Los filósofos presocráticos La escuela de Mileto

Fragmentos y testimonios de Anaxímenes
585–525

I. Cronología

(D-K 13 A 1) D. Laercio, II 3:

!AnaximénhV Eu1rustrátou Milh'sioV h5kousen !Anaximándrou, e5nioi dè kaì Parmenídou fasìn a1koûsai au1tón. ou4toV a1rch>n a1éra ei3pen kaì tò a5peiron. kineîsqai dè tà a5stra ou1c u2pò gh<n, a1llà perì gh<n. kécrhtaí te léxei !Iádi a2plñ< kaì a1períttv. kaì gegénhtai mén, kaqá fhsin !ApollódwroV, perì th>n Sárdewn a7lwsin, e1teleúthse dè tñ< e2xhkostñ< trítñ o1lumpiádi.

El milesio Anaxímenes, hijo de Eurístrato, fue discípulo de Anaximandro, y según algunos, también de Parménides. Dijo que el principio material era el aire o lo infinito y que los astros no se mueven bajo la tierra, sino a su alrededor. Escribió en dialecto jónico en un estilo simple y conciso. Vivió, según Apolodoro, por el tiempo de la toma de Sardes, y murió en la Olimpíada 63 (528-525 a.n.e.).

(D-K 13 A 7) Hipólito, Ref., I 7, 9:

ou4toV h5kmase perì e5toV prw<ton th<V penthkosth<V o1gdóhV o1lumpiádoV.

(Anaxímenes) alcanzó su madurez en el primer año de la Olimpíada 58 (548-547 a.n.e.).

II. El aire como principio del proceso cósmico

(D-K 13 A 4) Arist., Met. I 3, 984a 5:

!AnaximénhV dè a1éra kaì DiogénhV próteron u7datoV kaì málist! a1rch>n tiqéasi tw<n a2plw<n swmátwn.

Anaxímenes y Diógenes dicen que el aire es anterior al agua, y, ante todo, principio de los cuerpos simples.

(D-K 13 A 5) Simplicio, Fís. 24, 26 – 25, 1:

!AnaximénhV dè Eu1rustrátou Milh'sioV, e2taîroV gegonw>V !Anaximándrou, mían mèn kaì au1tòV th>n u2pokeiménhn fúsin kaì a5peirón fhsin w7sper e1keînoV, ou1k a1óriston dè w7sper e1keînoV, a1llà w2risménhn, a1éra légwn au1th'n* diaférein dè manóthti kaì puknóthti katà tàV ou1síaV. kaì a1raioúmenon mèn pûr gínesqai, puknoúmenon dè a5nemon, ei3ta néfoV, e5ti dè mâllon u7dwr, ei3ta gh<n, ei3ta líqouV, tà dè a5lla e1k toútwn. kínhsin dè kaì ou4toV a1ídion poieî, di! h8n kaì th>n metabolh>n gínesqai.

El milesio Anaxímenes, hijo de Eurístrato, compañero de Anaximandro, dijo, como éste, que la naturaleza subyacente es una e infinita, pero no indeterminada, como él [Anaximandro], sino determinada, y la llamó «aire»; se diferencia en las sustancias particulares por rarefacción y condensación. Al hacerse más sutil se convierte en fuego, al condensarse en viento, luego en nube, más condensado aún en agua, tierra y piedra; las demás cosas se producen a partir de éstas. Hace también eterno al movimiento gracias al cual nace también el cambio.

(D-K 13 A 6), Ps. Plutarco, Strom., 3:

!Anaximénhn dé fasi th>n tw<n o7lwn a1rch>n tòn a1éra ei1peîn kaì toûton ei3nai tv< mèn megéqei a5peiron, taîV dè perì au1tòn poióthsin w2risménon*

Afirman que Anaxímenes dijo que el aire es el principio de todas los cosas y que es infinito en tamaño, y determinado respecto a su cualidad.

(D-K 13 A 7) Hipólito, Ref. I, 7:

(1) !AnaximénhV ... a1éra a5peiron e5fh th>n a1rch>n ei3nai, e1x ou4 tà ginómena kaì tà gegonóta kaì tà e1sómena kaì qeoùV kaì qeîa gínesqai, tà dè loipà e1k tw<n toútou a1pogónwn. (2) tò dè ei3doV toû a1éroV toioûton* o7tan mèn o2malw'tatoV ñ3, o5yei a5dhlon, dhloûsqai dè tv< yucrv< kaì tv< qermv< kaì tv< noterv< kaì tv< kinouménv. kineîsqai dè a1eí* ou1 gàr metabállein o7sa metabállei, ei1 mh> kinoîto. (3) puknoúmenon gàr kaì a1raioúmenon diáforon faínesqai* o7tan gàr ei1V tò a1raióteron diacuqh<i, pûr gínesqai, a1némouV dè pálin ei3nai a1éra puknoúmenon, e1x a1éroV {dè} néfoV a1poteleîsqai katà th>n pílhsin, e5ti dè mâllon u7dwr, e1pì pleîon puknwqénta gh<n kaì ei1V tò málista puknótaton líqouV. w7ste tà kuriw'tata th<V genésewV e1nantía ei3nai, qermón te kaì yucrón.

