Filosofía en español 
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Visión de los Imperios

Tres visiones referidas en el libro de Daniel tienen por objeto la sucesión de los Imperios que habían de dominar en el mundo.

1.º Se halla en primer lugar el sueño de la estatua que vio Nabucodonosor, y en la cual se distingue: a) la cabeza de oro; b) el pecho y los brazos de plata; c) el vientre y los muslos de bronce; d) las piernas y los pies de hierro y de arcilla.

2.º Viene luego una visión del mismo Daniel, en la cual aparecen: a) un león con alas de águila; b) un oso; c) un leopardo con cuatro alas; d) una bestia con diez cuernos.

3.º Finalmente, en otra visión encontramos: b) un carnero con dos cuernos; c) un macho cabrío con uno, y luego con cuatro.

Hemos indicado intencionalmente cada detalle de cada una de las visiones con una letra diferente, para hacer comprender mejor la explicación de las mismas; a significa el Imperio caldeo; b, el medo-persa; c, el Imperio griego; y d, el Imperio romano. Tal es la interpretación común; pero esta interpretación no es del agrado de los racionalistas. Estos, en efecto, pretenden retardar la composición del Daniel hasta la época de los Macabeos para quitar así todo carácter milagroso a las profecías que contiene, las cuales de este modo no serían sino predicciones post eventum.

Pero es el caso que en la época de los Macabeos, si bien habían aparecido ya los tres Imperios arriba citados, todavía el Imperio romano no había suplantado al griego. Para quitar, pues, todo carácter sobrenatural al libro de Daniel, los racionalistas se ven obligados a hacer desaparecer el Imperio romano en la interpretación de estas visiones, y he aquí cómo las explican. En la primera interpretan a como nosotros; pero en vez de ver en b al Imperio medo-persa, no ven sino a los medos; los persas están en el símbolo c, en el cual nosotros vemos a los griegos, llegando ellos de esta manera a ver en d a los griegos en vez de los romanos. Lo mismo hacen con la segunda visión: según ellos, el oso representa a los medos, el leopardo a los persas, y la bestia con diez cuernos es figurativa de los griegos; finalmente, la tercera visión es interpretada por ellos del siguiente modo: separan en dos el símbolo b, viendo en el primer cuerno la representación de los medos, y en el segundo la de los persas, siendo el macho cabrío de cuatro cuernos símbolo de los griegos.

Esta interpretación es inadmisible:

1.º Porque separa en dos el Imperio medo-persa, lo cual no debe hacerse toda vez que, por confesión de los mismos racionalistas, este Imperio está representado en la tercera visión por un solo animal, la bestia con dos cuernos.

2.º Se ve obligada a admitir que el Imperio griego está representado en la segunda visión por la bestia de diez cuernos, y en la tercera por el macho cabrío de cuatro cuernos, lo cual es contradictorio. Según nosotros, por el contrario, la bestia de diez cuernos es el Imperio romano, mientras que el macho cabrío con un cuerno, y luego con cuatro, es el Imperio griego, primero unido bajo la autoridad de Alejandro, y luego dividido en cuatro en tiempo de sus sucesores; lo cual concuerda perfectamente con el símbolo de la segunda visión, en que el Imperio griego está representado por un leopardo con cuatro alas.

3.º Según Daniel, el cuarto Imperio debe quebrantarlo todo, fraccionarlo todo, devorar toda la tierra; aquí no puede verse sino el Imperio romano, y no los pequeños reinos de los sucesores de Alejandro.

4.º Finalmente, este cuarto Imperio no debe durar siempre, y le seguirá un reinado eterno que reunirá para siempre todos los pueblos del mundo; es evidente que aquí se trata del reinado del Mesías; pues bien, el Imperio de la Iglesia se levantó sobre las ruinas del Imperio romano y del Imperio griego.

Es, pues, imposible negar que el Imperio romano entre en la visión de los imperios, y en consecuencia los racionalistas, que no retardan la composición de Daniel sino para quitar a este libro todo carácter profético, se esfuerzan inútilmente; aun escritas en la época de los Macabeos, estas visiones serían proféticas puesto que anuncian el Imperio romano.— V. Vigouroux, Bible et découvertes, tomo IV.