra memoria comprehender, ni muchos menos nuestra lengua explicar. Lo que los príncipes y los otros fieles deven sentir de Dios es esto, conviene a saber: que Dios es un summo bien, un inmortal bien, un incorruptible bien, un immutable bien, un immenso bien y un omnipotente bien; porque toda la potencia humana es burla respecto de la potencia divina. Digo que nuestro Dios Él sólo es summo bien, que la criatura si tiene algún bien no es summo bien; porque al hombre cotejándole el bien que possee con las miserias y calamidades que le combaten, sin comparación es más el mal que le sigue que el bien que le acompaña.

Ítem Dios Él sólo es immortal ab eterno, el qual assí como no tuvo principio, assí no terná fin, y lo contrario es en el mísero hombre, al qual si unos le vieron nacer, otros le verán morir; porque no es otra cosa nascer los niños sino emplazar para la sepultura a los viejos.

Ítem sólo Dios es incorruptible, el qual en su essencia ni padece corrupción ni diminución, pero todos los hombres mortales padecen corrupción en las ánimas con los vicios y en los cuerpos con gusanos; porque, al fin al fin, no ay ninguno [103] tan previlejado, que su cuerpo no esté subjecto a corromperse y su ánima a salvarse o perderse.

Ítem sólo Dios es immutable, y en este caso hase de creer que si alguna vez Dios muda la obra, no por esso muda el eterno consejo, pero en los hombres es lo contrario, los quales muchas vezes comiençan un negocio con gravedad, y al mejor tiempo mudan el consejo y le dexan con liviandad.

Ítem digo que sólo Dios es incomprehensible, cuya magestad no se puede alcançar, ni su sabiduría se puede entender, lo qual es contrario en la sabiduría humana, porque no ay hombre tan sabio ni tan profundo, que lo que él sabe no lo supo otro hombre en otro tiempo.

Ítem sólo Dios es omnipotente, ca Él tiene poder no sólo sobre los bivos, mas aun sobre los muertos; no sólo sobre buenos, mas aun sobre los malos; porque el hombre que no lo sintiere propicio para darle gloria, sentirle ha ayrado para darle pena.

¡O!, príncipes deste mundo, justo es por cierto reconozcáys vassallage al Príncipe de la tierra y del cielo, que al fin por mucho que valgáys, por mucho que tengáys y por mucho que podáys, al respecto del Supremo Príncipe ni valéys nada, ni tenéys nada, ni podéys nada; porque no ay príncipe oy en el mundo que no puede menos de lo que quiere y no quiere más de lo que tiene. Pues todo lo sobredicho es verdad como es verdad, miren los príncipes y los grandes señores quán cónsono a razón es que, pues todas las criaturas no fueron criadas sino por uno, todas las criaturas no adoren más de uno, porque así como un príncipe no permite que otro se llame rey en su reyno, assí no quiere Dios que se adore otro dios sino Él en el mundo. Muy gran beneficio fue criarnos el Padre sin que nadie se lo rogasse, redemirnos el Hijo sin que ninguno le ayudasse y, sobre todo, hazernos christianos el Spíritu Sancto sin que nadie lo mereciesse; porque el menor bien de los que Dios nos haze no se paga con todos los servicios que nosotros le hazemos. En mucho deven tener los príncipes averlos Dios criado hombres y no bestias; y en mucho más deven tener averlos hecho señores y no siervos; y sin comparación deven tener en mucho más averlos hecho christianos, y no moros ni gentiles; porque poco les aprovechara [104] tener sceptros y reynos para se condenar y que no conocieran la Yglesia Santa, fuera de la qual ninguno se puede salvar. ¡O!, divina Bondad, quántos y quántos paganos, si los escogieras para tu Yglesia, fueran por ventura mejores que no yo, y a mí si me fizieras pagano fuera peor que no ellos. Dexaste a ellos que te sirvieran y escogiste a mí que te ofendo. Tú, Señor, sabes lo que hazes allá; yo no sé lo que me digo aquí, porque las obras de Dios tenemos obligación a loarlas y no tenemos licencia de retratarlas.

Los emperadores y reyes paganos que fueron buenos y virtuosos (como uvo muchos que lo fueron) quanto mayor tuvieron el recibo, al tiempo del descargo menos se les hará de cargo; y por contrario a los malos príncipes christianos, quanto de beneficios más tuvieron colmada la medida, tanto en las eternas llamas les será dada mayor pena; porque según la ingratitud de los beneficios que tuvieron en este mundo, así será la ferocidad de las penas que ternán en el infierno. Por ser hombres racionales muchas cosas son obligados a fazer los príncipes; y a obrar son mucho más obligados por ser christianos; y a otras muy mucho más por ser poderosos y en tan altos estados constituidos; porque no está la verdadera grandeza en que los príncipes tengan mucho, sino en que valgan mucho. A un árbol enano no le piden más de que dé su fruta en el tiempo devido; mas un árbol alto, generoso y poderoso está obligado a dar leña a los friolentos, sombra a los cansados, fruta a los hambrientos, y él que se ha de defender de todos los vientos importunos; porque los príncipes virtuosos no han de ser sino una sombra do descansen todos los buenos. A muchas cosas nos combida la Yglesia que hagamos, y de muchas nos remuerde la consciencia que nos guardemos; pero si a mí me prometen los príncipes que harán solas dos cosas, conviene a saber: que serán fieles a la ley de Dios que adoran y que no usarán de tyranía con los próximos que goviernan, desde agora les prometo la gloria y felicidad que dessean; porque sólo aquel príncipe muere seguro que murió en la caridad de Christo y bivió en el amor del próximo.

Los príncipes y grandes señores que presumen de buenos [105] christianos, mucho deven velar porque todas las cosas se hagan a servicio de Dios, y se comiencen en Dios, y se prosigan por Dios y se acaben en Dios. Y, si en esto deven velar, fágoles saber que en las cosas que tocan al enxalçamiento de la fe se deven desvelar, de manera que conozcan todos que por defensión della está aparejado a morir, porque si el príncipe cree que hay pena y galardón para los buenos y malos en la otra vida, es impossible que él no emiende la vida y govierne bien su república. Ténganse por dicho que los príncipes que no son de Dios temerosos, jamás por jamás pueden ser ellos ni sus reynos bien fortunados; porque la felicidad o la calamidad de los reynos no viene de lo que los reyes o reynos trabajan, sino de lo que los reyes o reynos merecen. En gran peligro bive el reyno el príncipe del qual es mal christiano, y bienaventurada y segura es la república en la qual su príncipe es hombre de buena consciencia, porque hombre de buena conciencia no puede en la república hazer cosa mala. [106]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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