(1) Anaxímenes ... dijo que el principio es aire infinito, a partir del cual se generan las cosas actuales, las pasadas y las futuras, los dioses y las cosas divinas, y las demás cosas que proceden de aquél. (2) El aspecto del aire es éste: cuando es perfecto, es imperceptible a la vista; pero se manifiesta, en cambio, por medio de lo frío y lo caliente, lo húmedo y el movimiento. Se mueve siempre; ya que, en efecto, todas las cosas que se transforman no se transformarían si no se moviera. (3) Se manifiesta distinto al condensarse y al hacerse más sutil; pues cuando se disuelve en el grado más sutil, se genera el fuego. Los vientos, en cambio, son aire que se condensa; y la nube se forma a partir del aire, por comprensión; y al condensarse más surge el agua; y más condensado, la tierra; y condensado al máximo, las piedras. De este modo, las cosas más importantes de la generación son contrarias: lo caliente y lo frío.

(D-K 13 A 9) Cicerón, Acad. II, 37, 118:

post eius auditor Anaximenes infinitum aera, sed ea, quae ex eo orerentur, definita: gigni autem terram, aquam, ignem, tum ex iis omnia.

Después de éste [Anaximandro], Anaxímenes dijo que el aire es infinito, pero las cosas que de él nacen, finitas: la tierra, el agua, el fuego y, a partir de esto, todas las demás.

III. Condensación y rarefacción (ver D-K 13 A 5 y 13 A 7)

Simplicio, Fís. 180 14-16:

kaì oi2 e8n dè kaì kinoúmenon th>n a1rch>n u2poqémenoi, w2V Qalh<V kaì !AnaximénhV, manw'sei kaì puknw'sei th>n génesin poioûnteV, e1nantíaV kaì ou4toi a1rcàV e5qento th>n mánwsin kaì tn>n púknwsin.

Los que sostienen que el principio es uno y en movimiento, como Tales y Anaxímenes, al suponer la generación por condensación y rarefación, sostienen que la condesación y rarefacción son principios contrarios.

(D-K 13 B 1) Plutarco, De primo frigido, 7, 947 F:

h6 kaqáper !A. o2 palaiòV v5eto, mh'te tò yucròn e1n ou1síj mh'te tò qermòn a1poleípwmen, a1llà páqh koinà th<V u7lhV e1pigignómena taîV metabolaîV* tò gàr sustellómenon au1th<V kaì puknoúmenon yucròn ei3naí fhsi, tò d! a1raiòn kaì tò calaròn {ou7tw pwV o1nomásaV kaì tw<i \h'mati} qermón. o7qen ou1k a1peikótwV légesqai tò kaì qermà tòn a5nqrwpon e1k toû stómatoV kaì yucrà meqiénai* yúcetai gàr h2 pnoh> piesqeîsa kaì puknwqeîsa toîV ceílesin, a1neiménou dè toû stómatoV e1kpíptousa gígnetai qermòn u2pò manóthtoV. toûto mèn ou3n a1gnóhma poieîtai toû a1ndròV o2 !AristotélhV... [Problemata 34, 7, 964a 10]

No dejemos ni lo frío ni lo caliente a la sustancia, como pensó el viejo Anaxímenes, sino que son estados comunes de la materia producidas en las transformaciones; pues dice que lo comprimido y condensado es frío y que lo raro y «laxo» (lo llama así con esta palabra) es caliente. Por lo que no carece de fundamento su afirmación de que el hombre emite lo caliente y lo frío por la boca: el aliento se enfría cuando se comprime y se condensa con los labios; pero, cuando se abre la boca, el aliento se escapa y se calienta por rarefacción. Aristóteles atribuye esta opinión a la ignorancia de Anaxímenes.

IV. Lo divino y el alma

(D-K 13 A 10) Cicerón, De nat. deor., I 10, 26:

post A. aera deum statuit eumque gigni esseque immensum et infinitum et semper in motu, quasi aut aer sine ulla forma deus esse possit, cum praesertim deum non modo aliqua, sed pulcherrima specie deceat esse, aut non omne quod ortum sit mortalitas consequatur.

Después Anaxímenes estableció que el aire es dios y que es engendrado, inmenso, infinito y está siempre en movimiento, como si el aire sin forma alguna pudiera ser dios, siendo así que conviene no sólo que dios tenga alguna forma, sino también que debe ser la más bella, o como si todo lo que ha nacido no fuera mortal.

(D-K 13 A 10) Agustín, De civ. dei, VII, 2:

iste Anaximenen discipulum et successorem reliquit, qui omnes rerum causas aeri infinito dedit, nec deos negavit aut tacuit non tamen ab ipsis aerem factum, sed ipsos ex aere ortos credidit

Éste (Anaximandro) dejó por discípulo y sucesor a Anaxímenes, quien atribuyó todas las causas de las cosas al aire infinito y no negó a los dioses ni se calló con respecto a ellos; no creyó, sin embargo, que el aire fuera producido por ellos, sino que ellos mismos nacieron del aire.

(D-K 13 A 10) Aecio, I 7, 13:

!A. tòn a1éra qeòn ei3nai

Anaxímenes dice que el aire es dios.

(D-K 13 B 2) Aecio, I 3, 4:

!A. Eu1rustrátou Milh'sioV a1rch>n tw<n o5ntwn a1éra a1pefh'nato* e1k gàr toútou pánta gígnesqai kaì ei1V au1tòn pálin a1nalúesqai. oi3on h2 yuch', fhsín, h2 h2metéra a1h>r ou3sa sugkrateî h2mâV, kaì o7lon tòn kósmon pneûma kaì a1h>r periécei {légetai dè sunwnúmwV a1h>r kaì pneûma}. a2martánei dè kaì ou4toV e1x a2ploû kaì monoeidoûV a1éroV kaì pneúmatoV dokw<n sunestánai tà zw<ia*

Anaxímenes de Mileto, hijo de Eurístrato, declaró que el principio de las cosas existentes es el aire, pues de él se generan todas las cosas y en él se disuelven nuevamente. «Así como nuestra alma al ser aire, dice, nos mantiene unidos, así también el aliento o aire abarca a todo el cosmos» (toma por sinónimos aire y aliento). Se equivoca también cuando cree que los seres vivos se componen de aire y soplo simple y uniforme.

V. Cosmología

(D-K 13 A 7) Hipólito, Ref., I 7, 4:

th>n dè gh<n plateîan ei3nai e1p! a1éroV o1couménhn, o2moíwV dè kaì h7lion kaì selh'nhn kaì tà a5lla a5stra pánta púrina o5nta e1poceîsqai tv< a1éri dià plátoV.

La tierra es plana y cabalga sobre el aire. De modo semejante el sol, la luna y los demás astros ígneos cabalgan en el aire porque también son planos.

(D-K 13 A 15) Aecio, II 23, 1:

!A. u2pò pepuknwménou a1éroV kaì a1ntitúpou e1xwqoúmena tà a5stra tàV tropàV poieîsqai.

Anaxímenes dice que los astros giran al ser lanzados fuera por el aire condensado y resistente.

(D-K 13 A 15) Aecio, II 22, 1:

!A. platùn w2V pétalon tòn h7lion.

Anaxímenes dice que el sol es plano como una lámina.

(D-K 13 A 7) Hipólito, Refut., I 7,6:

ou1 kineîsqai dè u2pò gh<n tà a5stra légei, kaqw>V e7teroi u2peilh'fasin, a1llà perì gh<n, w2spereì perì th>n h2metéran kefalh>n stréfetai tò pilíon. krúptesqaí te tòn h7lion ou1c u2pò gh<n genómenon, a1ll! u2pò tw<n th<V gh<V u2yhlotérwn merw<n skepómenon kaì dià th>n pleíona h2mw<n au1toû genoménhn a1póstasin.

Dice que los astros no se mueven debajo de la tierra, como han supuesto otros, sino alrededor de ella, como gira el gorro de fieltro alrededor de nuestra cabeza. El sol no se oculta por estar debajo de la tierra sino porque lo cubren las partes más elevadas de la tierra, y porque aumenta la distancia en relación con nosotros.

(D-K 13 A 16) Teón Esm., De utilitate mathematicae, 198, 14:

Eu5dhmoV i2storeî...., !AnaximénhV dè o7ti h2 selh'nh e1k toû h2líou e5cei tò fw<V kaì tína e1kleípei trópon.

Eudemo narra... que Anaxímenes fue el primero que descubrió que la luna toma su luz del sol y de qué modo se eclipsa.

 

Introducción | Tales de Mileto | Fragmentos y testimonios de Tales | Anaximandro de Mileto | Fragmentos y testimonios de Anaximandro | Anaxímenes de Mileto | Fragmentos y testimonios de Anaxímenes
Historiografía antigua | Notación de los textos | Bibliografía

www.filosofia.org Proyecto Filosofía en español
© 2000 www.filosofia.org
Cursos José Manuel Fernández Cepedal
Los filósofos presocráticos